Hola, sólo quiero decir cuánto me gustan las discusiones que hemos
desarrollado en mi grupo en Facebook, me encantan las teorías, algunas
acertadas y otras no tanto, no dejen de hacérmelas llegar por el medio que les
acomode.
Partes de este capítulo pueden sonar tediosas porque relatan pasajes de
Crepúsculo, aunque muy resumidas. No las habría incluido de no ser necesario, y
será sólo por este capítulo, así es que les pido paciencia.
Este capítulo debería haber sido escrito desde el POV de Bella, pero la
verdad es que es la continuación del anterior y no tenía sentido cambiar de
narrador.
Y ahora, para que vean cuanto las quiero…
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Capítulo 9
Like a song of love that clings to me,
How the thought of you does things to me.
Never before
Has someone been more...
Unforgettable
In every way,
And forever more
That's how you'll stay.
How the thought of you does things to me.
Never before
Has someone been more...
Unforgettable
In every way,
And forever more
That's how you'll stay.
Nat King Cole /
Unforgettable
James POV
– Ya, el policía está multando a unos chicos un par de
coches más allá, abre los ojos y maneja tú, porque yo no conozco las medidas
del auto y es de noche, y no quiero dañarlo.
-Isabella, de dónde sacaste esa historia? –Pregunté sin
poder borrar mi sonrisa.
-Se me ocurrió a medida que la contaba. Las chicas
irlandesas católicas son muy apegadas a la familia y a la Iglesia y sus normas,
así es que era relativamente creíble que me indignara si me acusaban de
mujerzuela o buscona o lo que sea. Lo del vestido lo saqué de una etiqueta que
venía en la ropa interior que me dejó Alice. Me imagino que en ese lugar aparte
de lencería fina y para novias, venden cosas para bodas… El resto de la
historia salió de ahí – Dijo.
-Lo que encuentro más increíble es que no te hayas
reacomodado! Dijiste toda esa sarta de mierda montada en mis piernas y con el
vestido arremangado hasta la mitad de tus muslos! – Exclamé.
-Si me reacomodaba tendría que haber levantado una pierna
haciendo una pirueta de contorsionista del circo chino y él me habría visto las
bragas – Me plantó un sonoro beso en la mejilla – No es que fuera a ver
demasiado, la ropa interior de esta época es enorme, como fajas modeladoras o
algo así…
Bien, ahora quería… No, necesitaba
saber cómo es la ropa interior de su época.
Más material para mi stock pornográfico, que atesoraría para
mis momentos íntimos con el sauce.
Mierda! Soy patético,
pensé, pero al menos hoy soy menos
patético que ayer.
-Nadie puede ver tus bragas antes que yo! – Demandé. Lo
justo es justo.
-No creo que tengamos que llegar a esa encrucijada – Sonrió.
-No me gusta compartir – Dije sonando más agresivo de lo que
pretendía, pero es que sólo la idea de otro… El volante crujió, pero no se
quebró.
-Tranquilo, estás enojándote por supuestos – Dijo tranquila,
posando su tibia mano sobre la mía.
-Te gustaría verme con otra? – Pregunté desafiante.
-Te he visto con otra – Respondió soltándome, ya sin restos
de humor en su rostro – Y eras un salvaje, y creo que era por juntarte con
ella, así es que no, no sólo no me gustaría verte con otra, sino que me
perderías en ese instante. Yo puedo aguantar muchas cosas, pero que me hagan
cornuda no es una de ellas. Ya no volvería a confiar en ti.
-No creo que sea un problema – Dije – En todos mis años de
vampiro no he estado con nadie ni siquiera a mediano plazo. Ninguna mujer me
interesaba lo suficiente como para gastar energía en conocerla.
-Y cuántos años son esos? – Preguntó curiosa.
-No te he dicho casi nada de mí – Dije sorprendido, pensando
en lo descortés que era eso de mi parte.
-Nop – Negó con la cabeza.
-Y no me preguntaste – Comenté.
-Sólo quiero saber lo que me quieras contar – Respondió
encogiendo los hombros.
-Mañana después de la escuela – Dije – Cuando tengamos
tiempo libre ininterrumpido.
-Es una cita – Asintió.
-Ojalá sea mejor que esta – Murmuré.
-Esta fue excelente… Hicimos algo nuevo que está en mi
lista, empañé yo solita los vidrios de este pedazo de convertible, no tuve que
usar zapatos en toda la noche y aunque nos atrapó la policía no terminamos
presos ni multados… Suma y resta, yo creo que salimos ganando – Dijo besando mi
chaqueta de cuero a la altura el hombro.
-No gastes besos que no puedo sentir! – Reclamé.
-Eres muy alto, así es que cuando manejes usa camisetas sin
mangas, como las de los fisicoculturistas, así te puedo alcanzar en cualquier
parte y me sientes – Respondió.
-En serio? – Pregunté pensando dónde conseguir camisetas de
fisicoculturista.
-No, no es en serio!
No seas bebé, los besos no se desperdician aunque se den al aire, porque lo que
importa es que sepas que en ese momento te quiero particularmente mucho –
Explicó – No que sientas un chupetón baboso en la piel.
-Me gustan tus chupetones babosos – Aclaré.
-Y a mí los tuyos... Sabes? Cuando me besas lo siento en
varios lugares al mismo tiempo – Dijo con una candidez imposible mientras
deslizaba una mano desde su garganta hacia abajo – Cuando me das un beso
apasionado como los que me diste en la mañana contra los árboles, se me aprieta
la garganta y la barriga y… más abajo. Y hasta duele un poco.
Se ruborizó un poco, pero apenas. Una chica con su falta de experiencia
debió haber sido un manojo de nervios tartamudeante, pero Isabella parecía
relajada hablando de cosas que no se hablaban, y menos entre hombres y mujeres.
-No sé demasiado acerca de cómo funciona la mecánica del
cuerpo femenino – Confesé tratando de aparentar naturalidad – Pero si tengo que
adivinar, diría que lo que sientes es deseo. Yo lo siento por ti todo el
tiempo, y definitivamente duele – Dije tratando de ser tan abierto con ella
como ella lo estaba siendo conmigo.
-Pero… Edward y yo… A veces me tocaba o me besaba con sus
besos de mentira y yo sentía deseo… O así lo habría llamado si me preguntabas
en ese entonces, pero no tiene nada que ver con lo que siento contigo. Me
sorprende lo violentas que son las sensaciones contigo, no son como un calorcito
que se extiende lentamente, son casi espasmos imposibles de ignorar, y me
desconcierta porque nunca sentí algo similar… - Levantó la mirada de nuestras
manos unidas y por fin se sonrojó como un tomate – Oh! Mierda! No se supone que
hable de estas cosas…! Oh, lo siento, las funciones del cuerpo femenino van a
ser consideradas normales a partir de los años 70 y 80 con la revolución
femenina, ahora son tabú! Qué vergüenza! – Dijo cubriendo su rostro.
-Isabella a mí no me molesta nada de lo que dices, todo me
parece interesante, y claro que eres y te comportas diferente a las costumbres
de la época pero es lógico, no? – Pregunté.
-Pero si no quieres que hable de cosas de mujeres dime para
tratar de no hacerlo – Dijo mordiéndose el labio.
-Cómo lo hacen en tu época? – Pregunté.
-En cada país es distinto, pero por lo menos aquí es
bastante abierto, tenemos educación sexual desde niños, aprendemos a llamar
cada cosa por su nombre, aprendemos cómo funciona todo, nos enseñan a poner
condones en clase de educación sexual usando una banana o un pepino, las chicas
hablan con sus novios con normalidad acerca de sus períodos y ellos lo
entienden y hasta van al supermercado a comprar tampones, analgésicos o toallas
higiénicas… Y si quieres tener sexo vas a la oficina del orientador y te dan
una charla sobre responsabilidad y condones gratis – Resumió.
-Hasta a las chicas? – Pregunté sorprendido.
-Claro, y también nos dan la píldora si la queremos, pero
eso varía según la legislación de cada Estado… Ah, eso tampoco existe, eeeeeeh… Es
una pastilla que tomas cada día a la misma hora para no quedar embarazada. Su
invención fue una de las causas de la revolución sexual, porque las mujeres
podían tener sexo por diversión sin preocuparse de quedar embarazada cada vez
que lo hacían, igual que los hombres – Dijo.
-No se embarazan cada vez que tienen sexo… – Afirmé ponderando
las implicaciones – Entonces los humanos de tu tiempo no deben tener tantos
hijos como ahora…
-No, las familias son mucho más pequeñas, yo por ejemplo soy
hija única, y mis padres están divorciados – Dijo sin inmutarse.
-Y la gente te discrimina por eso? – Pregunté preocupado.
-Por qué me
discriminarían? – Preguntó ella.
-Por ser hija de padres divorciados… - Dije lo más
suavemente que pude. No la quería ofender.
-Nah, los hijos de divorciados somos demasiados, el 50% de
los matrimonios se divorcia, es una realidad estadística – Hizo una mueca de
“Meh”.
-No lo puedo creer, Isabella, hablas en serio? Por qué? Cómo
puede cambiar tanto la sociedad? – Pregunté.
-Muchas parejas se
mantenían juntas por necesidad y dependencia, no por amor, pero de pronto las
mujeres se vieron con igualdad de derechos y salieron al mundo laboral. Una vez
que tuvieron su propio dinero no había motivos para aguantar a un marido flojo,
borracho, degenerado, infiel o golpeador, porque ya no estaban desamparadas: Podían
subsistir solas y criar a sus hijos, y el nivel de tolerancia a la mierda
masculina comenzó a bajar con cada generación… Después se sumaron los divorcios
por incompatibilidad de caracteres como el de mis padres, que se tenían cariño,
pero ya no se amaban y no eran felices.
-Entonces nada es eterno? – Pregunté. Nunca antes pensé en el
matrimonio porque era lo mismo que soñar con que me crecieran alas, pero
Isabella me hacía considerar la posibilidad de un compromiso a largo plazo, lo
que sería absurdo si ella no creía en éstos.
-Claro, el otro 50% - Dijo encogiendo los hombros – Ellos se
aguantan hasta el final.
“Se aguantan”… Yo no quería que Isabella me “aguantara”, yo
la quería feliz a mi lado, no soportándome porque es lo que le tocó.
-Qué crees tú? – Pregunté.
-Creo que si encuentras a la persona correcta renuevas tu
compromiso día a día, para siempre. No creo en los papeles ni los sacramentos,
porque no creo que el amor deba ser una obligación, pero sí creo que si
encuentras a tu media naranja te quedas a su lado y resuelven las dificultades
juntos – Explicó.
Lo pensé un momento. Seguiríamos esa conversación más
adelante, por ahora quería concentrarme en otro punto.
-Sobre lo que me decías antes, sobre lo que sientes cuando
te toco, creo que es fantástico que así sea, yo quiero que disfrutes de esta
relación tanto como yo, pero lo que más me
gusta es que hables francamente de ello. Eso no existe Isabella, nunca
lo he presenciado. Las mujeres no hablan, son decorativas a veces y funcionales
siempre, y sus deberes van desde hacer la comida hasta complacer a su marido,
quieran o no. Es así ahora y lo ha sido por miles de años, salvo un par de
excepciones en un par de lugares. Amo tu mente independiente, tu entusiasmo y
la falta de convencionalismos – Dije – Contigo no hay caretas, y yo que de
todos modos nunca me inserté en sociedad, no soy muy bueno con los protocolos o
las palabras de buena crianza…
-Seguro que no preferirías que hablara menos y de forma más
mesurada? – Preguntó mirándome directo a los ojos.
-Isabella, yo me enamoré de ti cuando oí el primer “Oh
mierda! James!”. Te venía observando por un rato, y me pareciste encantadora.
Chiflada, por supuesto, pero adorable. Al verme azotaste la cabeza contra la
mesa maldiciendo a una “jodida vieja del demonio que te envenenó con LSD” –
Recordé con una sonrisa.
-Es cierto, jodida Aponi del demonio – Masculló frunciendo
el ceño.
-A propósito, cuando te pregunté quién eras respondiste que
eres “Helena de Troya la Destructora”, me quieres explicar eso? – Pregunté
esperando una buena historia.
-Sí, pero entremos y prendes la chimenea – Dijo. Llevábamos
un buen rato hablando en el garaje,
porque no había querido interrumpir el flujo de la conversación.
Entramos, conmigo cargándola, por supuesto y ella con una
sonrisa triunfal por lograr burlar lo que yo había declarado firmemente tan
sólo horas atrás que se haría sólo en casos de emergencia.
Prendí la chimenea y ella se sentó en la alfombra, del otro
lado.
Una vez que terminé me senté frente a ella, posando sus
pantorrillas en mi regazo, y esperé que ella terminara de armar la historia en
su cabeza.
-Ok, me fui a vivir a Forks porque mi mamá se casó otra vez
con un tipo bastante más joven y yo no quería estar en medio de su luna de miel
– Se estremeció – Al llegar al pueblo, Charlie, mi papá, me dijo que me había
comprado una camioneta, un viejo trasto que aún funcionaba gracias al hijo de
su mejor amigo que es quien se la vendió. Este chico la mantuvo en excelentes
condiciones considerando lo vieja que era – Sonrió – Adoré mi camioneta desde
el momento en que la vi, era una Chevy del ´53 roja, dura como un tanque, y que
me hizo pensar que de seguro cualquier auto que se me enfrentara perdería la
batalla.
-Era realmente vieja – Comenté.
-Me gustan las cosas viejas – Me guiñó el ojo y me lanzó un
beso – Son mucho más interesantes.
-Continúa Isabella, quiero saber la historia completa y si
me sigues coqueteando eso no va a pasar – Dije.
-Ok, Ok, bueno, ese día conocí a Billy, el mejor amigo de
Charlie y a Jacob, un chico con el que solía jugar cuando Charlie me llevaba a
La Reserva – La miré confundido – Ah, sí, no mencioné que ellos son quileute,
de hecho Billy es el jefe de la tribu, pero eso no viene al caso. El asunto es
que Jake me recordaba perfectamente, pero yo a él casi nada. Él fue muy amable,
me dejó claro que era bienvenida en La Reserva y eso fue todo. Al día siguiente
comencé las clases y conocí a Edward. Como te imaginarás lo único que me salvó
es que estábamos en un salón con otros 30 estudiantes y un profesor. Después de
eso desapareció una semana y luego regresó y fue semi amable hasta que un día
en el que heló uno de los estudiantes perdió el control de su vehículo y éste
se deslizó directamente hacia mí, que estaba parada junto a mi camioneta. Un
segundo estaba a punto de una muerte segura y asquerosa aplastada como un
bicho, y al siguiente estaba bajo el cuerpo de Edward, que paró la van con una
mano – Sus ojos se desenfocaron un poco, sumida en su relato. Me lo pude
imaginar todo perfectamente, y comprendí la fascinación que podría ejercer un
tipo como Cullen.
-Estás bien? – Pregunté.
-Sí, es sólo que nunca había dicho todo esto en voz alta…
Pero me gusta decírtelo a ti. Bueno, como decía – Se pasó las manos por la
cara, como para despertarse - La cosa es que cuando quise darle las gracias él
lo negó todo y básicamente me mandó al demonio. Pasamos un tiempo ignorándonos
durante el cual más tarde me enteré de que entraba a escondidas a mi cuarto por
las noches a verme dormir. Cuando lo supe me pareció romántico, muy a lo Romeo
y Julieta, pero ahora veo lo enfermo que tiene que estar Edward para violar mi
privacidad de esa manera. Oh! Y otra cosa que no te conté: Edward lee mentes.
-Qué? Y ese es un detalle pequeño? – Pregunté.
-Para mí lo es, porque puede leer las mentes de todo el
mundo, menos la mía – Declaró orgullosa.
-Lo debe haber enloquecido – Comenté.
-Oh, sí, lo frustraba montones. Carlisle dice que soy una
especie de escudo superpoderoso, porque mi poder se manifiesta como humana. Si
un día me transforman voy a ser increíble! – Dijo gesticulando toda
grandilocuente, obviamente bromeando, aunque lo que ella decía era
absolutamente cierto.
-Pero Isabella, esas son cosas importantísimas y hemos
perdido el tiempo mirándonos a los ojos como tarados por horas! – Exclamé. Todo
lo que me estaba diciendo era información estratégica enormemente útil, y si
quería protegerla necesitaba saber lo más posible.
-En primer lugar, James – Dijo mi nombre como si fuera un
insulto - Cada uno mira como puede, y en
segundo, para ti habrá sido una pérdida de tiempo. A mí me gusta estar contigo
sin tener que llenar los silencios, aunque en este momento me gustas cada vez
menos – Dijo ofendida.
-Isabella, por favor, tú sabes a lo que me refiero, debemos
priorizar el intercambio de información, no puedo ser tomado por sorpresa, e
imagínate lo que habría pasado si me encontrara con Edward e inmediatamente
comienzo pensar en ti, en que eres su
cantante y dónde estás escondida… - Le expliqué.
-Entiendo, entiendo, es sólo que no me gustó que dijeras que
pasar tiempo a mi lado es una pérdida de tiempo si no transmito información –
Dijo en voz baja.
-Lo siento, no es eso lo que quise decir – Repetí. Ella me
regaló una media sonrisa y continuó.
-Los Cullen son como “La
Liga de los los Súper Amigos” – Recomenzó.
-Quiénes son esos? –
Pregunté frustrado.
-Mierda, en los 50s aún no inventan nada! – Exclamó - Ok,
los Súper Amigos son un grupo de superhéroes, cada uno con distintas
habilidades. Como sabes, Alice ve el futuro, Edward lee mentes y dicen que es
súper rápido corriendo, pero no me consta porque no me dejaron echarle
carreras; Jasper es un guerrero veterano y además siente y manipula las
emociones de los que lo rodean; Emmett es súper fuerte pero es un bodrio en
ajedrez y hace trampa cuando no estás mirando; su esposa Rosalie es una
Megaperra, así con mayúscula, cuyo súper poder es la súperhermosura y el súpersarcasmo.
Con sólo tres palabras es capaz de destruir tu autoestima para siempre. Esme no
tiene ningún poder, es simplemente maternal y una buena ama de casa con una obsesión
por remodelar ambientes; y Carlisle no tiene un poder oficialmente, pero todos
dicen sí y que es la súpercompasión, lo que es mierda lametraseros, porque qué
clase de súper poder es decir “lamento mucho tu situación”?, Ah, y también está
su autocontrol. Él nunca ha probado la sangre humana, y es médico cirujano, se
lo pasa con los brazos hasta el codo en tripas ajenas todos los días sin
regalarse ni un mordisco. Eso debe ser algún tipo de habilidad, aunque no sé
para qué sirve – Declaró.
Si bien la situación era preocupante, no pude dejar de
sonreír ante sus descripciones.
Te amo.
Te amo.
Te amo.
Bien, entonces
concéntrate y escucha, es la mejor manera de cuidar de ella.
-Un clan poderoso – Comenté tratando de sonar despreocupado.
-Sí, y bien relacionado, Carlisle es amigo de los reyes
italianos… - Dijo tratando de recordar.
-Los Volturi? – Pregunté.
-Esos! Vivió con ellos un tiempo para usar su biblioteca y
se hizo amigo del rey principal… Pero Carlisle dice que en su familia son
distintos a ellos, que se creen una especie de pacifistas, aunque en realidad no
todos son exactamente pro vida. Emmett ya se comió a su cantante y a varios
más; Rosalie mató y torturó a su ex novio y eliminó a toda la tropa de
degenerados que eran sus amigos; Jasper para qué decir, mató a lo que se le
cruzó desde Texas al sur; Edward se pasó 10 años como justiciero usando su don
para matar criminales; Alice despertó sola y no fue vegetariana desde el
principio; Esme se suicidó tirándose de un barranco y ha tenido varios
deslices; y Carlisle los mordió a todos menos a Alice y Jasper.
-Esa es bastante información. Dime, sabes qué tipo de escudo
posees? Puedes manipularlo? – Pregunté.
-Carlisle dice que el mío es un perfecto escudo mental y uno
parcialmente físico, porque Jasper me puede manipular pero le cuesta y a veces
no le resulta, y Alice siempre tuvo problemas para verme nítidamente, por eso
no vio tu llamada ni me atrapó antes de que me fuera a encontrar contigo.
Incluso en algún momento Carlisle teorizó que ya que tu habilidad como
rastreador es un don, yo podría haberlo bloqueado e incluso llegar a perderte.
Ya sea mi escudo físico o mental, podría encerrarme en una burbuja y
desaparecer… En teoría… Pero para ese entonces ya te habías muerto hacía
tiempo… - Frunció la boca.
-Tú eres mi norte, siempre sé dónde estás, y jamás te vas a
perder – Dije sin entonación, para que no se diera cuenta de que no era una
afirmación sino una amenaza, ni lo mucho que me cabreaba la mera idea de que un
día desapareciera de la faz de la tierra lo único que de verdad quería encontrar.
-Sigo? – Preguntó.
-Sigue – Asentí.
-Quedé ennnnn… - Entrecerró los ojos – Edward metiéndose a
mi cuarto y quién sabe, hasta probándose mi ropa interior – Sonrió – Pero ya en
serio, se acercaba la fecha de un baile de la escuela y tres tipos me invitaron
el mismo día, y Edward los vio. Y de pronto él decidió que podíamos ser amigos
y me invitó a sentarme en su mesa en la cafetería al día siguiente, y se dedicó
a interrogarme como si yo fuera lo más interesante del mundo, y lo era, porque
no podía sacar la información directamente de mi cabeza. Ese fin de semana fui
a La Reservación y me encontré a Jacob, que me contó algunas leyendas de su
tribu, en especial unas que hablaban de “Los Fríos”, y los describía en detalle.
También hablaba de que en su tribu había “Protectores” para defenderlos de “Los
Fríos”, pero esa parte de momento no me interesó mucho.
No me costó mucho sumar 2 + 2 y comenzar a sospechar que
Edward no era exactamente humano, así es que fui con mis amigas a un pueblo
cercano y me separé de ellas para ir a comprar un libro de leyendas tribales
que profundizaban en el tema de “Los Fríos” mientras ellas iban a comprar
vestidos para el baile. Iba caminando distraída y de pronto me vi encerrada en
un callejón con cinco tipos que dejaron claro que me querían compartir. No
tenía mucha escapatoria, hasta que apareció Edward en su auto a salvarme.
Resulta que me había seguido a través de la mente de todos quienes me veían en
el pueblo, y me encontró justo a tiempo por las imágenes de lo que querían
hacerme los tipos… - Debí soltar la frágil pantorrilla que tenía en mis manos
por temor a hacerle daño. Traté de enfocarme en algo más… No podía permitirme
imaginar esa situación, no podía, porque perdería el control y no había tiempo
que perder. Debía contarme todo de una vez.
Respiré profundo y con los ojos cerrados, tenso como las
cuerdas de un violín.
Respira
Respira
Respira
Y en medio de mi ejercicio de autocontrol, unos delgados
brazos rodeando mi cuello, una mejilla contra la mía, y un susurro
-Tranquilo Brad Pitt, tranquilo, que no me pasó nada.
-Me vas a decir quién mierda es Brad Pitt? – Pregunté
reenfocando mi atención.
-Un actor elegido varias veces como el hombre más sexi del
mundo, es un enorme piropo el llamarte así. Tiene varias películas que derriten
a todo tipo de mujeres, pero mi favorita se llama “Leyendas de Pasión” y es uf!
Mejor ni te digo! Y en la película él tiene el pelo largo igual al tuyo cuando
te conocí, como hasta aquí – Me señaló el hombro.
-Nunca he usado el pelo así – Rebatí – No me gusta el pelo
largo en los hombres.
-Bueeeeno, yo sólo digo que si algo hace que te parezcas al
hombre más sexy del planeta, no es mala idea considerarlo… - Se encogió de
hombros con una pequeña sonrisa.
-Continúa – Le dije sacudiendo la cabeza - Ya estoy bien.
-Ya, resumiendo, Edward fue mi héroe, me llevó a comer a un
restaurant italiano y se ofreció para llevarme mi casa. En el viaje de vuelta
confesó que efectivamente era un vampiro como yo pensaba, y que leía mentes,
todas menos la mía. Comenzamos a salir, me presentó a su familia y acepté ir
con ellos a verlos jugar un partido de béisbol. Cuando estábamos a mitad del
juego apareciste tú, Victoria y Laurent. Los Cullen me rodearon y tú me
llamaste “Snack”. Edward leyó en tu mente que el juego había comenzado,
usándome a mí para cabrear a Edward y los Cullen lo suficiente como para que
fueran un desafío para ti. Laurent huyó, Alice y Jasper me llevaron a Phoenix,
y los demás Cullen se quedaron tratando de cazarte o demorarte. Las mujeres
usaron mi ropa y la restregaron por el bosque pero tú te diste cuenta…
-Obviamente! – Bufé despectivo. Una treta tan infantil sería
detectada por cualquier vampiro con una nariz que funcionara, y mucho más por
alguien como yo que vive… Vivía… Bueno, que se pasaba su existencia cazando.
-Bueno, y entonces Edward comenzó a hacer arreglos para
sacarme del país. Mientras lo esperábamos en un motel cerca del aeropuerto
recibí una llamada desde la casa de mi madre. Eras tú, que me dijiste que
tenías a mi madre de rehén y cambiabas su vida por la mía. Acepté y cuando
fuimos al aeropuerto a encontrar a Edward me escapé, tomé un taxi y me fui a la
dirección que me indicaste, una escuela de danza llena de espejos. Nunca
tuviste a mi madre, y te fastidió que el juego acabara tan fácilmente, así es
que tomaste una cámara de video portátil – Gesticuló mostrando un tamaño
inverosímil – Y me hiciste todas las cosas que ya te conté. Edward al ser el
más rápido de la familia llegó primero y te sacó de encima mío en el instante
en el que me mordías. Pelearon un poco, llegaron los demás, se encargaron de ti
y debieron salir porque había sangre mía en todas partes. Carlisle le dijo a
Edward que si no succionaba el veneno de inmediato me transformaría, y Edward
obedeció, aunque bebió más de la cuenta y perdí el conocimiento para despertar
hecha un guiñapo en el hospital – Finalizó... Y en ningún momento vi censura o
rencor en sus ojos.
-Lo lamento – Dije inadecuadamente. Ella negó con la cabeza
diciéndome que no había necesidad.
-Cuando salí del hospital seguí mi relación con Edward,
pasando casi todo mi tiempo en su casa, pero las cosas eran raras. Como no
tenía punto de comparación lo pasé por alto, pero veía a otras parejas y se
comportaban distinto a nosotros. Yo lo atribuí a la diferencia de especies y la
lucha constante de Edward, pero cada vez me sentía más ahogada, y nunca me
reía, mucho menos cuando estaba con él. Un día fui con Charlie a La Reserva y
me encontré a Jacob y me presentó a sus amigos, que se convirtieron en los
míos. Cada vez que Charlie iba a La Reserva yo lo acompañaba, y aunque Edward
lo odiaba no podía hacer nada, ya que era una salida padre-hija. Con ellos
volví a ser yo, me reí e hice cosas estúpidas y peligrosas y mi vida mejoró montones,
hasta que fuimos a visitar a la abuela de Quil, uno de los chicos, que resultó
ser una especie de chamán/pitonisa/mujer sabia. Ella pidió expresamente hablar
conmigo y me dijo en pocas palabras, que por mi culpa muchos perecerían, y mis
seres queridos sufrirían las consecuencias de mis acciones junto con personas
que ni siquiera conocía. Por eso te dije lo de Helena de Troya… Por eso y
porque de verdad creí que estaba drogada…. No sé qué es lo que sucedería
exactamente, pero si mi vida seguía su curso tal cual habría dejado un reguero
de cadáveres tras de mí – Dijo emanando culpa - Le pedí que me ayudara, y ella
dijo que sólo yo sabía en qué momento mi vida se había torcido, por lo que me
dio un cuaderno, me ordenó escribir hasta ser capaz de señalar el que yo creía
que había sido ese evento clave, y luego realizar un pequeño ritual, usar este
amuleto – Me mostró el colgante con forma de pez sacándoselo de debajo del
vestido – Y beber un té de hierbas del que me dio dos porciones. Me tomé una,
me dio sueño, me fui a acostar y desperté sentada en una banca en medio de un
parque en Chicago.
Suspiró cansada de hablar tanto.
-Es bastante que digerir – Dije por decir algo – Pero por
qué elegiste nuestro encuentro? Yo ya estaba muerto, todo estaba en paz…
-Fue el que tuvo más potencial de destrucción, casi muero,
tu moriste, pude haberme transformado, es el evento que definió mi relación con
los Cullen, casi destroza mi relación con Charlie, y en definitiva me alejó de
la humanidad – Dijo abrazando sus piernas y con la mejilla apoyada en las
rodillas – Fue un disparo en la oscuridad, pude haberme equivocado, la
respuesta correcta pudo ser el día que conocí a Edward o cuando casi me mata la
van, pero nada de eso tuvo las repercusiones que pudieran afectar a otros al
nivel que me describían… Y tengo que confesar que también lo hice por Victoria
– Dijo bajando la mirada.
-Qué hay con ella? – Yo no me podía imaginar con una mujer
como la que Isabella me describía. De hecho no me imaginaba con otra mujer,
punto, pero de hacerlo, esa pelirroja
psicópata sonaba a una idea casi suicida.
-Ella era tu pareja, no tengo detalles de por cuánto tiempo
o de si la querías, pero estaban juntos y ella se aferró a ti con uñas y
dientes. Laurent desertó y se volvió vegetariano viviendo con amigos de los
Cullen y a ti te mataron los Cullen, dejándola sola. Una vez que pensé en ello
creo que ese es un cabo suelto que puede generar bastantes problemas. Si ella
no tiene nada que perder se puede volver
más osada… Es lo que cualquier mujer trataría de hacer, vengarse de alguna
manera de quien destruyó su vida y mató a su hombre.
-Sí, la venganza es uno de nuestros pasatiempos – Admití – Y
si yo estuviera en su lugar partiría matándote a ti, el eslabón más débil.
Ella asintió, ausente. Ya lo sabía.
-Y los demás tratarían de defenderme… - Cerró los ojos bien
apretados y los volvió a abrir segundos después - Estoy un poco cansada, me voy
a ir a acostar – Dijo volviendo a sonreír y gateando hasta llegar a mí. Sin previo
aviso, me plantó un ruidoso, baboso y poco romántico chupetón en los labios –
Buenas noches Schatz, te quiero y por la mañana te voy a querer más – Susurró,
y sonrió aún más, emanando contento.
Se me apretó la garganta, por sus dulces palabras y su apodo
elegido. Schatz es la palabra en alemán para “tesoro”. Eso era yo para ella?
Era posible que una mujer como ella, tan cariñosa y honesta, con una vida real,
familia, conexiones, educación, juventud y belleza se fijara en mí? Qué era yo en
comparación? Qué veía en mí? Dónde estaba el tesoro que sólo ella podía distinguir?
No lo sabía, pero esta vez en vez de deprimirme por no ser
merecedor de sus atenciones, di la bienvenida a su amor sabiendo que tal vez no
hice nada para merecerlo, pero valorando todo lo que me quisiera dar. Me di permiso para ser amado por ella, tal
como es, sin restricciones, sin reglas, sin método.
-Schatz? Sabes alemán? – Pregunté.
-Nooooo! – Se rió como si fuera una idea absurda – Por qué
querría aprender un lenguaje en el que una conversación amigable suena como dos
perros doberman discutiendo? Es tan seco, y siempre parecen enojados… - Sacudió
la cabeza.
-Entonces? – Pregunté tratando de no sonreír ante su
irrespetuosa apreciación de la lengua más hablada en Europa y uno de los tres
idiomas más enseñados en el planeta. Era comprensible que con la II Guerra tan
reciente las personas guardaran ciertas reticencias, pero Isabella no había
mencionado una guerra con Alemania en el futuro, así es que no entendí su
sensibilidad.
-Me gusta ver documentales nazi mientras hago cosas en la
casa – Respondió – Uso mi Tablet, esa pantallita de este tamaño de la que te
hablé – Gesticuló – Y la llevo conmigo donde vaya viendo películas, series, y
últimamente documentales nazi.
Abrí la boca varias veces sin saber qué decir. Finalmente me
contenté con un
-Por qué?
-Porque son súperinteresantes! – Dijo – Había montones de
proyectos paralelos para conquistar el mundo desarrollándose durante la guerra,
y los nazis estaban lo suficientemente dementes como para probar cosas como un
rayo mortal disparado desde el espacio que dejaría frito al país al que se
apuntase… Las partes de la tortura y los campos de concentración y experimentos
en humanos no las veo nunca, porque lloro y tengo pesadillas y estoy meses
pensando en lo asqueroso que es el mundo y que no existe dios si es que permite
que pasen cosas como esa, y a su pueblo elegido más encima… Pero las otras
partes son interesantes. Locas, fanáticas, estremecedoras, pero interesantes.
-Y Schatz? – Pregunté despacio, enternecido pero no
sorprendido de que realidades tan duras como esa la afectaran tanto.
-Nazi Schatz – Respondió – Lo repetían un montón, porque aún
lo buscan, y me gusta la palabra porque dice lo que quiero expresar pero no es
cursi como llamarte “Puchi”, “Cuchi Cuchi” o “Cosito”, ni ridículo para ambos como
decirte “Mi Tarzán”, “Mi Rey” o “Mi Príncipe” o peor aún, parcialmente ofensivo
como “Gordito”, “Monito” o “Negrito”.
-Tienes razón – Admití – Schatz suena bastante bien en
comparación.
-Además tú te ves exactamente como el niño símbolo de los
arios nórdicos, perfectamente pudiste haber sido el Nazi Schatz – Dijo poniéndose de pie.
La acompañe hasta el pie de la escalera caminando de la mano,
reticente a dejarla ir.
-Buenas… - Dije.
-James… - Dijo ella al mismo tiempo.
-Dime – Sonreí.
-Subes en diez minutos a darme un beso de buenas noches? –
Dijo súbitamente tímida.
-No puedo esperar tanto – Le dije – Voy a subir en cinco,
así es que o te apuras en ponerte pijama
o voy a tener que besarte tal como te encuentre.
Ella me miró, mordió su labio inferior, y corrió por la
escalera.
Pasados 360 segundos exactos golpeé la puerta y la oí saltar
a la cama y cubrirse.
-Pasa – Dijo.
Estaba acostada y cubierta hasta la nariz.
Caminé hacia la cama y me senté junto a ella.
-James… Cual fue tu parte favorita de hoy? – Preguntó
destapando su rostro.
-Tengo muchas – Respondí – Besarte en el jardín es una,
cuando la represa se desbordó…
-Ajá – Sonrió dulcemente.
-Cuando me dijiste que pidiera hora al proctólogo para que
me sacara el zapato que me ibas a meter en el culo cuando me patearas el
trasero… Ese también fue un punto alto de la jornada – Dije amando ese
recuerdo.
Ella sonrió pícara y finalmente soltó una pequeña carcajada.
-Y por último cuando le dijiste al policía esa frase que voy
a mandar a grabar en nuestras sábanas algún día: “Nadie va a comprar la vaca si andas regalando la leche”… Qué hay
de ti? Cual fue tu parte favorita del día? – Pregunté quitándole el cabello de
la frente, disfrutando de este pequeño ritual.
-Mmmmmmh… - Pensó frunciendo el ceño como no hubiera
esperado la pregunta de regreso - Sabes lo que me gustó más que todo?
Sacudí la cabeza.
-Que te puedo tocar cuando yo quiera, y darte un beso o
abrazarte porque sí. Me gusta quererte y me gusta poder demostrártelo. Todo lo
demás también me gustó, pero quererte gana – Expresó sencillamente. Como si
todo el mundo dijera cosas así… Condensar sentimientos tan complejos en frases
tan sencillas, porque para ella lo eran.
Me agache y la besé con mucha suavidad, apagué la luz de su
velador y antes de salir la oí murmurar
-James, recuerda afeitarte, mañana te tienes que quitar
cinco años de encima…
-Sí mi Führer
– Respondí haciendo chocar los tacones de mis botas. (*A/N: Führer: “Líder” en alemán.
Título asociado a Adolf Hitler).
-Führer… - Repitió
casi dormida – Eres gracioso… - Rió - No lo vuelvas a repetir, el asunto es aún
muy reciente y puedes herir sensibilidades – Dijo al final, completamente en
serio.
Salí al pasillo y me largué de la casa contra todos mis
instintos.
Salí al jardín y ni siquiera se me ocurrió visitar mi sauce.
Caminé hacia la mecedora y me senté a esperar la mañana, cuando tendría que
despertar temprano a Isabella para nuestro primer día de clases.
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Ustedes ya saben el trato, yo publico, ustedes me cuentan lo que les
gusta y lo que no, y yo publico otra vez.
Cariños!
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