lunes, 20 de junio de 2011

Regreso a Casa 14


Capítulo 14
No lloro por ti,
no lloro por ti,
lloro por lo mucho que quería este momento,
aquí estás tú de rodillas y me importas un pimiento.
No lloro por ti / Christina Rosenvinge y Nacho Vegas
-Qué significa eso exactamente Isabella? –Preguntó Edward poniéndose de pié.
-Nosotros… Mmmmmmh… estuvimos juntos…
-QUEEEEE?
-Lo siento… -Dije implorándole con los ojos -No tengo excusa para lo que sucedió… nosotros pasamos mucho tiempo juntos en el hospital esperando por Charlie… y cuando Charlie murió… ambos estábamos devastados y necesitábamos consuelo… simplemente sucedió…
-Y que hay de nosotros Isabella? Qué hay de nuestros planes, nuestro compromiso, nuestra vida? Lo tiras todo por la borda así como así? –Dijo subiendo la voz, a punto de explotar.
-No lo sé Edward! No lo sé! Yo no planeé que esto pasara, y odio haberte hecho esto, pero lo que pasó, pasó y no lo puedo negar… Dije mientras mis lágrimas amenazaban por desbordarse.
-Aún no me has respondido… qué esperas de nosotros? Aún me amas? –Dijo reprimiendo la ira momentáneamente.
-No sé qué espero de nosotros… y si Edward, aún te amo… pero… pero también lo amo a él… -Confesé incapaz de mentir.
Edward no dijo nada por un buen rato, paseándose por la habitación. Sus dedos se enredaron en su cabello, despeinándolo aún más, y un montón de emociones pasaron por su rostro, hasta qu finalmente me encaró, decidido.
-Vámonos… vámonos, necesitamos darnos un tiempo para estar juntos, para reconectar. Solos tú y yo, como habíamos planeado, escapar de todo, como tú querías… dónde quieres ir? –Me dijo frenético.
-Edward no… no creo que sea el mejor momento… tu trabajo…
-Olvida mi trabajo. Este es exactamente el momento ideal. Ya le diste a él su oportunidad, lo justo es que me des una oportunidad a mí. Me mata lo que hiciste Isabella, pero yo te amo de verdad, y si tú me amas yo estoy dispuesto a perdonarte… pero tienes que estar dispuesta trabajar conmigo en esta relación. Yo quiero que seas mi esposa y la madre de mis hijos, siempre he sido sincero en mis intenciones contigo y esta no es la excepción. Yo no quiero perderte y voy a luchar por ti. Ven conmigo. Recuperemos nuestra relación. Vienes…?
-Sí… -Acepté. Él tenía razón, se lo debía -Lo intentaremos… adonde nos vamos?
…oOo…
El avión despegó suavemente y yo me hundí en la comodidad de mi asiento de primera clase. Edward a mi lado leía una publicación científica, por lo que yo me concentré en el sistema de entretenimiento a bordo. Mmmmmmmmh, así valía la pena viajar! Decenas de películas y series de televisión a mi disposición… quisiera tener algo así en casa…
Elegí un estreno de acción que hacía poco había visto en las carteleras de cine y recliné mi asiento. Me enfoqué con todas mis fuerzas en la trama y me forcé a no pensar en Jazz.
Pero mi mente tenía sus propias ideas, y no pude alejar mi pensamiento de él por mucho tiempo… Qué estoy haciendo? Partir de vacaciones a República Dominicana a menos de una semana de la muerte de mi padre me parecía mal, pero por otro lado tampoco honraría a Charlie regresando a mi rutina de trabajo en la Editorial… No, lo que se sentía mal era partir con Edward después de lo ocurrido con Jasper.
Pero Edward tenía razón! Yo le debía una oportunidad. Él era prácticamente mi prometido y yo lo había engañado con otro en menos de una semana de separación… Edward no era tan perfecto como yo había imaginado alguna vez, pero era un buen hombre y me amaba sinceramente. Mi vida a su lado sería tranquila y sin sobresaltos y pertenecería a la familia Cullen, un enorme clan orgulloso de su apellido y los valores familiares. No volvería a estar sola.
Jasper era mi amor de juventud, impredecible y peligroso. Junto a él podría ser increíblemente feliz, pero también arriesgaba mi corazón a un nuevo desengaño. Jasper significaba una apuesta en la que no sabía qué obtendría a cambio, m ientras que Edward era seguro y predecible… Qué hacer? A pesar de estar contenta de poder reparar mi relación con Edward, sabiendo que él se lo merecía, la culpa y el malestar que me producía haber dejado a Jazz no me dejaba en paz.
Traté de dormir un rato, y lo siguiente que supe fue que estábamos aterrizando en Punta Cana. Debía estar más cansada de lo que había maginado para dormir tantas horas seguidas…
Fuimos de los primeros en bajar del avión y pasamos rápidamente por policía internacional. Recogimos nuestro equipaje y Edward se dirigió al stand de uno de los rent-a-car para retirar el auto que tenía reservado. Media hora después nos deslizábamos por la carretera en un Audi S5 2011 convertible de color azul.
El viaje al hotel fue casi anticlimático, ya que estaba ubicado a sólo 4 Km del aeropuerto, pero pude vislumbrar el mar de un brillante color azul turquesa y arenas blancas que me invitaban a reposar en ellas leyendo una novela y bebiendo cocteles...
El hotel era impresionante. Tortuga Bay era un hotel 5 estrellas con playa privada y todas las comodidades imaginables. Nuestra habitación era enorme, con una sala de estar anterior y un enorme dormitorio con la cama más grande que hubiera visto en mi vida. Las sábanas eran italianas y con más hilos por centímetro cuadrado de los que quise calcular… el plumón de plumas era deliciosamente suave y finísimo, hipoalergénico, obviamente. Todo era de colores claros y luminosos y nuestro balcón nos daba salida directa a la playa y una maravillosa vista al mar turquesa.
Sentándome en la cama suspiré. Hace sólo 2 semanas habría dado mi brazo derecho por escapar a este lugar con Edward, pero ahora… no se sentía bien. No quise aparecer malagradecida y forcé una sonrisa en mi rostro, pero la sensación de estar haciendo algo incorrecto no me dejaba en paz.
Edward, siendo Edward, inmediatamente ordenó nuestra ropa en el closet, colgó sus camisas, ordenó nuestros útiles de aseo en el baño y sacó una muda de ropa para darse una ducha.
Yo, aún sentada en la cama, abrumada por tanta actividad, no pude evitar pensar que si hubiera venido con Jazz habríamos estado haciendo el amor antes de cerrar la puerta de la habitación, y que probablemente no habríamos alcanzado ni a llegar a la cama. A veces Edward era demasiado correcto y controlado. A lo mejor podría soltarse un poco ahora que estábamos solos y lejos de todo? Por alguna razón lo dudé.
Suspiré de nuevo, sacudiendo mi cabeza y busqué en el closet mi bikini, recién comprado en una parada en un centro comercial de Seattle en nuestro camino al aeropuerto. No es que en una ciudad con el clima de Seattle fuera fácil encontrar mucha variedad en bikinis, especialmente fuera de temporada, pero estaba conforme. El modelo me favorecía y el color rosa contrastaba bien con mi fantasmal palidez. Me apliqué una buena cantidad de bloqueador solar y me asomé al balcón a disfrutar de la vista y el sol.
Reclinada sobre la baranda, sumergida en mis pensamientos, no escuché a Edward acercarse hasta que sus brazos me rodearon por la espalda y sus labios besaron mi cuello. Olía a limpio y a su body wash, un olor masculino y delicioso que asociaba sólo a él. Su cabello mojado salpicó gotas de agua sobre mi piel desnuda y me recliné contra él cerrando los ojos para disfrutar de la sensación del mar, el sol y Edward.
-Que piensas amor?
-En ti…
-Cosas buenas, supongo?
-Por supuesto –Sonreí y me puse en puntillas para besarlo.
-Quieres bajar a la playa o a la piscina? Si quieres te puedo reservar un masaje… -Ofreció.
-Qué prefieres tú? –Pregunté.
-Me gustaría nadar un poco… a lo mejor podemos bajar un rato a la piscina y nadamos juntos?
-Mmmmmmh… si quieres nadar en la piscina yo te acompaño, pero no me voy a meter…me da asco… -Dije arrugándola nariz.
-Bella estamos en un hotel 5 estrellas, te aseguro que la piscina está limpia –Dijo exasperado.
-Me da asco de todos modos, es como una sopa de gente con agua estancada… por mucho cloro que le echen todavía está llena de pis y células muertas de todos los turistas que se han metido en ella esta temporada… puaj! -Dije estremeciéndome ante la imágen mental que me acompañaba desde niña cada vez que pensaba en piscinas.
-Tú sí que sabes pintar una imagen atractiva, deberían contratarte para escribir los folletos promocionales del resort… -gruñó. Aparentemente había arruinado la piscina para él –Que hay del mar? Podemos nadar en el mar?
-Si… -Dije mirando hacia la playa -esta agua se ve limpia y casi no se ven turistas alrededor… no me da mucho asco…
-A la playa entonces! –Dijo aliviado. A él no lo divertían ni le gustaba lidiar con lo que él llamaba mis peculiaridades.
Esa tarde fuimos a la playa por un par de horas. Yo me tendí en la arena a leer y Edward se metió al agua a nadar y pronto se hizo amigo de otros turistas y se fue al bar a tomar un trago con ellos. Al atardecer volvimos a la habitación y yo me imaginé que vendría la parte romántica del viaje, pero él me envió a la ducha diciendo que tenía media hora para estar lista, vestida y peinada ya que teníamos una reservación para comer.
Yo me metí en la ducha gruñendo… cuál es la idea de andar con apuros y stress en las vacaciones? Mi idea de vacaciones es hacer lo que se me antoje a la hora que se me antoje, y si entre medio me da hambre, para eso es el room service!
En cuanto salí de la ducha Edward se encerró en el baño donde hasta se afeitó! Yo me vestí con uno de los vestidos que me compró en Seattle y arreglé mi cabello en una coleta para no tener que lidiar con el frizz que me producía la humedad. Me maquillé más que de costumbre como a él le gustaba y estuve lista.
A la media hora exacta emergió Edward del baño entre una nube de vapor, luciendo perfecto en su terno y corbata (quién usa corbata en vacaciones?) y oliendo a Hugo Boss… Mmmmmh… olía bien…
Dejamos la habitación y nos dirigimos al estacionamiento donde nuestro auto nos estaba esperando y nos dirigimos a toda velocidad a un restaurant de mariscos ubicado al lado del mar. El maître reconoció nuestra reserva de inmediato y nos sentó en una tranquila mesa perfectamente ubicada. No me sorprendí cuando vi a Edward expresar su aprobación y deslizar un billete en su mano.
Curiosamente nadie vino a pedir nuestra orden, sino que simplemente comenzaron a servirnos depositando platos de comida y bebidas frente a nosotros. Miré a Edward extrañada y él simplemente sonrió y me dijo
-No me gusta esperar por la comida así es que ordené al hacer la reservación.
-Pero tú no sabes lo que yo quería comer! –Exclamé molesta. No soy una niña para que otros decidan lo que quiero comer.
-Bella este es un restaurant excelente y muy recomendado, te aseguro que lo que nos sirvan va a estar preparado a la perfección… -Dijo frunciendo el ceño. Estaba empezando a perder la paciencia ante mis quejas.
-Ese no es el punto… -Dije despacio, más que nada para mí, y luego decidí callarme. No quería arruinar la noche con mis reclamos, pero la molestia no me abandonó.
-Hagamos un brindis –Sugirió levantando su copa. Yo lo imité –Por nuestro futuro –Nuestras copas chocaron.
-Por nuestro futuro –Repetí sonriendo por compromiso, cada vez menos convencida. Demonios! Qué me estaba pasando? Edward no estaba actuando distinto a como había actuado siempre… por qué me molestaba ahora?
-Bella, he estado pensando… -Dijo ignorante de mis pensamientos -Y creo que es el momento de definir nuestra relación… Yo te amo y sé que a pesar de tus errores eres la mujer para mí. Creo que serás una buena esposa y madre, mi familia te aprueba y mis colegas te tienen en alta estima… Por todas esas razones creo que ha llegado nuestro momento… -Y tomando mi mano entre las suyas me dijo -Isabella Marie Swan, quieres ser mi esposa?
-Yo… Yo… -Dije mientras él se sacaba una cajita de terciopelo del bolsillo –Edward esto es tan repentino…
-Esto ya lo habíamos discutido amor, ahora simplemente lo estamos haciendo oficial –Dijo abriendo la cajita para revelar una monstruosidad de oro blanco y diamantes que debe haber costado el equivalente al producto interno bruto de un par de naciones del tercer mundo.
-Yo… Yo… -Dije aún sin encontrar palabras. Por qué no podía estar feliz? Por qué no podía disfrutar de mi momento? Aquí me encontraba en un paraíso vacacional con un hombre guapo, joven y exitoso, rico, de buena familia y excelentes modales, que no solo me acababa de perdonar una infidelidad sino que encima se quería casar conmigo! Oh Dios debía estar completamente loca. Comencé a llorar.
-Bella amor, tranquila –Dijo deslizando el anillo en mi dedo –Entiendo que estés emocionada, pero guardemos la compostura, estamos en público –Me recordó. Luego tomó mi mentón y me besó rápidamente –Anda al baño a refrescarte para que podamos disfrutar de nuestra comida.
Obedecí y me dirigí al baño, donde me vi enfrentada a la imagen en el espejo. Quién rayos era esa mujer que me miraba en el reflejo? Ese vestido costaba lo mismo que 2 pagos de la renta de mi apartamento, los tacos aguja apenas me dejaban caminar, mi rostro estaba cubierto de maquillaje y el anillo que adornaba mi dedo me parecía una aberración en esta economía en que la gente perdía sus empleos a diestra y siniestra y peor aún, no podía encontrar en mí motivos para estar contenta de mi compromiso… Acaso había llegado a decir que sí? No lo recordaba…
Limpié mis lágrimas y arreglé mi maquillaje lo mejor que pude y regresé a la mesa. Edward me recibió con una sonrisa radiante y otro brindis. Me dediqué a escarbar la comida, ya que yo no comía cebiche y aborrecía los erizos. Las ostras me parecían asquerosas, se veían como algo que un tuberculoso ha escupido y no pude ni mirar a Edward disfrutándolas… Realmente a mí no me gustaban los mariscos. Finalmente comí el pescado y la ensalada.
Cuando regresamos al hotel estábamos los dos agotados, pero cuando me senté en la cama para sacarme los zapatos, Edward se acercó a mí, se sentó a m lado y me besó. Fue un beso que expresaba su deseo de algo más, así es que asumí que querría consumar nuestro compromiso… Ya que nuestra vida sexual era bastante escasa gracias a los horarios de Edward, su iniciativa fue una sorpresa bienvenida. A lo mejor ahora sentiría esa conexión que estaba extrañando! Al hacer el amor él me reclamaría como suya y me haría olvidar todas mis dudas…
Edward me besó más profundamente y me empujó hacia atrás hasta que estuve acostada sobre la cama. Recorrió mis brazos desnudos con sus manos y su boca se movió hacia mi cuello. Luego se levantó para apagar las luces del cuarto, a Edward no le gustaban las luces prendidas a la hora del sexo, las encontraba grotescas en inmorales…
Cuando regresó a mi lado sentí que se había sacado la camisa y pude acariciar su pecho y los músculos de su estómago. Él comenzó a batallar con el cierre de mi vestido y finalmente se rindió, optando por levantármelo hasta las caderas, acariciando mis piernas hasta llegar a mi centro. Me acarició sobre la tela de mis bragas y yo gemí despacio. Con sus dedos enganchó los costados de mis bragas para deslizarlas por mis piernas y luego me besó las piernas desde las rodillas hacia los muslos, acariciando en movimientos circulares los lugares que había besado. Luego hundió su rostro entre mis piernas y me hizo el amor con su lengua hasta que estallé en un orgasmo.
Cuando me pude recuperar un poco me senté en la cama y me desabroché el vestido, quedando desnuda frente a él. Edward inmediatamente atacó mi boca y recostándose sobre mí me penetró en un solo movimiento, bastante más brusco que de costumbre.
Sus mano acariciaron mi cuerpo y su boca no le dio tregua a la mía, reclamando mi cuerpo de manera frenética. Verlo perder el control me afectó encendiéndome, por lo que cuando sus dedos acariciaron mi clítoris al ritmo de sus embestidas no pasó mucho tiempo hasta que grité otro orgasmo que desencadenó el de Edward
-Sólo conmigo gozas así, sólo yo te hago gritar de placer! –Gritó Edward en mi oído. Luego mas bajo agregó –apuesto que él no te puede dar todo lo que yo te puedo dar… - Qué?
-Edward! –Exclamé. De eso se trataba este viaje? De demostrarme cuánto dinero y poder tenía Edward Cullen?
-Mmmmmmmh –Dijo adormecido.
-Edward! –Exclamé nuevamente, empujándolo para que rodara de mi cuerpo –De qué estás hablando?
-Yo soy el hombre que te conviene Bella. Por eso eres mía. Yo te pudo dar lo que siempre soñaste –Dijo en un tono condescendiente, como si le estuviera explicando algo a un niño de 5 años.
-Yo… de qué estás hablando? Tú crees que estoy contigo por tu dinero? Por tu posición? Qué clase de mujer crees que soy? –Dije cada vez más ofendida.
-Bella no te alteres, estás exagerando las cosas –Dijo somnoliento y aburrido.
-Exagerando? –Oh… la ira me consumió. Qué mierda estoy haciendo en Punta Cana? -Te informo que yo no necesito a un hombre para que cumpla mis sueños, yo soy perfectamente capaz de perseguirlos por mí misma –Y sacándome el megadiamante lo puse en el velador y le dije –Y yo no estoy a la venta. No puedes comprar mis sentimientos con viajes al Caribe, cenas carísimas o diamantes. Tu y yo terminamos… y yo… Me voy a casa!

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