miércoles, 18 de mayo de 2016

En Silencio 11

Ante el clamor popular, su lobo favorito!!!
Que disfruten.
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Este fic participa del Reto Anual "Te proponemos un longfic" del foro "Sol de Medianoche"
Disclaimer: Nada relacionado con la Saga Twilight me pertenece.
N° de Palabras: 3.425
Palabras Usadas: -
Emoción Usada: -
Imagen Elegida: Manada Quileute.
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Capítulo 11
You have to learn to crawl
Before you learn to walk
But I just couldn't listen to all that righteous talk, oh yeah
I was out on the street,
Just tryin' to survive
Scratchin' to stay
Alive
It's Amazing
With the blink of an eye you finally see the light
It's Amazing
When the moment arrives that you know you'll be alright
It's Amazing
And I'm sayin' a prayer for the desperate hearts tonight
Amazing / Aerosmith

Embry POV
El sábado por la noche dormí apenas, despertando cada cierto tiempo, sudoroso y aterrado de que todo lo sucedido ese día perfecto hubiera sido un sueño, otra de mis patéticas fantasías, y que en realidad estaba sólo, sin nada, sin nadie, y sin ella…
Pero en cuanto aspiraba la primera bocanada de aire, me convencía de que ella efectivamente era mía, porque el aroma de su piel estaba impregnado en mí de pies a cabeza, y si me concentraba lo suficiente aún podía sentir su sabor en la punta de mi lengua.

De sólo imaginar las cosas que habíamos hecho y la promesa de lo que vendría, pensé que me iba a correr antes de alcanzar a bajarme los bóxers.
Mi Isabella, que apareció a los pies de mi cama pidiendo que la cuide… Concediéndome mi más secreto deseo sin tener que pedírselo: Sentir que tengo algo que ofrecerle, que no soy sólo un inútil, problema o una carga como creen los demás.
Ella por supuesto dice que no es así, pero ella es demasiado buena para su propio bienestar.
Darle mi calor, mis abrazos, mis besos y por extraño que parezca, mis palabras de amor… Poder acompañarla y alimentarla, poder expresarme tal como soy por una vez en la vida, sin importar si es lo correcto o lo apropiado, porque ella lo sabe todo y lo acepta tal cual…
Irnos juntos… Su idea, yo jamás me habría atrevido a proponerle algo tan radical, pero la idea era tan simple y seductora que no podía creer que nunca la hubiera considerado antes.
Claro, estaba la dificultad de ser parte de La Manada, pero si pudiera deshacerme de esa obligación podría ser libre, mi vida sería mía para hacer de ella lo que quisiera.
oooOooo
Al día siguiente desperté tarde, e Isabella no apareció, así es que me levanté, me duché y crucé el jardín, asomándome al frente para comprobar que la patrulla de Charlie ya no estaba.
Golpeé la puerta de la cocina sin obtener respuesta, así es que entré a la casa, atento a cualquier ruido, pensando que Isabella podía estar peor de su resfrío, tal vez con fiebre, y yo no había estado ahí para ir a comprar más limones o aspirinas y simplemente tratar de confortarla.
Escuché el sonido de algo golpear el suelo, (un objeto, no una persona), y me lancé hacia la escalera a toda velocidad, sólo para encontrarme a Isabella saliendo del baño con el cabello chorreando goterones en el piso de madera y envuelta en la toalla más pequeña imaginable rodeando su delgada figura.
-Embry! – Gritó y se lanzó a mis brazos, y yo la atrapé instintivamente, temiendo que ante cualquier movimiento brusco la toalla se desprendería de su precario agarre y ella quedaría totalmente desnuda.
Cómo reaccionaría yo ante algo así? Cómo podría actuar como un caballero mientras mi mente se debatía entre las más sucias fantasías?
-Estás bien? – Pregunté apretándola a mí.
-Muy – Dijo retirándose un poco para besar ruidosamente mi mejilla. Eso ya no era suficiente.
Reclamé sus labios invadiéndola por completo, y a ella no pareció importarle, porque emitió un sonido aprobador que vibraba haciendo “Huuuuuuuummmm”.
-Muy qué? – Pregunté soltando sus labios pero sin alejarme de su cuerpo.
-Muy bien – Dijo y besó la punta de mi nariz – Charlie me trajo remedios de la farmacia y ya ni siquiera estoy congestionada.
-De todas formas no deberías enfriarte, por qué no sacaste una toalla más grande? Estás estilando! – Dije.
-Esta es la toalla para secarme el cabello – Rodó los ojos – La otra se me quedó en mi habitación.
-Anda a vestirte y te espero – Dije alejándola de mí a mi muy a mi pesar.
-Calienta agua para el café – Me dijo, y yo partí a la cocina.
Cinco minutos más tarde Isabella apareció vestida con jeans deslavados, una camiseta de mangas largas color crema y un largo cárdigan gris que la cubría hasta la mitad de los muslos. Usaba gruesos calcetines de lana pero no zapatos.
Bella abrió el refrigerador y trabajamos silenciosamente; ella preparó el desayuno mientras yo puse la mesa, sabiendo que mi ayuda estorbaría. Era ya cerca del mediodía, y Bella optó por preparar algo liviano, tan sólo cortar algo de fruta para cada uno y servir café y tostadas con mermelada.
Por fin una vez sentados, me atreví a hablar. Era ridículo que todavía fuera una acción consciente para mí, y no algo mecánico y natural, considerando que ella era mi novia, pero así soy yo, algo claramente falla en el área de relaciones sociales de mi cerebro.
-Tienes planes para hoy? – Pregunté.
-Noooop – Negó sacudiendo la cabeza – Por qué? Me vas a invitar a alguna parte? – Preguntó risueña ante la mera idea.
-En realidad… Sí – Admití. Ella abrió los ojos un montón y yo me apresuré a aclarar – Pero no es necesario que sea hoy, podemos esperar hasta el próximo fin de semana…
-Por supuesto que vamos hoy! – Exclamó poniéndose de pie – Adónde vamos?
-Sorpresa – Me atreví a sonreír un poco para suavizar mi negativa a decirle.
-Debo cambiarme de ropa? – Preguntó mirándose atentamente.
-Sécate el cabello y ponte una bufanda, hoy no va a llover, pero no quiero que te enfríes. Mejor ponte una parka y guantes, tal vez un gorro de lana… - Agregué.
-Vamos al Polo Norte? – Preguntó sacudiendo las pestañas.
-Si no te abrigas no vamos a ninguna parte – Gruñí para que supiera que hablaba en serio. Ella sonrió divertida, me sacó la lengua y corrió escaleras arriba.
Mientras ella se terminaba de arreglar yo lavé la loza del desayuno, y la esperé ansioso hasta que finalmente apareció vistiendo los mismos jeans ajustados, pero se había cambiado a un grueso sweater de punto de color café, esas botas de motociclista color café llenas de hebillas que Paul le regaló y a ella le encantaban, un maltratado bolso de cuero café, y una bufanda y guantes sin dedos de color gris.
No supe si acercarme o esperar por ella al pie de la escalera... Lucía tan hermosa en su sencillez que nuevamente me hacía dudar el no saber qué demonios estaba haciendo ella a mi lado.
Ella en cambio no se detuvo, sino que con toda confianza en que la atraparía, se tiró desde el quinto escalón hacia mis brazos, chocando con fuerza contra mi cuerpo.
De haber sido yo totalmente humano, habríamos terminado los dos rodando por el suelo, pero supongo que Bella no sabía siquiera medir la fuerza o reflejos de un hombre normal, ya que nunca estuvo con uno.
Como sea, el asunto es que quedó abrazada a mí de piernas y brazos, y me devoró los labios haciendo que mis rodillas flaquearan, tanto así que debí aprisionarla contra la pared para estabilizarme.
 A ella no pareció molestarle, sino que se reacomodó enredando los dedos en mi desordenado cabello y giró la pelvis para obtener la maravillosa fricción que ambos necesitábamos.
-Adónde vamos? – Preguntó sin separar sus labios, hablando directamente en mi boca.
Entrecerré los ojos y negué suavemente.
Isabella me mordió.
Yo la mordí de vuelta sin poder contenerme, ella sabía apretar todos mis botones para desatar mi lado animal en menos tiempo del que creí posible.
Ella gruñó.
Yo gruñí más fuerte.
Para cuando finalmente salimos de la casa Isabella lucía mis mordiscos en toda la base del cuello, contrastando fuertemente contra su piel de porcelana, imposibles de esconder. Claro que por idiótico que parezca, mi intención nunca fue esconderlos... Mi lobo estaba satisfecho y ronroneaba triunfal cada vez que Isabella se reacomodaba el enorme pañuelo que usaba como bufanda, tratando de cubrirse un poco más.
Deberá usar cuellos altos por el resto de la semana…
oooOooo
-No me arrepiento – Dije pasados unos veinte kilómetros, durante los cuales escuchamos la radio en silencio.
Bueno, yo estaba en silencio, Bella no tanto.
-De qué? – Preguntó mirándome atenta.
-De tu cuello – Dije dándole una mirada hambrienta para volver a enfocarme en el camino – No me arrepiento, aunque sé que debería.
-Yo tampoco me arrepiento – Dijo desabrochando su cinturón de seguridad y reclinándose hacia mí mientras yo trataba de mantener los ojos en la carretera – Sólo quisiera que mis marcas en ti duraran más… - Respiró en mi cuello y mordió el lóbulo de mi oreja, que parecía estar conectado en línea directa con mi entrepierna. La camioneta se sacudió en zigzag, y yo me forcé a recuperar el control.
-No más Isabella, o vas a hacer que nos ensartemos en un árbol – Dije tratando de calmarme, empujándola para que se sentara, y volviendo a abrochar su cinturón de seguridad con una mano.
-No te gusta cuando soy cariñosa? – Hizo un puchero dramático. Sonaba como si bromeara, pero pude oler sus lágrimas y me di cuenta de que al menos parte de ella se había sentido rechazada… Y eso era inaceptable.
Me estacioné violentamente en la berma de la carretera, me bajé de un salto de la camioneta, di la vuelta hacia el asiento del copiloto, abrí la puerta, desabroché el cinturón de Bella, y la giré hacia mí. Sentada en la camioneta quedaba casi a mi altura, y nos podíamos ver a los ojos perfectamente.
No es que ella quisiera hacerlo. Tenía la cabeza agachada y se negaba a mirarme.
-Adoro que seas cariñosa – Dije con su rostro entre mis manos, con toda claridad para que no quedaran dudas al respecto – Lo amo tanto que no puedo concentrarme en nada más cuando me tocas… Es peligroso, no puedo perder el control mientras manejo maquinaria pesada…
-Pero cómo hay gente… - Hizo otro puchero, se puso roja como un tomate y se quedó callada.
-Gente que qué? – Pregunté.
-Nada… - Evitó mi mirada otra vez.
La miré pacientemente, sin presionar, hasta que volvió a mirarme, aún avergonzada.
-Hay gente que… Que incluso tiene sexo oral en el auto, mientras alguno de ellos maneja… - Dijo enrojeciendo otra vez, bajando la vista y lamentando haber dicho eso – Yo sólo traté de besarte...
-Isabella – Dije reuniendo toda la calma que soy capaz de conjurar – Tú lamiste mi oído y me distrajiste tanto que casi chocamos. Yo no sé cómo lo hace esa gente, aunque suenan bastante irresponsables, después de todo no son sólo sus vidas las que están en juego, sino la de cualquiera que se les cruce; es como manejar bajo la influencia del alcohol, con tus facultades alteradas… O quizás ellos son capaces de desconectarse lo suficiente de lo que están sintiendo, o simplemente no sienten por sus parejas lo que yo siento por ti… - Me pasé las manos por el cabello, frustrado -  Isabella, si tú me tocas te puedo asegurar que mi mente no va a estar en el camino sino en tus manos, o tu boca, o tu cuerpo… Lo siento si te parezco débil o aburrido – Dije sintiéndolo de verdad – Pero me afectas demasiado y mi mente no se puede desentender de lo que le haces a mis hormonas… No creo que eso vaya a cambiar…
-Lo siento – Se lanzó a mis brazos – Fui una idiota, no pensé, quería jugar, nada más, pero tienes razón, pude causar un accidente… Es… Es la tele, veo demasiada tele, demasiadas películas y hasta videos musicales… En todos los medios  lo muestran como algo tan casual… Algo posible… Yo nunca hice nada así y quería jugar contigo…Te acuerdas del video de la canción “Amazing” de Aerosmith? Ahí salían los protagonistas haciéndolo en una moto en movimiento! Y se veía tan sexi… Y ni siquiera usaban cascos! Agh… Soy una imbécil – Sacudió la cabeza, disgustada.
-Isabella – Murmuré contra su cabello – Está bien, tal vez para los demás sea más fácil… Tal vez si fuera otra chica la que me toca, quizás yo podría mantener los ojos en el camino, eres tú la que me afecta de éste modo, sólo tú…
-Otra chica? – Se alejó entrecerrando los ojos – Qué otra chica?
-Ninguna…? – Dije, y sonó como una pregunta – Cualquiera, una imaginaria… - Balbuceé.
-Hay chicas imaginarias que te tocan aquí? – Preguntó sin delatar emoción mientras arañaba con las uñas de su mano derecha desde mi rodilla hacia mi entrepierna. No llegó a tocar nada esencial, lo que no significa que no haya estado a punto de correrme ante la osadía de la acción.
Negué con la cabeza.
-Seguro que nadie te toca por aquí? – Arañó con su mano izquierda desde mi pecho hasta el borde de mis desgastados jeans, que colgaban sueltos de mis caderas, porque no me gusta usar cinturón.
-Nunca – Jadeé – Sólo tú.
-Cuidado Embry -  Dijo amenazante – Estás destapando una veta protectora y celosa que no había descubierto antes en mí… Si te llevo a encontrar con otra, a ella la mato – Declaró modulando claramente – Y a ti te convierto en eunuco – Y me pegó un tirón a la pretina de mi pantalón de modo que mis caderas quedaron perfectamente rodeadas por sus piernas. Me apretó con fuerza y rozó su sexo con el mío.
-Isabella – Jadeé – Te amo y te he sido fiel desde el momento en que te conocí… De verdad crees que ahora que te tengo perdería mi tiempo con otra?
-De verdad me amas, no es cierto? – Preguntó cambiando completamente el tono, a algo más melancólico.
-Desde siempre – Respondí.
-Supongo que soy una mujer con suerte – Acarició mi mejilla rozándola apenas – Soy feliz contigo Embry, te lo había dicho? Tú me haces feliz…
El resto del viaje lo realizamos silenciosos y pensativos, con nuestros dedos entrelazados, y mi mano cubriendo la suya por completo.
oooOooo
Llegamos a Port Ángeles y Bella se reincorporó en el asiento para poder ver adónde la llevaba.
-La estación de buses? – Preguntó extrañada cuando me estacioné – A dónde quieres ir? Seattle? Yo creo que la camioneta resiste ese viaje…
Sonreí, no respondí, me bajé, rodeé la camioneta, abrí su puerta, la ayudé a bajar y le ofrecí mi mano, la que ella tomó sin dudar.
-El viajar es un placer, que no suele suceder - Canturreó en voz baja para sí mientras caminábamos entre la gente que se movía apurada en todas direcciones – En el auto de papá nos iremos a pasear…
La abracé a mí sin dejar de caminar, sintiendo el pecho a punto de explotar de felicidad. Ella era tan dulce, tan sexi, tan inteligente, tan… Phhhhh!... Ella lo era todo, y me hacía sentir que nada me podía afectar mientras la tuviera a mi lado.
-Vamos de paseo, pí! pí! pí! – Dijo pellizcándome en distintas partes del cuerpo con cada “pí” como si fuera una bocina, sabiendo que soy cosquilloso - En un auto feo, pí! pí! pí! – Debí soltarla y escapar, pero ella se lanzó en mi persecución sin dejar de cantar y cabreando a la gente con bolsos que se nos cruzaba - Pero no me importa, pí! pí! pí! – Continuó cuando inevitablemente me atrapó – Porque como tortaaa!
-Y esa canción? – Pregunté riendo. La canción había acabado y ella había vuelto donde pertenecía, a hundirse en mi abrazo.
Ella simplemente encogió los hombros y siguió mirando en todas direcciones, hasta que pasamos los andenes y nos acercamos a los baños públicos.
-Necesitas ir al baño? – Preguntó – Seguro fueron los “pí, pí, pí”.
Negué con la cabeza y nos acerqué a un sector que tenía un corto pasillo cubierto por ambos lados con hileras de lockers.
Isabella me miró expectante y yo le entregué una llave que guardaba en mi bolsillo.
-223… – Dijo estudiando la llave, y de inmediato se lanzó a la búsqueda del locker con ese  número.
Pronto lo encontró y me miró expectante, preguntándome con la mirada si estaba bien que lo abriera.
Asentí.
Ella insertó la llave, abrió la puerta de metal, y se encontró con una enorme torre de carpetas y archivadores. Tentativamente tomó la carpeta que estaba más arriba y al abrirla sólo exclamó
-Oh Embry! – Y lágrimas comenzaron a caer de sus ojos en un flujo constante, sin sollozos, pero sí reflejando una profunda emoción.
-No llores – Me acerqué para acunar su rostro en mis manos y recoger sus lágrimas con mis dedos, pero ella no me miraba a mí, sino a los cientos de dibujos almacenados en el casillero.
-Estos son los definitivos – Afirmó en vez de preguntar. Asentí.
-Esos son los que he ido pasando en limpio, lo mejor de lo que he hecho, podríamos decir… - Dije suavemente. La gente a nuestro alrededor nos miraba sin disimular su curiosidad, seguro convencidos de que estábamos discutiendo o yo la estaba haciendo sufrir.
-Gracias – Dijo poniéndose de puntillas para besarme – Gracias, gracias, gracias…
-Hay algo más – Dije separándome un poco para poder verla a los ojos. Besé su frente, suspiré y extendí mi mano, entregándole la otra llave.
-913… Como mi cumpleaños? – Preguntó.
-No sabes todo lo que esperé para que se desocupara justamente ese casillero – Dije.
Ella me miró con una expresión que no supe descifrar y abrió la puerta metálica prácticamente vibrando de anticipación… Y cuando vio lo que había adentro rompió a llorar otra vez.
-No… Shhhhh… Bella, la gente cree que te estoy haciendo algo muy malo… No llores, por favor… No llores… - Rogué apretándola contra mi pecho.
-Pero Embry… - Hipó – Esos son… Son años… Son años de trabajo…
-Son años de amarte – Respondí suavemente.
-Los tenías aquí para que no los viera tu madre? – Preguntó.
-Mayormente – Respondí. Aunque claro, tampoco quería que nadie de La Manada se encontrara con una literal torre de dibujos de Isabella.
-Nos los vamos a llevar – Decidió ella en cuanto se calmó un poco – Aquí no están bien protegidos…
-Nunca nadie ha tratado de forzar una chapa – Le dije – Llevo años arrendando estos espacios…
-No Embry, no creo que los roben, me refiero a la calidad del aire, a la humedad, estos lockers no están pensados para proteger obras de arte, sino maltratados bolsos de viaje. Vamos a ir a comprar cajas y vamos a embalar y mudar todo esto a tu casa, donde vamos a estudiar lo que tienes y vamos a ver qué es lo que podemos aprovechar – Ya se estaba entusiasmando otra vez, las lágrimas olvidadas.
-Aprovechar en qué? – Pregunté estúpidamente, sin tener ni idea de qué hablaba ella.
-En tu portafolio. Un artista necesita un portafolio, es como tu carta de presentación. Una vez que tengamos eso podemos empezar a participar en exposiciones, aplicar en galerías y hasta conseguirte un agente o corredor… Pero primero lo primero, ordenar todo esto. Cómo está organizado aquí? – Apuntó a las torres de papeles.
-Por fecha – Respondí.
-No soy una experta, y vamos a tener que averiguar en internet los detalles, pero creo que es mejor clasificarlo por temas o colecciones, como los estudios de los lobos árticos que hiciste hace tiempo, las marinas, imágenes del bosque, la playa, niños jugando, etc. Y claro, cada obra debe tener un nombre, un número único y la fecha… Creo que voy a tener que hacer una planilla Excel con la información y cruzar los datos – Dijo y cerró las puertas de los lockers mientras hacía planes.
Una vez cerradas las puertas la tomé de la mano y la arrastré fuera de la apestosa estación de buses mientras ella me hablaba sin parar de las ideas que tenía para mis “obras”. Yo no estaba demasiado interesado, simplemente le mostré mis dibujos porque sabía que ella quería verlos, y eso es algo que sí le podía dar… Y si ella era feliz ante la perspectiva de asumir un proyecto semejante, no sería yo quien la disuadiera de pasar más tiempo juntos.
Nos fuimos a caminar por el muelle, y ella estaba cada vez más entusiasmada, riendo, gesticulando y cada cierto tiempo, besándome con abandono, sin miedo ni vergüenza, sin importar quién nos pudiera ver, como si estuviera orgullosa de estar conmigo, de mostrar que soy suyo.
Almorzamos hot dogs que compramos en un carrito y cuando comenzó a atardecer fuimos a comprar las cajas y a embalar toda mi carrera artística en tres cajas de cartón medianas.
Al llegar a Forks metí las cajas a la cabaña y las dejé cerca de la cocina para poder ocupar el mesón en ordenar los dibujos.
-Quieres trabajar en los dibujos? – Pregunté mientras ella depositaba la comida china que compramos para la cena en el mesón.
-Nah… - Dijo empuñando los costados de mi camiseta – Había pensado algo distinto… Algo como poner una película…
-Qué película? – Pregunté tragando en seco. Me daba lo mismo lo que fuera, pero me pareció de buena educación preguntar.
-Da lo mismo, no es como si la fuéramos a ver…
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Ahí tienen, ustedes dirán.



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