miércoles, 1 de junio de 2016

En Silencio 14

Recibí tantos reclamos, amenazas de muerte, amenazas de bomba y mensajes llorosos que decidí hacer el esfuerzo y publicar rápido.
Espero les guste el giro de la historia, y no, Bella no será vampira ni Embry conocerá a su imprimación después del funeral de Bella.
Abrazos.
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Este fic participa del Reto Anual "Te proponemos un longfic" del foro "Sol de Medianoche"
Disclaimer: Nada relacionado con la Saga Twilight me pertenece.
N° de Palabras: 5.024
Palabras Usadas: -
Emoción Usada: -
Imagen Elegida: Manada Quileute.
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Capítulo 14
If you could be so kind
To help me find my mind
I'd like to thank you in advance
Know this before you start
My soul's been torn apart
I lost my mind in a wild romance
My future is my past
Its memory will last
I'll live to love the days gone by
Each day this becomes and goes
Is like the one before
My mine is lost until the day I die
Lost Mind / Mose Allison
Embry POV
Miro a mi alrededor y me cuesta enfocar mi atención… Todo pasa lejos de mí, como si me encontrara envuelto en una burbuja, profundamente bajo el agua.
No sé exactamente dónde estoy, y tampoco sé por qué, pero sé que he estado en lugares peores, y aunque todo es feo, triste y beige, al menos aquí tengo comida y refugio.
oooOooo

Trato de recordar, pero no sé quién era antes de no ser nada…
Es extraño, pero creo que en el fondo no quiero saber...
Tengo la impresión de que si la señora de blanco que me sigue a todas partes no me dice, es porque no es algo que me vaya a hacer ningún bien.
Ella habla todo el día sin parar, y a veces hasta me dice que estoy enfermo, pero ella va a cuidar de mí y me voy a mejorar…
Lo que nunca especifica es cómo me enfermé, o cual es mi afección.
Estoy enfermo de verdad?
No me siento enfermo, me siento distante, desconectado, indiferente, anestesiado, pero no enfermo.
Nada me duele.
Nada me importa.
Puedo pasar horas sentado en el suelo mirando hacia la pared y es igual que si viera la pantalla del televisor de esa gran sala común que vacían por unas horas sólo para mí.
Tengo algo contagioso?
La señora de blanco no usa máscara…
Entonces no teme contagiarse.
Debo ser agresivo y peligroso entonces.
Lo que no parecen entender ni ella ni el doctor que me ve a diario, es que mi mente no funciona como debiera, y me es imposible enfocar mi atención por más de 10 segundos a la vez, por lo que no puedo seguir un programa de la tele, aunque quisiera hacerlo.
Las ventanas tienen rejas, y muestran un patio de cemento. Estar ahí es peor que estar dentro de esta sala común.
Así es que vuelvo a mirar a la pared, ignorando los cuchicheos, y me concentro en decidir si debo tratar de recordar.
oooOooo
Hoy me subieron la dosis de algo y me reemplazaron un medicamento por otro.
El doctor lo explicó, y yo fingí que entendía los sonidos que salían de su boca.
No sé para qué se molestan en informármelo como si mi opinión importara.
Qué pasaría si de pronto me niego a tomar mis medicinas…? Cómo reaccionaría la señora que viste de blanco? Acaso no me perseguiría hasta desfallecer sacudiendo su vasito plástico lleno de pastillas, rogándome que sea bueno y coopere?
No, mi opinión no importa.
Como dije antes, ni siquiera sé dónde estoy ni por qué estoy aquí.
oooOooo
No hay espejos en este lugar, pero me he visto en el reflejo de las ventanas, y soy una bestia enorme.
De hecho una idea pasa por mi mente: Si no quisiera tragarme lo que hay en el vasito bastaría con negarme, nadie sería capaz de forzarme, pero para qué rebelarme?
La señora de blanco me trae la comida, me da lo necesario para ducharme y cambiarme de ropa, y luego espera en la puerta a que termine de bañarme.
Tanta preocupación es rara, pero parece que su trabajo es asegurarse de que nada malo me ocurra.
Una protectora… Es un trabajo honorable.
Aunque no sé quién piensa que me va a atacar en el baño…
Habrá en alguna parte alguien a quien le importo de verdad?
Si hubiera algo mejor allá afuera, indudablemente lo recordaría, no?
Si hubiera algo mejor allá afuera no pasaría todos mis días con la señora de blanco, a quien le pagan por verme dormir la siesta.
oooOooo
-Te trajeron un regalo, Embry – Dijo la señora de blanco entrando en mi habitación.
La miré sólo vagamente interesado, pero ella no se rindió.
-Mira! Ábrelo! – Me extendió un paquete.
Me incorporé y recibí el paquete toscamente envuelto en papel café y rasgué el envoltorio sin más ceremonia. A quién conocía que quisiera hacerme regalos?
A nadie.
-Qué es, querido? – Preguntó ella.
Le extendí el paquete a medio abrir, sin ni mirarlo.
No me interesaba lo que contenía, yo sólo quería dormir mi tercera… O era la cuarta? Siesta del día.
-Carboncillo y un block de papel de dibujo! No me dijiste que fueras un artista! – Exclamó.
No es raro que no le dijera que soy un artista, ya que hasta ese instante nunca le había dirigido la palabra ni para decirle “hola”, “gracias” o “jódete”.
Me acosté en mi cama y le di la espalda.
Suficiente interacción humana por el día.
Ella entendió el mensaje y me dejó solo, pero dejó el contenido del paquete en mi velador.
oooOooo
-…Cuánto tiempo lleva así? – Preguntó una voz femenina.
-Prácticamente desde el incidente – Respondió la voz familiar de mi doctor – Una vez que despertó, estaba así.
Cuidadosamente, los ignoré a ambos. Ellos creían que no los podía escuchar a través de la ventana espejada, y yo los dejaría seguir creyéndolo, después de todo estaban hablando de mí.
-Y lo mantienes siempre aquí? – Preguntó la voz femenina.
-Sólo unas horas al día, cuando los otros chicos están comiendo o en otras actividades como terapias ocupacionales – Dijo el doctor - Después de todo no lo puedo mantener encerrado en su habitación como si estuviera preso!
-Cómo ha reaccionado a los distintos tratamientos? Algo ha surtido efecto? – Preguntó ella.
-Lo recibimos en estado de shock, no dejada de llorar y… Aullar… Estaba cubierto de sangre y heridas, lleno de cortes de distinta profundidad, como si se hubiera interpuesto entre ella y el oso… Fue desgarrador verlo Felicia, dicen que el pobre muchacho no soltaba a la chica... Los enfermeros debieron sedarlo con varias dosis de la inyección SOS para que los dejara acercarse…
-Entonces? – Dijo Felicia.
-Cura de sueño fue lo primero, al despertar ya nunca volvió a hablar.
-Pero puede hablar? – Preguntó ella.
-De acuerdo a lo que nos han dicho, sí, aunque lo hacía muy poco, salvo con la chica… - Dijo el doctor. Otra vez la chica. Quién era ella? Es que no tenía un nombre? Por qué me interpondría frente a un oso por ella? Hay que ser idiota para hacer algo así…
-Desde entonces, cómo lo trataste? – Preguntó Felicia.
-Desde entonces hemos tratado con antidepresivos, estabilizadores del ánimo, y hasta sedantes y antisicóticos cuando se altera demasiado… Lo hemos tratado contra todas las enfermedades mentales posibles, a la espera de que algún procedimiento lo ayude aunque sea indirectamente, pero lo único que hemos conseguido es que se encierre cada vez más. No parece consciente de su entorno, no hay nada que llame su atención, cada vez come menos y hasta sus reflejos están más lentos.
-No me extraña, Gilbert – Dijo ella – Con el cóctel de píldoras con el que lo mantienes sedado además de las del tratamiento, es un milagro que se levante de la cama.
-Felicia, tú no lo viste cuando llegó! Casi mata a los 5 paramédicos de turno – Exclamó él.
-Ha recibido visitas? – Preguntó ella ignorando las justificaciones del doctor.
-Sí, pero las hemos negado, no creemos que esté listo para ver a nadie – Dijo él. Eso, más que mi tratamiento, me interesó. Había gente afuera de estas paredes. Gente que quería verme a mí.
-Algo más? – Preguntó Felicia.
-Recibió un paquete… Papel y carboncillo… Al parecer el chico es un artista, así es que se los entregamos…
-Ha dibujado algo? – Preguntó Felicia interesada.
-No, no ha tocado los materiales – Dijo el doctor sonando decepcionado.
-Es violento en este momento? – Preguntó Felicia.
-No – Respondió el doctor – Con lo medicado que está no tiene energías ni para pensar en atacar a alguien.
-Y entonces cómo esperas que mejore? – Disparó ella exasperada – Lo tienes totalmente aturdido!
-Felicia- Dijo el doctor, cabreado - Tú vienes de visita, pasas unas pocas horas mirando a las fichas médicas y a los pacientes, y te vas a tu oficina tranquilamente, pero es mi personal y yo mismo quienes debemos tratar con este muchacho las 24 horas del día. Si hubieras visto con tus ojos lo que es capaz de hacer, no cuestionarías mis métodos… Y sobre mejorar… No pretendo obrar milagros, tan sólo me basta con que él esté tranquilo y en paz, y no colgándose del puente más cercano o aullando como un animal herido como cuando llegó.
Pasos se alejaron.
Volví a quedar solo.
Había mucho que pensar…
Lástima que después de un par de siestas ya había olvidado casi todo lo dicho, y lo que quedó en mi mente adquirió cualidades oníricas.
oooOooo
Mi boca no pronuncia palabras desde que puedo recordar, aunque creo que podría hacerlo si quisiera.
No quiero.
Es mi interior el que está lentamente está cambiando.
Hoy las palabras no tienen cabida en mi mente.
Me molesta el sonido, me molesta la rigidez de las definiciones.
Sólo estoy abierto a ideas, imágenes, conceptos y sensaciones, y eso me aísla del mundo cada día más.
Cuando la señora de blanco me pregunta si quiero sopa, debo esforzarme en recordar qué es “sopa”.
Una etiqueta me ronda, burlándose de mí: Mudo mental.
La he escuchado alguna vez…
Lo era yo desde antes?
Es eso lo que está mal en mi cabeza?
Es por eso que estoy aquí?
oooOooo
No tenía memoria de lo que pasó, eso ya lo había aceptado.
No podía preguntarle al doctor, porque era él quien me mantenía medicado para que no recordara.
Y tampoco podía preguntarle a la señora de blanco, porque no sabía decir lo que realmente necesitaba.
Verán… mi memoria a largo plazo no era el problema, ya que partía cuando llegué a este lugar, y era más o menos lineal; lo que sí era extraño es que estaba comenzando a tener apagones durante el día, lapsus de tiempo en los que no sabía qué había ocurrido.
Ni siquiera me preocupaba el daño que este lugar produciría en mi mente o la masiva mortandad de neuronas, pero era un fastidio tratar de concentrarme cuando la mañana se volvía media tarde de un segundo al otro.
oooOooo
-Embry, tienes un visitante – Dijo la señora de blanco, sonando ansiosa. Ni la miré, pero me alejé de los libros para pararme en una posición desde la que pudiera ve a todos los extraños que entraran. Bastantes personas en bata blanca me visitaban para hablar de mí y “mi caso” como si yo no estuviera presente, y algunos hasta trataban de tocarme para llamar mi atención y forzarme a responder. Esos eran generalmente los estudiantes… – Pase.
-Me puede escuchar? – Preguntó una voz ronca a la señora de blanco. Tenía algo inconfundiblemente familiar… Cálido… Alguien que existía antes de la nada?
-Sí, pero no espere que le responda, Embry no ha dicho ni una palabra desde que está con nosotros – Dijo ella tristemente.
-Entonces es el mismo de siempre – Dijo él bruscamente – Si de pronto se hubiera vuelto parlanchín tendría pruebas concretas de que le jodieron la cabeza en este maldito lugar.
-Era silencioso entonces? – Preguntó ella instalándose en uno de los sillones. No sabía que yo le interesara, pero sonaba honesta.
Tal vez no fuera tan mala después de todo…
-Siempre, con casi todos – Dijo él – Sólo una persona pudo llegar a él, pero entonces… - Su voz se ahogó.
-El incidente? – Preguntó ella.
Él debe haber asentido.
-Los dejo que conversen entonces – Dijo ella un poco incómoda, y se retiró.
-No te ves tan bien muchacho – Dijo acercándose. Pero no se escucharon pasos, se escucharon ruedas…
Me arriesgué a mirarlo.
Un hombre de mediana edad.
Delgado, ojeroso y luciendo un poco enfermo, con la piel de un tono entre gris y verdoso, como recuperándose de algo tremendo.
Un bigote grueso y pasado de moda.
Sentado en una silla de ruedas eléctrica.
Sobre su regazo, el paquete de carboncillos y papel.
-Te acuerdas de mí? – Preguntó sin más rodeos.
Lo miré fijamente. No estaba seguro.
-Me conociste con más músculos, el tono de piel de un ser humano, no un zombi, y una cerveza en la mano… Es más, últimamente esas cervezas las ibas a comprar tú – Sonrió un poco.
Era mi jefe? Por qué iba yo a comprar sus cervezas?
-Soy el Jefe de la Policía – Aclaró – Y tú viviste en mi casa por un tiempo. Los domingos había cena familiar y era tu responsabilidad que no me faltara cerveza.
Asentí.
Cena familiar.
Viví con una familia?
No era la mía… Él no dijo ser nada mío…
-El doctor me dijo que tienes toda esta sala para ti solo, al menos un par de horas cada día…
Lo miré. No era una pregunta.
-Te gusta ver tele?
Fruncí un poco el ceño.
-Meh – Encogió los hombros - Antes de que vinieras aquí tampoco te gustaba, así es que eso tampoco ha cambiado.
Este hombre estaba haciendo mucho más por mí que el tiempo que fuera que llevaba junto al doctor y sus píldoras.
Me estaba regalando pedazos de mí. Él me conocía, y podía apreciar si estaba totalmente trastornado o solo un poco.
Miré de reojo la pequeña repisa de libros infantiles. Me gustaba hojearlos a veces, porque tenían montones de dibujos. Los de la siguiente repisa eran libros de adultos, llenos de apretado texto en letra demasiado pequeña en cada página.
Dónde está la belleza en eso?
Cuando las palabras se volvieron más importantes que las imágenes?
Para mí una ilustración es mucho más poderosa, y mi desgastada mente que no retenía nada más las absorbía y almacenaba nítidamente.
-Te gusta leer? – Preguntó él.
Negué en un rápido movimiento.
-Pero estabas hojeando este – Dijo tomando un libro que dejé en una mesita al escuchar que alguien se acercaba.
Era un libro de cuentos completamente ilustrado.
El hombre suspiró.
-Este es tu favorito? – Preguntó.
Asentí apenas.
-Una princesa que duerme por cien años… - Sus ojos estaban brillantes – Me pregunto si recuerdas… Me pregunto si estás listo…
No respondí. Me senté en el suelo libro en mano a mirar los intrincados detalles de la cama en la que dormía la princesa, repasándolos con el dedo.
-Usa los carboncillos muchachos. Esa es tu terapia y tu voz – Dijo el hombre, y activando su silla eléctrica rodó fuera de la sala.
oooOooo
Pasaron días antes de animarme…
El trozo de carbón se sentía natural entre mis dedos, como una extensión de mi brazo, simplemente pertenecía.
El papel era un poco menos familiar. Era de alto gramaje, de color sepia y excelente calidad. Supuse que por eso no se me hacía como un producto de uso cotidiano, sino un lujo que había disfrutado en raras ocasiones.
Qué dibujar? Qué ameritaba usar tan preciosos y escasos materiales?
Pensé y me esforcé mirando a mi alrededor, usando toda mi concentración, y nada de lo que había en este lugar ameritaba una sola línea que lo conmemorara, pero más atrás...
Detrás de la niebla, más allá de las burbujas, cerca de la superficie…
Pequeños pies femeninos acunados en grandes manos masculinas.
No había terminado de pensarlo cuando mis manos lo estaban modelando.
Fue un boceto, no una ilustración acabada, pero el gesto quedó plasmado, y antes de terminar ya tenía otra imagen en la cabeza: Una larga cortina de cabello que descendía en ondas sobre los pechos desnudos de una mujer.
Otra: Labios de mujer, el inferior un poco más regordete, haciendo un puchero.
Otra: El arco de las cejas de unos ojos que miran asombrados.
Otra: Manos entrelazadas. Hombre y mujer, grande y pequeña.
Otra: El óvalo de un rostro que no pude terminar. En ese dibujo estaba la clave, pero yo era demasiado cobarde y no lo quise presionar.
Una vez que estuve conforme con la temática de los bocetos comencé a trabajar  en ellos de forma individual.
La señora de blanco vino a dejar comida y se fue rezongando, con los platos intactos.
Luego me dio el vasito con pastillas y yo por primera vez no me las tragué.
Simulé tragarlas pero las escondí bajo mi lengua. Luego las escupí y las tiré al WC.
Y seguí trabajando, febril.
Caí rendido después de la ronda matutina de la señora de blanco. Esas pastillas tampoco las tragué.
Lo bueno de este lugar es que si quieres dormir, a la hora que sea te dejan en paz.
oooOooo
Poco a poco me fui desintoxicando, y las primeras pastillas que extrañé fueron las que me ayudaban a dormir como los muertos. Sin problemas y sin recuerdos.
Por primera vez en una eternidad, soñé.
Y hubiera preferido no hacerlo.
Porque fue un sueño extraño, en el que nada pasaba.
Yo caminaba por el supermercado de la mano de una chica.
Yo adoraba a la chica.
No era un simple enamoramiento, era absoluta devoción.
Yo empujaba el carro y ella iba cargándolo sin dejar de hablar hasta por los codos sobre algo muy gracioso. A ella no le molestaba mi silencio, porque podía interpretarme sin necesidad de llenar el espacio con palabras.
Ella de pronto me besaba la mejilla parándose en la punta de sus pies, o me abrazaba fuerte, sin vergüenza, sin temor, orgullosa de sus sentimientos…
Yo quería corresponder, mostrarle que era mi timidez y no mi indolencia la que me impedía actuar más libremente, pero yo no era lo suficientemente rápido o asertivo, y perdí cada oportunidad.
De pronto ella me preguntó algo, a lo que respondí sin problemas y con una cálida sonrisa
-Sí princesa…
Y un manto de calma descendió sobre mí, porque de algún modo esas palabras equivalían al más contundente de los “te amo”, y ella sabía… Ella entendía…
Nunca vi el rostro de la chica pero reconocí sus manos como las que había dibujado en carboncillo… Eran manos que conocía en cada detalle, cada línea, cada ángulo.
Ella era real.
Pero no estaba conmigo…
Era ella “la chica” de la que hablaban los doctores entre ellos pero nunca conmigo?
Por qué no estaba a mi lado?
Por qué no me visitaba?
Qué hice para que quisiera alejarse de mí?
Es por eso que estoy en este lugar?
oooOooo
No volví a tomar las pastillas, pero me esforcé en comportarme  como siempre, salvo que ahora dibujaba el día entero.
Cuando el papel texturizado estaba por acabarse, mágicamente aparecía más.
Y la chica se hizo cada vez más nítida.
oooOooo
-No creo que sea apropiado, definitivamente no está listo – Dijo el doctor.
-Deje por escrito su desacuerdo en el acta de salida – Dijo la voz de mi visitante del bigote.
-Usted será responsable de todo lo que pueda ocurrir – Agregó el doctor.
-Por supuesto – Dijo el de bigotes con voz cansada – Ahora quiere hacer el favor de abrir esa puerta?
-Es su cabeza, no la mía – Advirtió el doctor como si estuviera abriendo la jaula del león.
-Hola Embry – Dijo el de bigote acercándose con toda calma – Verdad que no planeas asesinarme?
Fruncí el ceño. Por supuesto que no lo mataría. Y si matara a alguien sería al doctor que experimentaba sus drogas conmigo, no a la única persona que me ha tratado como un ser humano.
-Ves? Todo en orden – Dijo el del bigote – No recuerdo si te lo dije Embry, pero puedes llamarme Charlie, todos lo hacen.
Asentí.
-Vengo a buscarte para dar un paseo – Dijo  - Y si te puedes controlar, tal vez te pueda sacar de este lugar permanentemente, estás de acuerdo?
Asentí.
Por fin!
-Bien, vamos, no vale la pena empacar si es que tal vez debes volver en unas horas – Rodó hacia la salida.
Miré mi pijama de hospital.
-No te preocupes de eso, no vamos a salir del edificio – Dijo – Vas a pasar desapercibido entre los demás enfermos.
Lo cual no fue exactamente cierto.
Es verdad que los aldeanos no me siguieron con antorchas y horcas, pero mi tamaño “XL” enfundado en un pijama “M” sí que llamaba la atención.
Recorrimos pasillos laberínticos y usamos dos ascensores distintos, hasta que nos acercamos a una zona bastante silenciosa. No había visitantes y muy poco personal del hospital.
-Ahí la tienes – Dijo Charlie deteniéndose en una ventana y mirando hacia el interior de una habitación.
Me acerqué curioso…
En la habitación había una cama.
En la cama había una chica.
Y en la chica estaban depositados todos mis sueños y esperanzas.
Llevaba varios días recordando pequeños episodios, postales de lo que fue mi vida anterior: La sombra de sus pestañas, la curva de su codo, pero era distinto, porque mi cerebro hueco fue inundado de recuerdos de todo tipo en una abrumadora avalancha intelectual y emocional.
Caí de rodillas abrumado, y a pesar de la presencia de Charlie que me cohibía, lloré.
Primero al recordar nuestra historia.
Después al recordar cómo la perdí.
Y finalmente por el estado en el que me la volvía a encontrar.
Charlie me dejó tranquilo y fue a sentarse a la sala de espera conjunta, atento a cuando estuviera listo para hablar.
Debo haber pasado más de una hora ordenando eventos y circunstancias en mi cabeza, hasta que me arrastré hacia un sillón
-Qué pasó? – Pregunté rato después, sentado frente a él.
-Después de que Jacob la atacó? – Preguntó Charlie con los labios blancos de rabia.
Asentí.
-Hasta dónde recuerdas? – Preguntó.
-Hasta que cayó el suelo sangrando – Respondí - Después de eso… Estaba en ese lugar del que me sacaste, sin saber ni mi nombre.
-Yo llegué segundos después de que Jacob en forma de lobo atacara a Bella. Sí, sí, los del Concejo debieron incluirme en el secreto, no les quedó alternativa – Agregó rodando los ojos.
-Jacob te hizo eso? – Pregunté apuntando a su cuerpo en general, temiendo la respuesta.
-No – Dijo él.
-Fui yo? – Dije de forma casi inaudible.
-No Embry, no! Tu… Te lanzaste sobre Jacob y pelearon ferozmente, mientras yo corrí a Bella y llamé a la ambulancia sin prestar mucha atención a las creaturas que luchaban en mi jardín... Pero pude ver cómo ganabas el duelo o lo que fuera... Le diste una enorme paliza, creo que por tu carácter tranquilo nadie se lo esperaba, pero casi lo matas.
-Entonces? – Pregunté.
Aplastaste a Jacob contra el suelo con su cuello entre tus mandíbulas y según me dijeron los demás lobos, le diste la posibilidad de rendirse. Tú querías estar con Bella, no ocupándote de él o de disponer de un cadáver. Jacob aceptó las condiciones que sean las que le hayas ofrecido, lo soltaste, diste la media vuelta y antes de caminar un par de pasos Jacob se lanzó en picada a tu garganta – Dijo Charlie con voz cansada.
-Lo…? – Pregunté.
-Le rompiste el cuello, sí – Asintió Charlie.
-Al menos no sufrió – Comenté aturdido.
Maté a mi mejor amigo.
Un hijo de puta en sus últimos momentos, pero los primeros 20 años no fueron malos…
Cerré los ojos, me los restregué con el talón de mis palmas  y deseé tener un puñado de píldoras de las que había botado por el excusado, de modo de olvidar esta horrible conversación.
oooOooo
-Qué pasó con Bella? – Pregunté después de calmarme un poco.
-Jacob trató de atacarte a ti y al parecer Bella se interpuso en su trayectoria general, que como todos trataban de contenerlo, no era muy precisa… El asunto es que sin querer o a propósito, el bastardo desgarró el estómago de Bella, produciendo daño irreparable en órganos vitales.
-Pero ella está en coma, por qué es eso?
-Cuando sucedió el ataque creemos que se debe haber desvanecido del shock, ella no es buena con la sangre, y había mucha por todos lados.
Para cuando llegamos al hospital, había perdido muchísima sangre, y estaba definitivamente desmayada. Necesitó muchísimas transfusiones y muchas horas de trabajo para que pudiera estar en condiciones de ser trasladada a Seattle en helicóptero.
-Seattle? Qué hay en Seattle? – Pregunté.
-Un centro de trasplantes Embry. Jacob destrozó el hígado de Bella tan profundamente que no fue capaz de regenerarse.
-Mierda! – Cerré los ojos - Están en la lista nacional? En qué lugar?
-No, hicimos el procedimiento con un donante vivo. El hígado se regenera, así es que le sacas al donante la mitad de su hígado y se lo plantas al receptor.
-Tú eres el donante vivo – Afirmé cayendo en cuenta del por qué de la silla de ruedas - Cuándo… Cuando fue el procedimiento? – Pregunté tratando de nivelar mi voz.
-Hace poco más de dos semanas – Respondió.
-Recién dos semanas? Pero si deben haber pasado meses desde el ataque! – Exclamé.
-Es cierto, pero los trasplantes no son automáticos como se ve en la tele. Hay montones de exámenes que realizar para asegurarse de que Bella no iba a rechazar el órgano, y eso es aparte de todos los exámenes físicos individuales  como el histotipado y la confirmación del grupo sanguíneo, exámenes de sangre o pruebas cutáneas para verificar si hay infección, exámenes del corazón como ECG, ecocardiografías y cateterismos cardiacos – Recitó – Y no olvidemos los exámenes para buscar cáncer incipiente de todas las clases, exámenes para observar el hígado, la vesícula biliar, el páncreas, el intestino delgado, y los vasos sanguíneos alrededor del hígado.
-Y todo eso te lo hicieron a ti? – Pregunté asombrado.
-Y una colonoscopia, no olvidemos ese pedacito de cielo - Masculló. 
-Y Bella? Qué dijo al recobrar el conocimiento? – No puede haber estado contenta con el sacrificio que estaba haciendo su padre.
-Bella no estaba en condiciones de moverse, ni de alimentarse ni de nada, así es que la mantuvimos en un coma inducido mientras tratábamos de batallar lo más rápido posible las infecciones…
-Qué infecciones? – Pregunté.
-Jacob no atacó a Bella con un cuchillo quirúrgico y Lysoform, hijo, sino con sus asquerosas garras que quién sabe qué habían tocado previamente. Esas garras se las enterró a lo largo de todo el estómago produciendo y posibilitando infecciones.
-Infecciones en la herida? – Pregunté.
-Cualquier tipo de infección – Respondió él – En ese momento estábamos contra el tiempo, así es que la tuvimos con antibióticos de última generación y en completo aislamiento por semanas para dejarla en condiciones de recibir el hígado, o simplemente los doctores no la operarían… Y luego comenzó la nueva odisea, porque para evitar el rechazo del trasplante Bella va a tener que tomar inmunodepresores por el resto de su vida. Desde ahora un resfrío no será sólo un resfrío… Es como si tuviera SIDA, pero por causa de sus medicinas… Tú y yo vamos a tener que aprender a cuidar de ella – Dijo finalmente.
Jacob, hijo de puta, qué mejor amigo?
Si pudiera matarte dos veces me tomaría mi tiempo con la segunda…
-Hasta cuándo la van a tener en coma? – Pregunté.
-Es por eso que te traje hijo, hace una semana que Bella debería haber despertado…
oooOooo
Bella no despertó.
Pero yo recibí visitas, ya que me negué a ir a la cabaña por ropa o una ducha, aunque necesitaba ambas cosas desesperadamente.
Pero acepté agradecido el cepillo de dientes y pasta que Charlie me compró en una máquina expendedora.
Charlie se fue a su habitación (porque en rigor aún no estaba dado de alta) y Quil, Seth y Leah aparecieron por la noche a hacerme compañía.
Estuvimos callados un rato hasta que les dije
-Bueno, hablen, qué me van a hacer por haber matado al príncipe Jacob?
-Embry, todavía no sabes? – Preguntó Seth.
-Sólo sé de Bella lo que me dijo Charlie, no sé nada de La Tribu – Respondí.
-Bueno, la cosa es… - Dijo Seth.
-La cosa es que nadie entendía cómo te le pudiste enfrentar a Jacob, que se supone que como Alpha era más fuerte y dominante que tú. Cuando Billy se enteró de lo ocurrido comenzó a planear tu ejecución de las maneras más creativas, diciendo que destruiste el futuro de La Tribu al matar a su próximo líder, y que acabaste con la línea sanguínea más pura y poderosa porque Jake no se reprodujo, blablablá… Tú lo conoces – Dijo Leah.
Asentí.
-Yo corrí a casa de tu madre a pedirle a mi padre, que seguía ahí,  que admitiera que es tu verdadero papá, porque si no tienes a nadie que te proteja son capaces de quemarte en la hoguera o algo así… - Dijo Quil – Le dije que me importaba un cuerno lo que diga mi abuelo, pero que si él quería seguir siendo mi padre, debía ponerse los pantalones y ayudar a mi hermano.
-Y qué dijo? – Pregunté temeroso. Reconocería el señor Ateara lo indecible para salvar mi pellejo?
-No alcanzó a decir nada, porque fue tal la cantidad de insultos y maldiciones que salieron de la boca de tu madre dirigidas a Billy, que hasta yo me ruboricé – Dijo Leah.
-En resumen, la historia va así: Tu madre venía a La Push de visita cuando era joven, y se juntaba con un grupo de chicos y chicas en la playa. Entre los chicos estaba mi padre, que se enamoró de tu madre, pero ella sólo le ofreció amistad y él la aceptó. Tu madre le confesó meses después que tenía un novio secreto, que estaba profundamente enamorada, y que pronto se casarían. Ella nunca explicó el por qué del secreto…
-Él tenía novia – Afirmé.
-Tu madre desapareció unos meses después del verano, y para cuando regresó, embarazada, todos los chicos, incluyendo mi padre se habían casado, por lo que todos asumieron que el bebé era de uno de ellos, pero que nunca sería reconocido, ya que “sólo los nacidos dentro del matrimonio son los que valen” – Dijo Quil molesto.
-Estás diciendo que no eres mi hermano? – Pregunté curiosamente decepcionado.
-No de sangre, lo siento – Dijo Quil.
-Entonces estoy igual que antes, o peor, porque ahora no tengo idea de nada, ni una pista… - Suspiré.
-Yo no diría que es tan así, recuerdas cómo pudiste negarte al comando Alpha de Jacob sin problemas? – Preguntó Seth entusiasmado.
-Ajá – Asentí.
-Y cómo al pelear con  él simplemente lo venciste? Aunque creías que él era más fuerte? – Preguntó Leah.
-Ajá.
-No será que todo este tiempo fuiste el verdadero Alpha? – Preguntó Quil.
-Y que te mantuvieron en el suelo tratándote como la mierda para tenerte controlado y que jamás pensaras en reclamar tu lugar? – Preguntó Seth.
-No adivinas entonces quién es tu padre? – Preguntó Leah.
-Te doy una pista, eres el verdadero primogénito del Jefe de La Tribu… - Dijo Quil.
-Billy? Billy Black? – Jadeé.
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Ok, eso sí que se merece un comentario, aunque sea para decir WTF?



1 comentario:

  1. Ya mucho mas calmada :P y obvio que si lo leí de inmediato pero mi cel ya sabes, no quiere cooperar :)
    Gracias Gracias por no matar a Bella :) y ni ami jiijijiji...
    Mil gracias por actualizar muy pronto, no nos olvides :P
    Animo!!!
    Saludos

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