lunes, 8 de septiembre de 2014

Muertos o Algo Mejor 36-A


Oooookay! Tenían razón, lo admito, me quedaba mucho por decir y no sé condensar, así es que cuando este capítulo final pasó las 34 páginas de Word, decidí dividirlo en dos.
Espero les guste, de verdad, porque yo estoy conforme con el resultado hasta aquí.
Abrazos y aquí vamos con el capítulo final… Ah! Y si pueden, escuchen la canción de este capítulo, The End de Pearl Jam, es como oír a Félix antes de ser encontrado.
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Capítulo 36-A
Help me see myself
´cause I can no longer tell
Looking out from the inside
of the bottom of a well
it's hell...
I yell...
But no one hears before I disappear
whisper in my ear
Give me something to echo
in my unknown future's ear
My dear...
The end
comes near...
I'm here...
But not much longer.
The End / Pearl Jam

FÉLIX POV
Dolor… Dolor… Dolor… Dolor…
Humillación… Dolor…
Impotencia… Dolor…
Angustia de no saber qué había sucedido, qué ocurrió con Bella y Demetri… Dolor…
Me armaban y me torturaban de las formas más creativas por horas, hasta que mi cuerpo comenzaba a fusionarse... Y entonces me desmembraban otra vez, me enterraban (creo que para hacerme perder la noción del paso de las horas), y pasadas cantidades irregulares de tiempo, me desenterraban y el ciclo volvía a empezar.

Los neófitos que jugaban conmigo eran unas bestias en todos los aspectos de la palabra, pero claramente habían sido entrenados para el trabajo. Dañar a un vampiro no es fácil, y hacernos experimentar verdadero dolor, menos. Y yo era un soldado, yo sabía lo que era el dolor… O al menos eso pensaba… Hasta ese momento.
Usaron todas las técnicas de tormento posibles, y mientras usaban hierros ardiendo sobre mi piel llegué a anhelar la muerte, a desear que mi veneno prendiera con el calor de los fierros calentados al rojo vivo y me incinerara… Pero no, ellos sabían lo que hacían, y antes de cada marca pasaban un paño por la piel que querían trabajar, quitando restos de material inflamable. Bastardos…
Pero lo peor… Lo peor era no saber. La decapitación me había causado la versión vampírica de la "pérdida de conciencia", y en un momento estaba con Bella y Demetri ofreciéndole la oportunidad de rendición a 6 vampiros, y al siguiente alguien estaba pegando mi cabeza a mi cuerpo mientras otros esperaban ansiosos para lanzarse sobre mí.
Durante los momentos de mayor lucidez lo único que hice fue preguntar qué habían hecho con Bella y Demetri. Los estaban torturando como a mí? Los habían matado? Habían logrado huir? De alguna forma lo dudé… Ellos no me habrían dejado atrás así como así. Se habrían reagrupado y habrían intentado un rescate, o algo. Ninguno de los dos renunciaba fácilmente.
Esperé que en la situación que fuera, al menos estuvieran juntos. Una de las partes más aterradoras de la prisión y la tortura es el sentimiento de total aislamiento… La miseria compartida es un poco más fácil de sobrellevar.
Tortura - Dolor - Inconciencia
Tortura - Dolor - Inconciencia
Tortura - Dolor - Inconciencia
Tortura - Dolor - Inconciencia
Tortura - Dolor - Inconciencia
Sabía que estaba aún en el mismo lugar donde nos emboscaron por los olores de ciertas plantas, el de los minerales del suelo y el de mi veneno permeando el aire… Pero no sabía cuánto tiempo había pasado, sólo que esa tortura no acabaría hasta mi muerte, y que yo no moriría hasta que ellos lo decidieran.
La última sesión había sido salvaje. Lo que realmente me asustaba era que ellos no estaban presionándome por información, por dinero, ni por nada realmente. Ellos me torturaban porque sí, lo que me quitaba la esperanza de que el ciclo acabara jamás.
Tssssssssssss… Más hierros ardiendo en mi piel. No podía ni quería ver mi cuerpo, pero imaginé con disgusto la textura rugosa que formarían las cientos de cicatrices negruzcas que estaban repartidas desde mi cuello hasta literalmente, la planta de mis pies.
Aún si lograra por un milagro salvarme… Querría Bella volver a tocarme? Ya nunca más sería el mismo, mi cuerpo ya no era atractivo, y los músculos que ella amaba delinear con sus pequeñas manos ya ni siquiera se percibirían bajo las gruesas quemaduras. Le daría asco.
No había un futuro para mí si me quedaba.
No había un futuro para mí si me rescataban.
oooOooo
-Apúrate Jasper! Apúrate! – Era una voz femenina, que llegaba desde lejos, como desde el otro lado de un túnel.
-Estas cosas no se pueden apurar, si no te calmas de una vez te voy a hacer dormir. Aftón, necesito más gaza – Ordenó "Jasper", fuera quien fuera. Al menos hablaban inglés. No supe por qué, pero el hecho de que me torturara gente de habla inglesa me dio la impresión de que todo sería más "civilizado", menos primal y salvaje que con los neófitos adolescentes libios.
-Está moviendo la cara, parece que va a abrir los ojos – Dijo otra voz masculina. Ese Aftón que mencionaron? Era una voz conocida, pero tampoco la pude identificar.
-Nos puede escuchar – Afirmó "Jasper".
-Félix, ya estás a salvo – Dijo otra voz masculina – Soy el Maestro Caius, te rescatamos y matamos a quienes te hicieron esto – Dijo con más rabia que compasión.
-Félix, soy tu amiga Lily – Dijo la voz femenina muy tristemente – Te vamos a cuidar, está bien? Te vamos a cuidar y te vas a poner sano y fuerte como siempre. Jasper, lo quiero tocar, dónde lo puedo tocar? – Preguntó. Poco a poco estaba recuperando las sensaciones de mi cuerpo y las oleadas de dolor que atravesaban mis huesos, mis músculos y mi piel eran como nada que hubiera experimentado. Parecía ser que habían vuelto a romper cada unión, a modo de limpiar la herida y pegarla de nuevo.
-No hay ninguna parte de su cuerpo libre de maltrato, excepto su rostro, que sufrió sólo golpes y una quemadura. Si quieres prueba a tocarlo en la mejilla derecha. Si no se altera puedes tocar también su frente – Concedió "Jasper". Por qué me sonaba ese nombre? Y por qué estaba a cargo si él no era el "Maestro"?
-Félix – Dijo la mujer – Soy Lily, y te voy a tocar la mejilla. No te voy a hacer daño, sólo necesito tocarte, está bien? – Susurró cerca de mi oído.
Quise decirle que mientras no me hiciera daño podía hacer lo que quisiera. Hacía quizás cuánto tiempo que nadie me pedía permiso para hacerme las cosas más viles. Tocar mi mejilla no era nada… Absolutamente nada.
O eso pensé.
Hasta que me tocó.
La palma tibia de una mano amiga.
Esto no era nada… Era lo que necesitaba. Un toque amable después de toda la violencia sufrida.
-Está bien? – Preguntó la mujer… Lily.
-Le gusta – respondió Jasper – Aftón abre más agua oxigenada – Pidió al más callado del grupo.
-Vas a estar bien, vas a estar bien, mi novia Tamara y yo te vamos a cuidar… Tamara te quiere mucho, sabías? Ella nunca te lo agradeció formalmente, porque es tímida… A lo mejor ahora no lo recuerdas, pero tú le salvaste la vida hace como 150 años… Y por eso yo te debo la mía… - Dijo Lily y besó mi frente muy suavemente – Tú le has salvado la vida a casi todos en la corte en más de una ocasión… Y todos parecen haberlo olvidado… Y yo he estado tan enojada contigo tantas veces en vez de darte el beneficio de la duda… Y es que tú eres un bruto Félix, todos los hombres son brutos, por eso yo tengo poca paciencia con todos menos con Tamara, que es una santa… - Dijo y siguió hablando de todo y nada, llenando el silencio que era roto sólo por los sonidos de un motor y los de mi curación. De lo único que no habló fue sobre lo que quería escuchar.
oooOooo
-Está listo, ya lo podemos mover un poco – Dijo Jasper.
-Seguro? – Cuestionó Lily.
-No es la primera vez que hago esto, Lily – Dijo él, condescendiente.
-Es verdad, lo siento, es que se ve tan débil…
-Por eso es que lo vamos a alimentar – Respondió Jasper.
-Félix – Dijo Lily – Te voy a levantar un poquito la cabeza para que puedas beber, está bien? Te voy a poner un tubo en la boca y tú vas a sorber…
Y acto seguido un aroma embriagador llenó el reducido espacio en que nos encontrábamos. Y me acercaron un tubo plástico a la boca, del que salió el más extraordinario alimento. Tuve el impulso de morder el tubo para beber más, más rápido, pero temí que me lo quitaran.
-Ya te terminaste una bolsa – Dijo Lily sacando el tubo de mi boca – Aquí va la siguiente, no te desesperes – Dijo al ver que sacudía la cabeza buscando, buscando, más, más…
Y me dio otra… Y otra… Y otra… Y con cada una iba recuperando un poco de mi sanidad. Volví a respirar llenando mis pulmones, mis sentidos se agudizaron, y mis memorias poco a poco se fueron deslizando hasta llenar el oscuro lugar que era mi mente. Estaba herido, pero me llevaban de vuelta a casa. Eso era bueno, verdad? Por qué me sentía entonces tan… Tan…
-Principessa! – Rugí tratando de sentarme de golpe. Y de inmediato Lily me empujó hacia atrás y me invadió una sensación de paz y aceptación que no podía ser normal, no era natural, y luché contra ella.
-Félix, tranquilo, tranquilo… Shhhhhhh… Estamos en un avión, si te vuelves loco nos venimos abajo - Dijo Lily. Lily estaba ahí. Y Aftón. Y Caius. Y un rubio alto lleno de cicatrices que parecía un buen oponente en un mano a mano. Era al que llamaban Jasper.
Jasper.
Jasper.
El Cullen que jodía con las emociones ajenas.
-Dónde están Bella y Demetri? – Dije forzándome a calmarme, aunque el don de Jasper me estaba encabronando más de lo que me ayudaba. Ya me habían sometido bastante, no necesitaba que amansaran forzándome emociones ficticias.
-Tal vez este no es el momento Félix – Dijo Lily suavemente – Cuando lleguemos al castillo hablaremos de todo lo sucedido…
-Estás luchando contra mí a pesar de estar tan débil – Afirmó Jasper con toda calma – Puede ser que haya resabios del escudo de Bella que aún te protegen?
-Que "aún" me protegen? Qué significa eso? "Aún"? Cuando dejó de protegerme? – Pregunté tratando de enfocar mi mirada aún borrosa en cada uno. El único que me sostuvo la mirada fue Aftón.
-En el momento en que te decapitaron el escudo de Bella dejó de protegerte. Creemos que debe haber pensado que moriste. Así fue como te encontramos, gracias a Alice Cullen, que tuvo una visión en el momento en que Bella dejó de protegerte – Dijo apuntando al frente de la cabina a Alice y Edward Cullen, a quienes no había visto aún, y se mantenían juntos y completamente en silencio.
-Qué hay de Bella y Demetri? – Insistí, más tranquilo ahora que alguien me daba respuestas.
-A eso voy – Dijo Aftón, en voz baja pero segura – Al mismo tiempo que apareciste tú en las visiones de Alice, apareció la corte completa, todos los que estaban cubiertos por el escudo mental, menos Demetri y Bella.
-Qué significa eso? – Dije luchando con mis instintos de lanzarme del avión y correr a buscar a ciegas a mi Principessa y a mi mejor amigo.
-No estamos seguros, a partir de ese momento son puras hipótesis, pero creemos que puede haber habido una pelea en la que Bella usó las bolas de poder… Alec dice que es la manera más rápida de drenarla, y si es verdad que ella creyó que te habían asesinado, se debe haber vuelto medio loca, tu sabes que es impulsiva.
-Y si se murieron? – Dije sin atreverme a mirar a nadie por miedo a que lo confirmaran.
-Si hubieran muerto yo los podría ver porque el escudo no existiría – Dijo Alice.
-Ok, Bella está demasiado débil para proteger a todo el resto pero aún protege a Demetri… Hace sentido – Dije sin celos. Era lo que era. Si Bella efectivamente usó toda su energía en vengar mi muerte, seguro usaría lo que le quedara en proteger a Demetri. Nunca se le pasaría por la cabeza salvarse ella solamente – Ahora… Por qué? Para qué quieren a Bella? Quién los quiere?
-Ok, esta es la parte en la que juras que no te vas a volver loco – Dijo Lily sentándose más cerca a mi lado en el suelo del avión, lo que era o muy valiente o muy estúpido. Dejémoslo en valiente.
-Resulta que el creador de Demetri es Amún – Comenzó Aftón – Y parece que no fue precisamente un maestro muy amable. Torturó a Demetri, él escapaba y lo hacía volver para torturarlo un poco más… – Asentí. Ya me lo habían contado, en Reggio.
-Ya sabe la historia de Demetri – Dijo Edward hablando por primera vez – Avanza a la parte reciente.
-Oh, claro, ustedes son amigos… - Dijo Aftón como castigándose por no haberlo pensado, cuando la verdad es que recién durante el último viaje Demetri había decidido que yo merecía conocer parte de mi historia, y ni siquiera me la contó él, sino que permitió y escuchó a Bella hacerlo.
-Bueno, y…? – Dije.
-Y desde hace siglos que quiere a Demetri de vuelta, pero Chelsea cortó los lazos de Demetri con Amún y los reemplazó con lazos de fidelidad hacia los Volturi… Pero luego, Bella anuló los poderes de todos contra todos. Todos en el castillo están ahí porque quieren.
Excepto Demetri, que tiene un lazo más fuerte que todos los demás…
-Bella – Dije yo.
-Bella – Asintió – Amún se dio cuenta de que si posee a uno los posee a ambos, al mejor rastreador del mundo y al escudo más poderoso. No le importa si Demetri le es fiel o no, o si lo desafía y aguanta sus castigos y torturas sólo por retarlo… Basta con amenazarlo con dañar a Bella y Demetri hará lo que sea. Y con Bella pasa lo mismo.
-Ok… - Dije tratando de ordenar mis pensamientos que aún eran un poco caóticos – Lily, te queda sangre? – Le pregunté a Lily. Necesitaría muchísima sangre para recuperarme a parámetros funcionales, aunque nunca sería el mismo. Lily abrió una hielera y metió dos bolsas al microondas. Me entregó una y metió otras dos al microondas, dándome una nueva bolsa cada pocos minutos – Comprendo todo hasta ahora, pero cómo supieron de la existencia de Bella, si aún ni siquiera había participado en una misión oficial? Nunca había salido de Volterra excepto para ir de paseo con Demetri o a Florencia con sus amigas…
-Había un espía – Dijo Aftón – Alguien que le dio a Amún detalles precisos de lo que sucedía en la corte, incluyendo todo sobre el funcionamiento y limitaciones del escudo de Bella, y también sobre su relación contigo y Demetri.
-Un espía… - Dije sin poder creerlo. Todos en el castillo vivíamos de manera razonablemente cómoda y armoniosa, por lo que una traición tan enorme sólo podía venir de alguien que albergara muchísimo odio… Envidia… - Jane.
Los demás se limitaron a asentir.
La ira que me embargó fue como nada que hubiera sentido antes. No vi rojo. No era un sentimiento ardiente, apasionado o impulsivo.
Brilló tras mis ojos la luz blanca de las esferas de energía que formaba Bella al enojarse. El sentimiento era frío, calculador y premeditado.
Mi nueva meta en la vida sería conseguir extraer la mayor cantidad de dolor posible del cuerpo de Jane.
Si mi Principessa estaba viva y presente durante el juicio de Jane, yo no permitiría que la hiciera explotar para acabar pronto y seguir adelante. Oh no, esa perra arruinó demasiadas vidas, puso en juego la estructura de poder del gobierno a nivel mundial porque yo no le caía bien, porque envidiaba a Bella y porque Demetri decía que no la tocaría ni con un palo de 10 metros porque no le gustaba la pedofilia.
Era tanta mi rabia que en vez de impulsarme a la acción y a destrozar, me retraje completamente, como si un núcleo duro de odio se hubiera instalado en mi alma. Nada de lo vivido en todos mis años como guerrero me preparó para una tortura física como la que sufrí, y mucho menos para la angustia de la incertidumbre. Si Bella y Demetri estaban vivos… Les estaban haciendo lo mismo que a mí? La diferencia es que no teníamos idea de dónde estaban, Alice no los podía ver y Demetri era el único que los podría haber rastreado.
Jasper me estudió atentamente por un buen rato en el que seguí inmóvil, Lily a mi lado parecía a punto de decir un montón de cosas, pero se detenía cada vez, probablemente dándose cuenta de que no había nada que yo quisiera oír y que ciertamente no había nada que pudiera decirme que mejorara la situación.
-Durante mucho tiempo yo fui Mayor en uno de los ejércitos de las Guerras Vampíricas del sur de Estados Unidos – Dijo Jasper finalmente con voz plana – Vi e hice cosas inimaginables. No era un salvaje como los neófitos guiados por sus instintos, yo sabía perfectamente qué hacía al cometer las brutalidades más espantosas, maté y torturé a humanos y vampiros cada día de mi existencia… En un principio no me molestaba, era mi trabajo, es como me entrenó mi creadora.
Escapé gracias a unos amigos y aun así no había un lugar para mí en el mundo. Había pasado 100 años luchando y no me había dado cuenta de cómo habían cambiado las cosas. No conocía a casi nadie excepto por mi amigo Peter y su esposa, y de los demás que conocía, todos me querían matar por una u otra razón.
No me arrepentía, porque me justifiqué diciéndome que hice lo que tuve que hacer para sobrevivir… Pero vagué por el mundo sintiéndome cada vez más incómodo en mi propia piel.
Hubo dos cosas que cambiaron mi vida. Tomar la decisión de cobrar venganza, y Alice.
Por eso rastreé y encontré a mi creadora, luché contra su compulsión, y la convertí en cenizas. Desbaraté el campamento, liberé a los prisioneros y peleé contra quien quiso pelear.
Eso me liberó de mi pasado.
Y un tiempo después encontré a Alice, quién me enseñó a creer en el futuro, pero eso es otra historia… - Dijo enviando una pequeña sonrisa a la enana pitonisa - Lo que te quiero decir es que tú no eres un hombre que se quede estancado por el dolor, tú compartimentas. Eso es bueno, porque no te paralizas.
Vamos a buscar a Bella y Demetri, y después vas a enfocar tu energía en vengar lo sucedido, sin importar cuál sea el resultado de esa búsqueda.
No te voy a sedar con mi poder, no lo necesitas. Sólo te pido que por ahora te enfoques en los pasos a seguir – Terminó. Aprecié que se expusiera a hablar de cosas que sólo entendemos los soldados, aunque no me estaba diciendo nada nuevo. Yo sabía que si perdía el control se iba todo a la mierda… Ya después de terminar mi búsqueda podía hacer el mundo explotar.
oooOooo
Un par de vans nos esperaban en el aeropuerto, ya que me debí ir recostado, porque idealmente no me debía mover por varias horas más. Cuando llegamos al estacionamiento del castillo pude sentir la actividad y los murmullos expectantes, pero no había nadie más que Tamara y Santiago a la vista, empujando una camilla hospitalaria.
Tamara se acercó con cuidado y lentamente besó mi mejilla sana. Era la primera vez que teníamos contacto físico real, en general ella odiaba que la tocaran, especialmente los hombres.
-Gracias a dios que por fin estás en casa! – Dijo en mi oído – Vamos a cuidar de ti.
Aftón y Santiago maniobraron con mi cuerpo moviéndolo lo menos posible hasta depositarlo en la camilla, me cubrieron con algo y me llevaron a mi habitación, donde habían instalado un refrigerador para sangre y un calentador para cuatro bolsas. Me enfurecí.
-Esos son… - Gruñí tratando de levantarme.
-No! No son los de Bella! – Dijo Lily tocándome con su pequeña mano en el hombro, antes de que yo perdiera los estribos. Yo generalmente era bastante paciente, pero la situación y lo vivido… Me tenían al borde – Compramos estos especialmente para ti…
-Ya te tengo algunas bolsas tibias – Dijo tímidamente Tamara – Cuando estés mejor vas a poder beber directo de la vena, pero lo importante ahora es que estés fuerte.
-No me van a mover de la camilla a la cama? – Pregunté. La camilla era extremadamente estrecha para mi cuerpo, lo que limitaba mucho mi movilidad. O sea, si me movía me iba de bruces al suelo.
-No, solo vas a estar acostado un rato – Dijo Jasper desde la puerta – Y si te damos más espacio, más tentado vas a estar de moverte. Juega a la estatua, bebe tu sangre y te veo en un rato – Y dicho esto, se fue.
Tamara se acercó con la primera bolsa, y comencé a beber.
oooOooo
Varias horas después me sentía muchísimo mejor. Mi cuerpo había pegado bien todas las piezas y las quemaduras habían cicatrizado, por lo tanto ya no dolían. Eran horribles y me hacían sentir monstruoso, pero no era el momento de preocuparme por cosas superficiales como la vanidad. La única cicatriz que realmente me molestaba en ese momento era la de la mejilla, porque no la podía cubrir con pantalones o mangas largas.
Cuando finalmente me dejaron ponerme de pié, me di cuenta de que me habían cubierto con una especie de bata de hospital, y que bajo ésta estaba completamente desnudo. Era lógico, con todas las veces que me desmembraron difícilmente habría cómo sostener la ropa.
-Me voy a duchar – Anuncié.
-Necesitas ayuda? – Preguntó Lily. Casi me hace sonreír.
-No Lily, no te quiero traumatizar aún más. Váyanse y descansen, terminando aquí voy a comer y de ahí al Salón del Trono – Le dije sentándome lentamente.
Y me dejaron a solas, lo que me permitió conservar un poco de dignidad ya que aún no estaba del todo fuerte, y me fui apoyando en las paredes hasta el baño.
Me di una larga ducha bien helada, que ayudó psicológicamente a contrarrestar mis quemaduras. Me lavé el pelo (que milagrosamente había sobrevivido intacto) hasta que sólo tuvo olor a champú y no a humo, veneno o sangre, y al salir de la ducha me sequé con cuidado, sin restregar mi piel hipersensible.
En mi habitación me vestí con jeans viejos y una camiseta de manga larga, e iba saliendo cuando mis ojos se posaron en mi cómoda. La de mis camisetas favoritas. La que compartía con mi Principessa.
El dolor fue tan agudo que por un segundo estuve a punto de golpear la cómoda hasta hacerla mil pedazos… Pero fue sólo un segundo. Lo que hice al final fue acercarme con cautela y abrir un cajón. A mi Bella le gustaba que usara camisetas temáticas, y eso haría. Sólo porque la hacía sonreír. Porque ella entendía. No me derrumbaría hasta que todo estuviera perdido. Y si sucedía lo peor… No, no podía pensar en eso o no podría seguir funcionando.
Encontré fácilmente la que buscaba. La camiseta que decía "Chunga´s Revenge" del año ´70 (*La Venganza de Chunga) de Frank Zappa. Era de color rojo y la cabeza de Zappa aparecía gritando a todo pulmón. Me la calcé sobre mi camiseta negra y salí de mi habitación.
En el pasillo me encontré con un par de personas, y me saludaron con mucho entusiasmo hasta ver mi rostro completo. No pudieron esconder su horror, no sé si ante la deformidad, ante la tortura o ante el sacrilegio que implicaba ver el símbolo del enemigo estampado en el rostro del general Volturi.
De pronto, más rápido de lo que creí posible para una humana, era tacleado por el costado. Gianna se colgó de mi cuello.
-Félix, Félix, estoy tan contenta de que estés aquí! Tenía tanto miedo! – Estaba llorando – Oh gracias a dios, si tú no hubieras vuelto no habría habido forma de consolar a Bella cuando regrese! Y tú eres el mejor, tú la vas a traer! – Tocó mi mejilla quemada sin miedo ni reparos – Lamento tanto lo que te sucedió… Y entiendo un poco lo que debes haber sentido, tú sabes… Pero ahora estás aquí con nosotros, y a partir de este punto las cosas van a mejorar, ya vas a ver! – Terminó sonriendo y me soltó deslizándose hacia el suelo.
Esa era Gianna, en un par de frases. Ella no tenía miedo de mí o mis nuevas cicatrices. Ella no temía hablar del trauma que la indefensión de la tortura podía crear, porque lo había vivido y porque ahora por fin estaba en terapia. Gianna sólo quería a su amiga de vuelta, y ponía su fe en mí..
oooOooo
Después de alimentarme no me fue necesario golpear en el Salón del Trono. Las puertas estaban abiertas y aunque había conversaciones sueltas se notaba que me estaban esperando.
Aro me saludó efusivamente y todos me sonrieron evitando cuidadosamente mirarme a la cara. Sería siempre así? Sería así con Bella si la volvía… No, cuando la volviera a ver?
Mierda, me molestó el cambio en el trato, pero no era lo más importante… Mirando a mi alrededor había muchas caras nuevas.
Vampiros pertenecientes a clanes de todo el mundo estaban reunidos ahí. Había 3 clanes sudamericanos, 4 de Norteamérica, 4 europeos, 2 de Oceanía y 5 asiáticos. Esto se veía serio. No había clanes africanos, por lo que debían estar con Amún.
-Félix, como ves tenemos visitas. Ya conoces a la mayoría al menos de vista, así es que no vamos a perder tiempo con presentaciones. Caius me dijo que te habían contado sobre el acto de traición de Jane, que fue lo que gatilló este asunto – Dijo con profundo disgusto. Con el rabillo del ojo pude ver a Alec bajar la cabeza avergonzado, y me hice el propósito de hablar con él. Si estaba presente y no preso bajo 7 llaves es porque era completamente inocente, por lo que la traición de Jane le debía haber pegado más fuerte que al resto de nosotros.
-Qué asunto es ese Maestro? – Pregunté.
-Los rumanos y los egipcios han planeado un golpe de estado, para lo que han tratado de reclutar a otros clanes que estén disconformes con nuestro régimen. Por lo que hemos podido averiguar sólo han conseguido el apoyo de los clanes africanos que hemos castigado en el pasado, aquellos que en vez de tomarse la molestia de cazar rotando varias locaciones simplemente arrasan de una vez con asentamientos humanos completos, atrayendo atención indeseada. Esos son los salvajes ignorantes que quieren gobernar ahora… – Dijo Aro lleno de desprecio.
-Sabemos dónde pueden tener a Bella y Demetri? - Pregunté porque aunque la guerra sería muy interesante en cualquier otra ocasión, lo que me urgía era recuperar a mis seres amados.
-No exactamente – Dijo Aro – Sabemos que Amún envió a miembros de su clan a raptarlos, pero la verdad es que no sabemos adónde se la puede haber llevado. No sabemos dónde está su guarida, sólo sé que está perfectamente escondida.
-Pero ha visto la mente de Demetri varias veces, no? No vio la ubicación entonces? – Pregunté tratando de controlarme y no ser irrespetuoso.
-Un juramento de un vampiro a su creador es vinculante – Dijo Aro – Cuando Demetri fue inducido al clan de Amún, lo primero que fue obligado a hacer fue jurar guardar los secretos de su clan y de la locación de su guarida. Chelsea pudo romper los lazos existentes y crear nuevos, pero lo hecho, hecho está, y el juramento hecho con anterioridad bloqueó la información en el cerebro de Demetri… No sé dónde está, sólo que al menos parte del lugar queda bajo tierra.
-Entonces no tenemos nada… - Murmuré incrédulo. Podíamos ir a Egipto y comenzar a rastrear, pero podían pasar años antes de dar con el lugar indicado…
Un murmullo de desazón se extendió por unos momentos. Nadie tenía una idea mágica que salvara el día.
Con el rabillo del ojo vi a Edward Cullen levantarse de sillón en el que se encontraba como impulsado por un resorte, y tomando aire violentamente, susurró "Gianna!".
Y precisamente se escucharon los pasos de los tacones de Gianna acercándose a toda velocidad.
-Maestro, Maestro! – Entró gritando sin tocar la puerta o respetar ningún protocolo. Pero antes de que nadie le pudiera decir algo, sacudió un papel con algo escrito y dijo – Bella! Demetri! Están vivos! Están vivos!
Se desataron los murmullos de excitación mientras Gianna recuperaba el aire, y Aro se controló lo suficiente para instarla calmadamente a que se explicara.
-Estaba en Recepción cuando sonó el teléfono. Era una vampira, lo supe en seguida por su voz. Hablaba inglés británico, pero con un acento bien marcado, no pude reconocer de adónde... Me dijo que llamaba de parte de Bella y Demetri y que ellos se encontraban prisioneros en el cementerio El-Bagawat, a 3 km de la ciudad de Kharga, en el Oasis de Kharga, en la región de New Valley Governorate, Egipto. Me dijo que les dijera que los van a iniciar marcándonos a hierro mañana en la noche – Varios rugimos ante esta idea. A Bella no la deformarían como a mí - Y me dijo que era una amiga que los estaba tratando de ayudar y que Demetri le dijo que nos dijera que el pijama favorito de Bella es el de PacMan que le regaló Alec - Dijo casi vibrando de felicidad.
-Félix? – Preguntó Aro esperando una confirmación.
-Es cierto, lo usaba aunque se moría de calor y tenía que dormir con la ventana abierta – Dije sonriendo por primera vez desde… Dios, desde siempre.
-Chelsea querida, ya lo buscaste en Google Earth? – Preguntó Aro.
-Sí Maestro, son unas ruinas de un cementerio cristiano bastante antiguo… - Dijo Chelsea mirando su teléfono - Pero al parecer está lo suficientemente alejado de la ciudad como para pasar desapercibidos…
-Maestro, quiere que prepare el viaje? – Ofreció Gianna.
-Sí Gianna – Asintió.
-El avión grande verdad? – Insistió.
-Correcto, el avión grande. Al parecer esta no va a ser una misión de rescate, va a ser la guerra – Gianna corrió de vuelta a su escritorio para conseguir todos los permisos correspondientes – Heidi, llama a la torre, explícale la situación a Corin y diles que se preparen para salir en media hora. No vamos a dividir fuerzas, Las Reinas vienen con nosotros.
oooOooo
TÍA POV
Va a salir bien, va a salir bien, va a salir bien… Era todo lo que me podía repetir una y otra vez.
Porque por primera vez en más de 100 años no sentía esa asquerosa compulsión de obedecer cada palabra de Benjamín, y la libertad era tan embriagadora que sentía que en cualquier momento lo mandaría al demonio como lo habría hecho Bella, con un montón de groserías prohibidas de por medio.
Pero no era el momento. A diferencia de Amún, Benjamín era un esposo dedicado exclusivamente a mí (lo que no me hacía la vida precisamente más fácil). Nunca quiso una concubina y nunca miró a otra, lo que significó que yo debí satisfacer todas y cada una de sus necesidades y caprichos. Si de un momento a otro yo cambiaba mi actitud, él no demoraría en saber que algo andaba mal.
Era increíble imaginar que gran parte de mi libertad y mi futuro pudieran depender de mí misma después de tantos años de dejarme llevar por órdenes ajenas... Pero es que a pesar del miedo y la represión no pude menos que arriesgarme por una vez en mi vida y acercarme a los famosamente peligrosos prisioneros Volturi de los que tanto había escuchado desde mi lugar entre las sombras.
Especialmente al verlos.
Ambos eran hermosos, por supuesto, y muy distintos a la gente a la que estaba acostumbrada, ya que tenían una apariencia y rasgos muy occidentales. La chica era la vampira más pálida que había visto, se veía frágil y delicada, su cuerpo era pequeño y estaba desvanecida. Bueno, la verdad es que dudé que realmente se hubiera desmayado porque los vampiros no se desmayan a menos que sean decapitados, pero si ese show le ahorraba el lidiar con el asqueroso de Amún, bien por ella.
El hombre era simplemente hermoso. Yo esperaba (si es que esperaba algo) a otro egipcio más, un hombre de estatura media, de piel olivácea/pálida, una nariz enorme, cabello negro y barba cerrada.
Pero no fue eso lo que me encontré. Aún maltratado, roto y sucio, él era impresionante. Su rostro era perfecto como el de una escultura griega o romana, y estaba completamente limpio de vello facial, sus rasgos eran clásicos, y lucía una pequeña sonrisa sarcástica que nunca parecía abandonar completamente sus labios.
Y miraba a la chica con una devoción sobrecogedora, a pesar de que afirmaba que no había nada entre ellos… A pesar de que decía que ella se acostaba con cualquiera.
No, él no lo creía, y yo tampoco lo creí.
Amún, probablemente en busca de una reacción, amenazó con hacerla su concubina y a la única persona que logró alterar fue a Kebi, que se desesperó por llamar silenciosamente la atención de su marido.
No, lo que decía el recién llegado no era verdad, él miraba a la chica con demasiado respeto y adoración como para creer que ella era una cualquiera… Simplemente le estaba quitando a Amún su objeto de coerción. Si la chica se convertía en la concubina de Amún, pasaría a ser importante para él y por lo tanto ella se encontraría a salvo… Y además ya no amenazaría con dañarla para someterlo… Ingenioso… Como sea, el hombre, a pesar de haber sido amputado de 4 extremidades se mantuvo orgulloso y desafiante, bordeando los límites de lo que la compulsión le permitían, lo que le ganó una bofetada y hasta un escupitajo en la cara, el deshonor más grande que podía recibir en este clan.
Pero lo que a otro miembro del clan lo hubiera enfurecido o humillado a él pareció causarle risa. Me intrigó ver a un hombre tan seguro de sí mismo sin llegar a ser pedante. Era la primera vez que veía a alguien que no caía en los juegos de provocación de Amún.
Sin saber qué más hacer con ellos los enviaron a las mazmorras.
Y los "ablandaron" torturándolos con el hambre y la debilidad generada por sus heridas abiertas.
No los torturaron activamente (contra el consejo de Benjamín que quería probar sus límites), porque Amún se negó. Él sólo los quería asustar, ya que ambos eran demasiado poderosos como para arriesgarse a dañarlos o enfurecerlos más.
Me las arreglé para estar presente en la habitación cuando decidieron que era momento de curar a los prisioneros a modo de que estuvieran en condiciones de ser inducidos como miembros de la alianza. Era, de una retorcida manera, un honor para la chica, ya que significaba en teoría, que ella sería considerada como un guerrero, un miembro más. Al resto de las mujeres, simples esposas o concubinas, se nos ordenaba mantenernos al margen de todo, no interferir y menos tener opinión.
Y con un poco de astucia logré que Benjamín pensara que era su propia idea el que yo curara a los prisioneros, ya que todos en el clan sabían (aún sin la necesidad de usar mi don), que yo tenía buena mano con los enfermos.
Cuando entré a las mazmorras lo hice un poco asustada, pensando que los Volturi hasta podían tratar de atacarme, pero en lugar de actuar con hostilidad fueron increíblemente bien educados y amables conmigo, preguntándome sobre los orígenes de mi nombre y otras pequeñeces.
Ambos estaban literalmente en agonía pero se desvivían por hacerme sentir cómoda a mí, como si yo fuera una visita en su hogar.
Su relación era íntima pero no excluyente, se querían sinceramente y se portaban como iguales. No veía eso desde hacía tanto tiempo… Y ese inusual modo de actuar fue, más que nada, lo que me hizo arriesgarme a decirles que los ayudaría siempre que ellos me salvaran a mí.
Hicimos planes mientras los curaba y la interacción entre ellos una vez más me dejó pasmada. Qué eran esos dos? No cabía duda de que se amaban, pero había un compañerismo y un sentido del humor y la ironía que estaba siempre presente y que los hacía mucho más. Nunca había visto algo semejante, pero sentí un anhelo tremendo de pertenecer. De ser parte de algo tan grandioso, esa certeza de que podían cruzar el infierno si lo hacían de la mano.
El anhelo de que alguien me quisiera a mí, de verdad.
El anhelo de ser tratada como un igual.
El anhelo de tener derechos.
El anhelo de tener voz.
Hicimos planes, y llamé a los Volturi a Italia. Tomar prestado un teléfono resultó ser mucho más fácil de lo que imaginé, nadie estaba pendiente de sus pertenencias, y menos ante las mujeres, que éramos simples sombras que limpiábamos tras ellos.
Luego tuve un montón de tareas que cumplir, y pasaron muchas horas hasta que pude escaparme y robar algunas de las bolsas de sangre que se guardaban para emergencias. Como no teníamos muchas para empezar, cualquier disminución en la cantidad de bolsas sería notoria. Pero era el todo o nada, así es que cuidando que nadie me viera, levanté mi túnica y metí dos bolsas en mi sostén y dos en mis bragas.
Yo sabía que las bragas modernas eran pequeñas, con encajes y colores. Pero no me habría atrevido a usar algo así jamás, y Benjamín me habría dado una paliza de sólo insinuarlo, pero las bragas enormes y de color beige que usaba día a día eran tan feas… Yo no tenía nada bonito qué ponerme desde que era humana, y al recordar las bragas de Bella, con tantos colores y de un corte tan atrevido, pensé en lo que se sentiría sentirme linda otra vez.
Pero en el momento en que estaba robando la sangre agradecí a los cielos por mi ropa interior gigante, que me permitiría esconder lo que quisiera en ella.
Llegué a las mazmorras sin problemas y les entregué su sangre a mis cómplices. Demetri insistió en que Bella bebiera 3 bolsas y le diera a él sólo una. Y nuevamente me sorprendió su incondicionalidad hacia ella. Es verdad que tenía sentido que nuestro escudo estuviera bien fuerte, pero en mi mundo ningún hombre, bajo ninguna circunstancia se pondría voluntariamente en segundo lugar después de una mujer, menos si esto le generaría algún desmedro físico.
Quedamos en que los iría a sacar cuando fuera el momento y corrí a mi habitación.
Ni bien había entrado cuando escuché el grito que escuchaba al menos 25 veces a la semana.
-Dónde estabas? – Rugió.
-Con algunas de las otras mujeres… - Dije tímidamente bajando los ojos.
-No te tengo para que cotorrees como si no tuvieras nada mejor que hacer – Dijo Benjamín, acercándose predatoriamente. Él sabía que yo le temía, especialmente cuando se paraba erguido frente a mí y se veía tanto más alto y fuerte que yo.
-N… No? – Balbuceé, porque quise decir algo muy sarcástico y me tuve que morder la lengua.
-No Tía, tú estás para complacerme a mí – Aclaró tomando mi barbilla y levantándola bruscamente para darme un beso castigador. Un beso que dejaba clara su dominancia.
Yo me obligué a relajarme y a actuar como siempre… Cómo era eso? Básicamente como un pescado muerto.
No ofrecía resistencia ni iniciativa. Que ocupara mi cuerpo como siempre, ya no me importaba… Al menos Benjamín sólo buscaba aliviarse, no tener un encuentro apasionado, ni menos ser inventivo en la cama, así es que el sexo con él duraba muy poco, en la posición del misionero y luego se marchaba generalmente sin decir palabra.
A lo mejor yo habría pensado que eso era todo lo que había que saber de sexo, pero no, yo presentía que había mucho, mucho más. En primer, lugar por las mariposas que sentía en mi vientre bajo cada vez que Elijah me besaba cuando era humana. En segundo lugar porque una vez encontré, buscando unos documentos en el despacho de mi padre, una serie de bosquejos eróticos dibujados en tinta y acuarela, increíblemente detallados, de parejas teniendo relaciones sexuales en distintas posiciones. Algunas interesantes y otras imposibles pero en lugar de escandalizarme como cualquier niña bien educada de la época, las láminas me intrigaron.
Tal vez mi mente era más abierta porque yo no era una jovencita de sociedad cualquiera, mi trabajo en el hospital me había permitido ver y conocer cosas que niñas de mi edad ni imaginaban.
O sea, a mis 17 años había visto una buena cantidad de penes y de cerca, por lo que aunque era virgen, no me impresionaban. Yo no era tan inocente.
Y por último, un día hace como 20 años, llegó a mis manos un libro perteneciente a una turista que drenamos. El libro estaba en inglés, así es que fui la única interesada (y no es que nadie leyera nada de cualquier forma, el conocimiento académico no era muy buen visto en ese clan, más apegado a la tradición y superstición, y la lectura recreativa era simplemente algo que no se hacía).
El libro en cuestión era una colección de cuentos eróticos que me dejó alucinando. La gente de verdad hacía eso? Pensé en hacerlo con Benjamín y me estremecí de asco. Pero lo habría hecho con Elijah? Tal vez… Nunca llegamos a tocarnos íntimamente, pero tengo la impresión de que habríamos hecho eso y más, porque nos amábamos.
El problema es que el libro hizo salir a la superficie mi frustración sexual, reprimida hasta entonces. Estaba mojada y ansiosa, siempre esperando que algo sucediera… Pero nada pasó. Nada más que Benjamín y sus 5 minutos de posición del misionero.
Un día en que Benjamín había aparecido, me había usado y se había ido dejándome insatisfecha como siempre, toqué mi sexo hinchado. El suave tacto de mi mano se sentía tan bien! Y me acaricié y no paré, porque algo enorme crecía dentro de mí. Una ola de fuego. Una bola de tensión contenida. Temblores. Gemidos ahogados. El primer orgasmo de mi vida…
Después de que bajé de las alturas del placer lloré. Lloré por lo que me perdí. Lloré por lo que nunca tendría. Lloré porque por siempre estaría atada a un monstruo capaz de golpearme, de marcar mi piel, de gritar e insultar… Porque esa posesión horrible y salvaje era su única forma de amar.
Porque yo nunca dudé por un momento que en su enfermiza manera, Benjamín me amaba.
Esa noche tomé mi libro y lo lancé al fuego.
En fin, el "Día D", Benjamín me besó y bajó sus manos por mi cuerpo hasta agarrar mi trasero con las dos manos, y apretar fuerte, empujando mi cuerpo hacia su erección.
-Desvístete, esposa – Dijo, y no sentí nada. No quería obedecerlo, y no tenía por qué. Si teníamos sexo sería una prueba de fuego a mi control, ya que la compulsión no me dejaba alternativa, en cambio el libre albedrío significaría que si lo hacía es porque yo lo decidía, lo que de alguna forma me hacía sentir culpable y asquerosa.
Todo fuera por el bien mayor. Esta sería la última vez… Solté los amarres de mi tob sebleh (*túnica) lentamente, no tratando de ser sexi, sino porque lo estaba haciendo totalmente a contrapelo, hasta que la sencilla túnica cayó, dejándome sólo en mi tshalvar (*pantalón abombachado)y miropa interior.
Los ojos de Benjamín se oscurecieron y se acercó para soltar las amarras del tshalvar. Yo me quedé quieta tratando con todas mis fuerzas de no empujarlo, de no voltear la cara, de no demostrar el asco que me embargaba.
Mi pantalón cayó y quedé sólo en mi ropa interior, ya que no usaba zapatos. Era mi único acto de rebeldía. Desde que me convertí en vampiro renegué de ellos. Mis pies no los necesitaban y a mí me parecía que caminaba mejor cuando mis pies sentían las superficies que pisaban. Además volvía loco a Benjamín, ya que aunque por sus creencias religiosas me imponía una sencillez franciscana en el vestir, yo sabía que no dejaba de comparar a su simplona esposa con sus tob sebleh monocromos y descalza en contraste con Kebi y su desplante de belleza y opulencia, que a la vez admiraba y lo repugnaba.
Y se desquitaba conmigo.
Pero igual no me puse zapatos.
Benjamín dio unos pasos hacia atrás y comenzó el proceso (mucho más largo) de desvestirse.
Se quitó el turbante blanco que usaba orgulloso. Era un símbolo de estatus en sí mismo, sólo por su color, porque con el polvo del desierto era virtualmente imposible mantenerlo albo por más de un día a la vez, lo que demostraba ante el mundo que era un hombre rico, con muchos esclavos y muchos turbantes. Creo que el señor Freud habría tenido mucho que decir sobre mi querido esposo y su constante concurso de meadas contra el mundo (Uy! Dije meadas! Como Bella! Si Benjamín se enterara, la paliza…)
Benjamín dejó el turbante cuidadosamente sobre una silla y casualmente se quitó el binish (*abrigo de tela delgada) y me lo entregó para que lo colgara... Una cosa era querer sexo y la otra era andar con la ropa arrugada frente a sus invitados! Cuando terminé, automáticamente saqué otro colgador para el kaftan (*camisa larga de mangas anchas y abierta al frente) y otro gancho para la gallibaya (*túnica).
Saqué un gancho más para su tshalvar (*pantalón), cuando el nunca más bienvenido ruido de un golpeteo en la puerta lo detuvo a media tarea en desabrochar sus pantalones.
-Ibn El-Sharmoota, yekhrib betak , da ana hanekak , metfarswaa'… (*Hijo de perra, maldito seas, te voy a joder, tienes el pene pequeño y no tienes bolas…) – Murmuró tan frustrado y enojado mientras se amarraba los pantalones que debí hacer un esfuerzo para no soltar una carcajada. En lugar de eso me agaché y muy tímidamente me vestí y me alejé de la puerta.
-Mi señor, lamento molestarlo, el Amo Amún lo necesita urgente, dice que llegaron nuevos dignatarios y que usted debe recibirlos – Dijo un pobre hombre que probablemente se enfrentaría a la ira de Benjamín por un buen tiempo, o hasta que encontrara un nuevo blanco para descargar sus frustraciones.
-Allahi Yekhrib beitak! (*maldito seas!) – Gruñó – Si no es importante te voy a joder… - Dijo cerrándole la puerta en la cara – Y tú – Me dijo acercándose con paso decidido y tomando mi cuello con fuerza– Me vas a estar esperando cuando me desocupe.
-Pero hoy no son… Las inducciones? – Pregunté tratando de sonar lo más inocente posible.
-Qué sabes tú de eso? – Preguntó tirándome el cabello y obligándome a exponer el cuello. Por favor, que no me mordiera, que no me mordiera, siempre lo había hecho en lugares que no se veían (lo que no era difícil, la ropa lo cubría todo), pero el cuello no, era un símbolo de posesión demasiado íntimo, no quería que nadie lo viera… Está bien, la verdad era que no quería que él… Que Demetri lo viera.
Por supuesto que lo podría borrar cuando lo deseara con mi don, pero eso sería sólo una vez que estuviera segura de estar libre de él…
-No sé nada, sólo lo que comentaron las otras esposas, nada más – Me apresuré a decir.
-Cuidado con andar husmeando por ahí – Dijo pasando los dientes por mi garganta.
-Yo no husmeo, no me interesa nada de lo que pase a menos que tenga que ver contigo y tu bienestar – Respondí. Pero ya era tarde, él hundió sus dientes en la unión entre mi cuello y mi hombro. Yo me obligué a no gritar ante el dolor de su veneno quemando mi piel. No le daría esa satisfacción.
-Eso espero Tía, tu lealtad absoluta, algo menos es un insulto – Dijo y vistiéndose a toda velocidad se dirigió a la puerta.
Temblé, más de rabia que de dolor. Lo que me molestaba era la humillación, porque cada vez me acercaba más a la libertad y cada vez mi tolerancia a su despotismo iba disminuyendo.
-Pensándolo bien ven conmigo – Dijo volviéndose y pasando la lengua por la mordida – Vamos a necesitar ayuda sacando a las esposas de nuestro camino, y Kebi no es lo que se podría decir proactiva. Las vas a ayudar a acomodarse en sus recámaras y las vas a entretener durante la ceremonia, lo que va a pasar ahí es cosa de hombres.
-Y de Bella, Adanna, Masozi y MAhdokht – Afirmé sin poder resistir refiriéndome a mi nueva amiga, a dos terroríficas mujeres líderes de un clan de Zambia y a la hermana y segunda a bordo del líder del clan iraní… Mi verdadera personalidad estaba comenzando a aflorar, libre de ataduras.
-No te intentes pasar de lista conmigo Tía – Gruñó, más frustrado que enojado. Claramente él se oponía a la presencia de esas mujeres antinatura en su club masculino – Esas mujeres no tienen nada de femenino, probablemente tienen partes masculinas bajo la falda. Y aun así jamás serán nuestros iguales… Una cosa es que puedan pelear y la otra es que tengan una mente capaz de tomar decisiones estratégicas.
-Por supuesto Benjamín, y no te preocupes, haré lo posible por cumplir con mi rol – Le dije con la sonrisa más inocente que pude conjurar.
Un plan se estaba formando en mi cabeza…
Salimos cuando el sol acababa de descender, y me encontré con una abrumadora cantidad de rostros nuevos. En total serían unos 35 aliados (contando al clan de Amún) y 10 esposas, (más Kebi y yo).
Cómo pretendían Bella y Demetri luchar y ganar a esta cantidad de guerreros? Aunque dichos guerreros no fueran experimentados eran muchísimos… Y no sabíamos si alguno tenía un don además de Benjamín… Respiré tranquila y sonreí. Un paso a la vez…
El siguiente par de horas se me pasó volando entre acomodar a nuestros invitados y atender a las necesidades especiales de cada uno, mientras Kebi conversaba en la sala tranquilamente con Ecaterina (que paradojalmente significa "pura" en rumano), la nueva amante de Stefan, una muchachita que tendría unos 14 años cuando fue convertida y era poco más que una neófita, pero traía loco de ganas al líder rumano.
Y ahí estaban, la esclava y la prostituta infantil, sentadas como grandes señoras y sin ayudar en nada, cuando en estricto rigor ellas eran las anfitrionas!
Me arrepentí por un momento de mis pensamientos poco caritativos, pero al volver a mirarlas, dando contraórdenes a los esclavos que yo tenía ocupados en tareas legítimas y necesarias… Ya no me importó. Si de algo era dueña era de mis pensamientos.
Para cuando logré instalar a todo el mundo, la iniciación había comenzado. No se oían ruidos de peleas o gritos, pero decidí ejecutar mi parte del plan de todos modos, y si algo salía mal siempre lo podía revertir.
Todas las mujeres se encontraban juntas en la sala, sentadas en sillones o en grandes cojines en el suelo. Ya a todas las había visto al menos de paso, pero igual me paré al centro de la sala y con mi tono más dulce y tímido les di la bienvenida y les pedí disculpas por no haberlas saludado formalmente con anterioridad. Kebi bufó. A ella no le importaban las mujeres de los líderes menores, sólo las que podían ser una competencia para ella. Yo les regalé una sonrisa aún más luminosa y comencé a estrechar manos y presentar mis respetos a cada una, haciendo lo que nunca intenté por considerarlo un sacrilegio… Usar mi don al revés.
En lugar de traspasar mi energía sanadora, absorbí la salud y energía de ellas. El resultado no fue inmediato, y para cuando había terminado de tocarlas a todas menos a Kebi y Ecaterina (porque no tenía un pretexto para tocarlas) las primeras comenzaron a mostrar leves signos de debilidad. Al poco rato algunas trataron de ponerse de pié y cayeron de rodillas, y las dos reinas se alejaron de inmediato arrinconándose contra la pared más lejana, tratando de evitar el contagio.
Yo no sabía cuánto duraría el efecto de mi don, o si bastaría con que se alimentaran para sanarlas, pero dije
-Oh por dios! Voy a buscar ayuda! - Y corrí tan rápido como pude al refrigerador para sacar las últimas 8 bolsas de sangre que quedaban. Las cargué en mi túnica doblando el frente en dos (lo que se consideraría enormemente impúdico, a pesar de usar pantalones debajo) y corrí a la salida de la cueva, frente a la cual se llevaría a cabo la ceremonia.
Y lo que vi me hizo pararme en seco y soltar mi túnica, dejando caer las bolsas al suelo.

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Vale, el próximo capítulo será publicado en cuanto reciba 15 reviews. Vamos, no es demasiado, generalmente recibo más… Sólo quiero asegurarme de que están leyendo el "Chán Chán!" de esta historia antes de terminarla definitivamente.
Y sí, después de la segunda parte de este capítulo viene un epílogo.
Cariños!


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