lunes, 20 de junio de 2011

Regreso a Casa 15



Capítulo 15
No tenemos que escondernos alguien nos encontrará,
hacer siempre lo incorrecto es una forma de acertar,
la mañana nos recoge donde muere la ciudad,
yo buscando tu fuerza y tú mi debilidad
Verano Fatal /Christina Rosenvinge y Nacho Vegas
Jasper POV
La noche que perdí a Bella la pasé en vela. No podía resignarme al vacío en mi vida, no podía volver a dormir sin mi Bella, y no quería estar en esta casa sin Charlie. Finalmente tomé mi moto y regresé a los establos.
Revisé el estado de Amanecer y su potrillo, ambos se estaban recuperando sin problemas del difícil parto. Luego fui a ver a Swan, el potro que representaba mi futuro. Estaba despierto y aparentemente esperándome, ya que a medida que mis pasos se acercaron a su pesebrera, él se movió más y más inquieto y relinchó llamando mi atención. No pude evitar sentirme un poco mejor, al menos aún mi potro me quería y se alegraba de verme.
Tomé un cepillo y una rasqueta y entré a la pesebrera de Swan para asearlo, y removí su capa sin molestarme en amarrarlo, sabiendo que él no me haría daño. El movimiento repetitivo y el ejercicio físico me calmaron un poco, y enfocando mis energías en la reluciente piel de Swan pude pensar en el futuro y mis pasos a seguir.
En primer lugar debía irme de Forks, los recuerdos eran abrumadores y Bella ya había tomado su decisión definitiva, abandonándome sin siquiera decir adiós. Decidí buscar en internet algunas propiedades en Texas; vendiendo mis acciones y la casa de mis padres tendría lo suficiente para el pié de una pequeña granja y un par de yeguas reproductoras. Trabajaría como veterinario rural y trataría de rehacer mi vida solo, como parecía que estaba destinado a vivir.
Al terminar con Swan ya estaba amaneciendo, por lo que me dirigí a mi oficina para buscar en las páginas de distintos corredores de propiedades de Texas el lugar ideal para empezar mi nueva vida. Luego de barajar varias alternativas, me quedé dormido sobre el teclado y sólo desperté un par de horas después cuando Jared comenzó a sacar a los caballos de las pesebreras para ejercitarlos.
Yo me sentí nuevamente lleno de rabia y frustración por mi situación, por lo que me cambié a mis pantalones de montar y botas y ensillé a Swan para ejercitarlo un poco en algunos obstáculos. Swan estaba recién partiendo en los saltos de competición, por lo que el recorrido que elegí fue más complicado para él de lo que habría resultado para un caballo más experimentado… Pero yo no estaba pensando con la cabeza, yo necesitaba la adrenalina del salto de obstáculos para apartar mi mente de mis problemas, y ese fue mi error.
Los caballos sienten las emociones del jinete, y mis emociones eran un cóctel tóxico que alteró a Swan haciéndolo hosco y poco responsivo. Comenzó a rehusar obstáculos y yo me enfurecí y lo obligué a enfrentarlos. En esta lucha de voluntades yo gané y Swan saltó un muro sin tomar la distancia adecuada, tropezó cayendo de bruces y me arrastró por el suelo con él. El potro cayó de costado aplastando mi pierna contra un obstáculo y la sentí el crack! que hizo mi fémur al facturarse. El problema fue que mi pierna herida quedó atrapada en el estribo y el dolor de mi pierna casi me hizo perder el conocimiento cuando Swan asustado, se puso de pié y escapó al galope arrastrándome por el suelo del picadero. Mi pierna estaba demasiado dañada para responderme y librarse del estribo, por lo que quedé totalmente vulnerable sin poder hacer más que gritar por ayuda.
Afortunadamente Jared salió a mirar al picadero al escuchar mis gritos, por lo que corrió a calmar a Swan y me ayudó a desenganchar mi pierna del estribo. Mi lesión era seria y debimos llamar a la ambulancia, ya que no fui capaz de moverme del picadero ni con la ayuda de Jared.
Al llegar al hospital mi mala racha no había acabado, ya que la enfermera que me recibió no fue otra que María, una ex compañera de colegio que parecía obsesionada por atraparme. Y no es que fuera fea o desagradable, nada de eso, pero su actitud predadora y sexualmente agresiva me desconcertaba bastante. A mí me gustaban las mujeres dulces y cálidas como Bella, no una dominatrix fría y calculadora como parecía ser María.
Ella no ocultó su placer al tenerme a su cargo y me preparó para las radiografías bajando mis pantalones hasta mis rodillas (estaban atascados en mis botas) y se quedó conmigo durante la evaluación del traumatólogo. Resultó ser que mi fractura requería una operación para insertar un par de pernos de titanio en mi fémur, condenándome a una silla de ruedas por al menos 3 semanas y luego yeso y muletas por otro mes. Sobre montar, podría ir olvidándolo por al menos unos 4 a 5 meses.
Maldita sea mi vida! en cuanto llegue a casa de Charlie cargaría la condenada escopeta y acabaría con todo. El último lugar donde quería estar era el hospital donde agonizó y murió Charlie, pero aquí estoy, a 3 días de su muerte, listo para ser internado y operado por ser un imbécil, un descuidado cretino que sabía mejor que montar y saltar alterado y forzar a un caballo nuevo.
María me llevó a mi habitación y me preparó para la operación, ayudándome a sacarme completamente los pantalones que tenía arremangados a la altura de las rodillas para que me sacaran las radiografías y las botas de montar (una de las botas la tuvo que cortar con tijeras, mi pierna herida no resistía los tirones). Una vez que me tuvo en bóxers me hizo sacarme mi camiseta y ponerme una fea e incómoda bata de hospital que se abría por detrás mostrando mi trasero. Suerte que no estaría caminando a ninguna parte.
Luego depiló mi pierna con más dedicación de la que me pareció necesaria y me desinfectó con un líquido rojo toda el área que debían operar. No estoy seguro de que eso haya sido necesario tampoco, estoy bastante seguro de que esa parte la hacen en el quirófano, pero no estaba en mí discutir y ella parecía entretenida embetunando mi muslo de rojo.
Gracias a que no había comido en casi 18 horas no hubo problemas con la anestesia y me pudieron ingresar al quirófano inmediatamente. Mi operación duró 3 horas y se encontraron con parte de mi hueso astillado. No me extrañó, este día sólo seguía poniéndose peor y peor.
Alrededor de las 5 de la tarde desperté de la anestesia sintiendo que me moría de sed, que mi boca sabía como si algo hubiera agonizado y muerto en ella, que mi pierna se partía en dos de dolor, y que estaba absolutamente solo en el mundo. Nunca había sido tan miserable, y si no hubiera sido porque me di cuenta de que María estaba en la habitación y en su presencia me daba vergüenza, me habría puesto a llorar como parecía hacer constantemente estos días. Mierda! Era un jodido desastre!
María me dio de beber y me administró calmantes intravenosos y se sentó a mi lado. Su turno ya había terminado pero había decidido acompañarme, y yo no pude menos que agradecer su gesto. Me estaba sintiendo bastante miserable y estaba bastante cerca de comenzar a autocompadecerme y volverme emo, por lo que sus distracciones eran bienvenidas.
María me sorprendió abriéndose cándidamente. Me contó sobre su trabajo y sus amigas. Me contó sobre su infancia en el sur, sobre su tormentosa niñez, criada en medio de un clima violento y hostil, y no pude menos que empatizar con su dolor… Pero ella no buscaba compasión, ella estaba orgullosa de sus orígenes y los obstáculos que había superado para llegar hasta donde estaba. Me hizo sonreír, realmente la había juzgado erróneamente, ella era una mujer admirable, y conociendo sus orígenes era fácil entender el porqué de su supuesta actitud agresiva ante la vida.
María pasó la noche sentada en el sofá de mi habitación, rehusó de plano dejarme sólo y me ayudó con el dolor y la soledad. Supe que seríamos buenos amigos si lográbamos que ella dejara de mirarme como un diabético a un pastel.
Tres días después fui dado de alta, lo que me creó un nuevo problema. La casa de Charlie tenía 2 pisos y ningún dormitorio en el piso de abajo, por lo que necesitaría ayuda para acomodar el lugar y hacerlo habitable por las 3 semanas que tendría que usar la silla de ruedas. Llamé a Peter, la única persona a la que le podría pedir un favor así, y él llegó a recogerme al hospital junto a Char, su esposa. Ambos insistieron en que me fuera a quedar a su casa durante mi convalecencia, pero no podía hacerles eso. Su casa era pequeña, ellos eran recién casados y yo era una jodida molestia.
Me llevaron a casa de Charlie a regañadientes y mientras Peter bajó sábanas y frazadas para prepararme una cama en el living, Char preparó el almuerzo y luego partió al supermercado para dejar abastecido el refrigerador y la alacena. Ambos prometieron visitarme a diario para ver cómo estaba y ayudarme en las cosas que yo no pudiera hacer, y luego se fueron a su casa.
La soledad fue bienvenida… me sentía miserable y no tenía ganas de fingir más. No estaba bien, había presionado demasiado a Swan, poniéndolo en riesgo por mi egoísta entretención, mi pierna me dolía como nunca antes, mi padre había muerto y mi Bella me había dejado. El bar de Charlie me parecía cada vez una mejor opción… a lo mejor mi madre había dado en el clavo… a lo mejor vivir borracho no era una tan mala idea.
Justo cuando estaba a punto de tomar una botella y seguir con la tradición familiar, sonó el timbre, y al abrir la puerta (con gran dificultad, tendría que inventar un mecanismo que lo hiciera más sencillo) me encontré con María, que sostenía entre sus manos una enorme fuente.
-Hola Jasper, terminé mi turno temprano y decidí pasar a ver como sigues… -Dijo sonriendo.
-María… que sorpresa, pasa… y eso? –Dije apuntando el paquete.
-Oh… mmmmh… bueno, anoche estuve cocinando texmex y te preparé unos burritos y tacos… tu mencionaste que te gustaban… -Dijo avergonzada… claramente había planeado con anticipación venir a verme, pero en lugar de molestarme me hizo sentir agradecido de tener a alguien que se preocupara de mi.
-Me encantan! Si quieres puedes dejar la fuente en la cocina… asiento.
-Gracias –Dijo sentándose junto a la chimenea. Afortunadamente Peter había dejado suficiente leña dentro de la casa para que me durara un par de días.
-Te puedo ofrecer algo de tomar? Té, café, agua, jugo de pomelo…
-Jugo de pomelo? –Sonrió.
-Desayuno de campeones –Respondí.
-Mmmmmh un té… pero yo me lo preparo. Tu quieres algo?
-Un café por favor… qué quieres hacer? Quieres ver una película? Tienes tiempo? –Estar solo ya no sonaba tan bien.
-Sí, tengo tiempo, y me encantaría ver una película –Dijo llenando la tetera de agua.
-Mmmmmh… qué prefieres? Clásicos en blanco y negro, western, acción, Clint…
-Clint?
-Clint Eastwood, es un género aparte. Tengo todas sus películas, como actor y director –Dije orgulloso. Entre Clint y Clark se debatían mis modelos de conducta.
-Que me recomiendas? No estoy muy segura de haber visto muchas películas de él…
-Oh, eso es algo que tendremos que remediar! Para empezar recomiendo Mistic River, aunque también me gusta Gran Torino… O a lo mejor podemos partir con un ciclo de Harry el Sucio y luego pasar a la faceta de director… -Dije pensando en voz alta. No todos los días tenía la oportunidad de educar a alguien en "Clintología" y quería ser un buen profesor. Sin mencionar que si quería que María regresara a verme de vez en cuando tendría que elegir una buena película como gancho.
-Mmmmmmh… es más complicado de lo que pensé… Creo que podemos partir con Harry el Sucio, he escuchado sobre esas películas pero no las he visto nunca…
-Excelente elección! Sabías que el rol lo escribieron originalmente para Frank Sinatra? –Dije cargando la película en el reproductor de DVD.
-No…?-Dijo como preguntándose si le estaba preguntando en serio.
-Pero Frank se había quebrado la muñeca y una Magnum 44 era demasiado pesada para él, y rechazó el papel! –Dije entusiasmado… Luego fruncí el ceño, más me valía cerrar la boca o María descubriría que soy un idiota… no todas las mujeres son Bella, no con todas se puede hablar de todo… Maldición! Bella…
Ubiqué mi silla de ruedas junto al sillón donde se sentó María y ella calentó la comida que había traído (que por lo demás estaba deliciosa). Vimos las primeras 2 películas de Harry el Sucio y comimos en cómodo silencio y gradecí al cielo por enviarme a María cuando más la había necesitado. En lugar de pasar la tarde borracho y llorando mis penas, estaba disfrutando de un buen momento con una amiga, comiendo estupenda comida y pasando un buen rato. Soy un hombre sencillo, y no podía pedir más, menos en mis circunstancias actuales.
Cuando terminó la segunda película, nos tomamos yo un café y ella un té y nos dedicamos a conversar del pasado, viejos amigos del colegio, las parejas que se habían formado y disuelto, los que tenían un buen trabajo y los que seguían viviendo en casa de sus padres… simple plática entre dos amigos. Pero lo que casi me hizo devolver la comida fue cuando me dijo
-Ah! Y sabes quién me preguntó por ti el otro día? Alice Brandon!
-Alice… -Repetí. Demonios! que estaba haciendo en Forks esa enana lunática?
-Sip –Dijo María ajena a mis preocupaciones –Me contó que sus padres murieron en un accidente automovilístico el año pasado y que ella se venía a vivir a Forks indefinidamente en la casa de su familia. Se compró un local en el centro y me dijo que va a instalar un salón de belleza… Ah! Y me dijo que si te veía que te enviara saludos y que te dijera que no se ha olvidado de la familia… no sé lo que quería decir, tú no tienes familia verdad?
-No –Dije sabiendo perfectamente a qué se refería Alice. No estaba hablando de mi familia, estaba hablando de nuestra familia. Ella, yo, y nuestro hijo imaginario. Mierda!

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