Hola a todas, gracias por su paciencia, en respuesta a briggi, no estoy
con bloqueo ni de vacaciones: estos días he estado un poco complicada porque
como le conté a algunas, debí viajar a otra ciudad por una emergencia familiar,
y aunque pensé poder escribir allá, no resultó fácil encontrar el momento.
En fin, aquí estoy y continuamos.
Un abrazo enorme y gracias por su preocupación.
A.
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Capítulo 12
This should go on forever
Let me stay in your arms
Just to gaze into your eyes, dear
And to capture all your charms
If it's sin to really love you
Then a sinner I will be
If it's wrong to hug and kiss you
Oh, my soul will never be free
Let me stay in your arms
Just to gaze into your eyes, dear
And to capture all your charms
If it's sin to really love you
Then a sinner I will be
If it's wrong to hug and kiss you
Oh, my soul will never be free
This Should Go On
Forever / Rod Bernard
Bella POV
-Maldita la hora en la que te pedí que me enseñaras a bailar!
– Maldije. James con un objetivo en mente se comportaba como cualquier obsesivo
compulsivo, tal como era de esperarse en un experto cazador.
En pocas palabras, no me dejaba ni un minuto en paz.
-Tú dijiste que lo deseabas, y yo te estoy ayudando a que lo
consigas. Las cosas no caen del cielo Isabella, y aprender cualquier nueva
habilidad requiere esfuerzo y dedicación – Repuso sin inmutarse – Se acabó el
recreo – Aplaudió para que me levantara - Muéstrame otra vez los pasos básicos para todos los tipos de swing – Dijo con
la misma autoridad que si fuera un profesor de gimnasia en el colegio.
-Creí que nos enfocaríamos solamente en Lindy Top – Me quejé
arrastrándome.
-Creíste mal – Respondió sin más.
-Caminar… – Le mostré desplazándome patosamente por el
living.
-Frente en alto, hombros atrás, pies felices – Indicó.
-Mis pies no son felices, mis pies se sienten miserables –
Aclaré.
-Que disimulen – Repuso – Me basta con que se vean alegres.
-Agh! – Es todo lo que pue decir, y le saqué la lengua.
-Paso lateral – Indicó una vez que estuvo conforme con mi
estilo de caminata.
Lo hice.
-No sólo hacia los lados, recuerda que ese paso lo usamos en
todas las direcciones – Corrigió -
Siéntete cómoda con él porque va a ser la forma en que vas a llevar la cuenta
de los cambios.
-Así? – Pregunté sin dejar de moverme.
-Perfecto, ahora el paso triple hacia atrás.
Lo hice menos elegantemente, pero me resultó.
-Corto, corto, laaaargo, corto, corto laaargo, muy bien! Ahora
el paso triple hacia el costado…
-Ahí es donde me enredo para regresar al centro – Me quejé.
-Haz un triple hacia la izquierda, triple al frente y triple
a la derecha, apuesto a que eso es más fácil, ir en un sentido, tu problema es
el cambio del pie que guía.
Sorprendentemente, tenía razón.
-La patada – Dijo – Ya estamos terminando- Agregó al ver mi
cara de desazón.
-Patada, talón, cambio, patada, talón cambio… - Mascullé.
-Bien! Ves? Eso es todo lo que debes saber del swing, con
esos pasos no necesitas más! – Se me acercó orgulloso.
-Pero esto es lo súper básico, no impresiono a nadie – Dije
amurrada.
-Éstos son los básicos que tú debes manejar al derecho y al
revés. Lo demás es agregar un poco de teatralidad y lo más complicado lo hace
tu pareja al guiarte – Dijo y me abrazó.
-No me toques! Estoy guácala! – Dije manoteando.
-Lo sé – Me dijo sin inmutarse - Te puedo oler igual desde
aquí que desde el otro lado de la sala.
-Hey! Que mal educado! Lo correcto es que me dijeras que yo jamás
apesto! Que yo siempre huelo a rosas – Dije un poco avergonzada.
-Quieres que te mienta? – Preguntó ladeando la cabeza, como
si le estuviera pidiendo lo más ridículo del mundo.
-No! – Dije cabreada – Quiero que lo digas de verdad – Dije
aún luchando por soltarme – Quiero que de verdad lo sientas.
-Si me dieras asco no vendría a tocarte por mi propia
iniciativa – Dijo hundiendo la nariz entre mi cuello y mi hombro - Pero eso no
significa que no podrías estar un poco más limpia un poco menos pegajosa.
-Agh, con razón no te duran las novias! – Exclamé
abrazándolo con todas mis fuerzas, de modo de dejarlo pasado a mi peste – Si
eres un bruto insensible!
-Nunca he tenido una novia y lo sabes – Dijo bajando y
subiendo las manos por mi espalda – Y si no me duran las otras, es porque me
las como! Aaaaaaaaaaaarrrrrrrrr!! – Exclamó haciendo como si me mordiera
mientras me hacía cosquillas.
-Aaaaaaaaaaaaah! – Chillé - Jaaaaames! Me vas a morder de
verdad! – Grité.
-Si me das un buen beso quizás te perdone la vida por hoy,
ya veremos mañana – Dijo sin dejar de “morderme” con los dientes cubiertos por
sus labios.
Me pareció que era la mejor oferta que recibiría, por lo que
aferrándome a su cabello lo dirigí a mi boca y lo besé con toda la pasión que
pude conjurar. Lo que no tenía en experiencia lo tenía en ganas, y se fue
transformando en una caricia que nos parecía consumir a ambos. Sin darme cuenta
de cómo sucedió, nos vimos en el suelo, su cuerpo sobre el mío, sus manos explorando, mi camiseta arremangándose…
Arremangándose… Arremangándose…
Llegó a mi corpiño y se detuvo unos segundos.
-Sí… - Jadeé. En un par de días me iría a vivir con él como
una forajida, ser tímida no tenía ningún sentido, no era como si me estuviera
guardando para el matrimonio... Esa palabra nunca se había mencionado entre
nosotros y de todos modos era demasiado pronto…
Y lo que me tomó el pensar en eso es exactamente el tiempo
que duró mi ropa en una sola pieza. Mi camiseta fue arrancada de mi cuerpo y mi
sostén lo partió por la mitad. No voy a decir que no me dolió un poco, los tirones
fueron bien a lo bruto, pero eso mismo era que lo hacían tan excitante… James
no me trataba como a una muñequita de porcelana, sino como a su mujer.
-Isabella – Jadeó con la cabeza hundida entre mis pechos,
los que besaba, pellizcaba, chupaba y acariciaba, todo a la vez.
-Sí? – Jadeé incapaz de abrir los ojos, porque sentir todo
lo que sentía y además verlo sería mi
perdición.
-Te amo… Te amo… Para siempre, te amo – Declaró contra mi
piel.
-Eso no lo puedes saber – Dije tratando de ser racional, pero
jalándolo para acercarlo aún más a mí.
-Si puedo, los vampiros rara vez cambiamos, y cuando lo
hacemos es de forma definitiva – Afirmó.
-No me importa si es por un día o por una vida entera, soy
feliz a tu lado – Dije besando su cuello – Tengo miedo al futuro, pero sin
importar lo que nos depare siempre vamos a tener este momento... Tú bebiendo de
mi sudor tirados en el suelo… Nada es más perfecto… - Sonreí – Aunque yo apeste
y tú seas un grosero y me lo digas.
-Eres salada – Dijo lamiendo desde mi ombligo hasta mi
clavícula.
-Por tu culpa – Lo acusé mientras trataba de acercar su
cabeza aún más.
-Me gustas salada – Dijo – Me gusta cuando sabes a ti.
-Si quieres me esperas a que me vaya a dar una ducha… -
Ofrecí sintiéndome sólo levemente incómoda, después de todo había sido él quién
me había atacado, así es que tan asquerosa no podía estar.
-No – Gruñó – No quiero que te deshagas de todo esto… - Dijo
subiendo su mano por debajo de mi falda y acercándose peligrosamente a mi
entrepierna – Todo esto no se va a perder, porque es para mí – Dijo en mi oído
– Así es que de una u otra manera lo vamos a aprovechar.
Mierda, el maldito decía cosas así y me producía literales
punzadas de deseo. Mi sexo estaba húmedo e hinchado y él lo podía percibir
perfectamente. Me debió avergonzar, pero sus palabras me calentaron tanto que
decidí que si él estaba dispuesto a prestar su ayuda para aliviar el problema,
bienvenido fuera.
-Puedo tocarte? – Preguntó con la yema de los dedos a
centímetros de aquel punto que parecía pulsar pidiendo atención.
-Sí… - Susurré.
Muy lentamente se acercó hasta rozar apenas mis bragas,
justo sobre mi clítoris con sus nudillos, haciéndome prácticamente corcovear
ante la sensación. Nadie me había tocado ahí, por supuesto, pero yo sí había
explorado mi cuerpo, y mis torpes incursiones en la masturbación no tenían nada
que ver con el show multisensorial que era James inundándome con su sabor, su
olor, sus palabras sucias o sus precisas caricias… Y para qué hablar de lo
atractivo que era el muy bastardo! Provocaba comérselo a mordiscos, lo que
habría hecho de tener menos apego por mis dientes originales.
-Ahí? – Preguntó soltando uno de mis pezones de su boca con
un sonoro “pop!”.
No respondí. Que adivinara, yo no estaba en condiciones de
decirle nada más.
Así es que James tomó la iniciativa y sin más oí cómo sonó
mi falda al desgarrarse.
-Hey! – Reclamé sin ningún entusiasmo.
Y mis enormes bragas sufrieron el mismo destino.
La vergüenza, la ira y la calentura se mezclaron, haciéndome
más fácil pasar por alto mi comprometedora situación, desnuda en el suelo, con
apenas jirones de ropa colgando, pero con zapatos, tal como una actriz porno.
-Mierda! – Exclamó él y recorrió mi canal con un dedo, el
que luego se llevó a la boca.
Abrí los ojos, casi en un trance.
-Mmmmmh – Dijo cerrando los ojos, aspirando profundamente.
-Si dices que huelo a flores voy a gritar! – Amenacé,
recordando súbitamente a Edward y su fijación con compararme con fresias, su
jodida flor favorita.
-Por qué tu sexo olería a flores? – Se rió, como si hubiera
dicho un absurdo. Tal vez lo había hecho – Tu excitación sabe a mujer, a una que
me incita, que es fresca, es sensual y es decadente, todo a la vez – Dijo
mientras bajaba hasta estar a centímetros de mi monte de venus – Me hace querer
lamerte y bebérmela toda, para que nadie más pueda olerte como lo hago yo, y si
te merodean, que lo que huelan sea mi esencia mezclada con la tuya… Te gustaría
eso? Que te lamiera entre las piernas por horas? – Preguntó presionando mi
clítoris con la punta de su nariz – Puedo hacerlo, Isabella… Horas sumergido
entre tus piernas… Ni siquiera necesito salir a respirar…
-S… Sí – Jadeé sintiendo que mi cuerpo entero ardía.
Y él procedió a darme un lametazo abarcando todo mi canal, y
yo me arqueé de placer y urgencia.
-No Isabella – Sacudió la cabeza contra mi muslo - La regla
es que no te muevas, de lo contario se acaba el juego y te vas a la ducha –
Dijo con risa en la voz. No sé qué cara tendría él al decir esto, porque mis
ojos estaban cerrados, pero seguro se estaba burlando de mí. Le encantaba tener
la ventaja, y cuando hablamos de sexo él siempre tenía las de ganar.
-Si no me ayudas a acabar, lo voy a hacer yo misma – Dije
con más bravata que otra cosa.
-Pero eso no es ni la mitad de divertido – Dijo jugando con
un dedo rodeando mi entrada, tensándome como las cuerdas de un violín pero sin
hacer nada por aliviar mi necesidad.
-James… - Gemí/rogué.
-Sí…? – Preguntó introduciendo su dedo lentamente en mi
interior.
-Más… - Pedí lastimeramente.
-Más dedos? Más lengua? Más rápido? – Preguntó irradiando
calma, como si tuviera todo el tiempo del mundo mientras yo ardía por él.
-Más… Más… - Jadeé tratando de rotar mi cadera. Él me detuvo
con la otra mano, de modo de retener el control.
-A lo mejor quieres un poco de las tres, es eso lo que
quieres Isabella? – Preguntó.
-Sí, lo que sea, deja de torturarme… - Dije dispuesta a
meterle una estaca por el culo a la primera oportunidad.
Y entonces el placer más maravilloso…
Sus labios en mí, su lengua girando ese pequeño botón de
placer, y dos dedos penetrándome rítmicamente, curvándose levemente hacia mi
ombligo, una y otra y otra vez...
No era justo… Era demasiado… Usa sobrecarga, y yo
inmovilizada, desesperada… Quería separar más mis piernas, quería que me
penetrara más profundo con sus dedos, quería que su lengua se moviera más
rápido… Oh, mierda!
-James… Jamesjamesjamesjames… - Murmuré apretando
fuertemente los ojos, hasta que algo se liberó en mí, descargando un choque
eléctrico a cada rincón de mi cuerpo. Una luz blanca me deslumbró y creo que me
morí de placer.
oooOooo
-Isabella – Sonó a lo lejos, preocupado – Estás bien?
-Mmmmmh – Respondí.
-Te duele algo? – Insistió, el sonido acercándose.
-Mmmmmh… - Estaba acostada sobre algo duro. Mi cuerpo, mi
cabeza, mis brazos y mis manos, descansaban sobre algo duro y helado.
Entreabrí los ojos.
-Creo que te desmayaste – Dijo orgulloso al ver que no
estaba muerta.
-No me desmayé – Resoplé tratando de sentarme – Simplemente
hiperventilé un poco.
-Te desmayaste porque mis proezas amatorias son demasiado
para ti – Declaró fanfarrón.
-No digas tonterías – Rebatí dudando que mis piernas me
volvieran a sostener – Por qué yo estoy desnuda y tú no? – Pregunté.
-Porque te desmayaste antes de alcanzara a sacarme ni una
prenda – Dijo encogiendo los hombros – Soy irresistible – Fanfarroneó - Dilo –
Sonrió.
-James dame algo para cubrirme! – Exclamé, ya volviendo a la
normalidad y recuperando la vergüenza.
-No, además no hay nada que no haya visto… - Sonrió aún más,
emanando malicia.
-Si tienes alguna esperanza de volverme a ver ni siquiera
con una camiseta sin mangas, o esperas que te toque ni con un palo de 10
metros, mejor me das algo para cubrirme – Le dije muy lentamente.
-Para ser alguien que acabó tan fuerte que se desmayó, estás
bastante regañona – Dijo quitándose su camiseta y lanzándomela directo a la
cara – Ahí está, cubrimos lo único que hay que cubrir, tu cara de odiosita, porque
el resto me parece muy bien.
-James! – Grité calzándome la camiseta, que olía por
supuesto, a él – Eres insoportable!
-No hermosa, te amo, y soy adorable – Me dijo feliz –
Levántate y anda a ducharte.
-Pero… Y tú? – Dije incómodamente desnuda en medio de la
sala, a mitad del día.
-Hoy para ti, mañana para mí – Dijo alegremente, me plantó
un sonoro beso en la mejilla y se giró para largarse, supongo que para darme la
ilusión de privacidad.
-Esta aún es mi semana – Dije recuperando un poco de control
– Así es que anda a robar un auto, lo vamos a necesitar en cuanto anochezca.
-A sus órdenes – Dijo con una pequeña reverencia y
desapareció.
oooOooo
Me di un largo baño de tina, afeité todo lo que necesitaba
ser afeitado y exfolié el resto. Lavé mi cabello, lo sequé parcialmente y usé
los rulos que encontré en el vanitorio para crear suaves risos que cayeran por
mi espalda.
Usé un vestido de color crema con un estampado de rosas
rojas, y zapatos y chaqueta rojos. La chaqueta la usé sólo porque ese día había
estado un poco frío y ventoso, y el tacto con el sexi pero gélido cuerpo de
James no mejoraba la situación.
Como toque final encrespé mis pestañas con una cuchara y usé
brillo labial. No valía la pena usar algo que terminara manchando todo mi
rostro y el cuello de la camiseta de James. Y definitivamente no tenía ganas de
que nos portáramos bien.
Escuché el sonido de un motor estacionarse frente a la casa
y salí corriendo a recibir a mi novio, me lancé a sus brazos y lo rodeé con mis
piernas.
-Fierecilla! – Exclamó sin dudar en agarrarme – Pensé que
estabas enojada conmigo!
-Estaba, pero se me quitó – Le dije besando su mejilla.
-Estás preciosa – Dijo depositándome en el suelo – Debo
cambiarme de ropa? – Preguntó arriscando la nariz, dejando clara su opinión.
-No – Respondí – A menos que quieras…
-No, no quiero – Dijo de inmediato.
-Entonces vamos – Dije entrelazando nuestros dedos – Lindo
auto! – Comenté al ver su elección para la noche: Un convertible de color
celeste con detalles en blanco y cromo. Maravilloso.
-Es un Oldsmobile
Futuramic 88 del año pasado – Dijo – Lo tomé prestado a uno de nuestros vecinos
más adinerados, no a viejitos, así es que este auto no huele a naftalina.
-No nos van a descubrir? – Pegunté.
-Cómo podrían? - Preguntó.
-No sé… - Fruncí el ceño. No había GPSs ni sistemas de
alarma de ningún tipo.
-No se van a alcanzar a percatar de que desapareció, y si lo
hacen, de todos modos lo tendrán de regreso antes de la mañana, no es cierto? –
Preguntó.
-Gracias – Le dije mientras me abría la puerta.
Se instaló junto a mí y preguntó:
-Y entonces?
-Entonces vamos a la cita que me debes, nos vamos al autocine!
– Exclamé.
oooOooo
Alrededor de una hora después figurábamos los dos en el
auto, yo con los brazos llenos de cabritas, gaseosa, nueces confitadas,
golosinas masticables, y sorprendentemente M&M´s. James aparentemente no
supo qué elegir y lo compró todo.
Estábamos viendo la película “La Cenicienta”, la versión
original de Disney, que estaban recién estrenando. La alternativa era una película de
Marilyn Monroe llamada “La Jungla de Cemento”, pero la verdad no vi una buena razón
para instalar a mi novio a mirar por dos horas a la mujer más sexi del planeta,
cuando perfectamente podíamos ver caricaturas sin que me dieran ganas de
arrancarle los ojos a cada cinco minutos. Él entendería, a él seguramente no le
gustaría ver “Leyendas de Pasión” conmigo babeando por Brad Pitt a su lado.
Como era de esperarse, pronto me llené de gaseosa y azúcar y
debí salir en busca del baño.
-James, me tengo que levantar – Le dije señalando toda la
comida que me cubría – Necesito ir al baño.
-Vas a seguir comiendo cuando regreses? – Preguntó él, que
trataba de verse cool y no demostrar que le había encantado ver caricaturas,
algo que probablemente nunca antes intentó.
-No, estoy llena como un pavo en navidad – Respondí.
-Linda imagen – Dijo burlón quitándome la gaseosa y los
envases de comida.
Yo salí del auto y él me dijo que iría a botar todos mis
desperdicios. Lo besé en la mejilla y nos separamos.
El baño de chicas que estaba detrás de la confitería estaba,
como era de esperarse, repleto, pero escuché comentar que había otro baño del
otro lado del lote, así es que como yo sólo deseaba hacer pis y lavarme las
manos y no retocar mi pelo y mi maquillaje, partí a buscarlo.
Atravesé montones de hileras de autos estacionados llenos de
adolescentes viendo la película, comiendo golosinas y besuqueándose, y traté de
no mirar a nadie en particular para no invadir ese espacio tan privado.
Al llegar al apartado sitio señalado, me encontré que el
pequeño edificio no estaba en tan buen estado ni tan bien iluminado como el
principal, pero no me importó porque debí esperar sólo 2 minutos para que
salieran dos chicas y me lo dejaran para mí sola.
Hice mis necesidades, lavé mis manos y ordené mi cabello con
las manos. Estaba radiante. Tal vez nunca sería verdaderamente hermosa, pero me
veía feliz, satisfecha, con los labios rojos de besos y color en mis mejillas.
De puro pensar en lo que James me había hecho esa tarde en el piso del salón…
Abrí la puerta aún sonriente, y las cosas pasaron tan rápido
que no me alcancé a dar cuenta de adónde venía el peligro.
Un fuerte empujón me aplastó contra la pared azotándome la
nuca contra los ladrillos, y el rancio olor a cerveza y algún otro tipo de
alcohol invadió mis fosas nasales.
A contra luz pude ver la silueta de dos hombres que
cuchicheaban entre sí, y en un primer momento estaba tan aturdida que no
alcancé a comprender lo que decían, salvo imaginar que no sería nada favorable
para mí.
Especialmente cuando sentí la hoja de un cuchillo presionado
contra mis costillas. Estaba pinchando fuerte, demostrando que lo hacía para
dañarme de verdad, que no estaba bromeando.
Por un segundo pensé en gritar por James, pero qué lograría
con eso? Aún si me lograba escuchar por sobre la distancia y el ruido general,
estos tipos me apuñalarían antes de que terminara de pronunciar su nombre.
No, debía ganar tiempo… James me va a buscar si siente que
me he demorado demasiado… Lo interesante sería saber, cuánto creerá él que es
“demasiado”?
-…ije que algo debe tener, revísala! – Estaba diciendo el
que me apuntaba con el cuchillo.
El otro comenzó a manosearme en búsqueda de dinero. Apretó
mis pechos dolorosamente y deslizó sus manos por mis piernas.
-Lo único que le encontré es esto – Dijo sacando de entre mi
escote el collar que me dio Aponi.
-No! – Exclamé, más fuerte de lo que pretendía,
revolviéndome. Pero es que de ese collar dependía todo! No sabía si ese collar
era lo que hacía que me quedara en esa época o lo que garantizaría mi regreso a
la mía, pero como fuera, necesitaba mi collar.
Mi indiscreción me valió una fuerte cachetada dada con el
dorso de la mano y nudillos de mi agresor, y de inmediato sentí el gusto
metálico de mi propia sangre. Me había roto el interior de la mejilla y parte
del labio inferior.
Esta vez no fue sólo la sangre, sino el susto, lo que me
hizo tambalearme, a punto de desmayarme.
James, James, James, James, James, James,
James, James, James, James…
-Tú callada, perra. Si vas vestida así de elegante no
deberías además cargar tu bolso? – Preguntó el que me golpeó.
-Déjala Joe, no trae dinero, pero apuesto a que le podemos
sacar algo a esta cosa – Dijo el que me registró, balanceando el pendiente en
forma de pez – Luce antiguo, y parece que es de oro.
-No – Dijo Joe, cabreado por mi falta de efectivo – Yo no he
terminado con ella – Agregó, y sacó la lengua y me lamió desde el cuello hasta
la oreja, bañándome en su pútrido aliento.
-Por favor… Por favor… - Musité con los ojos cerrados – No…
Por favor…
Pero el cuchillo se mantuvo en su lugar, pinchándome ya no
por sobre la tela de mi vestido sino directamente sobre mi piel.
-Silencio puta, que sólo vales algo cuando cooperas – Me
dijo metiendo bruscamente una mano dentro del escote de mi vestido, desgarrando
parte de la delicada tela en el proceso.
Sollocé lo más calladamente que pude, conteniendo las
arcadas que me producían el tacto y la cercanía de ese hombre.
Y entonces fue que escuché al otro, el que tenía mi
pendiente, bajar el cierre de sus jeans.
Me iban a violar los dos a la vez? El terror hizo que los
latidos de mi corazón se transformaran casi en lo único que escuchaba, y la tensión
en mi estómago me alistaba a correr a la primera oportunidad
Joe no pareció inmutarse y hundió su mano bajo mi falda,
apretando mis muslos cerrados sin la más mínima delicadeza.
El otro no se acercó, pero lo oí… Gemidos, o más bien
resoplidos… Se estaba masturbando.
-Por favor, por favor, por favor – Lloré abiertamente. Por favor! Que acabe esta pesadilla!
El cuchillo se hundió un poco más entre mis costillas, como
si fuera un bicho en un insectario, anclándome a la pared. No me hizo un tajo
profundo, pero si doloroso y aterrador.
Todo estaba perdido. Si el cuchillo seguía penetrando me
perforaría el pulmón…
Y de un momento para el otro, nada.
No más hedor, no más presión, no más dolor.
Mis ojos estaban cerrados desde hacía rato, y al faltarme el
cuerpo de Joe para aplastarme, sin ninguna gracia caí al suelo, encogiéndome, tratando
de pasar lo más desapercibida posible.
Oí un par de golpes secos, sonidos líquidos y gemidos
ahogados, y sentí que alguien me levantaba tomándome por los antebrazos.
-Levántate Isabella – Ordenó antes de que un nuevo pánico me
embargara - Necesito que salgas caminando de aquí – Dijo la voz de mi salvador.
Abrí los ojos para comprobar si no era un sueño. James. Mi
James, luciendo no como un ángel vengador, sino como el monstruo sanguinario
que recordaba haber conocido todos esos meses atrás. Sus jeans oscuros se veían
como siempre, pero su camiseta negra brillaba en las partes donde le había salpicado
la sangre, y sus manos estaban manchadas, pero en lugar de cubrirse me puso su
chaqueta de cuero sobre los hombros.
-Tápate – Me ordenó secamente – Tu chaqueta se ve
maltratada. Vas a caminar como si nada hubiera pasado, tranquila, despacio, nada
de llanto, y yo no te voy a cargar. Vamos a atravesar hasta el auto y nos vamos
a ir plácidamente, sin levantar sospechas. Nadie te oyó gritar y nadie vio la
pelea, así es que deberíamos tener un margen de tiempo antes de que descubran
los cuerpos y busquen a los responsables.
Ante la mención de la palabra “cuerpos” no pude evitar voltearme a mirar…
Sólo nos iluminaba la luz de la luna, por lo que los
detalles afortunadamente eran borrosos, pero pude ver que Joe había sido azotado
contra el piso hasta que literalmente su rostro desapareció hundiéndose hasta
la altura de las orejas, dejando una masa sanguinolienta en su lugar.
El otro tipo tenía el cuello roto y el rostro del revés, apuntando
a su espalda, pero lo más perturbador… En su boca había algo… Algo
repugnantemente similar a un… Pene.
Reprimí mis arcadas para un momento más apropiado, no
queriendo disgustar más a James, que se veía listo a continuar con la matanza
con el primero que le diera una buena excusa.
Di un paso tambaleante y luego otro… Él tomó mi mano
firmemente y me mantuvo siempre pegada a él, hasta que lentamente llegamos al
auto.
En la película, La
Cenicienta estaba regresando a su casa antes de que le dieran las 12 de la
noche.
James hizo partir el auto y a una velocidad totalmente
normal, partimos.
Una cuadra pasados los confines del autocine, rompí a
llorar, el terror de lo ocurrido por fin anidándose de lleno en mi mente. Al
principio fueron lágrimas silenciosas, y luego un torrente que se convirtió en
sollozos espasmódicos que me produjeron nauseas.
Hice que James detuviera el auto mientras yo finalmente vomitaba
a orillas del camino. Afortunadamente era una ruta poco transitada, el lugar estaba
desierto, y nadie me vio.
Continuamos a casa. Tensos. Enojados. Incómodos.
Y James no me dirigió la palabra.
Al llegar a casa corrí al baño a evaluar los daños y lavarme
la cara, los dientes y las manos, y al quitarme la chaqueta de James y la mía vi
que mi vestido desgarrado en el escote colgaba dejando uno de mis pechos
completamente al descubierto.
En mis costillas del lado derecho, había otra rotura, menos
importante pero cubierta en sangre, donde Joe mantuvo enterrada su navaja.
El lado derecho de mi rostro estaba un poco inflamado.
Y mis pantorrillas estaban salpicadas de sangre, y… Otras
cosas… Pero esa sangre no era mía… Era la de esos hombres una vez que James los
encontró y los hizo pagar.
El disgusto casi me hace vomitar otra vez y me desnudé
empujando la ropa y lencería a una esquina. No los quería volver a ver.
Me di una ducha larga lo más caliente que pude resistir, y
al terminar y abrir la cortina de baño vi a James frente a mi extendiéndome una
toalla.
La amarré alrededor de mi cuerpo y él me extendió otra que
me puse como turbante.
-Gracias – Musité avergonzada, mirando al suelo. No quería
que viera cómo se había deformado mi mejilla por el golpe.
-Esto me parece que te pertenece – Dijo extendiéndome mi
pendiente en forma de pez.
-Mi collar! – Exclamé, lo miré y bajé la mirada de
inmediato.
El terror que sentí al ser atacada me volvió a embargar.
Golpeada… Violada… Y sin mi pendiente… Sin lo que fuera que
conecta mi futuro y mi pasado.
Lágrimas volvieron a caer, y me las sequé disimuladamente
con la toalla que usé para secar mi cabello.
-Me temes – Afirmó.
-Qué? – Pregunté volviéndome, descolocada.
-Viste lo que soy y me temes. Lo huelo en ti Isabella, no
trates de mentirme, estás muerta de susto – Me dijo con rabia y reproche.
-Por qué debería temerte? – Pregunté volteándome completamente
para mirarlo con atención.
-Por lo que le hice a eso tipos… Su muerte fue mucho más
rápida de lo que se merecían, pero me encargué de que fuera dolorosa – Dijo
oscuramente – Y ahora estás conmigo y ves al vampiro que conociste en tu tiempo...
No me arrepiento Isabella, yo ya te dije que las cosas no son a medias entre
nosotros, y si es que debo defenderte lo haré, nada más me importa…
-No te temo a ti! - Exclamé ofendida ante la idea – Le temo
a lo que pasó y a lo que pudo haber pasado si no hubieras estado ahí para salvarme!
-Pero lo que le hice a esos tipos… Vomitaste del asco! –
Argumentó.
-No James, vomité por lo que ellos me hicieron a mí, me
sentí contaminada, podrida... Me tocaron, me empujaron, me robaron, me
manosearon, me lamieron y creo que hasta me apuñalaron. Eso es lo que me asusta
y repulsa! – Dije.
-Al que se estaba masturbando lo hice que se tragara su
propia verga – Dijo desafiante. Desafiándome a validar o sancionar sus
acciones.
-Y le deberías haber metido la de Joe en el culo – Dije sin
inmutarme.
-Y a ese Joe le azoté la cabeza hasta que su rostro le quedó
aplastado hasta las orejas – Dijo.
-Genial – Dije devolviendo el reto, levantando la barbilla.
-No me vas a decir que soy un animal por haber hecho eso con
un par de seres humanos? Que soy un salvaje? Que ya no quieres estar conmigo? –
Preguntó confundido.
-Lo único que tengo para decirte es que te amo – Respondí –
Tal vez la salvaje soy yo, pero si esos dos son seres humanos entonces yo
quiero ser otra cosa. Tú no los atacaste porque sí ni los torturaste sin razón.
Ellos estaban en el proceso de robarme y violarme, ya me habían golpeado, y si
no hubieras aparecido tal vez ya estaría muerta. Así es que no James, tú no me
asustas, a ti te amo. Ellos me asustaban, y ya no están, gracias a ti…
-Te puedo besar? – Preguntó aliviado, acercándose y acunando
mi rostro cuidadosamente entre sus manos.
Asentí.
-Pero cuidado con mi labio, el lado derecho duele – Indiqué.
-Hijos de perra, cuando los entierren los voy a desenterrar
y con sus cuerpos voy a alimentar a las hienas del zoológico – Masculló.
-O podemos olvidarlos aprovechando que están tú sabes,
muertos, y tratar de disfrutar de nuestra vida juntos. Sé que estás enojado…
Furioso…! – Me corregí - Pero por favor, no hoy… James… Te quedarías conmigo
mientras duermo? Sé que debe ser aburrido, pero es sólo por esta vez… Creo que
voy a tener pesadillas…
Él me abrazó más fuerte.
Y esa fue la primera vez que dormí toda una noche a su lado.
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Ustedes me dirán qué opinan de todo lo que está pasando, baile, sexo y
violencia…
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