lunes, 20 de junio de 2011

Regreso a Casa 17



Capítulo 17
Vuelvo a buscarte donde sé que perdí
el único rastro que quería seguir.
Vuelvo a buscarte, date prisa en bajar
no lleves nada porque nada sirve ya
Sin saber qué estrella hay que seguir
nos hundimos en la oscura inmensidad
Y aunque no haya tiempo para dormir
volveremos, volveremos a soñar
Nuestra casa / Christina Rosenvinge
Jasper POV
Ya llevaba un par de días en casa y me las estaba empezando a arreglar un poco mejor. Lo más difícil era ducharme, ya que no podía estar de pié ni podía mojar mi pierna recién operada. Cuando ya me había resignado a usar la manguera del jardín, María me ofreció la solución ayudándome a envolver mi pierna en plástico para poder darme baños de tina. Me negué a que me ayudara a sentarme en la tina o a desnudarme, no quería que me viera en una posición tan patética, y para salir de la tina primero la desaguaba y luego me envolvía una toalla en la cintura para que mi sexo no estuviera en el camino de las humillantes maniobras que se requerían para sentarme nuevamente en la silla de ruedas.
María venía por las tardes y traía algo para comer, me ayudaba a bañarme, cenábamos viendo alguna película de Clint y luego conversábamos un rato más. Ella me hizo evidente su interés por mí en miles de gestos, y me estaba haciendo sentir cada vez más incómodo, ya que si bien yo estaba dependiendo de ella cada vez más, no podía darle lo que ella estaba buscando. Yo amaba a Bella y no volvería a cometer el mismo error, menos con una buena chica como María… ella no se merecía que yo la usara sabiendo que no la podría querer.
La noche del jueves fue como las demás… Vi televisión, jugué Guitar Hero en la Xbox rompiendo mis propios records; dormí una larga siesta; hablé con Peter y más tarde con Charlotte, que llamaban para saber si necesitaba algo; quebré un florero al chocar una mesa lateral con mi silla de ruedas; recibí una corta visita de Jared que me informó que Swan estaba en perfectas condiciones y esperando mi regreso al establo; contesté un email de mi aseguradoraenviándoles los datos de mi cuenta corriente para recibir el reembolso por mi accidente (gracias a Charlie que me convenció de contratar esa prima); y esperé la visita de María para poder bañarme y cambiarme de ropa.
María llegó a eso de las 7:30 pm y se dirigió inmediatamente a la cocina para dejar cocinando arroz mientras yo me remojaba en la tina. Luego me ayudó a sentarme en mi silla de ruedas y me dejó a solas para vestirme, no sin antes ofrecer, como siempre, su ayuda en esa tarea.
Esa noche cenamos pollo estofado con arroz y luego nos sentamos en el sillón a ver "El bueno, el malo y el feo", yo con mi pié apoyado en la mesa de centro y María acurrucada a mi lado. Yo la rodeé en mis brazos y me acomodé disfrutando de su cercanía.
Sin darme cuenta me quedé dormido, sólo para despertar con una exclamación
-Qué demonios?
Yo giré mi cuerpo como pude para ver a Bella con una enorme maleta a su lado y una mirada asesina.
-Cariño! –Exclamé. Habría regresado por mí? María despertó y nos miró confundida, pero sabiamente se mantuvo en silencio -Qué haces aquí? –Dije frunciendo el ceño.
-Regresé por ti, pero veo que no estabas tan solo como pensé… -Dijo furiosa. Luego enfocó su mirada en mi pierna –Que mierda le pasó a tu pierna?
-Me caí… Swan… fue mi culpa, me rompí el fémur –Expliqué rápidamente, sin querer entrar en detalles sobre el rol que jugó mi estupidez en el accidente.
-Y ella? -Dijo apuntando a María. Probablemente debería estar molesto por sus malos modales, la escuela de Clark nos había enseñado mejor, pero no pude reprimir cierta satisfacción al verla celosa. Al menos no me encontró metiéndome una cuchara de palo en el yeso para rascarme los puntos u otra tarea igualmente patética y desagradable. Me encontró en el sillón con otra mujer en mis brazos, y no tendría que saber de los días que pasé sufriendo por ella.
-María, nos conocimos en el hospital –Dijo María poniéndose de pié y tendiendo su mano a Bella.
-Es tu enfermera? –Preguntó Bella mientras estrechaba la mano de María fríamente, sin mirarla a los ojos. Estaba furiosa!
-No cariño, María es mi amiga, y me ha acompañado y me ha estado ayudando un poco con las tareas que se me hacen más complicadas…
-Como bañarse –Interrumpió María. Bendita sea, la cara de Bella fue impagable… por un momento pensé que le daría un aneurisma.
-Oh… -Dijo Bella sentándose en la mecedora. Se quedó muda un par de minutos mirándose las manos, mientras María y yo compartimos miradas interrogantes. Finalmente Bella pareció tomar una decisión, se puso de pié y dijo –Bien María, muchas gracias por tu ayuda, pero ahora que llegué a casa me haré cargo de todas las necesidades de Jasper –Y enfatizó todas mirándola directo a los ojos.
-Oh… mmmmh… está bien…
-Me imagino que mañana debes trabajar temprano, no te entretendremos más –Dijo Bella tomando el bolso y abrigo de María que descansaban en una silla y se los extendió.
-Ooooh… Ok? –Dijo María sin saber qué decir. Bella puede haber dicho las palabras correctas, pero su actitud era francamente hostil. Y yo, dominado por Bella que soy, no hice absolutamente nada más que mirar el espectáculo. Sé mejor que meterme en una pelea de mujeres y además Bella se veía condenadamente sexi defendiendo lo que es suyo… porque ya no me engaño, yo SOY suyo –Nos vemos mañana? –Preguntó María descorazonada, demasiado sorprendida como para defenderse.
-Seguro… -Y luego mirando a Bella que me levantó una ceja en desafío agregué –Te llamaré.
María salió de la casa con el ceño fruncido y probablemente preguntándose qué carajo había pasado.
Bella se puso de pié frente a mí con los brazos cruzados y me preguntó
-Jasper Whitlock… tienes algo con ella? –Me preguntó entrecerrando los ojos, aún furiosa.
-No cariño, María es simplemente una buena amiga... Y tú? Por qué volviste? –Dije con mi voz sexi. Ojalá no resultara contraproducente en mi condición de cuasi-inválido.
-Por ti… -Susurró, y pareció desinflarse, todo antagonismo desaparecido.
-Y el cretino? –Pregunté haciéndome el duro. Por favor, por favor, que lo haya mandado al infierno!
-Terminé con Edward… -Suspiré aliviado. Lo único que me habría hecho sentir mejor habría sido ver la cara del pobre imbécil mientras lo despachaban. Soy un bastardo, lo sé.
-Eso significa que ahora por fin vas a ser mía? –Dije en tono indiferente, como si estuviéramos discutiendo el tiempo, pero secretamente esperanzado y jodidamente feliz.
-Si aún me quieres… si Jazz, soy tuya –Dijo con un hilo de voz, insegura.
Bella se acercó a mí con los ojos brillantes de emoción contenida y se ubicó frente a mí en mi sillón, apoyando sus rodillas a cada lado de mis piernas con cuidado de no tocar mi pierna herida. Me abrazó hundiendo sus manos en mi cabello y me besó succionando mi labio inferior con los suyos. Yo tomé su nuca con una de mis manos forzando un ángulo más profundo para el beso y metí la otra mano por debajo de su camiseta, desabrochando sin problemas su corpiño. Sin ese obstáculo recorrí cada centímetro de su espalda, recorrí los costados de sus pechos y la empujé contra mí sin dejar de besarla, hambriento de ella.
Nuestro beso fue subiendo rápidamente de intensidad, y yo maldije una y otra vez mi jodida pierna. Cómo podría hacer el amor a mi Bella cuando cualquier movimiento de mis caderas hacia el sur era una tortura?
Bella despegó sus labios de los míos por un instante y removió su camiseta, quedando desnuda de la cintura hacia arriba y posicionando sus pechos justo frente a mi boca. Yo no dudé en aceptar la invitación y los besé alternándolos sin llegar a tocar sus pezones. Bella comenzó a retorcerse en frustración tratando de lograr que yo le diera lo que su cuerpo le pedía, y finalmente accedí, recorriendo su pezón derecho con la punta de mi lengua una y otra vez hasta lo tuve erecto y duro, y luego lo succioné con fuerza. Repetí la operación con el otro y Bella gimió apretando mi cabeza hacia ella.
Dejé sus pechos por un momento cuando su me ocurrió una idea.
-El suelo –Apunté con voz ronca de deseo.
-Qué? –Jadeó.
-El suelo cariño, ayúdame a sentarme en el suelo –No era tan fácil como sonaba y la operación estuvo lejos de ser sexi conmigo ahogando gemidos de dolor y Bella maniobrando muebles para hacer espacio, pero al cabo de unos minutos me encontré sentado en el suelo junto a la chimenea y desabrochando mi camisa. Bella se apuró a desnudarse completamente y se arrodilló a mi lado para ayudarme a sacarme mis pantalones deportivos.
-Comando? –Preguntó.
-Olvidé llevar ropa interior al baño –Contesté mientras mi última prenda de ropa desaparecía.
Bella se acomodó a mi lado y tomó mi erección en su mano, acariciándome lentamente mientras susurraba en mi oído.
-Me extrañaste Jazz? –Su voz ronca y condenadamente sexi.
-Oooh! Si… si cariño –Jadeé. Esta mujer me estaba volviendo loco y mientras tuviera mi pene entre sus manos yo accedería a lo que ella me pidiera.
-Y que hay de esa arpía María? Te toca ella como yo? –Dijo acariciando la punta de mi erección con su pulgar.
-No… no… nadie como tu… no pares… -Jadeé.
-No voy a parar –Dijo lamiendo mis caderas de un lado hacia el otro, depositando besos húmedos en el camino que trazó hacia mi sexo, su respiración contra mi piel haciéndome estremecer.
-Aaaag… Más fuerte cariño… más rápido… más… -Gemí… Más, necesitaba más de ella.
-Mas? –Preguntó lamiendo mi erección desde la base hasta la punta.
-Más…
Ya a esas alturas yo era arcilla en sus manos, y me entregué al placer, sintiendo lentamente cómo la tensión en mi bajo vientre aumentó hasta hacerse insoportable, y con un gruñido acabé en su boca. Dios, su boca! Las cosas que le haría a esa boca…
La vi lamerse los labios con una sexi sonrisa iluminando su rostro y gateó hasta posicionarse sobre mí. Mis manos recorrieron su cuerpo en cada centímetro que pude alcanzar, y ella besó mi pecho y mi cuello, alternando lametazos y mordiscos hasta que nuevamente estuve duro y listo para ella.
-Jazz… -Murmuró contra mi piel.
-Mmmmmmh…
-Jazz… puedes… si yo te ayudo…? -Súbitamente estaba nerviosa y no pude evitar enternecerme, ella alternaba la timidez y la audacia de forma enloquecedora. Nunca me aburriría de mi Bella, mi vida.
-Si cariño, puedo. Y si la pierna nos molesta me la corto, no la necesito para lo que tengo pensado hacer contigo esta noche… -Dije alcanzando su sexo con mis dedos, recorriendo toda su extensión, deslizándolos en su cálida humedad. Acaricié su clítoris con mi pulgar en movimientos circulares hasta que la sentí gemir y restregar su sexo contra mi estómago. Entonces retiré mis manos y ella gimió en descontento. Antes de que pudiera vocalizar su frustración la tomé por las caderas y la senté con fuerza en mi erección, penetrándola en un fluido movimiento.
Ambos jadeamos ante las abrumadoras sensaciones que nos embargaron. Esto era más que sexo, era una conexión más profunda incluso que lo que habíamos compartido antes, porque esta vez sabía que ella era mía, que había regresado por mí y yo no la volvería a dejar alejarse de mi lado. Había aprendido de mis errores y pasaría mi vida compensándola por ellos. Oh mierda, me estoy convirtiendo en una chica, seguro mis testículos se retraen y se convierten en ovarios. A lo mejor terminamos sincronizando nuestros períodos… Mierda! Concéntrate Jasper!
Una vez que los músculos de Bella se hubieron adaptado a mi invasión ella comenzó a moverse en movimientos circulares. Yo no podía mover mi cadera, mi pierna reclamaba ante el esfuerzo, pero mis manos en sus caderas guiaron la cadencia de nuestra unión, de menos a más hasta que llegamos a un ritmo frenético. Bella arqueó su espalda y apoyó sus manos en el suelo a cada lado de mis muslos, y yo hundí mi mano entre sus pliegues precipitando su orgasmo con mis caricias.
En cuanto los espasmos de sus músculos comenzaron a apretar mi erección me relajé dejándome llevar por un orgasmo devastador. Ella se dejó caer sobre mi pecho, aún unidos, cubiertos de sudor y perfectamente satisfechos.
-Te amo Jazz… lo siento…
-Te amo cariño… yo lo siento más –Dije con toda sinceridad. Ya nada me importaba salvo la mujer que descansaba en mis brazos. Permanecimos así por largo rato, nuestras respiraciones acompasadas y en silencio hasta que ella murmuró
-Jazz…?
-Sí cariño…
-Ahora… ahora qué?
-Ahora… ahora eres mía y nunca más nos vamos a separar. Si quieres ir a San Francisco nos vamos al jodido San Francisco. Si te quieres ir a Somalia… bueno, tendría que dejar a Swan acá, no queremos que se lo vayan a comer… -Dije sonriendo.
-Jazz! –Me golpeó el brazo falsamente ofendida –No quiero volver a San Francisco… pero tampoco quiero quedarme aquí para siempre… Quiero empezar de cero, sólo los dos, en cualquier parte.
- Que hay de Texas? –Pregunté.
-Que hay de Texas?
-Te gustaría vivir allá? He estado mirando algunas propiedades en internet y creo que gustaría el clima… yo puedo trabajar como veterinario rural en algún pueblo y tú puedes escribir o trabajar o hacer lo que sea que quieras hacer.
-Mmmmh… Texas... suena bien… me gusta la idea! Hagámoslo! –Exclamó plantándome un beso en los labios.
Ese beso se fue profundizando, primero como una promesa de amor, luego con la esperanza de nuestro futuro juntos, y finalmente en la pasión que compartimos por más años de los que quiero contar. Hicimos el amor nuevamente y dormimos sobre la alfombra, junto al fuego de la chimenea y cubiertos por una manta. Dormí mejor que nunca con una sonrisa en los labios. Mi Bella había regresado a casa.

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