Ante el clamor popular, su
lobo favorito!!!
Que disfruten.
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Este fic participa del Reto Anual "Te proponemos un
longfic" del foro "Sol de Medianoche"
Disclaimer: Nada relacionado con la Saga Twilight me pertenece.
N° de Palabras: 3.425
Palabras Usadas: -
Emoción Usada: -
Imagen Elegida: Manada Quileute.
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Capítulo 11
You have to learn to crawl
Before you learn to walk
But I just couldn't listen to all that righteous talk, oh yeah
I was out on the street,
Just tryin' to survive
Scratchin' to stay
Alive
Before you learn to walk
But I just couldn't listen to all that righteous talk, oh yeah
I was out on the street,
Just tryin' to survive
Scratchin' to stay
Alive
It's Amazing
With the blink of an eye you finally see the light
It's Amazing
When the moment arrives that you know you'll be alright
It's Amazing
And I'm sayin' a prayer for the desperate hearts tonight
With the blink of an eye you finally see the light
It's Amazing
When the moment arrives that you know you'll be alright
It's Amazing
And I'm sayin' a prayer for the desperate hearts tonight
Amazing / Aerosmith
Embry POV
El sábado por la noche dormí apenas, despertando cada cierto
tiempo, sudoroso y aterrado de que todo lo sucedido ese día perfecto hubiera
sido un sueño, otra de mis patéticas fantasías, y que en realidad estaba sólo,
sin nada, sin nadie, y sin ella…
Pero en cuanto aspiraba la primera bocanada de aire, me
convencía de que ella efectivamente era mía, porque el aroma de su piel estaba
impregnado en mí de pies a cabeza, y si me concentraba lo suficiente aún podía
sentir su sabor en la punta de mi lengua.
De sólo imaginar las cosas que habíamos hecho y la promesa
de lo que vendría, pensé que me iba a correr antes de alcanzar a bajarme los
bóxers.
Mi Isabella, que apareció a los pies de mi cama pidiendo que
la cuide… Concediéndome mi más secreto deseo sin tener que pedírselo: Sentir
que tengo algo que ofrecerle, que no soy sólo un inútil, problema o una carga
como creen los demás.
Ella por supuesto dice que no es así, pero ella es demasiado
buena para su propio bienestar.
Darle mi calor, mis abrazos, mis besos y por extraño que
parezca, mis palabras de amor… Poder
acompañarla y alimentarla, poder expresarme tal como soy por una vez en la
vida, sin importar si es lo correcto o lo apropiado, porque ella lo sabe todo y
lo acepta tal cual…
Irnos juntos… Su idea, yo jamás me habría atrevido a
proponerle algo tan radical, pero la idea era tan simple y seductora que no
podía creer que nunca la hubiera considerado antes.
Claro, estaba la dificultad de ser parte de La Manada, pero
si pudiera deshacerme de esa obligación podría ser libre, mi vida sería mía
para hacer de ella lo que quisiera.
oooOooo
Al día siguiente desperté tarde, e Isabella no apareció, así
es que me levanté, me duché y crucé el jardín, asomándome al frente para
comprobar que la patrulla de Charlie ya no estaba.
Golpeé la puerta de la cocina sin obtener respuesta, así es
que entré a la casa, atento a cualquier ruido, pensando que Isabella podía
estar peor de su resfrío, tal vez con fiebre, y yo no había estado ahí para ir
a comprar más limones o aspirinas y simplemente tratar de confortarla.
Escuché el sonido de algo golpear el suelo, (un objeto, no
una persona), y me lancé hacia la escalera a toda velocidad, sólo para
encontrarme a Isabella saliendo del baño con el cabello chorreando goterones en
el piso de madera y envuelta en la toalla más pequeña imaginable rodeando su
delgada figura.
-Embry! – Gritó y se lanzó a mis brazos, y yo la atrapé instintivamente,
temiendo que ante cualquier movimiento brusco la toalla se desprendería de su
precario agarre y ella quedaría totalmente desnuda.
Cómo reaccionaría yo ante algo así? Cómo podría actuar como
un caballero mientras mi mente se debatía entre las más sucias fantasías?
-Estás bien? – Pregunté apretándola a mí.
-Muy – Dijo retirándose un poco para besar ruidosamente mi
mejilla. Eso ya no era suficiente.
Reclamé sus labios invadiéndola por completo, y a ella no
pareció importarle, porque emitió un sonido aprobador que vibraba haciendo “Huuuuuuuummmm”.
-Muy qué? –
Pregunté soltando sus labios pero sin alejarme de su cuerpo.
-Muy bien – Dijo y besó la punta de mi nariz – Charlie me
trajo remedios de la farmacia y ya ni siquiera estoy congestionada.
-De todas formas no deberías enfriarte, por qué no sacaste
una toalla más grande? Estás estilando! – Dije.
-Esta es la toalla para secarme el cabello – Rodó los ojos –
La otra se me quedó en mi habitación.
-Anda a vestirte y te espero – Dije alejándola de mí a mi
muy a mi pesar.
-Calienta agua para el café – Me dijo, y yo partí a la
cocina.
Cinco minutos más tarde Isabella apareció vestida con jeans
deslavados, una camiseta de mangas largas color crema y un largo cárdigan gris
que la cubría hasta la mitad de los muslos. Usaba gruesos calcetines de lana
pero no zapatos.
Bella abrió el refrigerador y trabajamos silenciosamente;
ella preparó el desayuno mientras yo puse la mesa, sabiendo que mi ayuda
estorbaría. Era ya cerca del mediodía, y Bella optó por preparar algo liviano,
tan sólo cortar algo de fruta para cada uno y servir café y tostadas con
mermelada.
Por fin una vez sentados, me atreví a hablar. Era ridículo
que todavía fuera una acción consciente para mí, y no algo mecánico y natural,
considerando que ella era mi novia, pero así soy yo, algo claramente falla en
el área de relaciones sociales de mi cerebro.
-Tienes planes para hoy? – Pregunté.
-Noooop – Negó sacudiendo la cabeza – Por qué? Me vas a
invitar a alguna parte? – Preguntó risueña ante la mera idea.
-En realidad… Sí – Admití. Ella abrió los ojos un montón y
yo me apresuré a aclarar – Pero no es necesario que sea hoy, podemos esperar
hasta el próximo fin de semana…
-Por supuesto que vamos hoy! – Exclamó poniéndose de pie –
Adónde vamos?
-Sorpresa – Me atreví a sonreír un poco para suavizar mi
negativa a decirle.
-Debo cambiarme de ropa? – Preguntó mirándose atentamente.
-Sécate el cabello y ponte una bufanda, hoy no va a llover,
pero no quiero que te enfríes. Mejor ponte una parka y guantes, tal vez un
gorro de lana… - Agregué.
-Vamos al Polo Norte? – Preguntó sacudiendo las pestañas.
-Si no te abrigas no vamos a ninguna parte – Gruñí para que
supiera que hablaba en serio. Ella sonrió divertida, me sacó la lengua y corrió
escaleras arriba.
Mientras ella se terminaba de arreglar yo lavé la loza del
desayuno, y la esperé ansioso hasta que finalmente apareció vistiendo los
mismos jeans ajustados, pero se había cambiado a un grueso sweater de punto de
color café, esas botas de motociclista color café llenas de hebillas que Paul
le regaló y a ella le encantaban, un maltratado bolso de cuero café, y una
bufanda y guantes sin dedos de color gris.
No supe si acercarme o esperar por ella al pie de la
escalera... Lucía tan hermosa en su sencillez que nuevamente me hacía dudar el no
saber qué demonios estaba haciendo ella a mi lado.
Ella en cambio no se detuvo, sino que con toda confianza en
que la atraparía, se tiró desde el quinto escalón hacia mis brazos, chocando
con fuerza contra mi cuerpo.
De haber sido yo totalmente humano, habríamos terminado los
dos rodando por el suelo, pero supongo que Bella no sabía siquiera medir la
fuerza o reflejos de un hombre normal, ya que nunca estuvo con uno.
Como sea, el asunto es que quedó abrazada a mí de piernas y
brazos, y me devoró los labios haciendo que mis rodillas flaquearan, tanto así
que debí aprisionarla contra la pared para estabilizarme.
A ella no pareció
molestarle, sino que se reacomodó enredando los dedos en mi desordenado cabello
y giró la pelvis para obtener la maravillosa fricción que ambos necesitábamos.
-Adónde vamos? – Preguntó sin separar sus labios, hablando
directamente en mi boca.
Entrecerré los ojos y negué suavemente.
Isabella me mordió.
Yo la mordí de vuelta sin poder contenerme, ella sabía
apretar todos mis botones para desatar mi lado animal en menos tiempo del que
creí posible.
Ella gruñó.
Yo gruñí más fuerte.
Para cuando finalmente salimos de la casa Isabella lucía mis
mordiscos en toda la base del cuello, contrastando fuertemente contra su piel
de porcelana, imposibles de esconder. Claro que por idiótico que parezca, mi
intención nunca fue esconderlos... Mi lobo estaba satisfecho y ronroneaba triunfal
cada vez que Isabella se reacomodaba el enorme pañuelo que usaba como bufanda,
tratando de cubrirse un poco más.
Deberá usar cuellos altos por el resto de la semana…
oooOooo
-No me arrepiento – Dije pasados unos veinte kilómetros,
durante los cuales escuchamos la radio en silencio.
Bueno, yo estaba en silencio, Bella no tanto.
-De qué? – Preguntó mirándome atenta.
-De tu cuello – Dije dándole una mirada hambrienta para
volver a enfocarme en el camino – No me arrepiento, aunque sé que debería.
-Yo tampoco me arrepiento – Dijo desabrochando su cinturón
de seguridad y reclinándose hacia mí mientras yo trataba de mantener los ojos
en la carretera – Sólo quisiera que mis marcas en ti duraran más… - Respiró en
mi cuello y mordió el lóbulo de mi oreja, que parecía estar conectado en línea
directa con mi entrepierna. La camioneta se sacudió en zigzag, y yo me forcé a
recuperar el control.
-No más Isabella, o vas a hacer que nos ensartemos en un
árbol – Dije tratando de calmarme, empujándola para que se sentara, y volviendo
a abrochar su cinturón de seguridad con una mano.
-No te gusta cuando soy cariñosa? – Hizo un puchero
dramático. Sonaba como si bromeara, pero pude oler sus lágrimas y me di cuenta
de que al menos parte de ella se había sentido rechazada… Y eso era inaceptable.
Me estacioné violentamente en la berma de la carretera, me
bajé de un salto de la camioneta, di la vuelta hacia el asiento del copiloto,
abrí la puerta, desabroché el cinturón de Bella, y la giré hacia mí. Sentada en
la camioneta quedaba casi a mi altura, y nos podíamos ver a los ojos
perfectamente.
No es que ella quisiera hacerlo. Tenía la cabeza agachada y
se negaba a mirarme.
-Adoro que seas cariñosa – Dije con su rostro entre mis
manos, con toda claridad para que no quedaran dudas al respecto – Lo amo tanto
que no puedo concentrarme en nada más cuando me tocas… Es peligroso, no puedo
perder el control mientras manejo maquinaria pesada…
-Pero cómo hay gente… - Hizo otro puchero, se puso roja como
un tomate y se quedó callada.
-Gente que qué? – Pregunté.
-Nada… - Evitó mi mirada otra vez.
La miré pacientemente, sin presionar, hasta que volvió a
mirarme, aún avergonzada.
-Hay gente que… Que incluso tiene sexo oral en el auto,
mientras alguno de ellos maneja… - Dijo enrojeciendo otra vez, bajando la vista
y lamentando haber dicho eso – Yo sólo traté de besarte...
-Isabella – Dije reuniendo toda la calma que soy capaz de
conjurar – Tú lamiste mi oído y me distrajiste tanto que casi chocamos. Yo no
sé cómo lo hace esa gente, aunque suenan bastante irresponsables, después de
todo no son sólo sus vidas las que están en juego, sino la de cualquiera que se
les cruce; es como manejar bajo la influencia del alcohol, con tus facultades
alteradas… O quizás ellos son capaces de desconectarse lo suficiente de lo que
están sintiendo, o simplemente no sienten por sus parejas lo que yo siento por
ti… - Me pasé las manos por el cabello, frustrado - Isabella, si tú me tocas te puedo asegurar que
mi mente no va a estar en el camino sino en tus manos, o tu boca, o tu cuerpo…
Lo siento si te parezco débil o aburrido – Dije sintiéndolo de verdad – Pero me
afectas demasiado y mi mente no se puede desentender de lo que le haces a mis
hormonas… No creo que eso vaya a cambiar…
-Lo siento – Se lanzó a mis brazos – Fui una idiota, no
pensé, quería jugar, nada más, pero tienes razón, pude causar un accidente… Es…
Es la tele, veo demasiada tele, demasiadas películas y hasta videos musicales…
En todos los medios lo muestran como
algo tan casual… Algo posible… Yo nunca hice nada así y quería jugar contigo…Te
acuerdas del video de la canción “Amazing” de Aerosmith? Ahí salían los
protagonistas haciéndolo en una moto en movimiento! Y se veía tan sexi… Y ni
siquiera usaban cascos! Agh… Soy una imbécil – Sacudió la cabeza, disgustada.
-Isabella – Murmuré contra su cabello – Está bien, tal vez
para los demás sea más fácil… Tal vez si fuera otra chica la que me toca,
quizás yo podría mantener los ojos en el camino, eres tú la que me afecta de
éste modo, sólo tú…
-Otra chica? – Se alejó entrecerrando los ojos – Qué otra
chica?
-Ninguna…? – Dije, y sonó como una pregunta – Cualquiera,
una imaginaria… - Balbuceé.
-Hay chicas imaginarias que te tocan aquí? – Preguntó sin
delatar emoción mientras arañaba con las uñas de su mano derecha desde mi
rodilla hacia mi entrepierna. No llegó a tocar nada esencial, lo que no
significa que no haya estado a punto de correrme ante la osadía de la acción.
Negué con la cabeza.
-Seguro que nadie te toca por aquí? – Arañó con su mano
izquierda desde mi pecho hasta el borde de mis desgastados jeans, que colgaban
sueltos de mis caderas, porque no me gusta usar cinturón.
-Nunca – Jadeé – Sólo tú.
-Cuidado Embry - Dijo
amenazante – Estás destapando una veta protectora y celosa que no había
descubierto antes en mí… Si te llevo a encontrar con otra, a ella la mato –
Declaró modulando claramente – Y a ti te convierto en eunuco – Y me pegó un
tirón a la pretina de mi pantalón de modo que mis caderas quedaron
perfectamente rodeadas por sus piernas. Me apretó con fuerza y rozó su sexo con
el mío.
-Isabella – Jadeé – Te amo y te he sido fiel desde el
momento en que te conocí… De verdad crees que ahora que te tengo perdería mi
tiempo con otra?
-De verdad me amas, no es cierto? – Preguntó cambiando
completamente el tono, a algo más melancólico.
-Desde siempre – Respondí.
-Supongo que soy una mujer con suerte – Acarició mi mejilla
rozándola apenas – Soy feliz contigo Embry, te lo había dicho? Tú me haces
feliz…
El resto del viaje lo realizamos silenciosos y pensativos,
con nuestros dedos entrelazados, y mi mano cubriendo la suya por completo.
oooOooo
Llegamos a Port Ángeles y Bella se reincorporó en el asiento
para poder ver adónde la llevaba.
-La estación de buses? – Preguntó extrañada cuando me
estacioné – A dónde quieres ir? Seattle? Yo creo que la camioneta resiste ese
viaje…
Sonreí, no respondí, me bajé, rodeé la camioneta, abrí su
puerta, la ayudé a bajar y le ofrecí mi mano, la que ella tomó sin dudar.
-El viajar es un
placer, que no suele suceder - Canturreó en voz baja para sí mientras
caminábamos entre la gente que se movía apurada en todas direcciones – En el auto de papá nos iremos a pasear…
La abracé a mí sin dejar de caminar, sintiendo el pecho a
punto de explotar de felicidad. Ella era tan dulce, tan sexi, tan inteligente,
tan… Phhhhh!... Ella lo era todo, y me hacía sentir que nada me podía afectar
mientras la tuviera a mi lado.
-Vamos de paseo, pí! pí!
pí! – Dijo pellizcándome en distintas partes del cuerpo con cada “pí” como
si fuera una bocina, sabiendo que soy cosquilloso - En un auto feo, pí! pí! pí! – Debí soltarla y escapar, pero ella se
lanzó en mi persecución sin dejar de cantar y cabreando a la gente con bolsos
que se nos cruzaba - Pero no me importa, pí!
pí! pí! – Continuó cuando inevitablemente me atrapó – Porque como tortaaa!
-Y esa canción? – Pregunté riendo. La canción había acabado
y ella había vuelto donde pertenecía, a hundirse en mi abrazo.
Ella simplemente encogió los hombros y siguió mirando en
todas direcciones, hasta que pasamos los andenes y nos acercamos a los baños
públicos.
-Necesitas ir al baño? – Preguntó – Seguro fueron los “pí,
pí, pí”.
Negué con la cabeza y nos acerqué a un sector que tenía un
corto pasillo cubierto por ambos lados con hileras de lockers.
Isabella me miró expectante y yo le entregué una llave que
guardaba en mi bolsillo.
-223… – Dijo estudiando la llave, y de inmediato se lanzó a
la búsqueda del locker con ese número.
Pronto lo encontró y me miró expectante, preguntándome con
la mirada si estaba bien que lo abriera.
Asentí.
Ella insertó la llave, abrió la puerta de metal, y se
encontró con una enorme torre de carpetas y archivadores. Tentativamente tomó
la carpeta que estaba más arriba y al abrirla sólo exclamó
-Oh Embry! – Y lágrimas comenzaron a caer de sus ojos en un
flujo constante, sin sollozos, pero sí reflejando una profunda emoción.
-No llores – Me acerqué para acunar su rostro en mis manos y
recoger sus lágrimas con mis dedos, pero ella no me miraba a mí, sino a los
cientos de dibujos almacenados en el casillero.
-Estos son los definitivos – Afirmó en vez de preguntar.
Asentí.
-Esos son los que he ido pasando en limpio, lo mejor de lo
que he hecho, podríamos decir… - Dije suavemente. La gente a nuestro alrededor
nos miraba sin disimular su curiosidad, seguro convencidos de que estábamos
discutiendo o yo la estaba haciendo sufrir.
-Gracias – Dijo poniéndose de puntillas para besarme –
Gracias, gracias, gracias…
-Hay algo más – Dije separándome un poco para poder verla a
los ojos. Besé su frente, suspiré y extendí mi mano, entregándole la otra llave.
-913… Como mi cumpleaños? – Preguntó.
-No sabes todo lo que esperé para que se desocupara
justamente ese casillero – Dije.
Ella me miró con una expresión que no supe descifrar y abrió
la puerta metálica prácticamente vibrando de anticipación… Y cuando vio lo que
había adentro rompió a llorar otra vez.
-No… Shhhhh… Bella, la gente cree que te estoy haciendo algo
muy malo… No llores, por favor… No llores… - Rogué apretándola contra mi pecho.
-Pero Embry… - Hipó – Esos son… Son años… Son años de
trabajo…
-Son años de amarte – Respondí suavemente.
-Los tenías aquí para que no los viera tu madre? – Preguntó.
-Mayormente – Respondí. Aunque claro, tampoco quería que
nadie de La Manada se encontrara con una literal torre de dibujos de Isabella.
-Nos los vamos a llevar – Decidió ella en cuanto se calmó un
poco – Aquí no están bien protegidos…
-Nunca nadie ha tratado de forzar una chapa – Le dije –
Llevo años arrendando estos espacios…
-No Embry, no creo que los roben, me refiero a la calidad
del aire, a la humedad, estos lockers no están pensados para proteger obras de
arte, sino maltratados bolsos de viaje. Vamos a ir a comprar cajas y vamos a
embalar y mudar todo esto a tu casa, donde vamos a estudiar lo que tienes y
vamos a ver qué es lo que podemos aprovechar – Ya se estaba entusiasmando otra
vez, las lágrimas olvidadas.
-Aprovechar en qué? – Pregunté estúpidamente, sin tener ni
idea de qué hablaba ella.
-En tu portafolio. Un artista necesita un portafolio, es como
tu carta de presentación. Una vez que tengamos eso podemos empezar a participar
en exposiciones, aplicar en galerías y hasta conseguirte un agente o corredor…
Pero primero lo primero, ordenar todo esto. Cómo está organizado aquí? – Apuntó
a las torres de papeles.
-Por fecha – Respondí.
-No soy una experta, y vamos a tener que averiguar en
internet los detalles, pero creo que es mejor clasificarlo por temas o
colecciones, como los estudios de los lobos árticos que hiciste hace tiempo,
las marinas, imágenes del bosque, la playa, niños jugando, etc. Y claro, cada
obra debe tener un nombre, un número único y la fecha… Creo que voy a tener que
hacer una planilla Excel con la información y cruzar los datos – Dijo y cerró las
puertas de los lockers mientras hacía planes.
Una vez cerradas las puertas la tomé de la mano y la
arrastré fuera de la apestosa estación de buses mientras ella me hablaba sin
parar de las ideas que tenía para mis “obras”. Yo no estaba demasiado
interesado, simplemente le mostré mis dibujos porque sabía que ella quería
verlos, y eso es algo que sí le podía dar… Y si ella era feliz ante la
perspectiva de asumir un proyecto semejante, no sería yo quien la disuadiera de
pasar más tiempo juntos.
Nos fuimos a caminar por el muelle, y ella estaba cada vez
más entusiasmada, riendo, gesticulando y cada cierto tiempo, besándome con
abandono, sin miedo ni vergüenza, sin importar quién nos pudiera ver, como si
estuviera orgullosa de estar conmigo, de mostrar que soy suyo.
Almorzamos hot dogs que compramos en un carrito y cuando
comenzó a atardecer fuimos a comprar las cajas y a embalar toda mi carrera
artística en tres cajas de cartón medianas.
Al llegar a Forks metí las cajas a la cabaña y las dejé
cerca de la cocina para poder ocupar el mesón en ordenar los dibujos.
-Quieres trabajar en los dibujos? – Pregunté mientras ella
depositaba la comida china que compramos para la cena en el mesón.
-Nah… - Dijo empuñando los costados de mi camiseta – Había pensado
algo distinto… Algo como poner una película…
-Qué película? – Pregunté tragando en seco. Me daba lo mismo
lo que fuera, pero me pareció de buena educación preguntar.
-Da lo mismo, no es como si la fuéramos a ver…
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Ahí tienen, ustedes dirán.
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