Espero les guste, y que así como me la piden me dejen sus comentarios.
Sólo así puedo mejorar.
Abrazos.
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Este fic participa del Reto Anual "Te proponemos un
longfic" del foro "Sol de Medianoche"
Disclaimer: Nada relacionado con la Saga Twilight me pertenece.
N° de Palabras: 6.128
Palabras Usadas: -
Emoción Usada: -
Imagen Elegida: Manada Quileute.
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Capítulo 12
I climbed across the mountain tops
Swam all across the ocean blue
I crossed all the lines and I broke all the rules
But baby I broke them all for you
Because even when I was flat broke
You made me feel like a million bucks
You do and I was made for you
You see the smile that's on my mouth
It's hiding the words that don't come out
And all of my friends who think that I'm blessed
They don't know my head is a mess
No, they don't know who I really am
And they don't know what I've been through like you do
And I was made for you...
Swam all across the ocean blue
I crossed all the lines and I broke all the rules
But baby I broke them all for you
Because even when I was flat broke
You made me feel like a million bucks
You do and I was made for you
You see the smile that's on my mouth
It's hiding the words that don't come out
And all of my friends who think that I'm blessed
They don't know my head is a mess
No, they don't know who I really am
And they don't know what I've been through like you do
And I was made for you...
The Story / Brandi
Carlile
Bella POV
Los siguientes días y semanas pasaron casi sin darnos
cuenta.
Durante la semana ambos trabajábamos en el negocio de
comidas, cada uno por su lado, y luego al llegar a casa, trabajábamos en la
clasificación de las obras de Embry, ordenando y codificando hasta quedar
agotados. Era duro, pero cuanto antes termináramos antes podríamos comenzar a
exponer.
Es por eso que los fines de semana eran sagrados para
nosotros dos: No solamente porque podíamos pasar nuestro tiempo como se nos
diera la regalada gana, dormir hasta tarde y no hacer nada, sino porque
habíamos adquirido la saludable costumbre de largarnos de Forks, a pasar la
noche en Port Ángeles o acampando en el parque nacional, de modo de no tener
que esconder lo que sentíamos, y que nadie nos pudiera alcanzar.
Jake estaba bastante ocupado con propio trabajo su de lunes
a viernes, así es que sólo llamaba a Embry una vez a la semana, generalmente
los miércoles al medio día, para saber cómo seguía en su período de ausencia en
La Manada. Siempre se despedía ofreciéndole regresar a La Tribu y Embry siempre
decía que no.
A mí me llamaba más seguido, pero yo trataba de sonar
ocupada y evitaba cualquier insinuación de que quería volver a verlo. Yo
conocía a Jake, y si le ofrecía la mano me agarraría hasta el codo.
Porque yo sabía que en el fondo Jake refiriéndose al futuro
de Embry hablaba de la boca hacia afuera, no es como si las cosas hubieran
cambiado para Embry en La Push, ya que ni siquiera tenía dónde vivir, y la
única alternativa de alojamiento que se me ocurría es que finalmente echaran a
su madre tal como quería el viejo Quil, Billy Black y la mayoría de los otros miembros
del Concejo.
Pero no, Embry era mío, y no lo dejaría partir a menos que
fuera lo que él realmente quisiera, y que me encontrara segura de que sería por
su propio bien, y eso no ocurriría. Mi lobo era feliz a mi lado y hasta Charlie
había aprendido a lidiar con el hecho de que mi lobo y yo fuéramos un ítem,
aunque no entendía por qué debía esconder nuestra relación de su mejor amigo.
Así es que apelamos a los celos de Jake, y le pedimos un
tiempo hasta afianzar un poco más nuestra relación, pensando en que ya faltaba
poco para poder tomarnos esos días que tanto deseábamos… Días para descubrirnos, conocernos, y explorar nuevas
posibilidades, tal vez hasta un nuevo lugar donde vivir que nos permitiera
comenzar de cero.
oooOooo
Mi relación física con Embry no había avanzado demasiado,
vale decir, nos habíamos acariciado bastante, volviéndonos locos de necesidad,
pero ni siquiera nos habíamos visto completamente desnudos (bueno, yo a él sí,
alguna vez que se transformó cerca de mí en el pasado, pero nunca en el
contexto sexual de nuestra relación).
Yo sabía que una vez que las barreras físicas no existieran
no habría poder humano que impidiera que Embry se abalanzara sobre mí y me empalara
contra la mesa, la puerta o el sofá, y si bien eso sonaba exactamente como lo
que yo necesitaba, quería ofrecerle una primera vez más dulce y tierna que eso.
Quería enseñarle a hacer el amor antes de cabalgarlo como una amazona por horas.
Gracias a dios yo ya había pasado por ese embarazoso trámite
de librarme de mi virginidad, ya que como ni Jake ni yo sabíamos qué hacer, él
rompió tres preservativos antes de lograr cubrir su erección, y estábamos tan
nerviosos por la situación, la vergüenza y el miedo a que Billy regresara antes
de lo previsto, que Jacob ni siquiera llegó a prepararme bien, y casi me parte
en dos del dolor combinado de mi himen desgarrado, su considerable tamaño, y la
falta de excitación y lubricación.
No, esa desagradable experiencia no se repetiría con Embry. Pero
si bien era claro que él no sufriría físicamente por ser hombre, yo sabía lo
importantes que son los gestos para él, no habiendo recibido ninguno por parte
de nadie, así es que nos tomaríamos nuestro tiempo para disfrutarnos…
Y además yo había decidido que ya estaba lista para el
siguiente nivel, ya no tenía dudas ni miedos, y sólo quedaba el pronunciar las
palabras, aquellas que no enunciaba desde mi cumpleaños número 18: “Te amo”.
El viernes salíamos temprano
del trabajo, después del servicio de almuerzo, así es que a las 4 ya
estábamos cargando la camioneta. En la mañana me había despedido de Charlie
pero de todas formas dejé una nota recordándole que sacara la ropa de la
secadora y la estirara, yo la ordenaría a la vuelta; que había llenado el
refrigerador con su cerveza artesanal favorita; y diciéndole que había sacado
del freezer la cantidad de comida necesaria para el fin de semana, así es que
no tendría más que calentarla.
-Dónde vamos? – Preguntó Embry cuando ya habíamos salido del
límite urbano de Forks. Siempre era así, respirábamos más tranquilos una vez
que entrábamos en terreno neutral.
-A un lugar cerca del agua – Respondí sonriendo, sin dejar
de mirar hacia el frente.
-Oh… Puede ser toda la costa oeste del país entonces… -
Arrugó el ceño en un gesto concentrado - O la costa este, que está más lejos…153.646
kilómetros que explorar, más los las riveras de agua dulce…
-Cómo demonios sabes eso? – Pregunté girándome hacia él a
riesgo de chocar, pero es que a veces Embry era tan insólito que no podía menos
que quedarme mirando con la boca abierta.
-Fui al colegio? – Dijo en tono de pregunta mientras
estabilizaba el volante con sus manos.
-Pero… Pero ese tipo de datos… Son imposibles de recordar! –
Rebatí estacionando, admitiendo silenciosamente que era mejor que él manejara y
yo lo guiara.
-Tengo memoria fotográfica, recuerdas? – Dijo deslizando el
asiento del conductor hacia atrás, para dar espacio a sus largas piernas – Y
siempre me gustó la geografía, soy bueno con los mapas.
-Apuesto que sí – Sonreí besando su mejilla.
-Adónde vamos? – Preguntó besando la punta de mi nariz.
-Derecho – Dije simplemente.
-Hasta dónde? – Insistió.
-Hasta que tengamos que doblar – Respondí acurrucándome a su
lado.
oooOooo
Nuestro destino era una pequeña cabaña que me había prestado
una de las chicas que trabajaban en el negocio. Había pertenecido a su abuela,
pero la anciana había muerto hacía más de un año y desde entonces nadie había
querido ir más que a limpiar y ventilar, ya que les traía muchos recuerdos.
Cuando ofrecí pagarle, ella se negó rotundamente, alegando
que Aberdeen no era exactamente una atracción vacacional, y que el único mérito
de la cabaña es que era confortable y totalmente privada, lo que garantizaba un
buen descanso, precisamente mi justificación para tomarla prestada en primer
lugar.
Después de dos horas y media de camino (que podían haber
sido menos si mi camioneta fuera capaz de ir más rápido que una carreta de
tirada por bueyes) llegamos a la ciudad.
Embry miró atentamente todo a su alrededor, olisqueó
disimuladamente en busca de peligro, y se bajó de la camioneta para abrir mi puerta.
Esa era una batalla que yo había dado por perdida, él abría
mis puertas, no porque yo no pudiera hacerlo, sino porque era otra silenciosa
forma de decir “te amo”.
Caminamos de la mano al almacén general y compramos las cosas que olvidé en mi apuro
por empacar y largarnos de Forks. Como siempre, llamamos la atención por
nuestras diferencias físicas, desde nuestro colorido (él moka, yo pálida), nuestro
tamaño (él enorme, yo bajita), hasta nuestras contexturas (él musculoso, yo flacucha),
pero también porque Embry es jodidamente hermoso, lo que inevitablemente
llamaría la atención de las mujeres que no acostumbraban a ver a estatuas
griegas de dos metros paseándose por su supermercado empujando un carrito
cargado de cereales “Count Chócula”.
A todas ellas Em las ignoraba, él odiaba la atención de
cualquier tipo.
Pero con los demás hombres… Ah, eso era otra historia.
Embry hablaba poco en general y virtualmente nada con
desconocidos, pero su lenguaje corporal lo decía todo, en este caso algo como
“Atrévete a mirarle el culo a mi novia otra vez y vas a tener que alimentarte
con una pajita el resto de tu vida”.
Afortunadamente ese día los parroquianos de Aberdeen no me consideraron
nada fuera de serie y no me miraron el culo, o tal vez fue que Em estaba más
relajado que de costumbre y no le importaron las miradas lascivias, no lo sé, el
asunto es que regresamos a la camioneta sin problemas.
-Me vas a decir adónde vamos? – Preguntó una vez que
encendió el motor.
-Toma Alder St. – Dirigí apuntando.
-Ok… - Suspiró sabiendo que no me podría quitar la
diversión.
-Dobla a la izquierda en Sumner Ave. – Continué – Y maneja
derecho, derecho, derecho… Qué quieres comer esta noche?
-Lo que tú tengas ganas de preparar – Dijo encogiendo los
hombros - A menos que tengas ganas de “Count Chócula”.
-Por qué eres tan lindo? –Me lancé a besar su mejilla,
cuello y hombros.
-Me tengo que estacionar? – Preguntó disminuyendo la
velocidad.
-No! Me puedo contener hasta nuestro destino, no eres taaan
irresistible – Dije y me senté lo más lejos posible para evitar la tentación.
Una pequeña sonrisa adornó sus labios. Una pequeñita, pero
sólo para mí.
-Cruza el puente, sube por Lincoln St., y dobla a la
izquierda por Emerson Ave. hasta que se transforme en la Ruta 109 – Dije
leyendo mi papel con instrucciones.
-Vale, y ahora? – Dijo Em una vez que llegamos a la
carretera.
-Vamos al 410, antes de que la carretera se separe de la
línea de la costa. Hay un camino de tierra con un letrero que dice “Usted está saliendo de Grays Harbor National
Wildlife Refugee”. Entramos en ese camino y al final está nuestro destino –
Indiqué casi vibrando de emoción ante lo que sucedería a continuación.
Nos adentramos en un camino de serpenteante y espeso bosque,
y lo primero que vimos al despejarse parches de la arboleda fue el vasto y
tranquilo océano.
Tal vez para un par de personas que viven junto al mar y van
a la playa como quién va a la plaza, el agua no debería representar ninguna
novedad, pero la única forma en que lo puedo explicar es el cielo… Así como el
cielo nunca es aburrido a pesar de ser siempre azul, el agua tiene propiedades
hipnóticas y calmantes, y la vista combinada con el bosque era simplemente
espectacular.
Condujimos hasta el final del maltrecho camino y cuando la
ruta se acabó nos bajamos y tomamos con nosotros bultos y bolsas, siguiendo las
instrucciones de mi papel y el sonido del mar.
Unos treinta metros más allá, llegamos a una pequeña cabaña
de madera con una amplia terraza y ventanales que daban hacia el agua. Por lo
que me habían descrito, la cabaña era de un ambiente más el baño, y si bien nos
quedaría pequeña para vivir ahí por el simple tamaño de Embry, era ideal para
esta ocasión.
Dejé todo en el suelo y corrí al balcón de la terraza, donde
asomé medio cuerpo, respiré profundo y suspiré muy satisfecha conmigo misma.
-Cuidado Isabella, si te caes me tendría que lanzar contigo,
y ninguno de los dos sobrevivirá esa caída – Dijo Em perfectamente calmado y
hablando totalmente en serio.
-Estoy contenta, estás contento? – Me aferré a sus brazos
para que me apretaran aún más fuerte.
-Contigo… Cada minuto – Dijo muy despacio.
-Vamos a ver la cabaña? – Pregunté sacando la llave de mi
bolsillo.
-De quién es este lugar? Aún estamos en territorio del
parque nacional, no es verdad? – Preguntó.
-Era de la abuela de Anna, una de las cocineras, bajita,
cabello rojo? – Pregunté para ver si se acordaba de quién estábamos hablando.
Embry era dolorosamente tímido y cualquier relación extra laboral era evitada
como la plaga.
Él asintió.
-Su hermana y ella la heredaron, pero no vienen más que cada
cierto tiempo a limpiar y ver que esté todo en orden. Cuando pregunté si
alguien sabía de una cabaña en el lago o a orillas del mar, simplemente me la
ofreció sin cobrarme nada, siempre que trajéramos las cosas que ensuciaremos
como toallas, sábanas, etc – Expliqué girando la llave.
Abrí la puerta y
entramos a un acogedor ambiente tipo estudio, algo parecido a la cabaña donde vivía
Embry, pero que en vez de privilegiar la cocina tenía un pequeño living
rodeando la chimenea de piedra.
El piso era de madera, pero a apenas se veía al estar tan
cubierto de todo tipo de alfombras y tapetes.
Mientras yo me metí a la cocina para asegurarme de que los artefactos funcionaran y encender el
calentador de agua eléctrico, Embry entró todos los bultos, sacó las sábanas de
una de las mochilas y comenzó a hacer la cama. Ya que él no necesitaba ayuda,
yo comencé a hervir agua para hacer espagueti con salsa de carne, que traía guardada
en un tupperware.
Comimos en silencio, tensos ante lo que ambos sabíamos que
sucedería.
Al terminar de comer él lavó los platos y yo me fui al baño.
Me lavé los dientes, peiné mi ridículamente largo cabello, me embetuné en crema
humectante, me puse un pijama lindo pero no demasiado sexi, y aun no me atreví
a salir del baño.
Debía ser valiente, me dije.
Era yo la que debía guiar este show.
Sin importar mi falta de experiencia, Em era mucho más
inexperto aún.
Finalmente salí del baño, descalza y con el cabello suelto,
y Embry no se veía por ninguna parte, así es que me metí a la cama sin más.
Traté de mantenerme atenta a su regreso, probablemente
estaba simplemente estableciendo un perímetro, pero el cansancio del día me
pasó la cuenta y sin darme cuenta me
quedé dormida.
oooOooo
Cuando volví a despertar estaba todo absolutamente en
penumbras. El fuego se había apagado y aparentemente se había nublado, ya no se
veía la luna ni las estrellas, pero no me dio miedo, porque la presencia que se
deslizó entre las sábanas junto a mí era mi lobo, que rodeó mi cuerpo con sus
brazos y me atrajo hacia sí.
-Pensé que me habías abandonado – Murmuré besando su hombro.
-Nunca – Respondió simplemente.
-Creí que me quedaría sin mi beso de buenas noches – Insistí
buscando su rostro con el mío.
-Nunca – Repitió.
-Em… - vacilé. Esto era demasiado osado incluso para mí,
pero al menos él no me vería sonrojarme – Me
quieres ayudar?
-Con qué? – Preguntó.
-Este pijama, es apretado y la tela me pica… - Dije haciendo
un puchero que él no vería pero escucharía en mi voz, a la vez que me removía para
sacarme la pequeña camiseta del pijama.
-Quieres que te busque una de algodón? – Preguntó sentándose
como para prender la luz del velador.
-No! – Exclamé. La luz lo arruinaría todo – Lo que quiero es
que me ayudes a sacarme esto… - Levanté
los brazos rectos hacia el cielo. Él arremangó la camiseta lentamente hasta llegar justo bajo mis pechos y se detuvo.
-Segura? – Preguntó con voz ahogada.
-Segura – Respondí.
Mi camiseta voló por los aires y no sé dónde fue a caer.
A pesar de que habíamos calefaccionado la cabaña con la
chimenea, seguía siendo una helada noche de Washington, así es que mis pezones
se endurecieron apenas entraron en contacto con el aire.
Ninguno de los dos dijo nada, pero pasados unos segundos Em acarició
mi mejilla con el dorso de sus dedos y movió los mechones de mi cabello que
caían en mis pechos para que se deslizaran por mi espalda, y con la yema de
ambos pulgares tocó la parte más sensible de mis pechos, en suaves movimientos
rotatorios.
Ninguna otra parte de
nuestro cuerpo se tocaba, pero ese toque fue suficiente para hacerme sentir la
humedad empapando mis pequeñas bragas.
La oscuridad todo lo intensificaba, enfocándome en mis otros
sentidos.
Mi respiración salía entrecortada y mi corazón palpitaba
acelerado, y sé que él debe haber estado igual.
-Más… - Susurré sin confiar en mi propia voz.
-Más? Qué es más –
Preguntó mordisqueando mi oreja, invadiendo mi espacio personal pero sin
ofrecer ninguna clase de alivio.
-Desnúdate para mí… Desnúdame para ti – Pedí arañando
suavemente desde su clavícula hasta la baja pretina de su pantalón de algodón,
peligrosamente cerca de su sexo.
Su erección se delineaba perfectamente, imposible de
disimular.
En menos de lo que me demoré en pronunciar las palabras, el
resto de mi pijama había desaparecido, igual que su pantalón, dejándonos desnudos
y jadeantes, inseguros de quién daría el siguiente paso.
Y por eso me sorprendió tanto que fuera Embry quien tomara
la iniciativa, posicionándome de espaldas en la cama, pero totalmente
descubierta.
Imaginé que querría adoptar la posición del “Misionero”, y
esperé que su cuerpo me cubriera, pero lo que vino fue muy diferente.
Sentí un cosquilleo en mi talón, pero cuando traté de mover
el pie él lo atrapó en su lugar, suave pero firmemente.
Y procedió a olisquearme, literalmente de pies a cabeza,
pausando a veces para dar un beso o una lamida a algún lugar que le llamó la
atención, murmurando su aprobación en un gruñido bajo, más tosco que un gato,
pero igualmente animal.
Cuando terminó por el frente me rodó e hizo lo mismo con mi
espalda.
Durante este proceso no hizo amago de movimientos sexuales,
pero el tener su rostro a escasos centímetros de donde más lo necesitaba era
más que suficiente, y me estaba volviendo
loca.
-Memoricé tu esencia – Dijo a mi oído.
-Antes ya la conocías – Respondí acariciando su cabello.
-No de este modo. Ahora conozco hasta las diferencias de PH
de cada centímetro de tu piel – Dijo y lamió detrás de mi oreja.
-Y eso es importante? – Pregunté aferrando las sábanas con
mis puños. Quería levantar el trasero y ofrecérmele descaradamente, pero en
realidad me gustaba verlo en control.
-Sí, quiero recordarte como eras… - Dijo y aspiró el cabello
de mi nuca.
-Como era… Me vas a matar? – Pregunté, incierta.
-No Isabella, te voy a coger – Dijo como si usara esa clase
de lenguaje vulgar todos los días.
-Embry! – Jadeé sorprendida.
-Una vez que te haga mía nunca vas a volver a oler
simplemente a Bella – Dijo acariciando mi espalda en movimientos circulares –
Tu esencia va a estar ligada a la mía y no va a haber lugar a dudas sobre a
quién perteneces. Todas las imprimadas huelen a su lobo.
-Hugh… - Dije. Mucha información – No es que quiera traerlo
a colación, pero qué hay de Jake…? Él…
-Él nunca te reclamó – Dijo Embry, categórico.
-Sí, sí lo hizo. Pocas veces, pero pasó – Reconocí incómoda.
-Tú y Jacob tuvieron sexo – Dijo Em sin inflexión en su voz.
Claramente no le gustaba el tema, pero él lo había sacado a colación – Pero
nunca te reclamó.
-Hugh? – Repetí.
-Nunca acabó en ti, ni siquiera sobre ti, usó preservativos
cada vez – Aclaró.
-Cómo sabes eso? – Pregunté aterrada de la respuesta.
Silencio.
-Noooooo! – Exclamé – Tú lo viste?
-Todos lo vimos – Respondió con un tono de voz más dulce –
Tú sabes que Jacob estaba loco por ti y no podía sacarte de su mente.
-Oh por dios! – Exclamé mortificada – Bueno, entonces eso
es? Acabar en mí me hace tuya? Como hacer pis en un árbol?
-Sí, algo parecido – Dijo él claramente sonriendo – Somos
lobos, nuestro material genético no es algo que se regala así como así, una vez
que nos transformamos somos instruidos de abstenernos de tener sexo
desprotegidos hasta haber encontrado a la persona definitiva, así es que si la
chica elegida está de acuerdo con las consecuencias, el lobo acaba en ella y el
semen se absorbe desde el mismo útero, anclándose a nivel celular o genético,
no lo sé, en el Concejo nunca se ponen de acuerdo… La cosa es que la esencia
del lobo se pega en ti y no sirve bañarse ni usar perfumes. Sólo con el tiempo
se borra esa marca, por lo que debe ser renovada, una y otra vez... – Era una
promesa o una amenaza? - Obviamente el proceso es más complejo que absorber
semen, pero no es como si tuviéramos científicos en La Manada, sólo a Sue que
es enfermera y se las arregla con lo que hay para darnos explicaciones que
hagan un poco de sentido.
-Tengo como mil preguntas… - Murmuré.
-Pregunta - Dijo él masajeando mis piernas.
-Dijiste que “todas
las imprimadas huelen a su lobo”… Hay algo que no me hayas dicho? Imprimaste de
mí? – Quería que hubiera imprimado de mí? No, yo quería a Embry libre de tomar
sus propias decisiones, pero bueno, si fuera el caso habrá que vivir con lo que
nos toque, verdad?
-No – Dijo firmemente – Yo nunca voy a imprimar.
-Eso no lo sabemos – Murmuré. Vivía con el miedo de que
Embry encontrara a su imprimada, y que no fuera yo, y ese miedo crecía junto
con mis sentimientos hacia él.
-Nunca voy a imprimar – Repitió – La imprimación es un
proceso que sirve para apuntarte a tu alma gemela. No es que ames a alguien de
repente, lo que hace la imprimación es mostrarte el camino, señalar a la
persona que te complementa, que te hará feliz, entiendes lo que digo?
Asentí. No sé si me vio, pero no me sentía capaz de hablar.
-Yo te encontré cuando tenía 3 años, mi primer recuerdo
coherente eres tú, y te amé desde entonces – Dijo con voz baja, rasposa – Te he
amado toda mi vida, nunca hubo alguien más, nunca va a haber nadie más. Una
imprimación en mi caso sería absurda o redundante, porque sé desde siempre que
mi otra mitad eres tú…
-Dios, Embry! – Me lancé a sus brazos llorando emocionada.
Besé su rostro, sus párpados y sus labios – Tengo algo… Tengo que decirte algo…
– Balbuceé.
-Dime – Sujetó mi rostro con sus manos.
-Em, yo… te amo – Susurré contra su boca. Lo que creí que
jamás volvería a sentir, lo que creí imposible de declarar, estaba ahí, al
descubierto.
-Otra vez – Dijo empujándome hasta dejarme caer de espaldas.
-Te amo…
-Más – Dijo y pude sentir su aliento deslizarse desde mi
cuello hasta mi sexo.
Sabría qué hacer ahí?
Debería dirigirlo? No es que yo supiera mucho al respecto, nunca tuve este tipo
de intimidad con Jake…
-Te amo…
Embry se acomodó entre mis piernas, pero en lugar de atacar
mi sexo penetrándome con sus dedos o lamiéndome casi con violencia como he
visto en películas, él me rozó apenas con la yema de sus dedos, sin ni siquiera
abrir mis labios mayores.
Jadeé y arqué la espalda y él continuó acariciando hasta que
tocó mi clítoris con la punta de su lengua.
A esas alturas yo estaba dispuesta a cerrar las piernas
atrapándolo y obligándolo a complacerme, pero la verdad es que si bien lo que
me estaba haciendo era tortuoso, también era delicioso.
No era sólo connilingus, era una labor de reconocimiento, en
la que a oscuras, se familiarizó con mi sexo, su anatomía y sus zonas más
sensibles, tomando gran placer en llevarme al borde del orgasmo para luego
retirarse, siempre con movimientos suaves y fluidos, siempre amorosamente.
Estaba más mojada de lo que lo había estado en mi vida, y él
pareció no tener suficiente, hasta que, luego de lubricarme hasta la
exageración, comenzó a girar su lengua en contra de las manecillas del reloj,
circulando mi hinchado clítoris, ejerciendo más presión. Giró y giró y giró un
poco más, hasta que me atravesó un orgasmo demoledor, seguido de otros más
pequeños, que me hicieron gritar y gemir, sabiendo que nadie más nos
escucharía.
No sé cuánto tiempo habrá pasado Embry complaciéndome esa
primera vez, pero se sintió como horas.
Horas dedicadas exclusivamente a un pequeño manojo de
nervios de menos de un centímetro de diámetro, que escondía todos los secretos del
placer más profundo… Secretos que él desentrañó.
oooOooo
-Dónde… Dónde aprendiste… A hacer eso? – Pregunté jadeante,
enredando los dedos en su cabello.
-El que no lo hubiera hecho no significa que no supiera cómo
se hace – Respondió desde su puesto, recostado con su mejilla en mi muslo, con
su enorme mano cubriendo mi vientre – Comparto la mente con un montón de
hombres que piensan en sexo el 90% del tiempo… Además… Quiero conocer tu cuerpo
Isabella, cada curva, cada valle y cada pliegue. Para eso debo explorar,
tocarte… Quiero conocer tus puntos erógenos y los que te producen cosquillas...
-Fue increíble…! – Dije haciendo ademán de sentarme.
-Adónde vas? – Dijo aferrándose a mi cuerpo, sin dejarme ir.
-Me gustaría devolver el favor – Dije esperando que como
cualquier hombre, saltara ante la oportunidad de una mamada.
-Hundir mi lengua en ti es siempre un honor, no un favor –
Dijo girándonos hasta quedar perfectamente alineado con mi entrada.
-Oh! – Jadeé de nuevo, más por el “hundir su lengua en mí” que por el movimiento.
-Cuando acabe en ti no va a haber vuelta atrás – Dijo
temblando del esfuerzo por no empujar – Todos en La Push van a saber, estás
lista para afrontar las consecuencias?
Asentí mordiéndome el labio. Las deliciosas cosquillas del
sexo inminente me tenían medio estúpida de necesidad.
-Estás lista? – Preguntó penetrándome un par de centímetros
y luego deteniéndose. De dónde sacaba ese autocontrol?
-Sí Em, ya te lo dije, te amo… - Acaricié su rostro – Te
amo, y quiero ser tuya sin importar quién lo sepa o qué opinen.
Embry empujó.
Despacio y hasta el fondo.
Me llenó por completo..
Y a pesar de su tamaño no me dolió, estando tan lubricada que
había mojado las sábanas debajo de mí.
-Isabella, esto no va a durar demasiado – Dijo con voz
tirante, claramente avergonzado.
-Gíranos, yo arriba! – Exclamé. Él lo hizo de inmediato, y de
ese modo pude controlar la velocidad, la profundidad y el ángulo, tratando de
estimularlo lo menos posible mientras yo aceleraba mi propio clímax. Tomé una
de sus manos y la puse en mi entrepierna
para que hiciera lo suyo mientras yo rotaba mis caderas y pellizcaba mis
pezones, y cuando sentí que las oleadas de placer comenzaban a recorrer mi
cuerpo, me dejé caer y grité
-Ahora! Córrete conmigo Em!
Sus manos aferraron con fuerza mis caderas empujándolas a su
sexo, su pelvis se proyectó al ritmo de sus estocadas, se levantó para sentarse,
y sin previo aviso hundió profundamente sus dientes en mí.
oooOooo
-Estás bien? – Preguntó una vez que se sintió con la energía
para hacerlo sin jadear. Estábamos aún unidos, pero cada uno había caído de
espaldas frente al otro, por lo que lo único de él que me tocaba, era su sexo
aún dentro de mí.
-Uh hu… - Murmuré. No tenía ganas ni fuerza de hablar fuerte
o mover la cabeza.
-Isabella, te hice daño? – Insistió.
-Uh? – Pregunté.
-Te mordí – Aclaró.
-Oh, sí, qué fue eso? – Pregunté abriendo los ojos y mirando
al techo, pero sin ver nada.
-No lo sé – Admitió – Pocos lobos lo han hecho en nuestra
historia, apenas está documentado, y es un gesto de dominancia que marca a las
parejas no sólo por el olor sino visiblemente… Así como el acabar en ti es un
aviso que debe ser renovado periódicamente, la marcación es un desafío abierto
y confrontacional ante quien se atreva a dañarte o a querer robarte… Bella, yo
no quería hacerlo… Ni se me ocurrió la posibilidad, en serio – Agregó –
Perdóname, nunca te haría daño.
-Lo sé – Dije moviéndome hacia él, lo que hizo que su pene
se saliera se mí, junto a otros… Fluidos – No me dolió casi nada, porque en ese momento
estaba teniendo el orgasmo más intenso del mundo, y esa pizca de dolor sazonó
el placer – Me acurruqué contra él – Si me mordieras de pronto y sin
preparación, claro, sería horrible, pero tal como pasó, me encantó… Tú me
encantas.
-No puedo creer que estemos aquí, haciendo lo que estamos
haciendo, no puedo creer que podamos ser libres y felices… - Dijo besando mi
frente y apretándome a su cuerpo.
-Embry, yo voy a dedicar mi vida a ser feliz a tu lado – Le
dije – Tú sabes que cuando decido algo no hay quién me pare, y bueno, eso es lo
que decido… Que te amo y vamos a perseguir tus sueños igual que yo perseguí los
míos.
Nos quedamos un rato en silencio, simplemente abrazados.
-Bella…?
-Mmmmh?
-Te gustó? – Peguntó tímidamente.
-Me encantó – Dije de inmediato.
-De verdad? Aunque no duré mucho? – Susurró.
-Duraste más de lo normal para alguien que lo hace por
primera vez – Respondí besando sus deliciosos labios – Y cuando creas que vas a
durar poco simplemente debes estimularme más a mí y menos a ti, para
equilibrar… Tú viste que eso funcionó y yo llegué al clímax…
-Tiene sentido… - Asintió.
-Em… tú ya exploraste mi cuerpo… Crees que ya puedo explorar
el tuyo? – Pregunté moviendo mi mano hacia el sur.
-Sí, seguro, lo que quieras, pero mañana – Dijo lamiendo la
mordida y haciéndome estremecer. Al parecer Embry había creado sin querer una
nueva zona erógena.
-Tienes sueño? – Pregunté.
-No, quiero que me enseñes más puntos sensibles. Quiero
aprender a tocarte, a prepararte para mí… - Dijo delineando mi espalda y nalgas
con un dedo.
oooOooo
En todo el fin de semana creo que el único aire fresco que respiramos
fue cuando abrimos las ventanas para sacar el inconfundible olor a sexo.
Cogimos en cada superficie y rincón de la cabaña, y si no
fuera porque Em de algún modo me mantenía en un constante estado de excitación,
habría sufrido quemaduras por roce en la vagina.
Por supuesto, cuando no estábamos haciendo el amor estábamos
comiendo, y a veces hasta combinamos ambas actividades usando fruta y una lata
de crema batida.
Me dolía cada músculo de mi cuerpo, pero tenía plasmada una
estúpida sonrisa de contento, y no había nada que me sintiera incapaz de afrontar.
Nunca fui tan feliz, y no sólo por el sexo y la lluvia de orgasmos.
Estaba feliz porque por primera vez se daban para mí en una
misma relación el amor, la complicidad y el deseo.
Me sentía invencible, evidentemente más afortunada que el
resto de las mujeres del planeta que nunca tendrían en su vida a alguien como
Em, y que se debían conformar con su suerte casándose con aburridos hombres
humanos.
Pero no yo, Isabella Swan. Noop, yo no transaría nada, e
igualmente tendría a mi lobo, me sentía casi como una elegida capaz de desafiar
al destino, y es esa soberbia la que suele ser la precuela del desastre.
oooOooo
El regreso no fue triste. Estábamos juntos y ya nos las arreglaríamos para pasar más tiempo descubriendo
nuestras nuevas “actividades”.
oooOooo
Al volver a casa me sentía bastante asquerosa, ya que el
calentador de agua de la cabaña permitía cortas duchas de agua apenas tibia,
así es que no me lavé el pelo. Además el volver a casa había puesto a Em en un
humor extraño y posesivo que lo llevó a cogerme cuatro veces después de bañarme.
No sé para qué me molestaba.
Em se bajó de la camioneta y rodeó la casa hacia la cabaña
cargando sus bultos, y quedamos de vernos en la cocina de Charlie más tarde, ya
que esa noche tocaba cena familiar, pero apenas media hora después yo iba
bajando la escalera después de ducharme cuando
el golpeteo de la puerta del frente me hizo apurarme en atender.
Era Quil, totalmente vestido, para variar, y jadeando un
poco. Parecía haber corrido desde La Reserva.
O sea, lo que quería decir era un secreto que no quería
compartir con la mente común de La Manada.
-Quil, hola, pasa. Quieres un vaso de agua? – Ofrecí y él me
siguió a la cocina.
-Ese olor… - Aspiró con el ceño fruncido - Oh mierda! –
Exclamó al ver la marca apenas visible de la mordida de Embry.
-Es asunto nuestro Quil – Dije firmemente – No pasó nada sin
mi expreso consentimiento.
-Eso no hace más fáciles las cosas – Masculló – Pero bueno,
ustedes verán cómo se las van a arreglar con Jacob. Yo vine a otra cosa.
-Pasó algo? Están todos bien? – Pregunté.
-Pasó algo… Eh… Extraño. No le puedo decir a nadie más que a
ti… - Balbuceó.
-Ajá.
-Porque nadie lee tu mente y la mayor parte del tiempo eres
imparcial… Aunque ahora no sé qué tanto… - Agregó.
-Al grano! – Exclamé.
-Estaba en mi patrulla con Jake, cuando faltando más o menos
una hora para terminar apareció Collin, diciendo que estaba escapando de su
madre y prefería estar en cualquier parte menos en casa, porque rompió la tele plasma
de su padre jugando al frisbee con su hermano menor y su perro… Parece que el
perro no atrapa muy bien las cosas, y se incrustó el disco en la pantalla…
-Bueno, y? – Pregunté un poco exasperada.
-Aunque si lo hubiera
atrapado con esa fuerza de lanzamiento, el pobre perro habría quedado sin
dientes… - Pensó en voz alta.
-Quil! – Exclamé.
-Ah! Sí… Collin me ofreció terminar mi turno por mí, Jake
aceptó, y yo volví a mi casa.
-Ok…
-Fui como lobo hasta el borde del bosque y me iba a
transformar cuando escuché una fuerte discusión entre Billy Black, mi abuelo,
mi padre y Sue Clearwater. Tal vez había más personas pero no reconocí sus
voces – Dijo rápidamente.
-Ok…
-Sue pedía calma, mi abuelo un castigo ejemplar, Billy el
destierro y mi padre que lo olvidáramos todo.
-Qué? Para quién? – Pregunté sintiendo la nube negra
aproximarse.
-Nadie estaba deletreando las cosas para mí Bella, llegué a
mitad de la conversación, pero por lo que entendí estaban hablando de la madre
de Embry y su castigo por toda la atención indeseada que ha obtenido con sus
últimos escándalos y acusaciones involucrando a autoridades blancas.
-Oh… - Mierda!
-Pero lo friki comenzó cuando empezaron a hablar de Embry… -
Susurró Quil.
-Por qué? Qué dijeron? – Me acerqué a cuchichear.
-Para acercarme a la casa debí transformarme y como humano
mi audición no es tan buena, pero estoy casi seguro de que estaban hablando del
padre de Embry…
-Oh dios! – Exclamé sentándome. Yo sabía que era un tema
delicado.
-Sue dijo que todo se había manejado mal desde el principio,
y que si “él” fuera un verdadero hombre y hubiera asumido sus responsabilidades
nada de esto estaría pasando. Papá defendió a Tiffany diciendo que ella debió
afrontarlo todo ella sola, y que hubiera querido estar más con ella y que lu
hubiera hecho de no ser por mi madre; mi abuelo la llamó una… Bueno, la insultó
bastante feo en quileute; y Billy Black dijo que más allá de las culpas
individuales, si no encauzan este asunto de una buena vez se estaban poniendo
en peligro los secretos, la integridad y la estructura de La Tribu. Al parecer
no están muy felices de haber perdido control sobre Embry y de tener tan poco
control sobre su madre, que en cualquier momento abre la boca y suelta la bomba
de la paternidad…
-Wow… Y eso es todo lo que escuchaste sobre el padre de
Embry? – Pregunté.
-Todo esto lo escuché entrecortado y de a pedazos, pero la
verdad, tengo una idea de por qué mi abuelo odia tanto a la señora Call y a
Embry…
-Si? – Lo incité a continuar.
-Creo que Embry es mi medio hermano, y mi abuelo teme que si
se sabe, el secreto destruya mi familia… Sabes? La familia de mi madre es la
que siempre tuvo dinero, la de mi padre era bastante más humilde. La condición
de mi abuelo materno para que mamá heredara fue que conserve a su nombre todo
lo que adquirió con su fortuna o producto de ésta (o sea todo); si se entera de
que mi papá tuvo un romance mientras ella estaba embarazada de mí no sólo le va
a cortar las bolas, sino que lo va a echar a la calle y a mi abuelo también,
por encubridor!
-Wow – Solté el aire. Hermanos? Bueno, ya se sabía que
alguno de los chicos de La Manada sería hermano de Embry, pero ponerle rostro y
un nombre era otra cosa, era hacerlo una realidad.
-Lo curioso es que sonaba como si mi papá la apreciara de
verdad… A pesar de lo que dijera el resto – Dijo Quil sonando triste – Quién sabe,
quizás hasta la quiso…
-Vaya Quil… - Suspiré – Tu padre no suena como un mal tipo,
pero tu abuelo… Lo siento, pero es un hijo de puta!
-Ni que lo digas! – Resopló – Y ahora necesito que me ayudes
a hablar con Embry… Yo sé que odia tocar el tema y que mi abuelo ha sido
especialmente cruel con él, pero siempre hemos sido amigos y estoy contento de
que sea mi hermano…
-Hermano? – Preguntó la voz quebrada de mi lobo antes de
echar a correr hacia el bosque.
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Eres mi idolo :) eres estupenda, eres increible escribiendo, te pasaste con este capitulo te quedo super super WAWWWWWWWWWW...... en verdad!!
ResponderBorrarSe me queria salir el corazon al mil por tantaaaaaa cosa que describes :P
Me super encanto en verdad, MiL y MiL Gracias Graciassssss
Lo leí apenas y lo subiste pero mi celular no copero en comentarte de inmediato :P
Pero heme aqui :)
Sigue así plisss plisss!!
y mis aplausos para ti :)
Animooooooo
Saludos desde Nuevo Leon, Mexico :)