domingo, 27 de agosto de 2017

Sangre Sucia 18

Hola a todas, este es un capítulo especial porque al fin sabremos qué pasó con Harry.
Como siempre, acepto comentarios y sugerencias, en esta plataforma o Facebook, donde se forman discusiones muy entretenidas.
Abrazos y que disfruten.
Ah! Y la canción de este capítulo es buenísima!
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Capítulo 18
If you're having girl problems I feel bad for you son
I got 99 problems and a bitch ain’t one
99 problems
But a bitch ain’t one.
Like broken glass under my feet
I could lose my mind in this heat
Looking for the prize but I don’t want blood
I order one drink then I drink the flood
Well, you can come inside but your friends can’t come
99 problems and a bitch ain’t one
99 Problems / Hugo
Harry Potter estaba muriendo.
O al menos así se sentía gracias a ese dolor generalizado que lo atormentaba desde lo que solo podía asumir que eran días.
En la inmovilidad que le producía su agonía, finalmente había perdido cualquier dejo de dignidad, ensuciándose a sí mismo más de una vez. Y sin la fuerza física o la magia necesarias para remediar la situación.

Heces, orina y vómito manchaban cada centímetro del suelo del socavón en el que se escondía, y la única razón por la que había dejado de expulsar hasta la última gota de líquido presente en su estómago, es que no había nada ahí desde hacía días, lo que creaba todo un nuevo problema: La deshidratación.
A veces alucinaba y creía ver a sus amigos acercarse a él y tener conversaciones completas, para luego darse cuenta de que en realidad estaba solo y completamente desamparado. Otras veces parecía sucumbir a un sueño lleno de pesadillas que confirmaban sus peores temores: Que al final todo había sido para nada. La profecía era un fiasco, él no era nadie especial, y todos quienes lo amaban y seguían como a un libertador, lo hacían en vano.
El dolor por un minuto remitió parcialmente, y Harry se permitió en pensar en su Ginny… Durante su tiempo alejado se había aferrado a la idea del amor de la chica como lo único bueno, puro y real que le quedaba, lo único verdaderamente suyo por derecho propio, pero ahora al borde del abismo y a solas con sus pensamientos, eventualmente hasta él mismo debía admitir que aunque amaba a la joven bruja, francamente era bien poco lo que la conocía y lo que tenían en común.
No habían estado realmente a solas en muchas ocasiones, teniendo siempre cerca a sus numerosos amigos y a la familia de ella, y jamás por períodos de tiempo extendido (siendo él un fugitivo y todo eso), por lo que además de su pasión compartida por el quidditch, no sabía si tenían muchas cosas en común…
Es que estos no eran tiempos normales, y siempre estaba presente ese sentido de urgencia en su mente, que lo hacía sentir como si esta fuera a ser la última vez que se verían, lo que los impulsaba a ambos a actuar frenéticos, aferrándose el uno al otro como si en cualquier momento fueran a ser separados. O sea, básicamente, se habían dedicado a coger como conejos sin perder el tiempo en hablar demasiado… De hecho era raro que Ginny siendo una Weasley no estuviera embarazada de trillizos.
Si, Harry la amaba, pero no la conocía.
Si es que sobrevivía…
Si tan solo sobreviviera…
…La tomaría en su regazo frente a la chimenea, le entregaría una taza de humeante chocolate caliente con marshmallows (algo que si recordaba que ella disfrutaba) y otra de té negro para él, y hablarían sin parar, hasta cubrir todos sus años de negligencia.
La redescubriría por completo.
Él no dudaba que Ginny fuera la mujer para él, simplemente… Ya no la conocía, la idealizaba.
oooOooo
El dolor lo consumió otra vez, como un taladro perforando sus entrañas.
Afortunadamente estaba refugiado en esa madriguera animal, por lo que no estaba expuesto desde el exterior, y el olor de la suciedad de Harry era suficiente para disuadir a cualquier predador de acercarse demasiado… Pero lo que no podía hacer era camuflar sus sonidos. Sin una varita para realizar los encantamientos necesarios, debía morder su mejilla hasta sentir el sabor metálico de la sangre, y cuidar su respiración para acompasarla con el viento.
Circe! Qué mierda le habían hecho?
Y qué había ocurrido con Ron?
Cómo podría llegar a su punto de encuentro cuando su varita se encontraba partida en tres pedazos, en alguna parte de su repugnante guarida?
Ron y él habían sido unos estúpidos al pensar que ellos, simplemente por ser quienes eran, podrían hacer las cosas mejor que Aurores calificados.
Creyeron que la rabia y el dolor los fortalecería lo suficiente para rescatar a ´Mione. Que su amor por ella los hacía autoridades en la materia.
Imbéciles.
Habían sido unos imbéciles, ya que la única persona capaz de rescatar a Hermione habría sido la propia Hermione, que era la mejor hechicera, la más curtida en batalla, y enfrentémoslo, con mucho, la más inteligente de los 3.
Pero ellos no pensaban… Ellos actuaban. Harry simplemente deseaba recuperar a la mujer más cercana a sí mismo, a la que para todos los efectos consideraba su hermana, y Ron… Ron al saber la noticia pareció perder la razón. Ron la amaba, nunca dejó de hacerlo y desde hacía tiempo que ya ni siquiera se molestaba en ocultarlo como en un principio, cuando recién terminaron.
La ruptura fue un golpe duro para Ron, pero él puso buena cara y estuvo de acuerdo con dejarla ir. No lo hizo porque ya no la quisiera a su lado, sino porque se dio cuenta de que él jamás sería lo que ella necesitaba. Sabía que no daba la talla. Ella era mucho más.
Por eso cuando leyeron sobre la desaparición de Hermione, simplemente actuaron.
Y por supuesto que la desesperación, la falta de estrategia, la impulsividad y el desconocimiento del terreno enemigo, les pasaron la cuenta, obligándolos a separarse para cubrirse del fuego enemigo.
Harry no se preocupó demasiado, tenían un punto de encuentro acordado para cuando eso sucediera.
Estaban demasiado confiados.
Si bien es cierto que llevaban años escondiéndose exitosamente, esconderse no equivale a los años de batallas peleadas que tenían a su haber los demás miembros de La Orden.
De pronto una desconocida maldición le pegó de lleno en la espalda, empujándolo con fuerza, haciéndolo contorsionarse de dolor, y haciéndolo caer sobre su estómago, aplastando su varita con el peso de su cuerpo y sintiéndola crujir.
Trizada, no partida, pensó Harry aliviado. Aún funcionará.
El mortífago que lo atacó corrió hacia él,  pero antes de que su agresor se pudiera acercar lo suficiente como para quitarle el pasamontañas que ocultaba su rostro, Harry movió su varita espasmódicamente desde debajo de su capa, para huir y aparecerse en el punto de encuentro, un lugar seguro para recuperarse de lo que fuera que le habían hecho.
Desapareció justo a tiempo, y aterrizó pesadamente, como si lo hubieran lanzado desde un vehículo en movimiento, sintiendo aún más dolor por el golpe, pero lo que lo desconcertó fue sentir una aguda punzada en el estómago.
Se abrió la túnica con manos temblorosas y miró incrédulo lo ocurrido… Al caer tras recibir la maldición había resquebrajado su varita, y al tratar de realizar el encantamiento para desaparecer, su varita dañada no respondió con la precisión acostumbrada, y Harry no pudo controlar la dirección o la fuerza del impacto, estacándose con la varita al caer sobre ella. Al rodar su cuerpo había partido la varita otra vez, enterrándola entre 4 y 5 cm  en el costado de su vientre.
Miró a su alrededor y vio que se encontraba en la mitad de la nada, en medio de un bosque antiguo y no muy denso. No sintió ruidos ni presencia de personas o animales.
Con algo de trabajo recortó su túnica y se fajó, tiritando cada vez más. Le fue imposible levantarse, y se arrastró en el pasto mojado hasta que encontró un enorme tronco ahuecado, probablemente una madriguera animal desocupada. Tal vez pertenecía a un zorro, pero aun así era muy pequeña y Harry apenas pudo entrar, pero fue lo suficiente para guarecerse antes de caer en la inconciencia.
Durante los siguientes días llovió de manera intermitente, por lo que Harry pudo beber del agua que chorreaba del tronco del árbol.
Desde ahí, de mal en peor: Se sentía morir. Sabía que un decaimiento tan apresurado en su salud se debía a la maldición recibida, pero su mente febril no lograba asociar los violentos síntomas con enfermedades conocidas.
Primero comenzó como una gripe muy fuerte, que escaló en altas fiebres rápidamente.
Cuando comenzó a sangrar por la nariz, se preocupó: El líquido era obscuro, más cercano al negro que al rojo, y olía a putrefacción.
La piel le dolía al punto de gemir en agonía por el simple roce de la tela que lo cubría.
Sus pulmones estaban obstruidos.
Sí, se sentía morir, pero aun así esperó pacientemente a que las cosas mejoraran. Los efectos de la maldición tendrían que agotarse y él poco a poco se sentiría mejor. Era lo lógico, verdad?
Pero fue cuando junto a todo el dolor y malestar, comenzó a brotar esa sangre obscura por los lagrimales de sus ojos y por las orejas, que supo que le quedaba muy poco tiempo de vida, tal vez sólo unas pocas horas, las que desperdició en una dolorosa fiebre que lo hacía temblar violentamente, empeorando aún más su herida en el estómago, abierta e infectada por las horribles condiciones sanitarias en las que se encontraba, y que supuraba pus.
oooOooo
-Harry! – Gritó Hermione despertando de golpe y sentándose violentamente.
-Es que nadie te ha enseñado que es de mal gusto gritar el nombre de un mago cuando estás en la cama de otro? – Preguntó Malfoy con voz rasposa y sin abrir los ojos, depositando un sonoro beso en el hombro de la bruja.
Era muy temprano aún… Faltaba media hora para el amanecer.
-Oh Draco, shush! – Lo silenció ella acariciando su mejilla sin afeitar, totalmente concentrada en recuperar la línea de pensamiento que la despertó.
-Qué estamos esperando? – Preguntó él pasado un momento en el que los dos se mantuvieron inmóviles, y comenzando a deslizar la camiseta de su bruja hacia arriba, desnudando su estómago.
Pero en lugar de recibir el esperado susurro de “Shhhh, Daisy nos puede escuchar!”, ella le dijo “…Tenía una excelente idea, pero la olvidé y ahora sólo tengo que recordarla”.
-Ok… - Dijo él sentándose, asumiendo que mientras “la idea” no reapareciera, no habría sexo para él.
-Estaba soñando, y en mi sueño tenía un problema imposible de resolver, pero al ver las cosas desde otro ángulo la solución que se me presentó era tan obvia, que no la archivé como algo que debiera recordar conscientemente… No sé si me explico…? - Dijo Hermione mirándolo, mordiendo su mejilla, y luciendo vulnerable.
-Perfectamente – Dijo él reacomodándose y abriendo los brazos, indicándole que se sentara apoyada en él. Ella obedeció de inmediato – Estabas soñando con Potter – Dijo él sin celos ni rencor, sólo constatando un hecho – El problema de tu sueño probablemente era ese imbécil, seguramente sigues tratando de averiguar cómo hacer para saber si está vivo, muerto, y dónde.
Hermione ignoró la débil hostilidad de Draco hacia su amigo, y se concentró en lo que le había dicho. Todo era verdad, el problema con Harry era esencialmente que nadie parecía poder detectarlo. Pero por qué? De entre todos los que buscaban, por qué nadie tenía éxito? Trató de recordar, cómo es que funcionaban exactamente los  hechizos busca-personas? De acuerdo a su breve repaso sobre la materia cuando estaba en cuarto año de Hogwarts, estos encantamientos básicamente identificaban la “firma personal o esencia mágica” de un mago y luego lo seguían al lugar del mundo donde se replicara. Es por eso que para que un encantamiento localizador funcionara, debían usarse posesiones que conservaran e irradiaran esa firma, como objetos personales, pelos o uñas de la persona que se trataba de encontrar.
O sea, por ejemplo, si ella quería ubicar a Neville, debía realizar el hechizo con su “sabor mágico particular” en mente, usando algo que aún cargara su estela mágica para sellar en encantamiento. Luego simplemente era cosa de buscar en el mapa.
Esto es justamente lo que hacía tan notable al “Mapa del Merodeador”: Permitía ubicar a cientos de personas a la vez identificándolas individualmente para el usuario, sin posesiones personales ni encantamientos individuales de por medio.
Pero claro, un objeto así, además de ser extremadamente raro, estaba limitado a un solo un par de cientos de metros cuadrados de rango, así es que la idea de usarlo o recrearlo, era tristemente impracticable.
Pero volviendo a lo mismo, por qué los hechizos busca-personas no funcionaban en él? Harry sabía que no era necesario bloquearla a ella, y ciertamente querría dar y recibir noticias, y ya habían pasado tantos días…
-Si Harry hubiera muerto…? – Preguntó ella por enésima vez, sabiendo la respuesta.
-Ya lo hablamos princesa, aún si Potter hubiera muerto el aura mágica permanece en el aire un tiempo, a veces meses… - Respondió él besando su cabello – Con un encantamiento normal no deberíamos tener problemas en dar con el cuerpo o al menos con el lugar de la ejecución.
-…El hechizo apela a la magia en los seres mágicos…  - Masculló ella, perdida en su propia mente – Pero Harry no es 100% mago, tal vez hay una manera de que se escondiera tras su lado humano? Esconder su magia? Tal vez incluso sin saberlo? Nadie lo ha hecho antes, pero tal vez nadie ha pensado en que pueda ser útil… Eso es! Eso tiene que ser! – Exclamó saltando de la cama en sus bragas verdes con lunares amarillos y una delgada camiseta de algodón blanca, sin mangas.
Hermione comenzó a sacar libros de la biblioteca, haciendo equilibrios arriba de una silla, ya que desde el suelo no alcanzaba a leer lo que necesitaba para bajarlo con magia.
-Mierda Granger! Te vas a desnucar! - Reclamó él calzándose unos pantalones deportivos - Daisy! – Rugió.
-Amo Draco? – Preguntó Daisy apareciendo de inmediato, ansiosa por hacer lo que fuera por Malfoy.
-Ayuda a Granger – Le señaló – Se va a matar buscando lo que necesita, y eso me pondría de muy mal humor.
-Señorita Hermione! – Chilló la elfina, horrorizada – Usted no debe ponerse en peligro de esa manera! – Y prácticamente empujando a Hermione de la silla, tomó su lugar esperando instrucciones.
-No es necesario Daisy… – Dijo Hermione mirando de reojo a su novio, que ponía agua en la tetera, ajeno a sus actividades – Draco no debió despertarte…
-El amo Draco sabe que Daisy no se perdonaría si usted se cayera de una silla – Dijo Daisy con sus delgados bracitos cruzados – Ahora dígame, qué necesita?
-“Mil maneras de encontrar lo perdido”, “Cómo recordar lo que se le perdió”, “Encantamientos reveladores”, “Cuando los objetos encuentran a su dueño”… - Dijo Hermione señalando uno a uno.
-Para cuando quieran, hay café preparado – Dijo Draco incluyendo sutilmente a Daisy en el ofrecimiento, aunque sabía que ella no lo aceptaría. Pasando de regreso a la cama, le dio un pellizco en el trasero a su bruja – Y por el amor a Cirse Granger, deja de pasearte en bragas si esperas que me comporte!
-Malfoy? – Dijo ella dulcemente, atrapando su mano mientras él se alejaba.
-Mmmmh? – Respondió arqueando una ceja y sorbiendo de su mug.
-Te amo – Dijo ella simplemente.
-Lo sé – Respondió él con su sonrisa fanfarrona.
-Cómo puedes estar tan seguro? – Preguntó ella entrecerrando los ojos y levantando la barbilla, desafiante.
-Porque eres una chica lista – Dijo él, dándole la espalda y comenzando a caminar.
Hermione podría haber dicho cien respuestas diferentes para callarle la boca (esa deliciosa boca), pero a fin de cuentas Draco tenía razón: Ella era una chica lista y sabía lo que era mejor para ella… Y lo mejor era ese insufrible sabelotodo, mandón, cascarrabias, contradictorio, e increíblemente sexi hombre que sabía que podía llamar suyo.
oooOooo
-Pero que grandísima idiota! – Gritó Hermione haciendo saltar a Daisy, que preparaba la comida con ingredientes sacados de dios sabe dónde.
-Daisy se equivocó en algo, señorita Hermione? – Preguntó la elfina temblorosa, dejando de revolver la sopa y aferrando nerviosa el borde de su delantal.
-Qué? No! Daisy, yo nunca te diría algo así! – Dijo la bruja suavizando el tono – Draco estás escuchando? – Preguntó en voz alta, temiendo una crisis, en dirección al estudio de su mago.
-El cómo maltratas a mi elfina? Sí, y creo que te voy a acusar formalmente a la P.E.D.D.O. por esos abusos verbales – Dijo él asomándose escaleras abajo.
-Draco! – Se quejó Hermione, amenazándolo con tirarle una naranja.
-Dime princesa, quién es la grandísima idiota? – Preguntó esquivando la naranja con facilidad, mientras se le plantaba al frente y le estampaba un beso en los labios.
-Yo! – Dijo Hermione, feliz y orgullosa.
-Tú? – Preguntó Draco incrédulo.
-Usted? – Preguntó Daisy escandalizada de escucharla hablar así de sí misma.
-Todo el tiempo lo he estado tocando con la punta de los dedos, pero me ha costado mucho crear el hechizo correcto. Existen hechizos de búsqueda para magos (ya sean pura sangre, o alguna mezcla de magos y humanos que produzca magos, o incluso humanos con humanos que producen magos como yo), y luego otros hechizos, diseñados para búsqueda de simples humanos, ya que no se les busca por su esencia mágica sino por su aura, pero nunca he visto un encantamiento que me permitiera encontrar a un mago con un hechizo para humanos…
-Pero para qué te serviría eso? Potter es un mago… Uno de dudosa calidad, pero mago al fin – Preguntó Draco.
-Porque creo que es lo único que no han hecho los demás. Piénsalo Draco, los Mortífagos, Voldemort, La Orden, los caza recompensas, y quizás quienes más quienes están buscando a Harry, y probablemente todos lo han hecho de la misma manera, con los mismos encantamientos y metodologías… Es inútil seguir haciendo lo mismo una y  otra vez… Yo creo que la única forma de que Harry se escondiera es de alguna forma despojándose de su magia, y a ese Harry es al que voy a buscar – Dijo poniéndose de pie.
-Qué? Ya? – Preguntó Draco.
-Si no cuándo? – Preguntó ella.
-Al menos después de almuerzo, no puedes despreciar la sopa de Daisy, quien sabe a dónde fue a robar para conseguir los vegetales frescos – Dijo él bastante seguro de que probablemente lo que afirmaba era cierto.
-La señorita Hermione necesita alimentarse – Afirmó Daisy en tono de regaño. Ella quería verla sana y vigorosa para empezar pronto con la crianza de bebés Malfoy.
-Bueno, después de almuerzo me voy… - Dijo Hermione, cediendo – Mientras tanto voy a probar si el hechizo localizador que quiero crear siquiera funciona…
-Nada de “me voy” – Dijo él – Nos vamos, y nos llevamos a Daisy.
-A ti lo entiendo, porque no me vas a dejar alternativa, pero Daisy? Esto puede ser peligroso Draco, no quiero que le puedan hacer daño… - Dijo Hermione preocupada, mirando el delgado cuerpecito de la elfina.
-Has visto a un elfo doméstico pelear? – Bufó Draco. Hermione negó con la cabeza – Los elfos son creaturas mágicas más poderosas que los mismos magos. Y es sólo por su naturaleza pacífica, leal  y servil que no han sometido completamente a nuestra raza, sino que todo lo contrario. El que no necesiten de una varita para hacer magia no te dice nada? Los elfos no estudian magia, ellos básicamente están compuestos de magia.
-Daisy sabe defenderse – Afirmó la elfina – Daisy hasta ganó en las apuestas…
-Apuestas? – Se ahogó Hermione imaginando el horror. Como las peleas de gallos, o perros que organizaban los humanos…
-Peleas ilegales entre esclavos – Dijo Draco con los dientes apretados – No me sorprende… Me imagino que los amigos de mi padre las celebraban a menudo después de que me fui de la mansión.
La elfina asintió sólo una vez.
-Daisy no te imaginas cuanto lo siento… - Dijo Hermione.
-Daisy sabe defenderse y puede defender a su familia – Fue todo lo que dijo, y lo hizo con tal dignidad, que el tema fue zanjado.
oooOooo
El asunto del hechizo no era tan sencillo como la teoría de Hermione, ya que debía partir de cero tratando a Harry como un ser no muggle ni mago, sino aferrándose a otras características que lo definían por ser quien era, más allá del símbolo y la leyenda, más allá de la magia y de su “vibra”.
Para Hermione Harry era su mejor amigo y en base a las cosas que los unían creó un hechizo que obtenía su poder no en objetos sino que de ella y su relación con Harry.
Costó un poco, pero eventualmente el hechizo la puso en un trance que le permitió sentir la existencia de su amigo. Por mucho que trató no pudo ubicarlo en el mapa como era su plan, pero después de un rato de lucha logró ver lo que Harry veía, y que era bien poco: Un espacio cerrado y claustrofóbico, en el que apenas entraba algo de luz a través de un hueco.
La conexión se rompió de pronto, y ella, agotada, pero sin detenerse o abrir los ojos, se lanzó otra vez en búsqueda de Harry.
Esta vez lo intentó alejándose mentalmente de Harry, hasta ver un tronco ahuecado en el que supuso se escondía su amigo. Se veía como un buen lugar para pasar la noche.
La conexión se rompió.
Lo intentó una vez más, y vio un bosque sin puntos de referencia evidentes.
Volvió en sí frustrada, literalmente jadeando por el esfuerzo, y trató de volver a hacer el encantamiento, segura de poder encontrar pistas si se alejaba un poco más, pero Draco la detuvo.
-No más – Dijo recibiendo la toalla húmeda que le entregó Daisy y limpiando su rostro cubierto de sudor. No se había dado cuenta de lo evidente que era el esfuerzo que conllevaba cada inmersión, enfocada sólo en su objetivo.
-Estoy tan cerca… - Dijo con un hilo de voz, sabiendo que no tenía fuerzas ni argumentos para discutir.
-Estás cerca de desmayarte – Respondió él, cabreado – Bebe – Le entregó un pequeño vial que contenía una poderosa poción reconstituyente.
-Pero ahora que bebí esto, puedo comer algo y… - Dijo Hermione arrastrando las palabras, en cuanto pudo abrir los ojos sin quedar bizca.
-Es esto algo que te ocurra normalmente haciendo encantamientos? Aún los más complicados? – Preguntó Draco mostrándole la toalla blanca que empuñaba con fuerza y señalando su camiseta. Manchas de sangre fresca resaltaban dramáticas y acusadoras.
-Oh… - Comprendió Hermione. No era un simple esfuerzo, lo que trataba de hacer era terreno inexplorado, no sabía cómo hacer las cosas más eficientes y seguras para su salud. Si tuviera el tiempo suficiente, tal vez podría experimentar, pero al menos por fin sabía que había un modo de saber dónde estaba Harry, aunque no podía definir si seguía con vida o no…
Bueno, tendría que reintentarlo mañana, y mejor que le saliera bien a la primera, o Draco la paralizaría con un hechizo para obligarla a hacer reposo.
-“Oh” – Gruñó él, evidentemente de malas.
-Me llevarías a la cama? – Dijo sabiendo cómo aplacarlo – Y Daisy, quedó algo de esa rica sopa que preparaste para el almuerzo? Serías un ángel y me calentarías un poco?
Ambos obedecieron con los ceños fruncidos, pero en cosa de segundos Hermione se encontraba en la cama sin pantalones, con Draco cubriéndola con varias mantas y sentándose a su lado para revisar sus signos vitales, la hemorragia nasal, la sudoración y su ritmo respiratorio.
-No te voy a volver a dejar llegar tan lejos Granger – Dijo aún furioso, tomando las mejillas de la bruja entre sus manos – Puedes buscar una vez al día, es todo lo que tu organismo resiste sin peligro a tu salud.
-Pero estamos tan cerca… Una vez tal vez no sea suficiente! A lo mejor me falten 3 o 4 intentos más… - Argumentó la bruja.
-Digamos que me siento a ver como te desgastas con 4 intentos más – Dijo él - Digamos que me aguanto las ganas de hechizarte para obligarte a dormir un par de días… Qué pretendes hacer cuando lo encuentres? Transportarte a terreno desconocido para enfrentarte a un enemigo desconocido cuando apenas puedes mantener los ojos abiertos? Saltar a una posible batalla sangrando desde antes de comenzar? A quién pretendes salvar en esas condiciones?
-Pero Draco… - Trató de argumentar débilmente, sabiendo que en la práctica él estaba en lo cierto.
-Te voy a ayudar y voy a estar junto a ti en cada paso, pero Granger, entiende esto: Mi única prioridad eres tú. Si buscar a Potter te hace daño, Potter se va a quedar perdido, y te puedes enojar, gritar o patalear, pero esto es lo que vengo haciendo por años y no va a cambiar ahora. La prioridad eres tú. No por tu importancia para La Orden, sino porque eres mía.  
Hermione sintió la llama de la rebelión comenzar a arder en su pecho, pero ella misma la apagó. Draco no estaba haciendo nada que ella misma no haría en su lugar. De hecho estaba siendo bastante razonable.
-Entiendo – Dijo ella, acariciando la mejilla de su mago – Tienes razón…
-Perdón? Escuché mal? – Preguntó él fingiendo preocupación.
-No seas un idiota, tienes razón… No serviré de nada si trato de rescatar a Harry estando débil o enferma… Soy testaruda, pero puedo ser razonable – Sonrió inocentemente.
-No puedo arriesgarme a perderte Granger… - Dijo él casi imperceptiblemente.
-Lo sé… Lo siento – Dijo ella contra su cuello – No me vas a perder.
-La sopa de la señorita Hermione – Dijo Daisy acerándose con una bandeja que cargaba un contundente plato de sopa, una gruesa rebanada de pan recién hecho, un vaso de leche y de postre, compota de manzana.
Draco se movió para permitir que Hermione se reacomodara.
-Gracias Daisy, se ve delicioso – Dijo Hermione sonriendo a la elfina, que sonrió, hizo una pequeña reverencia, y desapareció, sabiendo que su Amo Draco la llamaría en caso de necesitarla.
-Come y recupera fuerzas Granger, quizás mañana tengamos suerte y recuperemos a San Potter de regreso con nosotros para guiarnos con su inigualable sabiduría – Dijo Malfoy, rodando los ojos.
-Apuesto que mueres de ganas de que eso suceda – Dijo ella divertida, mordisqueando un trozo de pan.
-A estas alturas él me da lo mismo, lo único que me importa es tu obsesión por encontrarlo. Si salvándolo o recuperando tu cuerpo tú recuperas la paz y podemos dormir la noche de corrido, es más que suficiente.
-Quién eres, y qué hiciste con Draco Malfoy? – Preguntó ella, desconcertada ante la profundidad del cambio de actitud de su mago.
-Soy el mismo, simplemente he reordenado mis prioridades. Sigo siendo egoísta, cruel, despiadado, e inescrupuloso, es solo que ahora soy todas esas cosas en función de conservarte para mí – Dijo él comenzando a comerse la compota de la bandeja de Hermione, sin pedir permiso.
Ella lo miró con ternura. Debía asustarla. Horrorizarla inclusive. Pero no podía menos que amarlo más por su candidez.
La poción revitalizadora comenzaba a hacer efecto y la recorrió una punzada de deseo.
“Draco chico malo” le producía todo tipo de pensamientos libidinosos.
Y él por supuesto que lo sabía.
Agh! Moría por besarlo… No estaba segura ni siquiera de ser capaz de terminar la sopa, el deseo de tocarlo, de tenerlo dentro, era más fuerte.
Empujó hacia un lado la bandeja.
Él la miró inquisitivo, compota en una mano y cuchara en la otra.
Ella se lamió los labios lentamente, sin decir nada, pero mirándolo intensamente.
La bandeja y su contenido desapareció de escena.
Y el familiar sonido del algodón al desgarrarse se escuchó en la habitación. Trozos de la camiseta de Hermione volaron por los aires y sus suaves gemidos reemplazaron al silencio.
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Ahí tienen a Harry, está vivo! Más explicaciones en el futuro.
Espero les haya gustado, abrazos.












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