Vale chicas, por clamor popular, escribo este outtake sobre Bella y
Demetri. Les quiero advertir que leen esto a su propio riesgo, y las amantes de
Félix, aléjense ahora! No puedo recalcarlo más firmemente, si no les gusta
Demetri, deténganse y quédense con el epílogo de esta historia. No recibo
reclamos de las que se sientan pasadas a llevar o estafadas, o de quienes me
reclaman porque “esta es una historia Bella/Félix pero Demetri parece el
protagonista…”.
Lo entiendo, Demetri fue creciendo con fuerza propia, me encantaba
escribirlo, y era (a mi parecer) lejos el personaje más multidimensional de la
historia.
Esto es simplemente un vistazo
al futuro, un ejercicio de “qué pasaría si es que…?” y cada vez me comenzó a
parecer más probable que la historia acabara con este final unas décadas
después del epílogo. Ustedes me dirán qué opinan.
Que disfruten!
&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&
Y si…?
Outtake MoAM
Yo que pensé nunca me
iría de ti que es amor
Del bueno de toda la
vida pero
Hoy entendí que no
hay suficiente para los dos
No voy a llorar y
decir
Que no merezco esto
Porque es probable
que
Lo merezco pero no lo
quiero por eso me voy
Qué lástima pero adiós
Me despido de ti y me
voy
Me voy / Julieta Venegas
BELLA POV
Félix se había ido de viaje otra vez.
Y otra vez no me había llevado.
Aún con todas las demostraciones que había dado de mi poder
a lo largo de mis años en la Guardia, aún con todas las décadas de
entrenamiento en lucha cuerpo a cuerpo que había aguantado, él seguía siendo
imposiblemente sobreprotector, cayendo en lo patológico. Cualquier riesgo era
demasiado alto, lo imprevisto era aterrador, me encerraba, me ocultaba, me ahogaba…
En teoría lo entendía, de verdad que sí, después de la
experiencia que vivimos en manos de los egipcios, cualquiera quedaría
traumatizado. Él estaba aterrado de perderme, pero ese miedo me asfixiaba. No
me dejaba ir sola a ninguna parte, interfería en mi trabajo y hasta se
involucraba en mis amistades… Me estaba
volviendo loca, y la gota que rebalsó el vaso había sido prohibirme acudir a
una misión rutinaria de mediano riesgo en la que debíamos someter a un clan que
estaba causando estragos en África del Norte.
No sería difícil ubicarlos, ese clan no eran nada discreto, por
lo que Demetri no era necesario esta vez. Tampoco había reportes de dones entre
ellos, por lo que yo no era estrictamente indispensable. Eso bastó para que Félix
lo decidiera: Bella no iría porque
él, el general de la Guardia, lo ordenaba.
Maldita sea, odiaba cuando me aplastaba con su rango, porque
no había discusión posible, él era mi superior y él mandaba… Y no podía apelar a
Los Reyes sin desautorizarlo frente a toda la Corte, por lo tanto estaba
atrapada.
oooOooo
Después de que se fue, dándome el mismo sermón de siempre,
con las mismas instrucciones de todas las veces, me quedé encerrada en nuestra
habitación por horas, amurrada, viendo tele basura y maldiciendo su maldita incapacidad
de superar lo que pasó.
Poeque yo había dado vuelta la página.
Lo que vivimos fue horrible, aunque claro, yo nunca sufrí una
tortura al nivel de lo que soportó él, pero igual fue espantoso. Más allá de mi
sufrimiento físico, vi cómo despedazaban a Demetri y pensé que habían matado a
Félix ante mis ojos, por lo que por momentos perdí toda esperanza…
Pero había una diferencia.
Yo tenía a Dem.
Él sufrió conmigo, sintió lo que yo sentí y nos vengamos de
quienes nos torturaron lado a lado. Y cuando todo fue parte el pasado, fuimos
capaces de hablar de lo ocurrido entre nosotros, no sin dificultad, pero sin
que el tema fuera tabú.
Félix en cambio, se cerró como una ostra. No habló con nadie
más que Jasper, muy de vez en cuando y sólo al principio. No pidió ayuda ni
recibió la que le ofrecieron. Se aferró a mí y se obsesionó con mi seguridad.
Primero fueron pequeños detalles, cosas sin importancia,
pero con el pasar de los años fueron creciendo hasta transformarse en una
locura insoportable, en una obsesión por el control total de su entorno, llegando
a nuestra situación actual.
A una relación forzada aplastando lo que alguna vez fue
tierno y espontáneo.
A él siempre tenso por cada una de mis pequeñas escapadas,
las mismas que hice siempre, aun siendo humana…
A mí sin poder hacer lo que debo hacer. Lo que fui creada
para hacer. Ser un soldado.
A sus celos eran patológicos. Nadie se nos podía acercar.
Nadie me podía tocar.
Félix era cada vez menos paciente, y ya casi no tenía
sentido del humor.
También estaba cada vez más violento. No conmigo, al menos
no físicamente, pero si estallaba por nada y peleas que antes no se hubieran
producido ahora eran algo cotidiano…
Creo que simplemente yo ya no le gustaba como antes, porque
las mismas cosas que le causaban gracia o hasta ternura eran ahora motivo de
enormes desacuerdos.
Y no digo que no me amara... A su manera lo hacía… Pero definitivamente
no éramos lo que fuimos al principio.
Eso no significaba que todo fuera malo, o que no
funcionáramos para nada como pareja. Había días buenos que me recordaban al
hombre del que me enamoré. Ese hombre dulce y caballeroso que se desvivía por
hacerme feliz…
Y luego estaban los días malos…
Lamentablemente Tía sólo había podido borrar las marcas de
su cuerpo… Su alma estaba maltrecha y me parecía que cada día empeoraba, como si
fuera una gran cicatriz que cerró las heridas para que no sangren, pero es fea,
rígida y tirante, y atrofia los músculos haciéndolos inútiles...
Toc, toc, toc.
La puerta. Alguien interrumpió mis cavilaciones. Estaba tan
concentrada que ni me di cuenta de que alguien se acercaba.
Mal. Muy mal.
Toc, toc, toc – Insistió. Me quedé callada y no respiré. Tal
vez se largaran.
-Fiore, abre, sé que estás ahí, puedo olerte – Dijo Dem. Su
sentido del olfato estaba súper desarrollado, una característica de su don como
rastreador.
-Pasa – Dije sin molestarme en levantarme, moverme o
cambiarme mi lindo pijama vintage, consistente en una camiseta blanca sin
mangas, estampada con Poh de “Los Teletubies”, y un short rojo que me llegaba a
la mitad del muslo. No importaba, Dem me había visto antes con mucho menos,
había estado frente a él en bikini montones de veces.
-Agh! Fiore! Es necesario exhibir un banquete frente a los
pobres? – Exclamó con gestos dramáticos, cubriéndose los ojos.
-Tú tienes tu propio buffet, no te hagas la víctima. Además
ella no se larga sola cada vez que puede – Respondí golpeando la cama para que
se sentara a mi lado – Quieres ver tele conmigo? – Le ofrecí. Él negó con la
cabeza – Vamos, es el último Reality Show de sobrevivencia, es realmente
espantoso, conjuga todo lo que está mal en la humanidad en esos 8 participantes…
-No Fiore, vamos a salir, vístete – Me dijo.
-Adónde vamos? Qué me pongo? – Pregunté.
-Vamos a los cerezos, y quiero que uses un vestido – Me
indicó.
-Quieres uno de mis vestidos viejos? Esos que me regalaron
Las Reinas cuando llegué? – Pregunté – Hace años que no uso uno…
-Sería perfecto – Dijo él y se lanzó a la cama y comenzó a
hacer zapping.
Yo me metí de cabeza en mi closet y elegí un vestido, ropa
interior (sólo bragas, el vestido no permitía brasier) y zapatillas de lona blancas
y me fui al baño. Me di una ducha rápida, me lavé el cabello y me lo sequé
apurada. Me calcé las zapatillas y el vestido, un modelo muy bonito que
sujetaba la parte superior de color rojo con unos pabilos muy finitos, y la
falda era amplia y estaba hecha con una tela blanca con cuadrillé rojo. Tenía
botones falsos adelante pero se abrochaba con un cierre en la espalda.
Una vez vestida, tomé mi cabello en dos coletas sueltas a
los lados, dándome un aire inocente, como de campesina o pastora, o chica que
ordeña vacas... Pensé que a Dem le causaría gracia, pero de todos modos esa
imagen la contrarresté con labial “rojo puta”, y una vez lista me di una mirada
crítica al espejo, y me gustó lo que veía.
Hacía ya bastante tiempo que había superado mis problemas de
autoestima. No es que me encontrara perfecta, pero al menos era capaz de
apreciar más objetivamente quién era y cómo me presentaba a los demás.
Mmmmmh… Todo en orden, aunque claro, los zapatos no eran los
“adecuados”, pero iba al campo! No podía ir con tacos.
Salí del baño y Dem me miró fijo y sin expresión mientras me
acercaba.
-Bien? – Pregunté tomando su mano y tirando de él para que
se pusiera de pié.
-Bien Fiore, bien – Suspiró gravemente, y besó mi frente.
Luego posó su mano en mi espalda baja y me empujó hasta la puerta. Alcancé a
tomar mi bolso y salimos.
-Tía va con nosotros? – Pregunté. Él respondió con un rápido
movimiento de cabeza negativo y no dio más explicaciones… Y claro, yo no las
pedí. En primer lugar porque en el castillo uno nunca sabía quién estaba
escuchando, y segundo porque Dem siempre me decía todo… Ya me contaría lo que
lo aproblemaba cuando estuviera listo.
Afuera estaba nublado, así es que decidimos caminar al otro
estacionamiento. Tomé su brazo y caminamos tranquilamente, más de paseo que con
un propósito. Con nosotros siempre era así… El viaje lo disfrutábamos tanto
como el destino... Pasar tiempo juntos era el premio.
Llegamos como en media hora a su estacionamiento y subimos a
su nuevo todoterreno. El viejo Land Rover que tanto amábamos había expirado
hacía mucho tiempo ya, lo que era razonable, además los motores a combustión
estaban prohibidos desde hacía décadas para privilegiar tecnologías limpias.
Dem manejó en silencio durante una hora y mientras más
distancia poníamos entre el castillo y nosotros más se tensaba. Finalmente su
mandíbula se apretó y comenzó a asumir su expresión de soldado, dura e
impenetrable, con la barbilla levemente levantada y ojos duros y desafiantes.
Era su máscara. Su máscara para no sentir.
-Puedo prender la radio? – Pregunté tratando de animarlo.
Era sólo una formalidad, la encendería de todas formas.
-Vas a cantar? – Preguntó de vuelta.
-Lo más probable es que sí – Dije honestamente encogiendo
los hombros.
-Entonces puedes – Sonrió un poquito, de lado.
Y la prendí.
Y canté, tarareé e inventé las partes que no me sabía. Canté
hasta los jingles de los comerciales. Fuerte. Me encantaba viajar, aunque fuera
cerca. Era como estirar las piernas después de estar mucho rato en la misma
posición. Evitaba que me atrofiara.
Adoraba mover el asiento del jeep lo más atrás posible y
apoyar los pies desnudos en el borde de la ventana abierta. Así me daba el
viento en todo el cuerpo, una sensación maravillosa en mi piel de piedra.
Probablemente no era la posición más femenina del mundo pero a Dem le daba lo
mismo lo que yo hiciera en nuestro tiempo juntos.
Canté y canté y canté y Dem se mantuvo sumido en sus
pensamientos, aunque de vez en cuando me miraba y sacudía la cabeza con la
sombra de una sonrisa nostálgica.
Hasta que llegamos.
El lugar se mantenía igual. Dem estacionó en cualquier
lugar, sacó un par de cojines y yo una manta y caminamos a nuestro árbol. Estaba
viejo, más nudoso y reclinado, pero seguía siendo hermoso, todo florido y
haciendo nevar pequeños pétalos. Me sentí transportada en el tiempo a día de
nuestro “matrimonio”.
Estiré la manta, Dem lanzó los cojines al suelo y se sentó
apoyando la espalda contra el tronco. Yo, siguiendo un movimiento ensayado
durante décadas, me quité los zapatos, me arrodillé, arreglé mi vestido,
tironeé los zapatos de Dem y me recosté perpendicular a él, con mi cabeza
apoyada en su estómago.
Dem tomó mi mano derecha entre la suya para jugar con mi
anillo, el único que llevaba y que no me sacaba jamás, y con la otra tomó un
mechón de una de mis coletas y comenzó a molestarme haciéndome cosquillas en la
nariz, las mejillas, el cuello, las orejas…
Lo dejé, arriscando la nariz cuando su juego me molestaba,
pero paciente, porque él aún no quería hablar.
Pasamos alrededor de una hora así, sintiendo el aroma del
pasto, la tierra, las flores, el aire puro. Se escuchaba el sonido leve del
viento entre la copa de los árboles y el agua del río correr. Todo esto era mi
hogar. Más que ningún otro lugar en el mundo, justamente bajo ese árbol me
sentía segura, amada, contenida.
Me pregunté, no por primera vez, cuánto de esto era también
de Tía. No era correcto, pero el pensamiento me producía una punzada de celos.
Odiaba ser así, tan egoísta. Yo quería que él fuera feliz, pero sentía que este
trozo de Dem y este trozo del planeta, eran por derecho propio, sólo míos.
No lo eran. Por supuesto que no lo eran. No tenía derecho.
Yo había elegido a Félix todos esos años atrás y había empujado a Dem y Tía
para que se emparejaran… Todo era así porque yo lo decidí, y me tenía que hacer
cargo de las consecuencias.
-Me voy, Fiore – Dijo de pronto Demetri con voz ronca y un
tono casual, como hablando del pronóstico del tiempo – Vinimos porque quería
que nos despidiéramos a solas… Evitar escenas frente a los demás…
Fue como si me hubieran simultáneamente pateado el estómago
y electrocutado. Me senté shockeada y me giré hacia él.
-Nunca… NUNCA! Juegues con eso – Le dije golpeando su brazo,
furiosa.
-No juego – Dijo mirándome a los ojos, impasible – Es hora,
lo he estado aplazando por demasiado tiempo y no puedo hacerlo más…
-De qué estás hablando? – Pregunté sintiendo las lágrimas
escocer en mis ojos y una horrible sensación en el pecho. Era como… Como tener
una taquicardia sin tener latidos del corazón, como un ataque de pánico, como
una sensación de que ya nada volvería a estar bien en el mundo. Se sentía como que
si cerraba los ojos el tiempo suficiente, moriría, pero a la vez no los quería
abrir porque me negaba a ver lo que estaba pasando.
No era cierto…
No era cierto…
Respira… Exhala… No es cierto… No lo es…
-Ya no puedo Fiore… – Dijo estirando el brazo para acariciar
mi mejilla. Se lo aparté de un manotazo, furiosa.
Cómo se atrevía? Con qué derecho…? Cómo…? La vida sin Dem…
No, no, no, no…!
Era una estafa…
Era hacer trampa…
Iba contra el orden natural de las cosas…
Dem y yo estaríamos juntos siempre! Era así, era así!
Lo miré sin saber qué decir. Esperé que continuara. Él dejó entrever brevemente que
estaba herido por mi rechazo a su caricia y angustiado por lo que estaba
diciendo, pero rápidamente volvió a componer su rostro en esa máscara fría y
horrible.
-Traté, Fiore… Llevo… Décadas tratando… - Dijo medio ahogado
– Pero no puedo seguir, necesito un cambio, todo esto me está matando!
-Qué? – Pregunté – Qué es lo que te está matando? Cómo te
puedo ayudar? – Pregunté intentando con todas mis fuerzas de no sollozar
abiertamente.
-Ha! – Rió sin una pizca de humor, sacudiendo la cabeza – No
Isabella, tú menos que nadie me puede ayudar.
-Hice algo malo? Te ofendí de alguna manera? Como lo puedo
arreglar? – Pregunté tomando una de sus manos entre las mías, y sintiendo que
se me rompía el corazón en mil pedazos.
-No Fiore, sólo hiciste lo que tenías que hacer… - Dijo
estirando el brazo nuevamente para despejar de mi cara un mechón de pelo que
desordenó el viento. Esta vez lo dejé.
-Hablas de Félix, verdad? – Pregunté. Él no dijo nada – Pero
Dem, yo pensé… Pensé que con Tía tú…
-Pensaste lo que querías pensar – Me interrumpió duramente –
Pensaste lo que te hacía sentir mejor, en paz contigo misma.
-Y todo este tiempo que llevan juntos? – Susurré.
-Lo intenté – Repitió – Pero no resultó.
-Pero ella te ama… - Susurré.
-Y yo le tengo cariño. Es una buena chica, nada de esto es
su culpa. Es simplemente daño colateral. De cualquier modo yo nunca he sido
bueno para ella, soy demasiado oscuro y sarcástico. No compartimos el mismo
sentido del humor, mucho menos los mismos valores… Ella es siempre dulce y
buena y desinteresada… Es como vivir con un puto ángel! – Exclamó. Me sentí un
poco ofendida. Ridículo, lo sé, pero si Tía era un “puto ángel” y él no la
quería a ella pero a mí sí, eso en qué me convertía?
-Y entonces yo…? – Pregunté tímidamente.
-Tú eres todo, siempre lo has sido. Eres buena y mala,
luminosa y oscura. Inocente y pervertida… Isabella tú no sabes cuánto te he
amado durante todos estos años mientras trataba de hacer lo correcto. Traté de
vivir una vida normal por ti, una vida que me permitiera seguir a tu lado, pero
no aguanto más. No soporto a Tía y eso no está bien porque ella no tiene la
culpa de nada, no tiene la culpa de que me hayas envenenado el alma, no puede
luchar contra tu influjo. En realidad ni lo intenta, nunca lo intentó, ella
sabe que estás ahí entre nosotros desde el día en que nos conocimos… Eres un
tercero en nuestra cama - Admitió. Me odié por el daño que había producido a mi
amiga. Porque ella era mi amiga, a pesar de los celos que me producía a veces y
que trataba de enterrar en lo más profundo de mí.
-Dem… No tomes decisiones apresuradas, piénsalo un poco! –
Rogué.
-Apresurada? Es una decisión que debí haber tomado a la
semana de haberte conocido – Afirmó.
-Pero… Demetri yo no puedo… no…Dem… Tú no puedes… No tienes
derecho…! Yo… Yo… - Sollocé tomando su rostro entre mis manos firmemente – No
puedo vivir sin ti!
-Puedes y lo vas a hacer – Afirmó él duramente – Elegiste a
Félix, y está bien, es un buen hombre, pero no me pidas que siga viéndote
partir juntos por las noches y oler el aroma del sexo por las mañanas. Hay un
límite, Isabella, hay un punto en el que ni yo puedo seguir aguantando.
-Dem no me hagas esto – Le rogué cada vez más desesperada.
No era sólo pena, era una desolación absoluta, era perder lo que más valoraba…
Dem era mi “para siempre”, eso lo sabía desde nuestro “matrimonio”, y contaba
con él. Perderlo era una opción imposible, impensada.
Porque lo amaba.
Lo amaba. Era tan claro ahora…
Dem era mi faro en la tormenta, mi dirección y mi apoyo, mi
única certeza en un mundo cambiante…
Siempre supe que era importante para mí, rápidamente acepté
que era mi alma gemela, lo acepté como mi confidente y como mi camarada… Pero
sólo ahora, a puertas de perderlo, dimensionaba la inmensidad de mi amor. Dimensionaba
mi necesidad por su presencia, por sus manos siempre jugando con las mías, por
sus susurros inapropiados diciéndome chistes sucios, por su risa sarcástica
burlándose se los demás, por sus consejos moralmente cuestionables, por su fachada
dura y su interior dulce… Un interior dulce y sincero sólo para mí. Por su amor
crudo y constante y salvaje y expuesto y sangrante…
-Dem, yo te amo – Susurré mirándolo a los ojos sin soltar su
rostro, mirándolo fijamente.
-Isabella, suéltame! – Exclamó molesto, tratando de
retroceder – Estás hablando desde la desesperación. No trates de usar palabras
que no entiendes!
-Estoy hablando desde el corazón – Afirmé - Te amo. Siempre
te he amado. Tú siempre lo supiste, y a pesar de eso me dejaste cometer mis
errores durante todos estos años… He sido una imbécil y te amo – Respondí
acercándome cada vez un poquito más.
-No Isabella, suéltame – Dijo con voz un poco menos firme –
Cuando consigas lo que quieres vas a volver a jugar a la casita con Félix. No
voy a caer. Eres lo único contra lo que no tengo defensas, y te he permitido
destruirme una y otra vez…
-Dem, te amo – Dije rozando sus labios, esperando permiso
para besarlo – Te amo, te amo, te amo, no puedo, no quiero vivir sin ti… Lo
siento por no aceptarlo antes, siempre he tenido miedo a darnos una oportunidad
y que no resulte y perderte… Pero me niego a perderte sin habernos dado una
oportunidad… Por favor Dem, va a ser difícil, vamos a pelear, nos vamos a
reconciliar… Pero vamos a volver el uno al otro porque somos partes de un todo,
inseparables… Y tú me lo prometiste, eres mi “para siempre”… Te amo Dem, te amo
– Dije tan cerca de su boca que cada palabra acariciaba sus labios.
-Es verdad Fiore? Hablas en serio? No lo dices sólo para que
me quede? – Preguntó ahogado, claramente conteniendo su emoción.
-Hablo muy en serio, de hecho… De hecho no quiero que te
quedes, quiero que me lleves contigo – Dije comenzando a hacer planes.
-Me hablas en serio? – Preguntó retrocediendo para estudiar
mi expresión.
-Necesitamos tiempo a solas. Además Tía y Félix van a
resultar heridos con esta decisión, y no es justo que se lo restreguemos en la
cara. Yo puedo trabajar a distancia, la Corte estaría protegida y si hay casos
especiales puedo viajar… Asumo que tú ya tienes permiso de Aro si es que
estabas notificándome tu partida? – Pregunté.
-Sí, hablé con él anoche – Respondió.
-Y Tía? – Pregunté.
-Lo sabe… Siempre lo ha sabido y yo nunca lo negué –
Respondió. Qué vergüenza, yo considerando y tratando a Tía como una amiga
durante todos estos años y ella sabía que yo aún era un peligro inmediato para
su relación. Si, ella era un ángel… - Entre turno y turno logré hablar con ella
esta madrugada… Como te dije, es una maldita santa. Me dijo que me deseaba lo
mejor y se fue a alimentar a la gente que vive en la calle.
Oh, es verdad... Tía trabajaba como enfermera en el hospital
y era voluntaria en al menos tres organizaciones de caridad. Cualquier día
recibíamos la propuesta de su canonización desde el Vaticano.
-Entonces… Tengo que ordenar mi lado de las cosas – Le dije
– Pero lo voy a hacer lo antes posible, lo prometo.
-Isabella, hablas en serio? – Preguntó, insistiendo en
llamarme “Isabella” cuando estaba molesto o trataba de distanciarse de mí, a
pesar de que era también el nombre de mi hija, la hija de Gianna, lo que lo
hacía confuso a veces.
Suerte para todos que ella se había emparejado y se había
ido a vivir a Australia, con lo que escapó del influjo opresor de Félix, que como
padre era excelente, pero terriblemente sobreprotector.
-Te amo – Beso en la mejilla – Te amo – Beso en la frente –
Te amo – Beso en la punta de la nariz – Te amo – Beso en la otra mejilla – Te
amo – Beso en la comisura de la boca – Te lo juro Dem, te amo, siempre lo he
hecho, sólo necesitaba un empujón para admitírmelo a mí misma… - Dije y lo besé
con toda la suavidad del mundo, de lleno en los labios.
Así es como nuestro primer beso debió ser. Bocas rozándose y
luego acariciándose, lenguas asomándose tímidas y poco a poco con más
confianza… Estábamos los dos arrodillados sobre la manta, mis manos en su
cuello y las suyas en mi cintura, labios chupando, dientes mordisqueando,
lenguas girando… Dios! Había olvidado lo que era besar a Demetri, lo hacía tan
bien, la forma de nuestras bocas se amoldaba perfectamente entre sí, el cómo se
movía tentándome, incitándome, provocándome a besarlo más fuerte, más duro, más
profundo, a beber de su aliento hasta saborear su esencia…
Gemí.
No pude evitarlo, simplemente gemí y me aferré fuerte a su
cabello, lo que se tradujo en un aumento en la intensidad de lo que hacíamos.
Los besos se volvieron desesperados, las caricias menos delicadas y
premeditadas, sin poder esperar otro segundo para sentirnos por primera vez…
Acerqué mis manos a su cintura y levanté su camiseta,
pidiéndole ayuda para quitársela sólo con gestos. Dios! Demetri era hermoso! Su
cuerpo no era intimidante como el de un luchador profesional, como el de Félix,
sino como el de un nadador, con músculos largos y elegantes.
Delineé con la yema de mis dedos los bordes de sus
abdominales y la sexi V de sus caderas, tocando lo que había memorizado de
vista, mientras él bajaba los pabilos de mi vestido. Una vez que los bajó
delineó el cierre en la espalda. Yo le sonreí y asentí levemente, y él, muy
despacio, bajó el cierre.
Poco a poco mi vestido cayó dejándome vestida sólo en unas
pequeñas bragas rojas.
Dem abrió mucho los ojos y se detuvo, retrocediendo.
Si lo hubiera conocido menos me habría ofendido, pensando
que se había arrepentido o que no le gustaba lo que veía, pero yo sí lo
conocía. Dem simplemente no sabía cómo actuar ante lo que había deseado durante
tanto tiempo, temiendo hacer algo mal y que lo rechazara y perdiera esta única
oportunidad.
Bueno, eso y que me quería ver bien los pechos…
Tomé su mano y la dirigí a mi pecho desnudo, haciendo que su
mano me cubriera completamente. Puse mi palma sobre el dorso de su mano y
apreté justo con la intensidad con la que lo quería sentir.
-Tócame Dem – Susurré – Te puedo tocar yo? – Pregunté. Él
asintió y yo poco a poco desabroché sus jeans y los bajé. Oh sorpresa, iba
comando…
Después de maniobrar un poco, más bien torpemente, quedamos
los dos desnudos el uno frente al otro. Estábamos tan tímidos, tan inseguros,
con tanto miedo de arruinarlo todo que él ya no era el galán de las miles de
mujeres ni yo una mujer con décadas de experiencia. Éramos un par de novatos
temblando ante cada toque.
Pasé las palmas de mis manos por su torso y él cerró los
ojos sin ni respirar. Me acerqué de a poco mientras masajeaba sus pectorales
hasta que mis pechos tocaron su piel y mi boca quedó a la altura de su
clavícula.
Besé desde un hombro hacia el otro dejando un rastro de
besos húmedos. Nuestra piel rozándose creaba un calor maravilloso, deliciosas cosquillas
que nunca antes sentí.
Dem se dejó hacer.
Él necesitaba que después de tantos años de negativas mi
“SI!” fuera contundente y libre de dudas. Necesitaba convencerlo.
Acaricié su espalda mientras comencé a besar su cuello, y
cuando llegué a ese sensible espacio bajo el lóbulo de la oreja, mordí, no lo
suficientemente fuerte para traspasar su piel pero sí para que lo sintiera.
Él gruñó.
-Eres mío – Afirmé – Te voy a marcar Demetri, no hoy, no
ahora, pero pronto, y todas van a saber que eres mío y de nadie más. La mía va
a ser la única marca que vas a llevar en tu piel…
Dem reaccionó ante esto como una bestia. Se lanzó sobre mí
empujándome al suelo sobre la manta, y me cubrió con su cuerpo, dominando
completamente el mío.
Me besó con un hambre que no conocí jamás, bordeando en la
violencia, sus caricias eran un placer exquisito que bordeaba en el dolor,
todas las sensaciones eran intensas y aumentadas por el sentimiento de
culminación de un proceso que veníamos arrastrando por demasiado tiempo.
Besó mis pechos chupando sus contornos como si quisiera
marcarlos con sus labios. Mordisqueó mis pezones hasta que no supe si
quitármelo de encima por bruto o acercarlo y obligarlo a penetrarme en ese
preciso instante.
Gemí, lo arañé, me sacudí, grité, y él siguió en modo
cavernícola, bajando por mi cuerpo, lamiendo, besando, chupando y marcando con
su esencia cada parte de mí. Hasta mi ombligo recibió ese tratamiento,
combinando sensaciones deliciosas con un poco de dolor que hacían que mis terminaciones
nerviosas saltaran ante su contacto.
Lo entendía… Cómo no hacerlo? Me estaba haciendo el amor,
pero de alguna forma me castigaba por los años de agonía que le causé.
Nunca había tenido relaciones de esa manera, tan intensa y
salvaje, con tantas emociones desatadas.
Cuando llegó a mi sexo, literalmente se sumergió en mí. Bebió
mi excitación como si fuera ambrosía, no sólo saboreándome, sino marcándose a
sí mismo con mi olor.
Tomó mi clítoris entre sus labios y me penetró con los dedos
hasta que a los pocos minutos me retorcía con orgasmos que se sucedían en
oleadas, provocando largos ciclos de placer que casi me dejan ciega.
-No puedo más – Me dijo subiendo para susurrar en mi oído. Estaba
impregnado de mí – No puedo esperar más…
-No… No esperes… Hazlo Dem… Hazlo… - Jadeé tomando sus
glúteos con mis manos y empujándolo hacia mi centro. Mis pies rodeaban sus
pantorrillas y no había ningún lugar de nuestros cuerpos que no se estuviera
tocando aunque fuera un poco.
-Te voy a hacer mía, Fiore – Me susurró en un tono íntimo y
sexi, lleno de promesas que sabía que iba él a cumplir. Dem nunca, nunca me
había decepcionado.
-Como siempre debió ser – Le dije besándolo tentativamente.
Él respondió al beso devorándome la boca y luego de un par de minutos se retiró unos centímetros.
Mirándome a los ojos emitió sólo una palabra… – Mía?
-Tuya… - Confirmé y él moviéndose con velocidad vampírica me
mordió el cuello y me penetro a la vez.
La mordida y el veneno me ardieron como hijos de puta, a
pesar de que mi cuerpo lo reconoció como el veneno de mi creador. He sufrido
algunas mordidas en batallas con otros vampiros, y la sensación era
completamente distinta. Dem no me estaba tratando de dañar, simplemente volvía
a marcarme.
Y además el dolor era temperado con el placer de sentirlo al
fin dentro de mí.
Al principio no se movió, pasaron unos segundos en los que
ninguno de los dos respiró, hasta que yo gemí y jadeé. Entonces pasaron dos
cosas. Primero, soltó el agarre de sus dientes y comenzó a lamer el mordisco
tiernamente para sanarlo; y segundo, sus caderas empezaron a rotar, buscando
los puntos más sensibles en mi interior.
Esa primera vez ninguno de los dos fue cool ni demostró una
gran pericia sexual. Fuimos más bien torpes, brutos y animalescos. Eso no era
sexo refinado o una demostración técnica de seducción. Era pasión desatada,
posesión y reafirmación. Era la necesidad de compenetrarnos en cuerpo y alma,
de mezclar nuestros olores, de reconocer nuestros sabores, de amarnos sin
medida, porque por fin podíamos. Porque al fin yo lo permitía.
Dios! Tanto tiempo perdido! Tantos noes, tanto temor a
arriesgarme… Si no hubiera sido porque éramos inmortales no me lo habría
perdonado jamás, pero gracias a dios, aún teníamos una eternidad por delante.
Se lo compensaría.
Lo haría feliz.
Dem nunca se arrepentiría de darme una nueva oportunidad cuando
ya había renunciado completamente a mí.
oooOooo
Cuando terminamos ya era de noche. Nuestra vieja manta
estaba toda arrugada y en algunos sitios rasgada y los cojines eran simples regueros de plumas.
Dem estaba apoyado nuevamente con la espada en el tronco de
nuestro árbol y yo descansaba con la espalda en su pecho. Sus brazos me
rodeaban con fuerza a pesar de nuestra postura relajada. No trataba de
retenerme, simplemente necesitábamos sentirnos mutuamente.
Con mi rostro en su clavícula levanté la nariz para
olisquear su cuello. Ya no olía sólo a él. Nuestras esencias estaban fundidas
en una sola, deliciosa y llena de connotaciones.
-Te amo – Dije besando su manzana de adán.
-Dilo de nuevo – Dijo mordisqueando mi lóbulo.
-Te amo – Le respondí.
-Esto es sólo porque te dije que me iba? – Preguntó
titubeante, a pesar de lo que recién había ocurrido.
-No – Respondí besando su mejilla - Es porque un día te
encontré borracho como una cuba en tu habitación, frustrado y sin saber qué
hacer porque yo te había advertido que no volvería a dirigirte la palabra por
amenazar con comerte a Gianna. Te desesperaste y me gritaste: “Me dueles Chica
Zombi, me dueles y te odio y te amo y me dueles…”, y nunca he escuchado algo
más dulce y terrible Dem, calaste muy hondo en mí… Por eso se me ocurrió lo de
nuestro “compromiso”… Necesitaba amarrarte a mí y necesitaba darte una promesa
a ti. Esas fueron las palabras más hermosas que me han dicho jamás, Demetri, y
resumen lo que tú eres. Por eso te amo, porque no me muestras ilusiones o
falsas promesas. Me muestras a un hombre de verdad, con defectos y virtudes, y
me has hecho amar ambos. Me conoces, y te entregaste sin condiciones, sabiendo
que tus probabilidades no eran las mejores… Te amo Dem, porque soy tuya desde
siempre y ya luché con uñas y dientes contra esto todo lo que estoy dispuesta a
pelear. Ahora cierro los ojos y me entrego a ti esperando lo mejor.
-Va a ser difícil – Afirmó.
-Lo sé – Respondí.
-Félix va a sufrir – Me advirtió.
-Tuvimos una larga y hermosa relación – Respondí – Si no
funcionó, no funcionó. No pretendo engañarlo, y de verdad le deseo lo mejor. Estuvimos
juntos muchísimos años y lo amé… - Dije apretando su mano antes de que me
interrumpiera – Pero creo que si no hubieras estado siempre a mi lado no
habríamos durado ni un año – Afirmé.
-Por qué? Cómo es eso? – Preguntó él, escéptico.
-Porque todo lo que no tenía con él lo tenía contigo – Le dije
– Nunca me faltó nada porque todo me lo dabas tú… Contigo he tenido más risas,
más complicidad, más códigos y mayor sincronía de los que tuve jamás con él…
Félix es un gran hombre, lo quiero y lo respeto, pero simplemente no puedo
vivir sin ti. Si tú te vas me voy contigo Dem, no hay dudas ni titubeos. Mi
lugar está a tu lado… - Dije convencida.
-Chica Zombi… - Susurró él pasado un momento.
-Mmmmmh?
-Te amo…
-Mmmmmh…
-Chica Zombi…
-Mmmmmh?
-…Por siempre…
-Y yo a ti… Desde siempre… Para siempre… - Dije exponiendo
mi cuello para que él pudiera besar delicadamente su marca en mi cuello.
-Chica Zombi…
-Mmmmmh?
-Ahora sí te voy a coger como corresponde – Dijo abarcando
uno de mis pechos con una mano y deslizando la otra hacia mi sexo.
oooOooo
Nos demoramos varios días en “emerger”. Teníamos demasiado
tiempo perdido que recuperar, y nos amamos de todas las formas conocidas y
hasta creo que nosotros inventamos un par.
Hacer el amor con Demetri era entretenido y apasionado, y
divertido y estimulante y creativo. A veces se portaba como un animal para
luego adorarme por horas, luego hacerme cosquillas y luego buscar nuevas zonas
erógenas…
Fue maravilloso.
Pero llegó el momento de enfrentar a la realidad. Había que
dar la cara y cortar los lazos que necesitaban ser cortados.
Sentía pena por Félix? Sin duda… Pero no me quedaría con él
por lástima. Nos dimos una oportunidad que duró más de lo razonable, y fue una
linda relación. Pero por fin veía claro… Demetri era mi destino, mi creador, mi
amigo y mi amor.
Dejaría la cobardía de lado.
Lentamente nos vestimos, demorados por besos y caricias
robadas. Recogimos la manta destrozada y las fundas de los cojines.
Nos tomamos firmemente de la mano y comenzamos a caminar.
&&&&&&&&&&FIN&&&&&&&&&&
&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&
Ahí lo tienen. Final alternativo para quienes amaron a Demetri tanto
como yo.
Abrazos y espero lo hayan disfrutado.
A.
Me encanto, ame cada capítulo pero aún más este último. Porque siempre me pareció mejor Dem que Félix.
ResponderBorrarSi existiese alguien así, lo querría para mi.
Si te basas en alguien presentamelo!! :)
Eres muy talentosa, no dejes de escribir, yo te leo en fanfic pero por alguna razón no me deja comentar, y no se sí es para suerte de ustedes, porque sino estaría insistiendo en actualizar cada segundo.
Habrá continuación?
Porque aquí tienes una amante lectora segura!! :)
Feliz día!! Cuídate mucho!!
Hola Brenda!
BorrarMuchas gracias por comentar, me alegro de que te haya gustado esta historia. Te cuento que de momento no tengo pensada una continuación, y aunque varias lectoras me lo han pedido, a menos que tenga una buena idea que lo justifique, no quiero estirar la historia sin una buena base que la sustente.
Sobre si existen hombres como Dem, pues sí, existen, y yo tengo la tendencia a enamorarme de ellos. El chico malo que se redime es irresistible... Al menos para mí.
Te invito a leer mi nueva historia, "Mi Destino", que ya está empezando a tomar forma.
Un abrazo y por favor, siéntete libre de usar la plataforma que más te acomode para comunicarte, ya sea FF, mi blog, o Facebook. Estaré feliz de contestar tus preguntas.
Cariños
Asallam
HOLA
ResponderBorrarLA VERDAD ES QOE ME ENCANTO ESTE CAPITULO POR QUE AUNQUE FELIX ES LINDO Y TODO ESO CON ELLA ENCONTRAR A ALGUIEN QUE SEA ASI DE PERFECTO PARA TI COMO LO ES DEM PARA SU CHICA ZOMBIE ES UNICO Y NO IMPORTA CUANTO VIVAS ESTO ES IMPERDIBLE .
LA HISTORIA ME ENCANTO ES MARAVILLOSA COMO TODO LO QUE ESCRIBES ASI QUE SIN ANIMOS DE PRECIONAR NI NADA NO NOS ABANDONES ASI DE LARGO POR QUE ESTO QUE ESCRIBES ME TIENE AD
ICTA YA ME LEI TODO LO QUE ESCRIBISTE POR LI MENOS DIEZ VECES
UN ABRAZO Y UN BESO TARDIO POR LO DE TU CUMPLE
ATTE ALEXANDRA