Ooookay, creo que me falta uno o do capítulos para terminar este fic…
Probablemente dos… Espero que les guste nuestro Chico Galleta con su Bella, y si
pueden escuchen la canción de este capítulo, que es muy bonita.
Cariños,
A.
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Capítulo 10
Soy, el que
quererte quiere como novia soy,
El que te llevaría el sustento día a día, día, día,
El que por ti daría la vida, ese soy.
Aquí estoy a tu lado,
Y espero aquí sentado hasta el final,
No te has imaginado,
Lo que por ti he esperado pues eres,
Lo que yo amo en este mundo eso eres,
Cada minuto en lo que pienso eso eres,
Lo que más cuido en este mundo eso eres.
El que te llevaría el sustento día a día, día, día,
El que por ti daría la vida, ese soy.
Aquí estoy a tu lado,
Y espero aquí sentado hasta el final,
No te has imaginado,
Lo que por ti he esperado pues eres,
Lo que yo amo en este mundo eso eres,
Cada minuto en lo que pienso eso eres,
Lo que más cuido en este mundo eso eres.
Eres / Café Tacuba
BELLA POV
Me desplomé en el suelo como una muñeca de trapo… Creo que
de haber sido humana me habría desmayado, pero como vampiro simplemente fui
drenada de toda mi energía al lanzar un escudo físico que empujó a los extraños
a una distancia considerable y destruyó todos los árboles a decenas de metros a
la redonda. Lo único que se mantenía en pie era Alec, inafectado por mi poder,
y que inmediatamente se agachó para tratar de recogerme.
-NO!- Le dije en lo que pretendía ser un grito, pero mi
garganta estaba apretada de puro terror y me salió casi un chillido. Rodeé mi
cuello con una mano y con la otra le señalé a los intrusos, desesperada. Él
miró por sobre su hombro al trío que se ponía de pie torpemente, como aturdidos
y sin darles más que una mirada de desprecio, los afectó con su don.
Los tres quedaron paralizados en su lugar.
-Ven Isabella, ponte de pie, nadie nunca más te va a hacer
daño… Ahora estoy yo para protegerte – Dijo acariciando mi rostro.
“Cansada”, modulé. No me podría mantener de pie a menos que me apoyara en algo, y lo sabía… Mejor
quedarme tranquila en el suelo y estorbar lo menos posible. Estaba claro que
Alec sabía lo que hacía.
-Está bien – Concedió arreglando un mechón de mi cabello –
Lo que va a pasar a continuación no te va a gustar… Si me dejas puedo evitar
que escuches y tú puedes cerrar los ojos o mirar hacia otro lado… Puede ser?
Podría bajar aún más mis defensas? No es como si yo supiera
manejar mi escudo a voluntad, pero si había un momento en el que estaba
vulnerable y exhausta era precisamente ese, cuando no tenía energía ni para
sentarme derecha.
Cerré mis ojos y me concentré en Alec. Él era mi creador… Mi
Pareja… Él me protegería… Él sería quien se hiciera cargo de todo, nadie podría
llegar a mí… Él olía a cosas buenas… A Galletas de Navidad…
Poco a poco mis barreras fueron cayendo una a una, como las
capas de una cebolla, hasta dejarme desnuda, más frágil que nunca antes. Lo
miré a los ojos buscando reafirmación y él me sonrió, me besó suavemente en los
labios y así nada más, el mundo se quedó en silencio.
Alec me tomó en sus brazos y me acercó al río dando la
espalda a nuestros atacantes, quienes seguían paralizados.
Una vez que me acomodó besó mi mejilla y tomó mis manos y me
cubrió los ojos con ellas, señalándome que podía decidir qué ver y qué no.
Yo asentí y haciendo un esfuerzo enorme encogí mis rodillas y
las abracé. Fijé mi vista en el río y no la desvié ni un centímetro del punto
elegido. No quería ver nada, la violencia me aterraba, y no quería ver ni
imaginar a mi Chico Galleta haciendo algo tan horrible como lo que imaginé que
estaba sucediendo tras de mí.
Pasaron los segundos… Trescientos veintisiete para ser
exacta, y Alec entró en mi rango de visión, caminando cautelosamente para no
asustarme. Era un gesto considerado, pero él no podía asustarme, ya que antes
de verlo ya lo presentía. Las vibraciones en el aire cambiaban cuando él estaba
cerca de mí.
Su ropa estaba manchada con el equivalente vampírico de la
sangre, y yo lo recorrí con la mirada frenética en busca de señales de alguna
herida.
-No me pasó nada, Bella – Dijo y lo escuché perfectamente –
Este veneno no es mío.
Asentí.
Ok… Alec era un asesino, eso ya lo sabía.
Me asustaba, pero lo sabía.
Y me di cuenta de que finalmente lo único importante era que
él no hubiera sido herido…
Debía acostumbrarme a la idea de que mi chico era un
soldado. Estos no eran sus primeros cadáveres y ciertamente no serían los
últimos.
Mientras él no se convirtiera en uno podría aprender a
sobrellevarlo.
Entonces Alec me tomó en sus brazos y me dijo
-Cierra los ojos Isabella, descansa… Te llevaré a casa.
Acomodé mi cabeza bajo su mentón y obedecí.
Alec corrió extremadamente rápido, pero aun así nos
demoramos un buen rato en regresar.
-Ya estamos aquí – Me dijo en un susurro contra mi cabello,
y yo abrí los ojos para ver que nos encontrábamos en el bosque que rodeaba la
mansión de los Cullen.
Entramos en la casa sin golpear y vimos que todos estaban en
el living, más o menos tal como los habíamos dejado al irnos, sólo que más
cómodos y haciendo distinta actividades:
Jane estaba acostada sobre su estómago en la alfombra,
hojeando un enorme libraco de aspecto antiguo. Capté algunas palabras y vi que
estaba escrito en alemán.
Heidi, Rosalie y Alice estaban sentadas conversando
amigablemente, rodeadas de viejas revistas de moda.
Jasper, Emmett y Félix jugaban a las cartas, y evidentemente
hacían trampas, de acuerdo a los insultos y amenazas que se proferían
mutuamente.
Edward por su parte tocaba
las Nocturnas de Chopin en el piano de cola.
Y Carlisle y Esme armaban un puzle de unas dos mil quinientas
piezas con la foto de unos molinos
suizos, en la mesa del comedor.
Agh! Si esto era
ser inmortal me moriría de aburrimiento.
Hasta mi rutina humana en la cabaña de Phil era más
entretenida y gratificante…
Pero nuestra abrupta entrada lo revolucionó todo.
-Jane! Félix! – Llamó Alec – Fuimos atacados por el vampiro
de la Biblioteca de Phoenix y su clan!
-Por dios, están bien? – Preguntó Esme.
-Ninguno de los dos estamos heridos – Respondió Alec
depositándome con cuidado en el sillón más grande – Pero Bella lanzó su escudo con
mucha fuerza y la dejó exhausta. Necesitamos alimentarla de inmediato.
-Nosotros podemos ayudar… – Dijo Carlisle mirando a Edward
de reojo.
-Gracias Carlisle, pero Isabella necesita sangre humana, la
sangre animal es demasiado débil para alguien con sus habilidades – Dijo Alec
sin soltar mi mano.
-Alec? – Preguntó Félix esperando instrucciones.
-Río abajo, corran una media hora hacia el sur y se
encontrarán con nuestro rastro, me encargué de dejar señas – Respondió Alec.
-En qué condiciones los dejaste? – Preguntó Jane.
-Cuerpos apilados, cabezas enterradas a cien metros de
distancia, el sitio es inconfundible porque Bella hizo volar todos los árboles
a nuestro alrededor – Dijo él oscuramente – Si los quieres volver a armar y
jugar, lo dejo a tu criterio.
-Por supuesto que los voy
volver a armar – Dijo mi cuñada
con una sonrisa adorable y maléfica a la vez, casi relamiéndose de la
anticipación.
Y con eso, ella y Félix desaparecieron. No estoy segura de
si Heidi los acompañó o simplemente salió de la casa para no molestar.
-Alec lo que te ofrezco es sangre de donante, tengo una
pequeña reserva congelada para casos de emergencia… - Dijo Carlisle en cuanto
pudo volver a hablar.
-No! – Exclamó Edward muy alterado – No! Bella no puede
beber sangre humana! Ella no quiere ser una asesina!
-No te atrevas a tratar de hablar por mi mujer, Cullen –
Gruñó Alec – Y menos cuando está en juego su salud!
-Te estás aprovechando de su estado de vulnerabilidad –
Acusó Edward – Para hacerla beber sangre humana y convertirla en alguien como
tú.
-No hablen de mí como si no estuviera presente! – Susurré
soltando a Alec y cubriendo mi garganta con ambas manos. Mi voz para un humano
habría sido apenas audible, pero los vampiros me entendieron perfectamente
Se hizo el silencio y todos se voltearon a verme.
-Así es que después de todo hablaba la mudita… - Dijo
Rosalie con una mueca de satisfacción – Solo que no con Edward.
-Tienes razón Isabella, eres tú quien debe tomar sus
decisiones – Dijo Alec mirándome intensamente. Este era el momento clave. Si
optaba por la sangre humana estaría aceptando a Alec y a nuestro lazo. Pero si
me negaba e insistía en la “opción vegetariana” sería el equivalente a elegir a
Edward y escupirlo en el rostro… En público.
-No me gusta la idea de la sangre humana – Dije muy
despacio, esforzándome en sacar cada palabra de mi garganta – Pero estoy muy
débil y la sangre animal no me satisface lo suficiente, mi escudo me demanda
demasiada energía… Alec tiene razón - Carlisle asintió sin palabras y
desapareció.
-Pero te podemos ayudar a satisfacerte! – Exclamó Edward –
Podemos cazar más seguido…
-No Edward – Susurré tratando de ignorar a los demás, que
escuchaban atentos el desarrollo de los acontecimientos – Acabaría con la fauna
local en un mes… Además… - Agregué - Mi lugar está junto a mi Pareja.
-No! Tienes alternativas! Eres libre de contemplar tus
opciones – Dijo Edward acercándose a mi sillón.
Alec gruñó de manera amenazante y feral, y me aferré nuevamente
a su mano tratando de serenarlo. Yo no quería que le sucediera nada malo a
Edward, porque el que yo le gustara no era un pecado, y él no había sido más
que amable y atento conmigo.
-Mi lugar está con Alec – Repetí casi afónica – Es mi Pareja
y lo necesito. Les agradezco mucho su hospitalidad, pero ya no les seguiré
causando problemas…
-Bella… - Murmuró Edward.
-He sido paciente, Cullen – Dijo Alec comenzando a
sulfurarse – Pero no sé cuánto más pueda resistir tus avances. Isabella es
mía…!
-Alec! – Tironeé de su mano hasta que se sentó en la
alfombra quedando con su cabeza junto a la mía – Basta! – Acaricié su cuello y
nuca, adivinando que el contacto físico lo serenaría.
-Vamos Jazz! – Dijo Alice súbitamente, arrastrando a Jasper.
No entendí por qué hasta que vi a Carlisle acercarse con un tazón lleno de
líquido rojo y espeso y un termo mediano.
-Emmett! – Chilló Rosalie empujando a su hombretón hacia el
jardín. Al parecer tampoco él tenía muy buen control sobre su sed… Los pobres
Cullen estaban famélicos, lo que reafirmó la idea en mi mente de que aunque el
concepto de no matar humanos es muy bonito y utópico, la realidad es que
nuestra fuente de alimentación natural no es la sangre animal.
Alec me ayudó a sentarme derecha y recibió el tazón de manos
de Carlisle y lo acercó a mis labios. Dios! El aroma era intoxicante, y el
sabor… El sabor era una maravillosa explosión de sensaciones en mis papilas
gustativas que me hizo gemir de deleite. Era el equivalente gustativo a
reencontrarme con Alec, era simplemente lo que se sentía correcto. Cada trago
era como una dosis de ambrosía y Red Bull directo a la vena, llenándome de
energía y eliminando todos mis malestares.
Para cuando terminé y abrí los ojos, Alec sostenía el termo
entre sus manos y tenía los ojos completamente negros. Por un momento pensé que
estaba molesto conmigo, pero al chocar nuestras miradas él entrecerró los ojos
y se lamió el labio inferior lentamente.
No, no estaba enojado. Estaba excitado.
El espacio entre nosotros pareció cargarse de electricidad y
ninguno de los dos se movió, tratando de no romper el hechizo.
-Ejem… Alec… - Interrumpió Carlisle, incómodo después de lo
que asumo fue un largo silencio – Bella necesita más de una taza para
recuperarse…
Alec pareció despertar de su ensueño y de inmediato llenó mi
tazón.
-Mejor? – Preguntó con voz ronca.
Asentí sin dejar de beber. Era maravilloso, la primera vez
desde ese horrible día en la Biblioteca de Phoenix que me sentía bien. Nada me
dolía, nada me quemaba, no tenía ninguno de los síntomas de mi separación con
Alec, ni esa debilidad e insatisfacción permanente.
El Chico Galleta tenía razón… Esto era lo que necesitaba.
Alimento.
oooOooo
Después de algunos minutos, Edward salió del living furioso
y corrió hacia el bosque, y Carlisle y Esme se retiraron a su habitación.
Y Alec y yo quedamos solos.
-Alec… - Murmuré entre sorbos de deliciosa sangre.
-Mmmmm? – Preguntó ausente mientras jugaba con un mechón de
mi cabello.
-Me quiero ir de aquí… Le estoy haciendo daño a Edward y
estamos incomodando a los Cullen, y eso no está bien, ellos me han ayudado
mucho… - Dije reclinando mi rostro en su mano y besando castamente su muñeca.
-En cuanto Jane y Félix regresen nos largamos – Dijo él.
-Gracias… - Mascullé.
-Quieres que te ayude a hacer un bolso con tus cosas? –
Preguntó.
-No… No tengo cosas… - Admití avergonzada.
-Estoy seguro de que no tendrán problemas en darnos o
vendernos algo de ropa para ti – Afirmó.
-No quiero molestar…
-No será una molestia, Bella, los Cullen no son precisamente
austeros, si algo les debe sobrar es ropa de mujer – Dijo él delineando mi perfil con la yema de
su dedo índice. Yo cerré los ojos y disfruté del contacto con su piel – Te
puedo dar un beso? – Preguntó.
Asentí y me forcé a no desviar la mirada.
Él se acercó muy despacio y yo humedecí mis labios,
haciéndolo entrecerrar los ojos, nublados de deseo… Un deseo que nunca antes
había visto, y menos dirigido a mí.
Y así, al unir nuestras bocas, toda cautela se fue al
demonio… Me besó fuerte, invadiendo cada espacio, explorándome e incitándome a
participar, a enredar mi lengua con la suya, a beber sus gemidos, a saborearlo,
a sentirlo…
Sus manos se movieron desde mi cintura por debajo de mi
ropa, acariciando mi costado, subiendo, subiendo, haciéndome retorcerme de
placer. La adrenalina estaba al máximo y lo único que deseaba era sentir mi
piel desnuda contra la suya, nuestras respiraciones sincronizadas, la fricción,
su textura…
-Isabella, estás desnuda! – Exclamó contra mi boca.
-Ugh? – Pregunté abriendo los ojos apenas.
-Estás. Desnuda. – Me dijo marcando cada palabra y
deslizando su mano hacia mi espalda, sin encontrar ningún obstáculo.
-Tengo esta blusa… - Dije sin entender realmente cual era el
problema.
-No llevas sujetador – Afirmó – Por qué no llevas sujetador?
-Porque no tengo! – Dije sentándome y alejándome de él. Me
estaba haciendo sentirme incómoda – Ninguna de las mujeres de esta casa tiene
mis medidas, y no veo cual es el problema! No es que se note – Dije y bajé los
ojos avergonzada al recordar que Edward sí que lo había notado cuando me lavé
en el río.
Viéndolo desde su punto de vista… Me gustaría que otras
chicas vieran a Alec medio desnudo? Un gruñido amenazante estuvo a punto de
emerger de mi garganta.
Oh no, hasta ahí me llegaba lo pacifista… Mataría a quien se
atreviera a mirar con deseo a mi Chico Galleta.
-Hay algo que no me estás diciendo – Afirmó tomando mi
mentón y apuntando mi rostro hacia él.
-No es nada importante – Le dije suspirando – Supongo que
tienes razón, necesito ropa interior – Admití bajando la mirada otra vez.
-Bella, no quiero que pienses que soy un troglodita
controlador y celoso, yo rara vez me comporto así, pero tú me provocas todos
estos nuevos sentimientos… Contigo es todo tan intenso… Y el hecho de que aún
no me hayas aceptado por completo… Voy a aprender a controlarme… Te lo prometo
– Me dijo mirándome con ojos de cachorrito regañado. Me derritió.
-Yo no dejaría que nadie más que tú me tocara – Le dije
calladamente después de un incómodo rato de silencio – Y tengo mi escudo para
impedirlo…
-Lo sé, preciosa, lo sé… No dudo de ti, simplemente aún no
me acostumbro a tenerte a mi lado, a que me vayas a dar una oportunidad… Bella,
has sufrido tanto en tu corta vida que tienes todo el derecho de estar amargada
y desconfiar de todos, pero en lugar de eso sigues adelante, y no sólo eso, sino
que estás dispuesta a darme una chance a pesar del miedo que te produje al
transformarte… - Me explicó.
-Ya no me das miedo – Dije estirando la palma de mi mano
para abarcar su mejilla. Él besó mi muñeca.
-Qué te doy? – Sonrió travieso.
-Mariposas en el estómago – Admití.
-Preciosa… – Beso en la mejilla – Preciosa… - Beso en la
otra mejilla – Preciosa… - Beso en la frente – Preciosa – Un gran beso en los
labios.
-Qué te doy yo? – Pregunté jadeando, modulando las palabras
contra su boca.
-Tú? Me das un motivo para vivir – Respondió con su frente
contra la mía.
oooOooo
Un rato después aparecieron Carlisle y Esme en el living.
Alec se levantó y se llevó a Esme a la cocina y Carlisle se acercó lentamente a
mí y se sentó en la poltrona que estaba a mi lado.
-Cómo te sientes Bella? – Preguntó.
-Mejor de lo que me he sentido desde que era humana – Respondí
sonriendo serena.
-Me alegro… Supongo que eso confirma lo que ya sabíamos… -
Dijo vagamente.
-Qué cosa? – Pregunté.
-Que la dieta animal no es para ti – Respondió.
-Cómo puedes decir eso? – Pregunté escandalizada – Pensé que
odiabas a los come-humanos.
-Yo no odio a nadie, simplemente elegí la opción que me
permitía vivir en paz conmigo mismo… Pero eso no quiere decir que no acepte lo
que soy – Dijo en un tono de voz extremadamente razonable.
-Yo no quiero convertirme en una asesina… - Confesé - No
quiero ser como esos animales que vi en la tele el día de “La Gran Revelación”.
-No lo serás – Me aseguró – Eres una buena chica, con el
corazón bien puesto en su lugar... El sólo hecho de que hayas luchado tan
fuertemente contra tus instintos de alimentarte y de emparejarte para evitar
dañar a inocentes lo demuestra.
-Pero necesito a Alec… – Admití como si fuera un pecado muy
terrible.
-Por supuesto que lo necesitas – Asintió – El de la Pareja
es el lazo más importante y poderoso que puede unir a dos vampiros, y eres muy
afortunada de haberlo encontrado desde el principio.
-No estás enojado porque no me quedaré con Edward? –
Pregunté curiosa.
-Enojado? No – Negó – De ninguna manera… Tal vez un poco
decepcionado, después de todo no me gusta ver sufrir a mi hijo – Afirmó. Yo
sentí nuevamente el peso de mis decisiones y agaché los hombros avergonzada –
Pero… – Dijo y llamó mi atención – No hay absolutamente nada qué hacer al
respecto, no es una situación que esté bajo tu control, y aún si racionalmente
decidieras quedarte con nosotros, nunca podrías sentirte plena. Siempre
extrañarías a Alec, y Edward finalmente no podría ser feliz sabiendo que existe
la sombra de otro hombre entre los dos.
-Edward sabe todo eso? – Pregunté.
-Lo sabe a un nivel intelectual – Respondió – Pero se niega
a creerlo, porque está prendado de ti. Eres su primer amor.
-Pero él apenas me conoce… - Argumenté.
-Eso no es relevante – Dijo Carlisle encogiéndose de hombros
– El amor no sabe de lógica ni de tiempos apropiados… Pero no te preocupes lo
va a superar…
-Lamento haber irrumpido en la vida de todos de esta manera –
Le dije.
-Para nosotros ha sido un placer tenerte entre nosotros,
lástima que no pudimos ayudarte más – Respondió.
-Carlisle… Te puedo preguntar algo? – Dije con voz
temblorosa.
-Por supuesto – Dijo inclinándose hacia mí.
-Los Volturi… Son malos? Por qué estaban ustedes tan
asustados cuando ellos aparecieron?
-No Bella, no son malos. Pero si son los vampiros más
poderosos del mundo, y en este complejo momento de caos y violencia no es una
buena idea estar del lado errado de la ley. Tú eres la Pareja del Regente de
Norteamérica – Dijo – Esa es una responsabilidad muy grande, porque vas a tener
influencia sobre muchas vidas, tanto humanas como vampíricas
-Yo? Qué influencia podría tener yo? – Pregunté – Ni
siquiera sé beber sangre como un vampiro de verdad…
-Tú conservas mucho de tu humanidad, y por eso puedes ayudar
a protegerla, porque los humanos aún te importan. No digo que te convertirás en
gobernante, pero sí que vas a ser la consejera de Alec, porque eres una de las
pocas personas a quienes le pedirá su opinión antes de actuar.
-Alec dijo que me ayudaría a proteger a los humanos –
Confesé – Partiendo por mis padres, hablamos de que tal vez podríamos crear
santuarios o algo así…
-Me parece excelente – Me sonrió Carlisle – Ves cómo ya
estás ejerciendo una influencia positiva sobre él?
-Carlisle… - Murmuré – Tú crees que llegado el momento te
interesaría participar conmigo en el proyecto de los santuarios? Eres el único
vampiro que conozco al que le importan las condiciones en las que viven
actualmente los humanos, y voy a necesitar la guía y la ayuda de alguien más
sabio y experimentado…
-Viejo Bella – Rio – Viejo, puedes decirlo.
-Bueno, necesito de la ayuda de un vampiro viejo como tú –
Reí.
-Va a ser un honor y un privilegio Isabella, cuando
necesites de mi ayuda no tienes más que pedirla. Ahora… Me dejarías revisar el
estado de tu cuello? – Preguntó sin moverse.
Inmediatamente me lo cubrí con ambas manos y negué con la
cabeza.
-Te prometo que no te voy a tocar – Me dijo – Sólo déjame
acercarme un poco. Voy a necesitar que abras la boca y saques la lengua, eso es
todo. Cualquier palpación te la vas a hacer tú misma, está bien?
Asentí renuente y me quedé tiesa como una estatua mientras
él me revisaba desde la mayor distancia posible.
-Y? – Preguntó Alec detrás de mí. No me había dado cuenta de
que había entrado a la habitación, tan asustada estaba de que si me descuidaba,
Carlisle me tocaría.
-No veo nada anormal – Dijo Carlisle – De acuerdo a lo que
me dijeron Isabella como humana sufrió un daño severo en la tráquea, el cual
fue reparado con su transformación. Sus cuerdas vocales se ven saludables y no
veo problemas anatómicos de otro tipo.
-Entonces por qué no puede hablar? – Preguntó Alec – Y por
qué cuando habla lo hace como si estuviera afónica… - Dijo con su mano sobre mi
hombro – Algo debe haber quedado dañado, no? Cómo la podemos ayudar?
-Bella sufrió un trauma bastante severo, y la consecuencia
es esta disfonía psicológica. Ella no tiene un problema físico, sino mental...
Bella probablemente siente que aún está dañada y ultrajada por el ataque
sufrido. Cuando se sienta a salvo y tranquila otra vez, va a volver a hablar a
un volumen normal… Y tú juegas un papel importante en esa recuperación –
Agregó.
-Qué crees tú? – Me preguntó Alec a mí sentándose en el
sillón y levantándome para sentarme en su regazo. Me dio un poco de vergüenza
que Carlisle nos viera así, pero me distraje rápidamente por sus manos en mi estómago.
-Me siento segura contigo – Susurré en su oído.
-Y eso es más de lo que logramos en todos los días que te
quedaste con nosotros – Concluyó Carlisle poniéndose de pie.
-Es una buena persona – Hablé contra la mejilla de Alec, que
acariciaba mi costado en pequeños círculos que no hacían más que desconcentrar
mi de por sí disperso cerebro de neófita.
-Lo es – Asintió lamiendo el lóbulo de mi oreja y causándome
escalofríos – Puedo entender por qué Aro lo respeta… Sobre el resto de su
familia no estoy seguro, pero Carlisle es un hombre decente.
-Entonces por qué te portaste tan grosero cuando llegaron? –
Pregunté.
-Porque en lo que respecta a ti y a mí no hay medias tintas
Isabella. Necesitaba encontrarte, y si Carlisle o cualquiera de los Cullen se
interponía, lo pagaría con su vida – Dijo sin cambiar el tono de voz, como si
estuviera relatando algo obvio.
-Alec – Dije acariciando su cabello – Prométeme que te vas a
portar bien… Entiendo tu trabajo, aunque no me guste, pero no quiero que mates
por matar o que hagas sufrir innecesariamente a tus víctimas… Es la única
manera en la que voy a respetarte y en la que no te voy a tener miedo…
-No quiero que me temas! – Exclamó – A ti jamás te haría
daño…
-Físicamente tal vez no – Concedí – Pero no puedo vivir con
un hombre cruel y sanguinario… Yo quiero trabajar por la paz, y no puedo
hacerlo si lo que yo construyo lo destruyes tú…
-Vamos a trabajar juntos, ya te lo prometí – Me dijo
acomodándome para que yo quedara a horcajadas sobre sus muslos, mirándolo de
frente.
-Y me vas a querer? – Pregunté muy bajito.
-Y te voy a amar – Me aseguró con una brillante sonrisa.
-Y me vas a cuidar? – Pregunté dándole besitos de esquimal.
-Con mi vida – Dijo estirando los labios para besarme, pero
yo me retiré justo a tiempo. Él hizo un precioso puchero.
-Vamos a ser un cambio positivo, verdad? – Pregunté.
-Para quién? – Preguntó confundido.
-Para tu gente – Le dije – Para los vampiros y humanos de
Norteamérica, los que viniste a gobernar…
-Tal vez no para todos, para ordenar y reconstruir primero deberemos
tener mano dura con los malos elementos – Dijo honestamente – Pero trataré de
ser justo y no abusar de mi poder.
-Supongo que es todo lo que te puedo pedir – Le dije, e
inclinándome lentamente, lo besé por mi propia iniciativa.
oooOooo
Nos fuimos apenas unas horas después. La despedida no fue
difícil ya que no había creado lazos cercanos con nadie salvo con Edward, quién
estaba mucho más afectado de lo que me pareció adecuado considerando que apenas
nos conocíamos. Era como si más que el hecho de que yo me fuera, le afectara el
perder la “idea” de lo que podríamos haber sido juntos.
Era triste, pero no podía hacer nada al respecto. No podía
quedarme a su lado, porque no podía separarme de Alec, y más importante que
eso, porque no quería hacerlo.
Al subir al auto noté que Alec subía un gran bolso al
maletero.
-Y eso? – Pregunté.
-Tu ropa –Respondió sentándose a mi lado y dejándome al
medio entre él y su hermana.
-Yo no tengo ropa… - Balbuceé.
-Claro que tienes – Me dijo – Es el regalo de despedida de
Esme.
-Oh! No era necesario! Le pediste su ropa vieja! Qué
vergüenza, se debe haber sentido obligada por esto de que ustedes son los
Regentes y todo eso… - Dije con el rostro entre las manos.
-Nada que ver! – Exclamó – Le ofrecí comprársela, pero no
quiso ni oír hablar de algo semejante! Me dijo que todo lo que había en el
closet de tu habitación ya era tuyo, así es que sólo agregamos un par de
artículos extra…
-“Artículos extra”? – Pregunté.
Él levantó una ceja.
Oh… Oooooh… Sostenes…
Alec había estado negociando por sostenes! Trágame tierra! De haber podido
habría enrojecido hasta las orejas.
-Y ahora, adónde vamos? – Pregunté para cambiar de tema.
-Tú y yo vamos a Olimpia,
Félix, Heidi y Jane seguirán de largo hasta Seattle. Cuando hayan
terminado la limpieza allá, regresarán a recogernos y volveremos a sur, para
retomar nuestro cronograma – Me explicó Alec.
-Y nosotros nos quedaremos en Olimpia porque… - Dije sin
comprender cuál era la idea. Querían que comenzara a trabajar con ellos así
nada más? Nop, no lo haría.
-Porque necesitamos un tiempo a solas – Respondió encogiéndose
de hombros. Dios! Es que nada lo avergonzaba? Por el espejo retrovisor pude ver
que Heidi tenía una sonrisa divertida en el rostro, Félix manejaba y miraba por
la ventana, y Jane me observaba abiertamente.
Bajé la mirada otra vez, mortificada. Tal vez algunos días a
solas nos harían bien, porque una cosa era aceptar mi relación con Alec y otra
muy distinta era desarrollarla a vista y paciencia de tres desconocidos en el
reducido espacio del interior de un auto.
-Quieres quedarte en Olimpia o prefieres que vayamos todos
juntos a Seattle? – Me preguntó Jane de frente, sin dobleces.
Miré a Alec y me perdí en sus hermosos ojos, en su cabello desordenado
y su delicioso aroma a galletas de navidad. Me miraba expectante y también un
poco nervioso, y supe que yo no era la única que tenía miedos e inseguridades…
Por muchos siglos que Alec hubiera vivido, nunca antes estuvo con su Pareja,
por lo que la experiencia era en cierta forma, nueva para él también.
-Olimpia – Respondí sin dejar de mirarlo – Nos quedamos en
Olimpia.
La sonrisa que mis palabras provocaron en Alec, fue
maravillosa.
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