martes, 3 de noviembre de 2015

Crushed Dreams 2

Capítulo extra largo para todas quienes me esperan pacientemente, sabiendo que no las abandonaré. No duden que si pudiera, escribiría a toda máquina para ustedes, espero poder hacerlo pronto.
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Capítulo 2
Now with passion in our eyes
There's no way we could disguise it secretly
So we take each other's hand
'Cause we seem to understand the urgency
just remember
You're the one thing
I can't get enough of
So I'll tell you something
This could be love because
I've had the time of my life
No I never felt this way before
Yes I swear it's the truth
And I owe it all to you
(I've Had) The Time of My Life / Bill Medley & Jennifer Warnes

BELLA POV
Forks, Washington
Cinco años atrás
Muchas veces me pregunto cómo pasó, en qué momento sucedió, cuando fue el momento exacto en el que las cosas cambiaron para mí… Es siquiera posible señalar el instante en el que tu vida da un giro sin retorno?
En el caso de Jasper no sé si sus sentimientos se arrastraban desde antes o es simplemente que aprovechó la oportunidad que se le servía en bandeja, pero para mí el momento clave fue durante nuestro escape a Phoenix, en nuestro tiempo juntos en aquel motel cerca del aeropuerto, la primera vez que nos dirigimos la palabra sin testigos.
Antes de eso yo no le había prestado mucha atención, totalmente deslumbrada por la belleza y el carisma de Edward... Lo que Edward decía era mi ley, y si mi novio afirmaba que su hermano era peligroso, yo no tenía por qué dudarlo, después de todo cada vez que yo entraba a una habitación Jasper huía como si yo cargara la peste.

Pero estando en Phoenix, cuando me vio triste y vulnerable, Jasper fue capaz de conjugar las palabras precisas, exactamente las que yo necesitaba oír: “Tú vales la pena”.
No parece mucho, pero la verdad es que esas cuatro palabras me hicieron prestar atención y verlo con otra luz.
A partir de ese momento y de forma creciente, Jasper se convirtió en una secreta obsesión, en el fruto prohibido, algo que sabía perfectamente que no podía tocar, pero no por eso se hacía menos tentador: El esposo de mi mejor amiga y el hermano de mi novio.
Era escandaloso…
Era inmoral…
Era imposible.
Lo observé a lo lejos tratando activamente de reprimir mis sentimientos frente a él durante todo el verano, mientras me recuperaba lentamente de las lesiones que me infligió James en la habitación de los espejos, pero Jasper y yo nunca más volvimos a estar a solas ni por un instante… Con los otros, si, por supuesto... Hasta con Rosalie debí relacionarme, para disgusto de ambas, pero entre Jasper y yo siempre había alguien actuando de buffer, evitando que la situación se hiciera intensa o potencialmente peligrosa.
Sólo a veces, en muy raras ocasiones, nos comunicamos a través de su don, burlándonos de forma sarcástica, como rodando los ojos emocionalmente, cuando por ejemplo Edward se ponía particularmente melodramático, o Alice se pasaba de la raya en su intensidad hiperkinética, o cuando Emmett hacía algo excepcionalmente estúpido… Sólo entonces podía sentir el pinchazo de su negro sentido del humor aguijoneándome, provocando al mío. Es difícil describir ese tipo de sensaciones, pero lo compararía con un gato restregándose en mis piernas. Una caricia íntima y sensual, pero a la vez totalmente inocente… Pensándolo bien, tal vez yo interpretaba ese momento de intimidad a lo lejos como sensual porque todo en él lo era… Sus emociones retorcidas se restregaban con las mías como para  provocar una carcajada conjunta, para luego desaparecer tan rápido como emergió.
Jasper era un ser tremendamente complejo, y pasé noches en vela pensando en lo que sería tener una verdadera conversación con él… Cómo sería acercarme? Sentir su imponente presencia… Oler su piel…
Y así mismo, pasé otras tantas noches las pasé en vela temiendo que Edward descubriera esa insana fijación mía. Yo había aprendido a controlar mi rostro y hasta ciertas reacciones como los cambios en mi respiración y mis sonrojos, pero no podía controlar mi subconsciente mientras dormía, por lo que las noches que Edward pasaba a mi lado yo pretendía descansar mientras me obligaba a no desfallecer para no revelar casualmente mi secreto.
Aunque traté de luchar, razonar, y superar mi absurdo enamoramiento, debí pasar mucho tiempo en casa de los Cullen, ya que virtualmente debí aprender a caminar de nuevo, y Esme me ayudaba en calidad de kinesióloga ad honorem, guiándome en los ejercicios indicados por Carlisle… Tanto es así que llegó un momento en el que era como si yo viviera con ellos, y no era tratada como una visita, sino una más de la familia, por lo que ni siquiera estaba todo el tiempo pegada a Edward… A veces leía en la biblioteca, otras veía tele o jugaba con Emmett o discutía con Rosalie, y muchas veces simplemente escuchaba a Alice hablar y hablar de temas que se me hacían completamente ajenos, pero sin embargo siempre, siempre, observaba la dinámica de la familia... Y por supuesto, a ellos…
Observaba especialmente las interacciones de Alice y Jasper, tratando de descifrarlas… Qué era lo que unía a seres tan dispares? Tenían cierta complicidad, un entendimiento, pero rara vez se tocaban amorosamente, y nunca de manera íntima, y  parecían hablar básicamente de temas neutros o los que Alice proponía… No es que Jasper hablara mucho para empezar, y cuando lo hacía era para participar con un par de asertivas frases capaces de zanjar la discusión. Yo ya había aprendido que él simplemente no filosofaba en voz alta, él comentaba sus conclusiones.
Esa firmeza, incluso esa sequedad se me hacían sensuales en su masculinidad… Estaba cada vez más perdida.
Y con el paso de las semanas, me fui dando cuenta de que el contraste de mis sentimientos entre uno y otro era abismal… lo que sentía por Edward era una linda amistad hacia un chico guapo e increíblemente dulce… Le tenía un cariño inmenso, pero no era amor, y me desesperaba porque no sabía cómo hacer para acabar con la relación sin que los Cullen me expulsaran de sus vidas dejándome sola en ese pueblo que odiaba.
No quería perder a quienes consideraba más cercanos que mi propia familia sanguínea.
oooOooo
El día once de septiembre, recién regresando de las vacaciones de verano, nos encontrábamos en su habitación Edward y yo después del colegio, él reordenando su colección de cds de acuerdo a vaya uno a saber qué nuevo criterio, y yo acostada en la mullida alfombra escuchando “Sing, sing, sing” de Gene Krupa y Buddy Rich. Desde que había comenzado a salir con Edward mi paladar musical se había ampliado y en ese momento estaba obsesionada con el swing.
Estaba comenzando a quedarme dormida ahí, tirada en el suelo, cuando Edward me habló para informarme que esa noche toda su familia (menos Jasper, que se encontraba visitando a unos amigos en el sur) se iría de cacería, ya que Alice había previsto un día soleado para el doce, pero que regresarían el día trece en la madrugada, a tiempo para mi cumpleaños.
-Ok, entonces Carlisle tampoco va a trabajar? – Pregunté bastante desinteresada. Un día sin Edward y Alice serían un descanso, y Jasper… Bueno, a él ya lo extrañaba, porque llevaba más de una semana lejos, con aquellos amigos suyos que nadie mencionaba porque seguían la dieta tradicional.
-No, tampoco – Respondió Edward – Vamos a aprovechar de ir un poco más lejos esta vez, donde haya mejores presas que los herbívoros de siempre. Tú vas a estar bien, verdad amor?
-Claro, por qué no habría de estarlo? – Pregunté intrigada. Desde cuando me era necesaria una niñera? Ya era una mujer de dieciocho años, podía cuidar de mí como siempre lo había hecho!
-No sé, tal vez te puedes sentir sola… - Dijo como esperando que le rogara que se quedara a mi lado.
-No, de hecho me hace bien estar sola de vez en cuando, no es sano estar pegados todo el tiempo como siameses,  y además sólo será un día, verdad? – Dije sonriendo.
-Solo un día – Dijo él arrodillándose a mi lado – Voy a hacer lo posible por encontrar señal de celular para llamarte.
-No es necesario! – Reí – Vivo con el jefe de la policía, recuerdas? Disfruta tu cacería y a tu familia y nos vemos el viernes…
-Te recogeré en tu casa…
-Para evitar que maneje mi camioneta? – Levanté una ceja.
-Por eso y porque quiero – Respondió con su sonrisa torcida de chico malo. Mi dulce Edward, lo único que tenía de rebelde era su sonrisa… - Porque te quiero – Agregó.
-Yo también te quiero Edward – Le dije de todo corazón – Lo sabes, verdad?
-Lo sé, amor – Dijo y besó suavemente mi frente.
oooOooo
Esa noche regresé a casa temprano porque los Cullen decidieron partir cuanto antes para llegar lo más lejos posible, así es que yo aproveché de encerrarme en la cocina por un  par de horas para preparar varios platos que pudieran congelar en cenas individuales. Últimamente veía poco a Charlie, no sólo por mi relación con Edward sino porque mi padre estaba relajándose y retomando sus costumbres de antes de mi llegada, por lo que pasaba mucho tiempo con sus amigos o en la Estación de Policía, así es que asegurándome de que al menos una comida decente al día me sentía mejor a pesar de que nuestra relación era lejana, si bien cordial y civilizada… Supongo que ya era demasiado tarde para tratar de fingir ser una familia, pero al menos éramos buenos compañeros de casa, y eso nos era suficiente.
Para cuando terminé en la cocina estaba asquerosa, transpirada e impregnada con el olor a cebolla, ajo, curri y otros condimentos, así es que decidí darme un baño de tina antes de acostarme.
Llené la tina de agua tan caliente como pude soportar e hice todo cuanto se me ocurrió que podía hacer en ella hasta que se me enfrió el agua y las yemas de mis dedos quedaron arrugadas como pasas… Lo recuerdo muy claramente, porque al día siguiente agradecí mil veces a mi buena estrella ese inusual tiempo de relajo en el baño, que me dejó exfoliada, depilada, humectada e hidratada por falta de algo mejor que hacer.
Sequé mi cabello con el secador de pelo y lo dividí en dos trenzas.
Luego me puse un pantalón de franela y una sudadera y me fui a mi cuarto a leer.
Por una vez dejé de lado mis clásicos y saqué de debajo del colchón una de las novelas eróticas que encontré en una caja en el ático, una caja perteneciente a Renee.  
Al parecer a mi madre le gustaba estimular su imaginación con esas novelas que en la portada tienen doncellas semi desnudas abrazadas a tipos musculosos que usan la camisa abierta.
Esa noche leí “La Novia Robada”, y me ruboricé de solo pensar en lo que diría si Edward me descubriera leyendo sobre cosas tan tabú entre nosotros… Sería mi novio capaz de concebir actos tan lascivos cuando no era capaz ni siquiera de besarme con la boca cerrada por más de tres segundos? Me consideraría impura por mis deseos? Por esas ganas locas que tenía de descubrir el amor físico? Sé que sueno desesperada, y en cierta medida lo estaba… Frustrada en todos los frentes… Enamorada de un amor imposible, y de novia con un hombre que no me tocaba…
Esa noche dormí intranquila, con la piel hipersensible, un cosquilleo en mi sexo que no supe aplacar con mis torpes caricias, y las bragas mojadas.
oooOooo
El doce de septiembre fui al colegio temprano, ya que no había podido dormir demasiado, y mi inquietud demandaba movimiento.
El día estaba fresco pero el cielo estaba completamente azul, así es que a la hora de almuerzo salí con Ángela al patio y comí mi sándwich sentada en un banco de madera mientras escuchaba la plática amable y tranquila de mi amiga… Una amiga con la que tenía mucho más en común que con Alice y sus compras compulsivas por internet, sus makeovers semanales y sus demandas para convertirme en el prototipo de su mejor amiga soñada… Era una malagradecida por siquiera pensar en una cosa así? Probablemente, pero es que últimamente me estaba molestando más y más la idea de que Alice no me aceptaba tal cual era, sino que me estaba moldeando poco a poco para calzar en el rol que ella me habían asignado…
Cuando Edward me veía frustrada siempre decía que todo lo que Alice hacía, lo hacía por lo mucho que me quería, pero últimamente me había dado cuenta de que una verdadera amiga me querría por como soy, no por el potencial de lo que me puede cambiar para llegar a ser lo que ella desea.
Al menos con Rosalie no había dobleces, la perra me odiaba y me lo decía de frente, pero con Alice nunca sabía qué pasaba por su mente, la mayor parte del tiempo me parecía que podía confiar en ella ciegamente, pero a veces… A veces no podía evitar preguntarme el por qué insistía en ser mi amiga si realmente no le gustaba nada de mí.
Ese día no me tocaba trabajar pero sí al siguiente, y a pesar de que fuera mi cumpleaños no me importó, ya que yo no era una gran fanática de crear revuelo y mucho menos de celebrar que me estaba haciendo mayor mientras mis vampiros se mantenían jóvenes y hermosos por toda la eternidad.
Manejé con calma hacia mi casa y pasé al correo a dejar una carta para Renee, disfrutando los rayos del sol a través de la ventana de mi camioneta, y entré a la casa exactamente a las tres y quince minutos. Tire las llaves en la mesita de entrada y corrí escaleras arriba para dejar mis cosas en mi habitación y sacar una manta para ir a tenderme en el pasto un rato, pero cuál no sería mi sorpresa cuando al subir por la escalera pude escuchar claramente las tristes y distintivas notas de “Whiskey Lullaby” de Brad Paisley…  
Me paralicé donde estaba tratando de decidir mi curso de acción… Debo admitir que me asusté por un segundo, pero de inmediato decidí que los ladrones no encenderían la radio, y ya que estaba más cerca de mi cuarto que de la puerta de calle, decidí dejar mis cosas descuidadamente en el pasillo e investigar… Pero apenas había entrado a  mi dormitorio cuando una voz grave con un suave acento que arrastraba las vocales me preguntó
-Llegas tarde. Dónde están los demás?
Me giré tan rápido que llegué a marearme y ahí estaba el objeto de mis más oscuras fantasías… Jasper recostado en mi cama con la espalda apoyada en el respaldo y sus largas piernas cruzadas a la altura de los tobillos.
Y las botas puestas… Sobre el edredón de mi abuela.
Maldito, hermoso idiota desconsiderado...
Abrí los ojos como platos y bajé la mirada instantáneamente para que no pudiera ver el furioso sonrojo de mis mejillas… Como si sirviera de algo… Como si él no supiera perfectamente lo que me sucedía…
-Bella, te hice una pregunta – Insistió. No amenazante, sino más bien curioso.
-Tú deberías saberlo, son tu familia… - Respondí defensivamente.
-Pero no sé – Apuntó levantando una ceja – Por algo te estoy preguntando.
-Si no sabes tal vez es porque no te quisieron decir – Dije encogiéndome de hombros y quitándome la chaqueta para colgarla, sólo por tener algo qué hacer con las manos.
-Tú tienes claro que si quiero te puedo sacar la información que necesito – Afirmó él tensándose en anticipación pero sin moverse de su lugar. Creo que lo divirtió que me atreviera a retarlo, y para mí el desafiarlo aún en broma era un terreno mucho más cómodo que enfrentarme a su intensa mirada sin otras armas que mi cara de conejo encandilado por un foco.
-Claro, si quieres ser un matón y atormentar a una pobre chica indefensa, allá tú, pero eso no cambia el hecho de que por algo tu familia se fue sin decirte adónde, en cambio la insignificante humana tiene tooooda la información – Sonreí de oreja a oreja sin poder ni querer evitarlo. Nunca me había atrevido a hablarle así a Jasper y a él parecía gustarle!
-No hables de ti misma de esa manera! – Exclamó – Y ten más cuidado Isabella, o es que no te han advertido nada sobre mí? – Gruñó enderezándose. No me dio miedo, más bien me produjo cosquillas en la base de la nuca y en el estómago bajo. Estaba a punto de jadear, pero me contuve en el último momento.
Negué con la cabeza.
-Me han dicho que tienes mal carácter y poco control de impulsos, supongo que podrías matarme, pero lo mismo se puede decir de Rosalie, con la diferencia de que ella definitivamente quiere matarme… - Dije recogiendo algo de ropa que tenía tirada en el piso para el lavado.
-Y yo no te quiero matar? – Preguntó desafiante.
-No – Le dije extrañamente segura de lo que le decía – Tú lo dijiste…
-Qué dije yo? – Preguntó curioso.
-Que yo valgo la pena. Además mi sangre no te llama más que la de cualquiera, si fueras a recaer dudo que fuera conmigo, porque yo te gusto – Dije orgullosa de ser capaz de hilar frases completas.
-Tú me gustas? – Preguntó casi ronroneando y haciéndome detener lo que hacía en el acto.
-No… Sí… No me refiero…- Dije avergonzada. Una idiota balbuceante una vez más – No gustar-gustar, sino gustar como no-te-quiero-matar…
-Qué te hace creer eso? – Preguntó con la sombra de una sonrisa danzando en la comisura de sus labios.
Levanté totalmente la mirada y lo enfrenté. Qué demonios! Era ahora o nunca y no es como si pudiera mentirle, verdad?
-Has tenido mil oportunidades para matarme y no las has tomado… Y me evitas como a la peste, más incluso que Rosalie, más que cualquiera… Al principio pensé que era porque me odiabas, pero ahora me parece que es justo lo contrario… Tú me tienes más miedo a mí que yo a ti… - Dije sentándome a los pies de la cama y posando mi mano suavemente en su tobillo - Es eso, verdad? No te gusta apegarte a la gente, no quieres en tu vida a más gente que te importe… Sé… Sé que fuiste un soldado… Sabes desde muy joven lo que es perder a seres queridos… Y por eso sería una estupidez de tu parte llegar a conocer a la humana que inevitablemente se va a consumir y morir frente a tus narices porque Edward nunca la va a convertir… - Dije dándome cuenta a medida que hablaba que lo que decía era verdad.
Tenía que ser verdad.
Jasper me estudió por unos segundos sin revelar absolutamente ninguna emoción en su rostro.
-Tienes una gran imaginación, Isabella – Dijo haciendo ademán de pararse, pero yo me aferré a su pierna y él concedió y se mantuvo en su lugar.
-Jasper, yo… Yo entiendo, y lo siento si me equivoco y lo que quieres es evitarme porque no te agrado o porque para ti no soy más que un snack parlante, pero si es que yo tengo razón… Si me evitas para no apegarte a mí… sería una pena echar por la borda la posibilidad de una bonita amistad sólo por temor a lo que pueda pasar años más adelante… Nadie tiene el futuro comprado, nadie sabe qué le depara el destino… Bueno, salvo por Alice, pero ni eso está escrito en piedra… Lo que digo es… Estoy aquí, si algún día te aburres de jugar con Emmett o de leer esas tediosas crónicas de combate, o de huir… - Me forcé a tragar a pesar de que sentía mi boca un poco seca. Nunca le había hablado tanto a Jasper, y menos cosas del calibre de lo que le estaba diciendo.
Y entonces se me ocurrió… Jasper me estaba manipulando!
-Grandísimo idiota! – Le dije lanzándole un puñado de ropa de la cesta de la ropa sucia. Uno de mis sostenes quedó colgando de su cabeza.
-Qué? Qué te pasa? – Preguntó tan asombrado que ni siquiera se removió las calcetas sucias que colgaban de sus hombros.
-Me estabas manipulando! Me estabas manipulando para hacerme decir todo esto! No puedo creer que haya confiado en ti! – Dije apuntándolo a la cara.
-Bella, no! – Exclamó levantando ambas manos en signo de rendición – No, te equivocas! No te manipulé, no  tengo cómo obligarte a decir nada, es solo que… Es solo que estabas tan nerviosa que pensé que te  vendría bien un poco de valor!
-Me manipulaste! – Acusé ofendida.
-Necesitaba saber lo que sentías, la mayor parte del tiempo eres hermética como una ostra, y no tenemos tiempo para  usar métodos humanos como emborracharte… - Dijo sin mostrarse arrepentido.
-De qué hablas? – Pregunté más curiosa que molesta.
-Hablo de que cada vez eres más difícil de leer… Es como si… El escudo que mantiene a Edward fuera de tu mente también está comenzando a repeler mi don para sentirte. Cuando estás con la guardia baja puedo afectarte, pero con mucho más esfuerzo que lo normal – Dijo girándose hasta quedar sentado a mi lado, a menos de un metro de distancia.
-Y para qué quieres sentirme? – Pregunté en un susurro.
-Cuándo regresan? – Preguntó a su vez.
-Mañana por la madrugada – Respondí.
-Dónde están? Cuándo se fueron? – Insistió.
-Fueron de cacería a algún lugar que le gusta a Emmett, hacia el norte, se fueron ayer al anochecer… - Dije. Ya no era divertido esconder información – Por qué estás aquí? – Pregunté a mi vez – Volviste antes de lo previsto? – Seguro la familia no me habría dejado sola si supieran que él estaría rondando…
-Sí, volví antes, fue una decisión espontánea - Afirmó – Alice no me puede haber visto hasta que fue demasiado tarde para detenerme, si es que me vio – Agregó.
-Jasper, qué está pasando? Por qué tu familia no te dijo nada? Por qué tu esposa no te dijo nada?
-Se suponía que regresaría en dos semanas más… – Respondió.
-Pero volviste antes… - Insistí - Por qué?
-No podía… No… - Sacudió la cabeza, no sé si frustrado o angustiado, y no dijo más.
-Qué? Qué es lo que no podías hacer? Tú lo puedes todo! Eres el hombre más fuerte que conozco! – Exclamé.
-No podía estar separado… - Murmuró, sonando tan distinto al hombre confiado y un poquito fanfarrón de siempre, que levanté la mirada para saber si me estaba hablando en serio o no.
-Ah… Alice… Extrañabas a Alice… - Susurré decepcionada. Las palabras dejaron un sabor amargo en mi boca… Pero qué esperaba? Ella era su esposa, su compañera…
-No Isabella – Dijo tomando mis brazos con sus manos y acercándome a él – Es a ti, a ti, te extrañaba a ti. Me fui por ti y regresé por ti.
Lo miré pestañeando furiosamente, sin poder creer lo que me estaba diciendo. Si es que me estaba tomando el pelo era una broma tremendamente cruel…
-Qué estás diciendo? – Susurré.
-Digo que tengo sentimientos muy complejos hacia ti, digo que me estás enloqueciendo, digo que paso lo días escapando de tu presencia para no lanzarme sobre ti como un animal… Pensé que tenía dominado mi lado más salvaje Isabella, pero no es así… - Dijo sonando desesperado.
-Es por eso que los demás me dicen todo el tiempo que tú eres peligroso? Por eso es que no quieren que pase tiempo a tu lado? – Pregunté abrumada por sus revelaciones.
-No, ellos sinceramente creen que estás en peligro a mi lado, y si fueras cualquier otra persona tal vez tendrían razón, pero no contigo… A ti no  te haría daño, lo sabes, verdad? – Preguntó estudiándome con atención, como si mi respuesta lo significara todo.
-Lo sé – Respondí con toda honestidad – Pero Jasper… Por qué no estabas en contacto con los otros? Cómo puede ser que no supieras que se fueron de cacería? Cómo es que no te dejaron un mensaje o algo?
-Mis amigos no son… No son lo que podríamos definir como “aprobados por la familia” – Respondió escogiendo muy bien sus palabras.
-Eso es un código para decir que no son vegetarianos, ya lo sé… – Adiviné – Y eso qué? Los raros son ustedes los Cullen, no los demás vampiros…
-Opino lo mismo – Sonrió - Especialmente considerando a esta pareja que visité… Ellos son mi familia original… - Confesó.
-Otra familia? – Pregunté abriendo los ojos como un par de huevos fritos – Alice nunca me dijo nada acerca de que tuvieran otra familia…
-Son mi familia, no la de ella – Aclaró firmemente.
-Oh, ok, no te alteres… - Dije levantando las manos – Y supongo que los demás Cullen también tienen problemas con ellos… – Afirmé.
-Mi familia original es todo lo que los Cullen no – Dijo estirando una mano hacia mí como para acariciar mi rostro, pero arrepintiéndose en el último momento, se conformó enrollando un dedo en la punta de mi largo cabello – Son guerreros veteranos, se alimentan de sangre humana y nunca han tratado de integrarse a la sociedad humana, porque son nómades. Por eso ni aunque Alice o Carlisle me hubieran dejado un mensaje lo habría recibido. En el bosque no hay lugar para cargar las baterías del teléfono.
-No van a estar muy contentos de que hayas regresado mientras ellos no están… - Murmuré frunciendo el ceño.
-No puedo decir que me importe – Se encogió de hombros – Fue una casualidad, pero prefiero pensar que fue el destino.
-Qué… Qué quieres Jasper? – Pregunté incómoda. Esto era lo más emocionante que me había sucedido jamás, pero lo que para mí era una montaña rusa de emociones para él podía ser simplemente una forma de pasar el tiempo hasta que regresara su esposa.
-Creo que tú sabes bien lo que quiero, Isabella – Respondió muy serio.
-No… - Balbuceé mirando mis manos retorcerse en mi regazo.
-Mírame! – Exclamó levantando delicadamente mi barbilla con sus dedos.
Obedecí. Sus ojos estaban casi completamente negros, pero no me asustó… O al menos no me asustó que me hiciera daño… Sus ojos mostraban un hambre completamente diferente.
-Qué quieres? – Susurré.
-A ti – Respondió.
-No… No juegues conmigo… - Rogué débilmente.
-Te quiero a ti – Dijo en voz baja pero firmemente – Estoy aburrido de luchar y de esperar, te quiero y te voy a tomar de una buena vez…
-No, no lo harías – Dije tratando de convencernos a ambos – No me forzarías, no me harías daño…
-No, ya te dije que no te voy a hacer daño – Negó con la cabeza y acercó su nariz a mi cuello. Me estremecí aunque no me estaba tocando… La acción era peligrosa y sensual, y no hice nada por evitarla.
-Jasper… No juegues conmigo… - Repetí – Alice regresará mañana, y si no puedes esperar hasta entonces estoy segura de que puedes encontrar una fila de mujeres dispuestas a complacerte.
-No quiero a cualquier mujer, y mucho menos deseo a Alice – Afirmó casi rozando su nariz a la mía – Es que no has escuchado nada de lo que te digo? Te quiero a ti Isabella!
-Y una vez que me hayas tenido, qué? Me devolverás a mi novio? Seguiríamos siendo cuñados como si no hubiera pasado nada? No! No pienso convertirme en ese tipo de mujer… Soy humana, pero eso no significa que puedas hacer de mí lo que se te ocurra! – Dije ofendida, luchando contra la niebla de incredulidad, amor y lujuria que oscurecía mi cerebro.
-Crees que te digo esto porque eres la única chica a la mano? Por favor Isabella! Dame más crédito, no soy un imbécil! Si quisiera simplemente desfogarme iría con alguien como esa tal Jessica o esa otra chica, la rubia con el corte de cabello tan raro… Lauren creo que se llama… Cuando digo que te quiero no me refiero a que te deseo (aunque si lo hago), sino a que en algún momento durante los últimos meses me enamoré de ti, y que simplemente estoy contento de por fin encontrarte a solas para poder decirte lo que siento…
-Pero Alice… - Dije anonadada. Nunca esperé escuchar esas palabras salir de su boca… Nunca en ninguno de mis escenarios inventados llegué a soñar con una confesión semejante.
-Alice nada. Si tú sientes lo mismo que yo, todo lo que hubo y hay entre Alice y yo se acaba mañana – Dijo sin dar pie a negativas de mi parte.
-Es tu esposa – Dije absurdamente, señalando lo obvio – Es que no la amas?
-Tú y yo tenemos tanto que hablar… - Suspiró – Lo de Alice y yo siempre ha sido una unión por conveniencia – Dijo encogiéndose de hombros – Yo fui lo primero que ella vio al despertar en esta vida, y supo que me necesitaba para llegar a los Cullen… Me buscó con sus visiones hasta que me encontró en un momento en el que yo estaba extremadamente vulnerable y la necesitaba para salir del infierno en el que vivía… Somos buenos amigos,  y  en algún momento tratamos sin éxito de ser una pareja de verdad,  pero lo cierto es que ya cumplimos con nuestro tiempo…
-Pero ella… Ella siempre habla de tu encuentro con ella como una obra del destino, algo mágico y romántico… - Argumenté débilmente.
-Para ella todo es obra del destino porque ella lo maneja a voluntad, pero el encontrarnos y usarnos mutuamente como muletas emocionales difícilmente es un acto romántico – Rodó los ojos – No importa lo que te pueda parecer, hay pocas personas más pragmáticas que Alice, que es capaz de afectar el futuro con sus meras intensiones y sin dar cuenta a nadie.
-Y… Y Edward? Qué hay de él? No te importa? – Pregunté aún en mi papel de abogado del diablo.
-Lo único que verdaderamente me importa es lo que pienses tú – Respondió – No estoy jugando Isabella, he perdido demasiado tiempo en mi vida haciendo lo que se esperaba de mí, primero como hijo de una madre viuda, después como soldado confederado y posteriormente como general de cientos de tropas en las Guerras del Sur… Y los últimos años no han sido mucho mejores, tratando de acomodarme al estilo de vida de los Cullen cuando es obvio que no encajo. Esme aún me teme y se estremece ante la vista de mis cicatrices, y Edward me desprecia profundamente por lo que fui – Dijo amargamente.
-No, estoy segura de que eso no puede ser cierto! – Dije y cerré la boca sabiendo que probablemente lo era… Edward siempre se refería a Jasper como “el eslabón más débil”, y hablaba de él con un aire de superioridad que nunca entendí… Cómo podía juzgar Edward a Jasper si él mismo pasó por un período de más de una década de “justiciero” actuando de juez y verdugo, asesinando simplemente porque podía… Yo nunca lo juzgué, pero frente a Jasper me dio rabia que él juzgara a los demás, especialmente a gente para quienes todo resultaba mucho más difícil al provenir de pasados violentos sin la guía de un padre como Carlisle.
-Lo es, y lo sabes – Sonrió – Isabella – Dijo poniéndose serio de pronto – Yo abrí mi corazón y te dije todo lo que tenía que decir… Llegó la hora de que me largue y busque una nueva vida… Si sientes lo mismo que yo, quiero que seas honesta y valiente, y que vengas conmigo. Te prometo que no voy a apresurar las cosas, te juro que respetaré tu decisión de mantenerte humana si es lo que deseas, pero quiero que sepas que te quiero para siempre… Si algo conozco son las emociones, y esto que siento no se va a extinguir… - Sus ojos brillaban con la agitación que expresaban, ansioso por mi respuesta… Supongo que yo seguía bloqueándolo si es que él no sabía ya que me moría por él.
 -Mañana… Es mi cumpleaños – Susurré sin poder dejar de mirarlo a los ojos.
-Lo sé – Respondió en el mismo tono.
-Cuando tenga dieciocho puedo hacer lo que quiera… Me puedo largar y nadie me podría arrastrar de vuelta… - Agregué.
-Yo jamás permitiría que nadie te arrastrara a ninguna parte – Dijo él comprendiendo hacia dónde iban mis pensamientos.
-Jasper tú… Tú lo sabes, verdad? – Pregunté.
-Qué? – Preguntó – Qué es lo que debería saber?
-Quetequiero – Mascullé enrojeciendo hasta la raíz del pelo.
-Repítelo – Me exigió poniéndome de pie, tomándome firmemente de la cintura y pegando mi cuerpo al suyo… Me sentí insignificante ante la pura superioridad física de este hombre… Porque sí, Jasper era un hombre, no un niño, lo que era evidente en su postura, sus gestos y su contextura.
-Te quiero – Murmuré muy bajito, pero obligándome a encontrar sus ojos – Te quiero, y me ha matado el tratar de esconderlo, y especialmente el tener que obligarme a seguir con Edward para poder verte, aunque sea a lo lejos… Suena horrible, soy una persona horrible… – Dije avergonzada – Pero te quiero…
Haciendo un esfuerzo consciente traté de bajar mis barreras emocionales para dejarlo saborear mis sentimientos.
Eso fue todo lo que Jasper necesitó escuchar antes de lanzarse en picada contra mi boca, en un beso tan apasionado que las piernas dejaron de responderme y casi caigo desmayada. Sus labios y su lengua no me dieron tregua, feroces, hambrientos, radicalmente distintos a los dulces roces de  Edward… Seguramente mi boca estaría amoratada al día siguiente, seguramente las huellas de sus manos se imprimirían en mi piel, pero nada importaba porque la euforia era demasiado grande y mi corazón parecía que en cualquier momento explotaría de felicidad.
-Te siento – Jadeó contra mi boca – Te siento, me estás dejando entrar…
-Hice algo mal? – Pregunté mortificada pensando que en cualquier momento Jasper notaría mi falta de experiencia y me mandaría al demonio.
-Mal? – Preguntó extrañado pero sin detener las caricias circulares de sus dedos en mi costado.
-No… No quiero decepcionarte… Edward es mi primer novio, y tú ves… Él casi ni me toca… - Dije a punto de echarme a llorar.
-Isabella… Isabella mírame – Me ordenó y yo obedecí como hipnotizada. A pesar de la situación me parecía extrañamente erótico que se atreviera a tomar el control total, a demandar sin miedo a dañar mis delicadas sensibilidades femeninas.
Lo miré.
-Me refería a tus emociones – Dijo suavizando el tono – Nunca antes las habías desatado de forma tan libre, son una droga…
-Droga?
-Droga – Afirmó – Tus sentimientos son tan… Complejos e intensos, tu rango emocional es tan amplio… No las enmascares más… Bella, nadie ha sentido por mí lo que tú me dejaste saborear en unos pocos segundos…
-Me dejarías… Sentir lo que sientes tú? – Pregunté envalentonada.
Jasper sonrió. La primera sonrisa verdadera y completa que vi en su rostro. Pero antes de rendirme a la maravilla, me atacaron oleada tras oleada del amor más intenso, de pasión, de admiración, de añoranza y lujuria, todo mezclado conformando un mix irresistible.
Me aferré a él temiendo nuevamente caer sobre mi  trasero, tan inestable me sentía, y él me tomó en sus brazos y me depositó en la cama, recostándose a mi lado.
-… Verdad? – Preguntó. Había estado hablándome pero yo no le estaba prestando atención a sus palabras.
-Ugh? – Mascullé.
-Esto… Lo que siento por ti, lo que tú sientes por mí… Quiere esto decir que quieres estar conmigo? Que nos marcharemos juntos? – Preguntó luciendo más vulnerable que nunca, como si con una sola palabra pudiera derrumbar su mundo.
Lo miré y acuné su mejilla con la palma de mi mano.
-Sí.
-Sí? Nos vamos? – Preguntó incrédulo.
-Nos vamos – Asentí sintiendo ganas de reír y gritarlo a los cuatro vientos: Jasper es mío y nos vamos a largar de aquí dejándolo todo atrás, y vamos a ser felices por siempre, sí! Seré valiente y tomaré exactamente lo que deseo, a cierto vaquero rubio que arrastra sensualmente las vocales al hablar…
Lo que vino después… Lo que vino después fue un caos de besos y caricias en el que lo único que pude aportar fueron mi lujuria y mis ganas de aprender. Nos besamos como si el mundo se fuera a acabar, nos acariciamos por horas descubriendo nuestros cuerpos, quitándonos una a una nuestras prendas hasta que quedamos él en unos bóxer azul marino y yo en unas ridículas bragas amarillas que tenían escrito en el trasero, en grandes letras negras, “Muérdeme!”.
Y Jasper al leer las instrucciones de mi ropa interior, obedeció y lo hizo… Me giró sobre mi estómago y me inmovilizó para morderme las nalgas sin llegar a perforar la piel, haciéndome luchar, patalear y llorar de risa en el proceso.
Jasper exploró mi cuerpo y realizó un inventario de cada peca y de cada cicatriz, y luego se quedó muy quieto cuando quise hacer lo mismo con el suyo. Estaba incómodo, lo sentí de inmediato, y pronto descubrí por qué…
Si miraba de cerca y bajo la luz  adecuada, podía distinguir cientos, tal vez miles de finas cicatrices delineadas en plateado, como la mía… Jasper había sido el sobreviviente en cada una de estas batallas, probablemente había matado con sus propias manos a cada vampiro que osó enfrentársele… Y aquello no me causó más que un enorme orgullo, no  el temor que él parecía esperar.
-Te quiero – Susurré escalando su cuerpo hasta llegar a su oído.
-Te quiero – Me abrazó.
-Estoy orgullosa de ti – Agregué.
-Orgullosa? – Preguntó incrédulo.
-Sí, orgullosa, de que hayas hecho lo que tenías que hacer para llegar a mí. Cada marca es una victoria para llegar a este punto Jasper, y así es como quiero que lo veas - Dije besando su mejilla y acurrucándome para descansar mi rostro contra su cuello.
-No te produce repulsión? Miedo? Horror? – Insistió – Cuando seas vampiro se van a notar más…
-Jasper, eres el hombre más guapo que conozco, pero no es por eso que me gustas, y el ver o no tus cicatrices es intrascendente para mí… No quiero que sientas que debes esconderte de mí… Quiero decir… Ok, no eres “perfecto”, y qué? Obviamente yo tampoco lo soy, y si los demás tienen un problema con eso, mala suerte, que se jodan!
-Dilo otra vez – Dijo cambiando súbitamente de humor y girándonos hasta quedar sobre mí y con mis muñecas sujetas en una de sus manos, sobre mi cabeza. Su otra mano se deslizó desde mi nalga hasta mi rodilla y subió mi pierna hasta rodear sus caderas, las que rotó para presionar mi sexo.
-Mmmmmh… - Gemí cerrando los ojos. Oh, se sentía delicioso!
-Dilo otra vez – Dijo amenazador, restregando su erección contra mi clítoris.
-Mmmmmmh, qué? Qué quieres que te diga? – Balbuceé.
-Lo último que  dijiste – Respondió tomando uno de mis pezones entre sus labios.
-Eeeeeh… - Dije tratando de recordar qué demonios era.
-Dilo! – Demandó chupando más fuerte y haciéndome arquear a espalda de placer.
-Que se jodan! – Exclamé – Que se jodan!
-Exactamente – Dijo – Que se vayan todos a la mierda, tú vas a ser mi mujer.
-Sí… Sí… Tuya… - Jadeé.
-Dime cuando quieras que me detenga – Dijo repartiendo dulces besitos que apenas eran más que un roce, sobre mi piel hipersensible.
-Nunca… - Dije mirándolo para que se diera cuenta de que hablaba en serio – Pero debes saber… Estás bien alimentado? – Pregunté insegura.
-Puedes ver en mis ojos que lo estoy – Respondió estudiándome – Crees que te voy a hacer daño? Porque no es así… - Dijo soltando mis muñecas.
-No, no! – Exclamé - Jas… Esta es mi primera vez… Nunca nadie… Y podría llegar a sangrar… - Traté de decir en forma madura y adulta, como si no fuera tremendamente vergonzoso el llegar a los dieciocho años completamente inmaculada.
-Virgen? – Preguntó incrédulo – Eres virgen?
-Sí, ya te dije que nunca había tenido un novio… – Dije de forma casi inaudible.
Jasper lanzó una carcajada y hundió su rostro en mi cabello.
-Suéltame! – Exclamé empujándolo, mortificada – Me voy en este momento a casa de Mike Newton o Tyler Crowley a solucionar el problema, y a ver si te parece tan gracioso entonces!
La carcajada se transformó en un gruñido aterrador y me vi presionada bajo su cuerpo una vez más.
-Tú no vas a ninguna parte – Dijo haciéndome vibrar – Tú eres mía.
-Y sin embargo te burlas de mi falta de experiencia – Dije picada.
-Estoy feliz por tu falta de experiencia – Me corrigió y me besó de lleno en la boca.
-Bestia! – Dije cuando emergí a tomar aire.
-Tu bestia – Aclaró besando mi mejilla.
-Mío… - Sonreí un poco – De verdad está pasando todo esto? No es otro sueño del que me voy a despertar llorando porque no es verdad?
-Todo es cierto, y si de mí depende tú no vas a volver a llorar, nunca más… - Prometió.
-Jasper… Estás bien alimentado? – Pregunté otra vez después de unos segundos de caricias silenciosas.
-Quieres decir…? Ahora?
Asentí.
-Te amo Isabella, pero tienes que saber que una vez que lo hagamos ya no hay vuelta atrás – Dijo juntando su nariz con la mía – Si te reclamo es para siempre, no estoy jugando.
-Lo sé, Jas, te amo, no me hagas esperar más… Te necesito… - Dije. Una vez declarados mis sentimientos no era difícil decirlo una y otra vez.
Y en un momento, todo cambió. Todo se volvió más nítido e intenso, como si hubiera adquirido algún tipo de percepción extra sensorial… O de lo contrario no me explico cómo es posible que recuerde cada mínimo detalle de lo ocurrido, desde la canción que tocaba la estación de música country que Jasper había elegido (“The Gambler”, de Kenny Rogers) hasta la presión exacta que sus manos ejercieron contra mi piel en cada una de sus caricias.
Recuerdo sus palabras susurradas en mi oído… Algunas dulces y otras francamente indecentes.
Recuerdo cada uno de sus besos… Apasionados, juguetones, enloquecedores, nunca suficientes para apagar mi sed de él…
Recuerdo su respiración agitada contra mi cuello.
Recuerdo el indescriptible placer que me regaló.
Y recuerdo que esa tarde, por primera vez, fui inmensamente feliz.

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