Sí, sí, sí, me atrasé un montón, pero no se imaginan lo ocupada que he
estado con otras cosas, sólo puedo escribir de noche, y en fin, si pudiera
escribir de día les daría 3 capítulos a la semana, pero por ahora no es el
caso. Espero que me entiendan.
Nuevamente toco algunos temas delicados en este capítulo, pero sepan
que he tratado de hacerlo con respeto y consecuencia en relación a lo que los
personajes sienten y piensan. Como siempre, fotos en mi blog y Facebook.
Cariños.
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Capítulo 3
Love me love me
Say that you love me
Fool me fool me
Go on and fool me
Love me love me
Pretend that you love me
Leave me leave me
Just say that you need me
Love me love me
Say that you love me
Leave me leave me
Just say that you need me
I can't care 'bout anything but you...
Say that you love me
Fool me fool me
Go on and fool me
Love me love me
Pretend that you love me
Leave me leave me
Just say that you need me
Love me love me
Say that you love me
Leave me leave me
Just say that you need me
I can't care 'bout anything but you...
Lovefool / Cardigans
GARRETT POV
Escuchamos el disco de Miles Davis completo, y durante todo
el tiempo los dedos de Bella estuvieron enredados en mi cabello. No sé si se
dio cuenta de que lo hacía, pero yo no me moví un ápice, no fuera a ser que se diera
cuenta y se retirara. Supongo que subconscientemente ella lo sentía. Algo sentía. Era la naturaleza, la
química y sus instintos luchando con su cerebro y su lógica.
Bueno, eso o es que tal vez se quedó dormida…
Como fuera, me quedé junto a ella y el disco de terminó, y
cuando el sonido de la aguja del tocadiscos chirriando contra el vinilo se hizo
demasiado evidente, me puse de pie silenciosamente y cambié a “The
Best Of The Doors” de The
Doors. Me gustaba porque me traía
recuerdos de Bella… Fue lanzado a mediados de los ´80s y varias de las
canciones me hacían imaginarme cómo sería mi mujer. Era casi surrealista al fin
escucharlo junto a ella, aunque ella estuviera retenida contra su voluntad.
-Mi papá tiene ese
disco – Dijo de pronto con voz somnolienta cuando comenzó a sonar “Light my
Fire”.
-El hombre tiene
buen gusto – Respondí.
“…El tiempo de dudar pasó
No hay tiempo para
revolcarse en el barro
Trata ahora, solo
podemos perder
Y nuestro amor se
convertirá en una pira fúnebre
Vamos nena enciende
mi fuego…”
Escuchamos en silencio, y yo tomé un cojín verde y lo apoyé
en la pierna sana de Bella, dejando todas las pretensiones y descansando mi
cabeza en él.
-Por favor, adelante – Dijo ella sarcástica – No es como si
tuvieras que pedir permiso ni nada…
-Aaaaah! Por favor, no es como si te estuviera manoseando el
trasero a la fuerza o mirándote como un psicópata mientras duermes... – Dije
refiriéndome a Eddy, claro - Estoy apoyándome en ti porque necesito estar cerca
tuyo, y si te fijas bien, ninguna parte de mi cuerpo está realmente tocándote… Si
consideras todos los años que llevo esperándote, deberías felicitarme por mi
autocontrol.
-Te felicito Garrett, de verdad que sí… Estrellita dorada a
la paciencia! - Dijo la bruja en un tono extremadamente condescendiente - Oye,
crees que el hielo ya esté listo? – Preguntó.
-Veamos, en realidad nunca he usado el refrigerador, así es
que no sé cuánto se demora – Le dije y me levanté. Afortunadamente el hielo ya
estaba listo, así es que lo envolví en unas toallas de cocina y destapé la
pierna de Bella. Con todo el cuidado del mundo deposité la compresa en la parte
más hinchada, y ella se mordió los labios con tanta fuerza que volví a oler
sangre. Gimió y cerró los ojos con fuerza – Si necesitas gritar, grita, a mí no
me importa – Le dije. Ella se limitó a negar con la cabeza y el olor de su
sangre se intensificó – Mujer estás haciéndote daño, deja de morderte la boca –
Le dije tocando suavemente su labio inferior para liberarlo de sus dientes… Qué
no daría yo por hacerle exactamente eso con mi lengua.
-Duele – Gimió sin abrir los ojos, pero respirando
profundamente.
-Lo sé Bella, lo sé, pero ya van a llegar Peter y Char y te
vamos a curar para que puedas descansar… - Le dije quitando la compresa de sus
manos y sujetándola contra su pierna con las mías.
-Háblame… - Dijo débilmente.
-De qué? – Pregunté.
-De cualquier cosa, para no pensar en el dolor… - Gimió
-Como te conté, yo peleé en la Guerra de Independencia de
los Estados Unidos – Dije y ella asintió – Cuando empezó la guerra yo era un
simple aprendiz de herrero, no tenía experiencia militar, no sabía usar armas o
pelear. Pero no podía dejar de participar. Siempre he sentido el llamado, la
necesidad de involucrarme en hacer que las cosas pasen. Pensé en un principio en
meterme en la milicia, pero la verdad es que nunca he sido muy constante, y la
disciplina y el seguir ciegamente a mis superiores… Nunca fue lo mío.
-Qué edad tenías cuando te uniste a luchar? – Preguntó.
-Diecinueve – Respondí.
-Y no eras… Mmmmmh… No eras un poco viejo para ser aprendiz
de algo? – Preguntó tratando de no ofenderme.
-Observadora – Sonreí – Lo que pasa es que tuve un cambio de
dirección importante, ser herrero no era mi primera opción. Mis padres tenían
una granja cerca de la ciudad de Brockton,
Massachusetts, a unos 40 kilómetros al sur de Boston. No era una gran
hacienda en comparación con otras, pero nos iba bastante bien. Mi padre tenía
unos 50 esclavos y teníamos diversas…
-Qué? – Chilló Bella dando un manotazo a la compresa,
desparramando hielo por el piso – Esclavos? Tenías esclavos? – Me miró como si
no pudiera creer lo que estaba escuchando.
-Bella estamos hablando de mediados de 1700, Massachusetts era la puerta de los esclavos
para todo el país. Todo el mundo tenía esclavos, era la manera en que se
trabajaba… - Traté de explicar.
No se me había ocurrido que nuestras brechas culturales fueran tan grandes,
pero claro, ella había sido criada en una sociedad en la que la esclavitud
equivalía a hervir gatitos vivos.
-Esclavos? Esclavos?
Oh Garrett! – Dijo cubriéndose el rostro – Me había hecho la idea de que comes
gente porque hay algo democrático en lo que haces, comes porque lo necesitas y
al que le toca le toca… Bueno y parece que a los republicanos les toca más, no?
– Preguntó. Yo no pude evitar sonreír tristemente. Había mandado a la mierda
todo el progreso que habíamos realizado. Tenía que ir y contarle de los
esclavos. No podía contarle alguna anécdota que avergonzara a Peter, oh no! Impresionémosla
con mi pasado como latifundista… Qué mierda!
-Bella yo sé las
ideas sobre la esclavitud que tienes en mente y en general estás en lo correcto,
pero necesito que entiendas el contexto del que estamos hablando. En ese tiempo
se consideraba a la gente de color como animales, literalmente bestias de carga,
sin alma e incluso con una capacidad mayor para resistir el cansancio y el
maltrato. La economía de Estados Unidos se basó durante años en el trabajo de los
esclavos, porque los colonos no eran suficientes para trabajar directamente sus
tierras.
Además Inglaterra
había subido constantemente los impuestos, lo que hacía imposible para un
latifundista el pagar a trabajadores blancos. Los esclavos eran una buena
alternativa y se abrazó como la solución a muchos de los problemas que
aquejaban a las colonias.
-Pero Garrett… Es
tan horrible… Las cosas que hacían… Las torturas, las violaciones, la
separación de las familias, los castigos… - Dijo ella con lágrimas en los ojos.
No había llorado por su pierna rota pero lloraría porque mi padre tuvo
esclavos… Quise abrazarla, consolarla, besarla, y hacerla entender… Bueno, esto
último lo podía intentar…
-Bella, no te voy a
mentir. Lo que ha salido a la luz en libros y películas es cierto. Yo no lo presencié directamente pero sé que
sucedió. Pero recuerda que sólo hasta hace un par de décadas la gente negra no
podía ni siquiera entrar a un baño público de blancos o subir a un bus en paz.
Todo eso de la igualdad es reciente… - Le dije con voz calmada, y volví a
ponerle la compresa en la pierna. Esta vez no reaccionó al dolor. Estaba
concentrada en el horror que le producía lo que le estaba contando.
-Tú… Tú azotabas a
tus… Esclavos? – Preguntó con voz temblorosa.
-No, Bella, no. La
gran mayoría de los hacendados no torturaba a sus esclavos. En primer lugar
porque no eran todos unos sádicos y en segundo lugar porque a nivel práctico,
maltratar a tus trabajadores se traduce en una baja de la productividad, y la
esclavitud era básicamente un asunto de pragmatismo.
-Entonces no los
azotabas? – Insistió.
-No, no era
necesario, verás… - Pensé en cómo explicarle – Los esclavos se educaban desde
pequeños para descubrir sus habilidades, y en cuanto se identificaba su
“vocación”, se los enviaba con alguno de los esclavos más viejos que les
pudiera enseñar el oficio. Así algunos eran sastres, otros trabajaban en los
establos, otros trabajaban en la casa, etc. Me entiendes? – Pregunté y ella
asintió – Lo más bajo en esa escala eran los trabajadores del campo, aquellos
que no demostraban ninguna habilidad para nada más elaborado.
Lo más alto eran los
esclavos de la “Casa Grande”, los que atendían a los patrones. Eran los mejor
educados, los más inteligentes, y los pocos que sabían leer y a veces hasta
escribir. El sistema de escalas sociales lo manejaban ellos, y los de más
arriba de la pirámide no se juntaban con los de más abajo.
-Y eso qué tiene que
ver con que no los azotaras? – Preguntó muy atenta a mis palabras, supongo que
buscando a qué aferrarse para convencerse de que no soy realmente un monstruo.
-Si una negra de la
casa, digamos la ama de llaves, quien tenía la posición más alta y respetada
entre los esclavos (junto con el mayordomo, claro) cometía una falta, se la
enviaba a trabajar de mucama o costurera por un tiempo. Eso generalmente era
suficiente para disuadir malas conductas... No se castigaba la piel, se
castigaba el orgullo. Los esclavos eran gente que literalmente habían arrancado
de la selva, no sabían ni lo que era andar vestidos, ni el idioma, las
costumbres, nada. Se comportaban como niños y se les trataba como niños. Al
menos así lo hacía mi padre, con una condescendencia que hoy en día sería
ofensiva y repudiada, pero que en ese entonces hacía que nuestra hacienda fuera
un lugar bastante pacífico – Expliqué sin dejar de mirarla a los ojos.
-Es horrible –
Afirmó.
-La crueldad siempre
lo es – Respondí.
-No puedo creer que
tuvieras esclavos… - Murmuró – Pensé que abogabas por la libertad, por mejorar
el país…
-Los esclavos de mi
padre fueron tratados tan bien como podría esperarse. Estaban bien alimentados
con verduras que ellos mismos sembraban y cultivaban en las parcelas de tierra
que tenían asignadas, tenían algunos animales que les proveían carne y leche si
los niños la necesitaban, y ellos mismos cocinaban sus alimentos. No se les
trataba como iguales, por supuesto, eran esclavos, pero tampoco se les trataba
peor de lo que por ejemplo, se trataría a un trabajador inmigrante
indocumentado en cualquier parte de este país. Lo has pensado? Qué pasa con esa
gente que cruza la frontera en busca de una vida mejor y se encuentran
atrapados en trabajos horribles donde les pagan mucho menos del mínimo y los
amenazan con denunciarlos para forzarlos a tomar turnos que nadie más tomaría. Viven
en la miseria, hacinados, sin derechos, sin salud… Y eso pasa hoy Isabella. No
hace más de 200 años. Hoy – Ella se quedó en silencio largo rato con el ceño
fruncido.
-Todo el rato has
hablado de lo que tu padre hacía, de cómo tu padre manejaba la hacienda… Qué
hay de ti? Heredaste la hacienda? Y los esclavos? – Preguntó.
-En teoría sí, era
el heredero, pero fue en esa época que comenzaron los problemas más serios con
los ingleses por una violenta alza de impuestos a los colonos que era
simplemente imposible de pagar. Mi padre debió hacer lo que no había hecho
nunca, vender a algunos de sus esclavos, que eran literalmente como miembros de
la familia, pero ni así podía llegar a financiar las cuotas demandadas para la
Corona. Un día cuando yo tenía unos 18 años, estaba en cama con fiebre, supongo
que tenía una gripe severa, nada demasiado grave, y llegaron soldados ingleses por
enésima vez a cobrar el impuesto. Mi padre salió a recibirlos solo, algo que yo
no habría permitido de estar sano, y dejó a mi madre en mi habitación cuidando
que yo no me enterara, ya que no estaba en condiciones de levantarme.
Mi padre les pidió
más plazo, unas semanas, trató de razonar con ellos, pero como sabrás, es
imposible razonar con un soldado, porque ellos no piensan, no toman decisiones,
sólo obedecen. Y simplemente empujaron a mi padre a un lado y cuando el
mayordomo corrió a ayudarlo, le dispararon al pobre anciano en una pierna.
Luego quemaron uno de los graneros, el que contenía toda la cosecha de papas
que habíamos terminado unos días antes. Yo desperté con los sollozos de mi
madre que se aferraba a la cortina y observaba nuestro futuro desaparecer. Sin
el dinero de la cosecha no podríamos plantar y menos pagar impuestos.
Esa noche mi padre
tuvo lo que ahora puedo identificar como un leve ataque al corazón. Nunca
volvió a ser el mismo, pero muchos hacendados de la región comenzaron a visitarlo
en su escritorio, donde pasaba la mayor parte del tiempo. Nunca me invitaron a
esas reuniones… Mamá y yo pensamos que eran visitas de cortesía, para demostrar
su solidaridad, así es que yo me hice cargo de la hacienda como pude,
atendiendo lo más urgente, tratando de salvar lo que se podía de entre las
cenizas, construyendo un nuevo granero, porque si se mojaban las papas que
salváramos se pudrirían… - Relaté como transportándome a esos duros días. Bella
me miraba atenta y claramente angustiada, y había posado su mano sobre la mía -
Pero un día llegaron otra vez los ingleses y se llevaron a mi padre al pueblo. Mi
madre quedó llorando en casa y yo seguí a caballo la carreta en la que se lo
llevaban. Mi padre al ver que lo seguía me ordenó a gritos regresar a casa,
pero lo ignoré, y vi cómo lo bajaban en la plaza principal de Brockton,
junto a varios de los hombres que había visto en mi casa – Narré con la voz
plana pero los puños apretados. Bella se cubrió la boca con la mano, adivinando
el desenlace – Llegué justo a tiempo para escuchar el fin del discurso del
gobernador. Estábamos ahí para ver colgar a los traidores a la patria. El
puñado de hombres de mediana edad que se reunía a hablar de política y fumar
cigarros en mi casa fue uno de los primeros núcleos de la revolución.
-Tú lo viste… - Afirmó estirándose hacia mí, cerrando la
distancia.
-A mi padre colgar en la plaza pública? Sí. Lo vi. Y no
murió desnucado por la caída… -Dije.
-Garrett… - Susurró tomando entre sus dos pequeñas manos la
mía más grande.
-Después de eso las cosas se precipitaron. Regresé a casa a
todo galope y de inmediato vendí los esclavos que nos quedaban por lo que me
dieron a familias conocidas, que solidarizaron con nuestra situación. Luego,
como a mi padre lo lanzaron a una fosa común sin derecho a un funeral, embarqué
de inmediato y casi a la fuerza a mi madre histérica en una diligencia con sus
pertenencias más preciadas, algo de dinero y su niña de mano, y la mandé a
Boston, a vivir con su hermana. Ella, como nosotros, tenía una buena situación
económica, y una casa con espacio más que suficiente.
-Y tú? Qué pasó contigo? – Preguntó.
-Me quedé a enfrentar la situación. Los soldados llegaron a
los dos días con la orden de embargo de bienes por la hacienda y todo lo que
contenía, y si notaron que faltaban algunas cosas de la sala de luz que usaba
mi madre, no dijeron nada. Me preguntaron por ella y dije que estaba visitando
a sus parientes como parte de su duelo. Luego preguntaron por los esclavos y
dije que al ver que no había patrón escaparon, y después de que terminaron de
preguntar estupideces, hice una maleta con mi ropa y el dinero que quedaba y me
fui a Concord. Ya no me quedaba nada más que la sed de venganza, así es que me
mudé al epicentro de la Revolución, conseguí trabajo como aprendiz de herrero y
acudí a cada reunión y actividad ilícita que pude.
-Es cierto… Ahí se almacenaron las municiones y fue la
primera pelea… - Murmuró ella como sacando cuentas – Eso fue en 1775… Qué edad
tenías? – Preguntó.
-Diecinueve – Respondí.
-Y qué año moriste? – Preguntó.
-En 1783. Me hirieron acuchillándome en el estómago en el
campo de batalla… A esas alturas había muchas peleas cuerpo a cuerpo porque no
nos quedaban municiones. Quedé botado junto a un mar de cadáveres y a las pocas
horas se hizo de noche. Creo que debo haber quedado inconsciente, pero desperté
con un horrible ardor en el cuello. Al abrir los ojos pude distinguir a un
hombre de unos 30 a 35 años con uniforme de oficial británico, y me estaba
mordiendo.
-Y cómo sobreviviste? – Preguntó con los ojos enormes y ya
sin lágrimas.
-No lo sé, tal vez con mi hemorragia interna tenía muy baja
la presión sanguínea y le dio pereza drenarme, o tal vez pensó que estaba seco…
No lo sé, pero sí sé que no me transformó a propósito, simplemente me dejó por
muerto. Días después de la peor agonía que puedas imaginar, desperté entre
cadáveres putrefactos y muriendo de sed. No me costó demasiado encontrar
exploradores ingleses en grupos de tres o cuatro, y así me alimenté hasta que
el los soldados británicos se largaron oficialmente a fines de ese año.
-Por eso odias todo lo británico… - Susurró – No es sólo una
ideología, es personal…
-Exacto – Afirmé.
-Entonces con más razón te tienes que reconciliar con ellos
como nación... Ahora ya han pasado siglos, somos aliados, hemos peleado guerras
juntos… Y sobre todo, habiendo pasado tanto tiempo ya aquellos que te hicieron
daño no existen. Y es injusto castigar a los tataranietos por errores de ancestros
que nunca conocieron – Dijo acariciando el dorso de mi mano con sus pulgares.
Sabía que lo que decía era razonable, pero eso no significaba que fuera fácil
desprenderme de tantas décadas de resentimiento.
-No te prometo nada, pero lo intenta… - Dije con toda
honestidad y fui interrumpido por un vehículo que se acercaba. Me puse de pié
de inmediato, en guardia, pero en un par de segundos reconocí el motor de la
monstruosa camioneta de Peter. Bella me miró atenta y un poco asustada con mi
reacción – Peter – Le dije – Viene llegando Peter.
-Oh… Me… Y si… - Tartamudeó aferrando su manta.
-No te van a hacer
daño dulzura, lo prometo – Le dije pasando un nudillo por su mejilla. Mierda!
Su piel era tan, tan suave y delicada, tan perfecta… Por cursi que suene era
como acariciar pétalos de rosa, con una increíble textura, aterciopelada y fresca.
-No… No… No creo que
me coman, si alguien me almuerza supongo que ese vas a ser tú, que fuiste el
que peleó por ganar a James el derecho de hacer lo que quisieras conmigo – Dijo
– Lo que me da miedo… Qué pasa si no les gusto? – Preguntó luciendo
genuinamente preocupada.
-Les gustas desde
que me diste con ese zapato en la cabeza – Respondí con una sonrisa – Y ellos
te van a gustar, ya vas a ver – Dije con una sonrisa y se escuchó a la
camioneta detenerse frente a la cabaña. Segundos después irrumpía Char con un
montón de bolsas plásticas en sus manos, las que soltó al ver a Bella y corrió
a velocidad vampírica y la abrazó sin apretar su espalda y le plantó dos besos
en las mejillas.
-Bella! Levamos
tantos años esperándote! No sabes lo contenta que estoy de que por fin estés
aquí, y de que Gar haya llegado a tiempo… -Dijo con una brillante sonrisa.
Peter entró cargando otro montón de bolsas que en su conjunto claramente
pesaban más que Bella, y las dejó junto a las que había botado Char.
-Baby Bella! Por
fin! Ya no aguantaba más a este bastardo insistiendo por conocerte, y jurando
que no interferiría, como si fuera posible! – Dijo y también le plantó 2 besos.
Esos eran 4 besos más de los que yo le había dado, y me cabreó la injusticia.
-Hola, mucho gusto –
Dijo Bella sonriéndole a ambos.
-Te trajimos un
montón de cosas – Dijo Char – Todos los artículos de aseo, secador de pelo,
pijamas – Dijo sacando metódicamente sus compras de las bolsas. Los pijamas
eran de franela y algodón, y de colores brillantes, nada sexy, salvo tal vez
por las camisetas ajustadas, y me sentí asqueroso por esperar algo diferente,
en cambio Bella sonrió ante el despliegue de colores frente a ella – Te gustan,
verdad? – Preguntó Char expectante.
-Mucho, gracias –
Dijo Bella – Me ayudarías a cambiarme de ropa una vez que me haya sacado los
vidrios que tengo enterrados?
-Por supuesto! Gar,
anda a llenar la tina a 37°C – Ordenó Char – No más ni menos…
-Y cómo demonios voy
a saber cuántos son 37 grados? – Pregunté.
-Con el termómetro –
Respondió Char moviendo la cabeza, evidentemente diciendo “Duh”.
-No tengo un
termómetro! Para qué mierda querría un termómetro? – Pregunté exasperado,
levantando los brazos. Peter abrió una bolsa de las que había dejado en la pequeña
cocina y me dio un pequeño objeto como un clavo de 5 pulgadas pero con una
cabeza redonda del tamaño de una moneda de 25c que lucía como un reloj análogo,
pero en vez de marcar la hora marcaba la temperatura tanto en grados C como K.
-Y esto? – Pregunté.
-Es un termómetro
para asar pavos de navidad – Respondió tranquilamente.
-No estamos cerca de
navidad, ni siquiera del “día de acción de gracias”, y NADIE COME PAVO! Para
qué lo compraste? – Grité. Odiaba a Peter cuando comenzaba a mostrar esa actitud
de sabelotodo insufrible.
-Para preparar el
baño de la señorita, por supuesto – Respondió haciéndole un breve saludo a
Bella.
-Y tenías que
comprarle un termómetro de pavos? No podías comprar uno de humanos? Cómo rayos
se usa esta cosa? – Pregunté.
-Garrett no me
jodas, fuimos a Wallmart, no a una tienda de departamentos exclusiva o a alguna
especializada en artículos de spa… Y en cuanto a cómo se usa, me explicaron que
le entierras esa púa al pavo al menos unos 5 centímetros, y la temperatura
aparecerá en la pantalla – Se encogió de hombros, como diciendo “contradíceme
cabrón, y te avergonzaré frente a tu chica”. Pero entonces, cuando me iba a
lanzar a su cuello por sugerir que le enterrara un clavo a Bella para sentir si
habíamos nivelado su temperatura, vino lo inesperado. Un sonido dulce, suave, y
simplemente adorable… Bella se estaba riendo, y Char reía con ella.
Casi me dieron ganas
de callarlos a todos para beber de esa música que no había compartido conmigo,
pero me di cuenta de que si lo hacía la asustaría y me despreciaría aún más.
Peter también soltó
una carcajada, pero más que nada tenía una enorme sonrisa de satisfacción plantada en el rostro.
-Pavo… Pavo… -
Repetía Bella mientras lágrimas de risa caían por sus mejillas – Dónde me
enterrarán eso Peter? La única parte en la que tengo relleno suficiente para
esa aguja enorme es en el trasero, pero lo tengo un poco sensible, creo que
tengo vidrios incrustados… - Y siguió riendo.
-No Bella, no te
vamos a enterrar el termómetro de pavos, simplemente vamos a meter el extremo
afilado al agua por unos minutos y eso nos dirá lo que necesitamos saber, es
simplemente una medida para asegurarnos de que tu temperatura corporal no baje mucho
o de que no te metemos en agua demasiado caliente… - Explicó Char - Nosotros
somos resistentes a un rango más amplio de temperaturas, y nunca habíamos
tenido que cuidar de un humano herido.
-Comprendo – Dijo
Bella serenándose – O lo transforman o se lo comen… Yo prefiero que me
devuelvan si no es mucha molestia, ustedes han sido muy amables, y Garrett me
salvó justo a tiempo, James me quería
destrozar despacio… - Peter y yo gruñimos al unísono. Aún me arrepentía de
haberlo acabado tan rápido… Y también estaba lo otro… A qué se refería con que
“la devolviera”? Ella era mía, ya le había explicado! Miré a Peter buscando
respuestas, pero él se encogió de hombros.
-Bella, después de
todo lo que te expliqué, por qué aún insistes en querer irte? Tú perteneces a
este lugar, o a cualquier otro lugar mientras sea conmigo… - Le dije
desesperado porque no entendía.
-Garrett – Suspiró –
Lo siento… De verdad, me caes bien y lo último que quiero es hacerte daño, pero
yo no me puedo quedar. Si yo sintiera una fracción de lo que dices sentir tú,
me quedaría, pero no lo siento… Eres guapo, por supuesto, todos los vampiros lo
son, y me ha encantado hablar contigo, eres un hombre muy interesante, pero esa
magia que describes, ese amor instantáneo, no está… Yo creo… Yo te creo, vale? Me
parece muy improbable que hicieras todo lo que has hecho si no creyeras a
ciencia cierta en lo que te dijo Peter… Pero hay un problema… Los dones
vampíricos no funcionan en mí… - Dijo
con tristeza, como si de verdad odiara darme malas noticias… Tal vez realmente
era así…
-De qué hablas? –
Pregunté.
-Edward no puede
leer mi mente. Ni un poco, silencio total… Alice tiene dificultades con mi
futuro y Jasper tampoco me afecta como a los demás. Tal vez esto de las Parejas
se da entre personas normales? Sin mi “discapacidad”? – Preguntó. Quise destrozar
algo cuando mencionó a Edward y escupir al suelo cuando mencionó a la bruja con
la que se casó Jasper.
-No! – Exclamé
frustrado – No puede ser así, por qué no resulta? Qué salió mal? – Pregunté a
Peter.
-Tienen razón Gar,
algo no funciona… - Dijo Peter – Ella es tu Pareja, no tengo dudas, pero ella
debería sentirlo también… No sé por qué es así ni cómo arreglar la situación,
nunca había escuchado de algo semejante…
-Tal vez es porque
ella es humana – Dijo Char – Si las Parejas son algo que se da sólo entre
vampiros, a lo mejor cuando la transformes se dará cuenta de quién eres…
-Sí bombón, es una
posibilidad – Dijo Peter besando la rubia cabeza de su esposa – Pero si lo que
tiene Bella es un escudo que se manifiesta siendo humana, no creen que su poder
se va a intensificar siendo vampira? Y entonces el influjo que pudiera tener
Gar sobre ella va a ser nulo.
Bella estaba
haciendo pucheros al darse cuenta de que no iría a ninguna parte y que los
demás discutíamos su futuro como si no estuviera presente.
-Bueno, ya basta, de
todas formas no se puede hacer nada por hoy. Bella está herida, helada y
agotada. Por qué no la ponemos un poco más cómoda? Char, prepárale tú el baño,
Peter, prepárale algo para comer… Las instrucciones vienen en el reverso de los
envases según tengo entendido. Bella hay algo que prefieras comer o que
detestes? – Ella negó con la cabeza, aun aguantándose las lágrimas pero poniendo
cara de resignación – Yo te voy a curar, excepto en los sitios más privados,
ahí te va a curar Char...
-Okay… - Dijo. Yo
escarbé en las bosas de las compras de la farmacia y fui sacando un botiquín, pinzas,
varios tipos de desinfectante, montones de algodón y 2 cajas de curitas, una de
ositos y pasteles y la otra de Hello Kitty. Miré a Char con una ceja levantada
-No me mires a mí,
todos los artículos médicos los compró Peter – Me dijo ella. Bella estiró la
mano y estudió las cajas y sonrió un poco.
-Gracias Peter… -
Dijo tímidamente.
-Ven? Yo sabía que
le gustaría, yo conozco a las mujeres… - Se ufanó mi amigo. Lo odié porque se
ganaba toda la atención de Bella.
Seguí sacando cosas
hasta que en una bolsa de artículos médicos encontré una… Cosa… Supongo que era
una bota ortopédica, pero había sido “enchulada” hasta hacerla irreconocible.
La estructura rígida y las correas de ajuste eran grises, el género del que
estaba hecha la calceta era negra y estaba bordada con grandes flores con hilo
plateado, pero lo más extraño de todo es que tenía adherida una gran flor de
tela negra, tela plateada deshilachada y plumas, con un gran diamante falso al
medio.
-Qué mierda es eso? –
Pregunté a Peter.
-Es la bota elegante
de Bella – Dijo Peter sin levantar la cabeza de lo que revolvía en la cocina –
Walmart! – Agregó como si esa sóla palabra lo explicara todo.
-“Bota elegante”? –
Qué significa eso? - Pregunté.
-Es para mí? De
verdad? – Preguntó Bella como si le estuviéramos ofreciendo una pulsera de
diamantes.
-Sí pequeña, para ti.
Hay en otra bolsa una bota plástica roja para que uses cuando quieras salir al
exterior o bañarte o lo que sea, pero pensé que te gustaría una bota más
especial para usar cuando estés triste – Dijo Peter girando sólo la cabeza
hacia nosotros, aún concentrado en la olla.
-Me encanta! Yo… No
uso cosas así de extravagantes, jamás, a menos que Alice me obligue – Dijo sonrojándose,
abrazada a la dichosa bota – Pero siempre tengo que usar las feas botas de
yeso, y esta es como… Arte…
-Siempre? – Pregunté.
-Sí… Yo… Tengo un
viejo romance con el suelo, y él me reclama bastante seguido – Dijo – Soy un
poco torpe.
-Entonces te vamos a
cuidar con más atención – Dijo Char por encima del agua corriendo.
-Bella, voy a
ponerte la bota roja, está bien? – Pregunté antes de tocarla. Ella se mordió el
labio y asintió – Te va a doler, pero voy a ser lo más cuidadoso posible… -
Dije y levanté su pierna para cubrir su peroné con la bota a velocidad
vampírica. La abroché y recién se
escuchó su gemido de dolor… Pero ya lo peor había pasado – Bella escúchame, voy
a empezar con tus manos, está bien? – Ella asintió - Creo que la mayor parte de
los vidrios están en tus manos y codos. Antes de meterte a la tina Char te va a
revisar por si tienes algo en la espalda. Una vez que salgas de la tina te voy
a parchar las heridas.
-Vale, comienza
pronto y sácalos todos, que me molestan más los vidrios en los dedos que el
hueso roto – Dijo Bella estirando las manos hacia mí. Yo me senté a su lado
pinzas en mano y comencé a sacar trocitos de vidrio grandes y pequeños. Entendí
perfectamente por qué estaba tan incómoda. Por suerte no necesitaba sutura.
Sus manos en las
mías… Para qué describir lo indescriptible? El cielo y el infierno conjugados
en un solo toque… La amaba, la amaba, la amaba hasta lo imposible, y tocarla
era todo lo que quería en el mundo, pero a la vez era el infierno, porque mi
toque no significaba nada para ella.
Fui delicado y
meticuloso, pero por mucho que lo intenté no pude estirar más la actividad. La
limpié con desinfectante y le puse más curitas de las estrictamente necesarias.
Peter le puso al frente una bandeja con una botella de refresco individual, un
plato pequeño con ensalada de hojas verdes y una sopa de ravioles.
-Preparaste una
ensalada? – Susurré impresionado mientras Bella comía.
-Vienen listas en
una bolsa! No hice nada más que enjuagar las hojas y listo. Estos humanos están
cada día más perezosos. Y la sopa venía en un sobre, sólo le eché agua y la
dejé hervir… Te acuerdas lo que tomaba preparar una comida en nuestros tiempos?
– Exclamó alucinando.
-Mi tiempo fue más
de cien años antes que tu tiempo, pero sé a qué te refieres. Pero no creo que
sea sano alimentarla sólo con comida deshidratada, he escuchado hablar sobre
los preservantes, colorantes y sodio… Hay que empezar a planear menús para ir a
comprar alimentos frescos – Decidí.
-Yo sé cocinar –
Dijo Bella – Y me gusta hacerlo. Les puedo decir qué comprar y me encargaría yo
sola de alimentarme, no es necesario que se tomen tantas molestias…
-Eso sería de mucha
ayuda pequeña, gracias! – Dijo Peter.
-Estás lista Bella? –
Preguntó Char con el termómetro de pavos en la mano. Bella asintió y Peter le retiró
la bandeja. Char se volvió a meter al baño y yo me acerqué lentamente a mi
mujer. Con mucho cuidado la tomé en mis brazos y ella se aferró a mi cuello.
Antes de entrar al baño susurró
-Lo siento…
-Qué es lo que
sientes? - Le pregunté al oído, empapándome en su aroma.
-Decepcionarte. No
ser lo que esperabas… – Respondió, y antes de que le pudiera responder nada,
Char me la quitó de los brazos y cerró la puerta tras de sí.
oooOooo
Mientras las chicas
estaban en el baño Peter y yo bajamos el colchón de la cama del segundo nivel,
ya que Bella no podría subir escaleras. Recién acabábamos de hacer la cama
cuando Char abrió la puerta para presentar a Bella con un pijama consistente en
un short y una camiseta celestes, con el “Cookie Monster” de “Plaza Sésamo. Eso
debía ser una broma de Peter para hacerme sentir como un pedófilo, pero no le
resultó, porque mi mujer se veía… Bueno, como una mujer.
Estaba apoyada en un
par de muletas… Con todas las partes blandas forradas en estampado de cebra. Qué elegancia, por suerte mi mujer no se
pasearía con las adquisiciones de Peter y Charlotte.
-Quieres sentarte un
rato más o prefieres meterte en la cama? – Pregunté.
-Acostarme por favor
– Respondió. Char la ayudó con el proceso. Una vez que estuvo todo lo cómoda
que permitían las circunstancias, finalmente le pregunté lo que quería saber
desde el principio…
-Bella… Qué pasó
hoy? Por qué estabas en ese estudio? Por qué huiste de Jasper?
-Pa´? – Susurró Char.
-Todo fue mi culpa –
Dijo Bella – Estábamos en un claro del bosque y los Cullen jugaban baseball,
cuando de pronto aparecieron tres nómades. No pude huir, no hubo tiempo, y toda
la familia me rodeó. El líder de los nómades hizo un comentario sobre mi siendo
un snack para el entretiempo y que quería compartir – Bella ignoró los gruñidos
de los tres vampiros presentes. Tal vez ella no se daba cuenta de lo ofensivo
que era lo que había insinuado ese tipo, pero nosotros ciertamente sí – Edward
reaccionó de mala manera al comentario, y una vez que los nómades se fueron, me
llevaron a la casa y nos encontramos con Laurent, uno de los nómades, que nos
quería advertir sobre James, el líder, que era un rastreador increíble y
supuestamente un gran luchador… Él dijo que se largaba, que no quería seguir
arriesgando el pellejo por James y sus juegos. Los Cullen organizaron un escape
en 10 minutos y me enviaron con Alice y Jasper a Phoenix, donde vive mi mamá
mientras el resto se quedaba a cazar a James.
-Con que por eso
estabas tan al sur de tu hogar – Comenté poniendo las piezas del puzle en su
lugar.
-Sí, pero cuando
llegamos a Phoenix nos alojamos en un motel cerca del aeropuerto y Jasper luchó
por noquearme todo el tiempo, pero apenas me adormecía, yo estaba demasiado
alterada. Fue entonces que James logró contactarme, y me dijo que tenía a mi
mamá, y que si no acudía a su encuentro la torturaría y la mataría. No me dejó
opción – Dijo encogiendo los hombros.
No podía creer lo
que oía. Había tantas cosas mal en esa historia…
Habían mandado a
Jasper lejos de la confrontación pero habían dejado a Esme para rastrear y luchar?
Algo no encajaba.
-Entonces pequeña?
Qué pasó? – Preguntó Peter con más paciencia de la que lo creí capaz.
-Edward y los demás
perdieron el rastro de James, y decidieron ir a Phoenix para que Edward me
pudiera recoger y sacar del país… Tratar de seguir huyendo… - Explicó. Pero que
tropa de hijos de puta cobardes! Dejarían a Edward sólo con su “problema” y el
resto se desentendería? Y Jasper? Qué hacía Jasper? – Los fuimos a encontrar al
aeropuerto, y le dije a Jasper que necesitaba ir al baño – Continuó - Él me
esperó afuera pero yo usé la otra salida y corrí hacia los taxis de la salida
del aeropuerto. Subí al primer taxi que vi y le indiqué la dirección del
estudio de ballet que quedaba cerca de la casa de mi mamá… Ahí haríamos el
intercambio de mi madre por mí.
-Oh linda… - Se
quejó Char.
-Para resumir, James
no tenía a mi mamá, ella estaba fuera de la ciudad con su esposo, lo que fue un
alivio. Lo malo es que James quería la emoción de la persecución, pero como yo
fui tan tonta y le hice las cosas tan fáciles, decidió que su blanco no era yo,
sino Edward. Dijo que me mataría lentamente filmándolo todo y le enviaría el
video a los Cullen para jugar con Edward si es que él buscaba venganza – Mierda!
Ya no podía seguir escuchando esa historia! Aún tenía la cámara de video con la
grabación de la tortura de mi mujer en el bolsillo de mi chaqueta. Estaba
completamente tenso y mi pecho vibraba con un gruñido sordo. Bella inconscientemente
estiró la mano y la posó sobre la mía para seguir hablando sin interrupciones –
Si Garrett no hubiera llegado en el momento en que lo hizo… James ni siquiera
intentó beber de mí, a pesar de que yo sangraba de varias heridas… Él quería
torturarme tanto como fuera posible para enardecer a Edward y conseguir un buen
desafío… Nunca voy a poder agradecerte lo suficiente lo que hiciste por mí –
Dijo mirándome a los ojos.
-Eres mía – Le respondí
– Tenemos un problema – Dije a Peter y Char.
-Lo sé – Dijo Peter –
Esto es peor que un simple ataque… Es…
-Alice… - Dijo Char
con tanto veneno como pudo impregnar en esa palabra.
-Alice? Qué pasa con
ella? Es mi amiga, se ha portado muy bien conmigo, a diferencia de Rosalie, que
me odia…
-Rosalie odia a todo
el mundo, pero al menos es honesta al respecto – Dije – No, el asunto aquí es
por qué Alice permitió que se encontraran con esos nómades en el campo de
beisbol?
-Dijo que no los
había visto a tiempo… - Dijo Bella.
-Su don no funciona
así – Respondió Peter – Ella ve el futuro de quienes la rodean en base a las decisiones
personales que los afecten, por eso, si una persona cambia de idea, el futuro
se modifica – Explicó.
-Y…? – Preguntó Bella
sin entender.
-Y Alice seguro vio
a los nómades desde el momento que captaron el rastro de los Cullen. Si James
era un rastreador medianamente decente, el rastro de los Cullen lo percibió muy
lejos de donde se encontraban ustedes, y decidió conscientemente el buscarlos, y
no evadir la zona ocupada por otros vampiros.
Bella se negó a
decir palabra. Creo que le dolía más la traición que las heridas recibidas.
-Y si Alice quería
que los nómades conocieran a Bella y comenzara la persecución, por qué traerla ella
misma a Phoenix? – Preguntó Char.
-Sólo se me ocurre
una respuesta… - Dije.
-Jasper – Dijimos Peter
y yo al unísono.
-Qué hay con Pa´? –
Preguntó Char.
-Te imaginas como se
debe estar sintiendo en este momento? La culpa? Como lo deben estar tratando
todos? El desprecio, la decepción y el enojo que deben estar proyectando hacia
él? Deben estar barriendo el piso con Jas, y esa enana maldita tiene más
municiones para mantenerlo como su títere haciéndolo sentirse una mierda que no
merece nada mejor… Para mantenerse como su salvadora, la heroína que tiene que
aguantar al eslabón más débil – Le dije.
-De hecho siempre me
han parecido sospechosas las “recaídas” de Jasper… Todas me han sonado como
situaciones predecibles o evitables, especialmente teniendo una esposa que ve
el futuro. La enana decidió hacerlo débil y dependiente – Dijo Peter furioso.
-Pero por qué se
quiere deshacer de mí? – Preguntó Bella con lágrimas corriendo por sus mejillas
– Qué le hice yo?
-Nuevamente, sólo se
me ocurre una respuesta… - Respondí.
-Edward – Dijimos Peter
y yo al mismo tiempo.
-Es cierto…! –
Murmuró Char – Te has fijado en la relación tan cercana que tienen Alice y
Edward entre sí? Apuesto que el que Edward por fin tuviera novia tuvo que tener
su impacto… Ya no tendría tanto tiempo para la mini-bruja…
-Pero creen que Edward
tuvo algo que ver? Que sabía algo? – Preguntó Bella con voz temblorosa.
-Lo dudo – Le dije –
Para qué tendría una novia por primera vez en cien años si no es lo que quería?
No, Edward no tiene motivos para querer deshacerse de ti, si se aburre de ti
simplemente podría terminar contigo. Además dudo que hiciera algo que pudiera
molestar a Carlisle, en su mente aún paga por sus pecados cometidos cuando se
comportó como un vampiro normal décadas atrás. Y por último, fue él el que te
acosó a ti, no al revés… - La tranquilicé.
-Y si Alice vio lo
que sucedió en el salón de los espejos, significa que sabe dónde estoy? Y que
Edward puede leer en su mente la información? – Preguntó Bella.
-Alice seguro vio la
paliza que te dio James, pero cuando parecí yo en escena, te perdió, porque yo
nunca quiero que ella me vea, así es que no me ve, te acuerdas que te mencioné
algo al respecto? – Respondí y ella asintió – Además todos en la familia saben
engañar al don de Edward, él sólo escucha lo que piensas en el momento, y nadie
piensa en cosas personales frente a él.
-Bueno, mientras no
sepamos qué pretende Alice, no es mucho lo que podemos hacer – Dijo Char.
-Sí lo hay. Tenemos
2 vampiros que cazar. La pareja de James, que seguro va a buscar venganza, y el
otro que huyó, ese tal Laurent, que en cualquier momento se puede volver a
aliar con su clan ahora que James no está para intimidarlo – Dijo Peter.
-Laurent dijo que el
peligroso era James, no Victoria... – Dijo Bella.
-Pequeña, no podemos
confiar sólo en la palabra de un miembro de un clan enemigo – Dijo Peter.
-Entonces debemos
prepararnos! – Dijo Char – Supongo que a la primera que hay que seguir es a la
mujer… Para ella va a ser personal, mataste a su compañero.
-Victoria – Le
recordó Bella.
-Sí, Victoria… El
único que puede rastrearla… - Dijo Char.
-No! No está listo!
Es un desastre! – Interrumpí yo – No me malentiendan, lo quiero de vuelta tanto
como ustedes, pero él ya no es lo que fue.
-Char tiene razón –
Dijo Peter. Jasper es el único que la ha olido, por lo tanto el único que puede
rastrearla. Y aunque no fuera así, este es el momento de sacarlo que ese lugar.
Lo debe estar pasando peor que nunca y lo voy a traer aunque sea por la fuerza
y le vamos a hacer una intervención… Y aunque sea a patadas en el culo vamos a
hacer que le bajen las bolas que se le retrajeron cuando conoció a la enana
endemoniada.
-Vamos Pete! –
Exclamó Char, le dio un beso en la mejilla a Bella y exclamó – Vamos a rescatar
a Pa´!
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Rescatemos a
Jasper! Yay!
Cuéntenme qué les
pareció la historia de Garrett…
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