viernes, 16 de junio de 2017

Muertos o Algo Mejor, Outtake 2


Este outtake lo escribí hace mucho, pero por alguna razón había olvidado publicarlo en mi blog, así es que aquí va: 

Algo totalmente inesperado pasó. Esta mañana de pronto me pregunté ¿En qué estarán Bella y Dem? ¿Irá todo sobre ruedas? Y antes de saber qué hacía estaba escribiendo este outtake. Espero les guste, es una sátira, por lo que todo está un poco exagerado, pero creo que los sentimientos en general son legítimos.
Abrazos, busquen las fotos en Facebook y comenten!
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Outtake 2
You keep saying, you got something for me
Something you call love but confess
You've been messin' where you shouldn't have been messin'
And now someone else is getting all your best
These boots are made for walking
And that's just what they'll do
One of these days these boots
Are gonna walk all over you
These boots are made for walking / Nancy Sinatra

BELLA POV
-A quién crees que estás mirando? – Pregunté sacándome mi sandalia y tirándosela en la cabeza a Demetri.
-Ugh? – Dijo como despertando del ensueño – A nadie Fiore, nadie… Miraba el paisaje… - Dijo sin dejar de mirar en la dirección general de unas turistas alemanas que se asoleaban en topless.
-Fiore tu abuela! Eres un cerdo – Dije molesta recogiendo mis cosas para subir hacia la cabaña.

Desde hacía varios días a la fecha que sentía a Demetri ido, cada vez más distraído, y no me gustaba.
A pesar de todo el tiempo que esperamos para estar justos, a pesar de la profundidad de nuestro amor, yo no podía dejar de recordar quién era mi novio, después de todo había una razón para no haber querido involucrarme con él inmediatamente al conocerlo… Sería este un caso de profecías auto cumplidas? O de “el que la hace la paga”?
Me metí a la ducha para sacarme la sal de la piel y el cabello dispuesta a sacar a gritos a Dem en cuanto me fuera a golpear la puerta para restregarse en mí, pero él… Él no entró conmigo…
Demetri siempre entraba en mis duchas, invitado o no, él no se podía resistir mi cuerpo desnudo, resbaloso y cubierto de burbujas.
Bueno, no podía al menos hasta ahora…
Era este el principio del fin que tanto me temía? Y ahora qué? No podía regresar al castillo, eso era obvio, y tampoco acudiría a los Cullen ahora que las cosas se estaban dando tan bien para Edward… No, no podía irrumpir en su vida… Alec? Tal vez irme con Alec una corta temporada mientras decidía qué hacer… Sí, él era uno de mis mejores amigos y no vivía en el castillo, él me acogería y me ayudaría a recoger los pedazos de…
Me puse a llorar. Lo más silenciosamente posible, pero me sacudí con los sollozos.
Yo sabía que esto no podía durar! Yo sabía que él se aburriría cuando tuviera lo que buscaba, cuando hubiera memorizado mi cuerpo y ya no hubiera sorpresas que descubrir, y ahora no había vuelta atrás… Después de estar juntos sólo dos años ya no había misterio entre nosotros, y yo estaba perfectamente consciente de que él necesitaba la persecución, la cacería, por algo era un rastreador… El mejor rastreador del mundo.
Terminé la ducha lavándome la cara en un acto reflejo y me obligué a ser fuerte. Yo sabía cuál era el riesgo al comenzar una relación con mi mejor amigo y lo había asumido. Me arrepentía de haber dejado a Félix? No, la verdad es que no, porque esa relación ya había llegado a su límite y no nos estábamos haciendo bien, pero ahora no podía menos que pensar si había hecho lo correcto al cambiar las cosas con Dem.
Tal debí dejarlo ir.
Había sido enormemente dichosa a su lado y le agradecía cada minuto juntos, porque me hizo muy feliz… Y siendo así, tenía derecho a enojarme con él por ser quien siempre supe que era? A Dem le gustaba la aventura, le gustaban las mujeres, y sobre todo, a ellas les encantaba Demetri. Donde quiera que fuéramos siempre había una o más zorras insinuándosele, listas para quitármelo a la primera oportunidad.
Contra ellas podía luchar, por supuesto, si eran humanas me las podía comer, si eran vampiras las podía pulverizar, pero contra Dem no podía hacer nada. Si él perdía interés debía dejarlo ir.
Triste, sequé mi cabello y mi cuerpo y me puse ropa interior. Luego me maquillé los ojos haciéndolos ver más grandes y seductores (al menos esa era la idea) y cuando terminé me calcé una linda solera blanca con un estampado de grandes calaveras negras que pensé que a él le gustaría o al menos lo haría sonreír. Me calcé sandalias de tacón y ya lista me asomé por la puerta de la cabaña, y pude ver que Dem hablaba por teléfono con alguien en la playa, bastante entusiasmado, pero cuando me vio terminó la llamada de inmediato y caminó hacia mí como si nada.
Así es que así estaba la cosa? Es que ahora teníamos secretos entre nosotros? Bueno saberlo.
-Ya? – Preguntó sin comentar si me veía bien o mal o si le gustaba mi vestido. Era como si no me estuviera viendo, a pesar de que él siempre tenía algo que decir.
-Ya qué? – Pregunté tratando de mantener la voz firme – Tienes algún plan nuevo del que no me he enterado?
A él no se le movió un pelo y se encogió de hombros.
Era suficiente. Nos conocíamos lo bastante como para saber cuándo las cosas ya no eran lo que solían ser. Me iría por un tiempo, que decidiera con calma qué es lo que deseaba de su vida… Es más, no le haría las cosas más difíciles... No quería odiosas despedidas. A menos que sucediera algo que me diera una señal de que mi destino estaba a su lado, simplemente me largaría, calladamente, esa misma noche.
-Vamos al pueblo como hablamos en la mañana Fiore! Tengo hambre! – Pasó a mi lado y me pellizcó la mejilla.
-Sí… Aha… Hambre… - Balbuceé pensando en que yo nunca volvería a tener hambre.
Pensando en que me daban nauseas la pura idea de comer.
Dem dios!… Lo quería tanto… Más allá del inmenso amor de pareja, le pertenecía, era una parte de mí, y era esa parte la que me obligaba a dejarlo. Él no se merecía que le impusiera mi presencia, no hasta que hubiéramos redefinido los parámetros de nuestra relación… Mierda! Por qué era tan difícil? Yo sabía lo de tenía que hacer, por qué no hacerlo?
En cuanto sentí la ducha correr tomé mi teléfono y llamé a Alec.
-Bella? – Preguntó.
-Hola – Dije con la voz quebrada – Te molesto? – Agregué al escuchar el ruido de algún motor en el fondo.
-No! No, para nada, cuéntame, cómo están? – Preguntó.
-No tan bien… O sea… Yo no tan bien – Dije y se me quebró la voz.
-Qué pasa? Bellita qué te pasa? Qué te hizo Demetri? – Gruñó con una voz amenazante que rara vez se le escuchaba.
-Nada… Él no hizo nada, no es su culpa… - Dije sorbiendo por la nariz mecánicamente.
-Entonces? – Preguntó y se detuvo el motor de lo que fuera que hacía ruido, como si quisiera prestarme toda su atención.
-Lo voy a dejar – Susurré y me puse a llorar de verdad.
-Pero qué pasó? Discutieron? Te gusta alguien más? – Preguntó Alec exaltado.
-No, no hemos discutido, no es eso… De hecho eso es lo peor, es como que ni le importa lo suficiente para discutir… Lo provoco y nada! Pero… Yo lo noto sabes? Lo conozco, y lleva un tiempo con la cabeza en la luna, la mitad del tiempo no escucha lo que le digo y a las únicas que les presta atención es a las humanas que nos cruzamos… Yo no lo voy a obligar a estar conmigo Alec, no puedo hacerle eso… Por eso te quería pedir si tal vez me puedo quedar con ustedes unos días? Sólo hasta sabes qué voy a hacer con el resto de mi vida…
-Y la Corte? – Preguntó Alec  apenado – No has pensado en regresar a la Corte?
-Tú sabes que no puedo Alec… Allá está Félix, y no sé si me ha perdonado o no, pero ese reencuentro sería horrible, especialmente si regreso en desgracia… Aunque no me diga nada sus ojos van a ser un gran “te lo dije” y yo aún no me perdono el haberlo dejado y haberlo hecho sufrir… Tú sabes que yo no quería hacerle daño, verdad? – Pregunté esperando confirmación de que él sabía que yo no era una rata asquerosa.
-Bella tú eres bienvenida en nuestra casa cuando quieras por el tiempo que quieras, vale? – Dijo él firmemente.
-Vale – Sorbí mocos imaginarios.
-Pero antes de tomar decisiones apresuradas, por qué no hablas con el idiota de Demetri y le preguntas qué es lo que le pasa? Todos sabemos que es un asno, pero nadie dudaría que te ama… - Dijo suavemente.
-Me ama, pero ya no está enamorado de mí – Dije con la voz quebrada, y al notar que Dem salía de la cabaña envuelto en una toalla a la cintura, corté el teléfono.
-Con quién hablabas? – Preguntó con cara de no importarle mucho, mientras sacaba una camiseta del tendedero.
-Alec – Respondí – Lo extraño… Había pensado… - Dije y fui interrumpida por el teléfono de Demetri, el que recibió la llamada y se fue a hablar a un par de cientos de metros de distancia.
Dem me miró y me dio la espalda para contestar. No pude escuchar nada, y cuando regresó, estaba nervioso.
-Bueno, en qué estábamos? – Preguntó entrando a la cabaña, y despojándose de la toalla comenzó a vestirse.
Dios! Que hermoso era! Y actuaba con perfecta naturalidad, como si observarlo no fuera ver una obra de arte en movimiento.
-Alec… Quiero ver a Alec – Dije mirando hacia el suelo para no desconcentrarme.
-Ok, vamos a ver a Alec – Dijo encogiéndose de hombros, sin darle importancia.
-No! Eso no es lo que… - Dije hasta que me interrumpió su celular nuevamente, esta vez un mensaje de texto.
Dem lo leyó, hizo una mueca de fastidio y lo respondió.
-Quién era? – Traté intentando sonar casual. Nunca lo había celado, no realmente, y ahora que sentía que todo se estaba yendo a la mierda, decidí aferrarme a ese pequeño resabio de dignidad y no actuar como una novia psicópata.
-Negocios, nada importante – Respondió poniéndose la billetera en el bolsillo trasero de sus shorts y lanzándome las llaves de la cabaña para que las metiera en mi bolso.
NegociosSi claro! Demetri no se había encargado de un negocio en su vida! Si me iba a mentir al menos podría haber inventado una excusa convincente, no?
Ya casi atardecía así es que pudimos caminar hacia el pueblo. Siempre lo hacíamos de la mano, conversando de todo y nada, pero esa noche él estaba tenso, actuando como culpable, y yo no quise ni tocarlo.
Esa noche todo se acabaría y si sentía la suavidad de su piel bajo la yema de mis dedos una vez más, me faltaría valor y me quedaría a ver cómo se le acababa el amor.
Me envolví en mi pañuelo de seda y caminé derecha y con los brazos cruzados. Él me miró extrañado pero no dijo nada, y a pesar de que yo no emití palabra, él tampoco rompió el silencio, aparentemente perdido en sus cavilaciones.
Al llegar al pueblo Dem pareció despertar. Algarve era una hermosa región ubicada a orillas del Océano Atlántico, y nosotros nos estábamos quedando en las afueras de Lagos, un pueblo algo alejado de la capital regional Faro, pero la verdad para nosotros poco significaban las distancias… Era un lugar que mesclaba la arquitectura tradicional portuguesa con tejas de arcilla, y las típicas paredes pintadas blancas con detalles en celeste.
Un detalle importante es que también era un destino turístico, lo que nos aseguraba una fuente alimenticia, y ya se estaba armando fiesta por todos los rincones. Mesitas en las veredas, turistas de todas partes del mundo, chicas con poca ropa pero mucho alcohol en el cuerpo, parejas de luna de miel… Todo iluminado, todo invitante… Todo tan triste
-Creo que… Voy a aprovechar de ir a comer – Dijo Demetri mientras sus ojos danzaban desde un grupo de chicas al otro.
-Te espero antes de ordenar? – Pregunté adivinando lo que se comería y en qué orden. Cerdo. Si tenía la falta de decencia y llegaba con olor a sexo, le pulverizaría las bolas con mi don antes de abandonarlo.
-No, no… Meee… Me puedo demorar un poco, tú ves que está repleto de gente y hay que andarse con cuidado, pide tranquila, yo regreso en cuanto me desocupe…
-Ajá – Dije mordiéndome el interior de la mejilla para no soltar un sollozo - Nos vemos – Susurré despidiéndome. No para siempre, eso no existe entre vampiros, pero sí por un largo tiempo.
Lo vi desaparecer entre la multitud, entre un grupo de chicas que le habló invitándolo a festejar con ellas. Él se giró hacia ellas subiéndole los decibeles a su encanto natural y yo con eso tuve suficiente. Me puse de pie y me largué digna como oda una dama.
Una vez fuera del pueblo me saqué mis lindas sandalias de tacón, compradas especialmente para tentarlo, y corrí hasta la casa y abriendo mi maleta eché adentro todo lo que cupo sin necesidad de ordenar o doblar la ropa.  Pensé en cambiarme de ropa, usar jeans y zapatillas o algo más cómodo para ser una vagabunda, pero después lo pensé mejor y decidí que usar vestido me haría ver más frágil y menos peligrosa, lo que aumentaría mis posibilidades de que alguien me recogiera en el camino, no quería pasarme kilómetros arrastrando la voluminosa maleta. Me puse mi chaqueta de cuero por voluminosa, no porque tuviera frío, y mis botas favoritas, ya que no cupieron en la maleta
Salí de la casa sintiendo verdadera incertidumbre por primera vez en… Décadas… Creo que nunca en mi vida como vampiro me sentí tan perdida como en ese momento. Ni siquiera cuando pasó lo del clan egipcio, porque entonces lo tenía a él… A mi Dem… Mi Dem que se cansó de mí, mi Dem que me estaba haciendo lo mismo que yo le hice a Félix, sólo que con la primera que se le cruzara por delante.
En fin, yo sabía que era una posibilidad… Lo sabía y lo quise intentar igual.
Y no me arrepentía.
Sí, vamos, sigue repitiéndote eso ahora que estás sola – Me dije
Caminé un par de kilómetros de ripio a paso rápido hasta llegar a la carretera principal e hice dedo. Minutos después iba cómodamente sentada en la cabina de un camión que transportaba naranjas. Era perfecto, porque no sólo acababa con mi rastro en el cruce, sino que al cargar un fruto tan aromático, lo confundía. Y Dem no era particularmente bueno rastreando sin su don, el cual no funcionaba en mí.
-Bueno damita, a dónde vamos? – Preguntó el chofer del camión, un hombre que se veía bonachón y decente.
-Me voy, no me importa mucho a dónde – Respondí con la garganta apretada, abriendo y cerrando las manos y arruinando mi manicura.
-Al aeropuerto de Faro entonces? – Preguntó.
-No, seguro que me buscará ahí – Dije mordiendo mi labio – Debe ser un lugar que no se imagine…
-Escapas de un chico – Afirmó el anciano sonando triste.
Asentí.
-Mi hijo Mateo tiene una granja en el interior, cerca de Vaqueiros, y siempre están necesitando una mano, si quieres yo podría llamarlo y preguntar…
-Muchas gracias don…
-Nicolás – Dijo tendiéndome la mano – Estás helada niña, cómo no me dijiste que tenías frío? – Me regañó.
-Mala circulación – Dije mecánicamente.
-Bueno, quieres? – Me preguntó con su teléfono en la mano.
Ok, supongo que por algún lado debía empezar, y a cinco kilómetros o a un millón no importaba. Mi alma estaba fisurada y por dios, cómo dolía!
oooOooo
ALEC POV
-Las cosas no están saliendo como deberían – Afirmó Isabella hija – Mi mamá está rara y triste desde hace días.
-Te dijo algo? – Preguntó la Reina Sulpicia interesada. Hacía mucho que no nos reuníamos todos a la vez.
-No, pero lo sentí – Respondió refugiándose en los brazos de su esposo Brent, un vampiro surfista australiano, si pueden creerlo.
-Te ha dicho algo? – Preguntó Chels a Aftón. Bella y Aftón hablaban casi tan seguido como ella y yo.
-No… No podría decirlo… - Balbuceó Aftón odiando la atención de la Corte.
-No la estás traicionando Aftón – Dijo el maestro Aro – Simplemente estamos preocupados por ella…
-El que se tiene que preocupar es Demetri – Dijo Félix duramente. Según entiendo, él estuvo dispuesto a renunciar a su felicidad con Bella, pero no a cambio de que Demetri tuviera su oportunidad y luego la tirara por la borda. Si Félix se había sacrificado, que valiera la pena el sacrificio.
-Con lo agobiado que anda Demetri en estos días, quién sabe lo que le ha dicho o dejado de decir! – Comenté.
-Bueno, como sea podemos concluir que todos la hemos notado rara en nuestros últimos contactos con ella, verdad? – Preguntó la Reina Athenodora a todos en general.
-Sí – Dijimos todos.
-Pero por qué? Está o no está peleada con Demetri? Porque si es así no sé qué demonios estamos haciendo... – Dijo Corín perdiendo la paciencia.
-Bell… - La interrumpió Alice Cullen con los ojos fijos en el horizonte, sólo para ser interrumpida por un irritante sonido.
RIIIIING
RIIIIING
RIIIIING
Mi teléfono.
-No vas a contestar? –Me preguntó Maggie, que se había mantenido silenciosa a mi lado.
-Es ella – Susurré, no sé por qué.
-Contesta de una vez! – Me ordenó la Reina Athenodora.
 -Bella? – Pregunté.
-Hola – Dijo con la voz quebrada, lo más parecido posible al llanto que podemos llegar los vampiros. Se me apretó el estómago de puro escucharla, quien le hubiera hecho daño tendría un infierno que pagar – Te molesto? – Preguntó insegura
-No! No, para nada, cuéntame, cómo están? – Pregunté tratando de sonar normal.
-No tan bien… O sea… Yo no tan bien – Dijo y sollozó.
-Qué pasa? Bellita qué te pasa? Qué te hizo Demetri? – Gruñí con una voz que rara vez uso. En realidad yo no soy de los que se enoja.
-Nada… Él no hizo nada, no es su culpa… - Dijo defendiéndolo como siempre, y haciendo como si sorbiera por la nariz.
-Entonces? – Pregunté y el Maestro Caius apagó el motor por orden de la Reina Athenodora, para que todos pudieran escuchar mejor.
-Lo voy a dejar – Susurró y comenzó a llorar de verdad. Todos nos miramos los unos a los otros sin saber qué mierda hacer. Este era un curso de los acontecimientos que no pudimos haber previsto. Ni Alice comprendió lo que pasaba y su cara de sorpresa era casi graciosa… Lo habría sido si Bella no hubiera estado berreando en mi oído.
-Pero qué pasó? Discutieron? Te gusta alguien más? – Pregunté tratando de sacarle algo de información.
-No, no hemos discutido, no es eso… De hecho eso es lo peor, es como que ni le importa lo suficiente para discutir… - Balbuceó - Lo provoco y nada! Pero… Yo lo noto sabes? Lo conozco, y lleva un tiempo con la cabeza en la luna, la mitad del tiempo no escucha lo que le digo y a las únicas que les presta atención es a las humanas que nos cruzamos… Yo no lo voy a obligar a estar conmigo Alec, no puedo hacerle eso… Por eso te quería pedir si tal vez me puedo quedar con ustedes unos días? Sólo hasta sabes qué voy a hacer con el resto de mi vida…
-Y la Corte? – Pregunté sufriendo por ella. Todos estábamos sufriendo por ella… Bueno, tal vez no el Maestro Caius, pero el resto sí – No has pensado en regresar a la Corte? – Pregunté.
-Tú sabes que no puedo Alec… Allá está Félix, y no sé si me ha perdonado o no, pero ese reencuentro sería horrible, especialmente si regreso en desgracia… Aunque no me diga nada sus ojos van a ser un gran “te lo dije” y yo aún no me perdono el haberlo dejado y haberlo hecho sufrir… Tú sabes que yo no quería hacerle daño, verdad? – Preguntó como rogándome que le asegurara que sabía que no había hecho daño a propósito.
Miré a Félix que miraba hacia el suelo y negaba con la cabeza. No, él nunca patearía a Bella en el suelo, él aún la amaba.
-Bella tú eres bienvenida en nuestra casa cuando quieras por el tiempo que quieras, vale? – Dije seguro de que Maggie no pondría problemas. Después de todo era gracias a Bella que estábamos juntos.
-Vale – Sorbió por la nariz.
-Pero antes de tomar decisiones apresuradas, por qué no hablas con el idiota de Demetri y le preguntas qué es lo que le pasa? Todos sabemos que es un asno, pero nadie dudaría que te ama… - Recomendé suavemente.
-Me ama, pero ya no está enamorado de mí… – Dijo descorazonada, y entonces se cortó la comunicación.
-Alguien me quiere explicar qué demonios es lo que está pasando aquí? – Preguntó el Maestro Caius en una especie de rugido – Movilizamos a toda la Corte una vez más por esta chica y resulta que ahora se va a separar del grandísimo imbécil de Demetri?
-Caius, calma – Dijo la Reina Athenodora posando una mano en su hombro – claramente aquí hay un malentendido, Bella cree que Demetri ya no la quiere… Qué habrá hecho el muy tarado para darle esa impresión?
-Tú la escuchaste, no le presta atención, mira a otras mujeres y no quiere hacer planes con ella – Respondió el Maestro Aro.
-No puedo creer que todo eso sea verdad, ustedes saben tan bien como yo que Demetri tendrá muchos defectos, pero le es incondicional a Bella, todos lo vimos… - Dijo Tamara en voz baja mirando a Lily, pero igual escuchamos todos.
-Santiago – Dijo el Maestro Aro haciendo una seña para volver a encender el motor – Vamos, tal vez todavía podemos prevenir un desastre – Y luego tomando su teléfono marcó el discado automático – Aló, Demetri…
Mientras el Maestro hablaba yo le envié un mensaje de texto diciendo “No sé qué has estado haciendo todos estos días, pero claramente no ha sido ocuparte de tu mujer. Si no arreglas tu mierda ahora me la voy a llevar conmigo y no la vas a ver más”.
A los pocos segundos tuve mi contestación. “Me caes bien Alec, pero ni tú ni nadie va a tocar a mi Fiore” Escribió de vuelta. Bueno, supongo que había esperanza.
oooOooo
Alrededor de una hora más tarde, estábamos llegando a destino. Era la marina privada de Vilamoura en la región de Algarve, Portugal, ubicada entre Faro, la capital regional y Lagos, el pueblo donde Bella y Demetri se estaban quedando. Nuestro destino: Praia de Benagil.
Nos apresuramos a subirnos a los vehículos que nos esperaban y fue entonces que llamé a Demetri para saber cómo iba todo…
RING
RING
RING
RING
-Alec, mierda, mierda, mierda…  - Sonaba desesperado, casi como cuando Bella fue atacada por Victoria.
-Qué? Qué pasó ahora? Se pelearon? Bella sonaba muy triste cuando habló conmigo… - Le dije sabiendo que Bella sabía defenderse.
-No, ojalá estuviera aquí peleando, quitándome lo imbécil a golpes, insultándome… - Dijo – Pero me abandonó – Dijo en un susurro.
-Lo siento Demetri, no pensé que lo haría tan rápido, creí que tendrías tiempo… - Le dije.
-No creí que fuera posible… Pensé que algún día se enojaría lo suficiente como para hacerme volar en pedazos, pero dejarme no, nunca dejarme – Parecía que estaba hablado solo.
Yo miré a mis compañeros de auto y todos nos miramos entre nosotros sin saber qué decir. Para mala pata Félix viajaba conmigo.
-Y dónde está? – Preguntó Félix.
-Félix? Félix está aquí? – Preguntó Demetri – Mierda! Me lo merezco, que me veas tal como te dejamos a ti…
-Deja la mierda Demetri, concéntrate, dónde está Isabella? – Preguntó Félix en esa voz que da miedo.
-No lo sé – Masculló Demetri.
-Qué? – Preguntamos todos.
-Que no lo sé! Nunca se los dije, pero mi Fiore puede bloquearme, no tengo un don para poder ubicarla, y ella sabe lo suficiente de rastreo para tapar sus pasos. Sin mi don soy un rastreador común y corriente…  - Admitió con desgano.
-Cuando dices que puede bloquearte… - Dijo Félix.
-Podemos jugar al escondite y ella gana – Respondió – Como un idiota llevo décadas enseñándole a huir de mí…
-Dónde es el último lugar que la viste? – Preguntó Félix.
-En la plaza de Lagos, la dejé en una mesa en la vereda mientras yo me iba a comer, pensando que después en la luna de miel no tendría tiempo ni dónde – Dijo Demetri.
-Por casualidad puede que ella te haya visto partir detrás de un grupo de chicas? – Preguntó Lily, siempre perceptiva.
-En realidad no, al que ataqué fue a un borracho que estaba gritando obscenidades detrás de un grupo de chicas… - Dijo Demetri – Los grupos de chicas son peligrosos y siempre denuncian las desapariciones…
-Bella probablemente te vio dejarla sola para desaparecer entre otras mujeres – Dijo Tamara – Cómo crees que se debe haber sentido? Cómo te sentirías tú si ella te instala en la plaza solo y se va a poner los labios sobre otro tipo? O un grupo de tipos? Por la razón que sea?
El gruñido de Demetri se debe haber escuchado en los alrededores como un terremoto.
-Y claro, Bella no tiene mucha paciencia que digamos – Comentó Maggie.
-Bueno, pero volviendo a Bella, qué pasó con ella después de que te fuiste? – Preguntó Félix.
-Cuando regresé ya no estaba, nadie sabía hacia dónde se había ido ni a qué hora exactamente, y con tanta gente alrededor… Adiviné que a lo mejor había vuelto a la cabaña amurrada, y así fue… Volvió, empacó lo que le cupo en la maleta y se fue. Sin una puta nota, se fue! – No sabría decir si Demetri estaba más dolido o enojado…
-Está bien, nosotros estamos cerca, espéranos ahí, la vamos a encontrar, sí? – Dijo Lily – No te desesperes, esto es un malentendido, seguro que ella se va a reír cuando le expliques todo…
-Cuando la encuentre te aseguro que no va a ser risa lo que le va a dar por haberme dejado así, sin una nota, sin un puto mensaje de texto! – Exclamó Demetri.
-Espero que no estés hablando de maltratarla – Dijo Lily con un tono francamente terrorífico.
-Qué? Maltratarla yo? Es que no has visto pelear a esa mujer? Me rompería el brazo en cinco antes de que yo llegara a tocarla! Y después explotaría mi trasero! – Rio un poco más animado – Maltratar a mi Fiore…! – Bufó.
Después de un rato y con las direcciones precisas llegamos a la cabaña de Bella y Demetri… Bueno, ahora sólo de Demetri. Estaba junto al mar y era pequeña, con techo de paja y estucada en blanco. Podía imaginar a Bella amando un lugar como ese, simple, limpio, tranquilo.
-Sabes hacia dónde partió? – Preguntó Félix sin querer entrar a la casa. Apestaba a las esencias entremezcladas de Bella y Demetri.
-Por este camino de tierra hasta unos dos kilómetros, donde se une con la carretera. Ahí perdí el rastro… - Dijo Demetri.
-Bueno, vamos – Dijo Félix – Yo no tengo un don que me pueda bloquear y tengo su esencia grabada…
-A ver, dividamos las tareas, Félix, Demetri y Alec van a tratar de buscar a Isabella. El resto vamos a confiar en que la encuentren y vamos a prepararnos para lo que vinimos – Dijo Aro que nos había seguido junto a los demás. Todos nos quedamos mirando a ver si le quedaba algo más por decir, pero él aplaudió y dijo – Vamos, vamos! – Y todos nos apresuramos a obedecer. No era el momento de hacerse el listo… Sólo Bella podría salirse con la suya…
Corrimos hacia la carretera y era evidente que Bella no hizo ningún esfuerzo por pasar desapercibida, ya que arrastró la pesada maleta todo el camino, dejando un surco en la gravilla. Me hizo sonreír. Esa chica siempre me hacía sonreír.
Félix dibujó una mueca que supongo que es lo más parecido a una sonrisa que se le puede sacar en estos días. No podía dejar de parecerle irónico que tuviera que ser precisamente él quien ayudara a Demetri, el mejor rastreador del mundo, a encontrar a la novia que le quitó. Sip, era todo un poema…
Una vez en la carretera miramos para ambos lados pero no había rastro de ella, obviamente no había caminado, y se entrecruzaban múltiples esencias de árboles frutales que nos producían interferencia con la de Bella.
-Qué ropa usaba al irse? – Pregunté.
-No sé si se habrá cambiado, pero al menos en la ciudad usaba un vestido corto, ajustado a la cintura, blanco con calaveras negras y el cabello suelto – Dijo Demetri.
-Y tú la dejaste sola viéndose así? – Pregunté incrédulo.
-Mi Fiore siempre se ve increíble – Dijo Demetri rodando los ojos - Si fuera por eso no podríamos alejarnos jamás, hasta como humana era preciosa, solo que entonces no se podía defender y ahora sí. Pero por qué importa la ropa?
-Porque probablemente trató de hacer dedo, y ese atuendo por lo visto le debe haber resultado… - Dijo Félix antes de que yo pudiera responder – Puede haber ido en sólo dos sentidos, así es que a ver si encontramos alguna pista…
-Estas! – Dijo Demetri lanzándose a la mitad de un carril – Esta es una tuerca de la rueda de la maleta!
“Bendita sea por aporrear tanto la maleta” Pensé.
-Estás seguro de que es de su maleta? – Preguntó Félix.
-Huele – Dijo Demetri extendiéndosela con la mano abierta.
-Bella – Dijo Félix antes de que se la acercara demasiado – Vale, este carril lleva a Faro, lo que hace sentido, probablemente va al aeropuerto…
-No se puede ir al aeropuerto! – Exclamó Demetri.
-De que puede, puede – Dije yo.
-Depende de qué tan enojada esté – Dijo Félix.
-No está enojada – Dije yo - Está herida, lloró mucho y dijo que ya no la querías y que no le hacías caso y que mirabas a otras.
-Sí, yo también la escuché llorar, y la verdad es que me gustaría saber qué es todo eso… Creí que habíamos llegado a un entendimiento hermano. Tú la haces feliz y a cambio conservas la cabeza en su lugar – Dijo Félix amenazante.
-No la ignoro! Cómo podría? La adoro, y en la playa es… No necesito decirles cómo es… Dios! - Dijo Demetri frustrado – Pero cada vez que hablábamos de cosas más serias o del futuro yo sabía que se me iba  arrancar la sorpresa, así es que tenía que cambiar de tema, yo no le puedo mentir a mi Fiore, ella ve a través de mí, así es que he estado escapando desde que decidí hacerlo…
-Bueno, por decentes que hayan sido tus intenciones… - Dije yo.
-…Tu ejecución es una mierda – Terminó Félix. Luego ablandando un poco el tono dijo – Ahora a Faro
Corrimos por el costado de la carretera, atentos a encontrar algo, y durante los primeros kilómetros, nada, hasta que…
-Para, para! – Gritó Demetri retrocediendo – Bella cuando está nerviosa se raspa el esmalte de uñas y me pareció haber captado algo…
Félix, Demetri y yo figurábamos en cuatro patas olisqueando el pavimento.
-Aquí – Dijo Félix después de unos minutos – De qué color era el esmalte hoy?
-Estaba vestida con calaveras – Dijo Demetri rodando los ojos. Dah!
-Negro – Dijimos Félix y yo.
-Vamos bien – Dijo Demetri poniéndose de pie de un salto.
Volvimos a correr y cada cierto tiempo, como un rastro de miguitas de pan, fuimos encontrando virutas de barniz. O Bella estaba muy nerviosa o no imaginó que Demetri la pudiera encontrar bloqueándolo. Tal vez las dos.
-Esta es la salida hacia el aeropuerto – Dijo Félix.
-Quiero probar ir unos kilómetros más allá, si hay esmalte es que no fue al aeropuerto. Si no hay regresamos a este punto – Dijo Demetri.
-Conociendo a Bella ya debe estar rumbo a Paraguay – Dijo Félix cruzando los brazos.
-No se ha ido – Afirmó Demetri – No me ha dejado.
-Demetri a lo mejor tienes que empezar a hacerte a la idea… - Le dije suavemente.
-No. Me. Ha. Dejado! – Gruñó más seguro de lo que lo habíamos visto hasta entonces.
-Cómo puedes estar tan seguro? – Preguntó Félix.
-Por… Porque ella me duele, Ok? Mi Fiore me duele cuando estamos separados por mucha distancia, como cuando se fue a Irlanda contigo – Me dijo – O cuando se enoja lo suficiente como para querer mandarme al demonio en serio… Me… Me duele… En cambio ahora estoy angustiado, pero no agonizando, por eso sé que ella no está lejos física ni emocionalmente… Por eso creo que no está en el aeropuerto. Ella no me quiere dejar… Cómo podría? Soy un pedazo de ella, no me puede dejar atrás…
-Entonces? – Pregunté bastante impresionado. Todos sabíamos que la amaba, pero no hasta dónde llegaba su lazo o su convicción.
-Convenciéndose de que quiere dejarme – Dijo Demetri – Eso está haciendo – Hay una estación de trenes?
-Por qué trenes? – Pregunté.
-Es más cinematográfico, más melodramático, ella llorando en la estación, arrastrando su maleta coja mientras suena el pito ese de la locomotora… - Dijo cada vez más entusiasmado, como viéndolo en su cabeza.
-Hay servicio de buses y trenes, hay que conectar desde aquí a Túnez y de ahí uno a Lisboa... – Dijo Félix mirando su teléfono.
-Vamos directo a la estación o seguimos buscando el rastro del barniz de uñas? – Pregunté.
-Todo o nada, supongo – Dijo Félix – Estación?
-Estación… - Dijo Demetri – Además no sé qué tanto esmalte le puede quedar a menos que haya seguido con las uñas de los pies…
Y una vez que revisamos en un plano cómo llegar, partimos dispuestos a correr de estación en estación hasta Lisboa para encontrar a mi mejor amiga.
Pero al llegar al andén de la estación de Faro nos dimos cuenta de que no era necesario seguir corriendo. Bella estaba sentada sobre su maleta, vistiendo un corto vestido blanco con calaveras, una chaqueta de cuero corta, calcetas a rayas blancas y negras y botas militares. Estaba peinada con dos largas trenzas y usaba un sombrero de paja negro de ala ancha. Sólo puedo asumir que se puso encima todo aquello que no entró en la maleta.
Pero más allá de su look, estaba sufriendo. Se encontraba abrazada a sus rodillas con el rostro escondido entra sus brazos.
-No la cagues Demetri – Dijo Félix – O este es el momento en el que aprovecho de quitártela de una vez. Si no la mereces no le hagas perder el tiempo.
Demetri lo ignoró.
-Hey Félix – Le dije – Por qué no ser proactivos y conseguimos un auto?
oooOooo
BELLA POV
Me iba… Sí, me iba, aunque me rompiera el corazón. Tenía tanta pena que me daba rabia no poder ahogarme en ella. Si hubiera sido humana ya habría estado muerta.
Por qué me costaba tanto? La decisión estaba tomada, pero sentía que cada segundo era peor que el anterior, y el siguiente exponencialmente más horrible.
El señor de las naranjas me dejó en la estación de trenes y me deseó buena suerte… Primero pensé en el aeropuerto, pero después recordé que había olvidado mi cartera con mis documentos de identificación, que siempre estaban junto a los de Dem en la caja fuerte del lugar donde nos hospedáramos, por lo que no, no habría aviones en el futuro para mí.
Pero Trenes y buses, no hay problema!
Elegí el tren, era un medio de transporte mucho más romántico, a pesar de que se había convertido en unas especies de cohetes horizontales que viajaban a cientos de kilómetros por hora. No importaba, la idea del tren me gustaba. Compré pasaje hasta Lisboa pero pensando en bajar en cuanto viera por la ventanilla algo que me interesara.
Daba lo mismo dónde fuera… No estaría con Dem.
Me senté sobre mi pobre maleta y abrazándome a mis rodillas apoyé mi frente en mis manos y cerré los ojos esperando el llamado de embarque.
oooOooo
-Te veo las bragas y me gusta lo que veo – Me dijo la voz más deliciosa, burlona y cálida del mundo – Pero todos esos pobres bastardos a los que también les está gustando el show… Se van a morir.
-Dem… - Susurré espantada. Jamás pensé que podría encontrarme tan pronto y demonios! Estaría furioso.
-Sí Isabella – Me dijo en un tono bajo, confirmando todos mis miedos – Estás asustada?
Asentí mordiendo mi labio inferior. No podía ni pestañear. Vestía los mismos shorts y camiseta que antes, y su cabello estaba desordenado, tal vez por haber corrido para alcanzarme, pero era su ira lo que lo hacía un espectáculo digno de verse.
Dios! Más allá de la superficialidad, este hombre era sencillamente sublime.
-Chica lista – Comentó y se agachó doblando las rodillas hasta que quedó a mi altura – Dime una cosa Isabella, amaneció hoy y decidiste que ya no me quieres?
Negué con la cabeza y los ojos llorosos.
-Me descubriste haciendo algo imperdonable?
Negué.
-Me pillaste mintiendo? – Preguntó con calma.
Negué.
-Te golpeé?
Negué.
-Descubriste que te engaño con otra?
Negué. No, no lo había descubierto, y no pensaba que tuviera a otra, pensaba que tenía a varias.
-Entonces me puedes decir qué mierda tienes en la cabeza Isabella? Quieres matarme? Eso quieres? Sabes lo que me duele estar sin ti? Tienes alguna idea de todo lo que te quiero? Habría destruido el mundo si no te hubiera encontrado, y tú tan tranquila sentada en tu maleta, dejándome solo después de todo el tiempo que esperé por ti! Es que valgo tan poco? Es que tienes tan poca fe en nosotros? Mierda! – Dijo y empujándome hacia el lado con la cadera se sentó en mi maleta a mi lado en la misma posición en la que estaba yo.
Estaba llorando.
Dem estaba llorando a vista y paciencia de quien pasara por el andén.
-Dem no… - Le dije apenas – No… Yo pensé…
-Qué? Qué pensaste? – Preguntó levantando la mirada y haciéndome querer desviar la mía. Yo había causado ese dolor… - Y baja las piernas! – Exclamó tironeando mi vestido – Sólo a ti se te ocurre huir vestida con un pañuelo! Qué hay de todos los degenerados?
-Dem, yo pensé que estaba haciendo lo correcto… Pensé que ya no me querías… No como tu pareja al menos…
-Cómo puedes pensar algo semejante? – Preguntó – Cómo puedes pensar que lo que siento por ti va a tener un final?
-Porque desde hace días que no me miras ni me escuchas, porque guardas secretos y están esas llamadas y mensajes misteriosos que dices que son de negocios, como si hubieras hecho un negocio en tu vida! Me mientes y no me tocas! Me dejaste ir a la ducha yo solita! – Reclamé.
-Isabella no puedes ser tan niña – Dijo un poco más calmado – Todas las parejas tienen períodos mejores y peores, no por eso agarran las maletas a la primera y se largan sin saber adónde. Yo llevo distraído cuánto? Dos semanas?
Me encogí de hombros.
-Y hemos hecho el amor – Se defendió.
-Lo has hecho tan distraído que podrías habérselo estado haciendo a cualquiera – Dije – Lo has hecho por cumplir, no me tomes por tarada, que sé notar la diferencia.
-Isabella… - Suspiró – A lo mejor lo hice todo mal desde el principio – Dijo – Pero mi manera claramente no funciona porque está consiguiendo lo opuesto a mi objetivo. Quiero que al menos sepas que lo que he hecho ha sido porque te amo y porque lo único que quiero es que seas mía para siempre – Dijo sacándose algo del bolsillo trasero – Alguna vez decidimos que nos comprometeríamos en el huerto de los cerezos porque sería el único compromiso que podría obtener de ti… Te acuerdas? Te acuerdas de las palabras exactas? Te acuerdas de lo importante que fue para mí aclarar que un contrato verbal es vinculante?
-Sí… Lo recuerdo todo Dem… Las palabras y el beso… El primero – Susurré.
-Contigo nunca es suficiente Fiore – Dijo “Fiore”, al fin ya no estaba enojado. No más “Isabella” – Contigo soy codicioso, no importa lo que me des, siempre necesito más. No me basta tu cuerpo ni tu mente, quiero tu alma y tu voluntad, quiero que seas mía…
-Soy tuya – Murmuré – Lo he sido por completo por… Dos años! – Exclamé al darme cuenta de que ese día era nuestro aniversario y ni nos habíamos acordado.
-No Fiore, no eres totalmente mía, pero he estado trabajando para remediar esa situación – Dijo él ordenando un mechón de mi cabello que seguía cayendo sobre mis ojos.
-De qué estás hablando? – Pregunté.
-Chica Zombi… No jodas más y dime que te vas a casar conmigo – Dijo con una media sonrisa extendiendo una cajita negra ya abierta.
La cajita contenía dos anillos de matrimonio, para él y para ella. Estaban hechos en oro forjado en lugar de ser moldeado. Eran rústicos, irregulares, únicos y por lo mismo, perfectos. Como nosotros.
El anillo para “ella” era más delgado y tenía un solo diamante al centro.
Me quedé pegada mirando la caja y pestañeando como para evitar las lágrimas que de todos modos no vendrían.
-Vale, esa no fue la mejor pedida de mano, déjame tratar de nuevo, pero no te vayas a escapar otra vez! – Me dijo haciendo amague de guardarse los anillos.
-Hey! Qué te crees que haces? – Le reclamé sacudiendo el dedo – Sí que quiero y sí me caso! – Le dije plantándole un beso – Y ahora que eres mío, si te vuelvo a ver mirándole los pechos a esas alemanas, a ellas me las como y a ti te las corto, estamos?
Él no se molestó en responder. Me plantó el anillo y me besó como un loco, ahí, en pleno andén. A esas alturas todo el mundo se había dado cuenta de lo que sucedía, así es que no se metieron. Quién quiere arruinar una propuesta de matrimonio? Aparentemente yo, pero nadie más.
Había pasado poco tiempo, tal vez horas desde la última vez que nos habíamos tocado, pero estas se sentían como caricias nuevas, renovadas por la certeza de que eran sólo para mí, dadas por el hombre que amaba… Que amaría por siempre… Mi Dem.
-Ven, estamos atrasados – Me dijo tomando mi mano para ponerme de pie y tomar mi maleta – Me quieres decir por qué demonios arrastraste esta cosa todo ese trayecto?
-Porque una chica humana no se puede una maleta de ese tamaño – Respondí – Y además creo que… Creo que parte de mí quería que me encontraras…
-Porque me amas – Afirmó.
-Porque te requetecontrarequeteamo y me moría de pena por tener que dejarte – Le dije abrazándolo.
-Esa parte no la entiendo, por qué “tenías que dejarme”? – Preguntó.
-Porque pensé que ya no te gustaba como mujer, pensé que te habías aburrido de mi cuerpo ahora que ya lo conocías tan bien – Dije encogiéndome de hombros.
-Devuélveme el anillo – Me dijo estirando la mano – Eres demasiado bruta para ser mi esposa, si tuviera paciencia para la tontera habría convertido a Gianna.
-No puedo creer que seas tan insensible! – Exclamé abrazando mi dedo, segura de que era muy capaz de quitarme mi anillo.
-Nunca me voy a aburrir de ti borriquilla! – Dijo besándome – Nunca – Beso – Nunca – Beso – Nunca – Y me dio una palmada en el trasero – Dónde me voy a encontrar un culito como éste?
-Dem! – Salté ante el asalto – Te vas a casar conmigo por mi cuerpo? – Susurré contra su cuello y mordí su lóbulo.
-Y por tu sentido de la moda – Me dijo – Quién te asesora?
Miré mi facha y lo único que pude decir a su favor es que combinaba: Blanco y negro.
-Dem, por qué no me ayudas con mi sentido de la moda y me desvistes? – Pregunté tratando de sonar coqueta.
-Porque no soy tonto Fiore, acordaste casarte conmigo y nos vamos a casar – Dijo mientras salíamos de la estación, donde nos esperaba Alec… Y Félix.
-Bella! – Corrió mi mejor amigo a mis brazos. No lo veía desde… Lo que sea, demasiado tiempo, y eso no estaba bien.
-Alec, no puedo creer que estés aquí! Te extrañé tanto! Cómo está Maggie? – Pregunté sin soltarlo.
-Yo también te extrañé, estaba preocupado por ti, y Maggie y yo bien, pensando en ser padres… - Dijo contento.
-Esa es una decisión súper importante! Me alegro – Dije besando su mejilla. Ya no podía retrasarlo más… Mi reencuentro con Félix.
-Hola – Dije mirándolo a los ojos y balanceando mi peso de una pierna a la otra sin querer. Era una de mis muchas costumbres humanas que se vinieron conmigo a esta vida.
-Isabella… - Dijo con voz ronca pero ojos amables. Esos ojos que me trajeron al principio. Su decencia… Félix era genuinamente un buen tipo. Que paradójico que fuera precisamente la indecencia de Demetri la que ganara al final… Será que yo no soy una buena persona como me gusta creer…?
-Puedo…? – Pregunté acercándome un paso hacia él, esperando desde un “no” hasta un empujón.
Pero este es Félix del que estamos hablando…  Me abrió los brazos de par en par y yo me lancé a él y lo apreté con todas mis fuerzas.
-Te vas a enojar si te digo lo mucho que te extrañé? – Le pregunté contra su pecho.
-Me voy a enojar si no me lo dices – Respondió.
-Me voy a casar – Le dije mostrando mi dedo, para que no hubiera malos entendidos.
-Lo sé, por eso estoy aquí – Me dijo. Por un momento pensé que Félix se pondría de pie en la iglesia y diría “yo me opongo”.
Pero miré a Dem y supe que había adivinado mis pensamientos y se estaba riendo mientras negaba con la cabeza. Yo solté una carcajada.
-Veo que siguen haciendo eso, son odiosos – Dijo Félix.
-Dímelo a mí! – Dijo Alec comenzando a caminar.
Llegamos al estacionamiento y subimos a un auto que no tenía otra particularidad que ser blanco.
-A Dónde vamos? – Pregunté.
-A casarnos – Dijo Dem.
-Así? – Pregunté espantada mirando mi facha-
-Tú fuiste la que se escapó y lo arruinó todo, así es que tú eres la que se va a casar vestida de un engendro de Punk con “La Pequeña Casa en la Pradera” – Dijo Dem.
-Esto también te incumbe a ti tontín, tú eres el que va a salir en las fotos casándose con el engendro… Quién se va a ver más estúpido? – Respondí.
Tres.
Dos.
Uno.
-Tú! – Dijimos al mismo tiempo.
-Dios mío! – Suspiró Félix.
-Ves? – Le dijo Alec en lo que parecía ser una vieja discusión – A la larga es bueno que se junten entre ellos y mantengan la estupidez contenida, que si no la esparcen al doble…
oooOooo
-Dónde estamos? – Pregunté.
-Benagil – Respondió Dem – Todavía te quieres casar? – Preguntó mirándome a los ojos.
-Sep – Dije besando la punta de su nariz.
-Bien, bien… - Suspiró – Bien… Isabella es tu dama de honor y las Reinas van a ser tus madrinas y el resto de las chicas… No sé cómo se llaman, pero se quisieron vestir todas del mismo color.
-Vale – Sonreí – Anda tranquilo, no voy a volver a escapar.
-No, porque Félix no te va a dejar – Masculló – O eso espero.
-No, en realidad es porque mis documentos y tarjeta de crédito negra están en la caja fuerte – Respondí lanzándole un beso.
Dem se fue mascullando maldiciones.
-De verdad lo quieres verdad? – Me preguntó Félix. Alec había desaparecido.
-De verdad que sí – Respondí – De otra manera jamás habría dejado ir a alguien tan increíble como tú – Le dije tan honestamente como pude. Como no pude hacerlo durante nuestro emocional rompimiento.
-Supongo que siempre lo supe – Dijo.
-Yo no – Dije. Él levantó una ceja – Es verdad, no fue hasta que Dem se despidió de mí porque dejaba la Corte que me di cuenta de que no podía vivir sin él. O sea antes era sólo un decir, en sentido figurado “no puedo vivir sin ti”, pero en ese momento caí en cuenta de que si Dem se largaba yo caería muerta, fulminada por un rayo o algo.
-Siempre dramática – Me sonrió.
-Es cierto, un día te va a pasar y vas a entender que es muy poco lo que puedes decidir por ti mismo…
-Pero hoy dejaste a Demetri… - Apuntó.
-Porque pensé que él ya no me quería más y creí que hacía lo mejor por él dejándole el camino libre… Pero no creas que fue sencillo…
 -Es hora – Dijo Isabella corriendo a mis brazos emocionadísima – Te arreglaste con mi papá?
Asentí sonriéndoles a ambos.
-Habíamos pensado… Si estás de acuerdo… Entregarte como familia… - Dijo Isabella ansiosa.
-Félix, harías eso por mí?  - Pregunté casi en shock.
-De verdad me tienes que preguntar eso? – Preguntó ofreciéndome el brazo, el que me apuré en tomar.
-Mamá dame el anillo – Dijo Isa extendiendo la mano.
Se lo di.
Caminamos desde el estacionamiento hasta la playa desierta, iluminada sólo por la luz de la luna. La marea estaba baja, lo que permitía el paso por tierra a las famosas cuevas que normalmente estaban inundadas. Al entrar a la cueva principal pude ver que efectivamente tendría una boda de verdad.
Toda la Corte estaba ahí, en esa gran cúpula de roca que en el techo tenía un agujero que dejaba ver las estrellas.
Cada rincón estaba iluminado con velas  de té y había un pequeño altar al frente hecho de roca, tras el que estaba Aro listo para dirigir, como siempre.
Y esperándome estaba Dem…
Y a partir de ese segundo no me importó nada más.
Ni la gente ni la maravillosa locación, ni mi falta de un vestido apropiado… Nada.
Al llegar adelante Félix le entregó mi mano a Dem murmurando algo sobre “cortar en pedacitos” e Isa se ubicó con el resto de las chicas.
La ceremonia fue breve, no había realmente tanto que decir salvo nuestros sencillos votos.
-Te amo. Desde siempre, para siempre, sólo a ti – Dijo Dem mirándome tan intensamente que sentí como si físicamente estuviéramos conectados.
-Te amo – Le dije con voz temblorosa – Eres literalmente un trozo de mí… El trozo más importante, el mejor. No quiero volver a pensar en vivir sin ti… Me niego, y ahora que eres mío prometo no volver a rendirme sin luchar.
-Y con la autoridad que poseo los declaro marido y mujer – Dijo Aro. Dem me acercó a él y yo salté para rodear sus caderas con mis piernas y su cuello con mis brazos, y nos besamos por lo que supongo fue un largo rato, porque para cuando emergimos ya todos se habían dispersado, aunque se mantenían cerca.
Santiago sacó de uno de sus bolsillos un reproductor de música con unos pequeños parlantes, y con la acústica de la caverna el sonido de la música era impresionante. Una vez que hube abrazado a todos y recibido regaños de parte de todos por no haberlos ido a ver desde que me había largado con Dem, la fiesta empezó realmente y comenzamos a bailar. Como humana nunca me gustó el baile, pero como vampira la coordinación no era un problema, así es que festejamos hasta el amanecer, cuando subió la marea y temimos que comenzaran a llegar turistas  queriendo explorar.
Los Volturi se quedaron en un elegante hotel local, Isa y su esposo arrendaron una Villa, y Alec y Maggie prefirieron quedarse en un hospedaje juvenil, aduciendo que ninguno de los dos había tenido la experiencia.
Dem y yo? Nosotros regresamos a nuestra cabaña.
-Y ahora? – Pregunté a mi ahora esposo mientras caminábamos abrazados rumbo a casa. No había peligro de que nos descubrieran brillando porque la cabaña estaba rodeada por dos lados por un Parque Nacional, por el frente por el océano y por el otro lado por kilómetros de terreno privado, motivo por el cual arrendamos la casa en un principio.
-Y ahora qué? – Preguntó chupándose el dedo y metiéndomelo en el oído.
-No puedo creer que me hayas hecho eso! – Grité – Soy tu esposa!
-Phhhhhh! – Resopló él como diciendo “Gran cosa”.
Generé una burbuja para levantarlo y comencé a mover la mano balanceándolo, amenazando con arrojarlo al agua.
-Fiore… Chica Zombie… Si me mojas vas a tener que lamer toda esa sal de mi cuerpo – Advirtió. Lo solté, no quería lamer sal.
-Bueno Dem, qué viene a continuación en tu plan maestro? Sabes? Me gustaría tener un lugar, donde sea, no importa si no vivimos ahí, pero un lugar adonde llegar… Al que llamar hogar… Entiendes? – Le pregunté mirándolo atenta a su reacción. Establecernos no era a lo que hubiéramos discutido en serio.
-Nos casamos y a la media hora te aburguesaste? – Preguntó en tono de broma.
Hice un puchero. Imaginé que me diría algo así, por eso no lo había querido traer antes a colación.
-Isabella, no sé si hice mal – Dijo muy serio – Porque todo este asunto de casarnos lo abordé de la manera errada – Abrí la boca para interrumpir pero me la cerró de un beso – Me adelanté e hice otra cosa sin preguntarte – Me dijo.
-Cual? – Pregunté preocupada.
-Te compré ese hogar –Dijo apuntando a la casita que habíamos estado “arrendando” las últimas semanas – Esas eran las llamadas que no quería que oyeras, negociaciones y permisos … Bueno esas y las que tuve con medio mundo en la Corte organizando el matrimonio sorpresa… Debí saber que intuirías que estaba escondiendo algo, sólo que nunca me imaginé que pensarías que me habías aburrido o que deseaba a alguien más!
-Eso no explica que te dedicaras a mirar a cualquier chica menos a mí – Dije con mis últimas barreras.
-Miraba no sólo a cualquier chica Fiore, miraba a cualquier cosa, por tres razones – Dijo - Primero, no te podía mirar a ti porque tengo la mala costumbre de decirte las cosas que pienso en cuanto las pienso y no quería arruinar nuestra romántica pedida de mano. Ya ves que bien nos fue con eso – Agregó con una mueca y rodando los ojos – Segundo porque se me ocurrió que podía aumentar la anticipación si llegábamos más prendidos al matrimonio, y como cada vez que te miro me dan ganas de voltearte y montarte, mirarte mucho no es una idea – Se rio ante mi mirada de espanto por su vocabulario. No es que me sorprendiera, sino que me daba risa que lo usara como argumentos románticos - Y tercero, quería probar la comida local y estaba mirando si había por ahí alguna chica que nadie fuera a echar de menos.
-Dem! – Lo empujé.
-Qué? Te amo Fiore, pero tengo ojos y no soy un eunuco. Te soy fiel y adoro tu cuerpo, pero si se pasea una alemana en topless lo menos que puedo hacer es premiar su esfuerzo con una miradita, no?
-Eres imposible, no sé cómo eres tan afortunado de que te ame tanto – Le dije envolviéndome en sus brazos, los dos enfrentando la pequeña cabaña.
-Ni yo – Me dijo al oído – Pero ya prometiste, eres mi esposa y no te puedes arrepentir.
-No me arrepiento – Le dije – Y soy tu esposa desde hace mucho tiempo atrás…
Nos quedamos un momento en silencio, recordando.
-Fiore, no me has dicho qué opinas – Me dijo volteándome para enfrentarlo – La compré porque el lugar y el clima se parecen a mi hogar y hay un flujo constante de turistas, y a ti pareció gustarte, pero si quieres podemos vender y comprar otra propiedad que te guste más, o quizás conservamos esta y compramos una segunda…
-Dem… Dem! – Tomé su rostro con mis manos – Me encanta nuestro hogar – Dije besando la comisura de su boca – Ahora… Hay alguna parte de tu discurso en la que me dices que me harás el amor?
-Sí, y empieza justo ahora – Dijo tomándome en sus brazos.
Antes de cruzar el umbral de la puerta me dijo
-Bienvenida a casa mi señora.
-Muchas gracias mi señor.
No volvimos a ver a ninguno de nuestros amigos en los siguientes siete meses.
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Espero les haya gustado, para mí fue toda una sorpresa. Miren mi Facebook, ahí encontrarán todo tipo de ayuda visual.
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