Espero les guste, abrazos, gracias a quienes me dan su apoyo, son mi
razón para continuar.
A.
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Capítulo 17
When the road gets dark
And you can no longer see
Just let my love throw a spark
And have a little faith in me
And you can no longer see
Just let my love throw a spark
And have a little faith in me
And when your back's against the wall
Just turn around and you will see
I will catch, I will catch your fall baby
Just have a little faith in me
Just turn around and you will see
I will catch, I will catch your fall baby
Just have a little faith in me
Have a Little Faith in
me / Joe Cocker
Draco y Hermione aterrizaron en el equivalente mágico de una
selva tropical muggle. Árboles altísimos de colores imposibles los rodeaban por
todos lados, envolviéndolos en vegetación de cientos de tonalidades, con flores
tan pequeñas como la uña del meñique de la bruja o tan grandes como un plato. Algunos
tallos se inclinaron sospechosamente hacia ellos, como si las flores los
olfatearan.
Hermione miró a Draco y le gesticuló para que se quedara
callado, no fuera a ser que despertaran algo, y tomados de la mano se
dispusieron a esperar.
Este era el Santuario de
Árboles y Plantas Mágicas de Neville, un lugar en el que
poco a poco el mago había comenzado a plantar algunas especies en peligro de
extinción producto de la destrucción o polución en sus zonas de origen. Más
adelante comenzó a agregar plantas y árboles que le llamaban la atención a
nivel científico, y al final terminó levantando, con el dinero de la herencia
que le dejó su abuela y la ayuda de voluntarios, un enorme invernadero en el
que se desarrollaban las hierbas necesarias para las pociones más
imprescindibles para la comunidad, ya que los canales de distribución normales estaban
muchas veces suspendidos. Y a pesar de manejar este enorme y ambicioso proyecto,
Neville trabajaba además como Auror a tiempo completo, encargándose de la formación de nuevos
cadetes. Su pericia y valor ya no eran cuestionados por nadie, y su rostro antes
perfectamente redondeado, había perdido la grasa infantil y se había afinado y adquirido
la silenciosa dignidad de quien debido cometer y presenciar las más horrendas
atrocidades en nombre del bien mayor.
Es por estas razones que Hermione lo admiraba profundamente:
porque a su juicio lo que ella tenía en cerebro él lo tenía en corazón, y lamentablemente
nunca recibía el crédito suficiente.
Draco abrió la boca para hablar, pero Hermione lo calló
poniendo su mano sobre su boca.
-Quién está ahí? – Preguntó la voz de Neville severamente,
antes de ser visible entre las ramas mientras avanzaba hacia ellos.
-Hermione Granger y Draco Malfoy! – Respondió ella.
-Hermione! Por fin llegó! Te dije que sería ella! – Exclamó
la voz de Luna desde detrás de un enorme mago que la protegía varita en mano, y
parecía dispuesto a fulminar a los visitantes ante la primera provocación.
-Hola Luna, soy yo, tranquilos… Draco, suelta tu varita –
Dijo Hermione dejando caer su varita al suelo. Draco odió soltar su varita
frente a extraños y en un lugar desconocido, pero no tenía muchas alternativas.
-Cuando es el cumpleaños de Dobby? – Preguntó Luna asomando
sólo los ojos por el costado de los brazos como leños de su guardaespaldas.
-El 28 de Junio – Respondió ella sin dudar.
-Y qué le regalaste? – Insistió.
-La camiseta de quidditch de Griffindor – Dijo ella.
-Bienvenidos! – Dijo Neville relajando todo su cuerpo y
dando unos pasos hacia ellos para saludar a Hermione con un fuerte abrazo, que
no le gustó para nada a Malfoy, así es que para cubrir su descontento se agachó
para recoger las varitas.
-Hola Draco – Dijo Luna a su lado cuando ya se levantaba –
Este es Rolf Scamander, es un magizoólogo y me está ayudando con el refugio.
Rolf, este es Draco Malfoy, era nuestro compañero en Hogwarts.
Draco los saludó son un asentimiento cortés, más que nada
sorprendido y agradecido de que Luna no hubiera agregado su inmensa lista de
pecados a la presentación.
-Sé quién es – Respondió Rolf, seco. Aparentemente en este
lugar Draco tampoco haría nuevos amigos
-Hola Rolf, me alegra que te hayas sumado a este proyecto –
Dijo Hermione con una sonrisa, adelantándose y estrechándole la mano al tipo.
-Esta es una excelente oportunidad de poner en práctica los
conocimientos teóricos adquiridos en los textos de estudio – Respondió él – Es
un honor conocerla al fin, señorita Granger.
-Hermione, sólo Hermione – Dijo ella sonrojándose y luego
avergonzándose por su rubor y sonrojándose aún más.
Draco la tomó de la cintura y la atrajo a sí.
-Hola Malfoy – Dijo Neville seco pero cortés.
-Longbottom – Saludó Draco con un asentimiento, pero
relajando un poco las facciones.
-Así es que es cierto que están juntos? – Preguntó Neville
mirando a Hermione, más curioso que otra cosa.
-Lo es – Dijo ella levantando tímidamente la mirada para ver
el rostro de su mago. Él no pudo evitar sonreírle de medio lado, y en un rápido
movimiento besó la punta de la nariz de Hermione, e inmediatamente volvió a
poner en su lugar la fachada distante y sarcástica.
Hermione lanzó un chillido y una carcajada, y lo besó en la
mejilla.
Neville los miraba casi en estado de shock, Rolf parecía un
poco asqueado, y Luna sonrió beatíficamente.
-Es mejor que vayamos a la casa, al dejar caer al suelo las
varitas seguro se les subieron Chizpurfles, y pueden terminar afectando su desempeño – Dijo Luna con toda calma –
Por eso yo siempre tengo bien segura la mía – Dijo señalando su oreja
izquierda, que sostenía su varita como si fuera un lápiz.
-Tienes Chizpurfles? – Preguntó Hermione,
entusiasmada – Tienes una lupa?
-Luna tiene razón,
es mejor ir a la casa – Dijo Neville con una sonrisa – Y si hay algo que nos sobra
son lupas.
-Quieres recordarme
qué demonios son los Chizpurfles? –
Preguntó Draco una vez que emprendieron el camino de regreso, tomando su varita
con la punta de sus dedos índice y pulgar emanando disgusto, y alejándola lo
más posible de sí mismo.
-Son creaturas
parasitarias parecidas a un cangrejo, pero con colmillos. Son muy pequeños,
miden alrededor de 1,3 mm y se alimentan de la magia y objetos mágicos… Aunque
cuando no hay magia disponible atacan las fuentes de electricidad muggle –
Explicó Hermione.
-Si son parásitos,
por qué tenerlos aquí? – Preguntó Draco, que a esas alturas había tomado también
la varita de Hermione y cargaba ambas como si estuvieran hechas de plutonio.
-Porque la matanza
de la que son objetos los ha llevado al borde de la extinción –Dijo Rolf,
amargamente.
-En este caso no es
una extinción por selección natural – Explicó Hermine – Es la influencia de los
magos que se asentaron en su hábitat y decidieron erradicarlos.
-Y qué le van a
hacer a nuestras varitas? – Preguntó Draco.
-Hay que soplarles
encima el humo de un habano, y para estar seguros, bañarlas en jugo de limón –
Dijo Luna.
-Alguien fuma puros?
– Preguntó Hermione sorprendida, mirando a los tres magos.
Draco no se atrevió
a decir frente a todos que él en sus peores momentos había fumado absolutamente
de todo.
-Dobby! – Respondió
Luna – Dobby adora fumar.
Hermione sonrió
pensando en su pequeño amigo.
-No hay algo que
puedas hacer ahora? – Insistió Draco. La sola idea de tener cangrejos enanos
parasitarios alimentándose de su magia lo hacían querer vomitar.
-Pon las varitas en
el suelo – Dijo Luna con un suspiro – Lumus
Solem! – Exclamó, y un rayo de luz enceguecedor emanó de su varita, bañando
las varitas contaminadas.
-Ese hechizo los
mata? – Preguntó Hermione.
-Oh no, la luz sólo
los aturde y hace que se desprendan de la varita – Dijo Luna – De todas maneras
para estar seguros deberíamos dejar que Dobby fume sobre ellas.
-Y por fin aquí
estamos! – Dijo Neville abriendo paso a los demás entre las ramas, a un claro
en el que se ubicaba una enorme casa construida con gruesos rodillos de madera.
Era difícil calcular su tamaño porque la estructura no era simétrica y tenía varios
pisos de distintas alturas y habitaciones protuberantes que se mantenían en su
sitio desafiando la fuerza de gravedad.
El edificio no tenía
nada que ver con lo que Draco estaba acostumbrado, que era la fría elegancia
del ladrillo y el concreto, la limpieza de las líneas arquitectónicas y sobre
todo, el orden visual. Esta casa era demasiado, una verdadera sobrecarga a los
sentidos.
Y junto a la puerta
de entrada, estaba Dobby el elfo conteniendo con fuerza a Daisy, que parecía
luchar por escaparse y correr… Hacia él.
-Daisy! – Exclamó arrodillándose
en su sitio con mucha más emoción de la que pretendía reflejar, pero no se pudo
aguantar, ya que por fin veía a alguien que le era querido y familiar. Daisy
hizo una maniobra para deshacerse de Dobby, lo empujó hacia la casa
aprovechando su desconcierto, y corrió a responder el llamado de su amo.
Al llegar junto a
Draco enormes lágrimas rodaban por sus mejillas y la pobre elfina temblaba como
una hoja. Se paró a sólo centímetros de él pero no se atrevió a mirarlo a la
cara y mucho menos a tocarlo. Era casi como si estuviera esperando un castigo
por su huida de la mansión.
-Amo Draco… - Dijo
con un hilo de voz y una pequeña reverencia.
-Daisy… - Dijo él
con la voz ronca. Estaba incómodo ante el despliegue de sentimentalismo, pero
sabía que estaba siendo juzgado por cada testigo de este encuentro. No podía
complacerlos a todos, así es que decidió que lo mejor era ignorarlos.
Hermione dándose
cuenta de lo que sucedía, giró su varita y lanzó el encantamiento Cave
Inimicum en un radio de 1,5 mt. de donde se encontraban, para darles la
ilusión de privacidad impidiendo que los demás pudieran ver o escuchar lo que
ocurría en esa pequeña reunión.
-Se lo dije a Dobby…
- Murmuró Daisy sonriendo un poco, pero sin dejar de llorar – Mi amo es el mago
más guapo de todos, y ya está convertido en todo un hombre…
-Daisy, no llores,
no quiero que estés triste – Rogó él, desesperado ante los goterones que
rodaban por las mejillas de Daisy. Se sacó del pantalón un pañuelo de lino
bordado con un monograma de sus iniciales en verde y dorado y se lo extendió –No
quiero pincharte un ojo, ayúdame a limpiarte…
-Usar un pañuelo de
mi amo? Nooo! Daisy conoce su lugar! – Exclamó ella escandalizada.
-Entonces no llores
más! – Dijo él, súbitamente cansado. Draco Malfoy no era conocido por su
paciencia. Decidió cambiar de tema – No me quieres dar un abrazo después de
tantos años sin vernos? – Abrió los brazos sólo lo suficiente para recibir el
cuerpecito delgado de Daisy.
-Como cuando el amo
era pequeño? – Preguntó ella, esperanzada, mirándolo tímidamente a través de
sus pestañas.
-Como cuando era
pequeño y tú eras la que me consolaba si estaba triste, y la que me curaba si
estaba herido, y la que me llevaba comida a escondidas cuando mi padre me
ordenaba levantarme de la mesa sin comer – Dijo él, honesto y sintiendo el duro
peso de la realidad. Daisy era como una madre putativa para todos los efectos prácticos,
y él, como el asqueroso niño rico que era, la había tratado como un ser
inferior. Nunca llegó a maltratarla, pero tampoco se le pasó por la cabeza
agradecerle por todo lo que había hecho por él.
Había sido tan frío y cortés como se puede ser con un esclavo… Salvo en
los momentos en los que realmente la había necesitado. Ahí sí que aprendió a
valorar la incondicionalidad de Daisy.
La elfina lo estudió
unos segundos, debatiéndose entre creer que la oferta era en serio o si era
alguna prueba para ponerla en su sitio. Al final decidió que bien valía el
riesgo de ser castigada, y se lanzó a los brazos de Draco, aferrando sus
delgados bracitos a su cuello.
-No sabes cuánto te
extrañé Daisy… - Suspiró él abrazándola con delicadeza, y aspirando el familiar aroma de quien había aprendido a asociar con
el calor de una madre. Sintió una punzada de culpa por pensar en eso, Narcissa
había hecho lo que había podido, pero lamentablemente el miedo a desatar la ira
de Lucius había sido más fuerte que las ganas de proteger a su hijo.
-El amo debió
llevarme cuando escapó… – Dijo Daisy con un puchero, su aguda voz sonando casi como
un reproche.
-No podía llevarte,
no tenía un lugar donde vivir Daisy, viví años entre muggles! – Explicó él –
Pero ahora si tengo una casa… No es nada parecido a la mansión, es muy pequeña,
pero si quieres venir conmigo hay lugar para ti, vas a estar segura, yo te
protegeré.
-De verdad puedo
volver a servir mi amo? – Preguntó Daisy ilusionada. Draco se separó de ella
frunciendo el ceño.
-No Daisy – Dijo él
firmemente, y a la elfina el tembló la barbilla – Conoces a Hermione Granger? –
Preguntó rápidamente, estirando la mano hacia su bruja. Maldita sea! Lo estaba
haciendo todo mal.
-Hola Daisy - Dijo Hermione estrechando la mano de la
elfina. Daisy ni la miró, estaba demasiado triste como para responder.
-Daisy, esto es
importante, presta atención – Dijo él, con voz más firme – Hermione y yo estamos
enamorados y vivimos juntos, y ambos estamos dispuestos a recibirte en nuestra
casa si es lo que deseas, pero como parte de la familia, no como una esclava…
Daisy volvió a
levantar la mirada pasándola de uno al otro, especulativa.
-Y si lo que quieres
es tu libertad para recorrer el mundo, también es tuya – Dijo Draco.
-Daisy es una buena
elfina, amo Draco… Por qué la quiere liberar? – Preguntó dolida, con un hilo de
voz.
-Daisy, lo único que
estoy haciendo es darte opciones. Puedes vivir con nosotros o puedes hacer lo
que desees… Nosotros no necesitamos a alguien que nos ayude, porque como ya te
dije, la casa es muy pequeña, así es que si te vas con nosotros va a ser para
acompañarnos, no para servirnos.
-Hablaste de estas
cosas con Dobby? – Preguntó Hermione.
-Estaba demasiado
nerviosa como para querer escuchar nada de lo que dijo – Respondió Daisy – Quizás
dijo algo – Encogió los hombros – Amo Draco, puedo hacer una pregunta? –
Preguntó.
-Dime Daisy - Dijo
rodando los ojos a Hermione, que le dio un empujón por no corregir de inmediato
el tratamiento de “amo Draco”.
-Usted dice que están
enamorados?
-Sí – Dijo besando
la mano de su bruja.
-Y viven juntos?
Ambos asintieron.
-Por qué el amo
Draco no se ha casado? Dobby dice que la señorita Granger es la mejor bruja del
mundo, y que ama y respeta a todas las creaturas, en especial a los elfos
domésticos… - Preguntó Daisy con un pequeñísimo dejo de malicia. No quería
ponerlo en aprietos, simplemente quería saber qué es lo que haría su amo si lo
ponía entre la espada y la pared, ya que a pesar de que disfrutaba verlo tan
contento y relajado junto a su pareja, necesitaba comprender esa relación que
se escapaba a cualquier parámetro que ella hubiera conocido trabajando para los
Malfoy. Las uniones de la nobleza eran transacciones comerciales, la virginidad
de la novia era un bien preciado, y a nadie se le ocurriría la desfachatez de
permitir la convivencia sin matrimonio!
-Porque Granger aún
no me dice que sí – Dijo él encogiendo los hombros despreocupado, inclinándose
hacia la mano de Hermione, que se enredaba cariñosamente en su cabello.
-Queremos estar juntos
– Dijo Hermione moviendo sus dedos para acariciar el cuello de Draco, que
seguía arrodillado – Quizás cuando las cosas se calmen podamos casarnos,
mudarnos y tener una familia de verdad.
A Daisy le brillaron
los ojos de emoción.
-Apuesto a que no
puedes esperar a poner las manos sobre otra generación de Malfoys – Dijo Draco burlón,
con una media sonrisa.
-Los bebés Malfoy son
los más hermosos! – Dijo Daisy, convencida.
-Claro que lo somos!
– Asintió él – E imagina si además tuvieran el cerebro de Granger!
Daisy aplaudió
complacida.
-Eso quiere decir
que te vas con nosotros? – Preguntó Hermione.
-Sí señorita… -
Asintió Daisy, súbitamente formal -Si me lo permiten me gustaría servirlos y
ver a su familia crecer.
Hermione tironeó un
poco el pelo de la nuca de Draco. Él se rió.
-Daisy, necesito que
aprendas a llamar a Granger “Hermione”, de lo contrario creo que puede sufrir
un ataque y va a caer muerta de pura rabia – No miró a Hermione, pero ella pudo
escuchar la risa en su voz.
-Pero amo, eso es
irrespetuoso! – Reclamó Daisy – Sólo a los otros elfos los llamo por su nombre.
-No es irrespetuoso
si ella quiere ser llamada de esa forma – Dijo él – A mí no me importa cómo me
llames, aunque sé que estás más cómoda con “amo
Draco”, pero si alguna vez quieres decirme simplemente “Draco”, está bien.
-Oh, no! – Negó
Daisy – Usted es mi amo Draco… Y usted… La señorita Hermione – Ofreció.
-Gracias – Dijo
Hermione sabiendo que aún ese pequeño paso era terreno ganado, y que de a poco
se ganaría la confianza de la elfina.
-Bueno, estamos
entonces? – Preguntó Draco poniéndose de pie y sacudiéndose los pantalones.
Ambas asintieron, y
Hermione con un movimiento de varita levantó el encantamiento.
-Anda a recoger tus
cosas si es que tienes algo que llevar, y aprovecha de despedirte y dar las
gracias a Dobby – Dijo Draco agachándose para hablar al oído de Daisy.
Daisy sonrió tímidamente,
asintió y corrió hacia la casa.
-Qué fue eso? –
Preguntó Neville frunciendo el ceño.
-Daisy se va a casa
con nosotros – Dijo él con toda calma, sin expresar nada.
-Claro que no se va!
– Exclamó Rolf – Esa creatura ha sido abusada física y mentalmente, necesita
descanso en un ambiente seguro y controlado…
-Todos los que salen
vivos de Malfoy Manor llevan por siempre
cicatrices por dentro y por fuera – Dijo Draco, sonando siniestro. Tal vez por
la manera en la que construyó la frase, que en sus labios sonaba como una
amenaza y no la constatación de un hecho – Les agradezco la ayuda que le
prestaron a mi elfina, pero tenemos mucho que hacer y es hora de irnos.
Rolf y Neville
sacaron sus varitas apuntando a Draco, quien de inmediato desenfundó. Luna se deslizó
silenciosamente y se sentó en la escalinata del porche y sacó un chocolate de
su bolsillo, mirando a los chicos entretenida, como si viera la lucha libre en
la tele.
Hermione se debatió
en qué hacer, aunque estaba bastante confiada en la integridad física de su
mago aun si este fuera un verdadero duelo y no una simple competencia de penes.
No, Draco no quedaría con secuelas permanentes… Y por último, lo que le pasara,
se lo merecía por bruto, por implicar todas esas cosas horribles que no sentía
sólo para picar a Rolf y Neville. Finalmente, tomó una decisión y fue a
sentarse con Luna, que sin mediar palabra le extendió la mitad de su chocolate.
-Rolf es guapo –
Comentó Hermione en voz baja mientras los duelistas intercambiaban insultos,
caminando en círculos, midiendo a los oponentes.
-Sí, es lindo – Dijo
Luna, aún más ida que de costumbre – Pero me protege demasiado, ni siquiera me
deja acercarme a los animales mayores, y ya viste como se portó cuando llegaron
ustedes.
-Es porque le gustas
– Afirmó Hermione, verbalizando lo evidente.
-Y a mí me gusta él,
pero no estoy acostumbrada a tener personas cuidando tan celosamente de mí, y a
veces me ahoga… Ayer salí a dar un paseo al bosque como lo he hecho por años, y
me interné fuera del sendero porque creí ver a un murciélago de alas
iridiscentes, y cuando regresé Rolf estaba furioso porque no le avisé, porque
fui sola, porque estaba lloviendo y porque no me puse las botas de goma! – Dijo
sin perder la calma, pero cambiando un poco el tono de su voz.
-Y ustedes ya…? –
Preguntó Hermione.
-Mmmmh…? – Luna la
miró confundida – Oh! No! No, yo apenas lo conozco, pero él a los pocos
momentos de conocernos decidió que le gusto, y ayer me dijo que me quiere para
él y que me va a esperar el tiempo que yo necesite… Es un poco raro…- Encogió
la nariz.
Hermione apenas
reprimió la carcajada que le produjo el pensar en Luna considerando cualquier
cosa “rara”.
-Y más allá de su
intensidad? – Preguntó Hermione.
-Oh, sabe muchísimo,
él heredó los diarios de su abuelo Newt, y los leyó todos siendo tan solo un
niño. Puede recitar todas las especies animales descritas con todas sus
características, y sólo le falta algo de experiencia práctica – Dijo Luna.
-Impresionante –
Dijo Hermione, que no podía sino respetar a cualquiera que mostrara un hambre
de conocimientos que rivalizara con la suya – Luna, te quería preguntar… A ti
no te molesta que yo esté con Draco?
-Él me da miedo, y está
todo eso de su mala reputación – Dijo Luna mirándola a los ojos - Pero tú eres
mi mejor amiga y la persona más inteligente que conozco. Confío en ti y en tus
decisiones, y además cualquiera puede ver que Malfoy te ama…
Hermione tomó la
mano de su amiga, agradecida detener a alguien de su lado.
-Amo Draco! Nooooo!
– Gritó Daisy saliendo de la casa de pronto y lanzándose frente a Draco justo cuando
Rolf le lanzó un encantamiento. Afortunadamente Draco alcanzó a reaccionar
aumentando el rango de su hechizo protector, de modo que Daisy no resultó
paralizada con la maldición, que a su vez rebotó y fue a dar contra un árbol.
-Daisy! – Dijo Draco
severamente, tomando a la elfina de los hombros y girándola hacia él – Cuantas
veces te tengo que repetir que no te metas en los duelos entre magos!?
-Pero ellos querían
atacar al amo Draco, dos contra uno, no es justo… - Dijo ella con un hilo de
voz, bajando la barbilla y lanzándole una mirada de rencor a Rolf y Neville,
que de momento habían bajado las varitas.
-Y ahora me ofendes
dudando de mis capacidades? – Preguntó él frunciendo el ceño – No será que ya
no confías en mí y no deseas estar bajo mi protección? No será que lo que realmente
deseas es quedar bajo el cuidado de Scamander y Longbottom y ayudar a Dobby con
el refugio?
-No amo Draco, no me
deje! – Rogó la elfina cayendo de rodillas – Señorita Hermione, por favor –
Rogó con lágrimas en los ojos, mirando a la bruja, que seguía sentada en el
pórtico.
-Oh Draco, eres
horrible! – Dijo Hermione con una leve sonrisa en los labios, poniéndose de pie
y acercándose para besar a su mago suavemente en la mejilla. Él se agachó unos
centímetros para facilitarle la tarea, pero Hermione de todos modos debió
ponerse de puntillas – Daisy, por supuesto que no te dejaremos aquí, tú eres
parte de la familia, pero Draco tiene razón, nunca debes interponerte en mitad
de un duelo, lo único que lograrás es distraer a quien intentas defender, y
además… Tú crees que si yo hubiera tenido algún temor por la seguridad de Draco
lo habría dejado solo? Draco era el mejor duelista en Hogwarts y no ha hecho
más que mejorar, estoy segura de que eso lo sabes bien, verdad?
-Sí señorita
Hermione – Dijo la elfina, avergonzada – Quiere que yo elija mi castigo o ya lo
tiene pensado?
-Castigo? – Chilló Hermione.
Draco la contuvo en un abrazo.
-No sé lo que te ha
pasado desde que me fui, imagino que entraste al servicio general de la mansión
y sus huéspedes, pero tú sabes que mientras me serviste a mí yo nunca pasé más
allá de regañarte, y eso no va a cambiar – Dijo Draco poniéndola de pie - En
esta familia no hay castigos Daisy, yo sé que eres leal y que tus intenciones
son buenas, y me basta con que entiendas cuando cometes un error. Con lo que
acabas de hacer nos pusiste en peligro a ambos, pero además me insultaste a mí al
demostrar frente a todos, incluidos mis rivales, que no me creías capaz de enfrentarlos
y salir victorioso.
-Daisy sabe que
nadie puede vencer al amo en una pelea justa – Dijo la elfina atropelladamente
– Pero esa pelea no era justa y Daisy se asustó de perder a su amo…
-Él no es tu amo! –
Exclamó Rolf, perdiendo la paciencia finalmente. A Hermione le recordó su
propia pasión adolescente, aquella que la que la llevó a crear P.E.D.D.O. – Él
es tu antiguo opresor, y ya no tienes por qué obedecerle, por fin eres libre,
Daisy!
-No es lo que crees,
Rolf – Dijo Hermione calmadamente – Las cosas no son blanco o negro…
-Qué decepción –
Dijo Rolf interrumpiéndola y fulminándola con la mirada – Pensar que estaba
entusiasmado por conocer a la famosa Hermione Granger, defensora de los
derechos civiles de las creaturas mágicas, y en su lugar me encuentro a una
mujer complaciente que no hace más que alentar a un asqueroso mortífago, y peor
aún, un esclavista!
-Veo que aparte de
ser idiota quieres morir virgen, verdad? – Dijo Draco sombríamente, adelantándose
a su bruja y su elfina y levantado la varita, posicionándose para volar la
cabeza del ofensor.
El rostro de Rolf se
volvió escarlata. Al parecer Draco había puesto el dedo en la llaga.
-Entiendo lo que
dices Rolf, y estoy de acuerdo en teoría, pero con el tiempo, a medida que
vayas ganando experiencia en el mundo real, te vas a dar cuenta de que la verdad
no es absoluta… – Dijo Hermione posando suavemente una mano en el brazo de su
mago, deteniéndolo sin interponerse en la línea de fuego - Daisy ama a Draco y
Draco ama a Daisy. Lo primero que Draco hizo al reencontrarla fue ofrecerle su
libertad, pero ella se negó rotundamente, así es que le ofrecimos vivir con
nosotros no como sirvienta, sino como parte de la familia. Si te hubieras
molestado un minuto en tomar en cuenta la opinión de la creatura que dices
respetar y defender, en vez de asumir que tus ideales se aplican a todas las
situaciones, tal vez te habrías dado cuenta desde hace días, al recibir a
Daisy, de que cualquier maltrato que ella haya sufrido no fue en manos de su
verdadero amo sino en manos de los residentes de la mansión Malfoy. Draco y
Daisy no se ven desde hace años.
-Es eso cierto
Daisy? – Preguntó Neville, bajando la cabeza hacia la elfina. Él no solía estar
en la posición moralmente errada y le molestaba profundamente ver lo equivocado
que había estado al precipitarse a sacar conclusiones.
-Quiero vivir con mi
amo Draco y la señorita Hermione – Respondió Daisy aferrando la tela de la
túnica de su amo con ambas manos, como si la fueran a arrancar de su lado.
-Sabes que si lo
deseas puedes regresar al refugio, verdad? – Insistió Neville – De visita o
para quedarte…
Daisy frunció el
ceño pero asintió.
-Bueno… Supongo que
se acabó la visita… Otro día regresaré para visitarte y me puedas mostrar los
avances, necesito saber nuestra capacidad para poder coordinar a los encargados
de los demás proyectos – Dijo Hermione a Luna, que se había deslizado calladamente
junto a Rolf y le había quitado la varita reemplazándola con su mano. Él por un
momento pareció querer rebelarse a quedar indefenso, pero el toque de la etérea
bruja lo calmó y lo hizo darse cuenta de que su pasión e impulsividad no lo
llevarían a ninguna parte. Debía aprender a escuchar.
-Te estaré esperando
– Sonrió Luna sin dejar su lugar.
-Adiós Neville –
Dijo Hermione.
-Quieres que los
acompañe al traslador? – Preguntó, ansioso de resarcirse.
-No es necesario,
conozco el camino – Respondió Hermione. No estaba enojada, pero sabía que Draco
estaba cabreado y preferiría que no los siguiera nadie – Adiós Dobby – Dijo
acercándose a estrechar la mano del elfo – Muchas gracias por lo que hiciste
por Daisy.
-Dobby está contento
de que Daisy haya encontrado su lugar – Dijo el elfo, aferrando ambas manos a
la mano de Hermione – Puedo… Puedo hacerle una pregunta?
-Por supuesto –
Respondió Hermione – Dime.
-Sabe usted si Harry
Potter sigue vivo? – Preguntó con voz temblorosa.
-No Dobby, no sé
nada más que el resto. Pero si llego a tener noticias serás el primero en saber
– Le dijo con toda honestidad. El elfo era profundamente leal a Harry y sería
el primero en ayudarlo en caso de necesidad.
Hermione regresó
junto a Draco y Daisy y girando le hizo una seña general de despedida a los
demás.
-Bien Daisy, tú
guías el camino – Dijo Hermione rompiendo el hielo y dando un propósito a la
elfina.
Mientras caminaban
por el bosque tras Daisy, que cotorreaba sin parar, Draco y Hermione caminaron
de la mano, despacio, disfrutando del paseo.
-Te amo Malfoy –
Dijo ella apoyando la cabeza en el hombro de él.
-Te amo Granger –
Suspiró él rodeándola con su abrazo.
Pese a los
enfrentamientos y malos entendidos, pese a los prejuicios y a tener que exponer
su vida privada frente a idiotas, la suma y resta del día de Malfoy seguía
siendo positiva: Hermione había demostrado una vez más que lo amaba y se
encontraba de su lado, y además había recobrado a Daisy, el miembro más cercano
de su familia.
Si… Hasta el peor
día junto a Granger era mejor que uno bueno a solas.
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Ahí tienen, la
familia tiene un nuevo miembro!
Cómo será la
convivencia de Hermione con la elfina?
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