Este es el
complemento del primer capítulo, el punto de vista de Bella. Lo quise publicar
bien cercano al primer cap. porque ambos van de la mano. Espero les guste.
Sobre "Mi
Destino", en los próximos días publicaré el siguiente capítulo, no
desesperen, que no está abandonado.
Cuéntenme lo que
opinan, un abrazo.
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Capítulo
2
Left her, wasn't coming in a hurry with the
furies
Breathing down your neck
Team by team, reporters baffled, trump, tethered crop
Look at that low plane, fine then
Breathing down your neck
Team by team, reporters baffled, trump, tethered crop
Look at that low plane, fine then
Uh oh, overflow, population, common group
But it'll do, save yourself, serve yourself
World serves its own needs, listen to your heart bleed
Tell me with the rapture and the reverent in the right, right
You vitriolic, patriotic, slam, fight, bright light
Feeling pretty psyched
But it'll do, save yourself, serve yourself
World serves its own needs, listen to your heart bleed
Tell me with the rapture and the reverent in the right, right
You vitriolic, patriotic, slam, fight, bright light
Feeling pretty psyched
It's the end of the world as we know it/3
And I feel fine
And I feel fine
It's the end of the world as we know it (And I
feel fine) / R.E.M.
BELLA POV
Por fin me sentí a salvo.
En medio del mundo que se caía a pedazos a mi alrededor, este
era mi oasis, uno de los pocos lugares que permanecían prácticamente
inalterados… La Biblioteca Pública no es un lugar prioritario para los
saqueadores.
El olor de los libros reemplazó el de la descomposición y el
abandono, haciéndome sonreír por primera vez en días. Muchas horas de mi
infancia y juventud las había pasado en ese edificio, acurrucada en sus
mullidos sillones con un gran libro sobre mis piernas.
Mi casa no siempre era un lugar agradable para vivir. Mi
mamá es una persona maravillosa en muchos aspectos, pero es inestable y
dependiente, por lo que había un desfile constante de novios paseándose por mi
hogar. Unos eran buenos, otros malos, pero sumados a la incapacidad de Renee de
conservar un trabajo por más de seis meses y su desorganización a la hora de
pagar las cuentas, hacían que necesitara un refugio, un lugar donde escapar, un
lugar limpio y ordenado en el que pudiera hacer las tareas sin escuchar peleas
o reconciliaciones, sin que me cortaran la luz a media página por que no
pagamos la cuenta de electricidad desde hace tres meses y donde no sonara el
teléfono el día entero con llamados de servicios de cobranza.
Sé que Renee hacía lo que podía, pero muchas veces la
situación la superaba. Si hubiera pensado sólo en mí misma me habría ido a
vivir con mi papá, pero no podía abandonar a mi madre a su suerte, ella me
necesitaba.
Hacía ya un par de años Renee había comenzado a salir con
Phil, un chico bastante más joven que ella pero mucho más maduro y centrado que
mi madre. Al cabo de unos meses de relación se mudó a vivir con nosotras y me
temí lo peor, pero al final resultó ser una bendición. Por fin un adulto se
hacía cargo, quitándome un enorme peso de los hombros. La casa comenzó a
funcionar mejor, pero seguí acudiendo a la biblioteca cada día, simplemente
porque me era más querida y familiar que mi habitación, y todo el personal me
conocía, por lo que era como estar entre amigos.
Con el tiempo Phil y Renee se casaron y yo ofrecí irme a
vivir con mi padre en Washington para no ser una carga en su vida conjunta,
pero Phil se negó rotundamente. Me dijo que podía visitar a Charlie cuando
quisiera, que él mismo pagaría los pasajes de avión, pero que no permitiría que
su matrimonio con mi madre me separara de ella.
Así es que me quedé, y en agradecimiento decidí por primera
vez hacer un esfuerzo consciente por convertirnos en una familia.
Por eso cuando el padre de Phil murió heredándole una cabaña
de caza y él nos pidió que lo acompañáramos los fines de semana a visitarla y
reacondicionarla, accedí gustosa de poder hacer algo por él.
La cabaña estaba internada en el bosque, a unos ochenta
kilómetros de Phoenix, y era más bien pequeña, construida enteramente en madera
y estaba muy cerca de un arroyo. Por fuera se veía adorable, pero por dentro
era terrorífica. Montones de cabezas de animales colgadas de un muro y montones
de armas colgadas de otro. Alfombras de piel de oso frente a la chimenea y en
la parte de atrás de la cabaña, un pequeño refugio anti-bombas de cemento,
lleno de alimentos no perecibles con años de antigüedad y equipos de
supervivencia. El padre de Phil era miembro de la "National Rifle
Association" y un paranoico que en los años ochenta estaba convencido de
que los rusos de la Unión Soviética nos invadirían, por lo que se preparó para
el evento lo mejor que pudo. Era paradójico que ese lugar fuera heredado a su
único hijo, un pacifista liberal y ecologista que lo primero que hizo al
recibirla fue convertirla en nuestro proyecto familiar: La transformamos poco a
poco y con mucho trabajo en un lugar de descanso autosuficiente.
Eliminamos las cabezas de animales y pieles, reemplazamos el
generador eléctrico a petróleo por placas solares, Renee comenzó a plantar una
pequeña chacra con distintos vegetales y yo encontré en un libro sobre energías
renovables instrucciones para construir un horno solar, así es que me puse
manos a la obra y después de varias pruebas logré crear un horno funcional en
el patio trasero, aunque era terriblemente lento. Me demoraba cuatro horas en
cocer pan, pero en el bosque nadie nos apuraba, y Phil no podría haber estado
más orgulloso de mí.
Las armas y municiones las guardamos en el refugio
anti-bombas junto a toda la parafernalia de supervivencia y por un tiempo
vivimos como una familia normal y feliz entre el bosque y la ciudad…
Bueno, al menos lo fuimos hasta la "Gran
Revelación".
Fue un domingo por la tarde y recuerdo que yo estaba
acostada sobre la alfombra del living de la cabaña con un libro en mis manos
mientras Phil y Renee estaban abrazados en el sillón viendo la ceremonia de
cambio de mando presidencial. Había ganado nuestro candidato y estábamos
atentos al discurso que supuestamente prometería ciertas reformas a la ley del
deporte, lo que afectaría a Phil, que era preparador físico de un equipo de baseball
de las ligas menores.
Todo fue normal hasta que llegó el momento del traspaso de
la banda presidencial… En un momento el presidente electo y el ex presidente
estaban estrechando sus manos y al siguiente a ambos les arrancaban la cabeza
frente a las cámaras. Los camarógrafos huyeron dejando las cámaras filmar la
masacre, y pudimos der en detalle como ocurría un baño de sangre peor que el
que se pudiera ver en cualquier película clase B de cine gore.
No atinamos a decir nada, sólo miramos incrédulos y
horrorizados como esas creaturas mordían y mutilaban a decenas de líderes
mundiales y representantes de casi cada país del planeta.
Y de pronto se cortaron las transmisiones.
Nos costó un buen rato decir algo. Yo estaba tan atónita que
no lograba procesar lo que había visto como algo real. Debía ser un montaje, la
sangre era demasiado oscura, demasiado espesa, las tripas de una persona no son
de ese color, verdad?
El sollozo de Renee me volvió a la realidad. Me giré para
verlos y mamá lloraba abrazada a Phil, que la sostenía con la mandíbula
apretada y un gesto duro y decidido que vi por primera vez, pero que llegó para
quedarse.
Me levanté temblorosa y hurgué en el bolso de Renee hasta
dar con sus pastillas para dormir. Corté una por la mitad y se la ofrecí con un
vaso de agua. No quería dormirla, sólo calmarla un poco. Phil y yo actuaríamos.
Como siempre, nosotros cuidaríamos de ella.
-Ahora qué? – Pregunté en voz muy baja.
-Ahora regresaré a Phoenix y traeré lo necesario para
establecernos aquí de manera permanente – Dijo él sin dudar – Si lo que vimos
es real y esas creaturas existen, el lugar más peligroso va a ser la ciudad en
medio de una turba aterrada.
-Necesitamos más ropa, agua y comida – Dije – Tal vez
algunas herramientas…
-Traeré la ropa. Tenemos un purificador de agua en el bunker
y también un montón de comida no perecible. Tenemos vegetales en la huerta y
voy a ver si logro conseguir semillas y las herramientas que nos falten. No
creo que pase mucho tiempo antes de que empiecen los saqueos – Dijo él
acariciando el cabello de Renee, que aún hipaba suavemente.
-Vas a ir solo? – Pregunté.
-Sí. Ir los tres solo entorpecería el plan – Dijo
diplomáticamente sin mencionar que mi madre sería una carga en su estado
actual.
-Cuando partirás? – Pregunté.
-Ahora – Respondió levantándose del sillón. Sólo entonces
pareció reaccionar mi mamá, aferrándose a él con fuerza y comenzó a llorar
histérica, prohibiéndole ir a cualquier parte. Phil por una vez no cedió a sus
demandas y se soltó alcanzando las llaves de su camioneta, y salió de la casa
antes de que Renee lo pudiera alcanzar.
Y entonces comenzaron las horas más horribles que hubiera
vivido hasta entonces. La espera por el regreso de Phil.
Mi madre se negó a moverse del porche y yo finalmente asumí
que dormiríamos a la intemperie y saqué frazadas y almohadas de la casa, muerta
de susto de estar en el exterior de noche, pero sin poder dejar sola a Renee.
Las horas dieron paso a los días. Tres días.
Apenas dormimos y casi no comimos. Cada ruido nos espantaba,
convencidas de que esas creaturas por fin habían llegado a nosotras… Pero nada
sucedió.
Hasta el amanecer del cuarto día, cuando sentimos el ruido
de un motor y vimos aparecer por el sendero la camioneta de Phil, cargada a más
no poder. Al acercarse pude ver que estaba en malas condiciones, chocada y con
agujeros de bala en uno de sus costados. El parabrisas estaba trizado. Pero
nada de eso importaba, porque Phil estaba con nosotros.
Corrimos hacia él en cuanto se detuvo el vehículo y Renee
abrió la puerta del conductor abalanzándose sobre él, besándolo, abrazándolo y
regañándolo, todo a la vez.
Pero algo andaba mal, porque él no respondió, sino que cerró
los ojos y se desmayó. Renee se separó de el para ayudarlo y pude ver que la
solera de mi madre estaba empapada de sangre. Phil estaba herido… Había
recibido heridas de bala.
Entre Renee y yo lo cargamos hacia la casa con mucha
dificultad, ya que Phil era un hombre grande y robusto, demasiado peso para dos
debiluchas como nosotras… Pero la adrenalina tuvo su efecto, y logramos
arrastrarlo al dormitorio y recostarlo en la cama y Renee sacó las tijeras de
su costurero para cortar la camiseta de Phil.
Las balas le habían dado en el hombro y el brazo izquierdos.
La bala del hombro había salido por la espalda, pero la del brazo aún estaba
alojada en el músculo, y la vista de tanta sangre me tenía mareada y a punto de
vomitar, pero Renee había vuelto a su histeria al ver las heridas, y no era de
mucha ayuda, así es que si queríamos salvar a Phil sería yo quien tendría que
intentarlo.
Le grité a Renee que se calmara y que me trajera el botiquín
y las pinzas de su cosmetiquero, y ella obedeció, aturdida por la dureza de mi
tono. No pude evitarlo, Phil era más importante que las sensibilidades de mi
madre, y además yo estaba aterrada ante lo que me tocaría hacer.
No hace falta enumerar los horribles detalles, pero basta
decir que sacar una bala no es tan fácil como lo pintan en las películas, mucho
menos sin las herramientas necesarias ni anestesia para el paciente.
Una vez que logré sacar la bala suturé la herida, lo que fue
casi peor que la extracción, porque coser un ser vivo y consciente es
simplemente espantoso. Pero era necesario, Phil había perdido muchísima sangre
y no podía quedar con esos agujeros sangrantes abiertos.
Una vez terminada la labor cambiamos las sábanas y dejé a
Renee cuidando de Phil mientras yo iba a buscar una lata de sopa de pollo para
que ambos de alimentaran. Calenté la sopa y llevé una bandeja con dos platos a
la habitación, y mientras Renee le daba cucharaditas de sopa a su esposo, yo
fui a ver qué es lo que había traído Phil de su excursión.
Bajo el toldo de la camioneta había dos enormes maletas llenas
do ropa de los tres, dos cajas grandes con alimentos no perecibles,
principalmente carbohidratos como arroz, fideos y harina, sal, azúcar, aceite,
levadura, manteca, latas de carne, sopas y atún, cloro, jabón, champú y pasta
de dientes. Había también una caja pequeña con bolsas de semillas de distintas
hortalizas, frutas y cereales, una caja con clavos y tornillos de distintas
medidas, municiones, ampolletas de ahorro de energía y distintos artículos de
ferretería, una bolsa grande con todo tipo de medicamentos y cinco botiquines
de primeros auxilios profesionales nuevos. Había también un barril de
combustible que sabe dios cómo logró conseguir, y por último había una caja con
recuerdos que Phil rescató de nuestra casa. Álbumes fotográficos, portarretratos,
cds y cintas de video de mi infancia, su laptop y el mío, un disco duro
externo, películas en dvd y algunos libros.
Gracias al sacrificio de Phil teníamos una oportunidad de
sobrevivir, siempre que esas creaturas no nos encontraran.
oooOooo
Phil demoró más de un mes en recuperarse lo suficiente como
para salir de la casa. Su brazo se infectó y estuvo dos semanas debatiéndose
con la fiebre y la inconsciencia, pero finalmente sobrevivió, aunque muy débil
y delgado. Mamá se dedicó en cuerpo y alma a cuidarlo y en mi recayeron las
tareas cotidianas.
Al principio me limité a abrir latas y calentarlas y a
preparar pan una vez a la semana y a ocupar el resto de mi día ampliando
nuestra huerta, pero pronto me di cuenta de que eso no era suficiente. Phil
necesitaba proteínas para reponerse de la sangre perdida y Renee y yo también
si queríamos mantener las energías y tono muscular.
Así, un día tomé una de las escopetas del padre de Phil y
contra todas mis creencias e ideologías, salí a cazar.
Me demoré varios días en dar en el blanco a un desafortunado
pato, y cuando lo fui a recoger lo encontré aun aleteando, lo que me hizo
estallar en lágrimas de arrepentimiento, pero haciendo tripas corazón le
disparé de nuevo para rematarlo, sin considerar que un disparo de escopeta a
tan corta distancia lo haría estallar.
Regresé a casa sin pato pero cubierta de plumas y entrañas,
sollozando como una magdalena.
Pero sabía que no me podía rendir y al día siguiente volví a
salir escopeta en mano. Nunca me acostumbré a matar pobres creaturas
indefensas, pero a medida que fui afinando mi puntería se hizo más fácil. Al
menos los animales morían de inmediato. Además al llegar a casa Renee se hacía
cargo de desplumar o despellejar y destripar la cena, por lo que me ahorré lidiar
con esa parte del proceso.
Con el paso de los meses establecimos una rutina, en la que
yo asumí el rol de cazadora, Phil se dedicó a la huerta y Renee a las labores
domésticas. Afortunadamente teníamos los paneles solares, lo que garantizó que
tuviéramos electricidad para el refrigerador, el lavarropas y la luz, aunque
tratábamos de no iluminar la casa de noche para no llamar la atención de
potenciales predadores.
El televisor nunca volvió a captar señal, pero de cuando en
cuando la vieja radio de onda corta del padre de Phil captaba emisiones
independientes que pintaban un panorama desolador.
Anarquía, linchamientos, predadores a plena luz del día,
guerrillas, bombardeos, armas químicas, el fin…
Pasó un año sin incidentes y nos fuimos acostumbrando a nuestra
nueva vida, sin ningún contacto con el exterior. Teníamos todo lo necesario en
casa, y sumado a las cosechas y a lo que yo cazaba e íbamos congelando, no
teníamos mayores necesidades.
Pero yo estaba inquieta… Necesitaba ver el mundo exterior,
asegurarme de que todo lo que oía era cierto, que había algo más allá de la
burbuja que habíamos creado.
Y si hubiera más sobrevivientes? Y si ya hubieran encontrado
una forma de derrotar a esas creaturas?
Por supuesto Renee y Phil consideraban impensable una excursión,
así es que nunca les planteé mis inquietudes, hasta que llegó el minuto en que
no pude aguantar más. Iría a Phoenix por mi cuenta y si era posible, traería
provisiones para asegurar nuestro futuro.
Esa mañana desayuné temprano con Renee, que insistió en
trenzar mi cabello y decorarlo con las flores frescas que decoraban la mesa del
comedor, igual que como cuando era pequeña. Siempre se ponía ansiosa cuando yo
salía de excursión y me trataba como si fuera una niña. Me despedí de ella y de
Phil como lo haría un día cualquiera y me monté en la camioneta de Phil, la que
usaba en las raras ocasiones cuando quería cazar animales mayores, como
ciervos. No lo hacía frecuentemente porque no podíamos darnos el lujo de
desperdiciar combustible y además odiaba cazar presas que debiera destazar para
poder transportarlas.
Llegué a las afueras de la ciudad a media mañana y estacioné
la camioneta bien escondida, fuera del camino para evitar que me la robaran, y
caminé.
Caminé por horas tratando de mantenerme oculta y ser
silenciosa, pero parecía un esfuerzo inútil, porque no llegué a cruzarme con
nadie. La enorme ciudad parecía un pueblo fantasma bombardeado y destruido,
fétido por los cuerpos en descomposición que plagaban las calles. Sólo vi
movimiento entre los grupos de perros y enormes buitres que volaban en círculo
sobre mi cabeza, y únicamente mi experiencia como cazadora con sangre y
entrañas de animales me impidió vomitar cada cinco minutos.
Caminé y caminé tratando de evitar las calles principales y
de pronto me di cuenta de que inconscientemente había hecho de la Biblioteca
Pública mi destino. Necesitaba saber si seguía ahí, y tal vez llevarme algunos
de mis libros favoritos. Pasé varias tiendas de comestibles, pero me dije que
las chequearía al regreso, si tenía espacio en mi mochila… Los libros eran un
tesoro invaluable, en cambio la comida la podíamos plantar o cazar.
De pronto me empecé a sentir un poco paranoica, con la
sensación de que me estaban vigilando, pero no vi ni escuché nada, así es que
me convencí de que era sólo mi imaginación y seguí caminando.
Aun así, cuando llegué a la biblioteca y vi que estaba casi
indemne, suspiré de alivio. Mi santuario estaba en pié, y en este lugar nada
malo podía pasar. Estaba a salvo.
En un costado había un agujero causado por una bomba, cerca
de la puerta de entrada, y entré por ahí. Fuera de eso, el interior estaba tal
como lo recordaba, silencioso y ordenado, si bien un poco polvoriento.
Caminé hacia el segundo piso y recorrí con la mirada los
estantes haciendo nota mental de los libros que quería rescatar. Lugo subí al
tercer piso con paso seguro, perfectamente clara en mi dirección… Había un
libro en la novena estantería que me llamaba como el canto de una sirena, cada
vez.
Era la primera edición norteamericana de "Cumbres
Borrascosas" del año mil ochocientos cuarenta y ocho, compuesta de tres
gruesos volúmenes forrados en gruesa tela de color café. Eran libros que no se
prestaban, había que verlos en la biblioteca y bajo supervisión, pero a mí los
bibliotecarios me conocían desde hacía años y me dejaban hojearlos en alguno de
los cómodos sillones, sabiendo que jamás dañaría algo tan precioso.
Al verlos sonreí aliviada… Estaban en su lugar, nada les
había pasado. Algo en el mundo aún era como debía ser…
Pasé mi dedo por el lomo del tercer volumen y me estiré para
retirarlos del estante cuando percibí movimiento con el rabillo del ojo.
Instintivamente me moví y una masa chocó contra la estantería, botando todos
los libros. Traté de correr, pero fue inútil, no alcancé a dar un paso cuando
ya estaba aprisionada contra la pared. Todo ocurrió en un segundo. Traté de
gritar, pero una mano aprisionaba mi garganta, traté de huir y en ese momento
se rasgó la tela de mis pantalones. Me estaban manoseando brutalmente. Sentí muy
cerca el aroma del cuero y manzana verde, un cuerpo sólido como roca y una
enorme erección restregarse contra mi trasero y espalda. Dios! Que me matara
pronto… Que me matara y me violara después… Yo no había recibido ni siquiera mi
primer beso, no podía pensar en lo que sería tener a una de esas cosasdentro
de mí.
Otro tirón y mi camiseta cayó al suelo… y esa cosa apretó
uno de mis pechos. Agh! Se sintió como si me lo quisiera arrancar…
Comencé a llorar tratando de concentrarme en cualquier otra
cosa. Mamá… Phil… Nunca sabrían lo que ocurrió conmigo… Y eso estaba bien, era
mejor así…
Me estaba ahogando y sentí cómo mi verdugo se bajaba los
pantalones.
No, no, no, no! Por favor, que me lleve la inconsciencia! No
quiero estar presente para esto!
De pronto un gruñido… De otra creatura…
Mi atacante apretó mi garganta con más fuerza y me
desvanecí.
No sé cuánto tiempo pasé inconsciente.
Poco a poco volví en mí.
-… Es un mito – Dijo una seductora voz femenina. Una fría
mano acarició mi mejilla y lentamente y con mucho esfuerzo logré abrir los
ojos. Escuché gemidos de agonía cerca de mí… El más intenso terror me paralizó
al enfocar la vista. Ojos rojos… Estaba en manos de uno de ellos…
No parecía ser mi atacante, no olía igual… Este
hombre/cosa/creatura olía un poco a canela y clavo de olor… Tal vez un poco de
anís… Como una galleta de navidad… Estaba desvariando? La falta de oxígeno
había dañado mis neuronas?... Sus gestos y movimientos eran mucho más suaves y
delicados que los de mi violador, pero eso no significaba nada… Dos de ellos no
era mejor que uno.
Y por cierto… Me habían violado? No supe decirlo con
certeza.
-Es infrecuente pero pasa – Dijo otra voz masculina. Otro
más? – El Maestro Marcus tuvo y perdió a su Pareja.
-Es por eso… Es por eso que él es como es? – Preguntó la voz
femenina – Porque perdió a su alma gemela?
-Sí – Afirmó el otro – Dicen que antes era una persona
completamente diferente: Mucho más interesante, proactivo, feliz… O de lo
contrario nunca habría llegado a ser Rey, pero después de la muerte de ella se
convirtió en la roca sin emociones que es hoy – Almas gemelas, reyes…
No, seguro estaba imaginando todo esto… Cada vez me costaba más respirar.
-Alec… Ella es…? – Preguntó una voz femenina más joven,
temblorosa… Casi diría que asustada.
-Ella es mía – Habló firmemente y por primera vez el… Eso…
Que me sostenía. Suya? No! Qué demonios? No!
Traté de soltarme y escapar, sabiendo lo inútil que era mi
maniobra, pero pensé que era mejor morir tratando, y en ese momento una de las
creaturas, que aparentaba tener mi edad, apareció en mi ángulo de visión.
-Sálvala - Dijo posando su mano en el hombro del que me
sostenía. Salvarme? De quién? Si ellos eran el peligro…
Traté de gritarles que me dejaran en paz o que me mataran de
una vez, pero me dolía el pecho por el esfuerzo por respirar y me sentía un
poco atontada… Pronto perdería el conocimiento otra vez… Ojalá para siempre…
El que me reclamaba acarició mi cabello reordenando una de
las flores que Renee me había prendido del cabello antes de salir de casa, y
acercó sus labios a mi oído.
-Lo siento – Susurró con un frío aliento… Sonaba sincero,
como si lo sintiera de verdad…
Entonces beso mi cuello y me mordió.
&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&
Ahí está, la
historia de Bella. A continuación publicaré el próximo capítulo de "Mi
Destino" y después uno más de esta historia.
Cuéntenme qué les
pareció!
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