Hola, lamento la demora, ustedes creen que las tengo abandonadas, pero no ha sido a propósito, es que he estado muy ocupada con mi trabajo y debo confesar que he estado leyendo fics, algo que casi nunca hago porque dedico casi todo mi tiempo libre a escribir para ustedes!
Sé que me perdonarán porque ustedes lectoras tienen la misma debilidad que yo: La búsqueda de buenas historias.
En fin, aquí está: Alec.
Que disfruten!
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Capítulo 6
All of my life
Where have you been
I wonder if I'll ever see you again
And if that day comes
I know we could win
I wonder if I'll ever see you again
A sacred gift of heaven
For better worse wherever
And I would never let somebody break you down.
Until you cried... Never
Again / Lenny Kravitz
ALEC POV
Salir de Reno era la decisión más obvia, pero no la más sencilla. Por qué? Sencillamente porque yo difícilmente estaba en condiciones de moverme.
Enfermo, nauseoso y adolorido, me sentía peor de lo que pudiera recordar desde mi vida humana. Si hubiera habido caballos a disposición y éstos no me temieran como el predador que soy, habrían sido una buena alternativa a los vehículos a combustión, porque francamente ya me costaba caminar erguido.
Jane me obligó a comer otra vez, pero el alivio fue momentáneo e insignificante. Mi pecho se sentía como si en cualquier momento se fuera a abrir dejando escapar a mi corazón, y lo que al principio de mi separación con mi chica fue un tirón, algo así como una especie de “sugerencia”, se había transformado en una demanda, un ultimátum: O seguía mis instintos o moriría en agonía.
Los demás me dejaron tranquilo de momento, recostado miserablemente en el suelo alfombrado de una oficina administrativa, pequeña y sin ventanas. Sabían que yo no sería de ninguna ayuda estratégica, por lo que se preocuparon de mantenerme alimentado y abrigado, porque oh sí! Por primera vez en mi vida vampírica sentía frío.
Pasada una cantidad de tiempo indeterminada que pueden haber sido días u horas, Jane se acercó y obligándome a mirarla me habló lentamente.
-Nos vamos, levántate.
-No la voy a dejar… - Le dije patéticamente – Cuando salga el sol y no haga tanto frío voy a…
-No la vamos a dejar, Alec! No insistas con eso, pareces disco rayado! – Me interrumpió Jane – Además son las dos de la tarde y está soleado afuera, no es la temperatura ambiental lo que te tiene así de afectado – Dijo envolviéndome mejor en mi frazada.
-No quiero que me vean así – Susurré –O nunca más me van a respetar.
-Su respeto no se basa en que no tengas debilidades, sino en tus fortalezas – Me aseguró - Además si llegan a decir algo desubicado los dejo fritos – Dijo un poco más alto, asegurándose de que eso fuera lo único que escucharan los oídos curiosos.
-Cuál es el plan? – Pregunté tratando de sentarme derecho. No lo logré. Al menos no sin ayuda.
-Félix encontró un Tesla Modelo S 70D entre la sección de los autos con buen rendimiento energético – Dijo Jane poniéndome de pié y comenzando a caminar. La seguí – Y encontramos cuatro baterías cargadas casi al cien por ciento, lo que es casi un milagro, porque las baterías se descargan con el tiempo…
-Auto? Quieren moverse en auto? Pero eso nos va a durar cuánto? Las bencineras ya no funcionan, ya no hay petróleo, por muy eficiente que sea el auto, cómo lo vamos a hacer partir? - Dije confundido.
-Es un auto eléctrico, no un híbrido, tontín – Rio Jane – Según los cálculos de Félix cada batería rinde unos cuatrocientos veintisiete kilómetros. Por cuatro baterías son como mil setecientos kilómetros de autonomía. Es verdad que en la mayoría de las ciudades se acabó el combustible, pero aún quedan generadores eléctricos, casi todos los grupos de sobrevivientes se las han arreglado para construir uno solar o eólico, basta con encontrarlos, y cada batería se demora como cuatro horas en cargarse, así es que ahí tienes, la solución a nuestros problemas! – Exclamó satisfecha dándome un empujón con el brazo que me desestabilizó, así de débil estaba.
-Ok, hace sentido, y tiene que ser un Tesla? – Pregunté - Ese es un auto de lujo y probablemente no es el más eficiente, no podemos usar alguno de los más pequeños como un Mitsubishi iMiEV, un Kía Soul, o un Fiat 500e? El BMW i3 se ve bastante bien… – Dije mientras nos acercábamos a la sección de autos ecológicos - Seguro las baterías son más durables – comenté.
-Sí Alec – Susurró Jane – pero Félix quiere el Tesla con todo el corazón, y comparativamente ese auto está bastante bien, así es que por qué no darle en el gusto? Después de todo él y Heidi están arriesgando el pellejo y abandonando la misión para encontrar a tu chica a cambio de nada – Dijo Jane tan bajito que nadie más que yo escucharía. Así era ella, un pequeño ángel que odiaba lo que era pero que evitaba a toda costa que se corriera la voz de que era capaz de gestos de bondad.
-Tienes razón – Admití – Que elija lo que quiera. Además debo admitir que iremos más cómodos en el Tesla que en un auto compacto, sobre todo considerando el tamaño de Félix.
Llegamos a la sección de los autos eléctricos y vimos que Heidi y Félix estaban guardando algunas cosas en la cajuela, incluyendo sus mochilas, la de Jane con el libro de los hermanos Grimm asomándose por una esquina, y la mía.
-Prefieres sentarte adelante o atrás? – Me preguntó Félix.
-Adelante – Dije – Tengo nauseas, si puedes creerlo, y aunque no creo que me maree y vomite, mejor evitarlo.
-Agh…! Si llegas a eso por favor saca la cabeza por la ventana, no quiero que arruines la tapicería – Dijo Félix – Y Heidi, atenta con la cámara para grabar ese momento, un vampiro que vomita por amor no pasa todos los días! Auch! - Se retorció cuando Jane le dio una pequeña descarga, lo suficiente para llamar su atención sin hacerle daño. Janey entrecerró los ojos en advertencia y Félix los entrecerró de vuelta. No supe si el gigante era muy valiente o muy estúpido y de momento no me interesaba.
Y sin más, partimos. El viajar en auto fue la mejor idea del mundo, porque me sentía cada vez peor. No habría sido capaz de caminar erguido, mucho menos correr o rastrear.
Llegamos cerca del último punto en el que percibimos el aroma de mi chica y caminamos lentamente por el bosque hasta dar con el lugar. Una rama rota de un árbol que se interpuso en su camino. La rama aún conservaba dos largos cabellos de ella, los que quité de la rama delicadamente y enredé en mis dedos, para luego guardarlos reverentemente en los pliegues de un trozo de tela limpia.
El aroma era tenue, apenas perceptible, pero estaba ahí… Ella no era un producto de mi imaginación, ésta rama y éstos cabellos eran una prueba tangible de que ella había estado justo donde nosotros estábamos parados.
-Y ahora? – Preguntó Félix, esperando instrucciones como buen soldado.
-No sé – Admitió Jane – El rastro se pierde, Alec y yo lo peinamos por kilómetros a la redonda y nada… Esta chica sabe cómo esconderse. Regresemos al auto – Dijo tristemente, y nos movimos hacia el auto en silencio, sumidos en nuestros pensamientos.
-Tal vez… No, olvídenlo – Dijo Heidi bajando la cabeza, prácticamente enrojeciendo cuando estuvo sentada en el asiento trasero.
-Tal vez qué? – Pregunté.
-Tal vez tú eres la brújula – Dijo. Al ver nuestros rostros confundidos agregó – El dolor en tu pecho comenzó cuando la empezaste a perder, verdad? – Asentí – Bueno, tal vez si te acercas a ella el dolor va a disminuir…
-Qué propones? - Preguntó Jane levantando una ceja. Por alguna razón no le gustaba mucho Heidi, a pesar de que era el ser más inofensivo que podías encontrar en una corte de bestias y guerreros. O tal vez por eso…?
-Elegir una dirección probable y monitorear a Alec. Si empeora, quiere decir que nos estamos alejando, si se siente mejor, es que vamos por buen camino… - Dijo con voz apenas audible. No estaba acostumbrada a que le pidieran la opinión en nada, y a pesar de su belleza era enormemente insegura, sobre todo frente a oficiales de rango mayor. Y Janey era indiscutiblemente la princesa de la corte, si es que existía tal cosa.
-Quieres experimentar con mi hermano? – Preguntó Jane frunciendo el ceño – Como una rata de laboratorio?
Heidi se encogió en su asiento.
-A mí me parece una buena idea – Dije rápidamente para evitar un enfrentamiento – Es mejor eso que dar vueltas inútilmente gastando la batería del auto. Mi chica puede estar en cualquier parte, cualquier plan es bienvenido, y este es hasta razonable…
-Entonces? - Preguntó Félix prendiendo el motor.
-La chica tomó dirección norte – Dijo Jane después de un momento – Primero se movió en dirección este, pero creo que fue para deshacerse de nosotros.
-Pero ella dio un montón de vueltas – Rebatió Félix mirándola por el espejo retrovisor.
-Sí, pero la dirección general era norte. Ella no se desvió, corrió en círculos por horas, y cuando avanzó lo hizo siempre en dirección noroeste – Afirmó Jane.
-Es cierto – Dije pesándolo – Era como si avanzara en línea recta, diera un par de vueltas para confundir su rastro y volviera a retomar su trayectoria. No sé cómo no me di cuenta… - Dije sintiéndome estúpido. Era lógico, si ella se sentía amenazada no correría hacia lo desconocido, sino todo lo contrario, buscaría el confort de lo que le era familiar… Su hogar?
-Partamos de una vez entonces – Dijo Félix – Nos conviene retroceder hasta Sacramento y tomar la West Side Hwy.
-Si la chica está en el norte retroceder hacia el sur sólo va a hacer que Alec se sienta peor – Afirmó Jane moviendo la cabeza.
-La West Side es la manera más directa de recorrer el noroeste – Dijo Félix cruzándose de brazos. Aparte de mí, Félix era el único capaz y dispuesto a enfrentarse a mi hermana ocasionalmente, y creo que ella secretamente lo respetaba por eso.
-Pero no avanzarías! - Insistió Jane – Si sigues por la Interstate Ochenta hasta llegar a Salt Lake City, y luego tomamos la Interstate Ochenta y Cuatro hasta cruzar la Interstate Ochenta y Dos que nos cruzaría con la Interstate Noventa, que nos llevaría a Seattle, y nunca dejaríamos de avanzar! – Vaya! Definitivamente mi hermana se había dedicado a estudiar cuidadosamente el mapa de Norteamérica. Yo apenas podía identificar las ciudades más importantes.
-Pero nos demoraría diez veces más y nos haría atravesar el país en zigzag! – Exclamó él - No podemos desperdiciar la carga energética del auto. Si vamos al norte, avancemos por la Interstate Cinco.
-No! – Jane frunció más el ceño e hizo un puchero que me pareció adorable y me hizo sonreír a pesar de mí mismo. Claro, como para mí no era el preludio a la electrocución…
-Janey, Félix tiene razón – Le dije suavemente – El dolor probablemente va a empeorar por unas horas, pero va a pasar rápido, y si una ruta directa me acerca a mi chica, vale la pena, verdad?
-Pero estás enfermo – Susurró muy despacio, ignorando a los demás.
-Piensa que es como una medicina, mala al principio pero que a la larga me hace sentir bien – Le dije.
-Está bien – Dijo reacomodándose detrás de Félix y claramente enviando todo tipo de amenazas silenciosas a través del espejo retrovisor.
El viaje hasta Sacramento fue… Doloroso. Mi chica definitivamente no estaba en el sur, y el alejarme de ella me estaba matando, pero no dije nada, sino que me encerré en mí mismo. Cerré los ojos, dejé de moverme y de respirar, aferrado a la frazada que me dio Janey.
Pero claro, mi hermana me podía leer perfectamente, y comenzó a patear el asiento del conductor para apurar a Félix.
-Cuánto falta? – Preguntó por decimoquinta vez.
-Poco – Dijo Félix entre dientes.
-Cuánto es poco Félix, pedazo de simio?! Te estoy pidiendo medidas de tiempo y distancia concretas, mi hermano se muere! – Exclamó.
-Qué importa cuánto falta si no hay nada que hacer al respecto? Alec va a aguantar porque es lo único que puede hacer y tú vas a dejar de maltratar mi auto! – Dijo Félix, cabreado girándose a mirarla intensamente, ignorando la carretera.
Jane entrecerró los ojos y Heidi se hizo una bolita en un rincón para salir de la línea de fuego.
-Jane… - Dije apenas.
-Eso es todo? – Preguntó Félix desafiante, volviendo la mirada al camino – No sabes defenderte sin electrocutar a la gente? No tienes argumentos?
Uffff! Félix se estaba ganando una descarga…
-… Janey, no es buena idea electrocutar al chofer de un vehículo en marcha – Opiné débilmente.
Y contra todo pronóstico mi hermana se reacomodó en el asiento y miró a Félix desafiante levantando el mentón, le dijo “Apúrate”, y sin más se concentró en el paisaje.
Heidi respiró llenando completamente los pulmones.
Si no me sorprendí más ante este despliegue, es porque mi agonía tenía precedencia sobre cualquier emoción.
Diez minutos después llegamos a la Interstate Cinco, y poco a poco la presión comenzó a aminorar, lo que no significa que me sintiera bien, pero ya a la altura de Klamath Falls fui capaz de sentarme con la espalda apoyada en mi asiento.
Estábamos en la dirección correcta.
Seguimos por la Interestatal Cinco cruzando Oregon sin parar más que para cargar la batería del auto y continuamos, cada vez más ansiosos. Llegaríamos a Canadá? Lo que fuera necesario…
Avanzamos cruzando la frontera de Washington y poco a poco comencé a sentirme mejor. Mucho mejor. Continuamos así de bien hasta pasada la ciudad de Olimpia, donde comencé a tener leves puntadas en el pecho otra vez.
Primero las ignoré. Íbamos tan bien… No era nada.
Pero pasaron los kilómetros y me sentí peor, hasta que en Tacoma Janey dijo “Basta!”
-Basta qué? - Preguntó Félix disminuyendo la velocidad pero sin detenerse.
-Vamos por el camino equivocado – Adivinó Heidi.
-Alec está enfermo de nuevo, retrocede! – Demandó Jane.
-Nos conviene avanzar hasta Seattle y recargar las baterías del auto – Razonó Félix.
-Si es necesario buscamos algún generador en Olimpia – Dijo Jane – Ahora da la vuelta!
-No abuses de tu buena suerte, Jane – Le advirtió Félix.
-Qué? Crees que me puedes desafiar? – Dijo ella lanzando una carcajada.
-Por supuesto, en una pelea justa no tendrías oportunidad – Dijo él.
-Llevo peleando siglos más que tú – Respondió Jane entrecerrando los ojos.
-Tú no peleas, tú los electrocutas – Corrigió Félix.
Una puntada particularmente dolorosa me hizo doblarme en mi asiento.
-Félix, por favor, Alec está sufriendo… - Dijo Heidi rogando que cediera.
-Sí Félix, escucha a tu novia y date la puta vuelta! – Gritó Jane. Ella rara vez perdía el control, y rara vez maldecía en público.
-Deja de gritar Jane, o te juro… - Dijo Félix.
-Me juras qué? Dime! Qué? – Demandó Janey, desafiante, lista para lanzarse sobre él.
-Alto! – Rugí – Suficiente! Jane, deja de gritar, Félix, date la vuelta, Heidi, ayúdame a reclinar este asiento – Dije. Todos obedecieron en silencio. No muy contentos, pero callados.
En Olimpia nuevamente me sentí un poco mejor.
Félix y Heidi se fueron baterías en mano a buscar un asentamiento humano en el que cargarlas y alimentarse y Jane y yo nos quedamos en el auto. Nos bajamos y Jane extendió un mapa que había sacado del museo sobre el capó, estudiándolo atentamente.
-Mira, estaba pensando que cada vez que nos inclinamos hacia el este comienzas a empeorar, entonces por qué no ir derechamente al oeste a ver qué pasa? – Me dijo trazando las carreteras con los dedos – Mira, desde Olimpia podemos tomar la State Route Ocho, conectamos con la State Hwy Doce, conectamos con la Hwy Ciento Uno y podemos rodear toda la península Olimpica. Si tu chica no está ahí podemos seguir hasta la State Route Ciento Cuatro, tomar la State Route Tres y luego las State Routes Dieciséis y la Ciento sesenta y tres… O a lo mejor seguir con la Ciento Uno… Sí, creo que la Ciento Uno es más directa, o al menos no tan complicada… Como ya no hay ferris hay que darse la vuelta larga, pero así llegaremos a Seattle y entonces podemos decidir nuestros pasos en base a cómo te sientas…
-Gracias Janey – Dije débilmente, volviendo a subir al auto. Cerré los ojos y traté de abstraerme de mi incomodidad pensando en mi chica.
La encontraría, eso no lo dudaba. Era simplemente que la quería encontrar cuanto antes.
Ella estaba sola, asustada, posiblemente hambrienta… Y tal vez a merced de escoria como el bastardo que trató de violarla.
Gracias al cielo ella parecía ser un escudo. No la tomarían por sorpresa.
oooOooo
Unas horas después regresaron Félix y Heidi y fue nuestro turno de ir a comer. Lo hicimos por turnos porque un auto funcionando valía su peso en oro y debíamos protegerlo.Caminamos lentamente y en silencio. Yo apretando los puños por el dolor y Jane porque estaba cabreada.
-Janey, qué tienes? – Pregunté en un jadeo.
-Nada! – Me ladró.
-Janey… Tú no me mientes, dime, qué tienes? – Le dije suavemente, preocupado.
-Nada, no es nada, no deberíamos preocuparnos de mis tonterías cuando tú estás tan enfermo – Dijo más triste que enojada.
-Tu siempre eres importante, dime – Le dije abrazando sus delgados hombros.
-Es solo que… Solo… Odio a Heidi! La odio! – Exclamó apretando los puños aún más y pateando el suelo.
-La odias? Por qué? Quién podría odiarla? Es una cosita insignificante que apenas habla… Ignórala – Le dije encogiendo mis hombros, divertido con su pataleta.
-Nadie la puede odiar, ya lo sé. Todos la desean, no amenaza a nadie, es una damisela en apuros… - Dijo amargamente.
-Es acerca de tu don? – Pregunté muy bajito – Es acerca de los demás temiéndote?
-No Alec, no “los demás”! - Exclamó mirándome con los ojos brillantes y una vulnerabilidad y una pena infinitas.
-No los demás… Entonces sólo uno? – Pregunté temiéndome lo que venía – Solo… Félix?
Ella bajó la vista y no respondió.
-Janey, no sé si Félix es la persona para ti… - Le dije suavemente.
-O más bien yo no soy la persona para él! No soy la persona para nadie! – Exclamó gesticulando frustrada.
-No es eso…! - Dije.
-Claro que es eso – Me interrumpió - Félix necesita a una chica preciosa que le diga que sí a todo! – Gritó – Y yo estoy estancada en este cuerpo de adolescente y tengo este mal genio de mierda que me hace querer discutirle por todo, y no podemos ser ni siquiera amigos porque la mitad del tiempo lo odio, y cada vez que lo veo regresar despeinado y con esa idiota del brazo arreglándose la falda me dan ganas de torturarlos a ambos!
-Jan… Wow… Janey, lo siento, no sabía! Desde cuando sucede esto? – Pregunté incrédulo ante lo que escuchaba.
-Mucho más de lo que quiero confesar – Musitó.
-Cómo no me di cuenta? – Me pregunté – Yo asumí que tú y yo nos decíamos todo… Cómo no presté atención? Si lo hubiera hecho me habría negado a traerlo, o al menos a traer a Heidi…
-No te diste cuenta porque lo tenía escondido, no estoy orgullosa de esto, sabes? Es lo más humillante que me ha pasado, verlo día tras día con ella o con cualquier otra como ella, son todas intercambiables, siempre hermosas, siempre sensuales y siempre idiotas… - Suspiró - Él nunca me mirará como otra cosa que como una pequeña bruja torturadora, un arma o una molestia. No me ve como a una mujer… Nadie me ve como una mujer…
-Eso no es verdad, tú has tenido admiradores – Le dije.
-Phhhh! Un montón de viejos pedófilos atraídos por mi cuerpo de niña – Dijo asqueada – Al menos tú tuviste la suerte de desarrollarte antes, y si bien te ves joven no pareces un niño…
Internamente yo también di gracias por eso, pero obviamente no dije nada.
-Janey, si quieres nos separaremos de Félix y Heidi, podemos dividirnos Norteamérica en dos y mandarlos a reinar en México o algo… - Ofrecí.
-No Alec! No…! – Dijo de inmediato - Esta misión es lo más cerca que voy a llegar a estar de él. Juntos todos los días y a todas horas… Duele, pero es mejor que cuando no está… - Susurró.
-Janey… Disculpa si te pregunto… Pero por qué Félix? Entre tantos hombres por qué él?
-Por qué? – Suspiró – Te puedo dar la respuesta obvia, que es porque es guapo y fuerte como los príncipes de mis cuentos, o la respuesta políticamente correcta, que es porque es amable, generoso y honesto… O simplemente la verdad… Porque no me teme. Es valiente y genuinamente me desafía sin temor. Lo he electrocutado un par de veces, sólo para probarlo, y él siempre se pone de pié como diciendo “Es eso todo lo que tienes?” Lo quiero Alec… Lo quiero y lo odio y me odio por no dejarlo ir.
-Lo siento Janey… - Murmuré avergonzado.
-Por qué? – Preguntó.
-Por dejarte sufrir a solas. Debí compartir la carga contigo… - Respondí.
-No te culpes, yo no lo permití – Dijo – Era mi secreto y no lo quise compartir.
-Me siento culpable de hacer toda esta parafernalia para encontrar a mi chica cuando tú has sufrido por tanto tiempo sin quejarte jamás – Confesé.
-Estamos buscando a tu Pareja – Dijo ella con una mueca que pretendió ser una sonrisa – Félix no es mi Pareja, es solo el cretino del que me enamoré.
oooOooo
Al volver al auto Heidi estaba sentada en la vereda mientras Félix pasaba un paño por sobre el capó. Félix realmente amaba poder volver a conducir.Jane se acercó ignorándolos a ambos y sacó su mapa de la guantera y lo extendió en el capó recién abrillantado, asumo que para cabrear a Félix, que apretó los labios pero no dijo nada. Él elegía sus batallas.
Jane le explicó la nueva ruta por la Ciento Uno, y él estuvo de acuerdo, calculando que alcanzara la energía para llegar a Seattle de ser necesario. Alcanzaba, apenas.
Partimos hacia el oeste y la presión en mi pecho se fue aliviando un poco. No desapareció por completo, pero respiré más profundo. En Aberdeen doblamos hacia el norte, pasamos Amanda Park y volvimos a doblar hacia el oeste hasta llegar al Océano Pacífico para nuevamente doblar hacia el norte.
Y a partir de entonces mi estado de salud cambió radicalmente. Pasamos Rubi Beach y mi ansiedad fue en aumento. Al recuperar mi bienestar comenzaron mis otras preocupaciones… Cómo abordarla? Qué decir?
Según el mapa de Jane más al norte no había nada salvo un diminuto pueblo llamado Forks. Uno de esos típicos lugares que se transformaron en pueblos fantasma una semana después de la Gran Revelación.
Ya que era el único asentamiento en varios kilómetros, decidimos detenernos e investigar.
De inmediato pudimos oler el trazo de la esencia de varios vampiros… Un clan? Podía estar mi chica con ellos? Atrapada por ellos?
Volvimos al auto y mantuvimos las ventanas abiertas, siguiendo muy despacio la ruta más cargada del aroma vampírico. Se movían a pie y había rastros frescos…
Nos desviamos de la carretera para ingresar a un camino de tierra, lo que no le gustó nada a Félix. Pero el camino estaba en buenas condiciones así es que a los pocos minutos dejó de refunfuñar.
Y al final del camino, una enorme casa blanca, perfectamente bien mantenida. Sí, esto era obra de vampiros.
Y por si hubiera dudas, un puñado de vampiros nos esperaba en la escalinata que llevaba a la puerta.
Nos bajamos del auto con toda la parsimonia de los nuevos regentes, aunque tratando de no ser abiertamente agresivos, pero antes de dar un solo paso la olí. Ella estaba ahí!
Frenético miré nuevamente al grupo de vampiros. No era ninguno de ellos. Pero su esencia flotaba en el aire! Lo sentía. Lo saboreaba!
El hombre que supuse era el líder comenzó a hablar pero simplemente no le pude prestar atención… Que Jane se hiciera cargo de la política.
Dónde estás?
Dónde?
Dónde?
Sentí una rama crujir y romperse detrás de mí.
Me giré, y antes de que yo pudiera actuar, un grito de agonía y un chico de mi edad física cayendo de rodillas.
-Jane! Nooooo!
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Qué tal? Bien? Mal? Y Jane con Félix? Se lo esperaban?
No olviden comentar,
Abrazos!
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