Oooookay!
Tenían razón, lo admito, me quedaba mucho por decir y no sé condensar, así es
que cuando este capítulo final pasó las 34 páginas de Word, decidí dividirlo en
dos.
Espero les
guste, de verdad, porque yo estoy conforme con el resultado hasta aquí.
Abrazos y
aquí vamos con el capítulo final… Ah! Y si pueden, escuchen la canción de este
capítulo, The End de Pearl Jam, es como oír a
Félix antes de ser encontrado.
&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&
Capítulo 36-A
Help me
see myself
´cause I can no longer tell
Looking out from the inside
of the bottom of a well
it's hell...
I yell...
But no one hears before I disappear
whisper in my ear
Give me something to echo
in my unknown future's ear
My dear...
The end
comes near...
I'm here...
But not much longer.
´cause I can no longer tell
Looking out from the inside
of the bottom of a well
it's hell...
I yell...
But no one hears before I disappear
whisper in my ear
Give me something to echo
in my unknown future's ear
My dear...
The end
comes near...
I'm here...
But not much longer.
The End /
Pearl Jam
FÉLIX POV
Dolor… Dolor… Dolor… Dolor…
Humillación… Dolor…
Impotencia… Dolor…
Angustia de no saber qué había sucedido, qué ocurrió con Bella y
Demetri… Dolor…
Me armaban y me torturaban de las formas más creativas por horas, hasta
que mi cuerpo comenzaba a fusionarse... Y entonces me desmembraban otra vez, me
enterraban (creo que para hacerme perder la noción del paso de las horas), y
pasadas cantidades irregulares de tiempo, me desenterraban y el ciclo volvía a
empezar.
Los neófitos que jugaban conmigo eran unas bestias en todos los aspectos
de la palabra, pero claramente habían sido entrenados para el trabajo. Dañar a
un vampiro no es fácil, y hacernos experimentar verdadero dolor, menos. Y yo
era un soldado, yo sabía lo que era el dolor… O al menos eso pensaba… Hasta ese
momento.
Usaron todas las técnicas de tormento posibles, y mientras usaban
hierros ardiendo sobre mi piel llegué a anhelar la muerte, a desear que mi
veneno prendiera con el calor de los fierros calentados al rojo vivo y me
incinerara… Pero no, ellos sabían lo que hacían, y antes de
cada marca pasaban un paño por la piel que querían trabajar, quitando restos de
material inflamable. Bastardos…
Pero lo peor… Lo peor era no saber. La decapitación me había causado la
versión vampírica de la "pérdida de conciencia", y en un momento
estaba con Bella y Demetri ofreciéndole la oportunidad de rendición a 6
vampiros, y al siguiente alguien estaba pegando mi cabeza a mi cuerpo mientras
otros esperaban ansiosos para lanzarse sobre mí.
Durante los momentos de mayor lucidez lo único que hice fue preguntar
qué habían hecho con Bella y Demetri. Los estaban torturando como a mí? Los
habían matado? Habían logrado huir? De alguna forma lo dudé… Ellos no me
habrían dejado atrás así como así. Se habrían reagrupado y habrían intentado un
rescate, o algo. Ninguno de los dos renunciaba fácilmente.
Esperé que en la situación que fuera, al menos estuvieran juntos. Una de
las partes más aterradoras de la prisión y la tortura es el sentimiento de
total aislamiento… La miseria compartida es un poco más fácil de sobrellevar.
Tortura - Dolor - Inconciencia
Tortura - Dolor - Inconciencia
Tortura - Dolor - Inconciencia
Tortura - Dolor - Inconciencia
Tortura - Dolor - Inconciencia
Sabía que estaba aún en el mismo lugar donde nos emboscaron por los
olores de ciertas plantas, el de los minerales del suelo y el de mi veneno
permeando el aire… Pero no sabía cuánto tiempo había pasado, sólo que esa
tortura no acabaría hasta mi muerte, y que yo no moriría hasta que ellos lo
decidieran.
La última sesión había sido salvaje. Lo que realmente me asustaba era
que ellos no estaban presionándome por información, por dinero, ni por nada
realmente. Ellos me torturaban porque sí, lo que me quitaba la esperanza de que
el ciclo acabara jamás.
Tssssssssssss… Más hierros ardiendo en mi piel. No podía ni quería ver
mi cuerpo, pero imaginé con disgusto la textura rugosa que formarían las
cientos de cicatrices negruzcas que estaban repartidas desde mi cuello hasta
literalmente, la planta de mis pies.
Aún si lograra por un milagro salvarme… Querría Bella volver a tocarme?
Ya nunca más sería el mismo, mi cuerpo ya no era atractivo, y los músculos que
ella amaba delinear con sus pequeñas manos ya ni siquiera se percibirían bajo
las gruesas quemaduras. Le daría asco.
No había un futuro para mí si me quedaba.
No había un futuro para mí si me rescataban.
oooOooo
-Apúrate Jasper! Apúrate! – Era una voz femenina, que llegaba desde
lejos, como desde el otro lado de un túnel.
-Estas cosas no se pueden apurar, si no te calmas de una vez te voy a
hacer dormir. Aftón, necesito más gaza – Ordenó "Jasper", fuera quien
fuera. Al menos hablaban inglés. No supe por qué, pero el hecho de que me
torturara gente de habla inglesa me dio la impresión de que todo sería más
"civilizado", menos primal y salvaje que con los neófitos
adolescentes libios.
-Está moviendo la cara, parece que va a abrir los ojos – Dijo otra voz
masculina. Ese Aftón que mencionaron? Era una voz conocida, pero tampoco la
pude identificar.
-Nos puede escuchar – Afirmó "Jasper".
-Félix, ya estás a salvo – Dijo otra voz masculina – Soy el Maestro
Caius, te rescatamos y matamos a quienes te hicieron esto – Dijo con más rabia
que compasión.
-Félix, soy tu amiga Lily – Dijo la voz femenina muy tristemente – Te
vamos a cuidar, está bien? Te vamos a cuidar y te vas a poner sano y fuerte
como siempre. Jasper, lo quiero tocar, dónde lo puedo tocar? – Preguntó. Poco a
poco estaba recuperando las sensaciones de mi cuerpo y las oleadas de dolor que
atravesaban mis huesos, mis músculos y mi piel eran como nada que hubiera
experimentado. Parecía ser que habían vuelto a romper cada unión, a modo de
limpiar la herida y pegarla de nuevo.
-No hay ninguna parte de su cuerpo libre de maltrato, excepto su rostro,
que sufrió sólo golpes y una quemadura. Si quieres prueba a tocarlo en la
mejilla derecha. Si no se altera puedes tocar también su frente – Concedió
"Jasper". Por qué me sonaba ese nombre? Y por qué estaba a cargo si
él no era el "Maestro"?
-Félix – Dijo la mujer – Soy Lily, y te voy a tocar la mejilla. No te
voy a hacer daño, sólo necesito tocarte, está bien? – Susurró cerca de mi oído.
Quise decirle que mientras no me hiciera daño podía hacer lo que
quisiera. Hacía quizás cuánto tiempo que nadie me pedía permiso para hacerme
las cosas más viles. Tocar mi mejilla no era nada… Absolutamente nada.
O eso pensé.
Hasta que me tocó.
La palma tibia de una mano amiga.
Esto no era nada… Era lo que necesitaba. Un toque amable después de toda
la violencia sufrida.
-Está bien? – Preguntó la mujer… Lily.
-Le gusta – respondió Jasper – Aftón abre más agua oxigenada – Pidió al
más callado del grupo.
-Vas a estar bien, vas a estar bien, mi novia Tamara y yo te vamos a
cuidar… Tamara te quiere mucho, sabías? Ella nunca te lo agradeció formalmente,
porque es tímida… A lo mejor ahora no lo recuerdas, pero tú le salvaste la vida
hace como 150 años… Y por eso yo te debo la mía… - Dijo Lily y besó mi frente
muy suavemente – Tú le has salvado la vida a casi todos en la corte en más de
una ocasión… Y todos parecen haberlo olvidado… Y yo he estado tan enojada
contigo tantas veces en vez de darte el beneficio de la duda… Y es que tú eres
un bruto Félix, todos los hombres son brutos, por eso yo tengo poca paciencia
con todos menos con Tamara, que es una santa… - Dijo y siguió hablando de todo
y nada, llenando el silencio que era roto sólo por los sonidos de un motor y
los de mi curación. De lo único que no habló fue sobre lo que quería escuchar.
oooOooo
-Está listo, ya lo podemos mover un poco – Dijo Jasper.
-Seguro? – Cuestionó Lily.
-No es la primera vez que hago esto, Lily – Dijo él, condescendiente.
-Es verdad, lo siento, es que se ve tan débil…
-Por eso es que lo vamos a alimentar – Respondió Jasper.
-Félix – Dijo Lily – Te voy a levantar un poquito la cabeza para que
puedas beber, está bien? Te voy a poner un tubo en la boca y tú vas a sorber…
Y acto seguido un aroma embriagador llenó el reducido espacio en que nos
encontrábamos. Y me acercaron un tubo plástico a la boca, del que salió el más
extraordinario alimento. Tuve el impulso de morder el tubo para beber más, más
rápido, pero temí que me lo quitaran.
-Ya te terminaste una bolsa – Dijo Lily sacando el tubo de mi boca –
Aquí va la siguiente, no te desesperes – Dijo al ver que sacudía la cabeza
buscando, buscando, más, más…
Y me dio otra… Y otra… Y otra… Y con cada una iba recuperando un poco de
mi sanidad. Volví a respirar llenando mis pulmones, mis sentidos se agudizaron,
y mis memorias poco a poco se fueron deslizando hasta llenar el oscuro lugar
que era mi mente. Estaba herido, pero me llevaban de vuelta a casa. Eso era
bueno, verdad? Por qué me sentía entonces tan… Tan…
-Principessa! – Rugí tratando de sentarme de golpe. Y de inmediato Lily
me empujó hacia atrás y me invadió una sensación de paz y aceptación que no
podía ser normal, no era natural, y luché contra ella.
-Félix, tranquilo, tranquilo… Shhhhhhh… Estamos en un avión, si te
vuelves loco nos venimos abajo - Dijo Lily. Lily estaba ahí. Y Aftón. Y Caius.
Y un rubio alto lleno de cicatrices que parecía un buen oponente en un mano a
mano. Era al que llamaban Jasper.
Jasper.
Jasper.
El Cullen que jodía con las emociones ajenas.
-Dónde están Bella y Demetri? – Dije forzándome a calmarme, aunque el
don de Jasper me estaba encabronando más de lo que me ayudaba. Ya me habían
sometido bastante, no necesitaba que amansaran forzándome emociones ficticias.
-Tal vez este no es el momento Félix – Dijo Lily suavemente – Cuando
lleguemos al castillo hablaremos de todo lo sucedido…
-Estás luchando contra mí a pesar de estar tan débil – Afirmó Jasper con
toda calma – Puede ser que haya resabios del escudo de Bella que aún te
protegen?
-Que "aún" me protegen? Qué significa eso? "Aún"?
Cuando dejó de protegerme? – Pregunté tratando de enfocar mi mirada aún borrosa
en cada uno. El único que me sostuvo la mirada fue Aftón.
-En el momento en que te decapitaron el escudo de Bella dejó de
protegerte. Creemos que debe haber pensado que moriste. Así fue como te
encontramos, gracias a Alice Cullen, que tuvo una visión en el momento en que
Bella dejó de protegerte – Dijo apuntando al frente de la cabina a Alice y
Edward Cullen, a quienes no había visto aún, y se mantenían juntos y
completamente en silencio.
-Qué hay de Bella y Demetri? – Insistí, más tranquilo ahora que alguien
me daba respuestas.
-A eso voy – Dijo Aftón, en voz baja pero segura – Al mismo tiempo que
apareciste tú en las visiones de Alice, apareció la corte completa, todos los
que estaban cubiertos por el escudo mental, menos Demetri y Bella.
-Qué significa eso? – Dije luchando con mis instintos de lanzarme del
avión y correr a buscar a ciegas a mi Principessa y a mi mejor amigo.
-No estamos seguros, a partir de ese momento son puras hipótesis, pero
creemos que puede haber habido una pelea en la que Bella usó las bolas de
poder… Alec dice que es la manera más rápida de drenarla, y si es verdad que
ella creyó que te habían asesinado, se debe haber vuelto medio loca, tu sabes
que es impulsiva.
-Y si se murieron? – Dije sin atreverme a mirar a nadie por miedo a que
lo confirmaran.
-Si hubieran muerto yo los podría ver porque el escudo no existiría –
Dijo Alice.
-Ok, Bella está demasiado débil para proteger a todo el resto pero aún
protege a Demetri… Hace sentido – Dije sin celos. Era lo que era. Si Bella
efectivamente usó toda su energía en vengar mi muerte, seguro usaría lo que le
quedara en proteger a Demetri. Nunca se le pasaría por la cabeza salvarse ella
solamente – Ahora… Por qué? Para qué quieren a Bella? Quién los quiere?
-Ok, esta es la parte en la que juras que no te vas a volver loco – Dijo
Lily sentándose más cerca a mi lado en el suelo del avión, lo que era o muy
valiente o muy estúpido. Dejémoslo en valiente.
-Resulta que el creador de Demetri es Amún – Comenzó Aftón – Y parece
que no fue precisamente un maestro muy amable. Torturó a Demetri, él escapaba y
lo hacía volver para torturarlo un poco más… – Asentí. Ya me lo habían contado,
en Reggio.
-Ya sabe la historia de Demetri – Dijo Edward hablando por primera vez –
Avanza a la parte reciente.
-Oh, claro, ustedes son amigos… - Dijo Aftón como castigándose por no
haberlo pensado, cuando la verdad es que recién durante el último viaje Demetri
había decidido que yo merecía conocer parte de mi historia, y ni siquiera me la
contó él, sino que permitió y escuchó a Bella hacerlo.
-Bueno, y…? – Dije.
-Y desde hace siglos que quiere a Demetri de vuelta, pero Chelsea cortó
los lazos de Demetri con Amún y los reemplazó con lazos de fidelidad hacia los
Volturi… Pero luego, Bella anuló los poderes de todos contra todos. Todos en el
castillo están ahí porque quieren.
Excepto Demetri, que tiene un lazo más fuerte que todos los demás…
-Bella – Dije yo.
-Bella – Asintió – Amún se dio cuenta de que si posee a uno los posee a
ambos, al mejor rastreador del mundo y al escudo más poderoso. No le importa si
Demetri le es fiel o no, o si lo desafía y aguanta sus castigos y torturas sólo
por retarlo… Basta con amenazarlo con dañar a Bella y Demetri hará lo que sea.
Y con Bella pasa lo mismo.
-Ok… - Dije tratando de ordenar mis pensamientos que aún eran un poco
caóticos – Lily, te queda sangre? – Le pregunté a Lily. Necesitaría muchísima
sangre para recuperarme a parámetros funcionales, aunque nunca sería el mismo.
Lily abrió una hielera y metió dos bolsas al microondas. Me entregó una y metió
otras dos al microondas, dándome una nueva bolsa cada pocos minutos – Comprendo
todo hasta ahora, pero cómo supieron de la existencia de Bella, si aún ni
siquiera había participado en una misión oficial? Nunca había salido de
Volterra excepto para ir de paseo con Demetri o a Florencia con sus amigas…
-Había un espía – Dijo Aftón – Alguien que le dio a Amún detalles
precisos de lo que sucedía en la corte, incluyendo todo sobre el funcionamiento
y limitaciones del escudo de Bella, y también sobre su relación contigo y
Demetri.
-Un espía… - Dije sin poder creerlo. Todos en el castillo vivíamos de
manera razonablemente cómoda y armoniosa, por lo que una traición tan enorme
sólo podía venir de alguien que albergara muchísimo odio… Envidia… - Jane.
Los demás se limitaron a asentir.
La ira que me embargó fue como nada que hubiera sentido antes. No vi
rojo. No era un sentimiento ardiente, apasionado o impulsivo.
Brilló tras mis ojos la luz blanca de las esferas de energía que formaba
Bella al enojarse. El sentimiento era frío, calculador y premeditado.
Mi nueva meta en la vida sería conseguir extraer la mayor cantidad de
dolor posible del cuerpo de Jane.
Si mi Principessa estaba viva y presente durante el juicio de Jane, yo
no permitiría que la hiciera explotar para acabar pronto y seguir adelante. Oh
no, esa perra arruinó demasiadas vidas, puso en juego la estructura de poder
del gobierno a nivel mundial porque yo no le caía bien, porque envidiaba a
Bella y porque Demetri decía que no la tocaría ni con un palo de 10 metros
porque no le gustaba la pedofilia.
Era tanta mi rabia que en vez de impulsarme a la acción y a destrozar,
me retraje completamente, como si un núcleo duro de odio se hubiera instalado
en mi alma. Nada de lo vivido en todos mis años como guerrero me preparó para
una tortura física como la que sufrí, y mucho menos para la angustia de la
incertidumbre. Si Bella y Demetri estaban vivos… Les estaban haciendo lo mismo
que a mí? La diferencia es que no teníamos idea de dónde estaban, Alice no los
podía ver y Demetri era el único que los podría haber rastreado.
Jasper me estudió atentamente por un buen rato en el que seguí inmóvil,
Lily a mi lado parecía a punto de decir un montón de cosas, pero se detenía
cada vez, probablemente dándose cuenta de que no había nada que yo quisiera oír
y que ciertamente no había nada que pudiera decirme que mejorara la situación.
-Durante mucho tiempo yo fui Mayor en uno de los ejércitos de las
Guerras Vampíricas del sur de Estados Unidos – Dijo Jasper finalmente con voz
plana – Vi e hice cosas inimaginables. No era un salvaje como los neófitos
guiados por sus instintos, yo sabía perfectamente qué hacía al cometer las
brutalidades más espantosas, maté y torturé a humanos y vampiros cada día de mi
existencia… En un principio no me molestaba, era mi trabajo, es como me entrenó
mi creadora.
Escapé gracias a unos amigos y aun así no había un lugar para mí en el
mundo. Había pasado 100 años luchando y no me había dado cuenta de cómo habían
cambiado las cosas. No conocía a casi nadie excepto por mi amigo Peter y su
esposa, y de los demás que conocía, todos me querían matar por una u otra
razón.
No me arrepentía, porque me justifiqué diciéndome que hice lo que tuve
que hacer para sobrevivir… Pero vagué por el mundo sintiéndome cada vez más
incómodo en mi propia piel.
Hubo dos cosas que cambiaron mi vida. Tomar la decisión de cobrar
venganza, y Alice.
Por eso rastreé y encontré a mi creadora, luché contra su compulsión, y
la convertí en cenizas. Desbaraté el campamento, liberé a los prisioneros y
peleé contra quien quiso pelear.
Eso me liberó de mi pasado.
Y un tiempo después encontré a Alice, quién me enseñó a creer en el
futuro, pero eso es otra historia… - Dijo enviando una pequeña sonrisa a la
enana pitonisa - Lo que te quiero decir es que tú no eres un hombre que se
quede estancado por el dolor, tú compartimentas. Eso es bueno, porque no te
paralizas.
Vamos a buscar a Bella y Demetri, y después vas a enfocar tu energía en
vengar lo sucedido, sin importar cuál sea el resultado de esa búsqueda.
No te voy a sedar con mi poder, no lo necesitas. Sólo te pido que por
ahora te enfoques en los pasos a seguir – Terminó. Aprecié que se expusiera a
hablar de cosas que sólo entendemos los soldados, aunque no me estaba diciendo
nada nuevo. Yo sabía que si perdía el control se iba todo a la mierda… Ya
después de terminar mi búsqueda podía hacer el mundo explotar.
oooOooo
Un par de vans nos esperaban en el aeropuerto, ya que me debí ir
recostado, porque idealmente no me debía mover por varias horas más. Cuando
llegamos al estacionamiento del castillo pude sentir la actividad y los
murmullos expectantes, pero no había nadie más que Tamara y Santiago a la
vista, empujando una camilla hospitalaria.
Tamara se acercó con cuidado y lentamente besó mi mejilla sana. Era la
primera vez que teníamos contacto físico real, en general ella odiaba que la
tocaran, especialmente los hombres.
-Gracias a dios que por fin estás en casa! – Dijo en mi oído – Vamos a
cuidar de ti.
Aftón y Santiago maniobraron con mi cuerpo moviéndolo lo menos posible
hasta depositarlo en la camilla, me cubrieron con algo y me llevaron a mi
habitación, donde habían instalado un refrigerador para sangre y un calentador
para cuatro bolsas. Me enfurecí.
-Esos son… - Gruñí tratando de levantarme.
-No! No son los de Bella! – Dijo Lily tocándome con su pequeña mano en
el hombro, antes de que yo perdiera los estribos. Yo generalmente era bastante
paciente, pero la situación y lo vivido… Me tenían al borde – Compramos estos
especialmente para ti…
-Ya te tengo algunas bolsas tibias – Dijo tímidamente Tamara – Cuando
estés mejor vas a poder beber directo de la vena, pero lo importante ahora es
que estés fuerte.
-No me van a mover de la camilla a la cama? – Pregunté. La camilla era
extremadamente estrecha para mi cuerpo, lo que limitaba mucho mi movilidad. O
sea, si me movía me iba de bruces al suelo.
-No, solo vas a estar acostado un rato – Dijo Jasper desde la puerta – Y
si te damos más espacio, más tentado vas a estar de moverte. Juega a la
estatua, bebe tu sangre y te veo en un rato – Y dicho esto, se fue.
Tamara se acercó con la primera bolsa, y comencé a beber.
oooOooo
Varias horas después me sentía muchísimo mejor. Mi cuerpo había pegado
bien todas las piezas y las quemaduras habían cicatrizado, por lo tanto ya no
dolían. Eran horribles y me hacían sentir monstruoso, pero no era el momento de
preocuparme por cosas superficiales como la vanidad. La única cicatriz que
realmente me molestaba en ese momento era la de la mejilla, porque no la podía
cubrir con pantalones o mangas largas.
Cuando finalmente me dejaron ponerme de pié, me di cuenta de que me
habían cubierto con una especie de bata de hospital, y que bajo ésta estaba
completamente desnudo. Era lógico, con todas las veces que me desmembraron
difícilmente habría cómo sostener la ropa.
-Me voy a duchar – Anuncié.
-Necesitas ayuda? – Preguntó Lily. Casi me hace sonreír.
-No Lily, no te quiero traumatizar aún más. Váyanse y descansen,
terminando aquí voy a comer y de ahí al Salón del Trono – Le dije sentándome
lentamente.
Y me dejaron a solas, lo que me permitió conservar un poco de dignidad
ya que aún no estaba del todo fuerte, y me fui apoyando en las paredes hasta el
baño.
Me di una larga ducha bien helada, que ayudó psicológicamente a
contrarrestar mis quemaduras. Me lavé el pelo (que milagrosamente había
sobrevivido intacto) hasta que sólo tuvo olor a champú y no a humo, veneno o
sangre, y al salir de la ducha me sequé con cuidado, sin restregar mi piel
hipersensible.
En mi habitación me vestí con jeans viejos y una camiseta de manga
larga, e iba saliendo cuando mis ojos se posaron en mi cómoda. La de mis
camisetas favoritas. La que compartía con mi Principessa.
El dolor fue tan agudo que por un segundo estuve a punto de golpear la
cómoda hasta hacerla mil pedazos… Pero fue sólo un segundo. Lo que hice al
final fue acercarme con cautela y abrir un cajón. A mi Bella le gustaba que
usara camisetas temáticas, y eso haría. Sólo porque la hacía sonreír. Porque
ella entendía. No me derrumbaría hasta que todo estuviera perdido. Y si sucedía
lo peor… No, no podía pensar en eso o no podría seguir funcionando.
Encontré fácilmente la que buscaba. La camiseta que decía "Chunga´s
Revenge" del año ´70 (*La Venganza de Chunga) de Frank Zappa.
Era de color rojo y la cabeza de Zappa aparecía gritando a todo pulmón. Me la
calcé sobre mi camiseta negra y salí de mi habitación.
En el pasillo me encontré con un par de personas, y me saludaron con
mucho entusiasmo hasta ver mi rostro completo. No pudieron esconder su horror,
no sé si ante la deformidad, ante la tortura o ante el sacrilegio que implicaba
ver el símbolo del enemigo estampado en el rostro del general Volturi.
De pronto, más rápido de lo que creí posible para una humana, era
tacleado por el costado. Gianna se colgó de mi cuello.
-Félix, Félix, estoy tan contenta de que estés aquí! Tenía tanto miedo!
– Estaba llorando – Oh gracias a dios, si tú no hubieras vuelto no habría
habido forma de consolar a Bella cuando regrese! Y tú eres el mejor, tú la vas
a traer! – Tocó mi mejilla quemada sin miedo ni reparos – Lamento tanto lo que
te sucedió… Y entiendo un poco lo que debes haber sentido, tú sabes… Pero ahora
estás aquí con nosotros, y a partir de este punto las cosas van a mejorar, ya
vas a ver! – Terminó sonriendo y me soltó deslizándose hacia el suelo.
Esa era Gianna, en un par de frases. Ella no tenía miedo de mí o mis
nuevas cicatrices. Ella no temía hablar del trauma que la indefensión de la
tortura podía crear, porque lo había vivido y porque ahora por fin estaba en
terapia. Gianna sólo quería a su amiga de vuelta, y ponía su fe en mí..
oooOooo
Después de alimentarme no me fue necesario golpear en el Salón del
Trono. Las puertas estaban abiertas y aunque había conversaciones sueltas se
notaba que me estaban esperando.
Aro me saludó efusivamente y todos me sonrieron evitando cuidadosamente
mirarme a la cara. Sería siempre así? Sería así con Bella si la volvía…
No, cuando la volviera a ver?
Mierda, me molestó el cambio en el trato, pero no era lo más importante…
Mirando a mi alrededor había muchas caras nuevas.
Vampiros pertenecientes a clanes de todo el mundo estaban reunidos ahí.
Había 3 clanes sudamericanos, 4 de Norteamérica, 4 europeos, 2 de Oceanía y 5
asiáticos. Esto se veía serio. No había clanes africanos, por lo que debían
estar con Amún.
-Félix, como ves tenemos visitas. Ya conoces a la mayoría al menos de
vista, así es que no vamos a perder tiempo con presentaciones. Caius me dijo
que te habían contado sobre el acto de traición de Jane, que fue lo que gatilló
este asunto – Dijo con profundo disgusto. Con el rabillo del ojo pude ver a
Alec bajar la cabeza avergonzado, y me hice el propósito de hablar con él. Si
estaba presente y no preso bajo 7 llaves es porque era completamente inocente,
por lo que la traición de Jane le debía haber pegado más fuerte que al resto de
nosotros.
-Qué asunto es ese Maestro? – Pregunté.
-Los rumanos y los egipcios han planeado un golpe de estado, para lo que
han tratado de reclutar a otros clanes que estén disconformes con nuestro
régimen. Por lo que hemos podido averiguar sólo han conseguido el apoyo de los
clanes africanos que hemos castigado en el pasado, aquellos que en vez de
tomarse la molestia de cazar rotando varias locaciones simplemente arrasan de
una vez con asentamientos humanos completos, atrayendo atención indeseada. Esos
son los salvajes ignorantes que quieren gobernar ahora… – Dijo Aro lleno de
desprecio.
-Sabemos dónde pueden tener a Bella y Demetri? - Pregunté porque aunque
la guerra sería muy interesante en cualquier otra ocasión, lo que me urgía era
recuperar a mis seres amados.
-No exactamente – Dijo Aro – Sabemos que Amún envió a miembros de su
clan a raptarlos, pero la verdad es que no sabemos adónde se la puede haber
llevado. No sabemos dónde está su guarida, sólo sé que está perfectamente
escondida.
-Pero ha visto la mente de Demetri varias veces, no? No vio la ubicación
entonces? – Pregunté tratando de controlarme y no ser irrespetuoso.
-Un juramento de un vampiro a su creador es vinculante – Dijo Aro –
Cuando Demetri fue inducido al clan de Amún, lo primero que fue obligado a
hacer fue jurar guardar los secretos de su clan y de la locación de su guarida.
Chelsea pudo romper los lazos existentes y crear nuevos, pero lo hecho, hecho
está, y el juramento hecho con anterioridad bloqueó la información en el
cerebro de Demetri… No sé dónde está, sólo que al menos parte del lugar queda
bajo tierra.
-Entonces no tenemos nada… - Murmuré incrédulo. Podíamos ir a Egipto y
comenzar a rastrear, pero podían pasar años antes de dar con el lugar indicado…
Un murmullo de desazón se extendió por unos momentos. Nadie tenía una
idea mágica que salvara el día.
Con el rabillo del ojo vi a Edward Cullen levantarse de sillón en el que
se encontraba como impulsado por un resorte, y tomando aire violentamente,
susurró "Gianna!".
Y precisamente se escucharon los pasos de los tacones de Gianna
acercándose a toda velocidad.
-Maestro, Maestro! – Entró gritando sin tocar la puerta o respetar
ningún protocolo. Pero antes de que nadie le pudiera decir algo, sacudió un
papel con algo escrito y dijo – Bella! Demetri! Están vivos! Están vivos!
Se desataron los murmullos de excitación mientras Gianna recuperaba el
aire, y Aro se controló lo suficiente para instarla calmadamente a que se
explicara.
-Estaba en Recepción cuando sonó el teléfono. Era una vampira, lo supe
en seguida por su voz. Hablaba inglés británico, pero con un acento bien
marcado, no pude reconocer de adónde... Me dijo que llamaba de parte de Bella y
Demetri y que ellos se encontraban prisioneros en el cementerio El-Bagawat, a 3
km de la ciudad de Kharga, en el Oasis de Kharga, en la región de New Valley
Governorate, Egipto. Me dijo que les dijera que los van a iniciar marcándonos a
hierro mañana en la noche – Varios rugimos ante esta idea. A Bella no la
deformarían como a mí - Y me dijo que era una amiga que los estaba tratando de
ayudar y que Demetri le dijo que nos dijera que el pijama favorito de Bella es
el de PacMan que le regaló Alec - Dijo casi vibrando de felicidad.
-Félix? – Preguntó Aro esperando una confirmación.
-Es cierto, lo usaba aunque se moría de calor y tenía que dormir con la
ventana abierta – Dije sonriendo por primera vez desde… Dios, desde siempre.
-Chelsea querida, ya lo buscaste en Google Earth? – Preguntó Aro.
-Sí Maestro, son unas ruinas de un cementerio cristiano bastante
antiguo… - Dijo Chelsea mirando su teléfono - Pero al parecer está lo
suficientemente alejado de la ciudad como para pasar desapercibidos…
-Maestro, quiere que prepare el viaje? – Ofreció Gianna.
-Sí Gianna – Asintió.
-El avión grande verdad? – Insistió.
-Correcto, el avión grande. Al parecer esta no va a ser una misión de
rescate, va a ser la guerra – Gianna corrió de vuelta a su escritorio para
conseguir todos los permisos correspondientes – Heidi, llama a la torre,
explícale la situación a Corin y diles que se preparen para salir en media
hora. No vamos a dividir fuerzas, Las Reinas vienen con nosotros.
oooOooo
TÍA POV
Va a salir bien, va a salir bien, va a salir bien… Era todo lo que me
podía repetir una y otra vez.
Porque por primera vez en más de 100 años no sentía esa asquerosa
compulsión de obedecer cada palabra de Benjamín, y la libertad era tan
embriagadora que sentía que en cualquier momento lo mandaría al demonio como lo
habría hecho Bella, con un montón de groserías prohibidas de por medio.
Pero no era el momento. A diferencia de Amún, Benjamín era un esposo
dedicado exclusivamente a mí (lo que no me hacía la vida precisamente más
fácil). Nunca quiso una concubina y nunca miró a otra, lo que significó que yo
debí satisfacer todas y cada una de sus necesidades y caprichos. Si de un
momento a otro yo cambiaba mi actitud, él no demoraría en saber que algo andaba
mal.
Era increíble imaginar que gran parte de mi libertad y mi futuro
pudieran depender de mí misma después de tantos años de dejarme llevar por
órdenes ajenas... Pero es que a pesar del miedo y la represión no pude menos
que arriesgarme por una vez en mi vida y acercarme a los famosamente peligrosos
prisioneros Volturi de los que tanto había escuchado desde mi lugar entre las
sombras.
Especialmente al verlos.
Ambos eran hermosos, por supuesto, y muy distintos a la gente a la que
estaba acostumbrada, ya que tenían una apariencia y rasgos muy occidentales. La
chica era la vampira más pálida que había visto, se veía frágil y delicada, su
cuerpo era pequeño y estaba desvanecida. Bueno, la verdad es que dudé que
realmente se hubiera desmayado porque los vampiros no se desmayan a menos que
sean decapitados, pero si ese show le ahorraba el lidiar con el asqueroso de
Amún, bien por ella.
El hombre era simplemente hermoso. Yo esperaba (si es que esperaba algo)
a otro egipcio más, un hombre de estatura media, de piel olivácea/pálida, una
nariz enorme, cabello negro y barba cerrada.
Pero no fue eso lo que me encontré. Aún maltratado, roto y sucio, él era
impresionante. Su rostro era perfecto como el de una escultura griega o romana,
y estaba completamente limpio de vello facial, sus rasgos eran clásicos, y
lucía una pequeña sonrisa sarcástica que nunca parecía abandonar completamente
sus labios.
Y miraba a la chica con una devoción sobrecogedora, a pesar de que
afirmaba que no había nada entre ellos… A pesar de que decía que ella se
acostaba con cualquiera.
No, él no lo creía, y yo tampoco lo creí.
Amún, probablemente en busca de una reacción, amenazó con hacerla su
concubina y a la única persona que logró alterar fue a Kebi, que se desesperó
por llamar silenciosamente la atención de su marido.
No, lo que decía el recién llegado no era verdad, él miraba a la chica
con demasiado respeto y adoración como para creer que ella era una cualquiera…
Simplemente le estaba quitando a Amún su objeto de coerción. Si la chica se convertía
en la concubina de Amún, pasaría a ser importante para él y por lo tanto ella
se encontraría a salvo… Y además ya no amenazaría con dañarla para someterlo…
Ingenioso… Como sea, el hombre, a pesar de haber sido amputado de 4
extremidades se mantuvo orgulloso y desafiante, bordeando los límites de lo que
la compulsión le permitían, lo que le ganó una bofetada y hasta un escupitajo
en la cara, el deshonor más grande que podía recibir en este clan.
Pero lo que a otro miembro del clan lo hubiera enfurecido o humillado a
él pareció causarle risa. Me intrigó ver a un hombre tan seguro de sí mismo sin
llegar a ser pedante. Era la primera vez que veía a alguien que no caía en los
juegos de provocación de Amún.
Sin saber qué más hacer con ellos los enviaron a las mazmorras.
Y los "ablandaron" torturándolos con el hambre y la debilidad
generada por sus heridas abiertas.
No los torturaron activamente (contra el consejo de Benjamín que quería
probar sus límites), porque Amún se negó. Él sólo los quería asustar, ya que
ambos eran demasiado poderosos como para arriesgarse a dañarlos o enfurecerlos
más.
Me las arreglé para estar presente en la habitación cuando decidieron
que era momento de curar a los prisioneros a modo de que estuvieran en
condiciones de ser inducidos como miembros de la alianza. Era, de una retorcida
manera, un honor para la chica, ya que significaba en teoría, que ella sería
considerada como un guerrero, un miembro más. Al resto de las mujeres, simples
esposas o concubinas, se nos ordenaba mantenernos al margen de todo, no
interferir y menos tener opinión.
Y con un poco de astucia logré que Benjamín pensara que era su propia
idea el que yo curara a los prisioneros, ya que todos en el clan sabían (aún
sin la necesidad de usar mi don), que yo tenía buena mano con los enfermos.
Cuando entré a las mazmorras lo hice un poco asustada, pensando que los
Volturi hasta podían tratar de atacarme, pero en lugar de actuar con hostilidad
fueron increíblemente bien educados y amables conmigo, preguntándome sobre los
orígenes de mi nombre y otras pequeñeces.
Ambos estaban literalmente en agonía pero se desvivían por hacerme
sentir cómoda a mí, como si yo fuera una visita en su hogar.
Su relación era íntima pero no excluyente, se querían sinceramente y se
portaban como iguales. No veía eso desde hacía tanto tiempo… Y ese inusual modo
de actuar fue, más que nada, lo que me hizo arriesgarme a decirles que los
ayudaría siempre que ellos me salvaran a mí.
Hicimos planes mientras los curaba y la interacción entre ellos una vez
más me dejó pasmada. Qué eran esos dos? No cabía duda de que se amaban, pero
había un compañerismo y un sentido del humor y la ironía que estaba siempre
presente y que los hacía mucho más. Nunca había visto algo semejante, pero
sentí un anhelo tremendo de pertenecer. De ser parte de algo tan grandioso, esa
certeza de que podían cruzar el infierno si lo hacían de la mano.
El anhelo de que alguien me quisiera a mí, de verdad.
El anhelo de ser tratada como un igual.
El anhelo de tener derechos.
El anhelo de tener voz.
Hicimos planes, y llamé a los Volturi a Italia. Tomar prestado un
teléfono resultó ser mucho más fácil de lo que imaginé, nadie estaba pendiente
de sus pertenencias, y menos ante las mujeres, que éramos simples sombras que
limpiábamos tras ellos.
Luego tuve un montón de tareas que cumplir, y pasaron muchas horas hasta
que pude escaparme y robar algunas de las bolsas de sangre que se guardaban
para emergencias. Como no teníamos muchas para empezar, cualquier disminución
en la cantidad de bolsas sería notoria. Pero era el todo o nada, así es que
cuidando que nadie me viera, levanté mi túnica y metí dos bolsas en mi sostén y
dos en mis bragas.
Yo sabía que las bragas modernas eran pequeñas, con encajes y colores.
Pero no me habría atrevido a usar algo así jamás, y Benjamín me habría dado una
paliza de sólo insinuarlo, pero las bragas enormes y de color beige que usaba
día a día eran tan feas… Yo no tenía nada bonito qué ponerme desde que era
humana, y al recordar las bragas de Bella, con tantos colores y de un corte tan
atrevido, pensé en lo que se sentiría sentirme linda otra vez.
Pero en el momento en que estaba robando la sangre agradecí a los cielos
por mi ropa interior gigante, que me permitiría esconder lo que quisiera en
ella.
Llegué a las mazmorras sin problemas y les entregué su sangre a mis
cómplices. Demetri insistió en que Bella bebiera 3 bolsas y le diera a él sólo
una. Y nuevamente me sorprendió su incondicionalidad hacia ella. Es verdad que
tenía sentido que nuestro escudo estuviera bien fuerte, pero en mi mundo ningún
hombre, bajo ninguna circunstancia se pondría voluntariamente en segundo lugar
después de una mujer, menos si esto le generaría algún desmedro físico.
Quedamos en que los iría a sacar cuando fuera el momento y corrí a mi
habitación.
Ni bien había entrado cuando escuché el grito que escuchaba al menos 25
veces a la semana.
-Dónde estabas? – Rugió.
-Con algunas de las otras mujeres… - Dije tímidamente bajando los ojos.
-No te tengo para que cotorrees como si no tuvieras nada mejor que hacer
– Dijo Benjamín, acercándose predatoriamente. Él sabía que yo le temía,
especialmente cuando se paraba erguido frente a mí y se veía tanto más alto y
fuerte que yo.
-N… No? – Balbuceé, porque quise decir algo muy sarcástico y me tuve que
morder la lengua.
-No Tía, tú estás para complacerme a mí – Aclaró tomando mi barbilla y
levantándola bruscamente para darme un beso castigador. Un beso que dejaba
clara su dominancia.
Yo me obligué a relajarme y a actuar como siempre… Cómo era eso? Básicamente
como un pescado muerto.
No ofrecía resistencia ni iniciativa. Que ocupara mi cuerpo como
siempre, ya no me importaba… Al menos Benjamín sólo buscaba aliviarse, no tener
un encuentro apasionado, ni menos ser inventivo en la cama, así es que el sexo
con él duraba muy poco, en la posición del misionero y luego se marchaba
generalmente sin decir palabra.
A lo mejor yo habría pensado que eso era todo lo que había que saber de
sexo, pero no, yo presentía que había mucho, mucho más. En primer, lugar por
las mariposas que sentía en mi vientre bajo cada vez que Elijah me besaba
cuando era humana. En segundo lugar porque una vez encontré, buscando unos
documentos en el despacho de mi padre, una serie de bosquejos eróticos
dibujados en tinta y acuarela, increíblemente detallados, de parejas teniendo
relaciones sexuales en distintas posiciones. Algunas interesantes y otras
imposibles pero en lugar de escandalizarme como cualquier niña bien educada de
la época, las láminas me intrigaron.
Tal vez mi mente era más abierta porque yo no era una jovencita de
sociedad cualquiera, mi trabajo en el hospital me había permitido ver y conocer
cosas que niñas de mi edad ni imaginaban.
O sea, a mis 17 años había visto una buena cantidad de penes y de cerca,
por lo que aunque era virgen, no me impresionaban. Yo no era tan inocente.
Y por último, un día hace como 20 años, llegó a mis manos un libro
perteneciente a una turista que drenamos. El libro estaba en inglés, así es que
fui la única interesada (y no es que nadie leyera nada de cualquier forma, el
conocimiento académico no era muy buen visto en ese clan, más apegado a la
tradición y superstición, y la lectura recreativa era simplemente algo que no
se hacía).
El libro en cuestión era una colección de cuentos eróticos que me dejó
alucinando. La gente de verdad hacía eso? Pensé en hacerlo con
Benjamín y me estremecí de asco. Pero lo habría hecho con Elijah? Tal vez…
Nunca llegamos a tocarnos íntimamente, pero tengo la impresión de que habríamos
hecho eso y más, porque nos amábamos.
El problema es que el libro hizo salir a la superficie mi frustración
sexual, reprimida hasta entonces. Estaba mojada y ansiosa, siempre esperando
que algo sucediera… Pero nada pasó. Nada más que Benjamín y sus 5 minutos de
posición del misionero.
Un día en que Benjamín había aparecido, me había usado y se había ido
dejándome insatisfecha como siempre, toqué mi sexo hinchado. El suave tacto de
mi mano se sentía tan bien! Y me acaricié y no paré, porque algo enorme crecía
dentro de mí. Una ola de fuego. Una bola de tensión contenida. Temblores.
Gemidos ahogados. El primer orgasmo de mi vida…
Después de que bajé de las alturas del placer lloré. Lloré por lo que me
perdí. Lloré por lo que nunca tendría. Lloré porque por siempre estaría atada a
un monstruo capaz de golpearme, de marcar mi piel, de gritar e insultar… Porque
esa posesión horrible y salvaje era su única forma de amar.
Porque yo nunca dudé por un momento que en su enfermiza manera, Benjamín
me amaba.
Esa noche tomé mi libro y lo lancé al fuego.
En fin, el "Día D", Benjamín me besó y bajó sus manos por mi
cuerpo hasta agarrar mi trasero con las dos manos, y apretar fuerte, empujando
mi cuerpo hacia su erección.
-Desvístete, esposa – Dijo, y no sentí nada. No quería obedecerlo, y no
tenía por qué. Si teníamos sexo sería una prueba de fuego a mi control, ya que
la compulsión no me dejaba alternativa, en cambio el libre albedrío
significaría que si lo hacía es porque yo lo decidía, lo que de alguna forma me
hacía sentir culpable y asquerosa.
Todo fuera por el bien mayor. Esta sería la última vez… Solté los
amarres de mi tob sebleh (*túnica) lentamente, no tratando de ser sexi,
sino porque lo estaba haciendo totalmente a contrapelo, hasta que la sencilla
túnica cayó, dejándome sólo en mi tshalvar (*pantalón abombachado)y
miropa interior.
Los ojos de Benjamín se oscurecieron y se acercó para soltar las amarras
del tshalvar. Yo me quedé quieta tratando con todas mis fuerzas de no
empujarlo, de no voltear la cara, de no demostrar el asco que me embargaba.
Mi pantalón cayó y quedé sólo en mi ropa interior, ya que no usaba
zapatos. Era mi único acto de rebeldía. Desde que me convertí en vampiro
renegué de ellos. Mis pies no los necesitaban y a mí me parecía que caminaba
mejor cuando mis pies sentían las superficies que pisaban. Además volvía loco a
Benjamín, ya que aunque por sus creencias religiosas me imponía una sencillez
franciscana en el vestir, yo sabía que no dejaba de comparar a su simplona
esposa con sus tob sebleh monocromos y descalza en contraste con Kebi y su
desplante de belleza y opulencia, que a la vez admiraba y lo repugnaba.
Y se desquitaba conmigo.
Pero igual no me puse zapatos.
Benjamín dio unos pasos hacia atrás y comenzó el proceso (mucho más
largo) de desvestirse.
Se quitó el turbante blanco que usaba orgulloso. Era un símbolo de
estatus en sí mismo, sólo por su color, porque con el polvo del desierto era
virtualmente imposible mantenerlo albo por más de un día a la vez, lo que
demostraba ante el mundo que era un hombre rico, con muchos esclavos y muchos
turbantes. Creo que el señor Freud habría tenido mucho que decir sobre mi
querido esposo y su constante concurso de meadas contra el mundo (Uy! Dije
meadas! Como Bella! Si Benjamín se enterara, la paliza…)
Benjamín dejó el turbante cuidadosamente sobre una silla y casualmente
se quitó el binish (*abrigo de tela delgada) y me lo entregó para que lo
colgara... Una cosa era querer sexo y la otra era andar con la ropa arrugada
frente a sus invitados! Cuando terminé, automáticamente saqué otro colgador
para el kaftan (*camisa larga de mangas anchas y abierta al frente) y
otro gancho para la gallibaya (*túnica).
Saqué un gancho más para su tshalvar (*pantalón), cuando el nunca
más bienvenido ruido de un golpeteo en la puerta lo detuvo a media tarea en desabrochar
sus pantalones.
-Ibn El-Sharmoota, yekhrib betak , da ana hanekak , metfarswaa'… (*Hijo
de perra, maldito seas, te voy a joder, tienes el pene pequeño y no tienes
bolas…) – Murmuró tan frustrado y enojado mientras se amarraba los
pantalones que debí hacer un esfuerzo para no soltar una carcajada. En lugar de
eso me agaché y muy tímidamente me vestí y me alejé de la puerta.
-Mi señor, lamento molestarlo, el Amo Amún lo necesita urgente, dice que
llegaron nuevos dignatarios y que usted debe recibirlos – Dijo un pobre hombre
que probablemente se enfrentaría a la ira de Benjamín por un buen tiempo, o
hasta que encontrara un nuevo blanco para descargar sus frustraciones.
-Allahi Yekhrib beitak! (*maldito seas!) – Gruñó – Si no es
importante te voy a joder… - Dijo cerrándole la puerta en la cara – Y tú – Me
dijo acercándose con paso decidido y tomando mi cuello con fuerza– Me vas a
estar esperando cuando me desocupe.
-Pero hoy no son… Las inducciones? – Pregunté tratando de sonar lo más
inocente posible.
-Qué sabes tú de eso? – Preguntó tirándome el cabello y obligándome a
exponer el cuello. Por favor, que no me mordiera, que no me mordiera, siempre
lo había hecho en lugares que no se veían (lo que no era difícil, la ropa lo
cubría todo), pero el cuello no, era un símbolo de posesión demasiado íntimo,
no quería que nadie lo viera… Está bien, la verdad era que no quería que él…
Que Demetri lo viera.
Por supuesto que lo podría borrar cuando lo deseara con mi don, pero eso
sería sólo una vez que estuviera segura de estar libre de él…
-No sé nada, sólo lo que comentaron las otras esposas, nada más – Me
apresuré a decir.
-Cuidado con andar husmeando por ahí – Dijo pasando los dientes por mi
garganta.
-Yo no husmeo, no me interesa nada de lo que pase a menos que tenga que
ver contigo y tu bienestar – Respondí. Pero ya era tarde, él hundió sus dientes
en la unión entre mi cuello y mi hombro. Yo me obligué a no gritar ante el
dolor de su veneno quemando mi piel. No le daría esa satisfacción.
-Eso espero Tía, tu lealtad absoluta, algo menos es un insulto – Dijo y
vistiéndose a toda velocidad se dirigió a la puerta.
Temblé, más de rabia que de dolor. Lo que me molestaba era la
humillación, porque cada vez me acercaba más a la libertad y cada vez mi
tolerancia a su despotismo iba disminuyendo.
-Pensándolo bien ven conmigo – Dijo volviéndose y pasando la lengua por
la mordida – Vamos a necesitar ayuda sacando a las esposas de nuestro camino, y
Kebi no es lo que se podría decir proactiva. Las vas a ayudar a acomodarse en
sus recámaras y las vas a entretener durante la ceremonia, lo que va a pasar
ahí es cosa de hombres.
-Y de Bella, Adanna, Masozi y MAhdokht – Afirmé sin poder resistir
refiriéndome a mi nueva amiga, a dos terroríficas mujeres líderes de un clan de
Zambia y a la hermana y segunda a bordo del líder del clan iraní… Mi verdadera
personalidad estaba comenzando a aflorar, libre de ataduras.
-No te intentes pasar de lista conmigo Tía – Gruñó, más frustrado que
enojado. Claramente él se oponía a la presencia de esas mujeres antinatura en
su club masculino – Esas mujeres no tienen nada de femenino, probablemente
tienen partes masculinas bajo la falda. Y aun así jamás serán nuestros iguales…
Una cosa es que puedan pelear y la otra es que tengan una mente capaz de tomar
decisiones estratégicas.
-Por supuesto Benjamín, y no te preocupes, haré lo posible por cumplir
con mi rol – Le dije con la sonrisa más inocente que pude conjurar.
Un plan se estaba formando en mi cabeza…
Salimos cuando el sol acababa de descender, y me encontré con una
abrumadora cantidad de rostros nuevos. En total serían unos 35 aliados
(contando al clan de Amún) y 10 esposas, (más Kebi y yo).
Cómo pretendían Bella y Demetri luchar y ganar a esta cantidad de
guerreros? Aunque dichos guerreros no fueran experimentados eran muchísimos… Y
no sabíamos si alguno tenía un don además de Benjamín… Respiré tranquila y
sonreí. Un paso a la vez…
El siguiente par de horas se me pasó volando entre acomodar a nuestros
invitados y atender a las necesidades especiales de cada uno, mientras Kebi
conversaba en la sala tranquilamente con Ecaterina (que paradojalmente
significa "pura" en rumano), la nueva amante de Stefan, una
muchachita que tendría unos 14 años cuando fue convertida y era poco más que
una neófita, pero traía loco de ganas al líder rumano.
Y ahí estaban, la esclava y la prostituta infantil, sentadas como
grandes señoras y sin ayudar en nada, cuando en estricto rigor ellas eran las
anfitrionas!
Me arrepentí por un momento de mis pensamientos poco caritativos, pero
al volver a mirarlas, dando contraórdenes a los esclavos que yo tenía ocupados
en tareas legítimas y necesarias… Ya no me importó. Si de algo era dueña era de
mis pensamientos.
Para cuando logré instalar a todo el mundo, la iniciación había comenzado.
No se oían ruidos de peleas o gritos, pero decidí ejecutar mi parte del plan de
todos modos, y si algo salía mal siempre lo podía revertir.
Todas las mujeres se encontraban juntas en la sala, sentadas en sillones
o en grandes cojines en el suelo. Ya a todas las había visto al menos de paso,
pero igual me paré al centro de la sala y con mi tono más dulce y tímido les di
la bienvenida y les pedí disculpas por no haberlas saludado formalmente con
anterioridad. Kebi bufó. A ella no le importaban las mujeres de los líderes
menores, sólo las que podían ser una competencia para ella. Yo les regalé una
sonrisa aún más luminosa y comencé a estrechar manos y presentar mis respetos a
cada una, haciendo lo que nunca intenté por considerarlo un sacrilegio… Usar mi
don al revés.
En lugar de traspasar mi energía sanadora, absorbí la salud y energía de
ellas. El resultado no fue inmediato, y para cuando había terminado de tocarlas
a todas menos a Kebi y Ecaterina (porque no tenía un pretexto para tocarlas)
las primeras comenzaron a mostrar leves signos de debilidad. Al poco rato
algunas trataron de ponerse de pié y cayeron de rodillas, y las dos reinas se
alejaron de inmediato arrinconándose contra la pared más lejana, tratando de
evitar el contagio.
Yo no sabía cuánto duraría el efecto de mi don, o si bastaría con que se
alimentaran para sanarlas, pero dije
-Oh por dios! Voy a buscar ayuda! - Y corrí tan rápido como pude al
refrigerador para sacar las últimas 8 bolsas de sangre que quedaban. Las cargué
en mi túnica doblando el frente en dos (lo que se consideraría enormemente
impúdico, a pesar de usar pantalones debajo) y corrí a la salida de la cueva,
frente a la cual se llevaría a cabo la ceremonia.
Y lo que vi me hizo pararme en seco y soltar mi túnica, dejando caer las
bolsas al suelo.
&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&
Vale, el
próximo capítulo será publicado en cuanto reciba 15 reviews. Vamos, no es
demasiado, generalmente recibo más… Sólo quiero asegurarme de que están leyendo
el "Chán Chán!" de esta historia antes de terminarla definitivamente.
Y sí,
después de la segunda parte de este capítulo viene un epílogo.
Cariños!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
No olvides comentar!!!