Y este es el fin…
Lo logramos.
Siempre es difícil
terminar una historia, hay tanto tiempo y esfuerzo invertidos que se convierten
en algo muy cercano y querido para mí, y es que cada broma, cada conversación,
son parte de quien soy porque yo los creé, es mi sentido del humor el que está
expuesto, mis emociones las que describo… En pocas palabras, mis fics son yo, y
si ustedes aman mis fics es muy probable que pudiéramos ser buenas amigas en la
vida real, ya que tenemos mucho en común.
Uf! Divago… Bueno, aquí les dejo el último capítulo de esta historia. Desde
ya aclaro que no voy a continuarla más allá aunque podría hacerlo, simplemente
porque llegué al punto que deseaba. Es obvio que no todo queda absolutamente
cerrado, pero sí se aclaran las dudas, se definen los destinos de quienes nos
interesan, e igual que cuando acaba un cuento de hadas, decidí ponerle encima
la leyenda "Y vivieron felices para siempre" y dejarlo a la
imaginación de cada una.
Ojalá disfruten de
este monstruo de 27 páginas, especialmente quienes se quejan por los capítulos
cortos.
Besos.
A.
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Capítulo 24
At the same time, I wanna hug you
I wanna wrap my hands around your neck
You're an asshole but I love you
And you make me so mad I ask myself
Why I'm still here, or where could I go
You're the only love I've ever known
But I hate you, I really hate you,
So much, I think it must be
True love, true love
It must be true love
Nothing else can break my heart like
True love, true love,
It must be true love
No one else can break my heart like you
I wanna wrap my hands around your neck
You're an asshole but I love you
And you make me so mad I ask myself
Why I'm still here, or where could I go
You're the only love I've ever known
But I hate you, I really hate you,
So much, I think it must be
True love, true love
It must be true love
Nothing else can break my heart like
True love, true love,
It must be true love
No one else can break my heart like you
True Love /P!nk ft. Lily
Allen
James POV
Después del shock inicial del simple no saber, pude escuchar
vagamente los pasos de Victoria alejarse.
Me rodeaba una completa oscuridad.
La ausencia total de sensaciones.
No tenía conciencia de mis extremidades, ni de la gravedad
de La Tierra, ni siquiera de hacia qué lado estaba el norte.
Me dolía el cuello y me sentía débil por la súbita y
cuantiosa pérdida de veneno.
No sé cuánto rato estuve así, ya que ni siquiera era capaz
de calcular el tiempo contando en mi mente.
Tampoco sé cuánto tiempo más habría estado en esa posición de
no ser por el macho que se acercó cautelosamente.
-Hola – Saludó desde lejos - Soy Laurent – Dijo amablemente,
con un marcado acento francés y un tono suave, tratando de hacerse lo menos
amenazador posible, lo que es exactamente lo que hay que hacer cuando se trata
con un vampiro herido – Te puedo ayudar,
pero tienes que prometer que no me atacarás cuando termine – Dijo tomando mi
cabeza en sus manos y limpiando con un pañuelo mi rostro sucio, que había
quedado boca abajo sobre la tierra húmeda.
Pestañeé para decirle que comprendía y que no atacaría. De
momento no tenía cuerdas vocales con las que producir sonidos.
-Bien – Asintió, depositó mi cabeza en la hierba fresca, y
quitándose la mochila que cargaba sacó una taza de lata y corrió hacia el
arroyo más cercano a buscar agua limpia. Cuando la tuvo, regresó y mojó una
toalla pequeña y la usó para limpiar mi herida. La pérdida de miembros y apéndices no es inusual entre vampiros y la
fusión no es un proceso complicado, siempre y cuando las heridas estén libres
de polvo o piedrecillas, ya que éstas quedan embutidas en la unión de las
articulaciones causando problemas de funcionalidad.
-Y ahí está… – Dijo Laurent, sonriente, estudiando
satisfecho su trabajo – Si no te mueves por una media hora debería quedar
funcional. Me quieres contar qué te pasó?
-Fui atacado – Dije con un soplo de voz. Mis cuerdas vocales
apenas comenzaban a soldar.
-Obviamente – Dijo él rodando los ojos.
-Una hembra… Una loca acosadora… No acepta un no como
respuesta – Dije apenas audible – Chiflada como una cabra de monte…
-Pelirroja? – Preguntó de inmediato.
-La conoces? – Pregunté.
-No, no personalmente, pero he oído hablar de ella.
Totalmente tocada, suele obsesionarse exclusivamente con hombres comprometidos,
le gusta arruinar relaciones… Se mueve de un lugar a otro con bastante
frecuencia, por razones obvias. Todo es… Algo así como un pasatiempo para ella
– Me explicó - Fue la amante del líder de mi antiguo clan unos años antes de
que yo me uniera a ellos, y no paró hasta volver a todos a todos los miembros los
unos contra los otros. Tu tienes Pareja?
-Casado – Respondí con una aguda punzada de culpa. Qué
pensaría Isabella al ver que no amanecí a su lado? Que desaparecí sin una nota?
Odiaba preocuparla, pero peor aún, odiaba haber hecho realidad sus peores
sospechas haciendo… Eso con Victoria.
-Phhhh… Apuesto a que lo que haya sido que pasó aquí, la
loca corrió a contárselo a tu esposa, con adornos y detalles – Dijo Laurent luciendo
una expresión de solidaridad masculina que me dijo sin lugar a dudas que estaba
jodido.
-Ella es humana – Musité.
-Agh? – Preguntó él, confundido.
-Mi esposa, es humana – Aclaré – Ayúdame a ponerme de pie.
-Todavía no puedes moverte – Me dijo.
-Tengo que llegar a ella… Tú no entiendes… Ella no podrá
protegerse… -Manoteé tratando de ponerme de pie.
-No estás en condiciones de salvar a nadie – Insistió
mientras me ayudaba – Y por lo demás, cómo se te ocurre hacer semejante cosa?
Casarte con una humana! – Exclamó – Si no te la comes tú, se la comerá
cualquier vampiro que la conozca, simplemente para extenderte un desafío!
-La idea es convertirla lo antes posible… Lo haría hoy mismo
si me lo permitiera… - Murmuré.
-Si te lo permite? Le vas a pedir permiso? – Resopló divertido
ante la noción de consultar una decisión tan importante a una mujer, aunque
fuera la afectada.
-No la voy a convertir a la fuerza y arriesgar una eternidad
con ella furiosa a mi lado, no sabes cómo es, a veces me intimida, y eso que es
una cosita que no mide más de 1.62cm y pesa menos de 53 kilos.
Laurent me miró escéptico.
-Como sea, tienes que alimentarte – Dijo – Hay una zona de
picnic a unos cuantos kilómetros hacia el sur, y ahí podemos comer algo y luego
te acompañaré a rescatar a tu chica.
Lo pensé. Ir hacia el sur significaría alejarme de Isabella,
pero sólo temporalmente. Necesitaba recuperarme para poder defenderla, así es
que me decidí y asentí.
-Por qué haces esto? – Pregunté.
-La verdad? – Se encogió de hombros - Soy un pésimo luchador
y llevo bastante tiempo solo y vulnerable. Ayudarte no es más que un modo de
hacerte estar en deuda conmigo y que me aceptes en tu clan.
-Qué te hace pensar que soy un buen luchador? – Pregunté –
Después de todo me encontraste decapitado…
Él entrecerró los ojos como diciendo “No preguntes
estupideces”.
-Eso te pasó por tarado y cachondo, no por mal luchador.
Emites cierta vibra… Una vibra que me dice que si yo no fuera de tu equipo
tendría el impulso de huir por mi vida - Respondió, y yo no le pregunté más,
porque justo llegamos al sitio de picnic, donde nos repartimos 5 humanos.
Una vez satisfecho nutricionalmente me sentí mucho mejor y
mi cicatrización se aceleró hasta hacerme casi completamente funcional.
Robamos el auto de una de nuestras víctimas, ya que yo aún
debía cuidar mis movimientos, y emprendimos rumbo al hotel en Newcastle. La
distancia no era gran cosa, aunque cruzando a campo traviesa habría sido aún
menos. De nada valía pensar en lo que podría ser, lo concreto era que cualquier
esfuerzo debía concentrarlo para cuando me enfrentara a Victoria, no en llegar
a ella.
oooOooo
Cuando llegamos al hotel… Mierda… Fue devastador.
Sangre del cerdo manchaba el muro. No era mucha, pero era un
animalito tan pequeño… Me temí lo peor.
El aroma de Isabella presente, impregnándolo todo.
El aroma de Victoria más tenue, desvaneciéndose de a poco.
Eso quería decir que Isabella se había ido del cuarto después
que Victoria.
Eso quería decir que estaba viva.
Habrá llevado al cerdo al veterinario?
Me concentré en encontrarla con mi don, pero por primera vez
me fue imposible.
Qué demonios significaba eso?
Vi por la ventana y el auto no estaba. Todo el resto de sus
cosas, sí.
No se llevó nada… Dinero, ropa, nada.
Mis rodillas dejaron de funcionar y caí como una bolsa de
cemento cuando me fijé que el anillo de
libélula y su argolla de matrimonio estaban sobre el velador a mi lado de la
cama, como diciendo “métetelos por el culo!”.
La perra de Victoria realmente consiguió lo que buscaba. Le
había contado a Isabella lo que pasó entre nosotros y luego qué… Atacó a Jojo?
Por qué?
Isabella me dejó.
Se fue.
Me dejó.
Me dejó.
Me dejó.
Repetí incrédulo, no sé si en mi mente o en voz alta, una y
otra vez.
-James… James! – Gritó Laurent.
Lo miré sin mirar.
Medejómedejómedejómedejó…
-Encuéntrala maldita sea, eres un rastreador, no?
-No la encuentro – Dije – Al menos no con mi don.
-Quiere decir que Victoria… - Hizo el gesto universal de
cortarse el pescuezo.
-No, no! – Grité – Un cuerpo fresco lo podría rastrear. Los
órganos del cuerpo no mueren de forma simultánea, no sé por qué, pero mientras
haya destellos de vida o electricidad o lo que sea, yo los puedo localizar… Puedo
encontrar un cadáver de hasta unos 2 días de antigüedad usando sólo mis
habilidades especiales… Pero mi Isabella desapareció.
-Traduce, James – Dijo Laurent impaciente.
-Isabella me dijo una vez que es una especie de escudo para ciertos
dones. Algunos los bloquea completamente y otros de manera parcial, generando
interferencia. Mi don siempre funcionó con ella, siempre la percibí, lo que no
es raro ya que estábamos siempre juntos, pero…
-Pero…
-Isabella tiene una teoría, ella cree que de desearlo puede
desaparecer del mapa y yo nunca la podría encontrar, ya que sin mi don no soy
gran cosa como rastreador – Confesé.
-Tu esposa es un escudo humano? – Preguntó Laurent abriendo
los ojos en señal de admiración.
-Lo es – Dije.
-Mierda, tienes idea de lo valiosa que es? Los rumanos
pagarían lo que fuera por un arma como ella…
No me gustó la dirección de la conversación.
-Los rumanos se pueden meter sus ansias de poder por el culo,
mi esposa no es un arma, ni un escudo, ni tan solo una humana. Es una mujer y merece
respeto, que no se te olvide – Dije severamente.
-Dile eso a tu polla la próxima vez que choque contra las
amígdalas de Victoria – Dijo Laurent resoplando por la nariz.
Tenía razón.
Quién era yo para exigir que la respeten si yo mismo no lo había
hecho?
Me quedé callado y Laurent supo que había ganado.
-Vamos a tener que rastrear a pie – Dijo tratando de sonar
entusiasta para contrarrestar mi humor sombrío.
Asentí.
-Captaste bien su esencia? – Pregunté.
-Difícil no hacerlo – Respondió simplemente.
Caminamos por la única calle comercial del pueblo. No
encontramos nada hasta casi el final, cuando de pronto cambió la dirección del
viento y la tenue esencia de Isabella llegó a mí.
Caminando entre las tiendas cercanas olisqué sin disimulo
hasta dar con la tienda correcta: Una ferretería, o para ser más preciso, la
manilla de la puerta de entrada.
Laurent y yo nos miramos preocupados. Qué podía hacer
Isabella en una ferretería, especialmente considerando la situación en la que
se encontraba?
Un chico muy joven estaba tras el mesón, y al vernos pareció
intimidado. Bien por él, significa que prestaba atención.
-Has visto a esta chica? - Pregunté sacando de mi chaqueta
una foto de Isabella luciendo preciosa, vestida de punta en blanco para salir a
bailar. Sonreía contenta y en sus ojos reflejaba una dulzura que decía con toda
claridad cuanto me amaba.
-Esa es tu mujer? – Susurró Laurent. Ni se me había ocurrido
mostrarle la foto.
Asentí.
-Y te metiste con Victoria porque… - Dijo confundido de que
alguien fuera tan idiota como para arriesgar a una mujer como mi esposa por la
zorra pelirroja.
-Porque soy un imbécil, creí que eso ya lo habíamos
establecido! – Susurré molesto.
-Wow… – Dijo él sin inmutarse por mi mal humor – Imagínatela
cuando sea vampira, va a ser perfecta!
-Ya es perfecta! – Respondí a Laurent – La has visto? –
Insistí al chico.
-Eeeeeh… No sé… No? – Dijo vacilante, muerto de susto.
-Escucha…
-Tim – Dijo él.
-Escucha Tim, esta chica es mi esposa, entiendes? Creemos
que alguien le hizo daño, no se encuentra bien y debemos ayudarla – Dije
tratando de contenerme y no sacarle la verdad a golpes.
El chico dudó y lució terriblemente culpable antes de decir
-Estuvo aquí – Confesó – Hace unas horas…
-Qué quería? – Pregunté suspirando aliviado. Al menos
teníamos una pista.
-Una pala pequeña, que se ajustara al tamaño de sus manos –
Respondió.
-Dijo algo más? - Pregunté.
-Que tenía que cavar un hoyo… - Dijo y desvió la mirada,
incómodo.
-Algo más? – Pregunté.
Tim empuñó las manos y levantó el mentón, como juntando
coraje.
-Qué? Habla de una vez! – Gritó Laurent perdiendo la
paciencia.
-Ella… La chica estaba llorando – Dijo Tim – No mucho, pero
se notaba que había llorado bastante porque tenía los ojos rojos e hinchados…
-Oh mierda…! - Dijo Laurent.
-…Y… - Agregó y se calló otra vez.
-Qué? – Estuve a punto de sacudirlo.
-Tenía marcas en el cuello, como moretones, aunque no sé qué
las puede haber causado. No tenía marcas de abrasión así es que no pueden haber
sido hechas con una cuerda… - Apuntó los rollos de cuerda que vendían.
-Victoria – Dijo Laurent en un gruñido.
No pude hablar, simplemente salí de la tienda para no
empezar a rugir y destruirlo todo a mi alrededor.
La perra hirió física y emocionalmente a mi mujer…
Todos los escrúpulos que tuve en algún momento con respecto
a no hacer daño permanente a una pobre loca, se esfumaron en un instante.
Sangre del cerdo en la pared.
Isabella llorando desolada.
Comprando una puta pala.
Sólo había una conclusión posible.
Jojo estaba muerto.
Y mientras, Laurent seguía hablando con Tim.
-Viste hacia dónde fue después? En qué dirección? –
Preguntó.
-Dejó el auto, un descapotable amarillo, estacionado frente
a la ferretería, y luego partió caminando en dirección este – Respondió Tim bastante
más cómodo ahora que no estaba yo para cagarlo de susto.
-Qué hay en esa dirección?
- Preguntó Laurent. Mierda! Sacarle respuestas a este chico era como
arrancar dientes con una pinza de depilación.
-No hay nada – Dijo de inmediato – El sector comercial es
este – Señaló la calle.
-Algo debe haber que le pueda interesar a una chica, piensa…
- Dijo Laurent.
-Bueno, está la cafetería de Meg… - Dijo pensativo – La
chica se fue sin nada y regresó al rato sin nada, así es que no se fue de
compras.
-Perfecto, gracias por tu tiempo – Dijo Laurent y le lanzó
un par de billetes al mesón.
-Ya escuchaste – Me dijo.
-Tiene sentido, Isabella no debe haber comido nada desde
anoche – Dije.
A dos cuadras de distancia estaba la cafetería, y tal como
pensamos, el pomo de la puerta cargaba el aroma de Isabella.
Entramos y como estaba relativamente vacío nos sentamos en
la misma butaca que Isabella.
-Sácale información a la chica – Le dije apuntando a la
mesera – A mí todos me tienen miedo, pero tu encanto parece funcionar…
Cuando la chica llegó a nuestra mesa Laurent ya lucía una
sonrisa de un millón de dólares y hacía gala de una voz grave, seductora y
provocativa. La pobre mesera no tuvo oportunidad de resistirse, y soltó todo lo
que sabía sin necesidad de presionarla.
-Sí, claro que la recuerdo – Respondió – Una linda chica,
estaba llorando, sentí lástima por ella. Demasiado joven como para estar tan
triste.
-Recuerdas qué ordenó? – Preguntó Laurent.
-Si claro, no comió nada – Dijo la chica – Sólo pidió una
taza de agua caliente y preparó un té herbal que ella misma traía en un
saquito…
El mundo se derrumbó a mis pies.
Isabella había usado las hierbas.
Las que creíamos que la devolverían al futuro.
Funcionaran las hierbas o no, era un gesto drástico,
radical, un corte en el tiempo y el espacio de más de medio siglo entre
nosotros. Una forma contundente forma de decirme que no me quería volver a ver.
Mierda, mierda, mierda, mierda, mierda…!
-…Y cuando terminó el té, se despidió y me dejó una
excelente propina. Después no la volví a ver…
Mierda, mierda, mierda, mierda, mierda…!
-Vamos James – Dijo Laurent - Tal vez aún la podemos
encontrar.
Él no sabía nada sobre el viaje en el tiempo, por lo que
para él era demasiado pronto para rendirse.
Sería…? Era por ésta razón que ya no sentía a Isabella? Tal
vez no era su escudo, tal vez era que ella aún no había nacido!
Mierda, mierda, mierda, mierda, mierda…!
Forcé a mi esposa a la no existencia?
Debería esperar sesenta y cinco años para poder darle mi
versión de los hechos y rogar su perdón?
Mierda, mierda, mierda, mierda, mierda…!
-Vamos? – Repitió Laurent.
-No – Negué con la cabeza, derrotado – Ya sé dónde está
Isabella.
-Entonces vamos a que ruegues de rodillas! – Dijo él
entusiasmándose.
-Si fuera tan fácil te aseguro que ya estaría en el suelo
pidiendo perdón… Pero no lo es… - Caminé en dirección al hotel – Isabella nos
dejó un montón de dinero, vamos a pedir una habitación para ti.
-Para qué? No la necesito, no es como si durmiéramos –
Respondió.
-Claro que no, pero dos hombres compartiendo una pieza de
hotel habiendo tantas otras desocupadas? Y una cama matrimonial? Gracias, pero
no tengo ánimo de ser perseguido con antorchas y pinchos por la calle
principal...
-Te da miedo que te digan marica? – Se rió.
-Gay – Dije automáticamente – Y no, no me da miedo, pero ya
tengo suficientes problemas como para más encima lidiar con la estupidez
humana. Como te decía, vamos a reagruparnos, a pensar en una estrategia para
vengarme. Estás seguro de que quieres involucrarte en esto?
-Seguro! Tengo curiosidad en ver cómo va a terminar esta
historia – Dijo.
oooOooo
Cuatro días después llegó la noticia de que un grupo de
campistas habían descubierto a Blondie en un bosque en el norte, en medio de la
nada. No encontraron a nadie en los alrededores, y lo único fuera de lugar era lo
que parecía ser una pequeña tumba marcada con un trozo de cartón en el que
estaba escrito “Jojo, mi mejor amigo, mi bebé y mi guardián”.
Pero lo más extraño de todo, al menos para mí… Un collar con
un colgante con forma de pez… El collar que Isabella no se quitaba nunca, sólo
que este… Mierda! Este era plateado, y el interior que antes contenía simples
cenizas grises se había convertido en un fino polvillo negro como el carbón.
Así es que así fue la historia… Isabella bebió su té,
condujo ciegamente hasta el medio de la nada, cavó la tumba de Jojo, lo enterró
y luego sencillamente… Desapareció?
Rugí de furia y Laurent sabiamente huyó.
Cómo pudo hacerme esto Isabella?
Cómo pudo hacer esto sin darme la oportunidad de explicar
mis acciones?
Cómo pudo hacerlo sin discutirlo antes?
Es que no se daba cuenta?
Mierda!
Es que no sabía…?
No pensó en el dolor…?
La impotencia…?
Es que no sabía cómo me desgarraba el alma ser testigo de
los extremos a los que había llegado para alejarse de mí?
Miles de veces nos repetimos “Te amo”. Miles de veces! Y qué
significan esas dos palabras si ante el primer problema vas a largarte para no
volver?
Que si soy un hijo de puta? Por supuesto que lo soy, pero lo
reconocía y estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para redimirme.
Si la situación hubiera sido inversa yo… Agh, no quiero ni
imaginarlo, es horrible. Me sería tan fácil perdonarla si Cullen o cualquier
otro la hubiera tocado…? La curva de su cintura… Su culito perfecto… O
simplemente los labios… NO! Puaj! NONONONONONONONONONO!
No, no podría vivir en el mismo universo que el hombre con
el que me traicionó.
A ella podría llegar a perdonarla porque estar sin ella
duele más que la traición, y la amo, la amo, la amo…
Pero al otro… Ese hijo de puta moriría, y yo usaría todo lo
que aprendí durante mi tiempo de prisionero de La Santa Inquisición para
hacerle saber antes del fin el por qué no debe tocar a mi mujer.
Las torturas serían distintas, claro, pero la frialdad, el
método desapasionado, frío, calculado, para causar la mayor cantidad de dolor a
otra persona sin matarla en el proceso…
Mierda!
Qué estoy diciendo!
Con razón se había ido… Con razón me dejó.
El sólo imaginar que otro la tocara me producía furia
homicida y nauseas, y ese es un reflejo que los vampiros no tenemos.
No podía concebir la idea de que alguien más le pusiera una
mano encima, y yo había permitido que esa perra… Con su boca…
Me repugno.
Me merezco todo lo que está pasando.
Pero no voy a renunciar.
Cómo podría?
Ella es para siempre.
Ella no entendió cuando se lo dije… Es mi esposa hasta la
muerte, y no pienso dejar que ninguno de los dos muera.
Y así y todo, pensar en el futuro…
Sesenta y cinco años sin ella.
Esa risa contagiosa, sus ojos que lo decían todo, esa gloriosa
mata de pelo que caía por su espalda, sus caprichos, sus ideas, sus
explicaciones, sus insultos, su pasión por la justicia…
Si no hubiera tenido la certeza de que ella existiría más
adelante, que sabía perfectamente cuándo y dónde encontrarla y los detalles de
lo ocurrido… Si no tuviera un plan para recuperarla, creo que me habría lanzado
a una hoguera, en ese instante.
oooOooo
-Cuándo vamos a ir por ella? – Preguntó Laurent cuando
abandonamos Newcastle en Blondie. No había prueba de que algo malo le hubiera
pasado a Isabella, así es que me devolvieron el auto y nos dejaron ir a
regañadientes.
-No vamos a ir por ella – Respondí simplemente.
-Qué? La vas a dejar ir después de que destrozó tu matrimonio?
– Preguntó sorprendido – Del daño que le causó a Isabella?
-Sí – Respondí sin mover la mirada del camino.
-Oh, mierda James! Quién te entiende? Primero estabas
furioso, después destrozado, y ahora la vas a dejar para que continúe
arruinando la vida de más hombres?
-Cuando te enamores vas a entender lo que estoy haciendo –
Dije – Mi meta no es mi satisfacción personal inmediata, sino el bienestar de
mi mujer, por sobre todas las cosas.
-Entonces? – Insistió.
-Dejarla ir es la decisión más difícil que he tomado, y lo
hago por Isabella – Le dije – Ya va a llegar la hora de vengarme, pero por
ahora, sólo queda esperar.
oooOooo
Los siguientes años pasaron como un borrón en mi mente.
Existí, hice lo que tenía que hacer, me alimenté, viajé, y oh sorpresa! Hasta
estudié un poco, más que nada pensando en que quería dejar de sonar como un
idiota ignorante cuando recuperara a mi mujer.
Ya había asumido que por décadas no habría una puta cosa que
yo pudiera hacer para estar con Isabella, así es que llevé conmigo su retrato y
me prometí una y mil veces que esta vez haría las cosas bien.
oooOooo
Mierda, qué difícil era! Si bien antes la vida sin ella era
dura, al menos sabía que mis deseos eran inútiles, pero en cambio ahora… Ahora
Isabella había nacido, se estaba formando la persona que yo amaba, y me costaba
muchísimo trabajo el contenerme y no ir a verla, aunque fuera de lejos.
Ella era una niña, pero mi curiosidad no era perversión
sexual, sino más bien un acto como mirar fotos de infancia de tu pareja. No
piensas “que lindo niño, lo quiero follar”
a menos que estés muy mal de la azotea, sino que miras interesado los momentos
de su vida que no llegaste a compartir.
Pero mi buen amigo Laurent me detuvo, una y otra vez. No por
la fuerza, claro está, sino a punta de buenos argumentos.
El período crítico para mi control era siempre el mismo,
cada año. Nuestro aniversario. Todos nuestros aniversarios. Conocernos,
besarnos, hacer el amor, casarnos…
Esas semanas ella me dolía más y yo me odiaba más.
oooOooo
Cuando se comenzó a acercar la fecha, le dije a Laurent
-No te sorprendas de nada de lo que va a pasar. Me vas a ver
actuar extraño, sígueme la corriente. Y cuando llegue el momento de enfrentar a
los Cullen ríndete – Le instruí.
-Rendirme? Dejarte solo después de todo lo que hemos pasado
juntos? Estás loco? – Se agitó.
-Un poco loco, sí – Asentí – Pero sé algo muy importante
para ti… La razón por la que debes rendirte es porque esa rendición te va a
llevar a encontrar a tu Pareja.
-Pareja? De qué demonios estás hablando? – Preguntó.
-No te puedo decir cómo lo sé, tan solo… Eres mi amigo
Laurent, confía en mí, yo no te engañaría con algo como esto.
-Si confío, pero no quiero dejarte solo… - Murmuró – Me
puedes necesitar…
-No voy a estar solo – Sonreí a medias – Si las cosas salen
bien estaré con mi mujer.
-Demonios! No entiendo nada, pero espero que tengas razón. Está
bien, qué tengo que hacer?
oooOooo
Rastrearla fue sencillo. Mi don la tenía siempre localizada
en un área general y su aroma estaba grabado a fuego en mi mente.
Me acerqué sin prisa, dejando que se diera cuenta de quién
era yo.
Primero vino la sorpresa y luego el temor.
Me recordaba, por supuesto.
Sabía lo que me había hecho.
-Victoria – Dije lo más seductoramente posible, arrastrando
las palabras.
-James? – Dijo ella en una especie de chillido.
-Entonces si me recuerdas – Sonreí, amable.
-Claro… Claro que sí – Respondió – Jugamos al escondite… Me
gustabas… Mucho.
-Tanto como para decapitarme? – Pregunté sin alterarme.
-Tenía miedo – Respondió, defensiva – Tenía miedo de lo que
me harías, recuerda que después de tu orgasmo me atacaste…
-Comprendo – Dije.
-En serio? – Preguntó, escéptica.
-Comprendo la situación, te sentiste vulnerable y
reaccionaste. Yo mismo exageré las cosas, no debí perder el control de esa
manera contigo – Dije encogiendo los hombros – Fue muy poco caballeroso de mi
parte.
-Por qué estás aquí? – Preguntó – Qué pasó con tu humana?
-Ella me dejó a causa de lo sucedido, y no puedo decir que
la culpe – Respondí quitándole importancia.
-Y no estás enojado conmigo? – Preguntó ella levantando una
ceja.
-Era mi pene en tu boca, no? Después de pensarlo unos días
me di cuenta de que soy tan culpable como tú, y no puedo negar que en el fondo
lo disfruté… Mucho – Dije enfocando toda la intensidad de mi mirada en sus
labios. Ella estaba cayendo redondita. Lo podía ver. Ella caería porque quería creerme.
Victoria estaba sola odiaba su soledad.
Todos sus conocidos la despreciaban.
Mi oferta implícita de compañía era su sueño hecho realidad.
-Por qué estás aquí? – Repitió con un susurro, mientras yo
me acercaba hasta llegar a tocar su cintura.
-Por ti – Dije en su oído, y ella se estremeció. La muy
idiota – Vine a terminar lo que comenzaste… Vine a cogerte, te gustaría eso?
Que te tome con fuerza desde atrás, que jale tu cabello, que te llame mi puta, que
te muerda al acabar bañándote en mi semilla, marcándote como mía? Quieres ser
mía Victoria?
Ella jadeó cuando me obligué a besar su cuello. Esta parte
era tremendamente desagradable, pero era vital para el plan.
-Ssss… Ssss… Siiiiiiiiii – Gimió.
-Vamos a buscar tus cosas, desde ahora no te vas a separar
de mi lado – Dije ejecutivo, tomando su mano.
-Tú y yo juntos? De verdad? Para… Por siempre? – Balbuceó
alucinando.
-Eso te lo puedo jurar Victoria, tú y yo juntos hasta que la
muerte nos separe – Dije con toda honestidad.
Claro está que idealmente sería su muerte la que nos
separaría.
oooOooo
-No nos podemos detener unos minutos? – Se quejó Victoria a
mi lado – No hemos parado y no me has tocado desde que partimos…
-No es el momento -
Le dije – Mi amigo Laurent me necesita y debemos llegar a él lo antes posible.
Después de que Laurent tenga sus asuntos en orden, nos divertiremos solos tú y
yo…
Victoria se enfurruñó pero no habló más.
Maravilloso.
Todo salía acorde a lo planeado.
oooOooo
-Estamos cerca – Le dije a Victoria. Podía percibir la
proximidad de mi amigo.
Segundos después Laurent aparecía frente a nosotros. Realicé
las presentaciones rápidamente y seguimos caminado sin dar explicaciones a
Victoria. Ella no necesitaba saber nada, así no tendría que cuidar sus
pensamientos.
Escuchamos a lo lejos los golpes de bates azotando las
pelotas, disimulados por los truenos de la tormenta que se aproximaba.
Baseball.
-Qué es eso? – Preguntó Victoria.
-Tengo ciertas deudas que saldar – Dije – Tú me vas a
acompañar, no es cierto nena? – Pregunté agarrándole el trasero a dos manos.
Detrás de ella Laurent simulaba arcadas.
-Mmmmmh? – Preguntó.
-Tú vas a estar a mi lado, no es cierto? Vas a pelear por
mí? – Pregunté restregando mi rodilla en su entrepierna, ya que yo no podía
simular una erección.
-Sí… - Dijo ella mirándome a los ojos.
-Esa es mi chica – Dije dándole una palmada en el culo. Ella
chilló y se colgó de mi brazo.
Estábamos cerca.
El bosque se abrió en un claro demasiado perfecto para ser
natural y me pregunté si los Cullen habían derribado un montón de árboles
perfectamente buenos para poder jugar un partido de baseball cada 30 años.
Ahí estaban, tal como me lo relató Isabella. Mary Alice los
había alertado y todos se agrupaban para proteger a la humana.
Me acerqué y repetí el diálogo que Isabella me había
narrado, siempre pendiente de las reacciones de ella.
Confusión.
Un poco de miedo.
Curiosidad.
Vergüenza tal vez.
Pero no reconocimiento hacia su Pareja o resentimiento hacia
Victoria.
Mierda! Yo contaba con que ella sabría quien era yo.
Me concentré en todo lo que la deseaba, en las cosas sucias
que quería hacerle, en mi lengua en los lugares más íntimos de su cuerpo, un
cuerpo que conocía perfectamente.
Edward gruñó.
Todo continuó según el libreto. Laurent me dio una mirada de
despedida y corrió hacia la casa de los Cullen a “rendirse”.
Victoria fue a la escuela a “buscar información”, aunque en
realidad la mandé a hacer ese trabajo inútil para sacármela de encima.
Simulé estar de cacería.
Me di cuenta de inmediato de cuando se llevaron a Isabella y
sentí la cuerda que unía nuestros corazones tensarse por la distancia. No me
gustaba. Desde que ella nació nunca estuve a más de un Estado de distancia.
Dejé pasar las horas hasta que fuera el momento…
Victoria y yo tomamos un avión desde Seattle a Phoenix, nos
bajamos del avión y nos dirigimos a la casa de la madre de Isabella, donde
buscamos entre las cintas de video una que sirviera.
Y luego, la llamada de extorsión.
La necesidad de comportarme como un grandísimo hijo de puta
la primera vez que hablaba con ella en décadas.
Tal como estaba destinado a suceder, ella accedió a dar su
vida por la de su madre.
Mierda Isabella! Dónde está tu sentido de supervivencia?
-Por qué estamos persiguiendo a esa mocosa? – Se quejó
Victoria - Es que crees que no me doy cuenta de que luce igual a tu humana? –
Me empujó.
-Por supuesto que se parece a Isabella, ambas están
directamente emparentadas – Respondí tomando sus muñecas en mi mano – Es por
eso que necesito que sea ella y no otra… Tengo cuentas que saldar, cuentas que
no pude saldar en 1950 porque ella me abandonó. Me conformaré y las tendré que
arreglar con esta Isabella.
-Entonces… No va a ser ella tu nuevo juguete? – Preguntó más
tranquila, batiendo las pestañas.
-Por supuesto que no Victoria, es que no lo sabes ya? –
Pregunté rodando los ojos – En mi vida el único juguete eres tú.
La muy idiota asintió satisfecha y besó mi mejilla.
Emprendimos rumbo al estudio de ballet.
-A dónde vamos? – Preguntó Victoria aún un poco fastidiada
de tanto viaje e inconveniente, los que nos habían impedido consumar nuestra
relación.
-Ya te lo dije, vamos a terminar con un problema que se ha
arrastrado por demasiado tiempo – Respondí.
Llegamos al estudio, que aún se encontraba vacío.
Entramos al edificio y nos dirigimos a la sala de los
espejos.
-Por fin… - Suspiré satisfecho. Mi plan había resultado
hasta el momento.
-Por fin? –Preguntó ella, intentando ser coqueta.
-Por fin te tengo aquí, sólo para mí… No sabes cómo he
esperado este momento y cuanto pienso saborearlo – Dije tomando su mentón y
depositando un beso rápido en sus labios expectantes – Desnúdate para mí –
Ordené.
-A… Aquí? – Pareció descolocada mirando cómo su cuerpo se
vería desde todos los ángulos posibles.
-Ahora Victoria, no me siento muy paciente en este momento,
he deseado esto por tanto tiempo que soy capaz de destruir tu ropa y no
queremos eso, no es cierto? – Pregunté
casi sin poder ocultar la oscuridad que emanaba de mi voz.
-Está bien – Dijo mucho más tímida que la vez anterior,
cuando se agarró de mi pene como un pitbull a un hueso. Tal vez porque esto no
era un papel anónimo de femme fatale sino lo que seguramente era la primera
“relación” que había tenido.
Se desnudó y quedó totalmente expuesta para mí, que seguía
completamente vestido.
Caminé hacia ella y con mis manos acuné sus mejillas.
-Eres especial, lo
sabías? – Pregunté. Ella negó con la cabeza. Sus ojos brillaban de emoción –
Eres… - Continué deslizando mis manos por sus hombros, hacia sus brazos – Eres
un regalo…
Dije al tiempo que en un estudiado y brutal movimiento le
arrancaba ambos brazos.
El desconcierto fue tan grande que ni siquiera atinó a
correr. La desmembré en cosa de segundos, guardé sus partes y piezas en un saco
y aparté la cabeza para seguir hablándole mientras esperaba que llegara
Isabella.
-Como te decía, Victoria – Pronuncié su nombre con desdén –
Eres un regalo, literalmente. Vas a ser la mejor ofrenda que le puedo presentar
a la mujer que amo. Esa mujer que tú alejaste de mí. Incluso mataste a su
cerdo! Qué clase de monstruo mata a un cerdito tan pequeño? No tenía ni
dientes, era un bebé! El bebé de mi mujer. Se llamaba James Jr., sabes? Pero
Isabella le decía Jojo para diferenciarnos… Si tan solo hubieras dejado vivo al
maldito cerdo…
oooOooo
A ratos hablé en nerviosas tiradas y a veces me mantuve
quieto como una estatua, hasta que al fin escuché los pasos de Isabella, así es
que me escondí entre las sombras con mi macabro presente.
-Deja de esconderte como un cobarde… - Dijo desafiante, aún
sin saber dónde estaba yo - Sé que estás ahí y sé que no tienes a mi
madre secuestrada. Dime qué demonios quieres, y cuando termines tu discurso y
antes de que empieces a torturarme, sádico de mierda, voy a hablar yo. Si después
todavía quieres matarme, mejor te apuras porque mi familia está por llegar y ya
sabemos cómo termina eso – Dijo tocando un montón de puntos dolorosos a la vez.
Esta… Sería posible? Esta chica era mi Isabella?
-Si sabes que no tengo a tu madre, por qué estás aquí? –
Pregunté tan fría y desapasionadamente como pude.
-Porque a diferencia de ti yo doy la cara y digo las cosas
de frente – Dijo media ahogada. Rompería a llorar. Mierda! Cómo resistir sus
lágrimas? – Me dejaste por medio de tu amante en vez de decírmelo como un
hombre de verdad. Qué creíste? Que me aferraría a tu pierna, que te rogaría, y
que no te dejaría ir?
-Isabella? – Susurré aturdido. Era ella. Era ella. Por dios,
era ella!
-Por supuesto que soy Isabella, pedazo de idiota, o es que
citaste a alguien más para torturar y asesinar el día de hoy? – Dijo sonando
furiosa. No me tenía miedo.
-Isabella… - Dije más suavemente.
-Haz lo que tengas que hacer y lárgate si quieres mantener
tu cabeza en su sitio - Dijo.
-Isabella, tu… Desapareciste – Murmuré como un idiota –
Esperé por ti todos estos años, y cuando te encontré en el juego de baseball no
me reconociste…
-De qué estás hablando? – Preguntó mirando en mi dirección
general.
-He esperado tanto tiempo… Décadas… Por volverte a ver… -
Susurré casi al borde del llanto.
-No veo por qué… - Respondió como si no le importara lo que
había sido de mí todos estos años.
-Porque eres mi esposa, maldita sea! Porque eres mi esposa y
desapareciste de mi vida sin dejar rastro! – Grité furioso y frustrado.
-No seas ridículo – Bufó – No me vas a decir que te creíste
la farsa que fue ese matrimonio.
Auch!
Realmente era cruel cuando quería herirme.
-Eres mi esposa – Gruñí.
-Pruébalo! – Me desafió – Muéstrame el documento legal que indique que
estamos ligados por algo más que la mala suerte de habernos conocido… No
puedes, porque todos los papeles los escribiste tú mismo aprovechándote de ese
pobre cura ciego! Tú y yo no somos nada, nada más que un tremendo error – Rogué
que no sintiera realmente las cosas que salían de sus labios, pero las decía
con tal convencimiento...
-No hablas en serio – Dije bajando la voz, más para mí que
para ella. Di un paso en su dirección.
-Tu perra mató a Jojo – Dijo modulando lentamente – Lo mató!
Como si no fuera más que un mosquito que la molestaba! – Gritó - Tu engaño me
dolió James, es verdad, después de todo yo te amaba más que a nadie y lo dejé
todo por ti, pero aun así habría sobrevivido al desamor… En cambio Jojo… - Dijo
y trató en vano de recuperar la calma - Eres un maldito hijo de puta! – Gritó –
Mataste a mi Jojo al enviar al hotel a esa mujer, igual que si hubieras
sido tú quien lo pateó – Rompió a llorar desolada – Me quitaste todo, todo,
todo, y te odio! – Dijo entre hipos - Te odio más que la primera vez que nos
encontramos aquí, te odio para siempre y nunca te voy a perdonar, así sea que
viva 5 minutos o 50 años más… Eres… Eres peor de lo que recordaba… Al menos la
vez anterior hubo una posibilidad de rehabilitación para el daño que me
hiciste…
-Isabella… - Murmuré con la cabeza gacha. Esto era mucho
peor de lo que había esperado.
Aunque había que considerar que lo que para mí pasó hace 65
años para ella pasó hace unas pocas horas… Su dolor estaba fresco.
-Cállate! – Chilló interrumpiéndome, lo que da lo mismo
porque no sabía qué decir.
-Necesito que entiendas… - Insistió.
-Edward está por llegar – Dijo temblando de rabia – Vete,
sigue tu camino y no me busques más. Te odio James, no lo olvides, no me eres
indiferente, te odio con toda el alma por lo que has hecho… Lo aposté todo por
ti y no solo me quedé sin nada, sino que perdí a mi cerdito.
-Yo no… - Comencé a decir.
-Has lo que tengas que hacer y vete. Esta pelea con los
Cullen no la vas a ganar – Dijo.
-En realidad, quería esperar a encontrarte a ti, mi
Isabella, para darte esto… - Dije y lancé el saco a sus pies.
-Qué se supone que es esto? - Preguntó curiosa a pesar de sí
misma al notar que algo se movía en su interior.
-Te amo Isabella – Dije lanzándole el otro bulto, la cabeza –
Para mí siempre serás mi mujer.
Me largué.
A mi pesar sabía que los Cullen en grupo acabarían conmigo
sin nada de esfuerzo, especialmente con El Mayor de su lado.
Si ella hubiera expresado la más mínima inclinación…
Si ella me lo hubiera pedido me habría quedado a enfrentar
lo que fuera.
Pero no me lo pidió.
Y hui como una rata.
Apropiado.
oooOooo
Los siguientes meses fueron una mierda.
No tengo más que decir.
Me quedé cerca de la Península Olímpica, incapaz de
alejarme, e incapaz de acercarme.
Ella no me quería cerca, pero yo confiaba en que algún día
se calmaría lo suficiente como para querer sentarse a hablar conmigo.
Además ella era mi esposa, mi para siempre, y no estaba
dispuesto a renunciar a eso.
oooOooo
Laurence encontró a su compañera, se llama Irina y es tan
pálida como el es oscuro. Sería interesante ver a sus bebés, si es que pudieran
tenerlos…
A Isabella seguro le gustarían.
oooOooo
Isabella siempre se movía en el mismo circuito: El
supermercado. Su casa. La escuela. Rara vez, la casa de los Cullen.
Por eso me llamó tanto la atención cuando un día de escuela,
muy temprano, la sentí dirigirse al sureste, lo que la haría internarse en
pleno Parque Nacional.
Por qué?
Esperé a ver hasta dónde llegaba, y entró varios kilómetros
para luego no moverse más.
Había pasado algo?
Se descompuso su camioneta?
Estaba sola?
Yo me encontraba en Bellingham, había estado de cacería, y
después de horas de ansiedad decidí dejar de luchar contra mis instintos y
simplemente correr hacia ella.
Si al verme me mandaba al demonio otra vez, así sea, pero si
estaba en verdadero peligro y le pasa algo porque yo no quise ir…
Corrí, y corrí, pero llegar no era tan sencillo porque
dependía de los horarios y recorridos de los malditos ferris. Casi me lanzo al
agua para llegar más rápido, pero me conformé haciendo que los demás se
sintieran terriblemente incómodos con mi presencia.
Ya era de noche cuando me interné en el bosque, y al
acercarme a Isabella constaté que estaba sola, estaba bien, estaba bebiendo sopa
y estaba gimiendo con el mismo placer que cuando mis dedos la penetraban por
primera vez. Siempre ese sonido bajito, satisfecho, adorable… Y sexi como el
demonio.
Suspiró y tragó otra cucharada de sopa.
-Si esa es la reacción de tu cuerpo a la sopa enlatada, tal
vez te pida que la compartas – Dije a su espalda, haciéndola saltar de susto y
derramar parte de su sopa en el suelo.
-Santa cachucha! Eres real! – Me dijo lanzándome la lata
medio llena de sopa caliente por la cabeza.
Afortunadamente tengo buenos reflejos…
-Cómo es eso? Así recibes a tu marido? - Pregunté –
Maldiciones y lanzamiento de objetos? Y además de qué hablas? Claro que soy
real.
-No, hoy estuve pensando y tú no eres un personaje creíble y
no encajas en ninguna parte de la línea temporal de mi vida, por lo que probablemente
eres imaginario, así es que shu! – Hizo un gesto con la mano, como si yo fuera
un perro que husmea donde no debe.
Maldita sea! No llevo dos minutos en su presencia y ya
quiero reír a carcajadas.
Y abrazarla…
Y besarla…
Y…
-Shu? Soy tu esposo y vine por ti. Ya te di el tiempo
suficiente para que estés furiosa y me odies, pero es hora de hablar – Le dije
arrodillándome frente a ella y cubriendo sus manos con las mías.
Ella miró nuestras manos unidas y se puso a llorar.
-Si tú eres real significa que todo lo demás también lo es…
Lo que dijo Victoria sucedió… Por qué estás aquí? Por qué me entregaste a tu
amante en pedacitos? – Trató de soltar sus manos de mi agarre y no se lo
permití.
-No qué te dijo Victoria, pero no es cierto! – Le dije –
Isabella yo te amaba… Te sigo amando…
-No creí lo que me dijo.
Yo confiaba en ti y me negué a creerle, pero sabes lo que ella hizo? Me forzó a
oler tu esencia y tu sexo de sus propias manos! Me vas a decir que te
tropezaste con ella y caíste con el pene por delante directo en su vagina? Fue un accidente, esas cosas pasan – Se
burló amargamente.
-Esa mujer prácticamente me violó! – Exclamé.
-Ajá, y como tú eres tan débil y pequeñito no te quedó más
que someterte y tener orgasmos… Pobre James - Dijo ella.
-Cuando te tienen agarrado de las bolas no importa tu tamaño
– Dije con los dientes apretados – Ella forzó… Forzó mi orgasmo…
-Ajá – Asintió.
-Isabella, los hombres no funcionan biológicamente igual que
las mujeres. Nosotros estamos programados para funcionar en condiciones
adversas, y basta el estímulo mecánico para eyacular… A diferencia de las
chicas no necesitamos romance, velas, estar enamorados o que nos agrade la otra
persona. Si hay un agujero que llenar es un imperativo evolutivo el llenarlo
con nuestra semilla… - Expliqué.
-O sea que cogías a Victoria a pesar de que te caía mal
porque tiene agujeros que llenar – Dijo entrecerrando los ojos, desafiándome a
contradecirla.
-Nunca cogí con esa mujer Isabella, por dios, que asco! –
Arrugué la nariz – Ella me sorprendió, tomó mi entrepierna y me masturbó, logró
que eyaculara y se largó… - Dije.
-Y dónde estabas cuando ella fue al hotel a decirme que tú
te largabas con ella? Dónde estabas cuando me ahorcó? O cuando… Jojo… - Hizo un
puchero.
-Después de lo que
pasó yo la tomé del cuello y la amenacé para que se alejara de nosotros,
pero ella tuvo un golpe de suerte y logró decapitarme… Estuve decapitado por
varias horas hasta que Laurent me encontró. Así es como lo conocí – Relaté y le
mostré la cicatriz de mi cuello.
-Te juntas con puras joyas… - Comentó rodando los ojos - Tu
amigo que te deja botado a la primera señal de peligro y tu novia violadora –
Dijo divertida por mi situación – Yo te lo dije el primer día, Victoria=Perra;
Laurent=Gallina.
-Laurent es un buen amigo y me ayudó haciendo exactamente lo
que le pedí: Actuar la escena que me describiste cuando me contaste cómo nos
conocimos – Dije – Él no me traicionaría, llevamos juntos 65 años…
-Juntos como en “El Secreto de la Montaña”? – Preguntó,
curiosa.
La miré aturdido.
-La película de los vaqueros gay – Aclaró.
-Ew! Claro que no! – Dije haciendo una mueca de asco.
-Ese “Ew” es de qué? De homofóbico o de racista? – Preguntó.
-De nada, y me daría lo mismo si Laurent fuera azul…!
-…Entonces sería un pitufo – Interrumpió.
-Por dios! Estoy hablando en serio Isabella… Necesito que
entiendas…
-Qué es lo que debo entender? – Preguntó.
-Que te amo, sólo a ti. No he tenido sexo con nadie desde
que nos conocimos salvo por el asalto de Victoria. Sabes lo que es eso? Unos 23.741
días de celibato, ten piedad Isabella, son 569.784 horas desde la última vez
que estuve dentro de ti (o de nadie) – Rogué.
-De verdad estábamos casados? – Preguntó en un susurro.
-De verdad! – Le dije.
-No me acordaba bien de si era cierto… Los remedios que me
dieron para mejorarme hicieron un lío en mi cabeza – Dijo – Sé que había algo
lindo y luminoso en mi vida, pero cuando recordaba tu rosto me producías una
sensación de ternura y de rechazo igualmente poderosas… Te amaba y te odiaba y
supongo que decidí que era mejor que no existieras…
-Existo – Dije tomando sus manos y besando las palmas –
Existo y te amo, te amo, te amo…
-Schatz…? – Preguntó vacilante, como saboreando la palabra.
Nunca un sonido me hizo tan feliz.
-Mi Führer? – Pregunté con un hilo de voz.
-Tienes mucho que explicar… Mucho, y no dudes que te voy a
castigar…
-Adoro tus castigos – Asentí.
-Me vas a tener que hacer masajes en los pies todos los días
– Continuó.
-Y voy a disfrutar cada segundo – Le dije.
-Y quiero leche con chocolate en mi desayuno cada mañana…!
-Así va a ser – Respondí acercándome de a poquito mientras
ella pensaba en todas sus exigencias. Podía pedir lo que quisiera, se lo daría
a cambio de una sonrisa.
-…Pero tiene que ser de esa leche con chocolate que tiene
mini marshmallows, que hace muy mal para los dientes y te da diabetes. Esa me
gusta.
-Todos los que quieras – Susurré contra su mejilla.
-Tú crees que no me doy cuenta de que estás a punto de
besarme? – Preguntó.
-Lo notaste? – Pregunté fingiendo inocencia.
-Si Schatz. Si me tocas, es exclusivamente porque yo te lo
permito – Sonrió condescendiente.
-Antes… Algo más… - Dije metiendo mi mano en el bolsillo de
mis jeans.
-Mmmmh? – Miró curiosa.
-Esto te pertenece – Le dije extendiendo mi mano con dos
anillos en la palma, el de compromiso y el de matrimonio.
Ella los miró pero no los tocó.
-Los recuerdo – Dijo – Son reales… Pensé que la libélula…
Era un sueño…
-Los usarás de nuevo? – Pregunté temiendo la respuesta.
-James… - Dijo suavemente – Hay muchas cosas que se
confunden en mi mente. Creí morir de dolor y para ayudarme apagaron mis
emociones con medicamentos. Dudé de todo. Dudé de mí. Pero nunca dudé que en
algún momento me sentí plena. Emociones tan intensas no se imaginan, por lo que
sé que existió un momento y un lugar en el que fui feliz.
-Lo fuimos… - Asentí – Mucho.
-No creo que lo importante haya sido el momento o el lugar,
creo que fuiste tú. Sin importar dónde fuimos juntos… Fui tan feliz…
-Voy a dedicar mi vida a compensarte… - Dije.
-No quiero eso – Dijo – Quiero a mi esposo, no un esclavo.
Si llego a descubrir que andas en cosas raras no voy a volver a ser una
cobarde, porque no tengo adónde huir. En vez de huir te voy a arrancar las
bolas de cuajo y las voy a colgar del espejo del auto para que te acuerdes cada
día de quién manda.
-Comprendo – Dije tragando en seco. No porque pretendiera
engañarla, sino porque la amenaza era llamativa y bastante efectiva.
-Ponme mis anillos – Dijo estirando la mano izquierda.
Lo hice con reverencia.
-Ahora puedes besar a la novia – Dijo poniéndose de
puntillas.
Y vaya si que la besé. Comenzó como un leve roce de labios,
delicado, tentativo, que fue tomando fuerza hasta transformarse en algo francamente
indecente.
Cuando paramos un momento para que Isabella pudiera respirar
ella me dijo
-Señor Sonrisas, podrías apagar el fuego?
Señor sonrisas.
Esa contracción muscular que representa alegría.
Esta vez no era cínica, irónica o burlona. Tampoco pretendía
ser seductora.
Era simplemente… La enorme sonrisa de un idiota enamorado
que obtuvo el milagro de una segunda oportunidad.
Lo único que necesitaba… Una chance para hacer las cosas
bien.
-Schatz? – Preguntó Isabella enredando sus dedos con los
míos – Tenemos un problema…
-Dime – Dije enfocando mi atención en ella.
-No sabía que vendría mi esposo imaginario así es que
empaqué sólo para uno… - Dijo picándome – Por lo tanto vamos a tener que dormir
todos incómodos, con nuestros cuerpos muy pegados, y sin ropa porque la ropa
abulta…
-Puedo vivir con eso – Dije encogiendo los hombros.
-Y mañana tenemos que planificar… Traje una libreta para
hacer listas de cosas imaginarias, pero la podemos usar en anotar cosas reales por
hacer.
-Como qué? – Pregunté.
-Como ir a San Francisco al Barrio Chino, ir a bailar swing,
elegir una fecha para convertirme, casarnos de verdad, presentarme a tu
aminovio Laurent, conseguir un buen auto, encontrar un lugar aislado para el
primer año…
-Y todo eso hay que planificarlo mañana? – Pregunté
recorriendo su cuello con mi nariz.
-Ajá – Asintió – Ahora tenemos otro asunto pendiente…
-Eso suena serio… Algún problema?
-Depende de tu perspectiva. Si eres del estilo neandertal
probablemente te parezca una buena noticia… Y si eres del estilo “quiero tener
sexo desenfrenado toda la noche hasta en las ramas de los árboles”… Quizás no
te va a gustar.
-Qué pasó? – Acuné sus mejillas.
-Emmmm… Estoy como un 98.7% segura de que este cuerpo es
virgen…
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El Fin
No olviden dejar sus últimas impresiones.
Abrazos.
A.
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