sábado, 11 de julio de 2015

Apocalipsis 8

No chicas, no he abandonado la escritura ni ninguna de mis tres historias, es sólo que no he estado tan bien, pero don't worry, que seguiremos adelante. En fin, ojalá les guste.
Todo mi cariño
A.
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Capítulo 8

Look into my eyes – you will see
What you mean to me.
Search your heart, search your soul
And when you find me there you'll search no more.
Don't tell me it's not worth tryin' for.
You can't tell me it's not worth dyin' for.
You know it's true:
Everything I do, I do it for you.
(Everything I do) I do it for you / Bryan Adams

ALEC POV
Ella lloraba.
Ella lloraba desconsolada, y en brazos de otro.
La escena parecía surrealista de tan errada que era.
Mis poderes no funcionaban.
Los de Janey tampoco.
Pero los de ellos sí. Podía sentir el peso de una poderosa manipulación emocional que me hacía sentir súbitamente aterrado de todo y de todos…

Pero afortunadamente había una emoción inamovible y predominante en mí, algo más grande que todo lo demás, y que era el apego hacia mi chica. Yo sabía que esos sentimientos prefabricados que me inyectaron no eran míos, y luché contra ellos, ya que tenía emociones más fuertes y violentas que ocupaban mi mente y mi cuerpo.
Mi chica los protegía.
Mi chica tenía el don más poderoso que hubiera visto jamás y ella decidía usarlo para defenderse de mí!
Para defenderlos a ellos.
Esto era una mierda…
-Jasper ya es suficiente! – Escuché ordenar a Carlisle sin dejar de ver a mi chica, a mi Isabella en brazos de ese grandísimo hijo de puta.
Edward.
El terror disminuyó y escuché suspiros de alivio. Heidi lloraba calladamente, pero Jane y Félix habían soportado el castigo de manera estoica, como los soldados de elite que son.
-Alec, me imagino que podemos conversar con más calma – Dijo Carlisle tratando de desviar mi atención. Pero yo no podía dejar de mirarla aunque quisiera… Era tan, tan hermosa… Y al pensar en todo lo que había sufrido por mi culpa me hizo querer que Janey me diera una buena descarga para castigarme por mi negligencia. Esto no debió suceder así… Mi chica debía estar conmigo desde el principio, no abrazada a ese bastardo y luchando con sus instintos por miedo a mí, la persona que más la ama en el mundo.
-Bien – Dije forzándome a actuar de manera civilizada, principalmente para no perturbarla – Tú guía el camino.
Los Cullen entraron a la casa y los últimos en entrar fueron Edward e Isabella, y cuando lo hicieron él caminó pegándola a su cuerpo con la mano en su cintura, y ella descansó su cabeza en su hombro.
Apreté los dientes hasta hacerlos crujir. Ahora ella olería a ese imbécil… Todos mis instintos me exigían tomarla por la fuerza y bañarla y restregarla en el río hasta que su piel no guardara ninguna fragancia salvo la propia. Luego me desnudaría y me frotaría en ella para marcarla con mi esencia. No sería un acto sexual, o al menos no en un principio, sería sólo una declaración, una advertencia, un acto de posesión… Mía, ella era mía…
Pero había muchas razones que me lo impedían, la principal es que ella me temía y prácticamente había sido violada antes de ser convertida, por lo que cualquier gesto que se pudiera interpretar como violento dañaría nuestra relación irremediablemente.
No, debía serenarme y tener paciencia.
Debía darle la oportunidad de conocerme.
oooOooo
Entramos a un gran living decorado en tonos de blanco y beige, lo que resultaba elegante y sofisticado en teoría, pero era muy poco favorecedor para seres tan pálidos como nosotros los vampiros. Era como si nos fundiéramos con las paredes y los muebles, y la ropa oscura de los Volturi era solo otra prueba de cuanto desentonábamos en ese lugar.
Los Cullen se ubicaron en los sillones en movimientos tan automáticos y humanos que parecían coreografiados, cada pareja unida, excepto por Isabella y Edward… Ellos siguieron de largo por el pasillo, subieron la escalera y no entraron al living.
-Hey! – Exclamé tratando de que no se filtrara la furia que sentía en mi voz – Dónde te la llevas?
-Vamos a mi habitación – Dijo Edward con una sonrisa socarrona, mirándome sobre su hombro. Yo traté de atacarlo con mi poder y nada sucedió.
Ella aún lo protegía, sin siquiera mirarme.
La sonrisa de Edward se ensanchó aún más.
-Isabella y Edward se reunirán con nosotros de inmediato – Aseguró Carlisle conciliador, mirando atentamente a su “hijo”, y luego con un tono de advertencia dijo – No es así Edward?
-Así es Carlisle – Dijo Edward frunciendo el ceño.
Mi hermana y yo nos sentamos en el sillón que  nos ofrecieron y Félix y Heidi se mantuvieron de pie detrás de nosotros, como correspondía a su rango.
Sólo Esme, la esposa de Carlisle, trató de iniciar conversación con temas triviales, pero no recibió más que monosílabos en respuesta. Nadie estaba de humor de discutir el clima o los últimos chismes de palacio…
Finalmente apareció Isabella con Edward, quien apoyaba su mano izquierda en la espalda baja de mi chica y lucía una mirada desafiante… El cretino sabía que estaba protegido de mi don, y que aún si lograba hacerle daño en una pelea cuerpo a cuerpo, eso sólo jugaría en mi contra.
Edward dirigió a Isabella al único sillón que quedaba, que era una poltrona de un cuerpo, sentó a Isabella y se sentó en uno de los brazos, apoyándose en el respaldo de modo que aunque no la tocaba estaba casi abrazado a mi chica.
-Estás lista Isabella? – Preguntó Carlisle.
Ella levantó la mirada hacia él y asintió.
-Veo que trajiste tu pizarra – Comentó señalando un pequeño rectángulo blanco que mi chica abrazaba a ella.
Nuevamente ella asintió.
-Cómo es que no puede hablar? – Preguntó Jane yendo al grano. Yo me preguntaba lo mismo.
-Es difícil saberlo – Dijo Carlisle moviendo la cabeza – La verdad es que no sé de nada que el veneno no pueda curar durante la transformación, pero tampoco he tenido la posibilidad de examinarla, ya que no permite que nadie más que Edward la toque…
Como para confirmar esa afirmación, Edward apoyó su mano en el hombro de mi chica y enredó un dedo en uno de sus largos mechones de cabello. Ella lo ignoró, como si ese toque fuera intrascendente, como si estuviera acostumbrada a él.
A él, no a mí… Tal vez nunca a mí.
Edward asintió mirándome a los ojos. Bastardo fastidioso! Su don era una jodida molestia, ya que no tenía cómo argumentar ni como censurar mis pensamientos.
-Ella sufrió un severo trauma antes de ser convertida… - Dijo Jane frunciendo el ceño – Puedo…? – Preguntó a Isabella. Ella asintió pero sus ojos volvieron a brillar y se abrazó a sí misma luciendo enormemente vulnerable.
Y no pude hacer nada más que mirar como Edward besaba su cabello y murmuraba palabras para que fuera fuerte, asegurándole que estaba segura con él.
-Qué sucedió? – Preguntó Emmett – Por qué no puede hablar?
-La encontramos en Phoenix – Explicó mi hermana – Estábamos rastreando a un vampiro para evaluar su fidelidad con los Volturi y cuando lo encontramos vimos que él estaba acechando a una chica. La vimos en la calle pasar de largo por tiendas de provisiones y herramientas y dirigirse a la biblioteca pública… Y Alec se prendó de ella.
No queríamos asustarla, y queríamos saber qué buscaba en la biblioteca que fuera más valioso que la comida, y ese fue nuestro error. El otro vampiro atacó antes de que pudiéramos llegar a salvarla…
-Y eso qué tiene que ver con que no hable? – Preguntó Jasper – A todos nos atacó un vampiro de una u otra manera siendo humanos, no?
Isabella rompió a llorar, sacudiendo sus delgados hombros y cubriéndose el rostro como si estuviera avergonzada, como si ella hubiera hecho algo para avergonzarse.
-Este vampiro no la atacó para beber de ella – Dijo Jane furiosa al recordar. Yo apreté los puños y la mandíbula, y Edward gruñó lívido de rabia, tanto así que Isabella saltó del sillón y se acurrucó contra el muro.
-Tranquila amor, lo siento – Dijo el desgraciado acercándose a ella. Por lo visto no se había ganado toda su confianza, solo un poco -  Lo siento, no pretendía asustarte, ven conmigo… - Dijo llegando a ella y le tendió una mano, sin invadir su espacio. Ella se demoró unos segundos antes de levantar su mirada y unos más en aceptar la mano extendida de Edward, pero finalmente se puso de pie y juntos regresaron a su sillón. Él le devolvió la pizarra que había caído al suelo y le dijo – Lo siento, no estoy enojado contigo, nunca contigo… Es sólo que no puedo contenerme al pensar en que alguien te haya hecho daño.
Miré a nuestro alrededor y Carlisle abrazaba a Esme como reconfortándola, Jasper tenía a la pequeña pitonisa sentada en su regazo, y Emmett consolaba a Rosalie, que lloraba hasta con hipo como si a la que atacaron fuera a ella…
Raro que pudiera solidarizar de esa manera, ya que tenía la impresión de que no le gustaba Isabella para nada…
-Puedo continuar? – Preguntó Jane cabreada, levantando una ceja.
Todos asintieron.
-Sin entrar en detalles, basta decir que el bastardo estaba abusando de ella… – Dijo y fue interrumpida por una nueva oleada de gruñidos - …Cuando llegamos a ella y al verse descubierto, él le destrozó la tráquea con un puño, haciéndola ahogarse hasta la muerte mientras él nos enfrentaba. No tuvimos opción más que convertirla… Ella es la Pareja de Alec, y si no era mordida en ese instante sólo prolongaríamos su agonía hasta morir…
Ante la palabra “Pareja” Isabella levantó la vista hacia mí, mirándome ya sin miedo sino con miles de preguntas.
“Pareja?” – Escribió en su pizarra.
-Sí, Alec es tu Pareja – Dijo Jane mucho más dulcemente al dirigirse a ella.
-Eso es absurdo! – Exclamó Edward – Si fuera tu Pareja no habría huido de ti.
-Ella despertó desorientada y con un enorme trauma – Dije mirándola a ella… Sólo a ella – Fue nuestro error no moverla del lugar en el que la mordieron, junto a un ventanal, ya que ella al despertar y vernos se sintió amenazada y nos noqueó con su poder. Para cuando nos recuperamos lo suficiente para seguirla ella ya se había distanciado un buen trecho y no nos quedó más que rastrearla.
-Bueno, eso es comprensible… – Dijo Carlisle asintiendo, sumido en cavilaciones – A veces pasa con los neófitos…
-Eso no prueba nada – Dijo Edward – No prueba nada más que el hecho de que eres su creador, y de que no fuiste capaz de cuidarla como ella lo necesitaba.
-Sabes perfectamente que lo que digo es cierto – Dije entrecerrando los ojos, deseando de todo corazón que al terminar esta odisea Jane lo dejara frito de una descarga. Eso le quitó esa sonrisa fastidiosa del rostro.
Isabella apuntó a su pizarra, subrayando varias veces la única palabra escrita en ella.
“Pareja?”
-Alma gemela – Dijo Jane – Alec te reconoció de inmediato, y se supone que tú lo reconocerías a él, pero luchaste contra tus instintos, el miedo le ganó al apego y huiste antes de que te pudiéramos decir nada…
Isabella miró a su alrededor a ver si alguien nos desmentía pero hasta Edward se quedó callado. Quien sabe qué amenazas le tenían prometidas Félix y Jane en sus mentes.
“Duele…” – Escribió ella, y se tocó vagamente el pecho.
-Sí – Confirmé con voz ronca – Dolía todo cada vez más a medida que aumentaba el tiempo y la distancia…
Ella asintió.
-Por primera vez desde que era humano sentí náuseas y frío – Agregué.
Ella asintió otra vez y por primera vez me fijé en lo abrigada que estaba.
-Pero hoy al tocarte… - No supe encontrar las palabras.
“Se parchó lo que estaba roto” – Escribió ella con letra más pequeña, como un susurro,  mirándome tímidamente a través de sus pestañas – “Ya no dolió más”.
-Exactamente – Suspiré aliviado. Ella entendía! Realmente entendía!
“Pero eres un asesino…” – Escribió en mayúsculas, y me mostró la pizarra tristemente.
-Todos lo somos – Dijo Félix encogiéndose de hombros. El muy idiota.
“Yo no!” – Escribió ella furiosamente – “Prefiero morirme de hambre antes de matar a una persona”
Jane y yo nos miramos preocupados. Habíamos oído hablar de un par de clanes de vampiros vegetarianos, pero eran más una anécdota que un estilo de vida. Nunca antes nos habíamos cuestionado lo que éramos, y ahora me veía en la encrucijada de replanteármelo todo por esta niña que me miraba desafiante desde el otro lado de la sala.
-Es exactamente lo que estaba haciendo – Dijo Edward como hablando desde el podio de superioridad moral que le daba el ser “vegetariano” – Bella no va a matar para sobrevivir, ella misma fue una sobreviviente hasta hace poco y odia en lo que la convertiste.
-No es como si hubiera tenido alternativa! – Exclamé – Ella se estaba muriendo!
“Dejen de hablar como si yo no estuviera aquí!” – Escribió ella – “A mí nadie me dio una opción. Yo habría preferido morirme de una vez”
-No… - Dije negando con la cabeza – Es que no entiendes… No puedo… Es imposible verte sufrir y no tratar de ayudarte, verte al borde de la muerte y no tratar de salvarte… Eres… Cómo hacerte entender? Te vi y cambié, y ahora lo eres todo… - Dije tremendamente frustrado por no encontrar las palabras adecuadas, esas palabras mágicas que la convencieran.
“No voy a matar humanos y no quiero nada que ver con asesinos…” – Escribió ella subrayando la palabra asesinos – “Aunque me muera de dolor”.
-Eso es como pedirle a los perros que no quieran comerse a los gatos – Dijo Félix. Jane rodó los ojos y le dio una pequeña descarga, sólo para recordarle que se callara la boca.
“Hay perros y gatos que son amigos” – Escribió ella de inmediato – “Había montones de videos en YouTube… Cuando había internet…”
-Isabella… Podemos hablar tú y yo a solas? – Pregunté ignorando a Edward deliberadamente. Que se fuera acostumbrando a quedarse atrás.
-Por supuesto que no! – Dijo Edward poniéndose de pie.
Ella lo ignoró y me miró largamente.
“No me vas a hacer daño?” – Escribió.
-Jamás – Prometí – No podría, aunque quisiera. Eres mi Pareja y por ahora mi único instinto es protegerte.
Ya más adelante aparecerían otros…
“Está bien… Vamos” – Escribió y se puso de pie. Antes de salir de la habitación le hizo una seña de despedida a todos en general.
-Adónde te la vas a llevar? – Preguntó Edward.
-Adonde ella me quiera llevar a mí – Le dije siguiendo la silueta de mi chica.
oooOooo
En cuanto hubimos salido de la casa ella echó a correr. Era pequeña, rápida y ágil, y se perdía entre los árboles para volver a aparecer cuando yo estaba a punto de perder la calma.
Corrimos un largo rato sin rumbo aparente hasta que ella pareció tener una idea y emprendió rumbo al sureste. Pocos minutos después estábamos junto a un riachuelo.
Al llegar a la orilla ella se sentó en la hierba y me señaló que hiciera lo mismo.
Por supuesto, obedecí.
“Por aquí fue donde me encontró Edward” – Escribió en su pizarra – “Fue horrible”
-Traté de encontrarte – Le dije frustrado. Nunca encontraría palabras suficientes para pedir su perdón – Pero mientras más te alejabas más me debilitaba. Casi perdí la esperanza, no tenía fuerzas ni para caminar, y así era muy difícil buscarte.
“Cómo me encontraste?” – Preguntó.
-Dimos muchas vueltas hasta que finalmente emprendimos rumbo hacia la dirección que hacía que mi pecho doliera menos – Expliqué – Tú también lo sientes, verdad? El alivio?
Ella asintió.
-Físicamente me siento más fuerte que nunca – Continué – Pero te necesito… Isabella yo… Te quiero – Dije sintiendo extrañas e insuficientes esas palabras que nunca pronuncié para nadie más que para mi hermana, en raras ocasiones y en un contexto totalmente distinto.
“No me conoces” – Escribió ella.
-Te quiero conocer – Le dije buscando su mirada – Tengo toda la eternidad para conocerte, sólo falta que tú quieras conocerme a mí.
“Yo quiero, pero… Pero tú eres malo…” – Escribió ella mordiéndose el labio.
-No soy malo, soy un vampiro Isabella… No soy bueno o malo, solo soy lo que soy… - Le dije honestamente.
“No puedo amar a alguien que mata humanos… Alguien que cualquier día puede matar a mi familia, que quizás ya se comió a mis amigos”
-Tú de verdad culpas al lobo por comerse un conejo? – Le pregunté. Ella negó con la cabeza como a pesar de sí misma – No, no lo culpas porque está en su naturaleza, él simplemente está más alto en la pirámide alimenticia. Eso no significa que el lobo quiera matar, o que sea un sádico, sólo lo hace para nutrirse. Tú como humana comías carne?
Ella asintió con la mirada perdida en el agua corriente.
-Las vacas y los pollos tal vez pensaban que tú eras una psicópata – Dije encogiéndome de hombros, y ella a pesar de sí misma, sonrió.
Mi primera sonrisa, sólo para mí.
“Está bien” – Escribió – “Háblame de ti”
-Qué quieres saber? – Pregunté tratando de contener mi entusiasmo.
“Todo” – Escribió ella simplemente.
-Todo… - Repetí – Bueno, primero que nada ya conoces a mi hermana Jane – Le dije y ella asintió – Nos convirtieron hace mucho, mucho tiempo, cuando teníamos unos dieciséis o diecisiete años de edad. No estamos seguros, porque mi familia era pobre e ignorante y teníamos cosas más importantes que hacer que preocuparnos de marcar los días en un calendario… De eso se ocupaban los monjes, que eran la única gente culta de los alrededores – Agregué.
“+ Hermanos?” – Escribió ella.
-Sí, Jane y yo fuimos hijos de la primera esposa de mi padre, que murió cuando nosotros nacimos – Dije recorriendo caminos casi olvidados de mi memoria – Y mi padre se casó casi de inmediato con nuestra madrastra, ya que no sabía qué hacer con dos recién nacidos. Con ella tuvo cuatro hijos más.
“Fue buena con ustedes?” – Escribió ella reacomodándose para poder verme a la cara con más comodidad.
-No fue mala, no realmente… Estaba siempre cansada, y eso la ponía de mal genio. Envejeció muy rápido y su belleza se marchitó, ya que en ese tiempo no había ninguna de las comodidades modernas. No hablemos de electrodomésticos, hablo de cosas simples, como agua limpia. Muchos morían de cólera y otras enfermedades fácilmente prevenibles.
“Lo que describes suena como el principio de la Edad Media… Jane y tú deberían haber estado casados para entonces” – Dijo ella demostrando lo observadora que era. Yo asentí.
-Mi padre murió cuando yo tenía unos catorce o quince años y quedé como el hombre de la casa, a cargo de mi madrastra y mis cinco hermanos. Una esposa para mí habría sido una molestia, una persona más que alimentar… - Expliqué - Tradicionalmente Jane habría sido obligada a casarse con el hijo de alguna familia vecina a cambio de una pequeña dote, pero no pude hacerlo… Ella y yo siempre hemos estado juntos, siempre iguales, y ella ni siquiera se había terminado de desarrollar como una mujer, aún parecía una niña... Me dije a mí mismo que podía aplazar lo inevitable una temporada más, a pesar de la insistencia de mi madrastra de que nos vendría bien la dote y una boca menos que alimentar.
“Qué pasó entonces?” – Preguntó mi chica.
-Una buena oferta se presentó. Uno de los hombres más ricos de la zona, recientemente viudo por tercera vez, se había fijado en Janey cuando ella estaba en el mercado del pueblo con mi madrastra y demás hermanos vendiendo nuestros vegetales. Me hizo saber su intención de desposarla y Jane y yo nos burlamos entre nosotros y ni siquiera nos molestamos en considerarlo. Era viejo, feo y tenía fama de despiadado… Claro que no le entregaría a mi hermana!
Isabella asintió firmemente, cruzando los brazos.
-Pero un día ese hombre se acercó a ella en el pueblo y le hizo una proposición grosera, asustándola y acorralándola contra el muro de una taberna, donde la manoseó. No llegó a mayores, no fue una violación, pero tú sabes mejor que nadie lo que le sucede a una mujer cuando la tocan sin que lo desee… Ella corrió de vuelta a casa sin decir nada a mi madrastra y yo al regresar desde el campo por unas herramientas me la encontré hecha un ovillo, llorando – Relaté lo más desapasionadamente posible - La consolé como pude, mordiéndome las ganas de matarlo, pero sabiendo que si trataba de cobrarme el honor de Jane sus lacayos me matarían, le quitarían a mi madrastra nuestra pequeña granja porque en ese tiempo una mujer no tenía derechos de propiedad, y dejarían que mi familia entera muriera de hambre.
“Oh, debe haber sido difícil ver a tu hermana sufrir sin poder hacer nada…” – Escribió ella.
-Lo fue – Concordé – Lo peor es que cuando llegó mi madrastra en vez de sentirse escandalizada por lo sucedido se mostró feliz por el avance del nuevo pretendiente de Janey.
“Bruja!” – Escribió ella de inmediato, subrayando la palabra varias veces y haciéndome reír tristemente.
“Luego?” – Escribió.
-El hacendado apareció esa tarde por mi casa pidiendo que le entregáramos a Jane, diciendo que todo era un malentendido y que Jane había sacado el asunto de proporciones – Dije – Aumentó la oferta de la dote, mi madrastra se desvivió por atenderlo, Jane se aferró a mí muerta de miedo y yo rehusé la oferta, ya no tan amablemente… Él no se lo tomó muy bien… Gritó que me hundiría, agarró a Jane de un brazo y la sacó de la casa a rastras y cuando yo salí persiguiéndolos, tres de los sirvientes del hacendado me atacaron, dándome una paliza monumental. Mientras, Jane se resistió y chilló por mí hasta que cansado, el hombre le dio un golpe de puño de lleno en plena cara. Él era grande, Jane pequeña y probablemente mal alimentada y descalcificada, porque de un solo golpe quebró varios huesos de su rostro, deformándola para siempre (recuerda que en ese tiempo no existía la cirugía reconstructiva…) – Hice una pausa para tranquilizarme, y ella apretó mi mano con la suya – Fue entonces que sucedió… Jane y yo estábamos en el suelo, los matones listos para rematarme y el hacendado listo para violar a Jane, desquitándose antes de abandonar a la doncella que ya no sería ni virgen ni hermosa y largarse… Entonces Jane estiró su brazo hacia mí y entrelazó nuestros dedos, y sucedió algo de lo más extraño… Todos los hombres perdieron la vista simultáneamente y comenzaron a retorcerse de dolor… Nosotros lo estábamos haciendo sin saber cómo al juntar nuestras manos en un momento de máxima desesperación. Tal vez el miedo, la adrenalina o el dolor…  
Finalmente los dejamos ir agotados, no matamos a nadie porque no estaba en nosotros hacerlo, pero estábamos muy mal heridos. Nuestros hermanos menores nos ayudaron a entrar a la casa mientras mi madrastra chillaba que los habíamos condenado a todos, hasta que Jane la amenazó con hacerle lo mismo que al hacendado si no cerraba la boca – Isabella sonrió.
-Esa noche, antes del amanecer, recibimos la visita de Aro, que nos explicó brevemente que nosotros éramos especiales y que podíamos elegir entre morir acusados de brujería, linchados en manos de la turba que se formaba en el pueblo, o convertirnos en algo más, evolucionar para que nunca más fuéramos las víctimas de nadie. Fue Jane quien tomó la decisión… Ella no quería ser débil y yo no quería ser linchado, así es que nos fuimos con Aro sin llevarnos nada y sin despedirnos de nadie.
“Los convirtieron enseguida?” – Preguntó ella.
-Sí, ese mismo día. Mientras más tiempo pasaran rotos nuestros huesos, más doloroso sería repararlos – Dije encogiéndome de hombros.
“Cómo supo ese tal Aro de su existencia?” – Preguntó. Si hubiera sido cualquier otra persona me habría apresurada en corregir su falta de respeto ante la Realeza, pero por fin nos estábamos comunicando, y si le hubiera dado por afirmar que Aro es un asno, yo habría asentido completamente de acuerdo.
-Los Volturi siempre están atentos a los vampiros con habilidades especiales – Respondí – Casi todos en La Corte tienen alguna. Por eso siempre estaban atentos a los cotilleos de viejas chismosas y a los rumores de taberna. A veces resultaban no ser nada, pero muchas otras veces lograba descubrir prodigios y salvarlos de su muerte… En esa época ser diferente no era precisamente bien visto… Aún no lo es… – Agregué.
“De verdad crees que transformarte en esto fue tu salvación?” – Preguntó ella frunciendo el ceño.
-Sí Isabella, de verdad – Le dije – Entiendo tu apego a tu humanidad, pero ya no eres ni volverás a ser humana… - Traté de razonar – Nosotros no matamos de manera sádica, sólo lo hacemos para comer, de la misma manera que tú no torturabas a los cerdos que te comías, verdad?
Ella negó con la cabeza.
“Podrías tratar…”
-Sí? – Pregunté.
“Podrías tratar de alimentarte como los Cullen, de animales…”
-No Isabella, no podría – Respondí honestamente -  En primer lugar, porque los vampiros que están dotados suelen tener requerimientos energéticos mayores a los de un vampiro cualquiera, y la sangre animal es más débil, obligándote a alimentarte más seguido.
En segundo lugar, en cualquier parte del planeta hay más humanos que animales, lo que asegura que podemos viajar sin arriesgar pasar hambre por falta de sustento.
Y tercer lugar, porque el daño ecológico que provoca a mediano y largo plazo un clan de vampiros en un ecosistema es enorme. Las crías pierden a sus padres sin llegar a la madurez y mueren de inanición o víctima de los predadores sin alcanzar a reproducirse, lo que conlleva un desequilibrio ya que sus predadores naturales de pronto se encuentran que no tienen qué comer… Sé que te es duro comprenderlo, pero hay una razón por la que los vampiros existimos en el mundo, una razón para que formemos parte de la cadena alimenticia… Si no hubiera zorros habría sobrepoblación de conejos, si no hubiera gatos monteses la población de ciervos se haría poco sustentable… Es la manera de la naturaleza de llegar a un equilibrio, y de esa misma manera existimos los vampiros, y nuestra condición no nos hace buenos o malos… O sea… Los vampiros no fuimos creados en un laboratorio, sabes? Nosotros somos parte del sistema… Entiendes lo que te digo? – Pregunté aferrando su mano.
Ella asintió y lucía como si estuviera llorando.
-Isabella, sé que hay muchas cosas que no entiendes, y tienes derecho a tomarte el tiempo que necesites para procesarlas, sólo te pido que sea conmigo a tu lado – Le imploré.
“Porque eres mi creador?”  - Preguntó.
-No Isabella, no… Yo no te voy a imponer nada como tu creador… Te lo pido porque estamos destinados a estar juntos… Porque eres mi Pareja y te amo desde el primer segundo en que te vi – Dije estirando la mano despacio, tentativamente, para acunar su rostro.
Ella se reclinó en mi mano y suspiró. Abrió la boca como si fuera a hablar y se arrepintió.
-Tu puedes hablar, verdad? – Pregunté apuntando a su cuello envuelto en un enorme pañuelo, pero sin hacer ademán de tocar esa zona que aún era tabú.
Ella se encogió de hombros.
-Puedes pero no quieres… Tienes miedo? – Adiviné.
Ella asintió.
-Miedo a no hacerlo bien? – Insistí acercándome más. Pocos centímetros nos separaban y podía oler su cabello, su aliento y hasta su piel.
Asintió nuevamente.
-Inténtalo, dime algo – Le pedí sabiendo que mi aliento le daba de lleno en la mejilla. Yo seguramente la afectaba tanto como ella a mí – Dime una sola cosa, lo que quieras… Y si fallas lo puedes volver a intentar… O si no quieres hablar por ahora no te voy a insistir.
Ella frunció el ceño.
Abrió la boca.
La cerró.
La abrió otra vez, y la cerró, como un pez fuera del agua.
Pero no dije nada, sólo la miré a los ojos animándola y esperé.
Por último con una mirada decidida frunció el ceño aún más y tomando mi rostro con ambas manos me dijo en voz baja y quebrada por la falta de uso…
-“Chi…coo Gaa..lleta – Y sonrió orgullosa.
No supe de qué demonios hablaba o si se había vuelto loca. Sólo supe que ella estaba ahí, que sus primeras palabras eran mías, y acercando nuestros cuerpos, la besé.
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