Hola a todas, aquí me tienen otra vez. Este OS iba a participar en un concurso
de fics inspirados en canciones, y lo escribí basándome en “Fuck was I” de
Yenny Owen Youngs, una de mis canciones favoritas, que se traduce en básicamente
“En qué mierda estaba pensando?” Y se trata de cuando te enamoras de alguien que
ya es parte importante de tu vida. Si pueden, escúchenla. Dice una frase: “Si no fuéramos tan buenos
amigos creo que te odiaría, si no fuéramos tan buenos amigos desearía que
estuvieras muerto…”
Gracias especiales a Roxy por pre-leer y darme el “vamos” y cariños a
mis lectoras. No las olvido, no me olviden a mí.
Abrazos.
A.
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¿Qué mierda estaba
pensando?
Un One Shot
Bella/Emmett
El amor me destroza
como un demonio,
abre mis heridas y
las llena de plomo.
Y estoy teniendo
problemas simplemente respirando,
si no fuéramos tan
buenos amigos creo que te odiaría,
si no fuéramos tan
buenos amigos desearía que estuvieras muerto…
…Oh, es tan
vergonzoso, soy esta cosa incómoda y embarazosa,
y me estoy quedando
sin lugares para ocultarme,
me estoy quedando sin
lugares para ocultarme.
Fuck Was I / Jenny Owen Youngs
Bella POV
Oh dios…!
En qué mierda estaba pensando?
En qué momento bajé los brazos y dejé de luchar?
Cómo es que llegué a la conclusión de que admitírmelo a mí
misma era lo más sabio?
Abrir los ojos por la mañana me dolía.
Comer me dolía, porque mi garganta estaba permanentemente
apretada y mi estómago en nudos.
Enfrentar el día con una sonrisa serena era una tortura.
No verlo para no delatarme era horrible.
Pero luego estaban aquellos días en los que sí lo veía…
Agh…!
Desde que regresamos de Italia las cosas habían cambiado
para mí: La familia retornó a Forks y si bien Edward me rogó que regresara con
él, yo no había sido capaz de darle una respuesta positiva, simplemente porque
ya no confiaba en la veracidad de sus palabras ni en la profundidad de su amor.
Él creía que me amaba…
Pero el amor verdadero no te abandona.
El amor verdadero no te deja a merced de peligros
inimaginables.
El amor nos convierte en iguales, en una sociedad, no en una
persona que actúa como guardián y la otra como un niño rebelde por el que se
toman todas sus decisiones.
No, le dije: Hasta que no volviera a confiar no volvería a
entregar mi corazón, y aunque pareció decepcionado, Edward aceptó a
regañadientes mi decisión y estuvo dispuesto a tratar de establecer una
tentativa amistad.
Los demás Cullen también regresaron a Forks, salvo por
Rosalie que se quedó con sus primas en Denali, ya que al parecer estaba furiosa
con Edward por ser un idiota, con Alice por no saber interpretar sus propias
visiones, con el universo en general por el compromiso forzosamente asumido con
los Volturi de convertirme cuanto antes, y con el pobre Emmett… Bueno, vaya uno
a saber por qué.
¿Cuáles eran sus razones para odiarme tanto? Ni idea, pero
de alguna forma fue un alivio que se alejara por un tiempo, porque ella me daba
miedo y me hacía sentir insuficiente e inadecuada, y con mi ya baja autoestima
el toparnos constantemente me resultaba tremendamente incómodo…
Me estiré y sentí mis pobres músculos agarrotados. Ya ni
cuando dormía lograba relajarme.
Me fui al baño y me di una ducha bien caliente, con la presión
del chorro de agua muy fuerte para masajear mis hombros, y luego realicé el
resto de mi rutina secándome el pelo con secador (ya que hacía frío como para
secarlo al aire), y me lavé los dientes.
Para cuando bajé la escalera, ya vestida, me di cuenta de
que mi celular tenía varios mensajes de Edward… Se había ido a cazar con Esme y
Carlisle, y en la casa, por si necesitaba algo, quedarían Alice, Jasper y
Emmett.
Emmett…
Y otra punzada en el pecho.
Emmett…
En qué momento me fui a fijar en él?
Y cómo es que no lo hice antes?
Ay Bella, en qué mierda estabas pensando?
El hermano de mi ex…
Mi mejor amigo desde que Jacob se había negado a volver a
dirigirme la palabra…
Un hombre casado con la mujer más hermosa del planeta…
Una mujer que me odiaba y despreciaba y no se molestaba en
disimularlo…
Maldición! En qué mierda estaba pensando?
Cómo dejarme atrapar así?
Pero a quién quiero engañar? Ya quisiera yo que me atrapara!
Quisiera probar tan solo una vez lo que se siente ser abrazada apasionadamente
por esos enormes brazos, el acariciar libremente su rostro y los hoyuelos de
sus mejillas, y el besar sus labios hasta consumirlo por completo…
Cerré los ojos y sacudí la cabeza tratando de despejar mis
pensamientos. No podía permitirme esas fantasías. Eran dañinas e imposibles.
Si me descubrían lo arruinaría todo, y lo perdería para
siempre.
A él y al resto de los Cullen.
No, era mejor aferrarme a esos escasos minutos de felicidad
a su lado, que arriesgarme y alejarlo de mí para siempre.
Saqué el jarro de jugo de naranja del refrigerador y me
serví un vaso. En la puerta del freezer había una nota de Charlie diciendo que
había sido llamado otra vez a colaborar con el departamento de policía de
Olimpia debido a esa extraña oleada de desapariciones que se había reportado la
semana anterior, y que regresaría el lunes o martes…
Rayos! Era sábado, lo que significaba que me gustara o no,
me vería arrastrada a la casa de los Cullen "por mi propia
seguridad".
Y a revivir mi dulce tortura.
Sentí el impuso de regresar a la cama y cerrar las cortinas
y cubrirme hasta los ojos y dormir hasta que Charlie regresara.
Nuestra pequeña casa se me hacía enorme sin mi padre, de la
misma forma que la mansión de los Cullen se me hacía pequeña, porque ahí vivía
Emm, con su enorme presencia, su risa estridente y ese entusiasmo que
impregnaba cada cosa que hacía…
Suspiré y subí a mi habitación para buscar las cosas que
necesitaría para pasar unos días fuera de casa, presa de esas incómodas cosquillas
de anticipación que me hacían temblar y retorcerme pensando en la dicha de
volver a verlo y en el dolor de la farsa que presentaba frente a todos.
O casi todos, supongo…
Excepto por Jasper, mi hermano empático.
Jasper seguía siendo tan silencioso como siempre,
extremadamente discreto y siempre en el fondo de la escena, pero desde su
retorno a Forks había una nueva calidez en nuestra relación. Él no me evitaba
ni tampoco me hacía preguntas incómodas, respetando siempre mi privacidad.
Tanto así, que a veces olvidaba por completo que él sentía
en carne propia todos y cada uno de mis conflictos internos.
oooOooo
Apenas terminé de empacar mi pequeño bolso de lona con lo
indispensable, me colgué al hombro la mochila del colegio y bajé las escaleras.
Cuando iba por la mitad, la puerta de entrada de mi casa
resonó con golpes que parecía que la fueran a tumbar.
Mi corazón se saltó un latido y luego se disparó.
Emmett!
Sólo él tocaba la puerta de ese modo, es el vampiro menos
consiente de su propia fuerza que he conocido.
-Beeeeellyyyyyy! – Canturreó sin dejar de maltratar la
madera.
-Deja de golpear, bruto, que ya te escuché! O quieres
comprarle otra puerta a Charlie? – Pregunté en tono socarrón, tratando de
regular mis respiraciones y disimular que estaba en plena taquicardia.
-Tengo algo que mostrarte! – Se quejó – Y está lloviendo! Se
va a mojar.
-De qué estás ha… - Pregunté abriendo la puerta y quedando
sin habla en el acto.
Últimamente cada vez que lo veía su belleza me golpeaba como
un saco de ladrillos. Cómo pude pensar en algún momento que Edward era la
epítome de la belleza masculina? Ni siquiera era realmente un hombre! Era sólo
un niño física y mentalmente, en cambio Emm… Dios! Todo un hombre.
Desde su cuerpo enorme y musculoso, perfectamente desarrollado,
hasta su forma de ver la vida y enfrentar las dificultades. A primera vista Emm
podría parecer un payaso, siempre riendo y haciendo bromas, pero una vez que lo
conocí me di cuenta de que lo suyo era una filosofía, no un reflejo de
inmadurez.
El elegía enfrentar la vida con una
sonrisa, pero también era capaz de ser serio cuando la situación lo ameritaba,
llegando a ser aterrador cuando estaba en modo "protector" y sus ojos
se oscurecían, sus rasgos se endurecían y una pequeña sonrisa diabólica se
asomaba en sus labios.
El contraste entre él con su efervescencia y alegría de
vivir, y los dramas existenciales que constantemente aquejaban a Edward, era
casi abrumador.
Pero esta vez lo que me dejó sin palabras no fue su belleza,
sino que en sus manos tenía una maltratada caja de cartón, y en el interior de
la caja había tres pequeños gatitos, que se movían torpemente y maullaban
lastimeros.
-Co… Comida a domicilio? – Pregunté sin poder quitar la
vista de los animalitos. No quería tocarlos y encariñarme sin saber si en
segundos se convertirían en la cena.
-Hey! – Exclamó ofendido – Puedo pasar?
-Sí, claro, pasa… - Dije moviéndome para darle espacio.
-Tu chimenea está apagada – Dijo decepcionado.
-Sólo estoy yo, y pensé que pasaría el día en tu casa – Respondí.
Oh, maldita sea! Los gatitos lloraban pidiendo atención, y
eran simplemente adorables: Uno completamente blanco, otro completamente negro
y uno tricolor, con manchas negras, blancas y marrones.
-Los gatitos necesitan calor, me los encontré empapados, y
los sequé con mi camiseta – Señaló su estómago y las líneas de arrugas y mugre
que lo atravesaban – Eso ayudó, pero a menos que los frote uno contra otro no
van a entrar en calor, y me da miedo reventarlos…
-Donde los encontraste? – Pregunté acercándome cautelosa a
la caja y eligiendo al gatito blanco. Lo acuné en mi cuello y él se acomodó
trepando, buscando mi calor.
Era tan pequeñito, cabía en la palma de mi mano…
-En el bosque, esta madrugada, cuando fui a cazar. Alguien
los abandonó ayer, probablemente para que se los comieran los depredadores.
Eran originalmente cuatro, pero uno se murió, supongo que de frío – Dijo
claramente furioso.
-Oh Emm! – Acaricié al gatito tiernamente – Qué vas hacer
con los gatitos?
-Ese se llama Chuck – Dijo señalando al gatito tricolor –
Ese se llama Bruce – Dijo señalando al gatito negro - Y la que tienes en los
brazos se llama Lucy.
-Chuck… - Musité – Como Chuck Norris? – Pregunté conteniendo
una sonrisa.
-Sep! – Dijo orgulloso.
-Y Bruce… Como Bruce Wayne? – Pregunté.
-Nooop! – Rió mostrando esos hoyuelos que lo hacían
irresistible. Me concentré rápidamente en el bultito que escalaba por mi cuello
para esconderse entre mi cabello, clavando sus uñitas en mi piel.
-Bruce... Bruce Lee! – Exclamé.
-Sí! Operación Dragón! – Dijo levantando ambos brazos en triunfo.
-Y Lucy… No por la película – Dije convencida. Esa peli la
vimos juntos y a ninguno de los dos nos impresionó. Él negó con la cabeza y
arrugó la nariz en disgusto – Será… Lucy Liu? – Nuevamente negó con la cabeza,
pero con menos energía – Mmmmmmh… Será por Lucy Lawless mejor conocida como
"Xena la princesa guerrera?"
-Oh! – Suspiró secándose una lágrima imaginaria – Tú sí que
me comprendes…
-Emm, no me contestaste – Insistí – Qué vas a hacer con los
gatitos?
-No te los quieres quedar? – Preguntó batiendo las pestañas.
-Adoptar 3 gatos de una vez? Por qué mejor no me pones el
cartel de solterona en la frente, me dejo crecer un bigote y una uniceja y
comienzo a ir a Walmart en pijama? – Respondí picada.
-Eso es un no? – Preguntó abriendo mucho los ojos.
-Es un no. Vivo con Charlie y a él no le gustan demasiado
los animales dentro de la casa… Menos una camada entera… - Le expliqué.
-Pensé que te gustarían… – Bajó la mirada – Y entonces qué
voy a hacer con ellos?
-Emm… - Suspiré incapaz de verlo decepcionado – A lo mejor…
Tal vez puedo adoptar a uno, pero no más…
-De verdad? – Su rostro se iluminó – Cual te gusta? Bruce?
Chuck? – Tomó uno en cada mano.
-No – Dije – Creo que me voy a quedar con Lucy – Dije
rosando mi mejilla en el pelaje de la gatita dormida.
oooOooo
-Qué vamos a hacer con los demás? – Preguntó Emmett.
-Podríamos ir a entregarlos al refugio de animales en Port
Ángeles… – Sugerí.
-Es uno de esos lugares donde si no los adoptan lo
suficientemente rápido los sacrifican? – Preguntó escandalizado.
-Quisiera tener una mejor respuesta Emm, pero no lo sé –
Dije honestamente.
-Entonces me los quedo yo! – Afirmó decidido.
-Puedes hacer eso? – Pregunté confundida – Pensé que todos
los animales le temían a los vampiros…
-Estos gatitos evidentemente no – Dijo él acariciando con
delicadeza detrás de las orejas de Bruce, que ronroneó muy bajito inclinándose
hacia él.
-A lo mejor son muy pequeños para entender que eres un
predador…? - Sugerí.
-No, es porque ellos saben que los salvé – Dijo convencido –
Estaban a punto de morir de frío y yo los sequé y los llevé a la cabina de mi
jeep, donde prendí el aire acondicionado para darles calor. Luego los traje
hasta aquí. Ellos saben que quiero lo mejor para ellos.
-Emm… Eeeh… Qué va a decir Rosalie cuando regrese y te vea
con 2 gatos? – Pregunté odiando traerla a colación.
Su rostro relajado se tensó otra vez, apretando fuertemente
la mandíbula.
-No te preocupes por eso – Dijo al fin.
-Me preocupa, si te obliga a deshacerte de los gatitos y tú
estás encariñado con ellos vas a sufrir… - Dije con un hilo de voz.
-Rosalie no dicta mi vida Bells, si no le gustan mis gatos
que se quede en Denali, y en el peor de los casos, me voy de la casa.
-Te vas a ir? Emm, no! – Exclamé despertando a Lucy.
-No me voy a ir, no creo que llegue a eso, pero si me tocara
elegir, podría construir una cabaña en el bosque, la podría tener lista en una
semana – Dijo encogiendo los hombros.
-Oh… Ok… - Dije aliviada, y tratando de no imaginar lo que
sería ir a visitarlo a su propia casa… Los dos solos, sin otros vampiros
husmeando alrededor…
-Tienes algo de leche? Deben tener hambre - Dijo.
-Tengo, pero a los gatos les hace mal la leche, tenemos que
ir a comprarles comida especial… Y camas y juguetes y palos rascadores… -
Enumeré con los dedos.
-Cómo que no toman leche? Es que no ves tele? – Me preguntó
resoplando y rodando los ojos.
-No todo lo que aparece en las caricaturas es verdad. La
leche de vaca los enferma, lo sé porque cuando vivía en Phoenix, tratando de
ser amigable le quise dar leche al gato del vecino, y cuando me descubrió me
gritó durante media hora por tratar de envenenar a su mascota…
-Qué comen entonces? Son tan pequeñitos… No creo que tengan
dientes aún, pero no me atrevo a revisar sus hociquitos, los puedo romper… -
Preguntó tomando a los dos gatitos macho en una de sus enormes manos.
-Sabes? Creo que lo mejor es que vayamos a la clínica
veterinaria de Port Ángeles, ahí los pueden revisar y podemos comprar lo que
necesiten – Sugerí.
-Ok – Dijo con una luminosa sonrisa – Recoge lo que
necesites.
-Vale, sostienes a Lucy? – Pregunté. Él extendió su mano y
mi gatita se acomodó con sus hermanos. Bastardo! Emmett se veía tan dulce
arrullando a los animalitos… Un hombre tan imponente, tan fuerte,
concentrándose en cuidar de esos bebés, en no dañarlos sin querer…
Me giré violentamente y caminé decidida hacia el closet
debajo de la escalera, para buscar mi chaqueta.
-Bells? – Me llamó Emmett.
Me detuve con tanta fuerza que tropecé con mis propios pies.
-Sí? – Pregunté con la mirada gacha, sin girarme.
-Gracias… Yo… Gracias – Dijo sonando… Incómodo? Emocionado?
Avergonzado? No quise volverme para comprobarlo.
-Lo que necesites Emm… Siempre – Murmuré.
oooOooo
Armé una caja más grande a la que le puse una base de
periódicos viejos, una bolsa de agua caliente envuelta en una toalla, y un
trozo de frazada vieja para que los gatitos estuvieran cómodos y secos, y
partimos.
Yo llevaba la caja a mis pies, de modo de monitorearlos, y
extrañamente, ninguno de los dos habló prácticamente nada durante el viaje de
más de una hora.
No fue un silencio incómodo, sino más bien reflexivo, y
cuando llegamos a la veterinaria Emm rodeó el jeep y abrió mi puerta, tomando
una de mis manos para ayudarme a descender. Ese gesto desató una cadena de
reacciones fisiológicas en mí, igual que cada vez que nos tocábamos: Mi corazón
se disparó y mi rubor subió como 20 tonos.
Una vez más me pregunté por qué él no comentaba nada al
respecto… Emmett normalmente se burlaría de mí, pero últimamente o no lo notaba
o ya se había acostumbrado.
Entré a la veterinaria seguida de Emm cargando la caja, y
afortunadamente no había otros pacientes esperando, así es que en cuanto salió
de la consulta un enorme bull terrier que se abalanzó hacia nuestra caja, nos
tocó el turno a nosotros.
El perro ladró exaltado, despertando a los gatitos, y Emmett
lo miró fijamente, su pecho vibrando apenas.
Si no hubiera estado sentada a su lado no lo habría notado,
pero el perro sí que lo notó. Emm le estaba gruñendo de forma tan amenazante
que el perro terminó bajando la cabeza y exponiendo el cuello, en señal de
sumisión.
El desgarbado adolescente que llevaba su correa y se
encontraba pagando la consulta, ni se enteró de la lección de humildad de
recibió su mascota.
El veterinario nos hizo pasar a una habitación con una mesa
metálica al centro y ambos entramos. Emm depositó la caja en la mesa y se ubicó
a mi lado, luciendo visiblemente nervioso.
Le dije al veterinario que Emmett había salido por la mañana
a hacer tracking y se encontró a los gatitos abandonados, mojados y con su
hermanito muerto, y el veterinario asintió sin opinar y procedió a revisarlos
uno por uno, apretándolos, abriéndoles la boca, auscultándolos, pesándolos,
etc.
Emm comenzó a balancearse cada vez más inquieto.
-Bien – Dijo el doctor – Los gatitos son muy pequeños, no
tienen más de 15 a 20 días de edad, y si bien no es ideal separarlos de la
madre siendo tan jóvenes, es posible hacerlo en casos extremos. Lo que me
preocupa es que tienen pulmonía…
-Qué?- Pregunté sintiendo que mi estómago se contraía.
-Pero no han tosido! – Dijo Emmett – Aunque Bruce estornudó…
-Están en una etapa temprana de la enfermedad, pero van a
necesitar un tratamiento de antibióticos, además de las vacunas de rigor y los
antiparasitarios – Respondió.
-Vámonos, esto no fue una buena idea – Susurró Emmett en mi
oído al ver que el médico sacaba de un cajón varias jeringas y frasquitos. Si
no hubiera sido por la gravedad de la situación me habría estremecido de placer
ante su contacto.
-Esto es lo que necesitan Emm – Le dije inclinándome hacia
él. Estaba temblando, tratando de contenerse. Cuando el doctor pinchó al primer
gatito y éste lloró de dolor, Emm dio un paso hacia adelante, como dispuesto a
arrancarle la cabeza al médico.
-Emm, no! – Me pare frente a él y lo empujé poniendo mis
manos en su pecho. Emmett me miró con los ojos negros como el carbón, sus
rasgos demostrando el enorme conflicto que esto representaba para él. Sus
instintos demandaban que protegiera a los gatitos, pero su mente le recordaba
que el tratamiento era la mejor manera de cuidar de ellos.
Sus brazos me rodearon y me apretó fuerte. No tanto como
para hacerme daño, pero sí como para impedirme escapar… Como si quisiera
escaparme…
Hundió su rostro en mi cabello y respiró profundamente,
relajándose un poco con cada inspiración.
-Vamos Emm… Vamos a esperar afuera – Le dije tomando su mano
y guiándolo a la sala de espera. Le hice una seña al doctor y Emm me siguió
mansamente.
Y esperamos.
Y durante todo ese tiempo se mantuvo tieso como una estatua,
sin decir ni media palabra, pero con una de mis mano entre las suyas.
-Estás bien? – Pregunté eventualmente al oírlo suspirar.
-Los puedo escuchar… los oigo llorar – Dijo con la garganta
apretada – No sabes lo que me cuesta no hacer nada…
-Están en buenas manos, lo peor que podríamos haber hecho es
dejarlos en casa…
-Lo sé… - Se llevó mi mano al rostro, apoyando su mejilla en
el dorso, probablemente sin darse cuenta de lo que hacía. Yo sí que lo notaba –
Pero es tan difícil no ir y reacomodarle los órganos internos a ese tipo!
-Emm… - Pregunté curiosa – Por qué te importa tanto? O sea…
Tu comes animales todo el tiempo, hasta leones de montaña, que son básicamente
gatos grandes…
-Son bebés, Bells – Respondió rodando los ojos, como si
fuera obvio – Yo nunca le haría daño a un bebé! Además yo no mato por matar,
nunca mato algo que no me voy a comer, y esos gatitos ni entre los tres cuando
sean adultos serán suficientes para una comida.
-Van a estar bien, ya vas a ver… Eres su héroe, estoy
orgullosa de ti – Sonreí.
Se volvió a mirarme a los ojos, fija, intensamente.
-Lo estás? – Preguntó.
-Lo estoy Emm… Muy, muy orgullosa de ti – Respondí.
Entonces se abrió la puerta de la consulta interrumpiendo la
intimidad del momento.
oooOooo
El doctor emergió de su oficina sin gatitos a la vista.
-Todo bien? – Pregunté poniéndome de pie.
-Sí, tan bien como es posible… Me gustaría dejar a los
gatitos en observación, para ver cómo evolucionan con la medicación y para
supervisar su introducción a la nueva dieta.
-Qué comen? – Preguntó Emm.
-Leche materna para gatos, reconstituída– Respondió el
doctor.
-Es verdad que la leche de vaca les hace mal? – Preguntó Emm
mirándome de reojo.
-Sí, es cierto… El sistema digestivo de los gatos al nacer
no está preparado para procesar nada más que la leche de su madre y en el peor
de los casos, una mescla de leche de cabra, huevo y yogurt griego natural,
aunque afortunadamente en este caso contamos con la preparación en polvo, lo
que nos facilita la tarea. Cuando hayan cumplido unas 5 semanas podemos
comenzar a intercalar comida sólida en su dieta.
-Hasta cuándo tienen que quedarse aquí? – Pregunté.
-Digamos que hasta el lunes, y de acuerdo a su evolución
veremos si necesitan quedarse unos días más.
-Me puedo despedir? – Pregunté.
-Adelante – Asintió.
-Cómo van a pagar? – Le preguntó a Emm – Efectivo o tarjeta?
Los ignoré.
En la consulta todo estaba en silencio, todo estaba limpio y
frío, y los gatitos dormían apilados uno sobre otro en la caja de cartón.
Los miré sin molestarlos por un rato, pensando en lo dulce
que había sido Emmett al rescatarlos, ignorando su propia cacería para ponerlos
a salvo… Qué habría hecho Edward? No matarlos, claro, pero posiblemente
ignorarlos. No me lo imagino secando gatitos huérfanos con una de sus finas
camisas, o siquiera llevando animales a la casa, y menos animales que desparramen
pelo sobre su perfecto guardarropas.
Me aguanté las ganas de tocarlos, hasta que sentí la mano de
Emm en mi hombro.
-Estás bien? – Me preguntó.
-Sí, todo bien. Estamos listos?
-Listos. Pagué y el lunes me van a llamar para darnos una
actualización.
-Vamos entonces – Sonreí a medias – Chao Gatitos Samurái!
Nos vemos el lunes! – Los toqué suavemente.
-Gatitos Samurái? – Resopló Emm incrédulo.
-"Son los Gatos Samuraaaai…" – Canté – No te
acuerdas?
-No – Negó con la cabeza, mirándome como si estuviera loca.
-"Son los gatos samuraaai.
Y ya verán que sin pensar,
mil aventuras vivirán
y con entusiasmo.
Y sin retroceder,
y con decisión,
al mal combatirán,
en pie de lucha.
¡Al ataque samuráis!
En sus puestos están
¡No teman! ¡Jajajaja!
son los gatos samuraaai.
Luchando están en toda la ciudad.
¡3, 2, 1 samurái vigilan ya!" – Canté haciendo las
voces del narrador y el coro y movimientos karatekas con las manos. No quería
verlo preocupado… Yo sólo quería hacerlo sonreír - Llegando a casa pedimos unas
pizzas y lo veremos en internet, seguro te gustarán – Le dije, y comencé a
caminar hacia la puerta.
-Isabella – Susurró tomando mi mano para detenerme.
-Sí? – Lo miré ladeando la cabeza.
-Gracias… - Murmuró.
Sonreí pero no supe qué responder, así es que apreté su mano
y seguí caminando.
Salimos de la veterinaria de la mano, y en lugar de
dirigirnos al jeep pasamos de largo en dirección al muelle.
-Tienes hambre? – Me preguntó.
-Sí, ya es hora de almorzar – Le dije mirando a mi
alrededor. Había un carrito donde vendían pescado y papas fritas. Lo entregaban
en un plato de cartón envuelto en papel de diario, y había que comerlo con los
dedos… Maravilloso.
Jamás me habría salido con la mía si tratara de comer eso
con Edward.
Emm me siguió sin cuestionamientos, y una vez que tuve mi
deliciosa y grasienta comida en la mano, nos fuimos a sentar a una banca en el
muelle, sobre el mar.
-Está bueno? – Me preguntó después de un rato.
Asentí feliz. Él sacó una servilleta de papel de su bolsillo
y me limpió un poco de aceite de la mejilla.
-Me gustaba pescar… Cuando era humano… Me gustaba… - Me
dijo.
-Ya no? – Dije en cuanto tragué.
-No, ya no es igual… Cuando eres un vampiro… Percibes las
cosas diferentes, incluyendo el tiempo y la distancia. Cosas que como humano me
relajaban ahora me parecen tediosas, y cosas que nunca me interesaron antes,
con el tiempo las he aprendido a apreciar – Dijo mirando hacia el infinito.
-Emm… Estás bien? – Pregunté antes de echarme una papa
cubierta de mostaza a la boca.
-Por qué preguntas? – Evadió mi pregunta.
-Estás más serio y distraído que de costumbre, y no solo
hoy, desde hace días… - Respondí.
-Tú si prestas atención, no es cierto? – Preguntó mirando al
suelo.
-Qué es? Te puedo ayudar? – Pregunté. Me moría por tocarlo,
pero mis manos estaban llenas de aceite y condimentos.
-Bella yo… - Comenzó, luciendo muy atribulado. Se acercó un
poco más.
-Bella…! – El grito de Alice del otro lado del muelle se
debe haber oído en toda la Península Olímpica.
-Alice? – Pregunté descolocada. Jasper caminaba unos pasos
detrás de su esposa, con las manos en los bolsillos y una sonrisa
condescendiente.
-Por fin los encuentro! – Dijo desplomándose en la banca,
forzando un hueco entre Emmett y yo – Puf! – Se puso una mano en la frente.
-Qué te pasa? De verdad estás cansada? – Pregunté.
-Exhausta! – Respondió, desfallecida.
-Hola Jasper – Lo saludé con mis dedos amarillos.
Él asintió con la cabeza y moduló "lo siento".
Así es que Alice sabía lo que estaba haciendo al aparecer
así de pronto… Claro que lo sabía… Pero por qué? A quién estaba protegiendo? A
Edward? A Emmett? A mí?
-Tenemos planes para esta noche – Anunció Alice – Hoy nos
vamos de fiesta!
-Agh? – Fue todo lo que salió de mi boca.
-Jazz acaba de recoger tu identificación falsa en Seattle,
tienes 22 años, te llamas Stella Moore y vives en Hawaii.
-Qué? – Pregunté.
-Ya va siendo hora de que aprendas a beber, en casi todo el
mundo la edad legal son 18, no 21 años – Argumentó - Cuando Edward está en casa
siempre se interpone en nuestros planes maestros, pero como este fin de semana
no está…
-No estoy segura de que sea una buena idea… Además no tengo
ropa para ir a un club… - Dije, y en cuanto las palabras salieron de mi boca me
arrepentí.
-Tenemos un cuarto de hotel en la ciudad, y traje un montón
de alternativas de ropa para que te pruebes – Dijo muy orgullosa.
-Emm – Dije mirándolo por sobre Alice – Tienes ganas de
salir? Con lo de los gatitos y todo…
Emm me estudió unos segundos y asintió, sonriente.
-Creo que nos hará bien… Es más, creo que lo necesitamos… -
Agregó con malicia.
-Cuenta con nosotros – Le dije a Alice en un suspiro
resignado.
oooOooo
-Ally, Estás segura? Me veo tan… Adulta… - Pregunté
estudiándome en el espejo del baño – Si Edward me viera así le daría un ataque,
y no uno de los buenos…
-Por qué sigues pensando en lo que él aprobaría o no? Nunca
entendí esa necesidad tuya de rendirle cuentas, y menos el que lo siguieras
haciendo una vez que terminaron – Dijo Alice.
-No sé, es la costumbre, supongo… – Dije alisando el pequeño
top contra mi piel – Y recuerda que a ti también te hago caso… - Señalé mi
atuendo con un movimiento de muñeca.
-Lo de Edward es una mala costumbre, lo mío es puro sentido
común – Afirmó Alice aplicándose rubor en sus pálidas mejillas – Deja de tironear
ese top o el tejido va a ceder y vas a terminar dando un espectáculo! – Golpeó
mi mano juguetonamente, pero igual me dolió.
-Y estos pantalones estás segura de que no van a rechinar si
transpiro? – Pregunté. Debía admitir que me quedaban bien, y hacían maravillas
por mi trasero, pero no tenía ninguna experiencia con pantalones de cuero.
-Honestamente crees que te permitiría salir rechinando por
ahí? – Preguntó ella rodando los ojos ofendida, mientras daba los últimos
toques a su maquillaje. Alice lucía un vestido blanco y corto complementado con
accesorios plateados, y se veía increíble.
-Jasper es un hombre con suerte – Dije con toda honestidad –
Te ves preciosa.
-La que tiene suerte soy yo – Sonrió romántica pero sin
dejar de mirarse al espejo – Si pudiera soñar, soñaría cada noche con un hombre
como él.
-Te envidio – Confesé en un murmullo – No a Jasper, él es
perfecto para ti… - Aclaré rápidamente - Pero esa certeza… La certeza de que se
pertenecen, de que ambos sienten lo mismo, y de que van a pasar la vida juntos…
Que son verdaderas almas gemelas…
-Somos afortunados – Concordó Alice – Pero tú también puedes
tener esto algún día Bella, eres joven y te queda toda la vida por delante,
Edward no es el único pez en el océano.
-Lo sé, lo mío con Edward se acabó – Dije cortante – Hace
bastante tiempo que ya no espero por él…
-Entonces tal vez esta es tu noche! Quién sabe? Quizás tu
alma gemela está a la vuelta de la esquina… - Dijo terminando con el labial y
lanzándose un beso al espejo.
-Seguro… Quién sabe – Repetí nada convencida.
Porque para mí no había vuelta. Yo amaba a Emmett, y si no
lo podía tener a él no estaba dispuesta a conformarme con nada menos.
oooOooo
Bajamos las escaleras, (yo aferrada a la baranda para no
rodar escalones abajo), y vimos que Emmett y Jasper ya nos esperaban sentados
en el vestíbulo.
Al vernos se pusieron de pie y se acercaron a nosotras, y
por unos segundos no existió nada más que él y yo, dando un paso tras otro
hasta encontrarnos.
-Hola Emm – Traté de sonreír. Él lucía increíble en jeans de
color azul oscuro y una camisa blanca con las mangas arremangadas. Era un
atuendo sencillo, como él, pero estaba claro que cada prenda era de la mejor
calidad.
Alice podía a veces hacer concesiones, pero Alice era Alice.
-Bells… Te ves… - Frunció el ceño - Pareces la protagonista
de un video de Warrant! – Dijo impresionado.
Solté una carcajada dejando ir el nerviosismo.
-Los pantalones de cuero? Son demasiado? – Pregunté.
-Sí y no… O sea, me gustan, son como… Wow! Pero lo distinto
es tu pelo, tu maquillaje… Me cuesta reconocer a mi Belly Boo.
-Sigo siendo la misma – Dije súbitamente incómoda y molesta.
Molesta porque nadie cuestionaba jamás a Rosalie cuando ella se vestía como se
le antojara. Ella siempre era perfecta, hermosa, malditamente infalible…
Jasper se volteó a mirarme y levantó una ceja sin decir
nada.
Entrecerré los ojos y respiré profundo para calmarme.
-Bella ponte la chaqueta – Me dijo Alice haciendo lo mismo –
Vamos a caminar hasta el club, está sólo a 2 cuadras.
Asentí y me calcé la ceñida chaqueta de cuero que
complementaba los pantalones. Emmett tenía razón, me sentía disfrazada de algo
que no era yo, y no estaba cómoda al respecto, pero ya era demasiado tarde para
ir a cambiarme.
Y menos si eso significaba admitir derrota.
Además Emmett sabría que lo hacía por él.
Comencé a caminar hacia la calle y Alice se apuró y se
aferró a mi brazo entrelazándolo con el suyo.
Se lo agradecí enormemente, eso me ahorraría el bochorno de
caminar sintiéndome inadecuada junto a Emmett mientras ella iba de la mano de
Jasper, volando en una nube y exudando amor por todos los poros.
oooOooo
El famoso club resultó ser un bar nada impresionante, aunque
era de esperarse en una ciudad tan pequeña como Port Ángeles. En la puerta ni
miraron nuestras identificaciones falsas y pasamos de inmediato a sentarnos en
una butaca redonda en el rincón más alejado de la puerta, uno que daba una
perfecta vista de las puertas y ventanas, para tranquilidad de Jasper que
siempre quería tener la espalda contra una esquina y conocer las vías de
escape.
Emm por supuesto, se sentó junto a mí, atrapándome al medio
junto a Alice.
Muy pronto se acercó no una sino dos meseras, compitiendo
por el derecho a atendernos… O más bien, por el derecho de atender a nuestros
chicos.
Algo pasó entre Alice y Jasper, pero ella inmediatamente
forzó una sonrisa que la dejó con cara de lunática y él se puso más serio que
de costumbre, y yo herví de la rabia viendo a Emmett coquetear descaradamente
con esas zorras.
No es que hiciera nada del otro mundo, pero bastaba con que
exhibiera su sonrisa con hoyuelos para que incendiara las pantys de las chicas…
Y de paso las mías.
Traté de enfocarme en otra cosa y mirando a mi alrededor vi
una vieja jukebox al borde de una pequeña pista de baile. Al fondo se veían
mesas de billar y un par de tableros de dados.
El golpeteo de vidrio frente a mí me sacó de mi trance y vi
que una de las chicas había traído un montón de pequeños vasitos de shots.
-Y esto? – Pregunté?
-"Yo nunca, nunca"! – Exclamó Alice levantando los
brazos como una modelo de un programa de concursos.
-Yo nunca, nunca he jugado a esto – Dije
con una sonrisa. Los 3 vampiros se empinaron un trago sin decir palabra.
-Yo nunca, nunca he besado a un humano –
Dijo Alice mirándome. Los demás no bebieron ni yo tampoco.
-Qué? Si se refieren a Jacob, él no es humano – Me defendí –
Y tampoco lo he besado, no realmente…
-Yo nunca, nunca he andado
"comando" por iniciativa propia – Dijo Jasper. Emmett resopló rodando
los ojos y Alice bajó la mirada haciéndome pensar que andaba
"comando" en ese mismo instante. Ambos bebieron.
-Nunca? – Pregunté sorprendida.
-Un caballero se aferra a la civilidad que le queda. En
medio del caos que viví, traté de siempre honrar mi uniforme – Dijo Jasper
simplemente.
-Yo nunca, nunca lehe coqueteado a un
hombre lobo – Dijo Emmett mirándome de lleno.
Solo yo bebí. No valía la pena discutir.
-Yo nunca, nunca he besado a una chica –
Dije. Los tres bebieron.
Mmmmh… Tendría que preguntar a Alice…
-Yo nunca, nunca he escondido el piano de
Edward en la copa de un árbol – Dijo Alice.
Emmett y Jasper bebieron compartiendo una sonrisa cómplice.
-Yo nunca, nunca he besado a un vampiro –
Dijo Jasper.
Alice, Emmett y yo, bebimos. Ya comenzaba a sentir el primer
trago, y el segundo… Wow!
-Has besado a un vampiro? – Pregunté abriendo los ojos como
platos.
-Una apuesta es una apuesta, y debiste ver la cara de asco
de Eddy – Se carcajeó.
-Agh, creo que necesito echarle cloro a mi cerebro! – Dije
arrugando la nariz.
-Yo nunca, nunca he leído un libro tantas
veces que llegué a desarmarlo – Dijo Emmett retomando el juego.
Jasper y yo bebimos.
-Yo nunca, nunca he roto un control de
video juegos estrellándolo contra la pared – Dije yo.
Emmett y Jasper bebieron.
-Yo nunca, nunca he sido invitada a un
baile por tres chicos el mismo día… – Dijo Alice.
Bebí.
Y seguimos.
La escena frente a mí se comenzaba a hacer borrosa e irreal,
como si el tiempo se acelerara y detuviera sin ritmo ni secuencia... No es que
estuviera completamente borracha, al menos no lo sentí mientras estuve sentada,
pero definitivamente me encontraba en un estado de conciencia alterada, y mi
estómago no se sentía bien del todo.
-Bella? – Me sacudió Emmett.
-Mmmmh? – Pregunté espabilándome.
-Que si quieres bailar – Dijo apuntando a Alice y Jasper que
ya estaban en la pista, sumergidos en su propio mundo.
-No… Ahora no… Estoy un poquitín mareada… Y la verdad es que
ni sobria puedo bailar! - Confesé en un susurro/grito.
-Eres un peso ligero Bells! – Se quejó Emm.
-Soy una humana de 50 kilos, no un vampiro de 110 – Respondí
picada.
Emmett hizo una seña a la mesera y ella regresó con un vaso
alto lleno hasta el borde con agua con hielo. Me lo puso al frente.
-Bebe.
-Tu siempre cuidas de mí – Suspiré – Siempre, siempre… Eres
mi mejor amigo… Lo sabías? - Balbuceé aferrándome al vaso con ambas manos y
bebiendo un gran sorbo.
-Claro que cuido de ti – Dijo dulcemente, quitándome un
mechón de la cara. Estaba tan cerca, y olía tan bien, y yo estaba tan
confundida… Necesitaba decirle… Antes de perder el valor… Debía decirle… Él necesitaba saber…
-Emm… - Susurré – Tú eres especial… Entiendes… Verdad?
-Y tú eres especial para mí – Respondió sonriendo, casi
condescendiente.
-No! – Exclamé golpeando la mesa con la palma de la mano,
molesta con su afán de hacerse el tonto, de no entender – No!
Tú eres especial! – Repetí.
-Bells, no entiendo qué… - Dijo confundido por mi
vehemencia.
-Quieres que te lo deletree, tonto? TE A-M-O. Te amo Emmett,
desde hace mucho tiempo, y tú eres demasiado ciego y no lo ves… No me ves… -
Impulsivamente acerqué mis labios a los suyos hasta que ambos se rozaron y mi
adrenalina se disparó de anticipación. Ya casi lo podía saborear en la punta de
mi lengua, pero un súbito pensamiento me detuvo - O es que quizás no has
querido verlo…? - Murmuré temiendo esta segunda alternativa.
Él no respondió.
Me retiré rápidamente, trastabillando, avergonzada.
Horrorizada!
-Bell… - Comenzó. Su voz estaba ronca y no se veía enamorado
ni feliz con la noticia de mis sentimientos, es más, se veía dolido, como si lo
que me iba a decir le resultara difícil y prefiriera estar en cualquier lugar
en vez de ahí, conmigo.
-Olvídalo! Olvídalo! – Exclamé tratando de contener mis
lágrimas el tiempo suficiente para que no me viera desmoronarme, y deslizándome
dificultosamente por el asiento de cuero, corrí hacia el baño.
Gracias a dios no había fila, porque en cuanto llegué a uno
de los cubículos desocupados me arrodille a vomitar todo el alcohol y la
vergüenza de lo que esperaba, fuera solo una pesadilla.
Luego… Recuerdo flashazos, imágenes inconexas de lo que vino
a continuación… Todo lo bebido me cobró la cuenta… Vómito y llanto, lavar mi
rostro con agua fría, y vomitar un poco más.
Recuerdo a Alice conmigo, con un pañuelo de tela en su mano,
tratando de borrar las líneas de mis lágrimas negras surcando mi rostro.
Recuerdo el sudor frío, la sensación en mis manos desnudas
del piso helado y seguramente asqueroso, y una sensación de humillación que iba
más allá de las palabras…
Recuerdo trozos del viaje al hotel acurrucada en calidad de
bulto en brazos de Jasper… Y a Alice ayudándome a quitarme los zapatos y a
aflojarme los jodidos pantalones de cuero.
Comentarios con palabras inentendibles a mi alrededor…
Y nada.
Nada.
Nada.
Nada.
oooOooo
Recuerdo despertar.
Como una maldición todo lo ocurrido me cayó de golpe
aplastándome con la realidad de lo pasado.
Emmett… Ya no estaría más a mi lado.
Lo había arruinado todo al abrir mi enorme y borracha
bocota.
En qué mierda estaba pensando?
Miré a mi alrededor moviendo el cuello lo menos posible y
afortunadamente las cortinas de blackout de las ventanas estaban corridas,
produciendo una penumbra mil veces preferible a los rayos solares directos de
media mañana.
En una mesita con ruedas había una bandeja cargada con un
buen desayuno, y aunque la sola idea de comer me revolvía las tripas, me di
cuenta de que si no comía me sentiría aun peor.
Me puse de pie y con esfuerzo me quité los sofocantes
pantalones de cuero que parecían adheridos a mi piel, y entré al baño a lavarme
las manos sin mirarme al espejo… Aún no estaba lista para verme a los ojos.
Después así, en bragas y camiseta, me bebí un vaso de jugo de naranja y me comí
lentamente un sándwich de queso y jamón.
También me tragué 2 paracetamol de una tira que estaba en un
platito.
Eso pareció asentar mi estómago, aunque no mi cabeza, y me
dirigí tambaleante al baño.
Al entrar no me acordé de no mirarme, y mi imagen… Dios!
Esperaba que fuera malo, pero francamente…
Mi rostro estaba verdoso, mis ojeras se confundían con restos
de máscara de pestañas y las puntas de mi cabello… Oh rayos! Me había vomitado
el pelo?! Y Alice me dejó dormir así?
Me quité la ropa y me metí a la ducha, donde permanecí lo
que se sintió como una eternidad. El agua pareció revivirme, y usé todo lo que
me ofrecieron, el cepillo y pasta de dientes, el jabón, el champú y el
acondicionador complementarios, para hacerme sentir como un ser humano una vez
más.
Un ser humano miserable, pero un ser humano al fin.
oooOooo
Para cuando salí de la habitación usando la ropa que traía
puesta el día anterior, y sin saber si tendría que tomar el bus hasta Forks, me
encontré a Alice y Jasper en el lobby. No me dijeron nada, pero Alice rodeó mi
brazo y Jasper calladamente me extendió sus gafas de sol.
Salimos los tres juntos y nos dirigimos al estacionamiento
subterráneo del hotel… Al jeep de Emmett.
-Emm…? Pregunté en una especie de graznido ahogado.
-Se fue… Nos dejó el jeep a nosotros y se llevó la moto de
Jazz – Dijo Alice.
-Se fue… - Repetí aturdida por la afilada punzada de dolor
que me atravesó el pecho – Donde se fue?
-Bella… - Musitó Alice.
Entrecerré los ojos.
-Denali… – Respondió emanando compasión.
La puntada en mi pecho se transformó en algo muchísimo peor,
que me desgarró por dentro haciéndome encorvarme para asegurarme de que no me
moría cuando mi corazón se detuvo.
Jasper hizo una mueca de dolor y trató de inyectarme calma
pero lo fulminé con la mirada.
-No te atrevas Jasper Withlock! – Gruñí, irracionalmente
furiosa. Más furiosa con él por manipularme que con Emmett por abandonarme.
Casi podía entender a Emm, pero mis sentimientos eran míos, míos para sufrirlos
o disfrutarlos. Era mi derecho.
-Cómo lo haces? - Preguntó ladeando la cabeza, curioso.
-Qué? – Ladré sentándome en el asiento trasero.
-Me bloqueaste completamente. Como si me hubieras dado un
portazo mental en la cara, mis habilidades ya no te tocan… Sé que estás ahí
pero no puedo entrar…
-Tal vez deberías formar un grupo de apoyo para vampiros
dotados que no pueden manipularme con sus superpoderes… Edward sería el
presidente, tú puedes ser secretario y Aro el tesorero – Dije cabreada,
aferrándome al enojo para no pensar en lo verdaderamente importante, que Emm
volvió con ella… Sin despedirse.
Le abrí mi corazón y él se largó.
oooOooo
Pasé la tarde del domingo en cama, pasando la resaca y la
pena. Me dolía la cabeza y me sentía deshidratada, y no sabía cómo volvería a
enfrentar el mundo a partir del lunes.
No quería pensar, así es que dormí todo lo posible, y vi
tele basura hasta que llegó Charlie. Sólo entonces hice un esfuerzo por
levantarme e improvisar algo para la cena. A pesar de todo mi descanso Charlie
comentó que me veía enferma, a lo que respondí "cosa de mujeres", una
frase lo suficientemente vaga y específica a la vez, y que evitaría
indagaciones posteriores.
La noche del domingo me dormí agotada de tanto llorar.
oooOooo
El lunes nuevamente recomenzaba la rutina. Edward me llamó
para saber si quería que me recogiera para ir a la escuela, y yo respondí que
no. No quería estar a solas con Edward, él me conocía y era inteligente, y
sería capaz de sumar 2 más 2 y sacar sus propias conclusiones.
En mi teléfono no había llamadas perdidas de Emmett. Ni
WhatsApp. Ni mensajes por Facebook. Ni emails. Nada.
El día fue horrible.
No me pude concentrar en clases, mi mente quedó en blanco a
mitad de un examen, choqué con cuatro o cinco personas en los pasillos porque
simplemente no los vi, y en Educación Física nos obligaron a jugar a los
"quemados" y Lauren me lanzó la pelota directo a la cara. Si no
hubiera sido por el simultáneo grito de alarma de Edward y Alice que me hizo
girar la cabeza a tiempo, me habría roto la nariz.
Como sea, me dio de lleno en la mejilla y me lanzó de culo
al suelo.
Y así y todo, no fue eso lo más doloroso que me había
sucedido ese día.
Lauren por su parte sólo recibió un tibio regaño por su
conducta "anti-deportiva", pero la expresión de furia de Alice me
hizo saber que lo que fuera que mi amiga planeaba era peor que cualquier
castigo que pudieran inventar en dirección.
Cuando estábamos en las duchas sentí la alarma de mi celular
indicando que había recibido un mensaje.
Mi corazón se desbocó y tuve que reprimirme para no correr
mojada y desnuda para revisarlo, pero lo logré, y una vez relativamente seca y
vestida, saqué mi teléfono del interior de mi chaqueta y se me vino el alma al
suelo… No era Emm… Era la veterinaria.
Decía que Emmett les había informado que no estaba en la
ciudad y les había dado mi número para que me contactaran con respecto a los
gatitos: Debía ir a retirarlos esa misma tarde.
Supuse que ya no eran "nuestros"… Y seguro que
Charlie no me dejaría conservarlos a todos…
Salí de la escuela sin más. No tenía sentido seguir tratando
de fingir normalidad, así es que me salté las siguientes horas y subiéndome en
mi camioneta me dirigí a Port Angeles para buscar a los Gatitos Samurái.
Tenía suficiente dinero en mi cuenta? Probablemente tendría
que pagar los gastos extra de la hospitalización, los medicamentos, una camita,
caja de arena, collares, comida, placas con sus nombres, platos, bebederos,
rascadorres, juguetes, una caja de transporte…
Agh! Por lo visto de aquí en adelante mi trabajo en Newton´s
sería sólo para pagar el lujoso estilo de vida de los gatitos.
Pensando en todo esto me distraje y sin darme cuenta ya
estaba en la veterinaria. Estacioné, crucé la calle y ahí estaba la ayudante,
muy sonriente.
-Hola, vine por los 3 gatitos… - Le dije.
-Claro, claro, un momento – Dijo, y se metió a una puerta de
servicio.
Esperando estaba una señora con una pareja de perros pug, y
una niña pequeña con su papá, que llevaba una caja de plástico con un montón de
gatitos recién nacidos. Deben haber sido como ocho o nueve cachorros más
pequeños que los míos, y los perros los miraban hambrientos, atentos a cada
movimiento.
Qué lástima que no estaba Emmett para asustarlos…
-Aquí están tus gatitos! – Dijo la chica apareciendo con una
caja plástica de traslado.
-Están bien? – Pregunté metiendo el dedo entre los barrotes
para tocarlos.
-Bien, el doctor dejó la receta de los remedios que hay que
comprar, los consigues en cualquier farmacia, y aquí están las indicaciones –
Dijo pasándome otro papel.
-Voy a necesitar comida y otras cosas – Dije guardando los
papeles en mi bolsillo.
-Todo esto que está aquí – Me dijo señalando un cerro de
cosas arrumbadas en una esquina – Ya están incluidas en tu cuenta. Hay algo más
que te haga falta? Porque tengo instrucciones de cargar lo que sea a la misma
tarjeta de crédito.
-No… - Murmuré con un nudo en la garganta – Eso es todo…
Así es que Emmett los llamó.
Les dio instrucciones claras y precisas.
Hasta pagó por adelantado.
Entonces, si podía llamar, por qué no fue capaz de llamarme
a mí?
En tres viajes a mi camioneta cargué todas las cosas de los
gatos, y fui a la farmacia a comprar los antibióticos. No me demoré nada y a
los 5 minutos ya iba rumbo a casa.
Los gatitos lloraban pidiendo atención y yo me encontré
hablándoles casi sin darme cuenta, y antes de saber lo que hacía les estaba
contando sobre el terrible desastre de la noche del sábado.
-…Y la muy idiota, le dije que lo quería! No Lucy, peor, le
dije que lo amaba… Y él… No dijo nada! Nada! Pero obvio, qué iba a decir? Él
está casado hace como cien años, y ella es hermosa y perfecta, y yo lo sabía! En
qué mierda estaba pensando? - Lagrimeé otra vez, de pura humillación –
En qué momento pensé que Emmett me podía elegir a mí por sobre ella? Ja! – Reí
sin gracia. Ya había entrado a Forks – No me va a quedar más que aprender a
tomármelo con humor, gatitos samurái, porque eso es lo que siempre ha sido mi
vida amorosa, un gran chiste! – Golpeé el manubrio y me preparé para maniobrar
hacia la entrada de mi casa.
Por un momento pensé que estaba soñando. Pensé que era un
espejismo o parte de mi delirio.
Lo que fuera, no podía ser real.
Emmett estaba sentado en la puerta de mi casa, luciendo
serio y más triste de lo que lo había visto en mi vida.
Me estacioné sintiendo que todo en mí se tensaba, esperando
el golpe, el gran "No!".
El "Adiós" final.
El "En qué mierda estabas pensando, Isabella"?
-Hola – Dije lo más indiferente que pude, saltando de la
cabina pero sin mirarlo. Luego rodeé la camioneta para sacar la jaula y dejarla
en el suelo, para luego comenzar a bajar cosas.
-Hola – Dijo aclarando su garganta – Cómo están? – Apuntó a
los gatos, me imagino.
-Bien, si toman sus antibióticos como corresponde van a
estar sanos en una semana – Dije abriendo la puerta de la casa.
-Y tú… Cómo estás? – Preguntó.
-Bien – Dije encogiendo los hombros y rogando que no me
hiciera revivir la humillación – Me esperaste mucho rato?
Negó con la cabeza.
-Bien – Continué entrando cosas a la casa.
-Bells, yo… - Comenzó.
-Tengo que disculparme – Lo interrumpí agachándome para
abrir la puerta de la jaula para que los gatitos pudieran salir a explorar.
-Por qué? – Preguntó.
-Porque bebí demasiado y las cosas se salieron de control, y
dije e hice cosas que no habría hecho o dicho sobria… Sé que te incomodé y
arruiné la noche de todos, y lo siento – Dije dándole la espalda para volver a
salir.
-Bella… Isabella! – Exclamó cuando seguí sin mirarlo a la
cara. Tomó mis brazos, me levantó a su altura, y me sacudió hasta que lo miré,
pensando que si no lo hacía él me zarandearía hasta desencajarme la cabeza.
-Qué? – Pregunté cabreada levantando los ojos, cargados de
lágrimas – Por qué no dejas las cosas así, aceptas mi disculpa y te olvidas del
asunto? Ya te dije que lo siento!
-Porque no puedo, y más importante, porque no quiero! –
Exclamó enojado.
-Emmett, esto ya es difícil para mí… - Gemí dejando caer mi
cabello en mi rostro para cubrir mi humillación.
-Ni siquiera me has preguntado qué opino al respecto! – Me
dijo, sonando dolido.
-No es necesario, no dijiste nada y luego desapareciste dos
días… No llamaste ni me mandaste un mensaje, ni nada… No hay que ser un genio
para darse cuenta de que no sientes lo mismo, y está bien... Solo… No necesito
que confirmes lo que ya sé, es más, creo… Creo que no quiero verte más, al
menos por un tiempo… - Dije con los dientes apretados.
-Pregúntame! – Exigió cabreado.
-No! – Exclamé.
-Pregúntame Isabella, pregúntame y deja de asumir que
conoces a todo el mundo mejor que ellos mismos – Dijo en un tono bastante
terrorífico.
-Cuál es tu opinión? – Susurré al fin.
-Opino que aún joven, humana y borracha, eres mucho más
valiente que yo – Dijo suavemente mirándome a los ojos, casi a la altura de mi
cara.
-Ugh? – Pregunté ladeando la cabeza.
-Yo también te amo – Dijo lentamente - Desde hace mucho
tiempo, pero no hice nada al respecto. Ignoré mis sentimientos porque era el
camino más sencillo, la manera de estar a tu lado sin arriesgar nada: Tu mejor
amigo… Odio que me llames tu mejor amigo Bella, lo odio!
-Pero te fuiste a Alaska con Rosalie… -Balbuceé.
-Sí – Asintió sin vacilar, y sentí de nuevo ese particular
dolor – Fui para pedirle el divorcio…
-Divorcio? – Repetí desconcertada.
Asintió.
-Y no podías haberme dicho algo? Maldito seas Emmett! Me
dejaste pensando lo peor! – Lo empujé inútilmente, furiosa, tratando de
zafarme.
-No sabía qué decir! No estaba seguro de cómo Rose recibiría
la noticia, o si trataría de vengarse de mí… O de ti – Argumentó sin soltarme.
-Dios, Emmett! – Suspiré.
-Tengo los papeles redactados desde hace meses, los tenía en
mi escritorio, pero nunca me atreví a pedírselo porque… No era realmente
importante, ella lleva meses en Alaska y para todos los efectos prácticos no es
mi pareja desde hace mucho tiempo… Años en realidad.
-Y ahora? – Pregunté sin creer lo que estaba escuchando.
-Ahora… Ella comprende que ya no hay nada entre nosotros,
aunque no está de acuerdo con mis decisiones – Respondió – Pero ya no importa
lo que ella piense, porque por primera vez siento que sí es posible tener una
chance contigo… Y la quiero tomar, por eso quería comenzar limpiamente…
-Significa… - Insistí.
-Significa que te amo, y que ya no tengo impedimentos para
amarte abiertamente, como lo mereces – Dijo sacando de su bolsillo trasero unos
papeles doblados varias veces y un poco sucios – Soy un hombre libre – Dijo
sacudiendo las hojas frente a mis ojos.
-Te divorciaste? – Pregunté incrédula – De verdad te divorciaste?
-Me divorcié – Asintió sonriendo.
-Porque me quieres? – Insistí en recapitular.
-Porque te amo – Respondió.
-Y los demás? Qué van a pensar? Qué van a decir? – Comencé a
preocuparme otra vez.
-Me importa un pito – Dijo rodeando mi cintura con sus
enormes manos – No sabes lo que he esperado por este momento – Dijo y me acercó
a él hasta que nuestros labios se unieron en un beso, y de pronto me sentía
como volando entre las nubes y queriendo reír a carcajadas, embriagada de la
mas pura felicidad. Mi instinto más fuerte: El abrazarlo como una hiedra para
que nunca se separara de mí. Los besos de Emmett eran como él, enérgicos,
lúdicos, y parecían abarcarlo todo.
Nos separamos jadeantes.
-Belly… Por qué no habíamos hecho esto antes? – Preguntó
recorriendo mi mandíbula con la punta de su nariz.
-Eso es lo que me vengo preguntando desde hace días… - Dije
con una sonrisa de oreja a oreja - En qué mierda estábamos pensando? –
Pregunté aferrándome a su cabello para redirigir su boca a la mía.
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Espero les haya
gustado.
Cariños.
hola!! me alegra que actualizaras!! mil gracias!! normalmente te leo es en Wattpad pero con tenia un tiempito me puse a revisar mi blog y vi tu actualización...... amo tus historias y sobre todo las parejas de Bella-Jasper y Bella-Emmett jajaja...bueno saludos y besos
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