Hola, aquí me tienen actualizando otra vez. Vuelvo a tener más o menos
claro para dónde voy, así es que es un poco más fácil escribir... Ojalá dure!
Un abrazo enorme, les doy gracias, ustedes saben a quienes,
A.
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Capítulo 16
Taking away all my pain
Bring the sun shining through the rain
Take me high to blue skies
I can hear you calling
Calling my name
I can feel you falling again
Into my arms
I got you singing in my soul
Singing In My Soul / Fly My Pretties
Bring the sun shining through the rain
Take me high to blue skies
I can hear you calling
Calling my name
I can feel you falling again
Into my arms
I got you singing in my soul
Singing In My Soul / Fly My Pretties
Hermione y Draco caminaron silenciosos mientras el sol se
asomaba. Hacía frío, pero afortunadamente no llovía… Hay que agradecer por las pequeñas bendiciones, pensó la bruja
Cuando finalmente pasaron el límite del rango del hechizo anti-apariciones,
Draco dijo
-Esta es una buena hora para ir a tu departamento, las
calles están llenas de Muggles que se dirigen al trabajo o a la escuela, y
pasaremos desapercibidos entre la multitud.
-Perfecto, podré recoger lo estrictamente necesario… Lo malo
es que no nos podemos aparecer en mi edificio, lo tengo completamente
protegido.
-Lo sé, pero no hay problema, nos podemos aparecer en algún
callejón cercano y caminar hasta tu departamento.
-No nos van a descubrir si nos ven caminando por la calle? –
Preguntó ella.
-Si vamos con nuestros cuerpos reales, seguro. Los
Mortífagos que te vigilan saben cuál es tu edificio, pero no tu apartamento,
así es que generalmente lo vigilan desde la cafetería que está al frente.
-Cómo lo sabes? – Preguntó ella.
-Porque yo he estado en esa cafetería cientos de noches
haciendo lo mismo – Respondió él rodando los ojos.
El corazón de Hermione se encogió al imaginarlo agotado y
hambriento mientras ella veía tele calentita junto a la chimenea, abrazada a su
gato.
-Un día vamos a hablar de todo lo que te has sacrificado por
mí – Dijo ella acunando la mejilla del mago.
-Pero no hoy – Dijo él, tratando de mantenerse sereno – Me
queda poción multijugos de la que usamos para salir de San Mungo, nos alcanza
para unos 20 minutos, lo suficiente para entrar a tu casa. Está tu chimenea
habilitada?
-No, está bloqueada, pero no me demoro nada en tenerla
funcionando – Dijo ella.
-Hasta el fondo! – Dijo él entregándole un vial y acercando
otro a su boca.
Tragaron el repugnante líquido de un trago, primero él y
luego ella, e inmediatamente comenzaron a mutar.
-Sácate la túnica – Dijo él – Recuerda que nos
caracterizaremos como muggles.
Ambos lo hicieron, quedando Hermione en un feo vestido gris
con flores, y Draco en pantalones y una camisa que parecía haber sido arrancada
de las páginas de Oliver Twist.
-Tienes un sweater con que cubrirte? – Preguntó Hermione
mirando con disgusto la ridícula camisa de volantes.
Draco se la quitó, la arrugó en una bola de tela, la metió
en su satchel, y cogió una prístina camisa blanca y uno de sus finos sweaters
de alpaca, esta vez uno de escote en V, de color púrpura. Ambas prendas eran
demasiado elegantes para el cuerpo de rasgos simplones que el mago utilizaba de
momento, y ese color contrastaba maravillosamente con el colorido de Malfoy, pero
no con el del hombre a quien le robaba la identidad, pero al menos era ropa
común y corriente y su calidad pasaría desapercibida para la gran mayoría de
las personas.
-Vamos al callejón donde se almacenan los contenedores de
basura, a la vuelta de mi edificio, sabes a cual me refiero? – Preguntó ella.
-Sí – Dijo él simplemente.
-Entonces vamos al mismo tiempo, pero separados, para evitar
accidentes – Dijo Hermione.
Draco se limitó a asentir.
-Draco… Yo… - Balbuceó ella, acercándose aún más hasta
abarcar con la palma de sus manos las mejillas del mago.
-Qué, Granger? – Susurró él. Estaban tan cerca que no valía
la pena hablar más alto.
-Gracias – Se encogió de hombros - Te quiero, y gracias.
-Granger, mi bruja, qué voy a hacer contigo? – Preguntó
retóricamente rodando los ojos, abrazándola, y ubicando el rostro de Hermione
contra su pecho. No quería que ella viera la emoción que reflejaban sus ojos.
No quería parecer débil ante ella.
-Quererme? – Respondió ella de todos modos, incapaz de dejar
una pregunta sin responder.
-Amarte – Dijo él contra su cabello. Este era el cuerpo de
una mujer madura, pero olía y se sentía como su Hermione, y eso era todo lo que
le importaba.
oooOooo
Aparecieron sin problemas en el pequeño callejón, y sin
perder el tiempo se sumaron a los transeúntes, primero Draco, luego Hermione,
actuando como si no se conocieran.
Draco entró primero al edificio, atento a cualquier
movimiento extraño, y comenzó a subir las escaleras. Minutos después llegó
Hermione, que se subió al ascensor.
Aparentemente nadie los seguía, y por más que l mago buscó
entre la gente no vio nada sospechoso.
Llegando al piso 7 las puertas del ascensor se abrieron y Hermione
vio que Draco venía recién subiendo los últimos escalones. Ella lo miró
confundida por su lentitud. Todos los alumnos de Hogwarts tenían una
resistencia particular para subir un ilimitado número de escalones sin
cansarse, ya que era la única manera de llegar a cualquier lado en un castillo
en el que las escaleras se reacomodaban constantemente.
-No digas nada – Jadeó él – Este idiota está gordo y creo
que fuma…
-Ya va a pasar – Dijo ella sonriente, sin dejar de mirarlo a
los ojos y girando la muñeca para revelar la puerta de su departamento,
invisible hasta entonces. Una niebla celeste cubrió el muro, y la entrada se
reveló – Quedan pocos minutos hasta que se acabe el efecto de la poción… -
Comentó.
-Mierda! – Dijo el mago al ver las manchas negruzcas dejadas
por hechizos oscuros al ser repelidos – Estuvieron aquí!
-Cómo supieron? – Preguntó Hermione horrorizada, mirando
cómo la entrada de su casa y casi toda la pared de ese lado del pasillo, estaba
parcialmente chamuscada. Eran montones de marcas individuales de donde las
maldiciones habían aterrizado, pero la integridad estructural del edificio estaba
intacta, lo que significaba que sus hechizos de protección habían resultado
efectivos.
Draco se quedó en silencio unos momentos, ambos apegando sus
cuerpos contra la pared, antes de preguntar
-La distribución de todos los pisos de este edificio son
iguales?
-Si, todos, salvo por el penthouse, que tiene solo cuatro
grandes apartamentos – Dijo ella gesticulando – Hacia la calle están los
departamentos de dos dormitorios; mirando al jardín los de un dormitorio; y los
estudios están atrás, hacia el estacionamiento – Señaló.
-Si tengo que apostar, diría que en su desesperación por
encontrarte, a quienes te buscan no les importó invadir un espacio muggle, y
revisaron piso por piso hasta dar con el nivel en el que la numeración no
cuadra – Dijo él – Desapareciste el departamento, creando un espacio imposible...
El número de tu departamento no está.
-Por dios! Cómo pude ser tan estúpida! – Exclamó ella dándose
con la palma en la frente – Cómo no se me ocurrió algo tan obvio?
-Tus resguardos eran apropiados para una situación de
mediano riesgo, pero ahora que las cosas cambiaron, ya no solo no puedes vivir
aquí, sino que debemos irnos lo antes posible, porque en cualquier momento
pueden volver para tratar de hacer una redada.
-Es verdad… Lo bueno
es que mis resguardos se mantuvieron, así
es que la puerta sigue sellada, por lo que no hay nadie en el interior… - Dijo
ella, y tocó con su varita a la puerta, dibujando una compleja runa – Adelante
– Dijo cuando la puerta se abrió.
Draco entró y prácticamente bebió con los ojos el espacio
que había soñado por años: El espacio privado de su bruja.
Tras él, Hermione puso los encantamientos protectores de
siempre y otros extra, sólo porsiacaso.
El lugar era cálido y hogareño, pero radicalmente muggle,
pensó Draco. No había nada a simple vista que reflejara que en ese lugar vivía
una de las más poderosas brujas del planeta.
-Siéntate, o saca algo del refrigerador, si quieres – Dijo
ella, dirigiéndose a su habitación.
Draco la ignoró y la siguió: Él quería saber cómo era el
lugar en el que su bruja descansaba, y tomar nota de la mayor cantidad de
detalles posible, de modo de recrearlos más adelante.
El dormitorio de Hermione era una armonía de colores
cálidos, que iba desde los pálidos amarillos hasta detalles de un intenso rojo escarlata,
pasando por todas las tonalidades de naranjo. Era como caminar hacia el
interior del sol.
Hermione lo vio detrás de ella, pero no dijo nada: Malfoy
era Malfoy, y su curiosidad no se vería satisfecha hasta saberlo todo, espiar
su closet, hurgar en su botiquín y revolver sus cajones. Para una persona como
ella, que valoraba su privacidad, esa idea sería suficiente para hacerla
gritar, pero la verdad es que Hermione no tenía nada que ocultar, y el tema no
le importaba lo suficiente como para armar líos. Hay que elegir las batallas.
Draco se acercó a la cama y tomó las prístinas sábanas
blancas entre sus dedos, evaluando su densidad y calidad. Algodón egipcio, al
menos 240 hilos… Sí, conseguiría un par de juegos para su cama…
Hermione comenzó a sacar un juego de maletas del closet.
-No tenemos tiempo para empacar, Granger, pon todo lo que
necesites en una bolsa de basura, lo ordenaremos al llegar a mi casa… - Quiso
decir “Nuestra casa”, pero le pareció que pondría aún más nerviosa a Hermione,
que en ese momento tomaba su varita con dedos temblorosos para llamar las
bolsas.
Hermione abrió sus cajones y uno a uno los vació sobre su
cama y procedió a llenar las bolsas. Cada vez que llenaba una bolsa se la
entregaba a Draco, y él la metía en su satchel.
Cuando vio que las cosas estaban andando, Draco fue a mirar
qué más valía la pena llevarse. Entró al segundo dormitorio y lo cabreó pero no
lo sorprendió ver que era una habitación marcadamente masculina, con 2 camas.
Al abrir el closet se encontró con los uniformes de Hogwarts de Potter y
Weasley, y en las cajoneras, ropa muggle de ambos.
Malditos fueran ese par de imbéciles! Su bruja vivía sola en
un departamento mucho más amplio (y costoso) de lo necesario simplemente para poder
recibirlos cuando se dignaran a aparecer.
Salió de ahí, cerró la puerta con fuerza, y siguió por el
pasillo. No se llevaría consigo una puta cosa de ese par de idiotas. Su
recuerdo sólo serviría para atormentar a Granger.
En la pared del
pasillo se encontró con un set de 5 fotografías en sepia de una pequeña
Hermione. No parecía tener más de 5 años, y sus ojos chispeaban de emoción.
Estaba en un parque de diversiones con quienes Draco asumió que eran sus
padres. Se veía feliz y amada, y sintió una punzada de dolor al recordar que
Granger había debido borrar la memoria de sus padres para protegerlos,
eliminando cualquier remembranza de su única hija.
Descolgó las fotos y las echó al satchel.
Siguió avanzando y
vio una fotografía muggle a color, enmarcada en peltre, de Hermione y
Dumbledore. No pudo determinar a qué año correspondía, porque estaba tomada a
cierta distancia, probablemente por Potter desde su asiento, pero el director
le entregaba a su bruja algún premio. Ella se veía radiante y orgullosa, y Dumbledore
la rodeaba con un medio abrazo afectuoso. Sintió una familiar punzada de culpa
por lo que estuvo a punto de hacerle al director… No pienses en eso ahora, no es el momento… Y por qué exhibir esta imagen
plana y no sacar una fotografía mágica? De inmediato se respondió: Porque esta
foto había sido sacada con una cámara muggle para enviársela a sus padres.
Mierda. Granger se la debe haber llevado después de borrar
la memoria de sus padres.
Al satchel con el resto.
Luego, una serie de fotos del trío maravilla. Fotos de cada
año en Hogwarts. A veces se veían bien, otras un poco maltratados, pero siempre
juntos. No pudo menos que envidiar una amistad tan larga y constante, a pesar
de que ninguno de los chicos le gustara para nada.
Guardó las fotografías.
Llegó al living, donde opuesto a una gran televisión se
encontraba un librero que iba de pared a pared. Ignoró los volúmenes de texto y
guardó los libros más raros, aquellos difíciles o imposibles de reemplazar.
Y luego, en un rincón del librero, había una puerta. La
abrió sin vacilar y encontró álbumes de recortes y varios galardones, almacenados,
pero no exhibidos. Hermione no quería presumir de sus logros ni siquiera en la
privacidad de su hogar.
Por su parte, los álbumes estaban ordenados cronológicamente
y almacenaban todas las notas de prensa en los que ella aparecía nombrada. Eran
notas profesionales con respecto a su trabajo en El Ministerio, notas de las
páginas sociales, y artículos de la prensa rosa.
Granger era una verdadera celebridad.
Decidió llevar consigo los galardones y reconocimientos,
pero dejó atrás los recortes.
BOOM!
PAF!
POW!
Explosiones sonaron en el pasillo exterior del departamento,
haciéndolo temblar un poco, pero las protecciones resistieron.
-Granger! – Corrió hacia la habitación. Ella tenía 4 bolsas
de basura llenas, y él no la cuestionó, simplemente guardó las cosas, y juntos
corrieron hasta la chimenea. Draco, con un simple movimiento de muñeca, la
encendió
-Lista? – Preguntó él acariciando su mejilla.
Hermione, con los ojos cargados de lágrimas, asintió.
-A la cuenta de tres – Dijo él – Enfócate en mi casa… 1… 2…
3!
oooOooo
Y así de simple, se encontraron en la cabaña en medio del
bosque.
Lo primero que hizo Draco fue volver a bloquear la Red Flu
de su chimenea, de modo que no pudieran rastrearlos, y una vez revisadas las
precauciones de seguridad y la resistencia de los encantamientos que protegían
la casa y el perímetro, se giró hacia Hermione.
Granger y él hacía rato que habían recuperado sus
apariencias normales, pero sólo ahora que la tenía a salvo, se permitió mirarla
con detenimiento.
La chica se veía triste y cansada, pero ni siquiera los
círculos obscuros bajo sus ojos la hacían parecer nada menos que hermosa. Ella,
al ver la intensidad de su mirada, sonrió reflejando tanta dulzura y amor que
casi lo hace caer de rodillas, desarmado.
-Bienvenida a casa, Granger – Dijo quitándose la túnica y
dejando el satchel sobre el mesón de la cocina.
-Soy tu concubina Malfoy… - Dijo ella muy bajito mientras se
quitaba la túnica y la lanzaba en la dirección general en la que cayó la de
Draco – No me toca ni siquiera un beso al recibirme?
-Eres tú la que debe compensarme a mí, y quedarte en este
palacio te va a costar más que un beso, Granger – Dijo el mago, avanzando
lentamente hacia ella.
-Bien… Porque quiero darte más de un beso… - Respondió ella,
mirándolo intensamente.
-Levanta los brazos – Ordenó el mago al llegar frente a
Hermione. Ella, excitada, se apresuró a
obedecer sin chistar.
El enorme y feo vestido que llevaba la bruja fue deslizado
lentamente por su cuerpo, aumentando la anticipación… Como si fuera necesario!
-Sólo esas minúsculas bragas, Hermione? –A Draco se le quebró
un poco su voz, y se aclaró la garganta. Era difícil ser cool frente a la chica
de sus sueños.
-Mi sostén era demasiado pequeño para el cuerpo que estaba
usando – Dijo ella, sonriente.
-Te lo quitaste en el hospital, junto a Weasley? Cómo no me
di cuenta de eso? – Preguntó él.
-Me lo desabroché bajo el vestido y me lo quité por las mangas mientras te
transformabas – Dijo ella.
-Qué hiciste con él? Lo deben haber encontrado! – Dijo él,
nada contento.
-No lo encontraron, por lo menos no por unas cuantas horas –
Dijo Hermione mordiendo su mejilla para no soltar una carcajada – Lo metí en la
cama, bajo la almohada de Ron!
-Weasley está durmiendo con tu ropa interior? – Exclamó
atónito de que ella no se diera cuenta de lo mal que estaba eso.
-Ron simplemente está escondiendo evidencia – Dijo ella
inocentemente, levantando las manos para acariciar al mago desde su estómago hasta
los hombros –Tú en cambio me tienes desnuda…
-Disfrutas torturándome, Granger – Murmuró él al tiempo que
sus manos se deslizaban por la dorada piel de la chica. Una mano acarició su
espalda y la otra bajó hasta su trasero, donde sin previo aviso, le dio una
palmada, haciéndola saltar y chillar. No fue doloroso, pero sí sorpresivo, y le
produjo dos sensaciones radicalmente opuestas… Por un lado, la mujer fuerte e
independiente en ella rugió y quiso revelarse, pero por otro su sexo latió de
necesidad.
Quería pelear, es verdad, y establecer que no sería la
sumisa de nadie, pero también debía reconocer que en el fondo, parte de sí quería
ser sometida, ya que eran pocos los hombres capaces de desafiarla. Esa inusual
demostración de fuerza era lo que la excitaba.
Draco vio los ojos de su bruja nublarse con intensidad, y
supo que en los próximos segundos o sería castrado, o sería recompensado con el
mejor sexo de su vida.
Afortunadamente Hermione decidió que el deseo era más
fuerte, y con sus manos, que aún estaban posadas sobre su camisa, tomó el
frente de la prenda y tiró fuertemente de ella haciendo que los pequeños botones
saltaran por el aire.
Un vez que estuvieron piel con piel, jadeantes por la pura anticipación,
se besaron desesperados. Él la abrazó tan fuerte como pudo sin llegar a hacerle
daño y ella enterró las uñas en su espalda, para anclarlo e impedir que ese
momento acabara jamás.
Ambas manos de Malfoy se deslizaron para abarcar el trasero
de Hermione, y ella sin previo aviso saltó abrazando la cintura del mago con
sus piernas.
La erección de Draco quedó rozando la entrada de Hermione,
separada sólo por un trozo de algodón.
-Cama! – Ordenó ella, lamiendo la concha de su oído.
-Mierda Granger! – Masculló él, asegurándose de que ella
estaba bien sujeta – No sabes lo que es tratar de caminar con una erección como
esta…
-Pero yo quiero ayudar... – Dijo ella mirándolo a los ojos
con toda la inocencia del mundo, y pasando una mano entre sus piernas, agarró
el pene de su mago, concordando en que probablemente sería muy doloroso estar
así de duro – Falta poco Malfoy – Ronroneó acariciándolo y besando su cuello –
Ya casi llegas…
-Lo sé, maldita seas! – Gruñó él mordiéndola casi
dolorosamente en la unión entre el cuello y el hombro – Me falta poco para
correrme en los pantalones…
Ella se estremeció por el perverso dolor de la mordida y sonrió,
satisfecha de tener ese efecto en él.
Hermione chilló cuando Draco chocó con las rodillas contra la
cama y sin ninguna delicadeza, la lanzó a mitad del colchón. Ella apenas había
aterrizado cuando él ya se estaba terminando de desnudar.
Dios! Este hombre es
demasiado hermoso para ser real! Debo estar en coma en un hospital, soñando
todo esto…
Él se inclinó sobre Hermione, y casi sin tocar su piel,
enganchó los dedos en sus bragas y las deslizó lentamente.
Y ahí estaba su bruja en toda su gloria.
Tal vez un poco más delgada, pero magnífica… Y expectante.
-Abre bien las piernas Granger, tengo lugares que coger y
orgasmos que entregar…
oooOooo
Draco y Hermione pasaron muchas horas reconectándose,
entregando y recibiendo placer, hablando de naderías, y simplemente abrazados
en silencio, con sus cuerpos entrelazados y sus respiraciones acompasadas.
Durmieron mucho más de lo planeado, y cuando Draco despertó
ya era de noche y el fuego se había apagado.
Con mucho cuidado para no despertar a su bruja, se deslizó
silenciosamente hasta la chimenea y volvió a encender la chimenea. Luego fue al
baño y en cuanto se hubo lavado las manos corrió a la invitante cama tibia.
Hacía mucho frío y entre sus andanzas desnudo y el agua fría del lavamanos,
tiritaba de frío.
En cuanto Draco hubo entrado entre las sábanas, Hermione se
giró hacia su cuerpo buscando abrazarlo, y apenas tocó su pecho, despertó lo
suficiente para encaramarse sobre el mago como si fuera una cobija humana, y
con un ronroneo satisfecho, lo besó en el punto sobre el corazón y siguió
durmiendo como si nada.
Él había planeado despertarla violentamente poniendo sus
manos heladas en la espalda de la chica, pero ante un gesto tan dulce se sintió
incapaz de hacer nada que la pudiera incomodar.
Una vez que sus manos recobraron su temperatura normal,
Malfoy envolvió a Hermione entre sus brazos, besó su coronilla, y se durmió.
oooOooo
Hermione se levantó para ir al baño, y aprovechó de peinarse
y lavarse los dientes. Luego, se envolvió en una de las túnicas que estaban en
el suelo, y se acercó a la chimenea a echarle un par de leños y calentar sus manos.
Luego fue a la cocina, y no la sorprendió ver que Draco no
tenía más comida en la alacena que cuando ella lo había dejado. Tampoco había
mucha menos, por lo que al parecer él tampoco había tenido apetito mientras
estuvieron separados.
Finalmente, encontró una lata de salsa Alfredo y un paquete
de espagueti, así es que puso a calentar agua en una olla mediana, y en una más
pequeña, la salsa.
El aroma de comida caliente despertó a Draco, que sonrió con
los ojos aún entrecerrados, al ver la silueta de Hermione moviéndose con
libertad por la cocina.
Evidentemente había alimentado la chimenea y hasta se había
aseado, todo sin que él se diera ni cuenta.
-Hola Malfoy… - Dijo ella, cuchara de palo en mano, cuando
lo sintió gruñir y estirarse.
-Hola princesa – Dijo él buscando su ropa interior. No
quería vestirse, pero hacía frío, así es que se conformó con un pantalón
deportivo y una camiseta – Necesitas ayuda?
-Pon la mesa – Dijo ella encogiendo los hombros.
Él se apresuró a obedecer, pero recogiendo un ítem cada vez
que entraba a la cocina, y acariciándola o derechamente manoseándola cada vez.
Ella se quejó y chilló, pero todo entre medio de risas y besos, así es que sus
reclamos no fueron tomados muy en serio.
Hermione sirvió la comida y ante el primer bocado ambos
gimieron de satisfacción. Entre todo el tiempo que llevaban sin comer, la
energía gastada huyendo y haciendo el amor, y el frío imperante, este bocado de
simples tallarines con salsa de tarro eran un verdadero manjar.
Por lo demás, comieron en silencio hasta que cuando ambos
estaban por terminar, Draco decidió que era un buen momento para hablar.
-Granger… No te he contado una buena noticia… - Dijo él,
nervioso.
-Dime – Dijo ella estirándose para tomar su mano.
-Supe que mi elfa doméstica, Daisy, logró huir de casa de
mis padres, gracias a la ayuda de tu amigo el elfo Dobby…
-Oh! Pero eso es muy bueno! – Exclamó Hermione feliz – Dobby
es un verdadero héroe para su raza…
-Sí, pero pasa lo siguiente: Daisy escapó gracias a un
tecnicismo, ya que si bien es un elfo de la Mansión Malfoy, su propiedad
directa es mía, ya que fue un regalo que me hicieron a mí personalmente, por lo
tanto ella se fue de casa de mis padres con la condición de que fuera para
encontrarme y servirme a mí – Dijo él temiendo una mala reacción de la bruja.
-Comprendo – Dijo ella con calma – Sabes qué es lo que
quiere ella?
-No de primera fuente, Daisy está en el refugio de Lovegood,
y una vez que la den de alta la puedo ir a buscar. Por lo que me dijeron, ella
quiere vivir conmigo, servirme a mí, pero cualquier decisión estará sujeta a lo
que tú opines y lo que Daisy desee. Yo no necesito a un sirviente, pero si
Daisy necesita un hogar, su lugar es conmigo… Se lo debo – Dijo haciendo una
mueca de dolor.
-Se lo debes? – Preguntó Hermione, conmovida al escuchar las
palabras de su novio.
-Daisy… Ella en muchos aspectos fue más cercana a mí que mi propia
madre… Ella preparaba mi comida y me curaba cuando me castigaba mi padre… Y
luego cuando me castigó Voldemort y los Mortífagos… Entre sesiones ella era
quien debía ingeniárselas para combatir los efectos de las nuevas maldiciones
que probaban en mí.
-Entonces no hay nada que discutir – Dijo Hermione resuelta,
con el corazón apretado ante la mención del calvario sufrido por Draco - Vamos
a visitar a Daisy, y si ella quiere vivir contigo, la traemos con nosotros. Si
lo que quiere es ser libre, la dejas en libertad.
-No te molestaría vivir con un elfo doméstico en la casa? –
Preguntó él.
-Yo estoy en contra de la esclavitud y los abusos de poder,
pero si la que fue para todos los efectos tu niñera quiere vivir contigo, por
supuesto que no voy a oponerme… Tal vez tendremos que buscar otra casa o
ampliar esta, de modo que ella tenga donde dormir y nosotros tengamos algo de
privacidad, pero por lo demás, me parece perfecto. Al mediodía podemos ir al
refugio de Luna, así aprovecho de saber cómo se ha integrado el muchacho nuevo…
un magizoólogo de apellido Scamander…
-No pensé que fueras a aceptar esto así, tan fácilmente… -
Dijo él, aliviado.
-Entonces es que no tienes una muy buena opinión de mí –
Respondió ella, haciendo un mohín.
-Al revés, pensé que tú tendrías una peor opinión de mí –
Dijo él.
Después de ordenar la cocina, ambos regresaron a la cama y
trataron de dormir un rato.
oooOooo
Draco y Hermione despertaron temprano al día siguiente,
ansiosos por partir al refugio.
Tomaron un desayuno liviano, y la bruja trazó en un papel un
sencillo mapa, dibujando un camino y ciertos puntos referenciales.
-Recuerdas dónde vivían lo Lovegood? – Preguntó ella
haciendo una cruz en el mapa. Él asintió, indeciso. Sabía dónde estaba la casa,
aunque nunca había estado ahí, ya que había sido destrozada durante una redada en
la que el padre de Luna había desaparecido.
El brujo se presumía muerto, pero nunca encontraron su
cuerpo, por lo que su extraña hija contra toda lógica, todavía no perdía las
esperanzas de hallarlo.
Afortunadamente en el momento del ataque Luna se encontraba
en Noruega, ayudando en el establecimiento de un santuario para Bowtruckles,
por lo que se salvó del asalto, pero no del dolor de perder a la única familia
que le quedaba.
-Está en Inglaterra, en el condado de Devon, específicamente
al norte de un villorrio llamado Ottery St. Catchpole – Dijo Hermione haciendo
una cruz en donde se ubicaba el pueblito y un círculo bien marcado en un área
aislada, alejada de cualquier asentamiento humano - Vamos a usar la chimenea de
esa casa, porque está en ruinas y es casi imposible que nos vea alguien si nos
aparecemos ahí, así es que estaremos bien, es seguro. Desde ahí caminaremos
hasta el traslador.
-Ok… – Dijo él, asintiendo – Hey… Gracias – Se acercó
rodeando el mesón y cubrió los hombros de la bruja con sus manos
-Gracias por qué? – Preguntó ella, sonriendo y ladeando la
cabeza, confundida.
-Por todo Granger… Gracias – Dijo él y la abrazó con fuerza.
Ella no se molestó en cuestionarlo ni en aclararle que no había nada que
agradecer. Simplemente se sumergió en la delicia del calor y el olor del hombre
que amaba.
oooOooo
Con un fuerte “POP!” la chimenea pareció escupirlos, y
debieron cuidarse de no tropezar con las ruinas del antiguo hogar de Luna.
Draco miró molesto la devastación que lo rodeaba… No había
nada que se pudiera salvar, ya que ni con el hechizo “Reparo” se recuperarían los objetos más apreciados ni los lugares
que había llenado la madre de Luna con su presencia.
Ahora la propiedad no era más que la puerta de entrada hacia
el Refugio de Creaturas Mágicas, y cumplía un rol necesario para La Orden, lo
que según Granger, para Luna era suficiente.
De todas maneras lo hizo sentirse enfermo de pensar en que
ese caos pudiera llegar a tocar sus vidas, que de alguna manera dieran con su
casa y atraparan a su bruja… Se estremeció ante la idea, e hizo una nota mental
de reforzar las protecciones de la cabaña en cuanto regresaran.
-Cuidado al salir, hay varias especies de plantas que te
pueden atacar o al menos producir alergia, Neville se encargó de eso, así es
que no te salgas del camino de piedras que voy a pisar – Indicó Hermione
abriendo con cuidado la puerta de la cocina y dando un salto a la primera de
las piedras, que parecían salpicadas al azar.
Draco la siguió piedra a piedra, hasta que llegaron al
maltrecho cerco de madera que rodeaba la propiedad. Junto al cerco crecía un
frondoso arbusto.
-Arrodíllate conmigo! – Le dijo ella tomando su mano y
metiendo su cuerpo entre el cerco y la planta. Draco obedeció – Mira, hay una
tabla tallada – Dijo Hermione, señalando la apenas visible base de uno de los
listones, que tenía un pequeño y delicado tallado de un león, una serpiente, un
tejón y un águila.
-Buen trabajo – Reconoció Draco. El trabajo era
impresionante en lo detallado, en especial considerando que era una pieza que nunca
estaría a la vista.
-Charlie Weasley lo hizo – Dijo Hermione, sonriendo – Lo
visité el año pasado para estudiar algunos hechizos para controlar el fuego, y
le comenté que necesitábamos idear un traslador para la casa de los Lovegood.
Él talló esto y se lo mandó de regalo a Luna.
-Así es que ahí es donde te fuiste el par de semanas de
marzo en que no te pude encontrar… - Dijo él frunciendo el ceño - Siempre es
fácil seguirte la pista a través de la prensa, pero esos días casi me muero de
preocupación al no saber si te había pasado algo – Agregó, entre pensativo y
cabreado.
-Hay que aprender con los mejores, y en lo que hace, Charlie
es el mejor – Dijo ella encogiendo un hombro, ajena a los oscuros pensamientos
de su novio.
-Tuviste algo con ese
Weasley? – Preguntó él, sospechosamente calmo. Como una serpiente aprestándose
a atacar.
-Qué? No! – Dijo ella – Jamás me involucraría con mi ex
cuñado! – Dijo ella con una carcajada – A Ron le habría dado un ataque!
-Entonces nunca se te pasó por la cabeza? No te gustó? –
Preguntó él carcomido por los celos al imaginarlos juntos y a solas. Sabía que
estaba cometiendo una estupidez, pero no se podía controlar.
-Qué quieres que te diga Draco? – Preguntó ella, por fin
tomándolo en serio y tratando de no molestarse por su posesividad.
-La verdad! – Exclamó él.
-La verdad es que Charlie es guapo de esa forma ruda y
masculina que tienen los hombres que trabajan con sus manos… Además es fuerte,
divertido, valiente y siempre dispuesto a esforzarse por ayudar a los demás. No
sería difícil enamorarme de él si lo hubiera considerado seriamente, pero no lo
hice, porque no quise dañar a nadie. Nunca pasó nada entre nosotros,
principalmente porque aún sin decirlo en voz alta, ambos sabíamos que cualquier
tipo de relación entre nosotros fuera de la amistad, sería un desastre.
Silencio.
-Draco…
-Silencio.
-Draco! – Exclamó ella perdiendo la paciencia – Qué demonios
te pasa?
-Nada – Masculló él, sin mirarla.
-Qué. Te. Pasa? – Insistió la bruja.
-Odio que existan otros hombres que te puedan arrancar de mi
lado! Odio a cualquiera a quien le hayas dedicado un pensamiento, odio a
cualquiera que haya despertado a tu lado, odio a cualquiera que hayas mirado
como anoche me mirabas a mí…! – Lanzó él de golpe.
-Nunca he mirado a nadie como te miro a ti, Malfoy – Dijo
ella, ya no enojada sino enternecida por la vulnerabilidad que demostraba su
mago, algo que hubiera creído imposible un mes antes. Él seguía siendo un
déspota, queriendo controlar hasta sus pensamientos pasados, pero ella amaba a
ese déspota, tal cual era.
-Necesito que seas sólo para mí – Dijo él entre dientes – No
estoy preparado para compartirte.
-Qué hay de las mujeres en tu vida? – Respondió ella recordando
con disgusto a algunos de los peores ejemplares de la raza humana. Puaj!
-No existen – Dijo él simplemente.
-Parkinson existió – Dijo Hermione frunciendo la nariz –
Cómo me debo sentir al respecto?
-Esa bruja está demente, y existe menos que cualquier otra –
Dijo él de inmediato, con toda honestidad.
Hermione resopló por la nariz, nada delicada, desarmando su
fachada de seriedad.
-Draco Malfoy, eres un déspota y un bruto y te amo! – Dijo
lanzándose a abrazarlo y besarlo. Él la abrazó y hundió su rostro en el cuello
de la bruja para respirar su esencia.
-Más te amos! – Demandó él entre besos.
-Te amo – Beso – Te amo – Beso – Te amo…
-Y te gusto sólo yo… - Insistió.
-Sólo tú – Repitió ella, obediente y con una sonrisa.
-Para mí nada más existe… Nadie más importa… - Dijo él, acunando
las mejillas de Hermione y mirándola a los ojos.
-Lo sé Draco – Murmuró ella – Has sacrificado tanto por mí…
-Y sacrificaría más! – Interrumpió él.
-Lo sé – Repitió ella – Pero ya no quiero más sacrificios,
ahora estamos juntos y yo voy a cuidar de ti.
-Vas a cocinar, limpiar, lavar y planchar mi ropa y tener un
montón de bebés Malfoy? – Preguntó él, animándose, una sonrisa perversa en sus
labios.
-Pensaba en algo más en la línea de impedir que te capturen,
torturen y asesinen – Respondió ella levantando una ceja.
-Me puedo conformar con eso – Dijo él – Porque te amo.
-Y yo a ti. Ahora vámonos antes de que alguien nos descubra
– Besó la mejilla del mago – Debemos tocar el águila – Indicó – Si tocas
cualquier otro animal vas a terminar en lugares terribles, como el fondo del
océano y el interior de un volcán activo.
-Qué retorcida mente pensó en algo semejante? – Preguntó él.
-Aunque no lo creas, fue Neville Longbottom – Dijo ella –
Ahora, a la cuenta de tres!
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Ojalá les haya gustado, abrazos.
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