viernes, 18 de julio de 2014

Muertos o Algo Mejor 25



Hola a todas! Lo siento por la demora, pero verán… Tenía mucho trabajo atrasado por pasar todo mi tiempo escribiendo esta historia, y además el tema es más complejo que en otras ocasiones, y tenía que salir bien. Espero que queden conformes con el resultado.
Abrazos y que disfruten!
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Capítulo 25
I don't wanna be someone who walks away so easily
I'm here to stay and make the difference that I can make
Our differences they do a lot to teach us how to use
The tools and gifts we got, yeah, we got a lot at stake
And in the end, you're still my friend at least we did intend
For us to work we didn't break, we didn't burn
We had to learn how to bend without the world caving in
I had to learn what I've got, and what I'm not, and who I am
I won't give up on us
Even if the skies get rough
I'm giving you all my love
I'm still looking up, still looking up.
I won't give up /Jason Mraz

Bella POV
Había estado en cama lo que parecía una eternidad, pero en realidad era poco más de un día y medio.
No había querido ir a la habitación de Demetri, porque él insistía a involucrarme en actividades para quitarme la pena y la culpa, y la verdad es que yo necesitaba sentir ambas. Quería, como él decía, “revolcarme en la mierda”; sentir las cosas a fondo para poder seguir adelante… Y al mismo tiempo quería tapar mi cabeza con el cobertor y dormir, y dormir, y dormir hasta despertar amando menos a Félix y odiándome menos a mí misma.
Pero Demetri tenía otras ideas, y no dejaba de hablarme, jugar y provocarme para obtener alguna reacción. Le daba lo mismo si era rabia o risa, él buscaba lo que fuera que me ayudara a salir de mi apatía… Y ratos lo lograba, él es de esas personas imposibles de ignorar. Me obligó a comer, a bañarme y a hablar. Tuvimos muy buenas conversaciones, unas profundas y otras no tanto, y no me dejó mucho tiempo para dormir o llorar. Hubo momentos en que lo odié, en que le exigí que se largara, en que hasta le tiré objetos pesados por la cabeza, pero él nunca perdió el buen humor… En cambio se burló de mí hasta el cansancio.
Por la tarde empezamos a jugar a compilar discos. Yo estaba terminando de montar uno para mí con las mejores canciones de películas, y él armaría a continuación un disco con las mejores canciones de Glam Metal, con bandas como KixHanoi RocksMötley CrüeQuiet Riot, Bon JoviPoisonCinderella, The Darkness, Steel Panther, Def Leppard y Europe. Su disco sería más difícil, porque la cantidad de bandas es limitada en cambio la de películas es innumerable, pero no teníamos nada mejor que hacer… Yo no me podría mover por varios días más.
Dem me estaba recomendando una canción para el bonus track de mi disco: “That Smell” era ridículamente apropiada e irónica ya que me convertiría en vampiro.
-Merece la excepción y cerramos el disco – Dije comenzando a buscarla en la Apple Store para bajarla, y de pronto Demetri levantó la cabeza y se puso de pié al instante, rígido y en guardia.
-Qué? Qué? – Pregunté ansiosa. Cuando tu guardaespaldas luce preocupado y alerta generalmente no es una buena señal.
-Félix – Respondió sin entonación, sin dar señal de que la visita le pareciera bien o mal.
Yo inspiré violentamente y mi corazón se disparó. Tenía miedo. No quería enfrentarlo, prefería la incertidumbre de una situación irresoluta a la certeza de que todo había acabado. Además temía sus insultos, no sabía qué tan enojado estaba, ni qué tan agresivo sería. No es que me fuera a agredir físicamente, de ninguna manera, pero las cosas que podía decir no se borrarían más de mi mente.
Me encontraba acostada de barriga sobre la colcha, y rápidamente me incorporé y me metí entre las sábanas tapándome casi por completo. Segundos después sentí los golpes en la puerta.
Toc, toc, toc.
Demetri me miró y yo me encogí de hombros. No tenía alternativa. La conversación sería aquí y ahora.
Dem se acercó a la puerta y la abrió.
-Demetri, estoy aquí para ver a Isabella – Dijo Félix desde el pasillo.
-Pasa – Dijo Dem haciéndose a un lado, pero conservando su cara de póker, esa que tan bien le salía.
-Bella – Dijo Félix a modo de saludo. Yo me limité a mirarlo con ojos enormes, realmente no sabía qué decir.
-Voy a comer – Dijo Demetri después de estudiarnos  a Félix  y a mí por unos instantes – Luego me voy a la oficina de La Guardia. Si me necesitas, ya sabes – Me dijo ignorando mi mirada que le rogaba que no me abandonara. No demostró ninguna emoción, pero yo sabía que para él no era fácil dejarme con Félix… Nuevamente Dem estaba anteponiendo mis sentimientos a los suyos… Me dio una última mirada, salió de la habitación y cerró suavemente la puerta tras de sí.
-Bella… Tenemos que hablar – Dijo Félix muy serio. Yo me senté más derecha y abracé mis rodillas. Una vez que mi cuerpo estuvo bien compacto asentí.
-Te importa si me siento? No me gusta hablar contigo estando de pié, hay mucha diferencia de altura y no nos podemos ver a los ojos – Preguntó.
-No… Sí… Siéntate – Dije en voz muy baja. Él se sentó a los pies de mi cama, a suficiente distancia para no incomodarme. Una parte de mí quería gatear y sentarse en sus piernas con la confianza de siempre, y la otra se quería cubrir la cabeza y esconderse hasta que él se hubiera largado.
Mierda! Era tan guapo, tan imponente, tan masculino… Ese hombre me había dicho que me amaba, me había tocado de las maneras más íntimas e increíbles, había planeado un futuro junto a mí, y ahora lo sentía a kilómetros de distancia.
-Veo que voy a tener que comenzar yo – Dijo en un tono de voz indescifrable. Aún no sabía si venía en son de paz o a lapidarme.
-Mejor… – Susurré.
-Isabella, desde el momento que te conocí me atrajiste – Comenzó a hablar, con un tono tranquilo, casi relajado, pero aun luciendo serio -  Y cada momento que pasamos juntos me fuiste atrapando más. En un espacio de tiempo ridículamente corto me vi enamorado de ti, comenzamos nuestra relación y ese sentimiento fue creciendo día a día. Nunca sentí por alguien algo tan profundo o complejo como lo que siento por ti – Dijo mirándome fijamente a los ojos. Su mirada me atrapó y no pude evitarla, aunque traté – Por eso tienes que entender que mis reacciones contigo son más violentas y viscerales que con nadie más… Cuando supe que estabas en el hospital de nuevo casi me vuelvo loco de preocupación, y esa preocupación se transformó en rabia al enterarme de lo sucedido. No estabas donde se supone que ibas estar, te habías herido en un accidente provocado por negligencia, el doctor aún no te atendía, y Demetri decidió que ese es un buen momento para confesar que te ama, mientras tú tratabas de pedir perdón incluso antes de confesar que se besaron.
Es una situación jodida Isabella… Las cosas se sumaron una a una y yo no reaccioné de la mejor manera, incumpliendo nuestro acuerdo. No te di la posibilidad de explicar lo ocurrido, y la verdad es que si Demetri no me detiene te habría insultado de forma desproporcionada, sólo para herirte como tú me heriste a mí.
Porque tienes que entender que te amo… Te amo y mis parámetros y expectativas para ti son más altos que para nadie más – Dijo por fin suavizando su voz. Yo tenía un nudo enorme en la garganta, y una o dos lágrimas se me escaparon – Isabella yo sé que no es sano, pero te tengo en un pedestal. Tú para mí eres simplemente perfecta, y ver esa fractura en tu imagen me dolió. Pensar que a lo mejor no eres la mujer que imaginaba me aterró… Porque aun cuando por momentos te quise odiar, siempre te seguí amando.
Necesito saber qué pasó y qué pasa ahora… Que me digas si quieres estar conmigo y qué tienes con Demetri. Quiero que hables, Bella. Háblame, te quiero escuchar – Me rogó con la voz cargada de emoción. Más lágrimas cayeron, pero no estaba llorando, no realmente. Dios… Él era tan grande y fuerte y rudo y a la vez tan vulnerable conmigo… Nunca fue mi intención hacerle daño, las cosas que estaban sucediendo me sobrepasaron, Demetri me abrumó con su encanto… Aún lo hacía a veces… Era difícil decir que no a quienes amas!
-Lo primero y más importante que tengo que decir… – Comencé con voz baja y temblorosa – Es que te amo. Nunca he tenido dudas al respecto, te amo.
Lo que pasó el otro día… - Pensé unos momentos en cómo explicarle sin exponer la intimidad de Demetri. No quería hacerlo parecer débil, ni hablar de cosas personales, pero Félix tenía que entender – Después de que nos fuimos de tu habitación y me acompañaste hasta el pasillo, fui a buscar a Demetri para arreglar nuestra pelea... Él no se encontraba bien, estaba borracho y muy enojado conmigo. Me increpó y me dijo que me amaba… En realidad me lo gritó furioso… Hablamos, discutimos y finalmente decidimos que en vez de ir a trabajar, era una buena idea ir a pescar al día siguiente para hablar sobrios y con calma y establecer los límites de nuestra relación. Él sabía que yo estaba contigo, y eso sumado a nuestra pelea sobre Gianna lo habían dejado muy inseguro… No sé cómo explicártelo para que entiendas exactamente de lo que hablo, pero para Demetri yo soy la única persona que lo conoce y lo acepta, y él está dispuesto a abrirse porque confía en mí. Dem nunca ha estado vinculado emocionalmente a nadie… Imagina todos esos siglos solo, sin crear lazos profundos con absolutamente nadie. Hasta que me conoció, y fue increíble, porque de alguna forma nos reconocimos. Somos totalmente compatibles, iguales… Yo le digo medio en broma que yo soy la versión buena de él.
Yo no lo amo como se ama a una potencial pareja, y lo sé porque estuve enamorada antes, puedo comparar el sentimiento, pero Dem no tiene punto de comparación, porque nunca ha querido a nadie más que a mí. Por eso él cree que está enamorado, pero yo creo que es otra cosa, es una especie de compatibilidad metafísica o algo así la que nos une, porque mucho de nuestra relación e interacción es intuitivo. Él me conoce, él ve en mi interior a pesar del poco tiempo que llevamos conociéndonos en realidad, y lo mismo me pasa a mí. Dem no me shockea ni me sorprende, él es así y es exactamente como lo quiero – Dije arriesgando una mirada al rostro de Félix, que me escuchaba atentamente, pero muy serio - Yo lo quiero muchísimo, pero aún si tú no estuvieras en mi vida yo no arriesgaría mi relación con Dem a cambio de unos meses de diversión y años de arrepentimiento, porque sé con absoluta certeza que él y yo no funcionaríamos. Somos demasiado similares.
Pero yo lo necesito, Félix – Le dije rogando con mi mirada que comprendiera – Debes entender que Demetri es importante para mí, y no es tu competencia, no lo ha sido ni por un momento… De ti estoy enamorada, a ti te quiero como mi pareja, es totalmente distinto.
Dem ya se hizo la idea de que no estaremos juntos de ese modo, y eso es básicamente porque nos hicimos una promesa. Él confía en que voy a cumplir con mi parte, confía en que no lo voy a abandonar, por lo tanto ya no lo asusta perderme.
Dentro de todo esto, el beso fue algo tan menor dentro de lo que pasó ese día… Fue casi un juego. Yo traté de atacarlo por la espalda para quitarle su celular y él me tiró al suelo y quedó sobre mí. Me besó y yo lo besé de vuelta por unos instantes hasta que me di cuenta de lo que hacía y le dije “nononono” y él de inmediato me dejó. Para mí no fue un beso romántico ni el comienzo de un affaire. No fue sexual. Fue… No lo sé, cariño y curiosidad… Por supuesto que no estuvo bien, yo jamás debí besar a nadie que no fueras tú, pero tampoco fue perverso o sucio – Dije balanceándome un poco. Félix no hablaba ni se movía. Al menos aún no se largaba… - Después acordamos que eso no volvería a pasar y nos fuimos a pescar y ahí sucedió lo del anzuelo. Eso es todo.
-Es bastante qué digerir – Comentó él aún sin mostrar emociones.
-Lo es – Admití - Entiendo que no te guste. Entiendo que no te sientas cómodo. Obviamente es tu derecho darte media vuelta y largarte… Pero quiero que sepas que nunca fue mi intención hacerte daño ni faltarte el respeto… Y también que por sobre todo, te amo, sólo a ti. Cometí un error y te amo…
-Pero no lo vas a dejar – Fue más una afirmación que una pregunta.
-No Félix, lo lamento pero Demetri se queda conmigo – Le dije con un hilo de voz. Traté de sonar fuerte, pero no pude… Estaba poniendo en juego al hombre que amaba? Tal vez… Pero no rompería mi promesa a Demetri, no podía.
-Demetri es tu amigo – Afirmó de nuevo.
-A falta de una mejor definición, sí. Si te refieres a si hay algo romántico o sexual entre nosotros, al menos de mi parte no, no lo hay. Puedes decir que somos mejores amigos o algo así. – Respondí.
-Antes de que tú llegaras Demetri era mi mejor amigo – Dijo Félix.
-Lo sé – Dije sintiendo la culpa de su distanciamiento.
-Estuve pensando, y me di cuenta de que no estoy realmente enojado con él. No puedo culparlo por haber hecho lo mismo que yo… Enamorarse de ti – Dijo sonriendo un poco. Sólo un poco… Me aferré a esa sonrisa.
-Es que yo no creo que él me ame realmente… - Le repetí. Él me recompensó con una expresión de incredulidad que lo decía todo – Espera, déjame explicarte… Él siente algo muy fuerte por mí, pero yo creo que aún no sabe en qué categoría encasillarlo, porque no tiene con qué comparar. Nunca antes amó a nadie.
-Bella… Te voy a ser honesto… - Comenzó.
-Esa es la idea – Interrumpí acomodándome para sentarme a lo indio, ya menos amedrentada. Félix no venía a atacarme ni a terminar conmigo de inmediato. Al menos no sin escucharme.
-Entiendo lo que me dices, y te creo. Verás, Bella… Te he visto interactuar con Demetri y lo que ustedes tienen es… Especial. Te creo que son sólo amigos, y te creo cuando dices que me amas… - Dijo muy lento.
-Hay un pero, verdad? – Pregunté desinflándome.
-Pero… La verdad es que me siento amenazado por tu relación con él. Tú sabes más de él que de mí, le cuentas más cosas y con más confianza que a mí. Te relajas con él de una forma que no lo haces conmigo, te comunicas con él de manera no verbal, tienen códigos y secretos… Cómo compito yo con eso? – Preguntó, y sus ojos demostraron por un momento que estaba sufriendo… Se compuso rápidamente, pero su pena estaba ahí.
Junté valor y despacio me destapé y gateé hasta quedar junto a él y tomé su mano. Dios! Se sentía tan bien volver a tocar su piel! Sus manos enormes y tan familiares… Quería que me tocara… Necesitaba que me tocara. Bueno, al menos no reaccionó mal al contacto conmigo…
-Tú no compites con nadie. Tú eres mi novio (si aún quieres serlo), y contigo construyo una relación aparte, un proyecto en común, una vida. Tú conoces otras cosas de mí, compartimos otros intereses… Tú eres el único hombre que me ha tocado, el primero y único que me ha regalado un orgasmo… más de uno en realidad… - Dije enrojeciendo al recordar cada uno – Por ti siento una atracción sexual y romántica que nunca sentí por nadie, me haces sentir delicada y femenina, y eso me hace comportarme de esa manera en tu presencia, me haces sentir más mujer, y me impulsas a explorar un lado de mí que no conocía, más osado, más valiente... En cambio Dem conmigo es maravilloso, pero sigue siendo un bruto la mayor parte del tiempo, y yo lo trato como tal… Este tiempo que he estado acostada me ha dicho de todo para enojarme y hacerme olvidar la pena… Hasta dijo que apesto como una bomba fétida y que lo más parecido a mí que ha olido es un gorila… macho, porque esos huelen peor. Te parece romántico? Yo a eso no le respondí lanzándome a sus brazos, le grité que es un bastardo insensible y que se largara. Ves? Es otra dinámica. Tú jamás me dirías una cosa semejante aunque fuera verdad, porque eres un caballero, y yo no te gritaría las cosas que le grito a él, porque tú te ofenderías. Para ti son los te amos y las palabras dulces y ver películas abrazados y jugar a matar zombis y desearnos y tocarnos y hacer planes y mil cosas más.
Y acerca de conocernos… Félix, tú y yo tenemos toda la eternidad para conocernos. Yo me alegro que no hayamos descubierto todo lo que hay que saber del otro en el poco tiempo que llevamos juntos. Yo a Demetri no lo conozco tanto como lo intuyo, y él a mí. La mayoría de las veces no me tiene que explicar las cosas, porque ya las sé. Nuevamente, es distinto, es otra relación.
-Isabella… Aún eres mi novia? – Preguntó Félix con voz baja y profunda.
-Sólo si tú aún me quieres… Yo te amo Félix, yo quiero estar contigo – Susurré, incapaz de hablar más fuerte.
-Ven acá principessa – Me dijo tomándome en sus brazos y sentándome en sus piernas. Me lancé a sus brazos y hundí mi nariz en su cuello, respirando profundo, empapándome de su olor. Él hizo lo mismo con mi cabello, rodeándome con sus brazos – Te amo, Te amo, te amo… Isabella casi me volví loco con todo esto, júrame que no va a volver a pasar – Me dijo tomando mi rostro entre sus manos.
-Te juro que no va volver a pasar. Te amo y en ningún momento me lo cuestioné. Cometí un error y te pido perdón, pero necesito que entiendas que fue un beso que en ningún momento amenazó mis sentimientos por ti. No fue el comienzo de una aventura, no fue el primer paso para abandonarte… Fue sólo un beso dado por error y que no va a suceder otra vez – Le dije poniendo mis manos sobre las suyas.
-Estamos bien entonces? – Preguntó.
-Pero sólo si me prometes que vamos a hablar antes de explotar y mandarnos al demonio. Ese error ya lo cometimos los dos, ya sabemos cómo se siente… Respetemos la regla de los 10 minutos – Le pedí.
-Prometido – Dijo él acercándose despacio, dándome todas las oportunidades de rechazarlo. Pero eso era lo último que haría. Lo abracé con fuerza y lo besé con todo el amor y la pasión que había reprimido desde que todo este desastre había ocurrido.
Félix abrió su boca para mí y comenzó un beso urgente, desesperado, al límite entre la pasión y el dolor, sin mucho cuidado por la seguridad, sin calcular cuánto me podía apretar sin llegar a dañarme, o qué tan fuerte me podía besar sin amoratarme.
Pronto sus besos bajaron a mi garganta, olisqueando, besando, lamiendo, mientras yo exponía la mayor cantidad de piel posible y me aferraba a su cuello y enredaba los dedos en su cabello.
-Bella no debí irme así… No debí tratarte de esa forma mientras estabas herida… - Dijo Félix entre besos.
-Félix… Si yo algún día descubro que has estado besando a otra… A ella le rapo la cabeza y a ti te corto las bolas… Tenías todo el derecho a enojarte… Yo me habría enojado más… - Dije entre besos.
-Entonces mejor no beso a nadie más – Dijo deslizando una de sus manos desde mi cintura, tomando uno de mis pechos y masajeando un poco fuerte, caricias toscas, no las habitualmente delicadas y cuidadosas a las que me tenía acostumbrada. Estábamos desesperados por sentirnos más cerca, por tocarnos, olernos, saborearnos… - Me gustan mis bolas donde están – Comentó.
-Oh, a mí también me gustan tal cual – Dije bajando mi mano y acariciándolo entre las piernas.
-Bella, vamos a mi habitación? – Me pidió retorciendo mis pezones. Quién se niega a nada cuando le retuercen los pezones?
-Ajá – Jadeé antes de comenzar a atacar su cuello. Él simplemente se puso de pié conmigo a cuestas y corrió. Yo nunca abrí los ojos, hasta encontrarme sobre su cama, tan familiar para mí.
-No estás usando sujetador – Afirmó. No era una pregunta.
-Nop, estoy con pijama, con pijama no uso sujetador – Respondí con una sonrisa.
-Te quiero desnuda, no sabes cómo he extrañado tu cuerpo… - Me dijo posicionándose sobre mí.
-Ayúdame entonces – Dije levantando los brazos para que él me quitara la camiseta. En dos segundos mi camiseta estaba en el suelo – Saca, saca, saca! – Dije entre besos tironeando su camiseta. No dudó un segundo en cumplir mis deseos, y nuestras pieles desnudas se volvieron a encontrar. Fue… Dios! No sólo sexi, no sólo sensual… Fue como volver a casa, al lugar al que pertenezco, mi nicho en el mundo, mi lugar seguro.
-Principessa… Te amo… Me duele la piel cuando no estás a mi lado… - Dijo besando mi cara, mi cuello, mis hombros, mi pecho… Montones de besitos desparramados sobre mí.
-Félix… Estoy lista… - Le dije – Quieres?
-Lista para qué? – Preguntó con uno de mis pechos en su boca, por lo que apenas se le entendió lo que decía. Sus manos estaban ocupadas agarrándome el trasero.
-Quiero hacerlo… Quiero que me hagas el amor… - Dije casi jadeando.
Félix soltó mi pecho y sonó como un bebé al que le quitan su chupete. Me causó risa verlo tan sorprendido considerando la situación en la que nos encontrábamos, medio desnudos, manoseándonos y besándonos donde nuestras bocas alcanzaban a besar.
-De verdad? – Preguntó muy serio, lo que me dio más risa.
-No, de mentira – Le respondí tan seria como pude. Félix hizo un gesto sospechosamente parecido a un puchero y comenzó a bajar repartiendo chupetones, besos y lametazos juguetones hasta llegar a mi estómago, donde comenzó a rodear mi ombligo con su lengua, haciéndome temblar de anticipación, especialmente cuando se acercaba a un punto súper sensible que tengo sobre la cadera izquierda. Me estaba torturando…
-Entonces no quieres que te haga el amor Isabella? Está bien, tómate el tiempo que necesites, yo nunca te voy a presionar… Por mientras me las puedo arreglar sólo – Dijo y se giró y se quitó los pantalones. Yo lo miré pasmada… Y excitada. Félix tenía un cuerpo increíble, y estaba ahí, como un buffet libre para que yo tomara lo que quisiera.
-Qué… Qué haces? – Pregunté.
-Arreglármelas sólo, ya te dije – Dijo y comenzó a tocarse, bajando su mano desde su estómago perfectamente esculpido hacia el interior de sus boxers. Diooos! Qué pretendía? Que lo viera masturbarse? Eso estaba mal… Era sucio… Verdad? Aunque sería más sucio que las cosas que ya habíamos hecho? O las cosas que quería que me hiciera? Por qué seguía pensando que el sexo era de alguna forma sucio, inmoral e incorrecto? Nunca creí en esperar hasta el matrimonio ni nada parecido… Supongo que tenía más que ver con el placer… Nunca había sentido tanto placer como cuando Félix me tocaba, y se sentía como algo demasiado bueno para ser verdad, demasiado bueno como para merecerlo… Dejé de lado mis cavilaciones, su mano moviéndose dentro de sus boxers me sacó de mi estupor.
-Qué vas a hacer? – Pregunté hipnotizada con aquella mano que no podía ver.
-Me voy a masturbar pensando en ti mientras tú me miras, medio desnuda, oliendo a deseo y muerta de ganas – Respondió.
-Félix… - Dije estirando un poco mi mano para tocarlo. Él me la hizo a un lado con su mano libre.
-No Isabella, yo puedo sólo – Dijo con una pequeña sonrisa – Puedes soltarte la coleta? Me gusta tu cabello suelto, inspírame – Me solté el cabello y lo dejé derramarse por mi espalda y hombros.
-Félix… pero yo también quiero… - Le dije estirando la mano otra vez, pero esta vez subiendo desde su muslo. Me dejó tocarlo hasta llegar a sus testículos, y se quitó de nuevo mi mano de encima.
-Quieres qué, Isabella? – Dijo con los ojos cerrados mientras se acariciaba lento, lento – Tú sabes que te amo y nunca te negaría nada.
Sin responder me quité el pantalón del pijama y las bragas y me senté a horcajadas sobre sus boxers, y sin ninguna vergüenza me restregué en él, buscando alivio a través de la fricción.
Félix sonrió con los ojos aún cerrados y dejó de acariciarse, usando las dos manos para tomarme por la cintura. En un movimiento muy rápido como para seguirlo me encontraba otra vez de espaldas, desnuda y a su merced.
-Dime Isabella… Pídemelo y tal vez te lo dé – Me dijo en un tono carnal y seductor.
-Desnúdate y… Tócame – Le pedí. Ni bien había terminado de pronunciar las palabras, oí tela rasgarse y vi volar un trozo de género negro con un borde que decía Calvin Klein repetido una y otra vez. Okaaay…
-Dónde quieres que te toque? – Preguntó teniendo cuidado de no tocarme a pesar de encontrarse sobre mí.
-Félix ya basta… Te estás vengando por mi bromita – Le dije – Hazme el amor, tócame por todos lados, déjame tocarte, quiero… Quiero sentirte acabar en mí… Sentir que me marcas, sentir que soy tuya… Que estamos juntos… - Dije llevando una mano a su rostro y acariciando su mejilla.
-Isabella… Dios, te amo… - Dijo y se acomodó sobre mí besándome con abandono mientras una mano descendía, descendía, hasta llegar a mi sexo – Abre las piernas para mí – Me ordenó. Yo hice lo que me pedía, excitada por su tono mandón – Estás mojada – Dijo pasando dos dedos por toda mi rajita – Es todo esto para mí? – Preguntó sacando los dedos de mi sexo y poniéndolos frente a mis ojos. Yo asentí – Mira como brillan mis dedos… Mira que lubricada estás… Mira lo lista que estás para mí – Dijo y me besó corto pero profundo. Luego se llevó sus dedos cubiertos de mi excitación a la boca, sin dejar de mirarme a los ojos – Esto es mío Isabella, es mejor que te hagas la idea desde ya. Cada gota de tu excitación es mía. Cada gemido es mío. Cada susurro y cada grito de placer… Míos. Todos tus orgasmos me pertenecen. Necesito que entiendas esto: Desde este momento eres mía. Esto no es sexo por sexo. Yo te voy a hacer el amor, y eso es un compromiso, es dejar de ser noviecitos y pasar a ser una pareja de verdad. Contigo la cosa va en serio o no va, porque me estoy volviendo adicto a ti, y si me vas a dejar prefiero que sea antes de estar dentro de ti y terminar de obsesionarme por completo.
-Te amo, te deseo y no te voy a dejar…! – Exclamé alucinada por sus palabras.
-Bien, porque ya no me aguanto las ganas de entrar en ti - Dijo él.
oooOooo
Félix POV
Todo estaba pasando demasiado rápido, aún desde mi perspectiva como vampiro. En un momento estábamos discutiendo el destino de nuestra relación y al siguiente nos aprestábamos a hacer el amor por primera vez.
Algo profundo dentro de mí se comenzó a desarrollar, una veta posesiva y dominante que nunca se había manifestado tan violentamente. Necesitaba controlarla y poseerla, necesitaba que me amara, que se rindiera, que se obsesionara tanto como lo estaba yo.
-Abre las piernas para mí, Isabella – Le ordené bajo y profundo. Ella vaciló sólo un segundo antes de obedecerme, gimiendo bajito. Yo sabía que al principio ella era tímida, pero con los estímulos adecuados tiraba la vergüenza por la ventana y era capaz de ser una diosa del sexo, desinhibida y aventurera.
Hundí mi rostro en su sexo con un hambre primal, salvaje, necesitando empaparme en su esencia, marcarme y marcarla. La lamí y chupé de comienzo a fin, reconociendo cada pliegue, cada punto de placer que contenía ese, su sabor único y particular…
Ella trató de marcar su ritmo, acelerando la fricción, restregando su sexo en mí, gimiendo de impotencia, pero yo la tenía inmovilizada. Yo manejaría esto. Mi posesión sería completa.
Después de un buen rato lamiéndola con abandono, todo su sexo estaba hipersensible, pero aún no le permitía correrse. Bella estaba cada vez más desesperada, gimiendo, tomando sus pechos, aferrándose a mi cabello… Y así la necesitaba, porque la primera vez de una mujer no es placentera, y menos con un hombre de mi tamaño.    
-Cómo quieres que te haga venirte primero Isabella? Con la lengua o con mis dedos? – Le pregunté rozando su clítoris con la punta de mi nariz.
-Los dos… Los dos… Félix por favor, te necesito… Me duele desearte tanto… Palpito… Me muero… – Jadeó ella con los ojos cerrados.
-Con los dos va a ser – Dije volviendo a concentrarme en darle placer. Tomé su clítoris entre mis labios y chupé delicadamente mientras la penetraba con dos dedos. Casi de inmediato su espalda se arqueó y se vino fuerte, largo, con mi nombre en sus labios, alimentando aún más mi hambre por ella.
Seguí lamiéndola delicadamente hasta que sus contracciones hubieron pasado.
-Félix, ya, ya, estoy lista – Dijo acariciando mi cabello.
-Estás segura? Porque esto te va a doler, mientras más excitada estés, mientras más orgasmos te dé menos daño te hará – Le dije comenzando a subir hacia su rostro, besando todo lo que encontré en el camino. Le di un casto beso en los labios y apoyé mi rostro en mi lugar favorito, entre sus pechos.
Bella me rodeó con sus piernas, quedando totalmente a mi merced. Si yo quería podía presionar y de un empujón penetrarla hasta el fondo. Mierda, Bella me tentaba… Jugaba conmigo y me tentaba. Se suponía que yo estaba a cargo y ella seguía tratando de hacer lo que se le viniera en gana.
Con un mano inmovilicé sus manos por sobre su cabeza y con la otra inmovilicé su cadera. Le di un beso en la boca, fuerte, castigador, dominante, posesivo hasta que gimió y quedó completamente laxa, y sólo entonces acomodé mi erección entre sus pliegues y comencé a deslizarme por ellos, frotando sus zonas más sensibles mientras ella se retorcía bajo mi cuerpo.
Besé su frente, sus mejillas, su mentón y su cuello, mientras ella me rogaba una y otra vez que la poseyera, que estaba lista, que si no la llenaba luego moriría de frustración.
Llegó un momento en que mi control también comenzó a fallar. Si no le hacía el amor pronto me correría en su estómago como un adolescente.
-Lista? – Pregunté.
-Lista – Respondió ruborizada, con el corazón acelerado y la respiración agitada… Tal como quería verla cada día en mi cama.
-Te va a doler – Le advertí, lamentándolo de antemano pero sabiendo que había muy poco que yo pudiera hacer para prevenirlo.
-Lo sé – Respondió ella mirándome a los ojos – Y quiero ese dolor que me hace tuya.
-Aaaaagh! Bella! – Exclamé sin poder contenerme más. Empujé y la cabeza de mi pene penetró las estrechas paredes vaginales de Bella. Traté de ir lento, de darle tiempo para acostumbrarse a mi invasión, pero parecía que sólo dilataba la tortura.
-Métela toda! Toda! – Exclamó Bella tratando de proyectar sus caderas – Lento duele más, por favor, hasta el fondo!
Y ya no me contuve más. Empujé con toda la fuerza que me atreví a usar y sentí rasgarse la delicada membrana de su virginidad y un poco de olor a sangre. Bella gritó y sus piernas me apretaron aún más cruzándose en los tobillos. La sangre me dio lo mismo… La sensación de estar dentro de la mujer que amaba era indescriptible… Era exactamente lo que Bella le dijo a Demetri que debía ser. Nuestros cuerpos estaban unidos de la manera más íntima, me había abierto camino en su cuerpo literalmente, el placer era inenarrable, y no provenía sólo de nuestros genitales y zonas erógenas. Era el placer del tacto de su cuerpo desnudo contra el mío, es sabor de su transpiración, el cómo me miraba a los ojos asombrada, como si no pudiera creer que éramos uno.
En todos mis años he tenido todo tipo de relaciones, desde atracciones del momento en que la conoces, la miras y se van al baño o armario más cercano a coger como conejos y después si te he visto no me acuerdo; he tenido amigas con ventaja que duraron años de encuentros esporádicos; He tenido relaciones informales como la que tuve con Victoria, en la que nos gustábamos pero sabíamos que no íbamos para ninguna parte, por lo que disfrutamos del momento; y he tenido un par de novias más en serio.
Con ninguna me proyecté a largo plazo. A ninguna amé profundamente y de verdad. Y estoy absolutamente seguro de que con ninguna el sexo se sintió como me sentía en ese momento… Queriendo empujar y empujar y extraer hasta la última gota de placer de su cuerpo y el mío hasta desfallecer y a la vez querer llorar porque la amaba tanto que me atormentaba y me volvía loco. La adicción era completa. No la podría dejar, ella era mía, así la tuviera que raptar y encerrar y hacerle el amor y darle orgasmos hasta convencerla. MÍA.
-Félix… Ya… Puedes moverte – Me dijo Bella. Yo estaba tan perdido en las sensaciones que me había quedado enterrado en ella disfrutando de sentirla con todo mi cuerpo. Ya era tiempo de hacerle el amor.
-Te duele mucho principessa? – Pregunté para saber qué tan delicado debía ser.
-No… Ya pasó lo peor… Pensé que me partías en dos – Dijo besándome la barbilla.
-Eres increíblemente estrecha… Debe ser porque eres tanto más pequeña que yo, o porque eras virgen… O las dos, no lo sé, pero siento como si tu puño me lo estuviera apretando – Dije besando suavemente sus párpados.
-Te lo estoy apretando – Dijo con una sonrisa coqueta y contrajo los músculos de sus paredes vaginales dándome la sensación de que me estaba ordeñando.
-Uuuuugh! Isabella… Hazlo una vez más y me voy a correr… - Gruñí totalmente en serio - Cómo aprendiste a hacer eso? – Pregunté intrigado.
-Ejercicios Keguel – Respondió – Mi mamá me enseñó a hacerlos hace varios años… Sirven para varias cosas, como  prevenir la incontinencia urinaria o mejorar la elasticidad de los músculos internos para cuando se tienen hijos… Y también sirven para incrementar el placer sexual… Llevo mucho tiempo entrenando para esto… - Dijo apretándome sólo un poco. Mierda, con esto no podría durar.
-Isabella no… Ahora no… - Dije y lentamente me retiré hasta que sólo quedó la cabeza de mi pene dentro de ella. Me sentí frío y solo al cortar nuestra conexión, y empujé una vez más, lento y seguro hasta llegar al límite de lo que ella podía recibir.
Besé a Bella en el rostro, la boca, el cuello, los hombros y sus pechos mientras continué con el ritmo constante. Adentro-Afuera, Adentro-Afuera, Adentro-Afuera, una y otra y otra vez, hasta que Bella fue relajando sus rasgos, pasando de la tensión y el dolor a la pasión y las mismas ansias que consumían mis entrañas.
Dios! Era difícil controlarme! Quería cogerla como si el mundo se fuera a acabar, apoyar sus tobillos en mis hombros y bombear como un loco, pero tenía muy presente que cualquier movimiento mal calculado podría dañarla seriamente (como lo de las costillas), o simplemente matarla.
Por lo tanto, entre resistir las ganas de coger duro y el aguantarme las ganas de correrme de inmediato, resoplaba como un animal, y de haber podido habría estado empapado en sudor.
Quería extender la experiencia por siempre, quería prolongar el placer, pero me di cuenta de que no podría resistir mucho más… No la primera vez, cuando no estaba preparado para el paraíso que me esperaba entre las piernas de Isabella.
Extendí la mano libre (la que no inmovilizaba las muñecas de Bella) y alcancé su sexo, usando la yema del pulgar para realizar pequeños círculos en su clítoris. Mi dedo se deslizó fácilmente sobre su suave piel lubricada.
-Mira Isabella… Abre los ojos – Le dije besando la columna de su cuello – Mira entre tus piernas – Dije y me moví un poco para no obstaculizar su vista – Mira cómo te estoy cogiendo… Sólo yo… Mira donde estamos unidos… Mira cómo te penetro…
-Mmmmmmh!... Félix por favor, por favor… – Jadeó apretando los ojos, como si la visión fuera mucho para ella, y debo admitir que era una visión jodidamente espectacular.
-Abre los ojos y mira – Le ordené. No sé de dónde me salía esa voz tan autoritaria, pero ahí estaba, y parecía encender a Bella, que cada vez que la escuchaba gemía y obedecía – Mira cómo somos uno, mira cómo estoy dentro de ti… Soy parte de ti Isabella…
-Sí… Lo eres… Y te necesito tanto… Presiona un poco más fuerte… Sólo un poco… - Rogó.
-Voy a presionar, y te vas a venir como nunca en tu vida… vas a abrazar mi sexo con el tuyo y vas a gritar mi nombre – Le ordené a punto de correrme, pero haciéndome el duro, como si no estuviera en el séptimo cielo. A Bella parecía gustarle que estuviera a cargo, que tomara control – Puedes hacer eso por mí Isabella?
-Sí, sí, sí… Félix, por favor… déjame acabar… Acaba en mí… - Dijo abriendo los ojos y mirándome directo a los ojos.
La besé nuevamente en los labios y acaricié su clítoris aplicando más presión en cada círculo. No necesitó más, Bella se corrió arqueando la espalda y mordiendo sus labios hasta que un grito con mi nombre pareció desgarrar su garganta. Por una vez no me preocupó ser silenciosos, el espectáculo de mi Bella gozando de mi cuerpo, por mí, de mí, era demasiado poderoso como para ignorarlo o querer coartarlo.
Y por supuesto yo me corrí cuando Bella aún no terminaba su orgasmo, sin poder contenerme más, y fue maravilloso llegar juntos al clímax.
Nos rodé para que Bella quedara recostada sobre mí, pero sin salir de ella, y la abracé. Ella parecía estar desfallecida, completamente lacia, pero de alguna forma se las arregló para mover la cabeza y quedar con su mejilla descansando sobre mi corazón.
-Te amo – Susurré sin querer quebrar la paz. Estaba dentro de su cuerpo, mi semen chorreaba de entre sus piernas mesclado con un poco de su sangre y yo no me podía sentir más feliz. Todo el macho posesivo, retrógrado y animal que habitaba en mí estaba satisfecho… Por el momento. Ella estaba marcada como mía… Y mi obsesión no hizo más que crecer.
-Félix… Te amo – Murmuró Bella – Eso dolió horriblemente al principio y pensé que me estabas empalando y castigando a propósito… Pero cuando el dolor pasó… Fue increíble… Cuándo lo vamos a hacer de nuevo?
-Isabella, ni siquiera eres capaz de levantar la cabeza, difícilmente estás en condiciones de hacer el amor – Le dije, aunque yo estaba listo y duro dentro de ella.
-Mmmmmmmh, acaríciame… Quiero que me toques por todas partes, me quiero fundir en ti – Me dijo sin moverse para nada – Quiero que seamos dos amebas, flotando, flotando, amorfos, unidos… Me siento como si hubieras derretido todos mis huesos…
Yo recorrí con mis manos toda la piel que pude alcanzar… Sus hombros, espalda, nalgas y parte de sus muslos, de arriba hacia abajo, una y otra vez. Ella ronroneaba como un gatito.
-Las amebas se reproducen asexualmente, sabes? Eso puede ser un problema – Comenté acariciando su cabello.
-Uh, uh… - Me corrigió - Hay evidencia científica de que hasta las amebas que se reproducen asexualmente tienen parientes en el pasado que se reprodujeron sexualmente… Y que si las amebas de hoy quisieran hacerlo podrían tener sexo… Solo que son flojas y les da pereza… Y estamos hablando de amebas, no son muy inteligentes, así es que no saben lo que se pierden… A lo mejor si viniera un amebo guapo y grandote como tú y se las cogiera bien cogidas, dejarían la tontera de la fisión binaria y harían el amor día y noche, como nosotros lo haremos cuando me transforme – Dijo sin abrir los ojos ni moverse para nada. La sacudí con mi risa y besé su frente. Adoraba sus argumentos irrebatibles y sus líneas de pensamiento imposibles de seguir – Te imaginas? – Continuó - El sexo amébico se propagaría (porque admitámoslo, el sexo le gana mil veces a la bipartición), las amebas se reproducirían a un ritmo incontrolable, evolucionarían más rápido y debido al efecto mariposa terminaríamos viviendo en un mundo gobernado por amebas súper-inteligentes y malvadas que comerían humanos de desayuno…
-Principessa, tu sabes que adoro tus teorías, pero ahora vamos a darnos un baño de tina – Le dije sonriendo y cambiando de tema – Estás muy helada y tu cuerpo parece necesitarlo… No fui nada gentil, te deseaba demasiado – Dije un poco avergonzado.
-Y yo a ti, si tuviera fuerza vampírica te habría destrozado entre arañazos y mordiscos – Respondió.
-Espérame unos minutos, voy a preparar la tina – Le dije levantándola y saliendo de su cuerpo muy despacio. Bella hizo una mueca de dolor y emitió un pequeño quejido. La había herido… Ella no me lo diría, pero la había herido.
La recosté con delicadeza entre las sábanas y ella se acurrucó en una bolita y se quedó dormida. Yo fui al baño a preparar la tina. Debido a mi tamaño mi tina es extra grande y cabíamos perfectamente los dos. Mientras se llenaba le puse al agua sales perfumadas (suavemente perfumadas, con ingredientes orgánicos, o no soportaría el olor con mi agudo olfato).
De pronto vi mi imagen en el espejo… Mi cabello desordenado, una sonrisa bobalicona de imbécil enamorado y satisfecho sexualmente… Y mi sexo manchado de sangre. Más de la que imaginé al principio. Mierda!
Fui a buscar a Isabella y la saqué de la cama en mis brazos. Decidí que no importaba que se mojaran sus parches… Yo le haría las curaciones de nuevo. Despacio nos metí a la tina. Al contacto con el agua caliente ella despertó, sobresaltada.
Tomé una esponja y la unté con un poco de su body wash y comencé a lavar todo su cuerpo, aprovechando de hacer inventario de todos los lugares en que le había hecho daño… Sus muñecas se veían amoratadas por mi agarre al inmovilizarla, su tronco y cintura tenían leves manchas que seguro se convertirían en hematomas y chupetones de distinta gravedad, su sexo aún sangraba un poco y se veía hinchado… Cuando la toqué ahí se encogió de dolor, pero no dijo nada. La cara interna de sus muslos también estaba sensible y maltratada.
Yo no dije nada… Qué podía decir? Que lo sentía? No… Porque la verdad es que no lo sentía, esa había sido la mejor experiencia de mi vida, y no podía renegar de ella. Pero sí lamentaba haberle hecho daño… No sé cómo Demetri tenía el control de coger humana tras humana sin matarlas (a menos que tuviera hambre…) Supongo que sería cosa de práctica… Pero Bella no era una muñeca de pruebas, era mi mujer… Tendríamos que buscar la manera de estar juntos sin arriesgar su integridad física.
Una vez que la tuve completamente limpia y relajada la senté en el vanitorio, donde la sequé con mucha delicadeza y nos lavamos los dientes. Luego la envolví en una toalla, la llevé a la cómoda de las camisetas y le dije
-Prefieres una de éstas o tu pijama? Te advierto que tu pijama está pasado al aroma de tu excitación… - Le dije esperando que siguiera prefiriendo mis camisetas… Era algo nuestro, y algo que la marcaba como mía.
-Camiseta – Me dijo adormilada – Grunge puro y duro… Nirvana para ti y Pearl Jam para mí – Decidió extendiéndome una camiseta de Nirvana de color beige estampada con la bizarra carátula del disco “Incesticide” (Es una compilación de rarezas, lados b y otras grabaciones de estudio lanzado por Nirvana en 1992)  y una de Pearl Jam de color gris con estampado en rojo de la canción “Red Mosquito”, del disco "No Code" del ´96.
-Te he dicho que te amo? – Le pregunté al ver su elección, como siempre coordinándonos por tema.
-Nunca, nunca, nunca! – Dijo mientras la sentaba en la cama, y subió los brazos como una niña pequeña cuando le fui a poner la camiseta.
-Bueno, eso es negligente de mi parte! Pues entonces te lo digo ahora: Te amo – Dije besando su frente.
-Y yo a ti… - Sonrió - Hasta el infinito… Y más allá! – Dijo citando a Buzz Lightyear.
-Principessa no tengo ropa interior tuya y la que llevabas no está en condiciones de usarse – Le dije mientras me calzaba unos bóxer negros y la camiseta.
-No importa, la camiseta es larga, tapa todo lo importante… Ahora me vas a curar? – Preguntó.
-Sí, ahora te voy a cambiar los parches, las heridas hay que mantenerlas secas… Al menos eso leí en internet - Respondí.
-Me recuesto? – Preguntó.
-Medio a medio en el centro de la cama – Le dije y saqué el botiquín de mi velador.
La curación fue sencilla, más que nada cambiar los vendajes. La operación de apendicitis se veía bien, pero el pié herido aún estaba rojo, un poco inflamado y no había cicatrizado.
Una vez que terminé me fui al baño a botar los desechos de la curación y aproveché de enviar un mensaje de texto a Demetri: “Esta noche Bella se queda conmigo”.
Luego silencié mi teléfono y me fui a acostar con mi Isabella, que se encontraba hecha una pequeña bolita que yo rodeé con mis brazos y cubrí con mi cuerpo. Ella estaba dormida así es que me limité a sostenerla y dar gracias al cielo, a todos los santos y  a los dioses del olimpo el que hubiéramos sido capaces de superar este bache y que nuestra relación hubiera sobrevivido más fuerte que nunca.
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Ahí lo tienen, este SI ES un Fic Félix/Bella, así es que necesariamente se tenían que reconciliar. Pero cuidado! Que eso no significa que se acabaron los problemas, no señor.
Opinen, que es gratis y me hace muy feliz!
MUACK!












 



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