Hola a todos! Este fic es participante en un concurso que durará un año, así es que no se preocupen, que mis otras historias no van a sufrir… Es sólo el primer capítulo el que debía subir pronto después de la inscripción, y me ayudarían un montón si me pudieran regalar sus comentarios, ya que nuevamente estoy explorando una pareja alternativa.
Ojalá les guste y mil abrazos.
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Este fic participa
del Reto Anual "Te proponemos un longfic" del foro "Sol de
Medianoche"
Disclaimer: Nada
relacionado con la Saga Twilight me pertenece.
N° de Palabras: 4291.
Palabras Usadas: Mar,
libro.
Imagen Elegida: Manada
Quileute.
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“En Silencio”
Un fic Bella/Embry
Capítulo 1
“…Palabras de un
lenguaje nuevo que he construido
para nosotros, para el amante perseguido
que tiene que esconder su voz.
Cuando decidas aprenderlo, no habrá silencio,
no te hará falta usar la voz para romperlo;
si tú me miras me hablarás,
si tú me miras me hablarás.
Yo me seguiré negando pase lo que pase
a exponer mi corazón en este escaparate…”
para nosotros, para el amante perseguido
que tiene que esconder su voz.
Cuando decidas aprenderlo, no habrá silencio,
no te hará falta usar la voz para romperlo;
si tú me miras me hablarás,
si tú me miras me hablarás.
Yo me seguiré negando pase lo que pase
a exponer mi corazón en este escaparate…”
Si Tú Me Miras / Alejandro Sanz
EMBRY POV
Otra fogata y otra farsa en la que jugaba mi papel
dócilmente.
Siempre, siempre haciendo lo esperado, siempre el actor
secundario de mi propia vida, viviendo en silencio solo para hacerle la vida
más fácil a los demás, sin rebelarme nunca, sin demandar jamás, acostumbrado a
que me digan que no…
Siempre aguantando…
Siempre tratando de pasar desapercibido…
Tal vez soy así por las burlas y desprecios sufridos de niño
al no tener un papá reconocido.
Tal vez soy así por el ridículo nombre de telenovela que me
puso mi madre.
Tal vez soy así porque en la cerrada sociedad de La
Reservación, un bastardo medio quileute hijo de una madre macah no es precisamente
bien visto.
O tal vez… Tal vez soy así porque es muy probable que el
padre de alguno de los miembros de la manada sea también el mío, ya que el gen
lupino se traspasa de padre a hijo, y sólo un puñado de familias en La Reserva
lo tienen en su sangre.
Mi presencia es, por lo tanto, una amenaza para la
estabilidad de la pequeña comunidad… Es peligrosa porque puede destrozar a una
familia entera con la mera insinuación de mi linaje.
¿Por qué mi madre no acababa con el circo de una buena vez y
me decía quién era el desafortunado donante de esperma? ¿Lo sabía ella siquiera?
Así al menos me daría un poco de paz y sólo un puñado de personas me odiaría en
lugar de la tribu completa, y podría hacer mi vida en torno a una certeza y no
miles de dudas, como si permanentemente caminara sobre un campo minado…
Es curioso que a pesar del vacío que me hicieron desde el
principio la mayoría de los chicos de la escuela, fue precisamente Jacob Black
el único que se acercó a mí ofreciéndome su amistad sin reservas.
Él, el hijo del jefe de la tribu, me extendió una mano y su
tácita protección… Ya nadie se metería conmigo… O al menos no de frente.
Y gracias a Jacob también conocí a Quil Ateara, el payaso de
su mejor amigo, que por asociación se convirtió en el mío.
De pequeños los tres éramos inseparables. Jacob era el
líder, Quil el de las ideas estúpidas y yo el apoyo silencioso, acatando
agradecido de que se me incluyera… Tal vez nunca seré general, pero siempre fui
buen soldado.
En resumen, Jacob era más que solamente un amigo, él representaba
el único oasis sin prejuicios dentro de La Reservación, el suyo era el único
hogar donde era bien recibido, y eso nunca lo podré olvidar.
Y así es que porque éramos tan unidos, cuando Bella Swan
entraba de improviso y por espacios de tiempo indefinidos en la vida de Jake,
lo hacía también en la de Quil y la mía por asociación.
Recuerdo como si fuera ayer que pasamos veranos enteros
haciendo exactamente lo que Bella quería, porque los tres estábamos demasiado
idiotizados por esa niña tan linda, tan pálida y tan dulce, tan distinta a las
demás niñas de La Reserva… Lo cierto es que si ella nos hubiera pedido que
hirviéramos gatitos vivos probablemente lo habríamos hecho sin dudar.
Pero lo mejor es que a ella tampoco le importaba quién era
mi padre, a pesar de que el suyo, tal como el de Jacob, era importante… El Jefe
de Policía, una autoridad en el pueblo.
No, a ella no le importaba mi falta de antecedentes…
Y tampoco le importaban mis silencios…
De hecho cuando descubrió que en realidad éramos lobos,
tampoco le importó. Siempre me trató como a un amigo, aunque a pesar de los
años y el tiempo compartido en realidad sólo habíamos cruzado unas pocas
palabras.
oooOooo
Jacob amaba a Bella… Eso no era un secreto para nadie ahora
ni lo fue hace quince años cuando por primera vez tomó conciencia de que Bella
era una niña y que algún día se podía casar con ella.
Y eso para mí la convertía inmediatamente en la manzana
prohibida.
Cuando los Cullen se fueron, Bella quedó destrozada y
retornó a La Reserva y a los amigos de la niñez. Cada uno trató de confortarla
a su manera, y Jake por su parte vio su oportunidad para ganar su corazón y se
aferró a ella… No lo hizo en un sentido perverso ni mucho menos, pero lo cierto
es que se aprovechó de su debilidad, la manipuló un poco, y a fuerza de
insistir finalmente logró convencerla de que aceptara ser su novia.
Eso fue tres años atrás, y su relación duró unos ocho o
nueve meses, un período terrible en el que debí tragarme los celos y la
amargura de ver a la única chica que me ha importado desde siempre saliendo con
mi mejor amigo, no solo cuando estaban frente a mí, sino también en la vívida
mente de Jacob, que enamorado, recreaba cada detalle de su tiempo juntos.
No era así como quería verla desnuda por primera vez, pero
así es como pasó.
La vi una y otra vez, y hasta llegué a conocer su cuerpo de
memoria, pudiendo delinear cada detalle, cada curva, cada valle y cada peca en
mi croquera… Bella perfecta en blanco y negro, plasmada en carboncillo, en mil
poses diferentes, durante años, en detalle y a lo lejos, llorando o sonriendo,
en la playa con el pelo al viento o desparramada en el sillón del garaje de
Jake con una semipermanente lata de soda en la mano…
Todas las croqueras que tenían trazas de bocetos
relacionados con ella, estaban estrictamente escondidas, ya que eran mi única
vía de escape, mi único modo de expresión… Mis croqueras eran la única forma de
plasmar mis sentimientos sin palabras, porque las palabras son peligrosas… Aprendí
nuevos códigos visuales, y ahora mi mente era como una gran pintura de Joan
Miró.
Si pongo un pensamiento en palabras es muy fácil dejarlo
escapar, en cambio si lo traduzco a formas y colores al menos hay espacio a la
interpretación.
Afortunadamente a nadie nunca le ha llamado la atención que
mi mente funcione de forma tan imprecisa y abstracta, ya que como humano soy
conocido por ser un poco extraño, introvertido, y hablar por muy poco en
general… Tal vez crean que soy mudo mental también…
Cuando Jake y Bella terminaron su relación yo me sentí
dividido entre la solidaridad por la pena de mi amigo, el alivio y la felicidad
porque ya no tendría que verla con Jacob, y la incertidumbre y preocupación de
pensar que tal vez ella no querría regresar más a visitarnos… Pero
afortunadamente había varios factores que obligaron a Bella a seguir
frecuentando La Reserva, entre ellos la amenaza latente de Victoria, por lo que
después de un par de semanas incómodas para todos, Bella y Jacob se volvieron a
asentar en su antigua camaradería (lo que no quiere decir que Jake no la amara
y la quisiera de vuelta, sino que comprendió que o dejaba de ser un asno celoso
y posesivo o todos la perderíamos para siempre).
Y pasó el tiempo…
Y La Reserva se mantuvo igual… Ninguno de los lobos pudo
salir ni a trabajar ni a estudiar, lo que nos condenó a empleos mediocres con
sueldos mínimos… Los héroes de la tribu éramos paradojalmente los menos
afortunados a la hora de acceder a
oportunidades para surgir.
El Concejo por supuesto clamó palabras de consuelo diciendo que
éramos afortunados de ser los elegidos,
pero la verdad es que ser parte de la manada no nos servía más que para ser
discriminados en La Reserva y en el pueblo como una tropa de vagos ignorantes incluso
dentro de los pobres estándares de nuestra pequeña y humilde comunidad… Una
tropa de drogadictos incapaces de mantener trabajos estables o un estándar de
vida semi-decente.
La única persona que sabía la verdad sin pertenecer a la
manada o al Concejo era Bella, y su aceptación de nuestra condición era tan
sincera que terminó por conquistarnos a todos, incluso eventualmente a Paul y a
Leah, quienes en un principio la odiaban por su asociación con los Cullen…
Bella no se largó al terminar la secundaria como todos
esperábamos y temíamos, ya que era consciente de que necesitaba la protección
de la manada, y además en ese tiempo ya andaba con Jake, por lo que siguió
trabajando medio tiempo y tomó algunos cursos presenciales en la Universidad
Comunitaria de Port Ángeles y algunos cursos en línea de otras Universidades,
aprendiendo administración, contaduría y negocios.
Luego en Forks, con el respaldo de su padre que (hipotecó su
casa), Bella pidió un préstamo en el banco para instalar un negocio de comidas
preparadas, pensando en la enorme cantidad población flotante de trabajadores
de las empresas forestales asentadas en la región.
Estos eran hombres que vivían aislados en barracas
temporales, sin familia, todos duros y muy machos, pero a los cuales cualquier
cosa hecha a mano por una mujer les hacía lagrimear de nostalgia.
Bella había comenzado proveyendo almuerzos para una sola cuadrilla,
pero rápidamente se había corrido la voz sobre lo conveniente que era su comida
casera y caliente en contraste con los típicos sándwiches fríos de jamón y
queso que almorzaban los obreros todos los días.
La contundente comida casera de Bella era especialmente
atractiva en un clima inclemente como el nuestro, y el negocio prosperó.
Ahora diariamente ella y tres chicas más cocinaban desayunos
y almuerzos para más de doscientas personas y los entregaban en un camión de
reparto que manejaba alguno de los miembros de la manada, rotándonos y haciendo
unos dólares extra que no habríamos conseguido generar en La Reservación.
oooOooo
He mencionado a Bella una y otra vez en mis divagaciones, y la
razón es obvia… Amo a Bella desde siempre, no tengo consciencia de en qué
momento comenzó, y no veo la posibilidad de que alguna vez llegue a terminar… Ella
es una parte de mí, toda mi vida ella ha estado presente ya sea en el fondo o
en un primer plano.
Mi amor por ella no es una infatuación como una ola que
arrasa con todo de forma violenta, retirándose para dejar sólo el caos.
No, mi amor es firme como una roca, inamovible y permanente…
Yo a Bella la siento parte de mi vida, como a la brisa en el bosque en un día
soleado… Suave, dulce, tocándolo todo y balanceándolo sin romperlo…
Es por eso que no me interesa nadie más… Y más importante, no quiero interesarme en nadie más,
porque sé que estoy hecho para amarla sólo a ella…
Porque no sabría cómo empezar a amar a nadie más.
Sólo a ella.
Sólo en silencio.
Sólo a escondidas.
oooOooo
-¿Se puede? – Pregunta ella sentándose a mi lado, pero sin
tocarme. Está envuelta en un grueso cárdigan un par de tallas más grande que su
delgada contextura, y lo abraza evidentemente muerta de frío. Quisiera
abrazarla y hacer que este enorme cuerpo mío sirva para algo más que para asesinar…
Quiero protegerla y darle calor… Me pregunto… ¿Cómo se sentirá su delicada piel
en contacto con la mía?
Tantos años amándola, tantas horas compartidas, y nunca la
he tocado realmente, no como Jake que la abraza, la aprieta, la besuquea y
entrelaza sus manos todo el tiempo… Aunque ella se resista, grite y patalee.
Casi puedo contar con
los dedos de las manos la cantidad de besos en la mejilla y abrazos fraternales
hemos compartido… Y no es suficiente…
Quisiera lanzarme sobre ella, aplastarla contra la arena,
besarla y decirle que la amo, rogarle que me dé una oportunidad y que me enseñe
a hacerla feliz, pero como siempre no hago nada… No sé si soy un mártir o un
cobarde, pero para el caso es igual… No llegaré a ninguna parte, la chica nunca
será mía…
-Te extrañé, has estado solo durante toda la fogata – Me
dijo abrazando sus rodillas – ¿No tienes hambre?
-Siempre tengo hambre – Le dije con mi rostro apuntando
hacia el mar, mirándola apenas
de reojo. Sabía que si enfocaba mi mirada en ella algo de lo que reprimía
saldría a la luz y ella adivinaría mi secreto.
-Te traje una hamburguesa como te gusta… – Dijo poniendo un
paquete envuelto en aluminio junto a mí – …No es mucho y no te va a quitar el
hambre, pero debí golpear a Quil en la cabeza con mi zapatilla para que soltara
el último pedazo de carne…
Sonreí a pesar de mí... Ella era siempre así, como una
gallina con sus polluelos, cuidando de toda la manada… De la misma forma en que
lo hacía Emily encajándonos sus muffins del tamaño de melones, pero más
involucrada en nuestro bienestar emocional. Todos acudían a Bella porque era la
única parte imparcial del grupo y la única persona cuya opinión no estaba
guiada por imprimaciones o por tener su mente vulnerable a la influencia de los
demás. A ella le podías contar secretos y pedir consejo y cada uno de nuestros
problemas se lo tomaba como un desafío personal…
Por supuesto que Bella
se preocuparía de mí si yo no comía. Se preocuparía de cualquiera de nosotros,
yo no era nada especial.
-Gracias – Dije desdoblando el aluminio – Mostaza… - Dije
estudiándolo.
-Mostaza, tomate, mayonesa, queso, pepinillos dill, sin
cebolla ni lechuga. ¿Correcto? – Recitó orgullosa. Se vanagloriaba de conocer
perfectamente nuestras preferencias, y hasta donde yo sabía nunca se había
equivocado.
-Perfecto – Dije dando un mordisco al enorme pan, preparado
especialmente para nosotros en la panadería de los padres de Quil – Gracias –
Agregué cerrando los ojos, disfrutando del sabor del bocado perfecto, del lugar
perfecto y de la compañía perfecta.
Era como si por unos segundos se hubieran alineado los
planetas para darme exactamente lo que quiero…
Pero claro, todo era una ilusión… Ella no era mía, nunca la
podría tocar como quería, nunca podría abrazarla y protegerla, nunca podría
abrirme y dejar salir el río de emociones reprimidas que llevaban años
queriendo desbordarse…
Seguí mirando el mar
mientras comía y ella se quedó a mi lado en silencio, sin invadir mi soledad,
simplemente acompañándome.
-¿Has dibujado algo nuevo? – Preguntó un rato después de que
terminé de comer.
-Algo… - Le dije vagamente.
-¿Me lo vas a mostrar? ¿Qué dibujaste esta vez? El estudio
que hiciste del lobo ártico es increíble, deberíamos tratar de exponer… – Dijo
rápidamente, como tratando de comprimir la mayor cantidad de palabras en la
menor cantidad de tiempo posible. Giró su cuerpo hacia mí, enfrentándome.
-No – Le dije sin dar lugar a discusión.
Me tensé para reprimir las ganas de ablandar mi coraza… No
podía mostrarle lo último que había dibujado sin que me creyera un psicópata,
un acosador, un obseso, un demente... Lo
que después de todo, tal vez era cierto.
-Embry… - Dijo y se detuvo. Yo no dije nada porque
necesitaba que se fuera, necesitaba que me dejara en paz. Ya pronto me tocaría
patrullar y si no lograba serenarme no habría forma de esconder mi fijación con
ella.
-¡Embry mírame! – Exclamó ella lanzándome un puñado de arena
que apenas me tocó, porque se lo llevó el viento.
Seguí mirando hacia el infinito… Hacia mi maltratada niñez
como el bastardito del pueblo, a mi juventud como un confundido lobo
adolescente, tratado como un delincuente hasta por mi propia madre, y finalmente
hacia mi adultez…
Mi adultez la veía solitaria, yerma, inútil… Una vida entera
llena de secretos, sintiendo todo el tiempo que soy un error que nunca debió
ocurrir. Nunca podría confiarle a nadie lo que soy, y a menos que imprimara
milagrosamente, cosa que parecía poco probable, me quedaría solo… Muchos habían
imprimado en un corto período de tiempo, pero después ya no más… La magia se
había acabado y para mí no alcanzó.
Y no, no importaba si no había nadie para mí porque yo sólo
deseaba a una mujer.
-¿Por qué me odias? – Preguntó Bella sacándome de mi oscura
ensoñación, con la voz ronca, muy baja, tratando de no llorar – ¡Yo llevo años
tratando de acercarme a ti por todos los medios posibles y tú no me dejas! Embry
tú me importas, dime qué te hice para ver si es que lo puedo cambiar…
-¡No digas estupideces Bella! – Le dije poniéndome de pie
frustrado – No te odio, pero deja de buscarme... ¡No todos están obligados a
ser tus mejores amigos!
Y con esa joya de la diplomacia me largué, pero no lo
suficientemente rápido como para no escuchar su sollozo… Sólo uno antes de
recuperar la compostura… Seguro que para no preocupar a los demás.
Me interné en el bosque y corrí… Corrí sin parar hasta que
debí detenerme agotado y empapado en transpiración a pesar del frío imperante…
Habían pasado horas desde que hui como un cobarde y sabía que me había saltado
mi ronda de vigilancia, pero la verdad es que no podía ser un lobo ahora. No
podía compartir con el resto de la manada el desastre que era mi mente y la
culpa que me creaba el haber tratado mal a Bella, la única persona que nunca
había sido otra cosa que amable, cariñosa y leal conmigo…
Mi ropa estaba sucia y rota, así es que cuando finalmente me
serené y fue el momento de cambiar, ni me molesté en desvestirme. Los harapos
saltaron por el aire e inmediatamente voces ajenas inundaron mi mente,
haciéndome imposible apagarlas.
-¡Embry, mierda! ¿Qué te pasó? ¿Por qué discutiste con
Bella? – Preguntó Jacob, mi Alpha, después de ordenar a quien fuera que lo
acompañaba que se transformara en humano.
-No discutí con Bella – Respondí tratando de apegarme lo más
posible a la verdad.
-Bueno, algo sucedió, porque cuando la vi después de hablar
contigo pude ver que había estado llorando, aunque ella dijo que le entró arena
en los ojos… - Dijo sin acusarme, pero haciéndome sentir incómodo de todas
formas.
-La verdad es que no sé qué es lo que le pasa, pero por mi
parte te puedo decir que no todos podemos tener con ella la relación que tienes
tú – Le dije lamentando que así fuera.
-¿Por qué mierda es que no te gusta? – Preguntó Jacob
frustrado – Cuando éramos niños no tenías problemas en jugar con ella, pero
desde que regresó a Forks… Ni te le acercas, apenas le hablas, y sólo te
limitas a contestar sus preguntas directas… ¿Es que aún la resientes por lo de
Cullen? Han pasado años Embry, años, y todos ya lo hemos olvidado…
-No la resiento ni nunca la resentí por lo de Cullen – Dije
honestamente – Tan solo… sólo déjame en paz, ¿puede ser? Si quieres castígame
por perderme mi ronda, pero no me puedes ordenar qué pensar o sentir. La
próxima vez que la vea me voy a disculpar, ¿vale?
-Hermano yo sólo quiero tener la fiesta en paz… - Dijo Jake
en tono conciliador. Hacía poco que había asumido su posición en la manada y
aún le costaba separar los distintos ámbitos de su vida, especialmente a la
hora de imponer su autoridad conmigo y con Quil – Si tan sólo quisieras hablar
conmigo, explicarme… Como amigos…
-Si alguna vez necesito hablar sé que tú vas a estar ahí
para escucharme - Le dije – Pero ahora
lo único que quiero es que pase pronto el tiempo e irme a descansar.
-Ándate a tu casa – Me dijo suspirando.
-Pero mi turno…
-Tu turno ya pasó y yo te cubrí. En quince minutos entran
Leah y Paul, así es que no te preocupes, pero que no se repita. No me hagas
quedar mal por tratar de cubrirte Embry, ya no soy tu igual en la manada…
-Lo sé, gracias… La verdad es que estoy muerto… - Le dije, y
con eso volví a ser humano otra vez, cerrando efectivamente mi mente a los
escrutinios ajenos.
Retiré una de las mudas de emergencia de una de las decenas
de puntos distribuidos por todo el bosque, y me dirigí a casa pensando en lo
inútil que era vestirme, considerando la persistente lluvia que había comenzado
a caer. Correr con jeans mojados me hacía pesado y limitaba mis movimientos… La
ropa apesta.
¡Joder…! Era mucho más tarde de lo que pensé, ya estaba
amaneciendo, y aunque me sentía hecho polvo tenía que estar en el trabajo a las
nueve de la mañana, por lo que rogué a todos los dioses que mi madre estuviera
dormida, ya que francamente no tenía energías para pelear ni tampoco para
reprimirme, así es que podían pasar dos cosas: O el lobo asomaba y le arrancaba
la cabeza de una buena vez, o el yo humano tendría uno de sus raros momentos de
furia y la mandaría a la mierda.
Cómo deseé poder vivir solo, o al menos compartir una casa o
departamento con chicos de mi edad, ser como una persona normal… Pero no se podía,
era otra de las limitaciones de nuestra gente, porque en una comunidad tan
cerrada como la nuestra los hijos se mantenían en casa de sus padres hasta que
formaran su propia familia. Era la tradición y ni mi madre ni yo queríamos
llamar más la atención sobre nosotros desafiándola, aunque vivir juntos fuera
un infierno.
Al llegar a mi casa, totalmente empapado, la rodeé hasta
llegar a la ventana de mi habitación y la abrí encogiéndome al sentirla crujir.
No era cosa de echarle aceite a las bisagras como siempre, era un asunto de que
la ventana era vieja y la madera se había hinchado con la humedad.
Esperé un par de segundos, atento a los típicos gritos de mi
madre recriminándome una cosa u otra, pero como no escuché su voz por sobre el
fuerte ruido de la lluvia azotando el techo de zinc, me trepé de un salto al
alfeizar, paralizándome porque en ese momento se encendió la luz de mi
habitación... Mi madre estaba en una esquina, sentada en una silla, y a su
alrededor mis escasas posesiones desordenadas, incluyendo mis libros abiertos y las croqueras de
los bocetos menos comprometedores, esas que no tenía necesidad de esconder, con
las hojas todas dobladas al caer al suelo de cualquier forma.
-¿Qué hiciste? – Pregunté shockeado.
-¿Que qué hice? ¡Lo que debí hacer hace tiempo! Me vas a
decir de una vez por todas en qué malos pasos andas metido, y no me voy a mover
hasta que esté satisfecha con la respuesta…
-¡No tienes derecho a registrar mis cosas, estás violando mi
privacidad! –Exclamé.
-Tú ya perdiste todos tus privilegios, incluido el de la
privacidad. Te informo que llamé al Jefe Swan para que venga a registrar la
casa entera él mismo, y de ser necesario, que te lleve detenido de una buena
vez... Yo me rindo, traté de educarte, pero creciste torcido y ya no puedo
enderezarte yo sola… - Dijo haciéndose la víctima, como siempre.
Y yo como siempre me mordí la lengua para no decir algo
terrible.
-¿Me estás diciendo que me vas a entregar a la policía
porque crees que tú fracasaste como madre? – Pregunté sin poder creerlo. Estaba
acostumbrado a los escándalos, incluso a algunas bofetadas, pero nunca pasó de
las acusaciones histéricas e infundadas… Mi madre nunca llegó a odiarme tanto
como para traicionarme con la policía de los blancos. Los asuntos de la Tribu
se arreglaban en la Tribu, esto nos costaría caro a los dos... A la hora que se
les ocurriera hacerme un examen de drogas o algún estudio médico…
Ella asintió con los brazos cruzados y la barbilla en alto.
-El Jefe de la Policía viene en camino – Dijo.
-Si la que fracasó como madre eres tú, que te lleven presa a
ti por incompetente, yo me voy a dormir – Le dije casi arrastrándome hacia mi
cama.
-Hablo en serio Embry, te exijo que me digas en qué estás
metido – Chilló - Pensé que lo tuyo era sólo una fase rebelde, pero han pasado
los años y sigues igual o quizás peor…
-Ya que estamos exigiendo, ¡entonces yo te exijo que me
digas quién es mi padre! – Grité furioso, cansado de sus acusaciones – No sabes
lo que ha sido para mí crecer como el bastardo del pueblo… ¡Crecí casi sin
amigos! ¡No sabes lo que ha sido tener que defender a mi madre todo el tiempo
de quienes te insultan por guarra! ¿Tienes idea de la cantidad de palizas que
me he comido gracias a ti mamá? ¿Lo sabes? ¿Entonces por qué no me lo dices de
una vez? ¿Por qué no lo puedo saber yo? No hay para qué publicarlo o decírselo
a nadie más, ni siquiera a él…
-Ese es un asunto mío… - Dijo ella frunciendo el ceño.
-No mamá, es un asunto mío. Fue tu asunto cuando te metiste
con él, ¡pero ha sido mi asunto durante toda mi vida!
-¡No me faltes el respeto Embry! – Demandó en tono de
amenaza.
-Te lo faltas tú sola Tiffany, para eso no necesitas mi
ayuda, o si no pregúntale a la familia de ese hombre que te embarazó… – Le dije
duramente. Hacía años que había olvidado cualquier ilusión de amor maternal
entre nosotros, ella nunca me quiso, y estoy seguro de que no soy más que un
aborto fallido… – Ya oigo que viene la patrulla… La policía no va a encontrar
nada en la casa madre, para tu decepción te informo que no soy el delincuente
que esperas, o te aseguro que viviríamos bastante mejor y tendríamos al menos
una tele decente… Pero no te preocupes, porque ¿sabes qué? voy a pedir que me
metan preso de todos modos por un par de días… ¡A ver si de una vez logro
dormir sin interrupciones ni gritos! – Exclamé, y diciendo esto volví a salir
por la ventana y descorazonado caminé lentamente a recibir a Charlie con las
manos en alto.
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Ustedes dirán… qué tal?
hola me encanta voy a leerla toda. Mil gracias por publicar. Besos me encanta tu blog
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