miércoles, 2 de agosto de 2017

Sangre Sucia 17

Espero les guste, abrazos, gracias a quienes me dan su apoyo, son mi razón para continuar.
A.
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Capítulo 17

When the road gets dark
And you can no longer see
Just let my love throw a spark
And have a little faith in me
And when your back's against the wall
Just turn around and you will see
I will catch, I will catch your fall baby
Just have a little faith in me
Have a Little Faith in me / Joe Cocker

Draco y Hermione aterrizaron en el equivalente mágico de una selva tropical muggle. Árboles altísimos de colores imposibles los rodeaban por todos lados, envolviéndolos en vegetación de cientos de tonalidades, con flores tan pequeñas como la uña del meñique de la bruja o tan grandes como un plato. Algunos tallos se inclinaron sospechosamente hacia ellos, como si las flores los olfatearan.
Hermione miró a Draco y le gesticuló para que se quedara callado, no fuera a ser que despertaran  algo, y tomados de la mano se dispusieron a esperar.

Este era el Santuario de Árboles y  Plantas Mágicas de Neville, un lugar en el que poco a poco el mago había comenzado a plantar algunas especies en peligro de extinción producto de la destrucción o polución en sus zonas de origen. Más adelante comenzó a agregar plantas y árboles que le llamaban la atención a nivel científico, y al final terminó levantando, con el dinero de la herencia que le dejó su abuela y la ayuda de voluntarios, un enorme invernadero en el que se desarrollaban las hierbas necesarias para las pociones más imprescindibles para la comunidad, ya que los canales de distribución normales estaban muchas veces suspendidos. Y a pesar de manejar este enorme y ambicioso proyecto, Neville trabajaba además como Auror a tiempo completo,  encargándose de la formación de nuevos cadetes. Su pericia y valor ya no eran cuestionados por nadie, y su rostro antes perfectamente redondeado, había perdido la grasa infantil y se había afinado y adquirido la silenciosa dignidad de quien debido cometer y presenciar las más horrendas atrocidades en nombre del bien mayor.
Es por estas razones que Hermione lo admiraba profundamente: porque a su juicio lo que ella tenía en cerebro él lo tenía en corazón, y lamentablemente nunca recibía el crédito suficiente.
Draco abrió la boca para hablar, pero Hermione lo calló poniendo su mano sobre su boca.
-Quién está ahí? – Preguntó la voz de Neville severamente, antes de ser visible entre las ramas mientras avanzaba hacia ellos.
-Hermione Granger y Draco Malfoy! – Respondió ella.
-Hermione! Por fin llegó! Te dije que sería ella! – Exclamó la voz de Luna desde detrás de un enorme mago que la protegía varita en mano, y parecía dispuesto a fulminar a los visitantes ante la primera provocación.
-Hola Luna, soy yo, tranquilos… Draco, suelta tu varita – Dijo Hermione dejando caer su varita al suelo. Draco odió soltar su varita frente a extraños y en un lugar desconocido, pero no tenía muchas alternativas.
-Cuando es el cumpleaños de Dobby? – Preguntó Luna asomando sólo los ojos por el costado de los brazos como leños de su guardaespaldas.
-El 28 de Junio – Respondió ella sin dudar.
-Y qué le regalaste? – Insistió.
-La camiseta de quidditch de Griffindor – Dijo ella.
-Bienvenidos! – Dijo Neville relajando todo su cuerpo y dando unos pasos hacia ellos para saludar a Hermione con un fuerte abrazo, que no le gustó para nada a Malfoy, así es que para cubrir su descontento se agachó para recoger las varitas.
-Hola Draco – Dijo Luna a su lado cuando ya se levantaba – Este es Rolf Scamander, es un magizoólogo y me está ayudando con el refugio. Rolf, este es Draco Malfoy, era nuestro compañero en Hogwarts.
Draco los saludó son un asentimiento cortés, más que nada sorprendido y agradecido de que Luna no hubiera agregado su inmensa lista de pecados a la presentación.
-Sé quién es – Respondió Rolf, seco. Aparentemente en este lugar Draco tampoco haría nuevos amigos
-Hola Rolf, me alegra que te hayas sumado a este proyecto – Dijo Hermione con una sonrisa, adelantándose y estrechándole la mano al tipo.
-Esta es una excelente oportunidad de poner en práctica los conocimientos teóricos adquiridos en los textos de estudio – Respondió él – Es un honor conocerla al fin, señorita Granger.
-Hermione, sólo Hermione – Dijo ella sonrojándose y luego avergonzándose por su rubor y sonrojándose aún más.
Draco la tomó de la cintura y la atrajo a sí.
-Hola Malfoy – Dijo Neville seco pero cortés.
-Longbottom – Saludó Draco con un asentimiento, pero relajando un poco las facciones.
-Así es que es cierto que están juntos? – Preguntó Neville mirando a Hermione, más curioso que otra cosa.
-Lo es – Dijo ella levantando tímidamente la mirada para ver el rostro de su mago. Él no pudo evitar sonreírle de medio lado, y en un rápido movimiento besó la punta de la nariz de Hermione, e inmediatamente volvió a poner en su lugar la fachada distante y sarcástica.
Hermione lanzó un chillido y una carcajada, y lo besó en la mejilla.
Neville los miraba casi en estado de shock, Rolf parecía un poco asqueado, y Luna sonrió beatíficamente.
-Es mejor que vayamos a la casa, al dejar caer al suelo las varitas seguro se les subieron Chizpurfles, y pueden terminar afectando su desempeño – Dijo Luna con toda calma – Por eso yo siempre tengo bien segura la mía – Dijo señalando su oreja izquierda, que sostenía su varita como si fuera un lápiz.
-Tienes Chizpurfles? – Preguntó Hermione, entusiasmada – Tienes una lupa?
-Luna tiene razón, es mejor ir a la casa – Dijo Neville con una sonrisa – Y si hay algo que nos sobra son lupas.
-Quieres recordarme qué demonios son los Chizpurfles? – Preguntó Draco una vez que emprendieron el camino de regreso, tomando su varita con la punta de sus dedos índice y pulgar emanando disgusto, y alejándola lo más posible de sí mismo.
-Son creaturas parasitarias parecidas a un cangrejo, pero con colmillos. Son muy pequeños, miden alrededor de 1,3 mm y se alimentan de la magia y objetos mágicos… Aunque cuando no hay magia disponible atacan las fuentes de electricidad muggle – Explicó Hermione.
-Si son parásitos, por qué tenerlos aquí? – Preguntó Draco, que a esas alturas había tomado también la varita de Hermione y cargaba ambas como si estuvieran hechas de plutonio.
-Porque la matanza de la que son objetos los ha llevado al borde de la extinción –Dijo Rolf, amargamente.
-En este caso no es una extinción por selección natural – Explicó Hermine – Es la influencia de los magos que se asentaron en su hábitat y decidieron erradicarlos.
-Y qué le van a hacer a nuestras varitas? – Preguntó Draco.
-Hay que soplarles encima el humo de un habano, y para estar seguros, bañarlas en jugo de limón – Dijo Luna.
-Alguien fuma puros? – Preguntó Hermione sorprendida, mirando a los tres magos.
Draco no se atrevió a decir frente a todos que él en sus peores momentos había fumado absolutamente de todo.
-Dobby! – Respondió Luna – Dobby adora fumar.
Hermione sonrió pensando en su pequeño amigo.
-No hay algo que puedas hacer ahora? – Insistió Draco. La sola idea de tener cangrejos enanos parasitarios alimentándose de su magia lo hacían querer vomitar.
-Pon las varitas en el suelo – Dijo Luna con un suspiro – Lumus Solem! – Exclamó, y un rayo de luz enceguecedor emanó de su varita, bañando las varitas contaminadas.
-Ese hechizo los mata? – Preguntó Hermione.
-Oh no, la luz sólo los aturde y hace que se desprendan de la varita – Dijo Luna – De todas maneras para estar seguros deberíamos dejar que Dobby fume sobre ellas.
-Y por fin aquí estamos! – Dijo Neville abriendo paso a los demás entre las ramas, a un claro en el que se ubicaba una enorme casa construida con gruesos rodillos de madera. Era difícil calcular su tamaño porque la estructura no era simétrica y tenía varios pisos de distintas alturas y habitaciones protuberantes que se mantenían en su sitio desafiando la fuerza de gravedad.
El edificio no tenía nada que ver con lo que Draco estaba acostumbrado, que era la fría elegancia del ladrillo y el concreto, la limpieza de las líneas arquitectónicas y sobre todo, el orden visual. Esta casa era demasiado, una verdadera sobrecarga a los sentidos.
Y junto a la puerta de entrada, estaba Dobby el elfo conteniendo con fuerza a Daisy, que parecía luchar por escaparse y correr… Hacia él.
-Daisy! – Exclamó arrodillándose en su sitio con mucha más emoción de la que pretendía reflejar, pero no se pudo aguantar, ya que por fin veía a alguien que le era querido y familiar. Daisy hizo una maniobra para deshacerse de Dobby, lo empujó hacia la casa aprovechando su desconcierto, y corrió a responder el llamado de su amo.
Al llegar junto a Draco enormes lágrimas rodaban por sus mejillas y la pobre elfina temblaba como una hoja. Se paró a sólo centímetros de él pero no se atrevió a mirarlo a la cara y mucho menos a tocarlo. Era casi como si estuviera esperando un castigo por su huida de la mansión.
-Amo Draco… - Dijo con un hilo de voz y una pequeña reverencia.
-Daisy… - Dijo él con la voz ronca. Estaba incómodo ante el despliegue de sentimentalismo, pero sabía que estaba siendo juzgado por cada testigo de este encuentro. No podía complacerlos a todos, así es que decidió que lo mejor era ignorarlos.
Hermione dándose cuenta de lo que sucedía, giró su varita y lanzó el encantamiento Cave Inimicum en un radio de 1,5 mt. de donde se encontraban, para darles la ilusión de privacidad impidiendo que los demás pudieran ver o escuchar lo que ocurría en esa pequeña reunión.
-Se lo dije a Dobby… - Murmuró Daisy sonriendo un poco, pero sin dejar de llorar – Mi amo es el mago más guapo de todos, y ya está convertido en todo un hombre…
-Daisy, no llores, no quiero que estés triste – Rogó él, desesperado ante los goterones que rodaban por las mejillas de Daisy. Se sacó del pantalón un pañuelo de lino bordado con un monograma de sus iniciales en verde y dorado y se lo extendió –No quiero pincharte un ojo, ayúdame a limpiarte…
-Usar un pañuelo de mi amo? Nooo! Daisy conoce su lugar! – Exclamó ella escandalizada.
-Entonces no llores más! – Dijo él, súbitamente cansado. Draco Malfoy no era conocido por su paciencia. Decidió cambiar de tema – No me quieres dar un abrazo después de tantos años sin vernos? – Abrió los brazos sólo lo suficiente para recibir el cuerpecito delgado de Daisy.
-Como cuando el amo era pequeño? – Preguntó ella, esperanzada, mirándolo tímidamente a través de sus pestañas.
-Como cuando era pequeño y tú eras la que me consolaba si estaba triste, y la que me curaba si estaba herido, y la que me llevaba comida a escondidas cuando mi padre me ordenaba levantarme de la mesa sin comer – Dijo él, honesto y sintiendo el duro peso de la realidad. Daisy era como una madre putativa para todos los efectos prácticos, y él, como el asqueroso niño rico que era, la había tratado como un ser inferior. Nunca llegó a maltratarla, pero tampoco se le pasó por la cabeza agradecerle por todo lo que había hecho por él.  Había sido tan frío y cortés como se puede ser con un esclavo… Salvo en los momentos en los que realmente la había necesitado. Ahí sí que aprendió a valorar la incondicionalidad de Daisy.
La elfina lo estudió unos segundos, debatiéndose entre creer que la oferta era en serio o si era alguna prueba para ponerla en su sitio. Al final decidió que bien valía el riesgo de ser castigada, y se lanzó a los brazos de Draco, aferrando sus delgados bracitos a su cuello.
-No sabes cuánto te extrañé Daisy… - Suspiró él abrazándola con delicadeza, y aspirando el familiar  aroma de quien había aprendido a asociar con el calor de una madre. Sintió una punzada de culpa por pensar en eso, Narcissa había hecho lo que había podido, pero lamentablemente el miedo a desatar la ira de Lucius había sido más fuerte que las ganas de proteger a su hijo.
-El amo debió llevarme cuando escapó… – Dijo Daisy con un puchero, su aguda voz sonando casi como un reproche.
-No podía llevarte, no tenía un lugar donde vivir Daisy, viví años entre muggles! – Explicó él – Pero ahora si tengo una casa… No es nada parecido a la mansión, es muy pequeña, pero si quieres venir conmigo hay lugar para ti, vas a estar segura, yo te protegeré.
-De verdad puedo volver a servir mi amo? – Preguntó Daisy ilusionada. Draco se separó de ella frunciendo el ceño.
-No Daisy – Dijo él firmemente, y a la elfina el tembló la barbilla – Conoces a Hermione Granger? – Preguntó rápidamente, estirando la mano hacia su bruja. Maldita sea! Lo estaba haciendo todo mal.
-Hola Daisy -  Dijo Hermione estrechando la mano de la elfina. Daisy ni la miró, estaba demasiado triste como para responder.
-Daisy, esto es importante, presta atención – Dijo él, con voz más firme – Hermione y yo estamos enamorados y vivimos juntos, y ambos estamos dispuestos a recibirte en nuestra casa si es lo que deseas, pero como parte de la familia, no como una esclava…
Daisy volvió a levantar la mirada pasándola de uno al otro, especulativa.
-Y si lo que quieres es tu libertad para recorrer el mundo, también es tuya – Dijo Draco.
-Daisy es una buena elfina, amo Draco… Por qué la quiere liberar? – Preguntó dolida, con un hilo de voz.
-Daisy, lo único que estoy haciendo es darte opciones. Puedes vivir con nosotros o puedes hacer lo que desees… Nosotros no necesitamos a alguien que nos ayude, porque como ya te dije, la casa es muy pequeña, así es que si te vas con nosotros va a ser para acompañarnos, no para servirnos.
-Hablaste de estas cosas con Dobby? – Preguntó Hermione.
-Estaba demasiado nerviosa como para querer escuchar nada de lo que dijo – Respondió Daisy – Quizás dijo algo – Encogió los hombros – Amo Draco, puedo hacer una pregunta? – Preguntó.
-Dime Daisy - Dijo rodando los ojos a Hermione, que le dio un empujón por no corregir de inmediato el tratamiento de “amo Draco”.
-Usted dice que están enamorados?
-Sí – Dijo besando la mano de su bruja.
-Y viven juntos?
Ambos asintieron.
-Por qué el amo Draco no se ha casado? Dobby dice que la señorita Granger es la mejor bruja del mundo, y que ama y respeta a todas las creaturas, en especial a los elfos domésticos… - Preguntó Daisy con un pequeñísimo dejo de malicia. No quería ponerlo en aprietos, simplemente quería saber qué es lo que haría su amo si lo ponía entre la espada y la pared, ya que a pesar de que disfrutaba verlo tan contento y relajado junto a su pareja, necesitaba comprender esa relación que se escapaba a cualquier parámetro que ella hubiera conocido trabajando para los Malfoy. Las uniones de la nobleza eran transacciones comerciales, la virginidad de la novia era un bien preciado, y a nadie se le ocurriría la desfachatez de permitir la convivencia sin matrimonio!
-Porque Granger aún no me dice que sí – Dijo él encogiendo los hombros despreocupado, inclinándose hacia la mano de Hermione, que se enredaba cariñosamente en su cabello.
-Queremos estar juntos – Dijo Hermione moviendo sus dedos para acariciar el cuello de Draco, que seguía arrodillado – Quizás cuando las cosas se calmen podamos casarnos, mudarnos y tener una familia de verdad.
A Daisy le brillaron los ojos de emoción.
-Apuesto a que no puedes esperar a poner las manos sobre otra generación de Malfoys – Dijo Draco burlón, con una media sonrisa.
-Los bebés Malfoy son los más hermosos! – Dijo Daisy, convencida.
-Claro que lo somos! – Asintió él – E imagina si además tuvieran el cerebro de Granger!
Daisy aplaudió complacida.
-Eso quiere decir que te vas con nosotros? – Preguntó Hermione.
-Sí señorita… - Asintió Daisy, súbitamente formal -Si me lo permiten me gustaría servirlos y ver a su familia crecer.
Hermione tironeó un poco el pelo de la nuca de Draco. Él se rió.
-Daisy, necesito que aprendas a llamar a Granger “Hermione”, de lo contrario creo que puede sufrir un ataque y va a caer muerta de pura rabia – No miró a Hermione, pero ella pudo escuchar la risa en su voz.
-Pero amo, eso es irrespetuoso! – Reclamó Daisy – Sólo a los otros elfos los llamo por su nombre.
-No es irrespetuoso si ella quiere ser llamada de esa forma – Dijo él – A mí no me importa cómo me llames, aunque sé que estás más cómoda con “amo Draco”, pero si alguna vez quieres decirme simplemente “Draco”, está bien.
-Oh, no! – Negó Daisy – Usted es mi amo Draco… Y usted… La señorita Hermione – Ofreció.
-Gracias – Dijo Hermione sabiendo que aún ese pequeño paso era terreno ganado, y que de a poco se ganaría la confianza de la elfina.
-Bueno, estamos entonces? – Preguntó Draco poniéndose de pie y sacudiéndose los pantalones.
Ambas asintieron, y Hermione con un movimiento de varita levantó el encantamiento.
-Anda a recoger tus cosas si es que tienes algo que llevar, y aprovecha de despedirte y dar las gracias a Dobby – Dijo Draco agachándose para hablar al oído de Daisy.
Daisy sonrió tímidamente, asintió y corrió hacia la casa.
-Qué fue eso? – Preguntó Neville frunciendo el ceño.
-Daisy se va a casa con nosotros – Dijo él con toda calma, sin expresar nada.
-Claro que no se va! – Exclamó Rolf – Esa creatura ha sido abusada física y mentalmente, necesita descanso en un ambiente seguro y controlado…
-Todos los que salen vivos de Malfoy Manor llevan por siempre cicatrices por dentro y por fuera – Dijo Draco, sonando siniestro. Tal vez por la manera en la que construyó la frase, que en sus labios sonaba como una amenaza y no la constatación de un hecho – Les agradezco la ayuda que le prestaron a mi elfina, pero tenemos mucho que hacer y es hora de irnos.
Rolf y Neville sacaron sus varitas apuntando a Draco, quien de inmediato desenfundó. Luna se deslizó silenciosamente y se sentó en la escalinata del porche y sacó un chocolate de su bolsillo, mirando a los chicos entretenida, como si viera la lucha libre en la tele.
Hermione se debatió en qué hacer, aunque estaba bastante confiada en la integridad física de su mago aun si este fuera un verdadero duelo y no una simple competencia de penes. No, Draco no quedaría con secuelas permanentes… Y por último, lo que le pasara, se lo merecía por bruto, por implicar todas esas cosas horribles que no sentía sólo para picar a Rolf y Neville. Finalmente, tomó una decisión y fue a sentarse con Luna, que sin mediar palabra le extendió la mitad de su chocolate.
-Rolf es guapo – Comentó Hermione en voz baja mientras los duelistas intercambiaban insultos, caminando en círculos, midiendo a los oponentes.
-Sí, es lindo – Dijo Luna, aún más ida que de costumbre – Pero me protege demasiado, ni siquiera me deja acercarme a los animales mayores, y ya viste como se portó cuando llegaron ustedes.
-Es porque le gustas – Afirmó Hermione, verbalizando lo evidente.
-Y a mí me gusta él, pero no estoy acostumbrada a tener personas cuidando tan celosamente de mí, y a veces me ahoga… Ayer salí a dar un paseo al bosque como lo he hecho por años, y me interné fuera del sendero porque creí ver a un murciélago de alas iridiscentes, y cuando regresé Rolf estaba furioso porque no le avisé, porque fui sola, porque estaba lloviendo y porque no me puse las botas de goma! – Dijo sin perder la calma, pero cambiando un poco el tono de su voz.
-Y ustedes ya…? – Preguntó Hermione.
-Mmmmh…? – Luna la miró confundida – Oh! No! No, yo apenas lo conozco, pero él a los pocos momentos de conocernos decidió que le gusto, y ayer me dijo que me quiere para él y que me va a esperar el tiempo que yo necesite… Es un poco raro…- Encogió la nariz.
Hermione apenas reprimió la carcajada que le produjo el pensar en Luna considerando cualquier cosa “rara”.
-Y más allá de su intensidad? – Preguntó Hermione.
-Oh, sabe muchísimo, él heredó los diarios de su abuelo Newt, y los leyó todos siendo tan solo un niño. Puede recitar todas las especies animales descritas con todas sus características, y sólo le falta algo de experiencia práctica – Dijo Luna.
-Impresionante – Dijo Hermione, que no podía sino respetar a cualquiera que mostrara un hambre de conocimientos que rivalizara con la suya – Luna, te quería preguntar… A ti no te molesta que yo esté con Draco?
-Él me da miedo, y está todo eso de su mala reputación – Dijo Luna mirándola a los ojos - Pero tú eres mi mejor amiga y la persona más inteligente que conozco. Confío en ti y en tus decisiones, y además cualquiera puede ver que Malfoy te ama…
Hermione tomó la mano de su amiga, agradecida detener a alguien de su lado.
-Amo Draco! Nooooo! – Gritó Daisy saliendo de la casa de pronto y lanzándose frente a Draco justo cuando Rolf le lanzó un encantamiento. Afortunadamente Draco alcanzó a reaccionar aumentando el rango de su hechizo protector, de modo que Daisy no resultó paralizada con la maldición, que a su vez rebotó y fue a dar contra un árbol.
-Daisy! – Dijo Draco severamente, tomando a la elfina de los hombros y girándola hacia él – Cuantas veces te tengo que repetir que no te metas en los duelos entre magos!?
-Pero ellos querían atacar al amo Draco, dos contra uno, no es justo… - Dijo ella con un hilo de voz, bajando la barbilla y lanzándole una mirada de rencor a Rolf y Neville, que de momento habían bajado las varitas.
-Y ahora me ofendes dudando de mis capacidades? – Preguntó él frunciendo el ceño – No será que ya no confías en mí y no deseas estar bajo mi protección? No será que lo que realmente deseas es quedar bajo el cuidado de Scamander y Longbottom y ayudar a Dobby con el refugio?
-No amo Draco, no me deje! – Rogó la elfina cayendo de rodillas – Señorita Hermione, por favor – Rogó con lágrimas en los ojos, mirando a la bruja, que seguía sentada en el pórtico.
-Oh Draco, eres horrible! – Dijo Hermione con una leve sonrisa en los labios, poniéndose de pie y acercándose para besar a su mago suavemente en la mejilla. Él se agachó unos centímetros para facilitarle la tarea, pero Hermione de todos modos debió ponerse de puntillas – Daisy, por supuesto que no te dejaremos aquí, tú eres parte de la familia, pero Draco tiene razón, nunca debes interponerte en mitad de un duelo, lo único que lograrás es distraer a quien intentas defender, y además… Tú crees que si yo hubiera tenido algún temor por la seguridad de Draco lo habría dejado solo? Draco era el mejor duelista en Hogwarts y no ha hecho más que mejorar, estoy segura de que eso lo sabes bien, verdad?
-Sí señorita Hermione – Dijo la elfina, avergonzada – Quiere que yo elija mi castigo o ya lo tiene pensado?
-Castigo? – Chilló Hermione. Draco la contuvo en un abrazo.
-No sé lo que te ha pasado desde que me fui, imagino que entraste al servicio general de la mansión y sus huéspedes, pero tú sabes que mientras me serviste a mí yo nunca pasé más allá de regañarte, y eso no va a cambiar – Dijo Draco poniéndola de pie - En esta familia no hay castigos Daisy, yo sé que eres leal y que tus intenciones son buenas, y me basta con que entiendas cuando cometes un error. Con lo que acabas de hacer nos pusiste en peligro a ambos, pero además me insultaste a mí al demostrar frente a todos, incluidos mis rivales, que no me creías capaz de enfrentarlos y salir victorioso.
-Daisy sabe que nadie puede vencer al amo en una pelea justa – Dijo la elfina atropelladamente – Pero esa pelea no era justa y Daisy se asustó de perder a su amo…
-Él no es tu amo! – Exclamó Rolf, perdiendo la paciencia finalmente. A Hermione le recordó su propia pasión adolescente, aquella que la que la llevó a crear P.E.D.D.O. – Él es tu antiguo opresor, y ya no tienes por qué obedecerle, por fin eres libre, Daisy!
-No es lo que crees, Rolf – Dijo Hermione calmadamente – Las cosas no son blanco o negro…
-Qué decepción – Dijo Rolf interrumpiéndola y fulminándola con la mirada – Pensar que estaba entusiasmado por conocer a la famosa Hermione Granger, defensora de los derechos civiles de las creaturas mágicas, y en su lugar me encuentro a una mujer complaciente que no hace más que alentar a un asqueroso mortífago, y peor aún, un esclavista!
-Veo que aparte de ser idiota quieres morir virgen, verdad? – Dijo Draco sombríamente, adelantándose a su bruja y su elfina y levantado la varita, posicionándose para volar la cabeza del ofensor.
El rostro de Rolf se volvió escarlata. Al parecer Draco había puesto el dedo en la llaga.
-Entiendo lo que dices Rolf, y estoy de acuerdo en teoría, pero con el tiempo, a medida que vayas ganando experiencia en el mundo real, te vas a dar cuenta de que la verdad no es absoluta… – Dijo Hermione posando suavemente una mano en el brazo de su mago, deteniéndolo sin interponerse en la línea de fuego - Daisy ama a Draco y Draco ama a Daisy. Lo primero que Draco hizo al reencontrarla fue ofrecerle su libertad, pero ella se negó rotundamente, así es que le ofrecimos vivir con nosotros no como sirvienta, sino como parte de la familia. Si te hubieras molestado un minuto en tomar en cuenta la opinión de la creatura que dices respetar y defender, en vez de asumir que tus ideales se aplican a todas las situaciones, tal vez te habrías dado cuenta desde hace días, al recibir a Daisy, de que cualquier maltrato que ella haya sufrido no fue en manos de su verdadero amo sino en manos de los residentes de la mansión Malfoy. Draco y Daisy no se ven desde hace años.
-Es eso cierto Daisy? – Preguntó Neville, bajando la cabeza hacia la elfina. Él no solía estar en la posición moralmente errada y le molestaba profundamente ver lo equivocado que había estado al precipitarse a sacar conclusiones.
-Quiero vivir con mi amo Draco y la señorita Hermione – Respondió Daisy aferrando la tela de la túnica de su amo con ambas manos, como si la fueran a arrancar de su lado.
-Sabes que si lo deseas puedes regresar al refugio, verdad? – Insistió Neville – De visita o para quedarte…
Daisy frunció el ceño pero asintió.
-Bueno… Supongo que se acabó la visita… Otro día regresaré para visitarte y me puedas mostrar los avances, necesito saber nuestra capacidad para poder coordinar a los encargados de los demás proyectos – Dijo Hermione a Luna, que se había deslizado calladamente junto a Rolf y le había quitado la varita reemplazándola con su mano. Él por un momento pareció querer rebelarse a quedar indefenso, pero el toque de la etérea bruja lo calmó y lo hizo darse cuenta de que su pasión e impulsividad no lo llevarían a ninguna parte. Debía aprender a escuchar.
-Te estaré esperando – Sonrió Luna sin dejar su lugar.
-Adiós Neville – Dijo Hermione.
-Quieres que los acompañe al traslador? – Preguntó, ansioso de resarcirse.
-No es necesario, conozco el camino – Respondió Hermione. No estaba enojada, pero sabía que Draco estaba cabreado y preferiría que no los siguiera nadie – Adiós Dobby – Dijo acercándose a estrechar la mano del elfo – Muchas gracias por lo que hiciste por Daisy.
-Dobby está contento de que Daisy haya encontrado su lugar – Dijo el elfo, aferrando ambas manos a la mano de Hermione – Puedo… Puedo hacerle una pregunta?
-Por supuesto – Respondió Hermione – Dime.
-Sabe usted si Harry Potter sigue vivo? – Preguntó con voz temblorosa.
-No Dobby, no sé nada más que el resto. Pero si llego a tener noticias serás el primero en saber – Le dijo con toda honestidad. El elfo era profundamente leal a Harry y sería el primero en ayudarlo en caso de necesidad.
Hermione regresó junto a Draco y Daisy y girando le hizo una seña general de despedida a los demás.
-Bien Daisy, tú guías el camino – Dijo Hermione rompiendo el hielo y dando un propósito a la elfina.
Mientras caminaban por el bosque tras Daisy, que cotorreaba sin parar, Draco y Hermione caminaron de la mano, despacio, disfrutando del paseo.
-Te amo Malfoy – Dijo ella apoyando la cabeza en el hombro de él.
-Te amo Granger – Suspiró él rodeándola con su abrazo.
Pese a los enfrentamientos y malos entendidos, pese a los prejuicios y a tener que exponer su vida privada frente a idiotas, la suma y resta del día de Malfoy seguía siendo positiva: Hermione había demostrado una vez más que lo amaba y se encontraba de su lado, y además había recobrado a Daisy, el miembro más cercano de su familia.
Si… Hasta el peor día junto a Granger era mejor que uno bueno a solas.
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Ahí tienen, la familia tiene un nuevo miembro!
Cómo será la convivencia de Hermione con la elfina?











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