viernes, 26 de agosto de 2016

El Tiempo En Una Botella 14

A ver qué les parece.
Abrazos y gracias a quienes se toman un momento para comentar.
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Capítulo 14
At last
My love has come along
My lonely days over
And life is like a song
Oh at last
The skies above are blue
Well my heart was wrapped up in clover
The night I looked at you
I found a dream
That I could speak to
A dream that I could call my own
I found a thrill
To press my cheek to
A thrill that I have never known
Well.
At Last / Etta James

Bella POV
Llegamos de regreso a la casa y mientras yo metí mis cosas a la maleta James metió mi comida en el auto. Luego fui por última vez al baño y me fui a sentar al auto mientras él hacía lo posible por disimular mi esencia. Los Cullen por supuesto sabrían que un humano y un vampiro estuvieron en su casa, pero no tenían que saber qué humano ni qué vampiro, especialmente Edward, que se volvería loco de sed.

En definitiva, yo pensé que James trataría de ventilar, pero en lugar de eso se fue a la cocina a calentar agua y hervir puñados de hierbas que trajo del enorme jardín y me pidió que saliera de la propiedad y no volviera a entrar, ya que él trataría de cubrir nuestros rastros con olores que los hicieran irreconocibles, aunque supieran que estaban ahí.
Me fui a sentar con Blondie y encendí la radio, y esperé unos buenos cuarenta minutos más aburrida que una ostra. La música de los años cincuenta es buena, aunque se pone mejor hacia finales de la década, pero sufría de un defecto enorme, y es que era tremendamente monotemática. Todo era amor romántico, y nada más. Ni siquiera había vivencias personales o reflexión en las letras, sino que como todo lo demás, era una pantalla que expresaba lo políticamente correcto…
Como que me dieron ganas de escuchar a la inigualable Alanis en plena furia de los años 90s cantando
Te olvidaste de mí?
Señor Duplicidad,
Odio molestarte a mitad de la cena,
Fue una bofetada en el rostro,
Lo rápido que fui reemplazada,
Y estás pensando en mí cuando te la follas?
(*A/N: You Oughta Know / Alanis Morissette)
Canciones que buenas, regulares o malas expresaban sentimientos a carne viva, emociones violentas, honestidad, y no tanto “Chalalala”, “Mi chica esto o lo otro”, “Chalalala”.
Claro que en mi época seguían apareciendo montones de canciones huecas de contenido cada día, pero al menos había diversidad, la posibilidad de elegir entre cientos de géneros y artistas
Es gracioso cómo es cierto el dicho “Ten cuidado con lo que deseas…”. Lo que pensé que más apreciaría de este período, la “paz y el orden”, era justamente lo que ahora crispaba mis nervios.
Gracias al cielo me encontré a James el primer día, y gracias a dios a él le importan bien poco las convenciones sociales y me acepta como soy.
oooOooo
-Despídete de la casa, nos vamos – Dijo James entrando al auto y sentándose en el asiento del conductor.
-Adiós casa de Edward! – Me despedí con una seña desanimada. Éste era un lugar que en algún momento me hizo ilusión conocer, pero ahora sentía sólo alivio al partir.
-Estás bien? – Preguntó.
Asentí.
-Qué estabas haciendo en la casa? – Pregunté mientras nos alejábamos por la avenida.
-En el botiquín del baño del doctor encontré una botella de aceite esencial de eucaliptus, que se usa desde siempre para desbloquear los pulmones de los humanos, pero para nosotros es un casi olor insoportable por lo intenso. Lo diluí un poco en agua y lo esparcí con un atomizador que encontré entre las herramientas de jardín de la bodega. Rocié especialmente los lugares que más frecuentaste, la habitación de Alice, el sillón, el baño y la cocina, y quedaron terribles. Además preparé infusiones de hierbas como lavanda y menta y cítricos como cáscara de limón, los mesclé con bicarbonato y los usé para rociar los demás sitios, desde la terraza al columpio, la piscina, la escalera, etc.
-Bicarbonato? – Pregunté – Dónde aprendiste a hacer eso?
-Es una receta antiquísima – Respondió – Los aromatizantes y perfumes tienen miles de años de antigüedad, recuerda que hasta en la biblia aparece que a Jesús le regalaron incienso y mirra, 2 de 3 regalos eran perfumes.
-Crees en dios? – Pregunté de pronto, intrigada.
-No – Respondió con firmeza, súbitamente serio – No creo ni quiero volver a creer.
Ooooook… Eso fue incómodo… Decidí callarme la boca y dejarlo en paz por un rato. Estiré mi mano hacia él y entrelacé mis dedos en los suyos, logrando que se relajara casi de inmediato.
oooOooo
Nos saltamos la hora de almuerzo porque yo tenía algo de fruta que debía comer antes de que se arruinara, y nos detuvimos pasadas las 3 de la tarde en una parada de camioneros a mitad de la carretera (ya que en ese entonces las estaciones de servicio no tenían restaurantes como en la actualidad).
Obviamente, como muchas de las cosas que sonaban bien en teoría, no resultó como esperábamos en la práctica, porque en cuanto abrí la puerta del local escoltada por James, las conversaciones se detuvieron y todos los ojos parecieron fijarse en nosotros. Bueno, más que nada en mí, la verdad es que los parroquianos fueron bastante groseros.
Incómoda, los ignoré a todos y me aproximé al mesón con James respirándome en el cuello y la mano firme en mi cintura, y le pedí al dependiente una gaseosa y un sándwich para llevar. Ni loca me quedaría a comer “el menú del día” rezando para que nadie comentara algo inapropiado y acabara ahogándose en su propia sangre o ahorcado en sus propias tripas.
Mal momento para usar pantalones había elegido, ya que podía sentir las miradas lujuriosas fijas en mi trasero, pero para ignorarlas debía seguir dándoles la espalda, y aunque mantuve una postura corporal indiferente, sentí cómo se sonrojaba mi cuello y mis mejillas.
El murmullo de conversación lentamente comenzó a hacerse más fuerte hasta llegar a su volumen original, pero James se fue envarando más y más, hasta quede debió soltar mi costado por miedo a hacerme daño. Traté de abrazarlo para que se calmara, pero fue peor.
-Anda a esperar al auto – Me dijo secamente.
-Pero si el sándwich ya viene! – Me quejé. Cuánto podía tardar un sándwich de jamón y queso?
-Isabella, ahora! – Exclamó con los dientes apretados entregándome las llaves de Blondie.
Abrí la boca para rebatir, pero al mirarlo lo vi tan incómodo que me empiné para plantarle un beso en la mejilla antes de que me lo impidiera y salí por la puerta con la mirada baja para no provocar a nadie.
El sitio del estacionamiento que elegimos para aparcarnos estaba cubierto por la sombra de una hilera de enormes pinos, y alejado de los camiones que se ubicaban en una zona especial para vehículos de carga.
No había nadie a la vista, así es que abrí las ventanas del auto, prendí la radio, me saqué las sandalias, trepé la carrocería, y me recosté en el capó apoyando la espalda en el parabrisas. El aire fresco y la brisa otoñal eran bastante más agradables que el interior caliente del auto.
Pocos minutos después apareció James echando humo por las orejas y una bolsa de papel en la mano.
-Schatz? – Pregunté confundida.
-Por qué no estás en el auto? – Ladró al verme, metiendo violentamente la bolsa por la ventana sobre uno de los asientos.
-Agh? – Pregunté – Pero si estoy en el auto, dónde más?
-Estás sobre el auto, no en el auto como te pedí. Deberías estar sentada dentro del auto con las ventanas cerradas y los pestillos puestos! – Dijo furioso.
-Primero que nada, baja el tono, no eres quién para tratarme de ese modo – Dije bajando el tono pero intensificando mi voz - En segundo, yo no soy un telépata y no tengo por qué tener que tratar de adivinar tus deseos si no me los expresas claramente. Me pediste que viniera al auto y yo en vez de cuestionarte como pude haberlo hecho, te hice caso y salí del lugar, no veo cual es la diferencia…
-Es que quieres que te vuelva a pasar lo mismo otra vez, Isabella? – Rugió asustándome como nunca, se veía fiero e incluso menos contenido que la noche anterior – Quieres que te ataquen como anoche?
-De… De qué estás hablando? – Pregunté alejándome de él todo lo que me permitió la superficie delantera del auto.
-Es que no fue suficiente que te golpearan y abusaran de ti? Buscas que alguien termine el trabajo? – Preguntó más enojado al verme encogerme para que no me tocara.
-No me hables así! – Exclamé tratando de mantener firme la voz, aunque quería romper a llorar – No te permito que me hables de ese modo!
-No tienes ni siquiera una idea de por qué te pedí que salieras? – Insistió.
-Me imagino que porque los comensales eran una tropa de viejos babosos mirando a la única mujer que se les había cruzado en días – Dije.
-Y si lo sabes entonces qué mierda haces aquí exhibiéndote? – Se metió los dedos entre el cabello y pareció dispuesto a arrancárselo a mechones de la frustración.
-Por qué no podría estar aquí? – Pregunté levantando la barbilla en desafío – No estaba haciendo nada malo.
-Estás recostada aquí, con los ojos cerrados, cantando, un blanco perfecto, arriesgándote a que cualquiera de esos degenerados se sienta con el derecho de acercarse! – Su respiración estaba agitada y las venas y tendones de su cuello se marcaron claramente.
Quedé literalmente tiesa de incredulidad. Es que realmente lo había oído decir eso? Que si me violan va a ser culpa mía? El machismo de la época lo teñía todo, y había sido estúpido de mi parte el esperar que James no hubiera sido contaminado aunque fuera parcialmente con esas ideas, pero hasta ese momento pensé que él era diferente...
Cerré los ojos unos segundos tratando de morderme la lengua para no decir algo que después no podría retirar.
-Cuidado James, porque en esto no voy a transar… – Dije modulando tan lentamente como pude, para que no le quedaran dudas de que hablaba en serio.
Frunció el ceño, confundido al ver que no lloraba o le pedía perdón.
-Entiendo que ésta es tú época, no la mía, y entiendo cómo es que funciona la sociedad en su conjunto, pero yo vengo de una tiempo en el que la víctima es la protegida, no el victimario, y yo podría estar aquí sobre el capó asoleándome desnuda y nadie tendría derecho a ponerme un dedo encima. Tal vez me pasarían una multa por exhibicionista, pero nunca estaría justificado tocarme – Dije - Si una mujer dice “No” es “No”, no “Tal vez” y menos “No, no, bueno, ya”. Si cualquiera viniera aquí y me tocara o me forzara, de verdad me culparías a mí James? De verdad eres ese tipo deplorable de hombre que cree que si ellos las violan es porque ellas las provocan? Porque si es así estamos en problemas, y serios.
-Isabella, mierda! Es que no entiendes lo que es escuchar… - Comenzó, frustrado.
-Sé perfectamente que estás escuchando las cosas viles que dicen esos hombres de mí, pero también sabes que la mayoría habla por hablar. Lamento que te toque oír sus fantasías, pero te vas a tener que hacer la idea de que así va a ser siempre, no importa dónde vayamos, no importa qué tan recatada me vista o qué tan tímidamente me comporte. Es la naturaleza masculina el comportarse como un grupo de pervertidos, pero mi vida no se detiene porque uno de esos depravados amaneció con ganas de echarse un polvo, porque siempre van a haber más, y no es porque yo sea súper atractiva ni mucho menos, sino simplemente porque tengo agujeros qué coger y pechos qué manosear.
-Entiendo lo que me dices e ideológicamente lo comparto, Isabella, por supuesto que nadie tiene el derecho de tocarte, pero eso no significa que en la práctica no lo vayan a hacer… - Dijo él – Isabella, por favor entiende que no puedo permitir que te suceda lo mismo de anoche o algo peor, tú misma lo dijiste, ésta no es tu época, y por mucho que te frustre, la realidad es que si te encuentran violada y ensangrentada en la calle, lo primero que se va a preguntar la policía no es quién fue el atacante, sino el qué hacía una blanca chica como tú en la calle sola y a esa hora, y concluirían que seguramente “buscabas problemas”… Fierecilla… lo siento si te grité, pero necesito protegerte y necesito que me ayudes a hacerlo…
-No puedo permitir que me trates de esa forma – Le repetí obstinadamente – No lo voy a permitir. No he hecho nada malo y no me vas a convencer de lo contrario… - Tomé aire – Dicho eso, voy a ser más cuidadosa, aunque francamente como no sea usando un burka, no sé qué más hacer…
-Ven, baja – Dijo desde el otro lado del auto – Vamos a una de esas mesas de picnic y te comes tu sándwich.
-Vas a seguir portándote como un asno neandertal? – Pregunté.
-No – Afirmó de inmediato – O tal vez sí – Dijo pensándolo con más calma – En lo que respecta a ti no tengo idea, son las pasiones y no la razón lo que me guía, así es que por definición eso me convierte en un ser irracional.
-Al menos eres sincero… - Suspiré deslizándome y cayendo con fuerza sobre un grupo de gravilla compuesto de pequeñas piedras llenas de ángulos afilados. El dolor hizo que para evitar la presión en la planta de los pies, cayera de rodillas y me enterrara piedras ahí también – Aaaaaaaaaagh! – Caí de lado.
En fracciones de segundo James estaba a mi lado. No creo que se haya preocupado de disimular una velocidad normal.
-Estás bien? – Preguntó tomándome en su regazo.
-Duele! Mierda! Hay sangre? Si quieres déjame, no me pasó nada serio… - Dije de inmediato, manoteando para que me soltara.
-Hay sangre – Respondió – Muy poca, pero hay. No te preocupes por mí, estoy bien alimentado. Déjame ver… - Tomó la planta de uno de mis pies – Te enterraste algunas piedras, vamos a limpiar y si es necesario usaremos pinzas para sacar las más pequeñas.
-De verdad no te molesta la sangre? Porque si te molesta te puedes quedar en el auto mientras tanto… - Ofrecí.
-Tu sangre es sólo eso, sangre. Me sustentaría, pero no me vuelve loco de necesidad, especialmente cuando no estoy hambriento – Dijo posándome en la hierba – Déjame ver dónde puse el botiquín… - Dijo revolviendo el maletero - Aquí está…
Al final, mientras James me limpiaba y desinfectaba las pequeñas heridas, yo me comí mi sándwich y bebí mi gaseosa; luego me ayudó a ponerme los zapatos y subimos al auto largándonos para no volver.
oooOooo
Continuamos el viaje algo tensos por el mal rato, sin hablar ni mirarnos. No estábamos exactamente peleados, pero creo que estábamos incómodos y preocupados. Paramos a cargar combustible y aproveché de ir al baño, y cuando salí James me esperaba junto a la puerta.
No dijimos nada y regresamos al auto.
Mientras más se prolongaba el silencio más mal me sentía, porque no veía una solución posible. Yo no sentía haber hecho nada malo, pero él tenía razón al decir que sin importar lo que yo pensara, el peligro era latente, la cultura era distinta a la mía por mucho que en la superficie se pareciera, y lo cierto es que por mucho que me cabreara, lo entendía.
A eso de las 8 paramos en un motel carretero. Ya estaba oscuro, así es que James se bajó del auto hacia la recepción seguido por mí, sin preocuparse por el sol.
El tipo del mesón no nos prestó mucha atención, ya que veía un show en la tele, así es que hizo todo de manera bastante mecánica… O al menos así fue hasta que vio mi mano empuñar el lápiz y la otra sujetar la hoja de papel.
-Lo siento, no tenemos cupo – Dijo atropelladamente.
-Me acaba de pasar la llave del cuarto – Dijo James, cabreado sacudiendo la llave.
-Me equivoqué, a esa habitación le estamos reparando las cañerías y no tiene agua corriente – Respondió.
-Habrá otro cuarto? – Pregunté tomando el brazo de James para evitar que se abalanzara sobre el hombre.
-No – Respondió cortante cerrando el libro de registro de forma terminante – Estamos repletos.
Miré hacia mis espaldas y vi sólo dos autos estacionados en el aparcadero.
Maldito mentiroso… Por qué no nos quería alojar? No es que su negocio fuera muy exitoso…
-Gracias por su tiempo – Le dije fríamente – Vamos Schatz – Dije a James - De todos modos no me quiero quedar en un lugar administrado por este señor, quién sabe qué infección me puedo pegar en las sábanas…
-Puedo regresar a matarlo? – Preguntó hablando bastante en serio.
-No, no quiero que comas porquerías – Respondí acercándonos al auto.
Él me abrió la puerta y me senté, él se subió y una vez que partimos golpeó el volante.
-Mierda!
-Hey! Cuidado! Blondie no tiene la culpa – Le dije – Vamos al siguiente motel y listo…
-Va a pasar lo mismo – Afirmó.
-Por qué? Cuál es el problema? – Pregunté.
-Que tú y yo no estamos casados – Respondió entre dientes.
Yo miré estúpidamente mis manos desnudas de joyas y adornos… Claro, una pareja joven que no luciera anillos de matrimonio, equivalían a fornicación.
-En el siguiente motel entraré con la chaqueta y los guantes puestos, está bien? – Pregunté.
-No, no lo está, pero al menos es una solución por esta noche – Masculló.
Unos 55 km más adelante encontramos el siguiente motel, y yo me bajé del auto bien abrigada. Lo que no se veía raro porque efectivamente hacía bastante frío.
Una señora a la que le calculé entre unos 50 a 60 años, y que tenía el cabello de un tono de rubio muy pálido y los ojos de un color azul tan puro que se veían como de mentira, atendía el mesón y nos saludó con una sonrisa.
-Buenas noches- Dijo con un suave acento… No era alemán… Tal vez polaco…?
-Buenas noches – Respondí yo bien agarrada del brazo de James para asegurarnos de que él no hiciera o dijera nada que la asustara – Viajábamos hacia Omaha, pero tuvimos problemas de motor… Tendrá una habitación disponible?
-Creo que sí querida, dime, qué los lleva a Omaha? – Preguntó la señora mientras trajinaba en un cajón.
-Estamos recién casados y a mi James le ofrecieron una muy buena oportunidad de trabajo – Sonreí angelical.
-Oh, ya veo, y puedo preguntar de dónde vienen? – Preguntó con una llave en la mano.
-De St. Louis – Respondió James acercándome a su cuerpo – Isabella estudiaba para ser maestra de primaria y yo trabajaba con mi padre en una tienda deportiva. Nos conocimos cuando nuestra tienda donó algunos implementos deportivos a la escuela en la que Isabella trabajaba como practicante. Nos enamoramos a primera vista y nos casamos casi de inmediato.
Lo miré orgullosa. Estaba comenzando a inventar mentiras casi tan rápido como yo.
-Oh, me recuerdan a mi Rudolph y a mí cuando comenzamos – Dijo ella saliendo de detrás del mesón – Acompáñenme – Nos indicó – Ambos nacimos en Europa y lo pasamos bastante mal en la Primera Guerra… Vinimos a América como refugiados y nos conocimos en el puerto de New York al llegar, en Inmigración… Desde ése momento no hemos pasado ni un día separados – Sonrió.
Subimos unas escaleras y nos llevó por un pasillo hasta dar con la última puerta a la derecha.
-Mi nombre es Ilke, y estaré en el mesón hasta las 11 pm, después de eso comienza el turno de Abel, mi sobrino. Si necesitan cualquier cosa no duden en pedirla, y si quieren comer algo, la cocina funciona hasta las 10 pm. – Dijo abriendo la puerta de una habitación mediana, amoblada en forma bastante sencilla, pero que lo que adolecía en mobiliario lo compensaba en detalles como las delicadas cortinas floreadas hechas a mano, la pulcritud de los pisos y el baño, los almohadones bordados con flores a tono con las cortinas… Claramente Ilke había dedicado su vida a ese lugar – Les parece bien? – Preguntó.
-Es perfecta – Sonreí sentándome en el borde de la cama – Es necesario que bajemos ambos de inmediato a firmar nuestro ingreso?
-No querida, basta con que lo haga tu esposo cuando vaya por el equipaje – Sonrió condescendiente. Claro, si James era mi marido bien podría hacer el check inn por los dos… - Descansa y relájate, apuesto que te vendría bien un buen baño, aquí están las toallas… - Indicó.
Al fin, James y ella bajaron juntos para recoger nuestro equipaje y checkearnos, e Ilke quedó en enviar algo liviano para nuestra cena.
Yo seguí su consejo y desvistiéndome rápidamente, me amarré el cabello en un moño alto para no mojármelo y me di una ducha bien caliente.
Al salir me sequé y me envolví en una de las batas que colgaban detrás de la puerta, lo que normalmente me habría dado asco, pero dudé que alguien como Ilke dejara batas sucias para sus huéspedes, así es que la usé sin miedo.
Una vez que me puse algo de crema humectante en el rostro y revisé las pequeñas heridas en mis pies, me subí a la cama y me acurruqué en el centro pensando en si encendía o no la tele para esperar a James, pero antes de decidirme, me fui deslizando lentamente a la inconsciencia.
oooOooo
Deliciosas caricias me fueron despertando lentamente. La habitación estaba en semi penumbras, iluminada sólo por la luz del fuego, y mi James estaba recorriendo mi cuerpo desde mis pies hasta mis caderas, una y otra vez, mientras con la otra mano desamarró mi bata, exponiéndome completamente a él.
Abrí los ojos un poco confundida, sin saber dónde estaba, pero sabiendo perfectamente con quién, y recordé todas las discusiones que James y yo habíamos tenido en tan corto tiempo…
Odiaba pelear con él, y si bien los motivos eran a la larga irrelevantes, eran un ajuste necesario entre dos personas que pertenecían a distinto sexo, época, grupo etario y especie. Eran muchas más las cosas que nos separaban que las que nos unían, pero aun así me bastaba verlo a los ojos por un segundo para darme cuenta de que valía luchar por nuestra relación. Más allá de todo lo que me pudiera molestar de él, lo amaba.
-Hola Fierecilla… – Dijo en un tono muy bajo, como un gruñido, pero no uno amenazante.
-Schatz… - Murmuré con la voz ronca de sueño – Qué me estás haciendo? Te estabas aprovechando de que estaba dormida para manosearme?
-Todo lo contrario, te estaba despertando para poder aprovecharme de ti plenamente consciente – Respondió sonriente, delineando mi mejilla con la punta de su nariz.
-Suena tentador… Pero antes te quería decir algo – Dije acariciando su mejilla y sintiendo la deliciosa masculinidad de la aspereza de su piel sin afeitar. Él me miró intrigado – Te amo – Dije sencillamente - Por encima de los problemas y diferencias, por encima de los malos entendidos, te amo, y estoy orgullosa de ti y de estar a tu lado… No quiero sonar demasiado cursi, sé que a los hombres eso no les gusta, pero me haces muy feliz y necesitaba decírtelo…
-Quisiera poder encontrar las palabras… – Dijo hundiendo el rostro en mi cuello y abrazándome fuerte. Su cuerpo temblaba un poco contra mi cuerpo desnudo y supe que a su modo, la represa que contiene sus emociones se había desbordado. Si pudiera producirlas, James habría derramado sus propias lágrimas de felicidad - …Quédate conmigo – Susurró después de un rato.
-Qué? Pero claro que estoy contigo, ya huimos juntos, ya estamos aquí, tú y yo… - Repliqué.
-No… Quédate… Quédate conmigo… Para siempre… Desde hace días que no pienso en otra cosa que en tu mortalidad y en las muchas cosas que pueden hacerte daño… Isabella yo te amo y si te perdiera me volvería loco… Sé que es egoísta de mi parte y que tu vida humana es mucho más variada en muchos aspectos que la que yo te puedo ofrecer... Sé que no tengo nada y sé que no sé nada comparado con lo que sabes tú, pero te amo y no puedo dejar de pedírtelo, por favor quédate conmigo…
Con el rabillo del ojo vi la bolsita de té que nunca se apartaba más de un metro y medio de mi cuerpo, y sentí entre mis pechos el pendiente en forma de pez.
Los objetos que me anclaban al futuro…
Realmente quería volver? Podría volver a ser feliz en una realidad en la que James no existía? O peor, una realidad en la que James era asesinado frente a mis ojos?
El dolor de la mera idea de perderlo era algo físico.
-Sí Schatz… Me quedo contigo – Dije y besé sus labios suavemente – Me quedo contigo para siempre…
-Eso significa… Estarías dispuesta a dejar que te transformara? – Preguntó.
-Siempre que lo hagamos planeándolo, tomándonos nuestro tiempo… Sí. Quiero que un día tu veneno sea la sangre que corre por mis venas – Respondí.
-Isabella…! – Suspiró como aliviado y hundiendo los dedos en mi cabello, me besó desesperado.
-Pero hay algo que quiero a cambio… - Dije susurrando en su oído cuando me permitió volver a respirar.
-Lo que sea, es tuyo… - Dijo entre besos.
-Quiero que me hagas el amor – Dije juntando todo mi valor.
-Ahora? – Preguntó mirándome a los ojos.
Asentí.
-Segura? – Insistió.
Asentí.
-Está bien, pero prométeme que si algo te duele o te molesta me lo dirás, y que si te hago daño me vas a pedir que me detenga… Nunca he estado con una humana, y aunque tengo una idea general de cómo tocar tu cuerpo, no sé realmente cuánta fuerza utilizar en cada movimiento... – Repuso.
-Tú no me harías daño – Dije besando su mejilla, con plena confianza en que lo que decía era cierto.
-No, nunca a propósito – Besó la punta de mi nariz – Pero por accidente… - Encogió los hombros.
-Cuando te vas a sacar la ropa para mí? – Pregunté en un ataque de intrepidez.
-Cuando tú quieras – Respondió con una sonrisa.
-Qué tal ahora? – Propuse.
Su camiseta voló por los aires y se puso de pie para quitarse los pantalones, quedando sólo en ropa interior.
-Esto también? - Señaló.
-No, esos te los saco yo – Dije sentándome a la orilla de la cama, y atrayéndolo a mí. Con mis talones me afirmé a sus pantorrillas y le di un montón de húmedos besos en el estómago, delineando cada músculo, hasta llegar a la línea en forma de flecha que apuntaba a su sexo.
Centímetro a centímetro deslicé la pretina de su calzoncillo hasta que el vello dorado se hizo más espeso y él comenzó a perder la calma.
-Isabella… - Gimió sonando desesperado.
-Tranquilo, no te voy a hacer daño – Dije terminando de bajar sus interiores, para encontrarme por primera vez frente a mí una erección en vivo y en directo.
Toda mi bravuconería se fue a la mierda al ver a ese hombre hermoso y sensual, todo para mí.
No es que me arrepintiera, es que no quería quedar como idiota nuestra primera vez…
James mientras tanto deslizó mi bata abierta por mis hombros, y me reacomodó de modo que yo quedara a mitad de la cama, semi sentada con la espalda apoyada en almohadones y con su cuerpo exactamente entre mis piernas, mi sexo rozando su vientre bajo.
Una mano se deslizó hacia mi pecho apretando suavemente mis pezones y la otra descendió hasta llegar a tocar mi entrada, la que penetró muy despacio con un solo dedo y luego esparció la vergonzosamente abundante humedad… No hacía falta que lo hiciera, yo estaba tan mojada que probablemente ya había empapado hasta el colchón, pero se sentía… Agh! Tan bien!
Mis caderas se proyectaron buscando más roce y sus labios se prendieron de mi pecho, succionando fuerte, en un delicioso castigo que me recordó que él prefería que me quedara quieta, sometida a sus ritmos y deseos.
…Lo que no me impidió emitir ruiditos de frustración mientras aferraba su cabello con una mano y su espalda con la otra…
Comenzó entonces a penetrarme con dos dedos sin problemas, pero para mi desesperación, mientras él no estimulara mi clítoris yo no podría acabar, y sentí la tremenda presión construirse en mis entrañas pero estancarse cada vez.
Si tan sólo me permitiera meter mi mano ahí, si tan sólo quisiera proporcionarme la fricción por cualquier medio…
Varias veces estuve al borde y varias veces me hizo gemir pidiendo piedad.
Al final, después de lo que se sintieron como horas de tortura, se posicionó adecuadamente alineándose y presionando mi entrada pero sin penetrarme, mientras por fin sus dedos se deslizaron hacia mi clítoris, acariciándolo en círculos a la velocidad justa para hacerme retorcerme pidiendo más.
Lo sentí venir, sentí una ola de algo cálido y poderoso que me fue tensando cada músculo desde las extremidades hacia el vientre, y junto con el primer espasmo de placer, James nos giró de modo que quedó de espaldas en la cama conmigo sentada sobre él, siendo la propia gravedad la que me empaló a su sexo tan rápidamente que no pude distinguir entre el dolor que me desgarraba por dentro y el devastador orgasmo que obligaba a mis caderas a seguir el ritmo de nuestra unión.
Al bajar un poco de mi nube caí agotada sobre el frío pecho de James, pero no perdí el ritmo que él imponía con sus manos en mis caderas.
-Levántate Isabella – Me dijo jadeante – Mira como estamos unidos, es perfecto…
Me enderecé y miré a mi sexo y el suyo acoplados, encajando perfectamente, haciéndonos dar y recibir placer. Era una imagen erótica y hasta estéticamente agradable. Nuestros movimientos conjuntos eran armoniosos como cuando bailábamos swing, y al escucharlo gruñir me di cuenta de que no solo yo disfrutaba de la vista... Él seguía penetrándome y acariciándome, y aun no había acabado…
-Quieres correrte, verdad? – Pregunté a su oído – Quieres marcarme tal como me dijiste, para que nadie se me pueda acercar sin olerte a ti también?
-Sí… Mía – Aumentó el ritmo de sus movimientos.
-Tuya… Tuya James, te amo… Te amo… Te amo…
Creo que trató de decir “te amo” de vuelta, pero lo que salió de su garganta fue un rugido bastante aterrador, y llegó a su clímax arqueando la espalda.
Lo besé en las mejillas, en el cuello, en la frente y en la comisura de los labios, más efusiva que de costumbre, y él cerró los ojos y se dejó hacer.
-Estás bien? – Preguntó después de un rato, acariciando mi espalda.
-Perfectamente – Respondí acomodándome, aún unida a él.
-Te duele? – Insistió.
-No… Bueno, al principio sí, bastante, pero luego ya no… Tú estás bien con mi sangre? – Pregunté.
-Es apenas un poco, y no es como si nunca la hubiera olido – Respondió – Puedo pensar en montones de cosas más interesantes que hacer contigo que cenarte…
-Es bueno saberlo – Suspiré, y hundí la nariz en su cuello – Tengo yo algo que comer?
-Sí, hay una bandeja con varias cosas junto a la chimenea – Dijo – Te la traigo?
-Para eso te tendrías que salir de mí? – Pregunté abrazándolo.
-Probablemente, las otras opciones requieren habilidades acrobáticas que ni tú posees ni yo tengo ganas de realizar – Dijo.
-Entonces ayúdame a taparnos, porque quiero conservarte así cuanto sea posible… Nunca has sido más mío que ahora, que te recibo en mi cuerpo por primera vez – Dije acurrucándome.
-Mía? – Preguntó.
-Tuya – Susurré besando la pálida piel sobre su corazón.
-Me haces feliz – Murmuró contra mi cabello.
-Lo sé – Respondí.
-Lo sabes? – Preguntó curioso.
-Ajá – Afirmé muy segura.
-Cómo lo sabes? – Dijo con una sonrisa en la voz.
-Porque yo me siento igual… - Dije, y sin darme cuenta me quedé dormida.
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Y ahí lo tienen, varios temas que discutir.
Discutámoslos!







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