Mensaje telegráfico: Nuevo
fic. James/Bella. No
me pude resistir. Lo siento. Debo terminar “En Silencio”
antes de Julio. No se preocupen. Espero que les interese esta idea. No dejen de
contarme qué les pareció. Se les quiere. Stop.
&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&
“El Tiempo En Una Botella”
Capítulo 1
If I could save time in a bottle
The first thing that I'd like to do
Is to save every day till eternity passes away
Just to spend them with you
If I could make days last forever
If words could make wishes come true
I'd save every day like a treasure and then
Again, I would spend them with you
The first thing that I'd like to do
Is to save every day till eternity passes away
Just to spend them with you
If I could make days last forever
If words could make wishes come true
I'd save every day like a treasure and then
Again, I would spend them with you
Time in a Bottle / Jim Croce
Bella POV
Si debiera
marcar con el dedo el principio del fin, sin duda señalaría que todo empeoró después
de los acontecimientos sucedidos en Phoenix, ya que después de regresar a Forks
nada volvió a ser igual entre Edward y
yo.
Nuestra
naciente relación tenía sólo un día de vida cuando aquellos tres nómades nos
enfrentaron, y yo me vi forzada a escapar con Alice y Jasper (a quien yo apenas
conocía y quien evidentemente batallaba con la terrible sed que yo le
provocaba), mientras los demás Cullens trataban de acabar con la amenaza.
Nunca
entendí ni nadie me explicó realmente el por qué Edward no se fue conmigo en
lugar de dejar que Jasper, que según he escuchado es un experimentado soldado,
se hiciera cargo del asunto.
A mí me
parecía que las tareas no estaban bien distribuidas, ya que quién podría llegar
a imaginar a la dulce Esme enfrentándose con El Cazador o con la salvaje que
era su pareja?
Pero yo era
la chica nueva, peor aún, la humana, por lo tanto nadie pidió mi opinión. Las
decisiones fueron tomadas y las medidas adoptadas, y a mí no me quedó más que
acatar.
Forzando mi
mente, es realmente poco lo que recuerdo del viaje, ya que todo parece envuelto
en una bruma de sedación emocional generada por Jasper, que simplemente no
soportaba mi tumulto interior. Es por eso que sólo tengo algunos escasos
flashazos de lo que sucedió en el auto y el motel, ya que la sedación emocional
dio paso a la sedación física y me tuvieron durmiendo por interminables horas
para no tener que lidiar conmigo.
Y no crean
que me estoy quejando! Los entiendo, de verdad… Ellos en ese entonces no me
conocían demasiado, no éramos amigos realmente, y no sólo se estaba arriesgando
toda su familia para protegerme, sino que el hecho de ser humana significaba
que estar a mi alrededor era una lucha interminable por mantener el
autocontrol, algo que debido a mi cercanía les era literalmente doloroso.
Alice
parecía batallar menos con sus instintos, y aunque a veces al mirarme sus ojos
se oscurecían un poco, su disciplina era notable… Pero el pobre Jasper en
cambio, estaba siempre tenso como las cuerdas de un violín. Un predador listo
para saltar a la primera provocación.
Y
eventualmente vino el llamado del Cazador.
Él tendió la
trampa y yo caí.
Por algún
milagro logré escapar de mis cuidadores.
Me dirigí al
Estudio de Ballet.
El Cazador
me torturó en busca de una reacción por parte de Edward.
Los Cullen
aparecieron.
El Cazador
me mordió.
Los Cullen
atacaron.
El Cazador
murió.
Edward
succionó el veneno.
Yo milagrosamente
sobreviví.
Y pasé meses
en terapia física recuperando la movilidad de mi pierna, tiempo durante el cual
fui forjando relaciones de cordialidad y amistad con varios miembros de la
familia de Edward, que lentamente se abrieron a mí, pero por alguna razón que
no llegué a dilucidar, mi relación con Edward es la única que no evolucionó….
Es la única que se quedó estancada.
Si bien es
cierto que Edward se mantuvo a mi alrededor, nunca más bajó la guardia, y muchas
veces en que se encontraba en mi presencia lo vi enfocarse en un punto distante
como si se encontrara en animación suspendida, su cuerpo a mi lado, pero su
mente en otro lugar.
oooOooo
Con el paso
de los días y al ver que la situación no mejoraba pese a mis mejores esfuerzos,
me encontré constantemente variando entre sentirme confundida, triste, o
desesperada… Qué estaba sucediendo? Obviamente yo no tenía experiencia en
asuntos del corazón, pero mi relación con mi novio era forzada, no se sentía normal,
más allá del asunto vampiro/humano.
Yo lo amaba,
o eso creía, pero al mirar a mi alrededor y comparar mi relación con la de
otras parejas, me daba cuenta de que a la mía le faltaban elementos clave, un
“nosequé” que me hacía sentir defectuosa, inadecuada…
Era como si…
Como si todos los demás parecieran divertirse más… Como si una relación amorosa
fuera más que meras miradas penetrantes y terribles luchas internas por ganar
autocontrol… Como si la risa fuera
parte de la ecuación…
Edward y yo
rara vez reíamos o bromeábamos. De hecho no recordaba haberlo visto reír
libremente jamás! La nuestra era una relación intensa, más cercana a un
thriller psicológico que a una comedia romántica.
Lo cierto es
que no me di cuenta de qué tan extraña era mi relación con Edward hasta que comencé
a ver a Jacob.
oooOooo
Fue un
domingo cualquiera durante el verano, cuando mi pierna se encontraba casi
recuperada… Los Cullen se fueron a cazar y Charlie y yo fuimos a La Reserva.
Al llegar y
luego de saludar a Billy tomé mi toalla y me dirigí a la playa semi desierta,
decidida a adquirir un poco de color bajo el sol, así es que me recosté de
panza en la arena, me quité mi solera y abrí mi raído libro, sumiéndome en la
terrible narración de “A Sangre Fría”, de Truman Capote. A Edward no le gustaba
que leyera libros como este, que aparentemente me provocan pesadillas (aunque
no me consta), por lo que aprovechaba de leer lo que quería cuando él no podía
verme.
Aunque no
llegué a leer demasiado… No había terminado una página cuando un frisbee voló a
centímetros de mi frente, y aterrizó a mi lado.
-Ups! Lo
siento! – Gritó un chico a lo lejos.
-Bella? Eres
tú? – Preguntó alguien con un vozarrón. Marqué
la página, levanté la cabeza, y luego la levanté un poco más. El tipo
era un gigante, enorme, sonriente y
musculoso.
-Jacob? – Me
senté tratando de reconciliar la imagen de mi flacucho amigo de infancia con
esta mole.
-Bella! Qué
haces aquí? Por qué no me avisaste que venías? – Preguntó poniéndome de pie sin
ningún esfuerzo, y abrazándome como si aún fuéramos grandes amigos.
-Último
minuto – Mascullé contra su pecho desnudo, un poco incómoda por la intimidad y
cercanía, a la que no estaba acostumbrada, con nadie.
-No me vas a
presentar? – Preguntó otro chico, sonriente y mirándome sin disimulo.
-Quil, esta
es Bella, la hija de Charlie, Bella, este es Quil Ateara, tal vez lo recuerdes,
alguna vez jugó con nosotros cuando éramos pequeños…. – Dijo Jacob sin mucho
entusiasmo – Y ese que de ahí es Embry Call – Apuntó a otro chico que se
mantenía un poco alejado y mirando al suelo. Tal vez era tímido.
Me pareció
adorable.
-Hola – Los
saludé con una seña general – Sí, los recuerdo a ambos, aunque han cambiado un
montón, es que los alimentan con extracto de somatotropina?
-Qué es eso?
– Preguntó Quil arrugando la nariz.
-La hormona
de crecimiento – Sonreí – Tengo un examen de ciencias el lunes – Expliqué.
-Nah, son sólo
buenos genes – Dijo Jacob fanfarroneando, y Quil asintió y Embry pareció
encogerse y retraerse aún más.
-Quieres
jugar con nosotros? – Preguntó Quil.
-Gracias,
pero no, no soy muy buena en deportes, así es que prefiero no arriesgarme ni a
mí ni a ustedes. Voy a tratar de broncearme un poco – Respondí reacomodándome
en mi toalla.
-Buena idea,
yo también me siento un poco paliducho – Dijo Jacob deslizándose hasta quedar
recostado a mi lado, sobre la arena.
Miré su
hermoso rostro moreno y no pude evitar sonreír. Su tono de piel acaramelado era
envidiable, y era obvio que no necesitaba cultivarlo exponiéndose a rayos
cancerígenos.
Jacob y yo
nos quedamos lado a lado en cómodo silencio, yo leyendo y él dormitando. Era
tan fácil estar a su lado, tan simple el compartir mi espacio sin tensiones ni
expectativas… Sonreí y me giré sobre mi espalda para broncearme de frente.
Quil y Embry
jugaron un rato más con el frisbee hasta que se eventualmente aburrieron y se
nos unieron en la arena, y luego de conversar un rato de todo y nada, decidimos
ir a comer algo a una cafetería cercana.
Desde ese
día en adelante las cosas gradual pero irrevocablemente fueron cambiando. En
primer lugar, Edward estaba furioso por mi visita a La Push, ya que al parecer había
desaparecido intermitentemente del radar de Alice. Creo que tampoco le gustó
que mis nuevos amigos fueran chicos de mi edad, pero por una vez me puse firme
y me reusé a renunciar a ellos sin un buen motivo. Como Edward no me dio
ninguno, seguí yendo a La Push cada fin de semana con Charlie, y hablando por
teléfono al menos dos o tres veces por semana con Jake y una o dos con Quil.
Embry siguió siendo el más tímido y retraído, pero de a poco se fue relajando
en mi presencia, hasta que eventualmente llegamos al punto en el que se sintió
lo bastante cómodo como para llamarme simplemente para conversar.
oooOooo
-No veo por
qué tengo que ir yo también – Me quejé con un puchero, apretujándome junto a
Embry en el asiento trasero del pequeño auto de Jake.
-Porque la
última vez que la visité ella me dijo específicamente que te quiere conocer –
Dijo Quil desde el asiento del copiloto – Y si Aponi dice que te quiere
conocer, tú asientes y preguntas cuándo le conviene.
Jacob y
Embry asintieron gravemente. Aparentemente la bisabuela de Quil era una anciana
de temer.
-Cómo es que
ella sabe siquiera quién soy yo? – Pregunté.
-Le deben
haber llegado rumores – Dijo Embry calladamente.
-No son
muchas las chicas albinas que se pasean por La Reserva del brazo de galanes
como nosotros – Dijo Jake mirándome por el espejo retrovisor.
-Albina tu
abuela! – Le dije sacando la lengua – Mi piel está tomando un tono dorado
fascinante – Dije levantando un brazo para mostrarles que efectivamente ya no
estaba tan pálida, cosa que curiosamente, tampoco le gustaba a Edward, aunque
sí a Emmett, que decía que podía oler el sol en mi piel.
Los chicos
se rieron y no comentaron más sobre mi
colorido.
El viaje
duró unas pocas horas, y paramos a medio camino para ir al baño, abastecernos
de bencina, y comida chatarra.
Cerca del
medio día llegamos a la Reservación Macah.
Cruzamos la
Reservación a lo largo hasta que parecía que no había nada más que árboles por
todos lados, pero con las instrucciones precisas de Quil, llegamos a una
pequeña cabaña que parecía tan vieja que se confundía con el agreste paisaje.
-Aponi? –
Gritó Quil- Aponi, ya llegamos! – Dijo bajándose del asiento del pasajero y
acercándose a la puerta de entrada.
La puerta se
abrió antes de que alcanzara a golpear, y él se abalanzó a abrazar a la pequeña
figura frente a él.
Cuando la
soltó pude distinguir a una señora muy anciana, que debe haber medido un metro y medio más o menos, vestida
a la usanza tradicional, y que tenía tal aire de dignidad que era realmente
imposible calcular su edad. Podía tener cualquier edad entre los 85 y 125 años…
Aunque si verdaderamente esta era la madre del Viejo Quil, debe haber tenido
como 150 años a lo menos…!
-Mira Aponi,
te acuerdas de Jacob? El hijo de Billy Black? – Preguntó Quil. Ella asintió y sonrió
cuando Jake se le acercó y en vez de darle la mano la abrazó como si fuera su
propio nieto.
-Billy le
manda saludos y una hielera llena de salmón ahumado – Le dijo Jacob cariñosamente,
besando su arrugada mejilla.
-Y ese es
Embry – Dijo Quil señalando a su otro amigo. Embry fue más tradicionalista y
tomó respetuosamente la mano de la anciana entre las dos suyas, e hizo un gesto
de asentimiento con la cabeza.
La anciana
volvió a sonreír.
-Y por
último, esta es Bella Swan, nuestra amiga, hija del Jefe de Policía de Forks –
Dijo Quil.
-Encantada
de conocerla – Dije aguantándome las ganas de hacer una reverencia. Era casi
como conocer a la realeza, su aire de autoridad y tranquila dignidad hacía que
quisiera instintivamente postrarme ante ella.
-Déjame
verte, querida – Dijo hablando por primera vez, con la voz un poco temblorosa
como por falta de uso, estirando las manos para tomar mi rostro. Yo me agaché
un poco para facilitarle la tarea, y ella me estudió con detenimiento – Eres
una chica bonita, muy bonita – Comentó por fin peinando un mechón de mi cabello
que se había escapado de mi coleta – Pero tal como imaginaba, tu camino está completamente
torcido – Dijo decepcionada sacudiendo la cabeza.
-Qué
significa eso? – Pregunté sin saber qué pensar, mirándola primero a ella y
luego a los chicos. Ellos lucieron tan confundidos como yo.
-Más tarde –
Respondió haciéndonos una seña para que entráramos a su casa. La cabaña estaba
en semi penumbras y el punto focal del espacio era un gran fogón al centro. No
había más decoración que algunos tejidos tradicionales, y había estantes
cubriendo cada pared. No me extrañó que el lugar no contara con luz eléctrica,
a pesar de que el resto de La Tribu contaba con todas las comodidades modernas.
Nos sentamos
en unos cojines cerca del fuego y Quil ayudó a su abuela a servir la comida que
se calentaba en una olla en el fogón.
Almorzamos
en medio de la cháchara incesante de Quil y Jacob que eran incapaces de
soportar lapsus de silencio, y Embry y yo nos limitamos a escuchar y absorber
cuanto pudimos.
Aponi era la
viuda del antiguo Jefe de La Tribu y la madre del actual, pero era además una conocida
sanadora, por lo que su estatus entre los Macah era importantísimo. Además de
ser muy talentosa, era una testigo presencial de muchos de los hitos históricos
de su gente, por lo que era una especie de celebridad local que había aparecido
varias veces en la tele y hasta en un par de documentales.
Cuando
terminamos de comer, Aponi dijo a Quil bruscamente
-Vete a ver
a tu abuelo.
-Ok… - Dijo
él un poco desconcertado – Déjame lavar los platos antes de irnos, quieres que
regresemos a despedirnos?
-Váyanse
ahora, déjenme hablar con Bella en paz – Dijo haciendo un gesto para que se
largaran – Ella puede lavar los platos.
Ok, me
encogí de hombros. Por supuesto que no me importaba lavar los platos, pero sí
me asustaba un poco estar a solas con esa anciana.
Los chicos
me miraron como preguntándome si estaba bien conmigo y yo asentí sin saber qué
alternativa tenía. Ellos prometieron regresar en un par de horas y yo los vi
partir con un nudo formándose lentamente en mi estómago.
Me puse a
trabajar en silencio y Aponi se sentó a fumar de una larga pipa. Cómo era
posible que esa anciana fumara tabaco sin filtro y no estuviera muerta o con
enfisema? No lo sé, pero fumó un buen rato, hasta que todo estuvo limpio y
ordenado.
-Siéntate –
Me señaló el cojín frente a ella al otro lado del fogón, mientras ella
escarbaba en un pequeño baúl de madera.
Obedecí.
-Tienes
alguna idea de por qué te mandé a llamar? – Preguntó recargando su pipa. El
aroma del tabaco me estaba mareando, y eso sumado a la falta de ventilación de
la cabaña me tenía un poco descompuesta.
-No señora –
Respondí tratando de ser respetuosa. Llamarla por su primer nombre me pareció descortés
de mi parte.
-Aponi, dime
Aponi como todos los demás – Dijo.
-Qué
significa su nombre? – Pregunté tratando de cambiar de tema.
-Mariposa –
Dijo simplemente – Ahora, no te distraigas, que no tenemos demasiado tiempo –
Dijo.
-Ok, lo
siento – Asentí.
-Desde muy
pequeña he tenido un don, una sensibilidad especial que me ha permitido
desempeñar los distintos roles que he debido representar – Dijo – Es algo
intangible, pero no menos real… Comprendes? – Levantó una ceja, como retándome
a decir que yo no creía en fenómenos de ese tipo.
-Sí… Aponi –
Asentí. Claro que comprendía. Lo había visto cada día de mi relación con los
Cullen.
-Hace
algunos meses tuve una serie de… Visiones, por decirles de algún modo. No
estaba completamente segura de qué se trataban o de cuando se concretarían,
pero las he vuelto a tener periódicamente, cada vez más detalladas, hasta la
semana pasada, cuando Quil me contó sobre su nueva amiga Isabella, y supe que
debías ser tú… La chica en mis visiones eres tú.
Asentí, sin
saber qué decir.
-Qué es lo
que vio? – Pregunté por fin.
-Vi muchas
cosas – Dijo vagamente – Muchas cosas, pasadas, presentes y futuras, y sólo
puedo resumirlas diciéndote que tu camino se ha torcido, y que con él has
torcido el de todos los demás… -Estudió mi reacción - Serás la causante de
mucho sufrimiento Bella Swan, especialmente a aquellos a quienes más amas…
-No! Yo no
quiero eso! Nunca haría algo que dañara a mi familia o amigos… - Exclamé negando
con la cabeza, completamente convencida.
-Los eventos
se están precipitando – Continuó ignorando mi exabrupto – Y todos a tu
alrededor pagarán el precio de tu egoísmo.
-Qué puedo
hacer para evitarlo? – Pregunté. Yo tenía suficiente experiencia con lo
supernatural como para aceptar que aunque odiara admitirlo, lo que me decía
esta mujer como una posibilidad concreta. Por qué no? Mi novio era un telépata
después de todo… Un vampiro telépata.
-Ya es
demasiado tarde – Dijo tristemente – Demasiado tarde… En el curso de esta vida arriesgarás
una y otra vez a tus padres, romperás el corazón de Jacob y Embry, dividirás
las lealtades de La Tribu de La Push, y eventualmente incluso destruirás a los propios fríos que tanto amas…
-Fríos? – Murmuré sin mirarla a la cara.
Mis mejillas flamearon al sentirme descubierta.
-No
necesitas mentirme niña - Dijo con gesto severo – Ya lo he visto, y no es mi
responsabilidad el decirte cómo vivir tu vida, o con quien o con qué puedes
relacionarte, excepto que no es sólo tu vida la que se verá afectada por tus
acciones, es la de todos los que te rodean… Incluidos los inocentes habitantes
de La Push, y eso sí me compete.
-Quiere… -
Tragué para aliviar el nudo en mi garganta, pero casi me ahogué en el proceso –
Quiere que deje de ver a los muchachos? Que me aleje de La Reserva?
-No servirá
de nada, como te dije los eventos ya se han puesto en marcha y no hay cómo
detenerlos. Quil, Embry y Jacob te aman, tus vampiros te aman, tu familia te
ama, y la única bifurcación en el camino que los podía salvar a todos ya no
existe… Traerás contigo destrucción Isabella, violencia, muerte y odio.
Desatarás guerras, romperás amistades y alianzas, inocentes que ni siquiera te
conocen perecerán en tu nombre… Eres poderosa
y terrible niña, como una reencarnación de Helena de Troya…
-Oh por
dios! – Exclamé cubriendo mi boca con la mano - Qué puedo hacer? – Pregunté
aterrada – Debo… Debo morir para evitarlo?
Me pareció
que a esas alturas era lo único que podía hacer. Yo no quería destruir la vida
de quienes me rodeaban, y mucho menos que inocentes murieran por mi causa… Así
es que si mi muerte remediaba el desastre por venir, tal vez no era
descabellado considerarla… No es que quisiera
morir, de hecho yo lo único que quería era vivir para siempre con los Cullen,
pero ese era un deseo que no parecía que fuera a concretarse en un futuro
cercano, ya que Edward se negaba rotundamente a siquiera considerarlo.
-No – Negó
con la cabeza – Como te dije los eventos ya se han comenzado a desencadenar… Y
nadie estará dispuesto a simplemente dejarte morir…
-Entonces
qué puedo hacer? Aponi, estoy dispuesta a lo que sea, le juro que nunca ha sido
mi intención arruinar la vida de nadie… - Dije con lágrimas derramándose por
mis mejillas.
-Lo sé, niña,
lo sé… - Dijo más dulcemente – Es por eso que quise hablar contigo, sé que no
has actuado con mala intención, pero eso no significa que tus acciones no
tendrán consecuencias…
-Entonces…?
– Pregunté.
Me miró
intensamente por unos segundos y luego dijo
-Quiero que
tomes este cuaderno y que escribas todo lo que te ha sucedido desde que
llegaste a Forks, como si fuera un diario de vida – Me dijo estirándose para
entregarme una tosca y vieja libreta encuadernada en cuero de color chocolate
que sacó del baúl. Tenía las hojas amarillentas por el paso del tiempo – Debe
ser bien detallado, como si te estuvieras contando tu propia historia. No lo
censures, nadie más lo va a leer…
-Ok… - Dije
esperando más instrucciones.
-Cuando
hayas terminado de escribir, lo vas a estudiar. Vas a señalar los momentos
clave, y vas a determinar cual de entre ellos fue el punto en el que las cosas
pueden haber tomado un mal rumbo… Qué eventos pueden llegar a afectar tu futuro
y sobre todo, el de los demás.
Asentí.
-Cuando
hayas identificado ese acontecimiento especial,
deberás marcar la página donde está descrito pintándola con tu sangre, y luego
describir ese hecho en un pequeño trozo de papel aparte y quemar el cuaderno
por completo – Instruyó.
-Sangrar? –
Pregunté como una pusilánime. Ahí estaba yo, ofreciéndome a morir, pero Dios
prohíba que deba sangrar en el proceso!
-Sangrar –
Asintió – Cortándote con este cuchillo – Sacó del baúl una daga envuelta en un
estuche de cuero ornamentado con tejidos a telar. El cuchillo era obviamente
antiquísimo, tenía la empuñadura corta y era de cuerno de ciervo tallado. Se
veía manchado por el tiempo, pero la hoja era extremadamente filosa.
Asentí,
estremeciéndome un poco.
-Una vez que
hayas quemado el cuaderno completamente quiero que guardes un poco de ceniza en
este relicario – Me entregó un collar con una intrincada cadena de dorada del
que colgaba un pequeño pez dorado con piedras de color azul como ojos, escamas
talladas a la perfección, y la cola
articulada. Era una joya exquisita… Y al
manipularlo me di cuenta de que la cabeza se podía desprender, haciendo del pez
un pequeño contenedor. Al abrirlo comprobé que tenía un tamaño suficientemente
grande como para almacenar tal vez media cucharadita de ceniza.
Asentí otra
vez, aferrándolo con fuerza.
-Por último
vas a enrollar el trozo de papel en el que escribiste el acontecimiento elegido,
lo vas a meter en el relicario y vas a colgar el collar guardándolo dentro de
tu ropa. Vas a usar el talismán siempre, y antes de irte a la cama vas a beber
un té preparado con estas hierbas – Me entregó una pequeña bolsita de gamuza –
Puedes usar la mitad del contenido – Me miró como para ver si la seguía. Asentí
nuevamente – Y el resto lo vas a guardar en tu bolsillo o lo vas a empuñar en
tu mano. No dejes de cargarlo o vas a estar en serios problemas – Me advirtió.
-Comprendo –
Musité.
-Cuando
sientas que es el momento adecuado te vas a preparar el segundo té – Terminó –
No dejes nunca de usar el talismán y no pierdas de vista el té, está claro? –
Repitió.
-Sí, pero…
Cómo sabré el momento de hacerlo? – Pregunté – El segundo té?
-Lo sabrás –
Dijo simplemente.
Suspiré y
asentí.
Qué es lo
peor que podía pasar? Nada era peor que no hacer nada…
Nos quedamos
en silencio el resto del tiempo, ella fumando y yo mirando las llamas y perdida
en mis pensamientos. Dios! Era posible que todo lo que Aponi me había dicho
fuera real?
No es que
dudara de la posibilidad de que la magia o lo que fuera que le entregara su don
existiera, después de todo ahí estaban Alice, Jasper y Edward, con dones más
allá de lo meramente sobrenatural, pero el potencial del desastre causado por
mí era lo que me hacía incrédula. Sería posible que mis acciones afectaran a tanta gente a la vez?
oooOooo
Los chicos
regresaron a la cabaña y nos regresamos a Forks en silencio. Ellos trataron de
interrogarme, pero yo no supe qué responder, después de todo no podía decir
nada sin revelar la identidad de mis vampiros.
Al llegar a
mi casa Edward me estaba esperando, visiblemente molesto, como cada vez que iba a pasar tiempo con mis amigos de La
Push. Jacob en particular parecía cabrearlo más que los demás. Según me comentó
Alice alguna vez, esto es porque la imaginación de Jake era muy vívida y sus
pensamientos eran particularmente “ruidosos”.
Quién sabe
qué se imaginaba Jake qué hacía a Edward apretar la mandíbula y rechinar los
dientes.
-Hueles a
humo y hierbas – Me dijo cuando me acerqué a besarlo – Dónde estabas?
-La Reserva
Macah – Respondí frunciendo el ceño cuando él evitó mis labios - Fuimos a
visitar a la bisabuela de Quil.
-Date una
ducha y vamos a mi casa – Me dijo arriscando la nariz – Podemos ver una película, Alice tiene algo que
mostrarte, y Esme preparó algo para tu cena.
-Estoy algo
cansada – Le dije, lo que era cierto – Podemos dejarlo para mañana?
-No quieres
ir a mi casa? – Preguntó sorprendido – Y la comida de Esme?
-Dale las
gracias en mi nombre, y mañana me comeré lo que sea que haya preparado… -
Respondí rogándole que comprendiera. Necesitaba estar a solas, necesitaba
pensar en lo ocurrido.
-Estás
segura de que estás bien? – Preguntó.
-Bien, no
hay problema – Le dije – Sólo quiero meterme a la cama.
-Bueno, está
bien – Dijo a regañadientes – Quieres que me quede? – Negué con la cabeza - Te
llamaré mañana para saber cómo estás – Dijo cortante.
-Gracias por
entender – Dije débilmente.
-Humph –
Resopló, totalmente fuera de personaje. El nunca hacía gestos tan vulgares,
verdaderamente debía estar descolocado.
Y sin más, saltó
por la ventana y desapareció.
oooOooo
Después de una larga ducha me puse un grueso
pijama de franela y me metí a la cama cuaderno en mano, y comencé a escribir.
Eran como las 7 de la tarde cuando comencé, y escribí y escribí sin parar más
que para saludar a Charlie y calentar algo para comer.
A las 4:30am
terminé con mi tarea, y releí todo lo plasmado en el cuaderno, marcando las
páginas en las que creía haber cometido errores o al menos actos que pudieran alterar
el curso de los acontecimientos.
Eran muchos
sucesos, más de los que podía contar… Honestamente, debía admitir al menos para
mí misma que al involucrarme con vampiros estaba arriesgando no sólo mi vida,
sino la de muchos otros, como mi padre y mis amigos y hasta mis compañeros de
colegio. Mientras estuviera con los Cullen mi presencia entre ellos llamaría la
atención de cualquier vampiro que estuviera de paso, y los Cullen se verían
obligados a actuar, tal como había sucedido con El Cazador…
El Cazador…
Ese evento era el más importante y traumático en el que podía pensar, el que
más potencial de destrucción y consecuencias tenía, de hecho él perfectamente
pudo haber tenido en su poder a mi madre, tal como me lo hizo creer.
Sería ese el
evento que debía marcar con mi sangre?
En estricto
rigor ya estaba marcado con mi sangre… Con montones de ella…
Pero eso ya
había pasado, era historia antigua… O no? Con El Cazador muerto y Laurent en
Alaska viviendo como vegetariano, la amenaza estaba controlada, salvo por un
pequeño detalle… La pelirroja, Victoria.
Sería
posible que ella buscara venganza? Sería tan estúpida como para tratar de
enfrentarse sola a un grupo como los Cullen? Importaba si era racional?
Probablemente sin su pareja ya no tenía mucho por qué vivir, y cuando no se
tiene nada que perder es cuando se es más peligroso.
Edward había
dicho en alguna ocasión que ella no sería un problema, pero… Y si lo fuera?
Edward no podía saber cómo actuaría Victoria, ya que no la veía desde el día
del juego de baseball, por lo que todo lo que él tuviera qué decir al respecto
eran meras suposiciones.
Sí, ese era
el día que había marcado mi futuro. Más que el día en que Edward me salvó de
ser aplastada por la van de Tyler. Más que el día que me salvó en Port Ángeles.
Más que el día de nuestro primer beso.
Porque ese
día se desató una fuerza casi incontrolable dispuesta a todo por capturarme a
mí, incluso jugar con la vida de mi familia, que nada tenía que ver… Y además
ese día fue cuando casi me morí.
Y también fue
el día en sellamos nuestro destino y todos nosotros nos transformamos en el
blanco de la venganza de la pelirroja…
Con la
certeza de haber resuelto el dilema, puse el cuaderno bajo mi almohada y me
dormí.
Al día
siguiente, domingo, desperté temprano a pesar de haber dormido apenas un par de
horas.
Charlie se
había ido de pesca a La Reserva y yo le envié un mensaje de texto a Edward
diciendo que había pasado una mala noche y quería unas horas extra para
recuperarme. No lo quería ver aparecer en medio de lo que debía hacer a
continuación.
Me duché otra
vez, me vestí con una sencilla solera celeste y zapatillas de ballet azules, me
ordené el cabello con un medio moño y me fui al living a realizar el ritual.
Herví agua y
preparé el té remojando las hierbas.
Posicioné el
cuaderno de modo que la hoja sobre la
que debía sangrar quedara abierta y chorreé abundante alcohol sobre el filo del cuchillo, rogando
al cielo que no me diera tétanos por cortarme con metal oxidado.
Respirando
profundamente deslicé la hoja de la daga por la palma de mi mano izquierda,
presionando lo suficiente para cortar piel y músculo.
No demasiado
profundo, pero lo suficiente para que doliera, ardiera y sangrara copiosamente.
Apreté y
solté el puño, hasta que me pareció que tenía suficiente cantidad de sangre, y
luego la desparramé como si estuviera pintando con los dedos, de modo de cubrir
cada palabra escrita, y como no dejé de sangrar, aproveché de chorrear un poco
la portada de cuero.
Luego me
limpié la mano con un paño de cocina empapado en alcohol y me vendé la herida.
Por último
lancé el cuaderno a una bandeja del horno en la que solía hacer galletas y le
prendí fuego, de modo que las cenizas obtenidas fueran las del cuaderno y nada
más.
El proceso
tomó más de lo esperado, así es que mientras veía el cuaderno arder, bebí mi
té, y para cuando lo hube terminado con el cuaderno no era más que cenizas y
algunos trozos de cuero chamuscado.
Revolví las
cenizas con una cuchara y deposité el papel enrollado en el pececito. Luego
agregué una pizca de ceniza hasta rellenarlo y lo cerré cuidadosamente, de modo
que quedara sellado aún si me duchaba usándolo.
El resto de
la ceniza la deposité en la chimenea, y lavé cuidadosamente la lata del horno.
Me sentía
extraña, curiosamente desapegada de lo que estaba sucediendo, como si me
hubiera desdoblado, como si estuviera viéndolo todo a través de los ojos de
otra persona.
De hecho ni
siquiera me quise desmayar al ver mi propia sangre…
Con el collar
en su lugar entre mis pechos y el resto del té en mi bolsillo, me fui a
recostar, súbitamente agotada. Tal vez por la mala noche, tal vez por efecto
del té, no lo sé, porque la abuela de Quil no aclaró lo que sucedería a
continuación.
Me cubrí con
el quilt que estaba a los pies de mi cama, pensando en que a lo mejor debía
llamar a Edward para hacerle saber que llegaría más tarde de lo esperado, pero
me quedé dormida en cuanto mi cabeza tocó la almohada.
oooOooo
Desperté
como cuando uno abre los ojos después de la anestesia, confundida y medio
estúpida, sin saber dónde estaba, ni qué hora era, de qué día o qué año.
Estaba incómodamente
sentada en una superficie dura y había luz y ruido a mi alrededor…
Cuando logré
enfocar los ojos vi que estaba en una plaza pública, ni más ni menos, sentada
en una banca de madera y rodeada de madres y niñeras que vigilaban a los
pequeños que jugaban en los juegos infantiles frente a mí.
Qué
demonios?
En Forks
ciertamente no había una plaza como esta, y menos una tan grande…
A pesar de
que era verano hacía algo de frío, un viento helado me calaba los huesos y mi
solera apenas me protegía. Miré a mi alrededor una vez más a ver qué usaban el
resto de las mujeres, y entonces caí en cuenta de que la ropa efectivamente era
diferente…
Algo había
cambiado… Esta no era mi época.
Todos los
vestidos eran extremadamente femeninos y resaltaban la cintura, los pantalones
eran de tiro ridículamente alto, y ninguna de ellas tenía el cabello tan largo
como yo.
Y los
peinados… Esos peinados…
Las chicas
más jóvenes se parecían a las chicas pin up de los carteles vintage de Coca
Cola…
Las mujeres
mayores se parecían a las dueñas de casa de la película “Stepford Wives”.
Desesperada
por entender lo que estaba pasando me giré hacia la calle, y vi con desazón que
los autos que circulaban eran modelos antiquísimos, pero parecían ser nuevos…
Viajé en el tiempo?
En el espacio?
Pero adónde?
Para qué?
Qué mierda
hizo esa anciana conmigo?
Debía volver
a Forks y encontrarla, ella estaría viva y podría ayudarme. Es más, DEBÍA
ayudarme!
Oh, mierda!
Dónde estoy?
Nada peor
que no saber…
-Hola,
disculpa, me podrías decir qué parque es este? – Le pregunté a una chica de mi
edad que cuidaba a quien supuse sería su hermanito pequeño.
-Peanut Park
– Respondió con una sonrisa. No me sirvió para nada ese dato, no sabía en qué
lugar podía estar ese parque – Primera vez que vienes? – Preguntó.
Asentí.
-Si caminas
en esa dirección te vas a encontrar el lago, puedes caminar a lo largo del
Lakeshore Trail… - Sugirió.
-Muchas
gracias – Sonreí y poniéndome de pie caminé en esa dirección, segura de que si
había un lago seguro habría un letrero que me dijera dónde estaba…
El parque
era enorme, y muy bonito. El césped estaba perfectamente manicurado y había
macizos de flores y arbustos podados. Pero lo que realmente me llamó la
atención es la forma de vestir de la gente… Todos los hombres usaban traje y sombrero,
casi todas las mujeres vestidos hasta la rodilla y algunas pocas, pantalones,
pero todos se veían como si se dirigieran a una ocasión especial, todos arreglados
con esmero, todos bien peinados.
Agradecí al
cielo por mi sencilla solera, ya que de la misma forma en que me había puesto
un vestido, esa mañana me podía haber calzado un par de roñosos pantalones de
deportes y una vieja camisa de Charlie.
La moda era
claramente de mediados del siglo XX, y el acento de las personas que pasaban a
mi lado era marcado pero educado, casi pretencioso, y definitivamente americano.
Tal vez de la Costa Este… Aunque no lo pude distinguir con certeza qué región.
Caminé un
buen rato hasta llegar a Lakeshore Trail, y miré a mi alrededor buscando algún
letrero.
Fue sencillo…
Ahí estaba. Una placa que decía “Lago Michigan, Chicago Park District”.
Chicago…
Pero por qué
Chicago?
Y cuando en Chicago?
Qué sabía yo
de Chicago?
Bueno,
básicamente lo que me había contado Edward, ahí es donde se había criado, donde
vivió hasta su transformación… Luego se largó de ahí con Carlisle, y no
volvieron hasta muchos años después…
Y luego fue
ahí donde los encontró Alice y Jasper después de conocerse en Philadelphia en
1948…
Busqué a mi
alrededor frenética hasta que vi un cubo de basura.
Corrí hacia
él y me asomé a ver si encontraba un periódico. Afortunadamente había uno
apenas arrugado, y cuando lo tomé entre mis manos temblorosas pude leer
“Chicago, Illinois, Agosto 27 1950”.
Había
retrocedido exactamente 65 años en el tiempo.
Me sentí
mareada y debí sentarme y apoyar mi cabeza entre mis rodillas, comenzando a
hiperventilar.
-Estás bien?
– Preguntó una amable voz femenina.
Musité algo
pero no levanté la mirada.
Oh por
dios! Qué haría a continuación?
Respira…
Respira… Respira…
Piensa Bella,
piensa… Qué estaba sucediendo con los Cullen en 1950?
No recordé
nada más que el hecho de que Jasper y Alice se integraron a la familia ese año,
pero ni siquiera sabía la fecha exacta… Cómo encontrarlos?
Hoy era
domingo, y aunque supiera a qué colegio asistían (y no lo sabía) difícilmente
podría dar con ellos, ya que Chicago es enorme, y yo ni siquiera estaba segura
de qué nombre estaban usando como familia en esa época.
No, no sería
a través del colegio que daría con ellos, además no era buena idea encontrar a
Edward primero, ya que como su cantante era cosa de que estuviera un poquito
hambriento y me mataría…
No, Carlisle
era la clave!
No podía
haber tantos hospitales como colegios, y seguro que él con su talento estaría
trabajando en uno de los grandes.
-Disculpe –
Le dije a una anciana que le arrojaba migas de pan a un grupo de palomas – Me
podría decir dónde está el hospital más cercano?
oooOooo
Caminé feliz
al saber que el hospital más cercano, el “Ann & Robert H. Lurie Children's
Hospital of Chicago” quedaba a sólo 2, 5 km, algo así como media hora de
camino.
Al llegar a
recepción pregunté si el doctor Carlisle Cullen trabajaba en el lugar, pero
nadie pareció reconocer el nombre, así es que pedí direcciones para el
siguiente hospital y partí.
Esa caminata
fue más larga, ya que eran más de 5,5 km de distancia. Me dolían los pies y ya
comenzaba a tener hambre. Qué haría si no tenía nada de dinero? Dónde pasaría
la noche?
Llegué al “Rush
University Medical Center” y pregunté por todos lados sin resultados. Podía ser
que Carlisle se estuviera tomando un año sabático? Y si no estaba trabajando?
El siguiente
hospital. Debí elegir entre visitar el “Mercy Hospital & Medical Center” y
el “Saint Anthony Hospital”, y me decidí por el primero simplemente porque
estaba cerca del lago y prefería caminar por un parque que por el cemento.
Más de 7 km
más tarde estaba lista para rendirme…
Entré por
urgencias y me dirigí directo al baño, ya que estaba toda transpirada y me
ardía el rostro, y luciendo así nadie me daría información.
Me lavé la
cara y las manos, refresqué mis antebrazos y m peiné con los dedos, y una vez
que vi que estaba todo lo presentable que era posible, me acerqué al mesón de
atención, toda sonrisas y amabilidad.
-Buenas
tardes, conoce usted al Dr. Carlisle Cullen? – Pregunté.
-Sí, claro
querida – Dijo la regordeta recepcionista.
-Podría
verlo? - Pregunté tratando contener mi alegría y de no parecer demasiado ansiosa.
-Tendrías
que consultar en el ala de pediatría, al fondo del pasillo, subes la escalera
hasta el tercer piso y preguntas en el mesón…
-Muchas
gracias! – Exclamé a punto de reventar de entusiasmo. Qué le diría a Carlisle?
Cómo explicar lo sucedido? Cómo decirle que soy la novia del futuro de su hijo
Edward?
- Buenas
tardes, sabe usted si está disponible el Dr. Carlisle Cullen? – Pregunté en el
mesón de pediatría cuando la chica dejó el teléfono.
-No, no está
– Me dijo – Hoy es su día libre, tiene tomada una hora? – Preguntó.
-No – Dije
casi a punto de colapsar de cansancio, hambre y decepción – Soy la sobrina de
su esposa Esme, hermana menor de Emmett – Agregué – Vine a visitar a mi
hermano, pero me robaron mi bolso en la estación, y ahí es donde llevaba la
dirección de la casa… Es posible que me de usted la dirección para poder
llegar?
-Hermana de
Emmett? – Preguntó escéptica, probablemente constatando que sólo nos parecíamos
en nuestro cabello oscuro.
-Su hermana
menor – Asentí – Después de que nuestros padres murieron debimos separarnos, el
Dr. Cullen ya tenía sus propias obligaciones con los otros chicos – Dije
lastimeramente.
-Lo siento
querida – Dijo finalmente comprando mi historia – El Dr. y su familia viven
cerca, al otro lado del parque Dunbar… Justo en la esquina de S Indiana Ave y S
Michigan Ave. – Dijo y anotó un número en un papel – Este es su número de
teléfono, quieres que los llamemos?
Asentí a
punto de llorar de puro alivio.
-No
contestan – Dijo después de varios intentos.
-Deben haber
salido aprovechando que el día está tan bonito – Comenté. Seguramente estaban
cazando.
-Bueno, aquí
te anoto la dirección y el número de la casa – Dijo extendiéndome el papel –
Espero que te vaya bien.
-Muchísimas
gracias - Le sonreí.
oooOooo
Quince minutos después me
encontraba frente a una hermosa casona victoriana rodeada de un cuidado jardín.
La casa era enorme, de madera, pintada en color beige con marcos en blanco y con techo de
color gris. El único detalle que escapaba de la severidad tradicional típica de
Edward era la puerta de entrada, pintada de un brillante color rojo.La reja de entrada estaba entreabierta, así es que pasé sin más, y aunque sabía que no había nadie, toqué el timbre varias veces.
Por supuesto, no respondieron.
Encogiendo los hombros rodeé la casa y busqué la puerta de la cocina, pensando que nadie sería tan estúpido como para tratar de robar en una casa llena de vampiros.
Afortunadamente, la puerta estaba sin seguro, así es que me limité a entrar, demasiado cansada y hambrienta como para ser cuidadosa o bien educada.
Me dirigí al refrigerador sin vacilar… Y me lo encontré vacío, y es más, ni siquiera estaba enchufado.
Busqué entonces entre los estantes de la alacena y lo único que encontré es comida en lata y galletas de cóctel, probablemente lo que le darían a un humano que estaba de visita.
Me apuré a buscar un abrelatas y un tenedor, y vacié un tarro de espárragos en conserva en un plato.
Mmmmmmmh… Generalmente no me gustan los espárragos, pero esos estaban deliciosos!
Luego fue el turno de un jamón enlatado. Normalmente era "Puaj!", pero en esta ocasión se sentía "Yummy!"
Por último abrí una lata de ensalada de frutas y saqué una cuchara para comer directamente del tarro.
Estaba bebiendo el almíbar usando el tarro como vaso cuando una voz muy cerca de mí ronroneó
-Vaya, vaya… - Me estudió interesado, con sus hermosos y terribles ojos rojos – Qué tenemos aquí?
-Oh mierda! – Exclamé dejando caer el tarro – James!
&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&
Chan!
Qué tal? Tenía ganas de
hacer algo con un viaje en el tiempo y con James, y ahora que se me ocurrió la
idea no la quise dejar escapar. Espero les haya gustado.
Y como siempre, no
dejen de comentar!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
No olvides comentar!!!