domingo, 22 de marzo de 2015

Apocalipsis 4


Hola a todas! Aquí tienen el Alec POV que tanto me habían pedido… Espero les guste.
Muchas estaban molestas con la aparición de Edward, pero sólo les puedo decir que no se preocupen, esta historia es definitivamente Alec/Bella, y lo demás es parte de la trama, nada más.
Por último, si pueden traten de escuchar la canción de este capítulo, "Girl I´m Gonna Miss You" de Milli Vanilli. Es viejita, pero muy dulce, y calza perfecto con este cap.
Abrazos y espero sus comentarios!
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Capítulo 4
…You put your spell on me
took my breath away
but there was nothin' I could do to make you stay
I'm gonna miss you.
All the love I feel for you
nothing could make me change my point of view,
oh girl.
I'm gonna miss you baby.
Giving all the love I feel for you
couldn't make you change your point of view,
you're leavin'.
Now I'm sittin' here, I'm wastin' my time,
I just don't know what I should do.
It's a tragedy for me
to see the dream is over
and I never will forget the day we met
girl I'm gonna miss you…
Girl I'm gonna miss you / Milli Vanilli

ALEC POV
Fue morderla y comenzar mi propio infierno.
Traté de inyectarle la mayor cantidad de veneno posible para acelerar el proceso, y una vez que terminé la acomodé en mi regazo y la ataqué con mi don.
Lo mejor que podía regalarle… La nada. La ausencia total de sensación.
Era mil veces mejor eso que tres días de agonía ininterrumpida…
Pero a pesar de que mi don se presumía infalible, ella siguió gritando y ahogándose, revolviéndose y luchando.
Era siquiera posible? Podía ser inmune a mi influencia? Qué significaba aquello?

Archivé mis dudas para después concentrándome en intentar mantenerla cómoda…
La traté de mantener quieta sin forzarla, con mi mano acaricié su mejilla, y me concentré tratando de enfocar mi don en ese toque.
Nada. La intensidad de sus gritos aumentaba cada segundo que pasaba, y yo estaba totalmente desconcertado. En todos mis siglos de vida NUNCA había fallado.
-Qué estás esperando? – Preguntó Jane enojada – Adormécela, está sufriendo!
-No crees que estoy tratando? No funciona! – Exclamé.
-Cómo que no funciona? Nuestros dones siempre funcionan! – Dijo empujándome.
-Cuidado! – Le dije – No la sacudas!
-Lo siento… - Dijo ella – Alec, esto no tiene precedentes, un humano no puede resistir nuestros dones, es imposible.
-Bueno, tan imposible no es, aquí tienes la prueba – Dije poniendo mi mano fría en la frente de mi chica.
Los gritos… Dios! Los gritos…
Se estaba ahogando, y podía escuchar como sus cuerdas vocales se desgastaban cada vez más. No sólo sufría el dolor de la transformación, sino estos detalles adicionales que hacían de la experiencia algo aún más espantoso.
Jane había dejado de atacar al vampiro que trató de violar a mi chica para hablar conmigo, y Félix lo estaba vigilando. No era necesario inmovilizarlo, ya que si movía un músculo una mirada de Jane lo dejaría frito.
-Llévatelo Félix – Le dije – No soporto verle la cara a ese hijo de perra sin poder moverme para desmembrarlo.
-Quieres que me quede con ella mientras tu lidias con él? – Preguntó Jane.
-Gracias Janey – Le sonreí un poco. Ella siempre estaba ahí para mí – Pero lo importante ahora es mi novia, ya trataré con él más adelante – Dije mirándolo fijamente. Para entonces el tipo parecía haber deducido quienes éramos y estaba aterrado.
-No es tu novia! – Rió Jane.
-Claro que es mi novia! – Me defendí – Tú escuchaste a Félix, lazos místicos, destino…
-Pero nada de eso vale hasta que le preguntes y ella diga que si – Argumentó ella.
-Crees que me va a decir que no? La verdad es que se veía bastante asustada de nosotros… - Titubeé.
-Alec, no seas denso, a la chica prácticamente la estaban violando cuando intervenimos, y estaba severamente herida… No podría haber reaccionado de otra forma – Dijo y miró al prisionero cambiando su tono juguetón por una mirada sencillamente diabólica. Él arqueó su cuerpo completamente, su cabeza rozó sus zapatos, y gritó de agonía. El castigo sólo duró un par de segundos pero fue suficiente para dejarlo jadeante y agotado.
Dicen que el poder de Jane produce un dolor peor que la transformación, porque al ser una idea plantada en el cerebro, no tiene límites físicos. Su espectro es tan amplio como la imaginación de la víctima... Aunque no sabría decirlo con certeza porque Jane jamás ha querido probarlo en mí. Yo aprendí a no presionarla, todos tienen un límite que no cruzan, y para Jane su límite soy yo.
Pobre Janey, ha debido endurecerse formando una coraza que esconda su lado más suave, porque a pesar de ser una chica enormemente dulce, fue castigada con un don que no produce más que miseria. Y una vez que nos unimos a los Volturi, comprendió que le gustara o no, sería la torturadora oficial de la Guardia… Por siempre.
-Jane, por favor… - Dije saliendo de mis cavilaciones – Sácalo…
-Nosotros nos encargaremos – Dijo Félix tomando de la mano a Heidi la ayudó a levantarse de su silla y se dirigió al prisionero, echándoselo al hombro para proceder a bajar la escalera hasta el primer piso.
Jane hurgó un poco entre los libros caídos que nos rodeaban y descubrió que eran casi puras primeras ediciones de novelas. Cuál habrá sido el que mi chica vino a buscar? Le gustaba leer tanto como a mí? Probablemente, ya que por algo se arriesgó tanto por venir a la biblioteca ignorando provisiones más esenciales.
-Alec, mira! Está el "Kinder- und Hausmärchen" de los hermanos Grimm! – Dijo Jane sosteniendo un amarillento volumen – Es la primera edición! La de 1812! Esa es la que no censuraron!
-Si me preguntas a mí, los hermanos Grimm eran unos psicópatas peores que nosotros – Le dije con una sonrisa. Jane adoraba los cuentos de hadas, aunque éramos pocos los que sabíamos este detalle de su personalidad, porque jamás lo admitiría en voz alta en público. De hecho, lo que más le gustaba de pertenecer a los Volturi era vivir en un verdadero castillo y tener una habitación digna de una princesa.
-No digas eso, sus historias son maravillosas! – Dijo abrazando el libro – Me lo voy a llevar.
-Si quieres acarrear ese libraco por todo Norteamérica es cosa tuya – Le dije encogiéndome de hombros – Pero no veo por qué te entusiasma llevártelo en alemán, odio leer en alemán. Búscalo en inglés o italiano…
-Las traducciones nunca son precisas – Respondió obstinadamente.
-Entonces busca una edición posterior, una censurada, creo que la séptima ya no hacía que los niños vomitaran de miedo y asco… - Le dije por picarla.
-Este libro tiene los cuentos de hadas más importantes! "La Cenicienta", "Blanca Nieves", "Rapunsel", "Hansel y Gretel", "Caperucita Roja", "Los Duendes y el Zapatero"… Y setenta y cinco más! – Defendió.
-No digo que los cuentos fueran malos, digo que eran sádicos y poco apropiados para niños. No me opongo a un poco de tortura, pero los personajes malos tenían finales horrendos, incluso para nuestros estándares – Argumenté sin dejar de acariciar la mejilla de mi chica.
-Exageras – Dijo sentándose con las piernas cruzadas junto a mi chica.
-Qué le pasó a las hermanastras de la Cenicienta? – Pregunté.
-…Se cortaron lonjas de sus pies con un cuchillo para que les entrara el zapatito de cristal… Murmuró.
-Y a Rapunsel? – Pregunté levantando una ceja – Ella ni siquiera era mala…
-El príncipe que la visitaba en su torre la dejó embarazada, y ella era tan inocente que no entendía por qué no le entraban sus vestidos – Refunfuño Jane.
-No me vas a decir que eso es material infantil! La pobre no sabía ni cómo se hacen los bebés! – Me reí.
-Alec! Lo arruinas todo! – Dijo dándome un puñetazo.
-Qué le hacen al lobo de Caperucita Roja una vez que se come a la abuelita y a Caperucita? – Pregunté sobando el lugar donde me golpeó. Mi hermana tiene mano dura.
-Mientras dormía le abren el estómago con un hacha, sacan a la abuelita y a Caperucita, lo llenaron de piedras y lo volvieron a cerrar – Dijo apenas conteniendo la risa.
-Y qué le pasa al lobo? – Insistí.
-Colapsa y muere sufriendo un montón! – Rió con ganas.
-Ves Janey? Tu libro es horrible! – Le dije – Las únicas versiones decentes son las de Disney, apropiadas para todo espectador.
-Puaj! – Arrugó la nariz – Odio a Disney.
Fue entonces que mi chica… Cómo se llamaría? Dio un grito desgarrador y se quedó sin voz. Sus cuerdas vocales estaban destrozadas.
La acuné y puse mi frente contra la suya, tratando inútilmente de protegerla, de contenerla.
Pasamos un largo rato en silencio hasta que Jane se acomodó a mi lado y comenzó a leer en voz alta pero apenas audible.
Estaba leyéndonos "La Bella Durmiente".
Jane leyó en voz alta todas sus historias en alemán, sabiendo que mi chica no entendería nada aunque habláramos en inglés. Lo que importaba era su entonación y el hecho de que sintiera que no estaba sola.
En algún momento apareció Heidi con un vestido para cubrir a mi chica, y con la ayuda de Jane se lo pusieron para que no estuviera semidesnuda al despertar.
No me gustó cubrir su cuerpo, pero tampoco me gustaba que éste estuviera a la vista de todos. Además el vestido la hacía verse aún más hermosa y femenina.
Pasaron los días y Jane siguió leyéndonos ininterrumpidamente libros al azar.
Cuando comenzamos a notar signos de que mi chica ya despertaría, Jane llamó a Heidi y Félix para avisarles, y ellos subieron de inmediato.
-El prisionero? – Pregunté.
-Está donde lo dejamos – Dijo Félix con una sonrisa burlona.
-Félix le arrancó los brazos y las piernas, no tiene cómo escapar a menos que se pueda arrastrar con la cabeza – Dijo Heidi.
-Bien, ya lidiaremos con él – Dije.
Ella ya estaba por despertar… Su corazón estaba latiendo a toda velocidad, su espalda estaba arqueada, y su respiración estaba muy agitada…
Y por fin todo acabó.
Ella pestañeó tratando de acostumbrar sus ojos a la luz y a sus nuevas capacidades, y de pronto fijo su vista en mí. Por unas fracciones de segundo nuestras miradas se conectaron y pude ver mi futuro en ella… Yo sin ella ya no sería, me convertiría en una cáscara vacía como el Maestro Marcus… Era increíble lo poderoso del sentimiento y lo fácilmente que acepté mi lazo con esta chica… La quería en mi vida, lo compartiría todo, la guiaría y trataría con toda mi alma de hacerla feliz.
Mi vida era a veces solitaria porque todo el mundo temía a los Volturi, y de entre los Volturi Jane y yo éramos los más odiados y temidos, por lo que mi interacción con mujeres se limitaba a sexo anónimo con humanas desconocidas. Las vampiras que se atrevían a siquiera hablarme generalmente lo hacían con motivos ulteriores… Una ventaja frente a otros, ayuda para lograr sus propósitos, poder, protección… Siempre querían algo de mí, pero les daba lo mismo quien fuera yo.
Por eso Janey y yo éramos tan unidos… Más allá de ser gemelos, éramos el único apoyo genuino del otro. Ella me era incondicional y yo lo era con ella. Por eso no trabajábamos por separado aunque estratégicamente habría sido inteligente enviarnos como regentes a distintos continentes, de modo de reforzar dos equipos en lugar de uno... Pero no lo aceptamos. Nosotros trabajamos como una unidad, y en perfecta sincronía. Además si no la tengo a mi lado estoy todo el tiempo preguntándome cómo estará, y quién le cubrirá las espaldas.
Por eso mi chica era un regalo tan precioso… Porque en un mundo destruido, en medio de una sociedad que se desmorona, donde rige la ley de la selva, la tendría a ella. La amaría a ella. Y ella me amaría a mí. Al verdadero yo, no al temido soldado de elite, no al consejero real, no al regente. A mí.
Y además le daría la oportunidad a Jane de abrirse un poco a los demás… De buscar su propia felicidad sin preocuparse de la mía.
Sé que corrían rumores malintencionados acerca de mi relación con mi hermana. "Incesto" era una palabra ya desgastada para referirse a nosotros, y no importaba que no existiera evidencia ni veracidad en esas acusaciones, la gente creía lo que quería creer, y una historia escandalosa es mil veces más entretenida de esparcir que la aburrida realidad.
Al final era un círculo vicioso, en el que mientras más hablaban de nosotros más nos aislábamos apoyándonos el uno en el otro, lo que a su vez generaba aún más rumores…
En fin, de vuelta a la realidad…
Mi contacto visual con mi chica duró sólo un par de segundos y de pronto ella se alejó de mí de un salto, con la velocidad que sólo alcanzan los neófitos.
Apoyó su espalda contra el ventanal y asumió una posición de combate, semi-agachada. No pude ni quise despegar los ojos de ella… Era gloriosa, increíble…
Y estaba muy asustada.
Por un segundo brilló en sus ojos una chispa de reconocimiento, como si comprendiera instintivamente quién soy yo, pero esa luz se esfumó rápidamente. Ella desvió la mirada y se fijó en Jane, que apoyó su mano en mi hombro.
Mi chica frunció el ceño como si no le gustara la idea de que otra mujer me tocara, o al menos eso quise creer.
Luego se enfocó en Félix y Heidi, que se escondía detrás de él… Heidi no sabía pelear ni defenderse, y una neófita podía destrozarla.
Aprovechando su distracción di un paso en su dirección y ella me gruñó. Me gruñó! A mí!
Y a pesar de que me dolió su rechazo, a una parte de mí le pareció que ese gruñido era condenadamente sexi.
Ella pareció asustada y sorprendida con los sonidos que emitía su garganta y yo traté de sonreírle amistosamente… O al menos lo intenté… Tal vez logré sólo dibujar una mueca.
-Tranquila – Le dije tratando de sonar calmado. Su gruñido se hizo más bajo y yo repetí – Tranquila, no te vamos a hacer daño…
Ella resopló incrédula. Bueno, supongo que ante sus ojos la habíamos sometido a días de un dolor inenarrable y no tenía por qué confiar en nuestra palabra.
Di un paso hacia ella y los demás se reacomodaron sin acercarse. Era como una danza coordinada que ejecutábamos automáticamente después de siglos de trabajar juntos.
-Tranquila – Dije tratando de capturar su mirada para que me reconociera como su Pareja… Eso haría mucho más fáciles las cosas, pero ella no me miraba a los ojos, como si supiera que debía evitar enfocar la vista en mí para no caer en mi influjo – Soy Alec – Dije y le di tiempo para elaborar una respuesta.
Ella sacudió la cabeza incrédula y frunció el ceño.
Di otro paso y sus gruñidos aumentaron en intensidad hasta hacer vibrar los cristales a su espalda. Mierda! No quería comenzar nuestra relación teniendo que someterla, pero lo haría si me veía obligado… No podía permitir que se hiciera daño, se veía tan perdida…
Estábamos cerca… Tan cerca que me bastaba con estirar la mano para tocarla. E impulsivamente y sin pensar en las consecuencias traté de tomar su mano.
Su rostro se contrajo de terror y lo siguiente que supe es que era proyectado a varios metros de distancia y una buena porción de la pared de cristal fue destrozada.
Antes de que ninguno de nosotros pudiera reaccionar ella saltó aterrizando en el estacionamiento. Me acerqué medio aturdido por el golpe de lo que sea que usó para lanzarme lejos y vi clara su intención de huir.
No podía dejarla escapar! Era peligroso ahí afuera! Ella ni siquiera sabía lo que era, o cómo alimentarse…
Ella simplemente corrió.
Y nosotros nos lanzamos en su persecución, sabiendo de antemano que no la alcanzaríamos a menos que ella quisiera dejarse atrapar.
Le rogué a gritos que se detuviera…
Traté de ocupar mi don…
Pero no fui capaz de afectarla.
Y ella me ignoró completamente.
Era inmune… Mi chica era un escudo.
-Janey trata, inténtalo tú… - Le pedí a mi hermana, que corría a mi lado.
-Estás seguro? – Preguntó desconcertada.
-No tenemos alternativa! No puedo perderla Jane! No puedo! Ella me necesita! No sabe nada… Está desamparada… - Rogué – No queremos castigarla, sólo detenerla…
-Está bien… Sólo un poco – Dijo, y se concentró en usar su poder en mi chica, algo que no habría pensado que pudiera ocurrir, menos demandar…
Pero no pasó nada.
-Tampoco la afectas? – Pregunté.
Negó con la cabeza, desconcertada.
-Trata de nuevo! – Exclamé.
Jane se concentró y no pasó nada. De hecho mi chica pareció correr aún más rápido y la perdimos de vista.
Seguimos su rastro todo el día y ella se dedicó a correr sin rumbo, simplemente esquivándonos, tratando de perder su rastro… Lamentablemente ella pareció poner cada vez más distancia entre nosotros, y cuando me di cuenta de que este asunto no se solucionaría rápido, me giré para hablar.
-Félix, Heidi, regresen a la biblioteca y acaben a ese malnacido que atacó a mi chica – Les dije – Cuando la atrapemos la llevaremos a Reno y los esperaremos ahí.
-Estás seguro de que no quieres que te ayudemos? – Preguntó Félix.
-No, no estoy seguro, pero no tenemos alternativa, no podemos arriesgarnos a perder a ese hijo de puta.
-Está bien, nos vemos en Reno – Dijo él sin discutir, lo que agradecí infinitamente, y tomando la mano de Heidi se giraron para regresar a Phoenix.
Jane y yo seguimos corriendo, obteniendo cada cierto tiempo vistazos de la figura que huía por el bosque, escapando de nosotros sin escuchar mis ruegos…
Esos vistazos se hicieron cada vez más esporádicos…
Corrimos durante muchas horas dando vueltas sin rumbo, sin parar ni para alimentarnos…
De pronto la dirección general del rastro comenzó a apuntar consistentemente hacia el noroeste, y un terrible dolor en mi pecho me hizo doblarme en agonía.
En un principio llegué a pensar que Jane me estaba atacando, pero eso era una locura… Janey nunca me torturaría, y además este dolor no se condecía con lo como decían que se sentía el don de mi hermana.
Lo mío comenzó lento, como una pequeña molestia, una sensación de malestar general que se fue incrementando con el paso de las horas y coincidió con que perdimos la huella de mi chica. Yo no podía respirar, por lo que difícilmente podía rastrear, y Jane nunca había sido particularmente hábil en tales menesteres.
Finalmente me vi obligado a detenerme… Jane me obligó.
-Alec ya no más! - Exclamó tirando de mi brazo y parándome en seco.
-Tengo que seguir! La tengo que encontrar! – Le grité desesperado, tratando de deshacerme de su agarre.
-No puedes seguir! Estás enfermo! – Dijo ella – Vamos demasiado lento, ella es una neófita, naturalmente es más rápida que nosotros, pero además tú no estás en condiciones de atraparla! Paremos unas horas, vamos a comer a alguna de las ciudades cercanas y cuando te sientas mejor retomamos…
-Se va a escapar! – Dije sacudiéndome.
-Alec… Alec! Mírame – Me dijo tomando a la fuerza mi rostro entre sus manos – Ella ya se escapó, y la única manera de recuperarla es fortaleciéndote para que seas capaz de encontrarla… Sólo te pido unas horas… Llevamos muchos días sin comer y es lógico que nos fallen las fuerzas.
-No disponemos de horas Jane! – Le dije frustrado. Por qué no entendía que yo no podía abandonar a mi chica?
-Tal vez si ella siente que no la estamos siguiendo va a bajar la guardia y va a desacelerar un poco… – Razonó Jane – De cualquier modo necesitas descansar…
-Soy un soldado – Afirmé con los dientes apretados, tratando de mantenerme erguido a pesar del dolor punzante en mi pecho que me hacía querer acurrucarme en posición fetal y dejarme morir.
-Lo sé – Susurró ella – Pero esta no es una situación militar Alec, esta es tu Pareja, y si es cierto lo que dicen, separarte de ella te debilitará progresivamente. La única forma que se me ocurre de mantener las energías necesarias para seguir buscando es alimentarte.
-No la puedo dejar… - Insistí débilmente.
-No la estás dejando – Dijo ella – Te estás haciendo más fuerte para encontrarla.
Pasaron un par de minutos en los que me debatí conmigo mismo.
-Guía el camino – Dije con voz ahogada.
oooOooo
Terminamos dirigiéndonos a Portland, Oregon, el mayor asentamiento humano del área. Si bien a simple vista la ciudad estaba abandonada, no nos costó rastrear a un pequeño grupo de humanos paramilitares escondidos en el sótano de un edificio.
Nos reconocieron de inmediato, pero antes de que reaccionaran y nos pudieran atacar con bombas molotov, lanzallamas y otras armas de fabricación artesanal, los paralicé con mi don, cerrando sus sentidos para evitarles la agonía. No éramos sádicos ni nos sentíamos con ánimo de cazar.
Simplemente estábamos satisfaciendo nuestra sed.
Después de comer me sentí bastante mejor.
El dolor sordo en mi pecho siguió ahí, creciendo con el paso de las horas, pero al menos me sentía más fuerte físicamente y eso me daba energías para soportarlo de mejor manera.
Nos demoramos como medio día en volver a dar con el rastro de mi chica retomando la búsqueda en el lugar donde la dejamos, pero sólo encontramos rutas que nos hacían caminar en círculos. Instintivamente mi chica sabía cómo hacer para despistarnos…
Pasamos varios días más peinando cada centímetro del bosque alrededor del cual percibimos su último rastro, y por fin debimos admitir lo inimaginable: La habíamos perdido.
Me sentía enfermo como no lo había estado desde mi vida humana. Dolor, nauseas, calambres… Cada vez peor.
Pero al ser un vampiro mi resistencia es enorme, y cuando pensaba que ya no podía más el dolor aumentaba y comprendía que mi aguante era potencialmente ilimitado.
-Alec… - Dijo Jane dirigiéndome la palabra por primera vez en días… No teníamos nada qué decir…
No le respondí.
-Alec – Insistió.
No respondí. Me sentía morir y aunque la razón me decía que Jane estaba haciendo lo posible por ayudarme, parte de mí la culpaba por la pérdida de mi chica… Porque ella me había obligado a detenernos para alimentarnos.
-Alec mírame! – Exclamó frustrada – Sé que estás enojado conmigo, y lo entiendo, pero al menos desquítate si quieres hacerlo… No te quedes así, con todo guardado en tu interior…
-Qué mierda quieres que te diga Jane? – Grité volviéndome hacia ella violentamente. Una reacción desproporcionada e injusta que la hizo retroceder ahogando un chillido de sorpresa.
-Lo siento, está bien? – Dijo ella con veneno en los ojos, la voz temblorosa y facciones torcidas en una máscara de pura angustia – Lo siento! Creí que estaba haciendo lo mejor… No creí que pudiéramos perderla de esta forma… Lo siento Alec… Yo… - A esas alturas lloraba desconsolada – Yo daría todo por evitarte este sufrimiento… Perdóname… Por favor…
-Janey… - Suspiré sintiendo mi rencor desvaneciéndose con cada una de sus palabras – Janey sé que no es tu culpa… Cómo podría serlo? Tú estabas cuidando de mí, nada más…
-Aun así, es mi culpa… - Insistió – No debí..
-No… No lo es – Dije pasando mi brazo por sobre sus delgados hombros, y una vez más me maravilló lo diferentes que somos, a pesar de ser gemelos. Su cabello rubio y el mío castaño, ella baja y delgada, yo alto y con una musculatura bien definida… Por no hablar de nuestros dones, opuestos absolutos.
Y aun así, éramos totalmente complementarios, siempre partes de un todo, un equipo…
No, Janey no se merecía mi ira o mi frustración…
-Alec, yo… creo que sería buena idea ir a reunirnos con Félix y Heidi… Necesitamos ayuda – Dijo ella titubeante.
-Y dejarla…? – Pregunté sintiendo otra dolorosa puntada en el pecho.
-No, para buscarla – Dijo firmemente – Nunca vamos a parar de buscarla.
-Pero la misión… - Dije por decir. Sabía que para mí ya no existía otra misión más que encontrar a mi chica, que probablemente se encontraba sufriendo tanto como yo, pero sin ni siquiera saber la razón.
-Esta es nuestra misión – Dijo ella – Si es necesario nos separaremos de los demás y dejaremos que Félix se haga cargo de la regencia mientras sea necesario, pero tú y yo no vamos a parar.
-Gracias Janey… Y perdóname, no quise atacarte… - Le dije besando su coronilla.
-Prefiero que me grites a que te aísles… Tú siempre puedes acudir a mí, lo sabes? Aunque sea para descargarte – Dijo con una sonrisa.
-De todos modos… No lo mereces – Argumenté.
-Vamos – Dijo echando a correr – Vamos a Reno.
Con un suspiro que pretendía inútilmente captar algo de la esencia de mi chica, la seguí.
oooOooo
No fue difícil encontrar a Félix y Heidi una vez que cruzamos los límites de la ciudad. Félix había marcado con su esencia cada rincón como una advertencia a otros vampiros, declarando que ese territorio había sido reclamado… Y el aroma de su esencia se concentraba aún más en el sector de los casinos.
Pasamos el arco luminoso que declaraba "Reno, la mayor ciudad pequeña del mundo" y seguimos caminando hasta que llegaos al "National Automobile Museum", el quinto museo automovilístico más grande de los Estados Unidos. No me extrañó que Félix hubiera hecho de este lugar su centro de operaciones, ya que él era un fanático de la mecánica, por lo que habían sido enormemente frustrantes para él los racionamientos de combustible que le impedían conducir sus varios autos clásicos.
-Alec? Jane! – Exclamó Heidi saliendo de entre una de las exhibiciones, arreglándose la ropa.
-Hola Heidi – Dijo Jane. Yo no quería hablar, así es que simplemente le hice una seña – Félix?
-Ya viene! – Dijo acelerada. Seguro que el bastardo se estaba abrochando los pantalones.
-Alec! Jane! – Dijo Félix apareciendo completamente vestido pero con el cabello desordenado – Cómo les fue? Dónde está tu chica? – Preguntó mirando para todos lados, como esperando verla aparecer en cualquier momento.
-No la encontramos – Dijo Jane suavemente – Se nos escapó.
-Oh…! – Dijo Heidi llevándose las manos a la boca, horrorizada, sabiendo las consecuencias de este hecho.
-Mierda! – Exclamó Félix.
-Vinimos a reagruparnos antes de continuar la búsqueda – Dijo Jane antes de que nadie pudiera seguir compadeciéndome – Tienen la alternativa de seguir buscando a la chica con nosotros o de hacerse cargo de la regencia hasta que regresemos.
Heidi miró a Félix y luego a mí.
-Cuenten conmigo – Dijo.
-Y conmigo – Dijo Félix – Mientras más seamos más rápido la encontraremos, además yo soy un soldado, no un político, no me interesa la parte administrativa.
-Gracias – Musité.
-Qué pasó con el tipo que atacó a la chica? – Preguntó Jane.
Félix y Heidi se miraron y algo terrible cruzó entre ellos… Algo como un mal augurio…
-Escapó – Admitió Félix avergonzado.
Jane se giró violentamente hacia mí cerrando los ojos con fuerza y apoyando la frente contra mi pecho. Estaba tratando de controlarse para no freír a Félix. Yo la entendí, quería hacer lo mismo, pero necesitaba conocer las circunstancias.
-Qué pasó? – Pregunté tratando de tranquilizarme. No los mataría antes de saber lo sucedido.
-Nada… - Dijo Heidi muerta de susto – Cuando llegamos a la biblioteca él ya no estaba ahí…
-Cómo puede haber huido? – Preguntó Jane – Estaba desmembrado!
-Había dos esencias más junto a los restos de veneno que quedaron en el lugar donde lo dejamos… - Dijo Félix.
-Lo rescataron – Dijo Jane frunciendo el ceño.
-Su clan… - Concluí.
-Probablemente… Cuando lo estábamos interrogando admitió que viajaba con otros vampiros y que tenía una especie de novia… - Dijo Félix.
-Saben lo que significa, verdad? – Pregunté mirándolos atentamente uno a uno.
-Vendetta – Dijo Félix en italiano.
-Nos estarán buscando – Dijo Heidi.
-Guerra – Resumió Jane.
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Y así fue la historia de Alec…

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