Sorpresa, sorpresa! Como les había prometido, voy a tratar de terminar
los fics que dejé a medias. Este es uno muy especial para mí por ser el primero
en este universo y por las características particulares de los personajes,
opuestos aislados que se encuentran en un mundo cada vez más incierto.
RECOMENDACIÓN:
Lean el capítulo anterior.
Espero que les guste.
A.
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Capítulo 9
Whispered something in your ear.
It was a perverted thing to say.
But I said it anyway.
Made you smile and look away.
Nothing's gonna hurt you baby.
As long as you're with me, you'll be just fine.
Nothing's gonna hurt you baby.
Nothing's gonna take you from my side.
It was a perverted thing to say.
But I said it anyway.
Made you smile and look away.
Nothing's gonna hurt you baby.
As long as you're with me, you'll be just fine.
Nothing's gonna hurt you baby.
Nothing's gonna take you from my side.
Nothing's Gonna Hurt You Baby / Cigarrettes After Sex
-Es así como me ves? – Preguntó Hermione finalmente, con la
garganta apretada.
-Es así como te imaginaba – Respondió él, nervioso a la
espera de un veredicto – Casi siempre usas una túnica o ropa holgada, así es
que hay zonas de tu cuerpo que tuve que imaginar.
-Como mis pechos… – Murmuró ella, mortificada por no cumplir
las optimistas expectativas del mago.
-En el tallado de madera es más fácil quitar que agregar
material – Repuso él descendiendo a la altura de ella en la silla para susurrarle
en el oído, por la espalda – Esta pieza está en proceso, y ahora que conozco tu
cuerpo en detalle sé exactamente cuánto debo quitar para hacerla cercana a su
modelo… - Dijo Draco, luego depositó un suave beso en el lóbulo de la oreja de
la chica y agregó - Tengo que hacerla fiel a la realidad, ya que va a ser mi
compañía y el testimonio de que alguna vez estuviste aquí – Afirmó alejándose
violentamente y destilando una tóxica mezcla de amargura y resignación.
Al escuchar esas palabras y el tono de desazón, el corazón de
Hermione se encogió de dolor. En parte era un malestar físico generado por una
profunda empatía que sintió por el sufrimiento y la soledad de Malfoy, pero de
alguna forma lo que él dijo también repercutió en sus propias emociones,
alcanzando ese rinconcito de su alma donde almacenaba su propio sufrimiento.
Draco estaba emocionalmente expuesto frente a ella, y
probablemente no sabía cómo manejarlo.
El hombre frente a ella no sentía una infatuación momentánea
o pasajera, él era diferente a los demás, él no estaba atraído por su rango en El
Ministerio o la tonta fama de la que gozaba y la hacía aparecer de vez en
cuando en la portada de la revista “Corazón de Bruja”, ni tampoco soñaba con la
mujer que ella podría llegar a ser.
No, él amaba la persona que era, y en vez de tratar de
enjaularla o contenerla le demostraba con hechos su apoyo silencioso,
asistiéndola como una sombra, pero sin interferir en su misión.
Una misión que por lo demás él despreciaba. A Draco le
importaba un pepino que el mundo se derrumbara a su alrededor. No tenía nada
que ganar o perder… Salvo por ella. Maldita
sea! Él es tan obstinado! Si Hermione volvía al campo de batalla, sabía que
él estaría ahí, con o sin su permiso.
Pero por otro lado… Oh! No debería pensar en estas cosas…!
Pero… Era realmente razonable retomar su vida en Londres? No era un suicidio
tal como estaba la situación? Cómo sería en cambio olvidarlo todo y recomenzar de
cero una vida nueva? Tal vez una vida junto a Draco?
Imaginó recomenzar su vida con otros nombres, otros
trabajos, otras metas… Tal vez incluso considerar la posibilidad de una familia,
algo a lo que ya mentalmente había renunciado hace tiempo…
Nunca antes lo había pensado seriamente, pero enfrentada a
esa pasión constante y abnegada que él le demostraba, ella sintió que sí existían
otras alternativas que nunca antes consideró… Que locura imaginarlo…!
Una idea rupturista emergió frente a sus ojos: Tal vez no era su exclusiva responsabilidad
el salvar el mundo.
Que otros lo
intentaran y se expusieran por una vez!
Después de todo Harry es el elegido, no? El único que puede
vencer a Voldemort?
Todos los demás somos
peones en el juego, retrasando lo inevitable.
Y hablando de recomenzar… Siguió con el ejercicio de
visualización. Cómo sería criar niños “mestizos” en un mundo que los rechaza
abiertamente? Si seguían en Europa, Hogwarts probablemente no los aceptaría
como alumnos, sus opciones laborales estarían limitadas al prejuicio de la
identidad de sus padres, e incluso sus amistades… Demonios! Qué amistades?
Mierda!
Draco era odiado por todos, eso era un hecho... Un traidor a
ambas partes, el asesino de Dumbledore a ojos de la comunidad mágica; y un
fracasado indigno de su familia para los seguidores de Voldemort.
Quedarse con él significaría un mundo cuesta arriba. Todo
sería difícil, ella se convertiría en una paria a su lado.
Ni siquiera sus mejores amigos, Harry y Ron la entenderían.
Le darían la espalda…
Pensarían que la maldijeron con algún encantamiento oscuro,
tal vez el mismísimo “Imperio”…
Maldita sea! Los
escasos segundos que se permitió el considerar quedarse con Malfoy, le
demostraron lo dura que sería la vida con él.
Pero luego los segundos posteriores, aquellos en los que
pensó cómo sería abandonarlo, en no volver a verlo nunca más… Fueron
físicamente dolorosos.
-Granger! Granger, qué te pasa? Te duele algo? – Preguntó él
sacudiendo a Hermione por los hombros.
-Mmmh? – Parpadeó ella, despistada, sacudiendo la cabeza
para aclarar sus pensamientos. Se había sumergido profundamente en sus
reflexiones y se había perdido en sí misma, y ahora que regresaba lo veía todo
borroso… Su rostro estaba húmedo… Sus ojos estaban cargados de lágrimas… Estaba
llorando sin darse ni cuenta de cuándo comenzó.
-Estás bien? – Repitió él arrodillándose frente a ella para
verla a los ojos.
-No fue nada… – Respondió ella tragando compulsivamente para
pasar el nudo de su garganta. Una vez que se serenó señaló para que él apoyara
la cabeza en su regazo, que es donde descansaban sus manos – Ven… Siéntate a
mis pies, déjame tocarte.
Draco la miró dubitativo pero obedeció, sentándose en el
suelo, dándole la espalda, y apoyando su mejilla en los muslos desnudos de la
chica.
De inmediato Hermione enredó sus dedos entre las finas
hebras del cabello de Draco, y comenzó a acariciar su cuero cabelludo en
patrones rítmicos y sensuales. Él poco a poco comenzó a relajarse.
Draco suspiró satisfecho y abrazó las rodillas de la chica.
-Granger… Qué te pasó? Por qué estabas llorando? – Preguntó
él después de unos minutos en silencio, sin girarse.
-No es nada – Dijo ella automáticamente.
-Granger… – Gruñó él y tiró del dedo pequeño de su pierna
derecha.
-Aaaah! – Chilló ella – Cosquillas no, me rindo, me rindo! –
Exclamó tratando inútilmente de escapar. Sus piernas aún no le respondían, por
lo que no había lucha posible.
-No voy a dejar de torturarte hasta que confieses – Dijo él
girándose hasta quedar de frente a la entrepierna de la chica, cubierta
parcialmente por su camiseta – Y soy paciente, no olvides que soy un Slytherin.
-No es… - Repitió ella, y sintió los dedos de él rozar la
planta de su pie izquierdo.
-…Tengo tooodo el tiempo del mundo – Dijo él entrecerrando
los ojos – Y una vista excelente de tus bragas de lunares – Agregó.
-Yo… - Frunció el ceño y se detuvo. Cuánto revelar? Qué
pensaría de ella? Sólo habían compartido un par de besos y ya soñaba con
fugarse con él… Pensaría que estaba loca? Desesperada? – Yo… Estaba pensando en
el momento en el que deba partir… - Dijo finalmente, rendida a lo inevitable, a
ser honesta, porque no sabía ser de otro modo.
-Tan apurada estás por deshacerte de mí? – Preguntó él
furioso, dolido y sorprendido, como si hubiera recibido un golpe físico.
-L… Lo contrario – Dijo ella muy despacio, bajando la mirada
– Estaba pensando en lo duro que será partir, porque estaba imaginando cómo
sería quedarme a tu lado, estar contigo de verdad…
-Y…? – La animó él, tratando de controlar su expresión
facial para simular una de indiferencia.
-Me imagino que comencé a llorar al pensar… Olvídalo, es una
tontería… - Sacudió la cabeza, avergonzada.
-Mierda Granger! Qué es lo que te hizo llorar? – Exclamó él,
impaciente.
-Ya te lo dije! Pensar en dejarte! – Respondió ella
exasperada – Me permití por un instante imaginar una vida distinta, lejos,
donde nadie sepa de nosotros, donde pudiéramos ser una pareja más – Sollozó
derrotada, y Draco se acercó y tiernamente acunó su rostro limpiando sus
lágrimas con sus dedos – Fueron sólo un par de segundos… - Balbuceó ella – Pero
lo vi claro en mi mente como si fuera un recuerdo real… Supongo que
subconscientemente es algo que siempre he deseado…
-Qué imaginaste? – Preguntó él cerrando los ojos, tal vez
para no revelar el dolor que lo desgarraba por dentro. Sería posible? Tenerla
para sí? Para siempre? No, no se atrevió a soñar.
-No te vas a reír de mí? – Musitó Hermione. El antiguo
Malfoy habría disfrutado de un momento de vulnerabilidad como el que estaba
presenciando.
-Nunca de ti – Afirmó él seriamente – Sólo contigo.
-Yo imaginé… Que tú y yo nos largábamos – Comenzó - Renunciábamos
a todos los conflictos que no nos pertenecen y nos íbamos lejos, sin mirar
atrás. A un lugar donde no importe tu familia o mi genética, donde no haya
guerra, donde no debamos temer por nuestras vidas… Fue solo un momento de
debilidad, olvídalo… - Dijo profundamente ruborizada.
-Qué más? – Preguntó él muy grave, descansando nuevamente su
mejilla en las rodillas de Hermione.
-Tendríamos… Tendríamos una pequeña familia… - Murmuró ella
acercando su mano al rostro del mago, que nuevamente cerró los ojos al sentir su
toque.
-Continúa – Rogó él – Con detalles…
-Este… Tendríamos un chico y una chica, él sería mayor, tu
heredero y sucesor, para que no reclames que no respetamos las tradiciones… Me
lo imagino de unos doce años y con mi
cabello castaño y desordenado y tus ojos grises… Y siempre tendría un libro en
sus manos y … - Hermione suspiró satisfecha – Y la chica… Dios! Sería tan hermosa,
Draco… Parecería una pequeña Veela! En mi sueño tendría como tres años y sería
igual a ti, con tu cabello casi plateado y esa piel que parece de porcelana, y tu
sonrisa malvada, que revela que siempre estás planeando algo… La imagino cubierta
de barro y a ti también… Supongo que habrán estado jugando como Muggles, o tal
vez ella se cayó y tú la recogiste, no lo sé, pero los dos se ríen de algo… Tal
vez de mí y del regaño que los espera por parecer un par de cerditos… - Sonrió
tristemente.
-Cómo se llamarán? – Preguntó él con la voz ronca y una
expresión indescifrable.
-Ugh? – Preguntó ella, ausente.
-Nuestros hijos, cómo se llamarían? – Insistió.
-No lo sé, no llegué a imaginar tantos detalles en tan poco
tiempo, pero si tengo que adivinar… - Trató de pensar rápido - Ella estoy casi
segura de que se llamará Diantha… - Dijo tomando confianza al ver que él no se
burlaba de sus historias – Estoy improvisando, nunca se mencionó en mi fantasía,
como te dije fueron segundos, casi una postal, pero ese nombre siempre me ha
gustado…
-Qué significa?
-Es un nombre griego, significa “Flor divina”.
-Griego… - Repitió él.
-Mi familia materna es de Grecia – Aclaró Hermione.
-Y el chico…? Mi… Mi hijo – Preguntó en un murmullo casi
inentendible.
-Creo… Creo que Liander – Hermione sonrió para sí – Es un
buen nombre… Fuerte y masculino.
-Liander… Liander… – Repitió como saboreándolo - Qué significa?
– Preguntó él.
-Significa “Fuerte como un león”. Muy Griffindor de mi
parte… Te debo haber ganado una apuesta para que me permitieras hacer una cosa
semejante – Se rió ella.
-Éramos felices? – Preguntó él, atento como si cada palabra
de ella fuera la predicción de un oráculo.
-En mi sueño sí – Dijo ella delineando los labios de él con
la yema de los dedos – Vivíamos alejados, en un lugar parecido a éste, y el
mundo exterior no importaba… Fue un sueño muy egoísta… - Admitió.
-Es egoísta querer ser feliz? – Preguntó él frunciendo el
ceño.
-Lo es cuando se tienen obligaciones tan importantes como
las mías o al parecer, las tuyas – Dijo ella.
-No es tu misión salvar el mundo Granger, el Señor Oscuro va
a ganar, de eso no hay duda, y cuando así sea, van a cazar a los últimos
disidentes como ratas y los van a usar de ejemplo para ahogar cualquier
iniciativa de revolución… Eventualmente te van a atrapar a ti y yo voy a morir tratando de liberarte, te
parece ese un buen plan? – Preguntó.
-No, no lo es, pero… La Orden… - Balbuceó ella.
-Por favor, entiende de una vez que La Orden ya no existe! –
Exclamó él, exasperado – Nos van a matar por nada Granger, vas a entregar tu vida a una causa perdida, y de paso vas a condenar
la mía.
-Nadie te obliga a seguirme – Dijo ella, molesta.
-Pero te amo, maldita sea! – Le gritó él poniéndose de pie –
Qué alternativa tengo sino seguirte adonde vayas? Si al menos valiera la pena
lo entendería, pero lo que pretendes es un suicidio en pos de una ideología, no
un cambio real… En este conflicto tú no vas a hacer la diferencia! Si regresas
a Londres te van a atrapar en tu departamento, o en el mismísimo Ministerio. A
los Mortífagos ya no les preocupa llamar la atención, la sutileza es cosa del
pasado…
-Pero… La Profecía… - Murmuró ella.
-Qué profecía? La de San Potter? “Cara Cortada”? La que dice
que él va a acabar con el mago más poderoso que ha existido? Ni siquiera es
bueno en un duelo con alguien de su edad! Además, si de verdad es su destino
salvarnos, dónde demonios está? Qué ha hecho nuestro salvador durante todos
estos años de guerra? Huir, eso es lo que hace. Esconderse para salvar su
miserable pellejo. Nunca ha peleado, nunca ha arriesgado nada propio, y mientras
tanto, deja que su supuesta mejor amiga se exponga al peligro, cumpliendo con un
trabajo que la expone día tras día, amarrada al peligro constante de ser la
guardiana de los secretos de La Orden, lo que es una condena a muerte en sí
misma…!
-No es así! – Exclamó Hermione con menos intensidad – Él si
ha hecho sacrificios, y perdió a sus padres, y a Sirius, y a Dumbledore…!
-Él no tuvo nada que ver con esas muertes – Dijo Draco
encogiéndose visiblemente ante la mención del director – No se relacionan con
sus propias acciones.
-Pero Sirius… En el Departamento de Misterios… Él siente que
es su culpa… - Insistió Hermione, con aún menos entusiasmo. Sería desleal no
defender a sus amigos, pero en honor a la verdad, lo que Draco decía no era
nada que ella misma no hubiera pensado antes, llena de culpa.
-Black fue una carnada, nada más. Es lo que el Señor Obscuro
hace, te manipula, se mete en tu mente, juega con tus emociones, e identifica
tus puntos débiles, hasta que llega un punto en el que no sabes reconocer qué
es real… Es imposible negarse… Le basta con sembrar una idea… Tú, por ejemplo –
Dijo mirándola intensamente.
-Yo qué?
-Tú eres la mejor carnada del mundo Granger, eres una de las
pocas personas que sacarían a Potter y a los que queden vivos, del agujero
donde se esconden, y con tu necia lealtad ni siquiera te das cuenta de lo
egoísta que fue él al dejarte atrás para enfrentarte a todo sola…
-Te equivocas, yo no soy realmente tan importante, si lo
fuera ya me habrían tratado de abducir, pero nadie ha intentado nada… - Dijo
ella a la defensiva.
-…Que tú sepas – Terminó él la frase – Yo he sido tu escudo
por años y lo seguiré siendo, pero por favor, de una vez comprende la gravedad
de la situación: La Orden no existe, El Ministerio está infiltrado por cientos
de espías, y San Potter no da señales de vida. Si regresas a Londres sería lo
mismo que entregarte, es eso lo que quieres? Que nos entreguemos juntos?
-No! Tú no! – Dijo ella de inmediato – Tú no tienes nada qué
ver...
-Tienes que saber que si alguien te toca un solo pelo yo voy
a intervenir, y ya sabemos cómo va a acabar aquello… - Dijo él cerrando el
asunto.
-No… - Suspiró ella, agotada. Demasiado agotada para
discutir – No Draco, tú no…
-Vamos Granger, ya es suficiente por hoy – Dijo él fríamente
al verla casi cabeceando de sueño, y se incorporó levantándola en sus brazos –
Hora de acostarse.
Ella no respondió, pero se aferró a él con sus manos.
Draco bajó la escalera y depositó a la chica en la cama con
todo cuidado.
Ella lo miró lánguidamente, pero hacer sin decir nada.
-Estás bien? – Preguntó él al fin, más incómodo con su
silencio que con sus gritos airados.
-Bien – Asintió ella – Draco dime… Estás enojado conmigo?
-No – Suspiró él, aliviado de escucharla – No realmente… No
me puedo enojar contigo por ser tu misma, verdad?… Cabezota e impulsiva.
-Draco… Tú… Me abrazarías hasta que me duerma? – Preguntó
ella agrandando los ojos inocentemente y batiendo sus largas pestañas.
Él no contestó, pero sin vacilar se quitó los pantalones y
calcetines, quedando sólo en camiseta y bóxer.
-Quieres que te gire? – Preguntó.
-Sí, por favor – Respondió ella, que descansaba sobre su
espalda.
-De espaldas o de frente a mí? – Preguntó con sus manos en
la cintura de la chica.
-De frente – Indicó ella –Mi cabeza en tu hombro y mi mano sobre
tu corazón…
-Así? – Preguntó él siguiendo las instrucciones.
-Ajá, y mi pierna sobre tu pierna – Agregó ella.
-Eres un monstruito bastante demandante, no? – Sonrió él,
respirando su esencia sin disimulo.
A pesar de lo precario de las circunstancias, Malfoy por un
momento se permitió ser feliz. Con ella en sus brazos se sentía sereno y
completo, y se esforzó en no pensar en el mundo exterior o en la inminente
separación.
-Lo soy – Admitió ella haciendo un pequeño gesto de encoger
los hombros que se sintió como toda una hazaña – Mmmmh… Hueles taaan bien… – Agregó
inhalando profundamente la clavícula del mago.
Pasaron unos instantes de dulce silencio, abrazados,
aprendiendo la temperatura, el tacto, el aroma y hasta el ritmo de los latidos
del corazón del otro. Comenzaron inconscientemente a respirar al unísono, y
Draco eventualmente cubrió la mano de ella que descansaba en su pecho y sin
poder contenerse más, descendió su rostro para besar a Hermione en los labios.
Ella respondió de inmediato emitiendo un suave gemido de
satisfacción y simplemente se dejó llevar... Este fue un beso distinto a los
demás, fue lánguido y dulce, se tomaron su tiempo en conocer sus geografías, y
de alguna forma lo impregnaron de sentimientos, aquellos que aún les quedaban
por comprender.
Cuando el beso al fin se terminó, él lúdicamente frotó con
su nariz la punta de la nariz de su bruja, haciéndola sonreír.
-Hermione… Háblame… Cuéntame más de lo que imaginaste…-
Pidió, sonando casi avergonzado por su solicitud.
-Ya te lo dije, fueron sólo segundos – Dijo ella hablando
muy bajito – Tan solo… Recordé de pronto que en pocos días debería irme, y me
di cuenta de lo dolorosa que era esa alternativa… Me pregunté entonces qué
pasaría si cuando recupere el movimiento de mis extremidades en vez de volver a
mi casa y a mi trabajo, simplemente te raptara y desapareciéramos tú y yo…
-Dónde iríamos? – Preguntó él sonriendo cuando ella dijo “te
raptara”, acercándola aún más a sí con sus brazos.
-Primero que nada, a mi banco Muggle – Dijo ella – Tengo una
caja de seguridad con todo mi dinero muggle y mis ahorros en galeones… No es
demasiado, pero serviría para empezar…
-Yo también tengo dinero – Dijo él – La herencia de mi
madre…
-Pensé que estaba en Gringotts? – Preguntó ella – No podemos
ir allá.
-No, hace un tiempo decidí que era demasiado riesgoso el
hacer retiros periódicos, así es que hice una última visita y lo saqué todo.
Era demasiado imprudente aparecerme de forma habitual para hacer retiros
menores.
-Bueno, entonces tenemos dinero – Dijo ella encogiendo los
hombros, sin parecer impresionada por la liquidez financiera – Luego escogeríamos
un destino lejano, tal vez algún país de Sudamérica no suscrito a tratados
internacionales con el Ministerio de Magia Británico, de ese modo sería más
difícil seguirnos la pista… Aunque pensándolo mejor, en esa zona tú llamarías
demasiado la atención, tu colorido es único… - Lo estudió un segundo - Pero quizás
podríamos ir a Canadá, ellos son bastante neutrales en todo sentido, su
población mágica es reducida y físicamente te puedes integrar mejor…
-Me gusta la miel de maple y la nieve - Dijo él
ausentemente, mientras enredaba sus dedos en los risos de la chica.
-Perfecto, entonces podemos ir a la región de Nunavut, ahí
no vive casi nadie, a menos que quisieras vivir en una ciudad de verdad y pasar
por Muggle?
-No! – Exclamó él – No tengo problemas en actuar como Muggle
parte del tiempo, pero tener que vivir a la defensiva todo el tiempo por miedo
a cometer un error… No…
-Te gustaría una cabaña como esta? – Preguntó ella dibujando
con su dedo corazones en su pecho.
-Más grande – Dijo él, cerrando los ojos – Al menos tres
dormitorios.
-Diantha y Liander? – Preguntó ella.
Él asintió y apoyó su mentón en la coronilla de ella.
-Dime más – Pidió.
-Viviríamos juntos, cortando de raíz todos los lazos con la
comunidad mágica… Nadie sabría si estamos vivos o muertos, y al final con el
tiempo a nadie le importaría – Dijo ella – Aprenderíamos a convivir entre
nosotros y aunque probablemente nos odiaríamos la mayor parte del tiempo…
Él trató de decir algo pero ella lo interrumpió
-…Lo sé, lo sé, pero es la forma en que funcionarían las
cosas, Malfoy, admítelo, ambos somos testarudos y tenemos personalidades
dominantes… Pelearíamos como perros y gatos, pero siempre nos reconciliaríamos,
y a la larga superaríamos las dificultades…
-Porque me amarías? – Preguntó él tímidamente.
-Porque te amaría – Repitió ella bostezando.
Draco besó su frente largamente, y algo terrorífico comenzó
a crecer en su interior. Algo que seguro lo destruiría… Algo muy parecido a la
esperanza.
-Y yo te amaría a ti – Dijo él instantes después, en voz
baja – Quiero tener todo eso Granger… Por favor… No me quites mi futuro…
Pero ella no lo escuchó… Su bruja ya se había dormido.
La fantasía de Hermione era curiosamente lo más real que
tenía en su vida como fantasma, y se aferraría a ella con uñas y dientes.
“Liander” – Pensó – “Mi primogénito”… Si de verdad se
parecía a su madre, el chico sería puro intelecto e integridad. Sin importar cómo
fuera sería su orgullo, y le demostraría afecto aunque le costara por no ser la
manera de relacionarse de las antiguas familias.
Y nunca, nunca lo azotaría, por medios mágicos o Muggle.
No es que Hermione lo fuera a permitir.
Y por otro lado estaba la pequeña Diantha… Una niña… Suya… Una
niña, que lo amaría de manera incondicional… Como nadie lo hizo nunca…
Eso, eso es exactamente lo que quería, admitió para sí.
Qué no haría Draco Malfoy por su familia? Matar, torturar o
engañar, todo valía, nada importaba.
Sólo Hermione y la implícita promesa de algo mejor.
Cerró los ojos y escuchó en su mente una risa infantil.
Ahí estaba ella, esperándolo…
El pequeño y adorable diablillo rubio rió, jugó y danzó en
su mente sin descanso por un largo rato…
No la quería perder…
Hasta que finalmente no resistió más y cayó dormido.
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Ahí tienen, cuéntenme qué es lo que opinan.
Abrazos.
A/N: No, nadie tiene el poder de ver el futuro, los relatos de Hermione
son sólo historias, ideas, posibilidades de lo que podría ser, y Draco se
aferra a ellas como ciertas porque son mucho más dulces que la realidad.
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