domingo, 15 de mayo de 2016

El Tiempo En Una Botella 2

Disfruten y cuéntenme sus teorías.
Abrazos
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Estaba bebiendo el almíbar usando el tarro como vaso cuando una voz muy cerca de mí ronroneó
-Vaya, vaya… - Me estudió interesado, con sus hermosos y terribles ojos rojos – Qué tenemos aquí?
-Oh mierda! – Exclamé dejando caer el tarro – James!

Capítulo 2
Would you believe in a love at first sight
Yes, I'm certain that it happens all the time
What do you see when you turn out the light
I can't tell you but I know it's mine
Oh, I get by with a little help from my friends
Mm, I get high with a little help from my friends
Mm, gonna try with a little help from my friends
With A Little Help From My Friends / Joe Cocker

James POV
No pude más que esperar que ella no hubiera oído la carcajada que escapó de mi garganta al escucharla maldecir. Las chicas decentes no hacían eso, lo que era intrínsecamente contradictorio, porque llevaba un rato observándola, desde que entró a la casa por la puerta de la cocina y comenzó a buscar algo qué comer y no me pareció que fuera una vagabunda ni mucho menos: Sus ropas estaban limpias y eran relativamente nuevas, lo mismo sus zapatos, y su  largo cabello si bien no estaba cortado y peinado primorosamente por sobre el hombro como dictaba la moda del momento, sí estaba sano y brillante.

De ninguna manera era una mendiga o una ladrona, pero sin embargo había irrumpido en la casa de 7 vampiros sin inmutarse… Es que acaso conocía a los Cullens? Era posible que esta simple chica se relacionara con vampiros? Sabía lo que eran ellos realmente? Y si era así, qué rol jugaba en la vida de esos fenómenos? 
Decidí no mostrarme de inmediato, ya que por regla general algo de mi aspecto hace sonar las alarmas del instinto de supervivencia humana… Los hombres simplemente me temen, y las mujeres suelen ser las peores y se aterran con mi presencia.
Aunque claro, más tarde me di cuenta de que esa resultó ser  una precaución inútil, porque esta… Cómo llamarla? Niña-mujer… Adolescente… Esta jovencita, no se asustó cuando finalmente me decidí a hablar.
No, en serio, no se asustó realmente, yo lo habría olido. Ella simplemente se sorprendió.
Pero más extraño aún, ni se inmutó ante mis ojos rojos, como si fueran algo completamente predecible, sino que maldijo llevándose la mano al pecho, soltó el tarro del que bebía y me llamó por mi nombre… James.
Sólo por eso no me la podía beber hasta saber más de ella. Cómo sabía esa niñita quién era yo?
Afortunadamente no estaba hambriento, aunque la verdad es que rara vez me permitía llegar a ese punto, ya que no había necesidad, en el mundo abundan los humanos que esperan como ganado a ser faenados… Pero divago, mi punto es que ni aunque hubiera estado sediento la habría almorzado.
Cuando un vampiro ha vivido tanto como yo, es raro encontrar cosas que provoquen nuestra curiosidad, sencillamente llega un punto en el que sientes que lo has visto todo y te embarga la apatía, así es que el que esta chica picara mi interés era una situación que abrazaría como un regalo, un lujo, o un inmerecido premio.
-Cómo sabes mi nombre, gatita? – Pregunté acercándome a ella tan predatoriamente como pude, demostrando dominancia desde el primer momento, plenamente consciente de estar montando un show.
-Agh! No lo puedo creer!  - Frunció el ceño, más cabreada que otra cosa - Sólo tú Bella, sólo tú! Mierda! Mierda! Mierda! – Exclamó azotando su frente contra la mesa de la cocina. Se golpeó tan fuerte que debí abandonar mi pose acechante para tomar sus hombros y evitar que se produjera un tec cerrado.
-Qué te pasa? Te volviste loca? – La sacudí fuertemente. Creo que eso la aturdió más.
-Sí, creo que es eso lo que me pasó, estoy loca,  jodida Aponi, vieja del demonio, seguro me envenenó con hongos o LSD y ahora estoy alucinando… - Se rio – Hola James – Me dijo mirándome a los ojos muy dulcemente – Apuesto que estás contento de que tu snack favorito haya regresado… - Dijo acercándose más y presionando juguetonamente la punta de mi nariz con su dedo índice, para luego romper en histéricas carcajadas ante mi desconcierto.
Nunca un humano me había tocado por su propia voluntad.
Es una de mis maldiciones personales, supongo… No puedo pasar por otra cosa que lo que verdaderamente soy… Un asesino.
Soy un excelente cazador, pero por alguna razón mi presa suele presentir el peligro… Todos ellos al verme saben lo que viene, aunque afortunadamente de nada les sirve, porque no hay nada que puedan hacer al respecto. Yo no puedo hacer como otros vampiros y simular ser inofensivo, uno más entre las masas. No, el predador se manifiesta en mi mirada, en mi voz y en mi forma de moverme, por lo que nadie nunca está realmente cómodo a mi lado.
Excepto tal vez por la pequeña chiflada que estaba riendo a gritos frente a mí, pero que a la vez tenía lágrimas en los ojos amenazando con derramarse.
-De qué rayos estás hablando? Quién demonios eres? – Le pregunté con un gruñido acercándome bastante. La pequeña humana olía bien, y no hablo sólo su sangre. Era una deliciosa mixtura de su piel, su aliento, su cabello, su sexo y su sudor. Olía fresca, inocente y natural. Nada de esas ofensivas esencias químicas modernas, sólo ella y nada más.
-Soy Helena de Troya, la destructora! – Exclamó doblándose de risa una vez más – Ow! Ow! Me voy a hacer pis! – Exclamó cruzando las piernas – Puedo ir al baño antes de que me mates?
-Helena de… - Musité sin saber qué pensar.
-Baño! Baño! Baño – Saltó frente a mí sin que yo la hubiera soltado, aunque aflojé mi agarre.
-Anda – La dejé. No sacaría nada interrogándola si le estaba estallando la vejiga.
-Dónde está el baño? – Preguntó abriendo mucho los ojos y volviendo a cruzar las piernas.
-Al fondo del pasillo, última puerta a la izquierda – Apunté.
Ella sonrió agradecida y corrió a toda velocidad hacia la puerta que indiqué. Hizo sus necesidades, tiró la cadena, se lavó las manos, y regresó sin vacilar.
Nunca trató de escapar.
-Qué haces aquí? – Me preguntó sentándose en el living y obligándome a salir de la cocina. Se había sacado los zapatos y estaba sentada en un sofá abrazando sus rodillas y mirándome atentamente.
-Tengo ciertas cuentas pendientes – Respondí sin querer revelar nada.
-Vienes a matar a Alice, verdad? – Preguntó tristemente.
-Qué… Qué demonios sabes tú de eso? – Pregunté.
-No me creerías si te lo dijera – Suspiró.
-Inténtalo – Dije desafiante.
-Dónde están Victoria y Laurent? – Preguntó a su vez.
-No conozco a nadie llamado de esa forma – Dije – Son amigos de los Cullen?
-Ciertamente no – Canturreó con una sonrisa.
-Comienza a hablar niñita – Le gruñí – Si no quieres conocer mi lado desagradable, comienza a hablar…
-Pfff! – Exclamó rodando los ojos, para nada impresionada con mis amenazas - Como si no lo conociera – Dijo sobando su muñeca con aire ausente.
-Habla! – Grité/Gruñí.
-Uy! Cualquiera pensaría que eres tú el que tiene motivos para estar de malas, ni que fuera a ti a quien van a torturar y matar… De nuevo… - Frunció el ceño.
-No tengo un interés particular en torturarte – Le dije – Pero no me estás dejando más opción que hacerlo…
-O sea que lo de matarme todavía corre – Dijo levantando las cejas, como para asegurarse.
Encogí los hombros. Por muy interesante que fuera la mente de la pequeña humana, no parecía tener alternativa, ya que ella parecía saber perfectamente quién y qué era yo, y si los Volturi se enteraban de que la dejé ir me castigarían a mí también.
-Qué quieres saber? – Preguntó hundiendo los dedos de los pies entre los cojines. Supongo que hacía algo de frío.
-Quienes son Victoria y Laurent? – Pregunté sentándome frente a ella, en la mesa de centro.
-Tu clan – Respondió sin vacilar – No es que valga de mucho, Laurent es un cobarde y Victoria una perra, pero ahí tienes, dime con quién andas… - Se encogió de hombros.
Aguanté otra carcajada. Cómo se atrevía esta pizca de humana a hablarme así?
-No tengo un clan – Respondí – Yo viajo solo.
-No para siempre, eventualmente te los vas a encontrar – Dijo ella con esa certeza que me desconcertaba.
-Si es verdad lo que me dices, por qué me asociará con un cobarde y una perra? – Pregunté tratando de pillarla en su mentira.
-Tu asociación con Laurent quien sabe, es uno de los vampiros más inútiles que conozco, algo así como el “amigo bienintencionado y desechable” en una mala película de terror, lejos lo más interesante de él es su peinado rastafari… Y claro, con Victoria es distinto… No sé, supongo que tiene que gustarte, después de todo ella es tu pareja… - Dijo rodando los ojos.
-Pareja? – Pregunté interesado. Llevaba demasiado tiempo sólo… Años, décadas, centenios durante los cuales he tenido sólo sexo sin ataduras, pero nunca una relación, nunca algo estable…
-Oh sí… - Asintió con gesto dramático – Y ella sí que da miedo – Agregó – Más que tú, porque creo que está loca…
-Cómo es ella? – Pregunté interesado, pasando por alto el comentario sobre mi pareja y su supuesta inestabilidad metal, ya que después de todo una humana que no le teme a los vampiros no es exactamente un buen referente de lucidez y buen juicio.
-Pálida como un puto cadáver – Respondió la muchacha de inmediato, sin perder un segundo.
Resoplé por la nariz la carcajada que no pude retener. “Pálida como un puto cadáver”… Dónde se había educado esta chica? En un barco pirata? En la cárcel?
-Así es como te gustan, me imagino – Dijo sonriendo de oreja a oreja, satisfecha al ver que me reí de su comentario.
-Qué más? – Presioné.
-Tiene el pelo rojo como un camión de bomberos y un montón de pecas – Dijo desafiante – Y creo que no le gusta usar zapatos.
-Pelirroja? – Bufé – Imposible! Nunca me han atraído las pelirrojas, y detesto las pecas.
-No me mires a mí – Dijo soltando sus rodillas y levantando las manos como desentendiéndose del asunto – Yo sólo sé que cuando los conocí, a ella sólo le faltaba hacerte pis encima para marcarte como suyo.
-Imposible – Repetí testarudamente.
-Como quieras – Dijo encogiendo los hombros, totalmente desinteresada en si le creía o no – James, sabes cuál es la habitación de Emm? A lo mejor puedo usar alguno de sus sweaters…
-No sé los nombres de nadie – Respondí – Cuando llegué la casa ya estaba vacía.
-Y ahora estás esperando para encontrar a Aly y matarla? – Preguntó otra vez.
-Algo así – Admití – No me gusta dejar cabos sueltos.
-Es mala idea James, no lo hagas – Me dijo mirándome a los ojos, usando mi nombre otra vez. De dónde demonios me conoce? De dónde saca ella sus extrañas concepciones de un futuro que suena imposible? – La pareja de Aly es un gran soldado, peleó en las Guerras del Sur, y si llegas a tocar a su esposa te va a destruir, lentamente…
-Sé defenderme – Dije automáticamente. Por qué me molestaba en argumentar con esta humana? No lo sé, pero eso es precisamente lo que estaba haciendo.
-Probablemente, pero por lo que sé, Jasper no es cualquier pelagatos, una vez oí a Emm llamarlo el “Dios de la Guerra”. No sé qué tan buen luchador eres, pero te suena o no te suena a que te van a patear el trasero? – Levantó una ceja en mi dirección antes  de ponerse de pie, darme la espalda y comenzar a revisar una a una las habitaciones del primer piso.
“Dios de la Guerra”. Sería posible? Sería cierto? Valía la pena el completar el trabajo que comencé todos esos años atrás a riesgo de perecer en manos de ese renombrado psicópata?
Seguí a la chica sin saber qué es lo que estaba buscando, e insistí en mi interrogatorio.
-No me gustan las pelirrojas – Afirmé de nuevo – Así es que eso debe ser prueba suficiente de que estás mintiendo.
-Para qué querría mentirte? – Se giró para mirarme como si fuera un idiota. Parte de mí quería romperle el cuello por su falta de respeto, pero otra más dominante estaba cada vez más atrapado por ella y su desfachatez - Si fuera para ponerte de buen humor y evitar que me mates, te inventaría a una diosa, una chica dulce y amable, experta en el Kama Sutra y flexible como una artista del circo chino, en lugar de la gata salvaje que traías del brazo cuando te conocí – Dijo dirigiéndose a la escalera.
-Por qué demonios me involucraría entonces con una mujer como la que describes!? – Pregunté exasperado.
-Qué se yo lo que te gusta? – Exclamó exasperada y gesticulando con los brazos, claramente aburrida del tema – A lo mejor su vagina vibra o tiene música!
-Que qué? – Pregunté. Debía haber escuchado mal… Las chicas decentes no decían ni pensaban cosas semejantes… Nunca!
-Agh! – Se cubrió el rostro con las manos, avergonzada – Lo siento – Dijo sin mirarme – James, yo… La verdad es que no sé qué le ves a Victoria, pero eso es asunto tuyo y lo siento por hablar al de ella.
Al ver que no respondí (por no saber qué decir) siguió con su recorrido por la escalera hasta llegar al segundo piso.
Entonces abrió una puerta y sonrió. Por el aroma supe de inmediato que era la habitación de Mary Alice.
-Cuál es tu nombre? – Pregunté, asombrado de que en medio de la verborrea de la chica aún no se lo hubiera preguntado.
-Isabella Marie Swan – Respondió – Hija única, estudiante de secundaria, tengo diecisiete años y cumplo dieciocho el próximo mes, mi padre es el jefe de la policía y se llama Charlie, y mi mamá es educadora de párvulos y se llama Renee – Dijo mientras escarbaba en el closet con todo descaro y con medio cuerpo sumergido, para luego pasar a revolver los cajones.
Quería algo específico.
Como aparentemente no encontró lo que buscaba, se agachó debajo de la cama y después de resoplar y forcejear salió arrastrando una maleta mediana.
Yo podía haber sido un caballero y ayudarla, pero no lo hice porque estaba disfrutando demasiado de la vista que me regalaba su trasero levantado, sacudiéndose como demandando atención – Perfecto! – Exclamó.
Concordé. Era perfecto.
En el frente la maleta llevaba un cartel escrito a mano que decía “Bella”.
-Por qué me dices todo eso? – Pregunté refiriéndome a la pequeña biografía que me regaló cuando le pregunté su nombre.
-Para humaniza a tu víctima, así vas a darte cuenta de que soy una persona, no sólo una bolsa de sangre que habla – Abrió la maleta sin mirarme, y comenzó a escarbar. Había todo tipo de prendas de ropa y zapatos, todo nuevo, y un sobre de color café que Isabella abrió y dijo – Bendita seas Alice! – Leyó una corta nota y luego se abanicó con un grueso fajo de billetes de 100 dólares.
-Isabella… - Llamé su atención.
-Bella – Corrigió – Me gusta que me llamen Bella.
-Bella… - Dije – Por qué no me dices de una vez qué es lo que está pasando? – Le pedí tan amablemente como pude.
-Ok – Dijo mientras agarraba un montón de prendas de la maleta y se dirigía al baño en suite. Entró y dejó la puerta apenas junta – Te importa si tomo un ducha? – Preguntó si esperar respuesta, comenzando a acomodar las cosas que llevaba en los brazos.
-No – Respondí sentándome en la cama, dispuesto a esperar. No es que tuviera nada mejor que hacer.
-Sé que no me vas a creer nada de lo que te diga – Partió diciendo mientras se desvestía.
Y no pude evitar imaginar lo que estaba ocurriendo al otro lado de la puerta, aunque actuar ante el impulso de espiar o incluso tratar de tocarla era inimaginable. Ella se aterraría, finalmente reaccionando como todas las demás, y yo soy un asesino despiadado, pero no un violador. Hasta yo tengo límites.
-Pruébame – Respondí.
-Esta mañana me fui a dormir una siesta, porque anoche dormí muy poco – Comenzó a narrar y entró bajo el chorro de agua, generando una oleada de vapor impregnado con su aroma, que escapó por la puerta entreabierta como si hubiera sido diseñado para torturarme – Eso fue sesenta y cinco años en el futuro, el domingo 30 de Agosto del año 2015.
-Imposible – Dije de inmediato. Esa parecía ser mi palabra del día.   
-Te lo dije – Respondió mientras se lavaba el cabello. Cada vez más, el vapor intensificaba el aroma de su piel, y la necesidad de morderla se estaba haciendo insoportable. Mi boca se llenó de veneno y comencé a tragar compulsivamente. No era hambre, no exactamente, pero era una necesidad casi irresistible de acercarme, de probar
-No es posible – Dije.
-Eso pensaría yo también, pero de todas formas me transporté desde Washington a Illinois y varias décadas hacia el pasado, no tengo idea del por qué – Ya se estaba enjuagando… Mierda, el suplicio acabaría pronto.
-Cómo es que me conoces? – Pregunté.
-Agh… eso… – Suspiró y cortó el agua.
Y comenzó un nuevo martirio… El de escucharla secarse y vestirse.
-Y? – Pregunté impaciente cuando al fin emergió del baño en medio de una gran nube de vapor, que me pegó en las entrañas como un golpe de puño.
Isabella… Bella, vestía jeans azules que definían perfectamente sus curvas, abrazaban sus caderas y se arremangaban en sus pantorrillas, una blusa a cuadros azules amarrada en la cintura, y zapatos bajos. Su largo cabello lo desenredaba con un peine de madera, y no pude menos que admirarlo. La moda demandaba el cabello de las mujeres con un largo máximo hasta los hombros, y yo extrañaba deslizar mis dedos por entre la espesa cabellera de una chica, a mis ojos el epítome de la femineidad.
Era una experiencia sensual que por alguna razón me encendía particularmente.
-Ok, ok – Dijo Bella sentándose a los pies de la cama con las rodillas levantadas – Tú… Tú no eras precisamente una buena persona cuando te conocí unos meses atrás… Al menos me pareciste bastante menos  razonable y civilizado que ahora – Me miró como para saber si estaba enojado. No lo estaba – Yo me mudé a Washington hace unos meses para vivir con mi papá, donde conocí a un chico en la escuela y nos enamoramos, y resultó que él era un vampiro – Dijo rápidamente – Nos hicimos novios y al día siguiente me presentó a su familia y fuimos a jugar béisbol… O al menos ellos jugaron…
-Te hiciste novia de un vampiro – Dije estúpidamente. Ella asintió – Y te presentó a su clan – Asintió de nuevo.
-Pero ellos se hacen llamar una familia. Además se alimentan de animales, no de gente… - Aclaró.
Imposible!, pensé otra vez. Pero no dije nada, ansioso de que continuara.
-Tú, Victoria y Laurent aparecieron de pronto y quisieron unirse al partido, pero al verme trataron de comerme. La familia me defendió, claro,  y mi novio te amenazó, y tú encontraste que sería una buena idea robarme y matarme, para provocar a la familia y a mi novio a una pelea. Eras muy creativo… – Agregó amargamente.
-Suena como algo que yo podría llegar a hacer – Admití algo incómodo. Es algo que tal vez haría, pero no a esta chica… Cómo podría?
-Resumiendo, escapé con Alice y Jasper hacia Phoenix mientras el resto de la familia te buscaba a ti y a Victoria…
-Y Laurent? – Pregunté.
-Él desertó, dijo que ya estaba aburrido de tus juegos y que no quería morir por tu culpa, y se fue a Alaska, a casa de unos amigos de los Cullen.
-Bastardo… - Mascullé.
-Bueno, la cosa es que me tendiste una trampa, me hiciste creer que tenías a mi madre y que estabas dispuesto a hacer un intercambio, su vida por la mía... Yo acepté y por eso hui de Alice y Jasper… - Hizo una mueca.
-Y…? – La empujé.
-Y resulta que no la tenías… Nunca la tuviste - Dijo - Me torturaste James, y trataste de hacer un video haciéndome rogar a mi novio que me vengara, pero yo me negué... No lo hice aunque me desgarraste la piel con vidrios, me golpeaste, y hasta me rompiste la pierna… - Dijo señalando pequeñas cicatrices en sus brazos y una relativamente nueva y profunda en su pantorrilla izquierda. No podía creer que había sido yo el responsable de todo ese sufrimiento gratuito… Todo en función de mi propia diversión… Nadie se merece eso, mucho menos Isabella.
-De verdad fui yo quien te hizo eso? – Pregunté avergonzado de mí mismo por primera vez en años.
-No solo eso – Dijo mirándome a los ojos – También me mordiste – Susurró.
Entonces caí en cuenta de que todo este tiempo me había estado mintiendo! Me puse de pie furioso y lancé una lámpara contra la pared, que era lo primero que tuve a mano.
-Mientes! – Rugí sintiéndome un idiota – Mientes! Si te hubiera mordido como dices estarías muerta o transformada!
-Tienes razón, es imposible sobrevivir a una mordida a menos que alguien haya succionado el veneno, algo que requiere muchísimo autocontrol – Dijo ella sin inmutarse, extendiendo su muñeca derecha – Puedes dudar de mis palabras, por supuesto, pero reconoces la marca de tus propios dientes, verdad?
Y ahí estaba, perfectamente delineada, inconfundible, plateada y brillante, mi mordida.
oooOooo
Me dejé caer en la cama, aturdido.
Hasta ahora básicamente le había seguido la corriente a una chica que me había divertido con su extravagancia, pero esto… Esto era diferente, era la innegable evidencia de que de algún modo lo que ella decía era verdad.
Realmente me había transformado en semejante hijo de puta en el futuro? Qué era exactamente lo que me había amargado hasta ese punto? Los juegos del escondite y del gato y el ratón no son nuevos para mí, son parte de mi naturaleza como cazador, pero la tortura por la tortura no es algo que calzara con mi personalidad.
No hay un desafío en atormentar a una víctima que ya está a mi merced, no soy un sádico, para mí la diversión siempre ha estado en la cacería.
Yo soy esencialmente un animal al acecho, siempre conquistando metas, siempre compitiendo con otros, siempre aceptando desafíos…
De hecho eso es justamente lo que me traía a la casa de los Cullen.
Porque así es como di con Mary Alice Brandon, mi cantante.
La olí por primera vez en plena calle en el muelle de Biloxi Mississipi. Yo estaba en el casino jugándome hasta la chaqueta en la ruleta, que es el único juego en el que mis sentidos vampíricos no influyen en el resultado, haciéndolo emocionante, y salí unos minutos a tomar aire fresco, abrumado por las largas horas de encierro con los apostadores humanos.
Ella pasó caminando con su hermana pequeña del brazo, y como si me presintiera, se giró y clavó los ojos en mí.
Sólo la clara consciencia de que el secreto de nuestra existencia sería revelado me impidió lanzarme y drenarla de inmediato, pero me hice el propósito de volver a verla, de raptarla y tomarme el tiempo de consumirla y disfrutarla…
No todos los días se encuentra uno a su cantante.
Alargaría la experiencia tanto como fuera posible.
No pude seguirla en ese momento por el sol inclemente, pero por la noche la rastreé sin problemas. La gran dificultad fue otra: Ella nunca estaba a solas.
Aparentemente la muchacha estaba enferma, y cuando no la cuidaba su madre lo hacía su hermana o alguna de las empleadas de la enorme mansión.
Después de más de una frustrante semana de acecharla sin resultados, decidí que atacaría sin importar a quien debiera llevarme por delante. Su familia y sirvientes serían víctimas inocentes, daños colaterales, pero eso era culpa de la chica, que para entonces ya me había dado cuenta de que usaba a quienes la rodeaban como escudos humanos.
La noche que decidí atacar me dirigí a la mansión cerca de la medianoche, esperando encontrar todo a oscuras y en silencio, y cuál no sería mi asombro al encontrar la casa revolucionada por el ataque de histeria que afectaba a Mary Alice, que chillaba, lanzaba cosas y no permitía que nadie se le acercara.
En esas circunstancias atraparla me sería imposible, ya que todos los ojos estaban puestos en ella.
Y peor aún fue cuando apareció un carruaje y la muchacha fue arrastrada al manicomio de la ciudad, donde fue sedada y encerrada en una habitación con barrotes en las minúsculas ventanas, haciéndome virtualmente imposible alcanzarla sin causar un escándalo.
Pasaron los días y ella se negó a hablar, pero se mantuvo tranquila, reflexiva, sumida en su complejo mundo interior… Excepto cada vez que quisieron cambiarla a un sistema menos restrictivo, ocasiones en las que tuvo nuevos ataques, que garantizaron que se quedara encerrada exactamente donde estaba.
Al principio ella recibió un trato especial en consideración a su posición social, pero con el paso de los meses su familia fue espaciando las visitas y el personal del asilo fue olvidando que lidiaban con una señorita de alta sociedad, hasta que un día una enfermera armada de un par de tijeras cortó la larga cabellera azabache de Mary Alice, mientras un gordo enfermero la inmovilizaba. Mary Alice se debatió tanto que el corte no quedó parejo, sino con mechones más cortos y otros más largos, haciéndola lucir como un maltrecho chico de doce años.
Puede parecer un gesto cruel por parte del personal del asilo, es verdad, pero también es cierto que el lugar estaba plagado de pulgas, piojos, garrapatas y otras alimañas, y nadie tenía tiempo o paciencia para peinar  periódicamente una mata de cabello como aquella, que le llegaba hasta la cintura.
Después del shock de esa experiencia Mary Alice quedó en estado semi catatónico, y yo decidí que debía terminar de una vez con el sufrimiento de ambos, (el suyo y el mío), así es que entré a asilo pretendiendo ser un pariente de la chica, sólo para encontrarme con que el doctor a cargo de Mary Alice era un puto vampiro que había reclamado el asilo como su coto de caza particular y había elegido a Mary Alice como su pareja.
El vampiro me dijo en términos muy claros lo que me ocurriría si osaba acercarme a su chica.
Mierda! Debí largarme con la cola entre las piernas, pero planeando venganza.
Dejé pasar unas semanas, salí de la ciudad para reagruparme, y un día cualquiera regresé decidido a poner punto final a la situación.
Entré al asilo a mitad de la noche por el tejado, y comencé a buscar por todo el asqueroso lugar, hasta que un grito en el jardín me alertó de que el vampiro se estaba robando a Mary Alice, que se debatía entre sus brazos. Corrí hacia la puerta y antes de llegar me di cuenta de que para asegurar su escape y tapar sus huellas el mal nacido había prendido fuego al edificio, con todos sus habitantes aún en el interior.
Quisiera haber podido ayudar, la verdad es que no porque coma humanos significa que me gusta verlos chamuscarse en vida, pero los vampiros somos mucho más inflamables que las personas, así es que no me quedó más que subir al tejado nuevamente y huir lanzándome desde cinco pisos de altura hacia el patio trasero.
Corrí varios kilómetros y aún podía oír los gritos de agonía de los pacientes del manicomio de Biloxi.
Jodido “doctor” hijo de puta…
Rastreé al vampiro sin dificultad. Se movía rápido, pero nunca dejé de seguirle la pista.
Hasta que unos días después di con él, pero estaba sólo. Demandé saber qué había hecho con Mary Alice pero él se negó a hablar, una y otra vez.
Lo golpeé con furia, y finalmente en mi frustración lo maté sin conseguir que me dijera una sola palabra.
No me importó, convencido de que rastrear a Mary Alice me sería tan sencillo como me resultaba rastrear a cualquier otro, pero no fue así. Siempre llegué demasiado tarde… Ella, igual que en vida, siempre estaba un paso por delante de mí.
Pasaron años antes de que por fin me diera por vencido, y nunca más estuve satisfecho.
Siempre me pregunté qué se habría sentido probar la ambrosía que era la sangre de mi cantante.
Por lo que se podrán imaginar mi sorpresa cuando me crucé con su rastro en las afueras de Philadelphia, y sin dudar la seguí hasta llegar a Chicago, a la gran casa victoriana que albergaba 7 vampiros.
Una gran casa vacía.
Una gran casa a la que entró como si nada esta minúscula humana que tengo frente a mí, clamando venir del futuro.
oooOooo
-Por qué estás aquí? – Pregunté.
-Porque alguien me dijo que mi vida se desvió de su curso – Respondió - Y creo que esa desviación ocurrió cuando tú decidiste  que cazarme sería una buena entretención.
-Qué pasó conmigo? – Pregunté adivinando su respuesta.
-Jasper hizo una gran barbacoa con tu cuerpo – Dijo sin burla o ironía. Casi como si lo lamentara…
-Y ahora? – Pregunté.
-Creo que a lo mejor lo que debió ocurrir es que debiste haberme matado – Dijo vacilante – No me explico sino el por qué estoy aquí precisamente, a solas contigo… Yo no tenía idea de que te encontraría, ni siquiera sabía que hubieras visto a Alice después de que despertó, ya que ella no te recordó hasta que te vio en el campo de béisbol.
-No estoy seguro de si vine realmente a matarla – Admití – Cuando ella era humana fue mi cantante, pero me la robaron y otro vampiro la convirtió. Supongo que simplemente quería ver vampirizada a la chica que se me escapó… No tengo nada personal contra ella, y menos ahora que vive protegida por un clan tan poderoso…
-O sea que si no me hubieras encontrado a mí probablemente ya te habrías largado – Dedujo ella.
-Tal vez sí, tal vez no… De todos modos me gustaría verla, nada más…
-Por el bien de todos los involucrados, por favor James, no hagas nada estúpido… Jasper no necesita la violencia en este momento, está recién incorporándose a la sociedad, y si algo o alguien amenaza a Aly se va a volver loco… No me gustaría que  termines experimentando alguno de los castigos que aprendió como soldado…
-A pesar de que te ataqué, te mordí y te engañé? – Pregunté escéptico.
-A pesar de lo que sea. Yo necesito mejorar mi karma y creo que a ti no te haría nada mal mejorar un poco el tuyo – Dijo – Y ya que de momento no vas a matarme, qué te parece si acordamos una tregua?
-Tregua? – Repetí como un idiota.
-Tregua – Dijo estirando la mano hacia mí – Yo no tengo adónde ir y tú no quieres largarte. Parece que estaremos obligados a pasar un tiempo juntos, así es que… Amigos?
Miré a la chica sin poder encontrar en sus ojos rastros de engaño, sarcasmo o rencor. Ella era la única humana que me había dirigido la palabra libremente desde mi transformación, y esta era ciertamente la conversación más larga que había tenido en años…
No me quedó más que estrechar su mano.
Amigos.

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Espero muy atenta sus comentarios.




1 comentario:

  1. hola!! Amo tus historia!! Porfa continualas ... Mil gracias por compartirlas..besos

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