sábado, 22 de julio de 2017

Sangre Sucia 15

Como ven, estoy entrando a un ciclo de inspiración, así es que publico rápido para avanzar lo más posible mientras dure. El último capítulo fue muy leído y muy poco comentado, por lo que necesito que en este me cuenten qué les parece y qué creen que debería pasar. Recuerden que este es mi primer fic de HP y las ideas me vendrían súper bien.
Abrazos.
A.
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Capítulo 15
I just want to tell you how I'm feeling
Gotta make you understand
Never gonna give you up, never gonna let you down
Never gonna run around and desert you
Never gonna make you cry, never gonna say goodbye
Never gonna tell a lie and hurt you
Never Gonna Give You Up/ Rick Astley


-Draco por dios! Qué estás haciendo aquí? – Preguntó Hermione cuando dejó de besarlo para poder respirar.
-De verdad creíste que bastaba un insignificante hechizo paralizador para deshacerte de mí? – Preguntó él enarcando una ceja. Era más que extraño ver las expresiones faciales del mago plasmadas en su propio rostro, pero Hermione no dejó que eso la distrajera demasiado. Después de todo, esta no era la primera vez que lidiaba con trasformaciones, y la personalidad de Draco se reflejaba tan evidentemente en sus gestos que lo reconocería con cualquier forma que quisiera adoptar.

-Lo… Lo siento… - Dijo súbitamente tímida – No quería dejarte, pero mucho menos quería ponerte en peligro… - Acarició la suave y bronceada mejilla de Draco.
-Eso ya lo sé Granger! – Dijo él rodando los ojos, y tomando la muñeca de la bruja besó su palma.
-Entonces no estás enojado? – Preguntó esperanzada.
-Oh estor furioso, créeme – Dijo él con voz siniestra, frunciendo el ceño.
-Oh… - Dijo ella bajando la mirada. No tenía excusas, lo que había hecho era horrible e imperdonable.
-Pero no contigo – Dijo él levantando el mentón de la bruja con la punta de los dedos.
-No…? Entonces? – Preguntó con un hilo de voz.
-No Granger, estoy enojado conmigo. Debí saber lo que planeabas, debí ser yo quien te paralizara a ti – Respondió él – Te conozco lo suficiente como para ser capaz de adelantarme a tus movimientos, pero bajé la guardia y eso me pasó la cuenta.
-Draco no! – Exclamó ella – No es tu culpa!
-Eso no importa ahora, lo que importa es tomar decisiones sobre nuestros pasos a seguir.
-Cuanto tiempo le queda a la poción multijugos? – Preguntó Hermione, poniendo la cabeza a trabajar.
-Calculo que unos 10 minutos, ya he tomado varios viales en pequeñas dosis – Dijo él – No sabía cuándo llegarías, así es que no quería arriesgarnos a que alguien viera dos Grangers dando vueltas por ahí.
-Desde cuando estás aquí? – Preguntó Hermione.
-He venido tres veces en distintos turnos del personal, de modo que los que me ven llegar no me vean irme.
-Por eso la recepcionista de este turno actuó como si nunca me hubiera visto! – Exclamó ella – Eres un genio! – Lo besó ruidosamente en la mejilla.
-Ya que estamos intercambiando cumplidos, no sé si te he dicho que me encanta eso que haces con tu boca cuando me… - Dijo él sonriendo burlón.
-Shhhhhh! – Exclamó ella enrojeciendo al tiempo que cubría la boca del mago – No delante de Ron!
-Lo siento, tienes razón – Dijo él bajando la mirada – Pero si te sirve de consuelo Weasley no se da cuenta de nada, dormido o despierto.
-No te reconoció? – Preguntó ella en un susurro, temiendo la respuesta.
-Ni a ti ni a nadie, es como si mirara a través de la gente – Respondió él.
-Oh… - Fue todo lo que pudo decir. Entonces se desligó del abrazo del mago y se fue a sentar en la cama de Ron y tomó su mano, acariciando el dorso en círculos. Lágrimas rodaron por sus mejillas y no se molestó en recogerlas. Pasaron unos minutos en silencio hasta que habló de nuevo – Draco… Tú crees que Ron tenga posibilidades de recuperación?
-No sé, no soy un experto – Respondió él rápidamente. Demasiado rápido.
-Si alguien es un experto en las secuelas de la tortura, ese eres tú – Dijo ella mirándolo a los ojos – Si alguien ha sufrido ese tormento y ha regresado, ese eres tú.
-La diferencia es que a mí no querían matarme ni extraerme información, lo mío fue un largo castigo, pero me daban tiempo de recuperación entre sesiones. Lo de Weasley fue cosa de unos días, no sé qué es lo que le hicieron, y la verdad es que nunca he tratado con un sobreviviente, recuerda que hasta hace poco tiempo no los había – Dijo él – No sé qué decirte Granger, quisiera darte esperanzas, pero no sé contra qué nos estamos enfrentando exactamente. No es su cuerpo, si no su mente y su espíritu los que se deben sanar.
Hermione asintió, reflexionando en las palabras de Draco. Dolía, pero no podía dejar de agradecerle que le dijera la verdad sin adornos.
-Has pensado en cómo vamos a salir de aquí? – Preguntó Hermione.
-Tengo poción multijugos con el cabello de una de las enfermeras – Dijo él – Transforma tu túnica cambiándola a las del personal del hospital y yo puedo hacer lo mismo con el cabello del padre de uno de los pacientes recién ingresados en esta ala.
-Bien, dame la poción – Dijo ella – Estás seguro de que es el pelo de una enfermera y de que es pelo de verdad y no una peluca? Porque una vez usé esta poción con pelo de gato y…
-Que hiciste qué? – Se carcajeó él – Granger, por favor dime que tienes fotos…
-No seas un asno, fue terrible, tenía hasta una cola! – Lo empujó picada – Estuve un montón de tiempo en la enfermería...
Draco se retorció de la risa. A un genio de las pociones algo así jamás  le ocurriría, por lo que imaginar semejante error en cualquiera era gracioso, pero en Hermione, era impagable!
-Draco… Draco! – Exclamó ella pasando por alto las burlas – Te estás transformando en ti! – Dijo ella al ver maravillada como su largo cabello castaño se acortaba, alisaba y aclaraba, y como su cuerpo crecía varias pulgadas, y su tez recuperaba su familiar palidez.   
-Necesitas ayuda? – Preguntó al ver como la ropa le empezaba a quedar apretada – Engorgio! – Dijo apuntando con la varita.
Una vez que Draco fue él mismo una vez más Hermione se acercó con una dulce sonrisa en los labios, rodeó su cuello con sus brazos, y le dio un tierno beso en los labios.
-Y eso? – Preguntó él.
-Eso porque extrañé tu rostro fanfarrón – Respondió ella – Y porque tienes que beber la nueva poción antes de que alguien te vea aquí.
Draco le entregó un vial de poción a Hermione y él se bebió el otro. Ambos cambiaron y envejecieron años en segundos, quedando totalmente irreconocibles.
-De aquí a dónde vamos? - Preguntó Hermione, luciendo como una mujer de edad madura.
-Si de mí dependiera, a mi casa, pero supongo que tus planes son otros – Dijo él – No me hace diferencia, me quedo contigo, y mientras más trates de alejarme más me vas a exponer al peligro, así es que si quieres una conciencia limpia no te vas a mover de mi campo de visión.
-No quiero estar sin ti! No he podido dormir sin buscarte a mi lado – Hizo un puchero que se veía muy inapropiado en la mujer de sesenta y cinco años en la que se había convertido.
-Yo tampoco puedo dormir sin ti, pero lo peor es que no quiero… Mi cama huele a ti y ya no me le puedo ni acercar… - Confesó él, avergonzado.
Ella lo miró enternecida, comprendiendo el sentimiento a la perfección.
-Afuera es peligroso, han emboscado gente en estos días, así es que arreglé para que la chimenea me lleve al nuevo cuartel de La Orden, estará conectada hasta el amanecer, pero creo que deberíamos partir ahora – Dijo ella.
-Tú estás consciente de que soy persona non grata en todas partes, pero especialmente en ese lugar? – Preguntó él, escéptico.
-Lo sé, pero les explicaré y van a entender, y si no entienden, no importa, me voy contigo a tu casa y trabajo desde ahí. Nos las vamos a arreglar de alguna manera, ya va a ver – Dijo ella apretando su mano.
-Guía el camino Granger, yo te sigo – Dijo él.
Hermione se giró hacia la cama de Ron, le susurró unas palabras al oído y besó su frente. Draco esperó pacientemente hasta que ella se acercó y tomó su mano entrelazando sus dedos.
-Diantha – Susurró ella.
-Liander – Respondió él.
Era un código, un voto, una promesa. Juntos enfrentarían lo que viniera para poder alcanzar el futuro que soñaban.
oooOooo
Bajaron las escaleras silenciosamente, cruzándose con un par de personas que no les prestaron la menor atención, hasta que al llegar a recepción vieron a Cordi conversando muy entusiasmada con el rostro dibujado en brasas de una mujer… Una víbora que Hermione detestaba: Rita Skeeter.
-…Es verdad! – Exclamó Cordi sacudiendo una revista – Te digo que vino a pasar la noche con Ron Weasley, a pesar de que desde hace años que se sabe que está de novia con Viktor Krum! La muy descarada! Quién cambiaría a Krum por un Weasley? Todo el mundo sabe que esos no tienen donde caerse muertos! – Maldita perra traidora, pensó Hermione. Rita Skeeter la odiaba, y de seguro la había denunciado a los Mortífagos. Ya pronto vendrían por ella.
-Cordi, querida, si me puedes presentar evidencia te pagaré lo acordado – Respondió Rita sonando si es posible, dulce y cínica a la vez – Pero sin pruebas, olvídalo, no puedo arriesgar mi reputación por rumores infundados. Además me consta que ella no es oficialmente la novia de Krum. Por mucho que el idiota insiste en formalizar, esta chica se cree demasiado buena para él. Estás segura de que es ella la persona que viste?
Hermione hirvió de rabia y de ganas de mandarlas a ambas al demonio, pero recobró la compostura pensando en el riesgo que supondría para su mago el que los descubrieran, así es que tomó la mano de Draco y con paso firme se acercó a la chimenea, ignorando el rostro de Skeeter y los reclamos de la recepcionista, y sin vacilar lanzó un puñado de polvos flu en la cara de Rita, cortando inmediatamente la comunicación. En cuanto las llamas cambiaron del naranjo al verde esmeralda, se ubicó junto a Draco sobre los carbones, y visualizó en su mente su destino, ya que por obvias razones no lo podía enunciar en voz alta.
Todo habría salido bien si no fuera por el pequeño detalle de que Draco no sabía a dónde se dirigían, y simplemente se dejó arrastrar por Hermione, lo que no fue suficiente para un viaje exitoso: Al aparecer en la chimenea de los Lupin, Draco cayó de rodillas con un gruñido de dolor, su muslo derecho mostraba un profundo corte producido al escindirse. Afortunadamente no había perdido la extremidad, pero la sangre brotaba a borbotones.
-Identifíquense! – Se vieron inmediatamente apuntados por tres varitas listas a volarlos en pedazos.
-Hermione Granger  y Draco Malfoy! – Dijo Hermione soltando su varita y cayendo de rodillas para poder ayudar a Draco.
-Prueba que eres Hermione – Dijo Tonks con los dientes apretados.
-El sapo de Teddy se llama Godofredo y cuando Teddy está contento su cabello suele ser de color rojo brillante – Dijo ella sin despegar los ojos de su mago, mientras rasgaba un trozo de tela de su túnica para hacerle un torniquete a la altura de la ingle.
-Mierda Granger! – Exclamó Draco tratando de aguantarse las ganas de rugir de dolor – Si me quieres matar dispárame una maldición, no trates de cortarme en pedacitos!
-De verdad eres tú… Pero qué les pasó? – Preguntó Lupin arrodillándose junto a ella.
-La recepcionista de San Mungo me delató con Rita Skeeter, debimos huir por la chimenea, y no alcancé a decirle a Draco a dónde nos dirigíamos. Su pierna se escindió – Dijo rasgando el pantalón para despejar la herida. El corte  era horrible, tan ancho como el frente del muslo y de unos 4 centímetros de profundidad.
Hermione recogió su varita y apuntó hacia la herida -Episkey! – Exclamó.
La sangre dejó de fluir libremente, hasta que paró la hemorragia por completo, y poco a poco las fibras musculares se fueron fusionando. Finalmente la piel del mago quedó intacta, sólo un poco sensible al tacto, pero eso pasaría.
-Toma, límpialo con esto – Dijo Tonks entregándole una toalla mojada.
Hermione soltó el torniquete, limpió la pierna cuidadosamente, y enjuagó la toalla un par de veces en la palangana con agua que le facilitaron.
-Draco… Draco estás bien? – Preguntó sacudiéndolo al ver que a pesar de que la herida estaba cerrada él seguía sin abrir los ojos. Se había desmayado?
-Acércate – Dijo él en un débil suspiro agónico.
Hermione acercó su oído a los labios de Malfoy, aterrada de que algo hubiera salido mal, e ignorando por completo a todos los demás.
-Qué me tengo que cortar para que me des un baño de esponja completo? – Preguntó, y diciendo esto, lamió el lóbulo de la bruja.
-Draco! – Exclamó ella con una carcajada aliviada – Idiota! Me habías asustado! – Dijo lanzándole el trapo mojado en la cara.
El resto de los presentes en la habitación los observaban en atónito silencio. Nadie recordaba haber visto a Hermione tan relajada en años. El compañerismo y la confianza que demostraba con el joven Malfoy era desconcertante y peligroso.
-Ayúdame princesa – Dijo Draco extendiendo la mano.
-No necesitas ayuda – Dijo ella arrugando la nariz.
-No, no la necesito – Dijo él, sonriente – Es solo una excusa para apoyarme en ti.
Hermione lo miró con ternura. Eran frases simples como esa las que lo hacían amarlo.
Draco por su parte, se alistó para enfrentar a La Orden. Sabía que no sería fácil ganarse la confianza de nadie, pero al menos establecería desde el principio que si él estaba ahí era por su bruja, y que su lealtad sería tan inamovible como su amor por ella. Ya no tenía nada que perder, y guardar las apariencias no le serviría de nada. Lo único real en su vida era Hermione, y si los demás no creían en él, al menos aprenderían a creer en su amor.
-Tienes algo de poción reponedora? – Preguntó Hermione. Draco asintió y ella con confianza movió su túnica para descubrir un satchel. Sin dudar un segundo lo abrió y escarbó en él hasta dar con el vial que estaba buscando – Bébelo y siéntate un rato – Le dijo apuntando una silla junto al fuego. Él abrió la boca para decir que no necesitaba sentarse, y que no era un debilucho, pero ella lo interrumpió – Si no estás sentado en los próximos 5 segundos te voy a volver a paralizar hasta que crea que has descansado lo suficiente, vale?
Draco levantó las manos en rendición y obedientemente se sentó en la silla, y una vez instalado bebió del vial y recorrió con la mirada la habitación, mirando sin pestañear a cada uno de los presentes, con calma y sin miedo. No era un desafío abierto, sino más bien una advertencia: No se atrevan a interponerse entre Granger y yo.
-Hermione, nos quieres decir qué es lo que pasó? – Preguntó la señora Weasley, con rulos en el cabello y aún vestida en camisón.
-Entré a San Mungo por la chimenea, la recepcionista me reconoció y me pidió un autógrafo, luego fui al cuarto de Ron y me encontré a Draco esperándome. Me di cuenta del peligro que corríamos si nos encontraban juntos, así es que  Draco me dio poción multijugos con el cabello de una enfermera y él tomó poción con el cabello del padre de un paciente. Cuando llegamos a la recepción vimos a la recepcionista hablando con Rita Skeeter, diciéndole que yo estaba pasando la noche con Ron a pesar de que soy novia de Víktor. Supe que debíamos escapar cuanto antes, porque Rita me acusaría a los Mortífagos, así es que usamos la chimenea para trasladarnos hasta acá. Como Draco no sabía la locación y yo no la dije en voz alta, se escindió – Dijo parándose detrás de la silla de su mago y depositando una mano en su hombro, en señal de apoyo y protección.
-Y me quieres decir qué hacías tú en la habitación de mi hermano? – Preguntó Ginny, entrando a la habitación, sonando más grosera de lo que probablemente pretendía. Seguro había estado espiando detrás de la puerta.
-Esperaba a Granger – Dijo él rodando los ojos ante lo estúpido de la pregunta – Sabía que tarde o temprano aparecería, era cosa de suerte y paciencia.
-Y cómo sabemos que no estabas ahí para hacerle daño o para acabar el trabajo de tu familia? – Insistió la chica. Hermione se encogió un poco, dividida entre la rabia y la tristeza.
-Si hubiera querido dañar a Weasley lo habría podido hacer en cualquiera de las otras visitas que hice al hospital buscando a Granger – Dijo él – y sobre mi familia, oficialmente no tengo una, soy un descastado, lo he sido por años.
-Eso no importa, de todos modos eres un Mortífago – Lo acusó Ginny mirando la marca en su muñeca.
-Ginny! Ya basta! – Exclamó Hermione – Crees de verdad que yo traería a alguien que representara algún peligro para La Orden?
-Está bien princesa, déjala que pregunte – Dijo él con calma, pero su mirada era dura, desafiante – Ven pequeña Weasley, acércate – Dijo él desnudando su brazo izquierdo y mostrando claramente su marca. Todos los presentes menos Hermione se envararon, divididos entre el miedo y la repugnancia.
-Qué quieres que vea? Ahí está clara la prueba de quien eres – Dijo Ginny sin querer acercarse, pero sin quitar la mirada del tatuaje.
-Mira los bordes – Dijo Hermione con la voz plana, tratando de mantener a raya sus emociones. Ella sabía que hace apenas unos días había hecho las mismas preguntas, pero se le hacía insoportable la idea de que los demás cuestionaran la lealtad de Draco. No permitiría que dudaran de él – Fíjate en la piel sobre la que está montada la marca.
Todos se fijaron en las feas cicatrices que rodeaban la marca.
-Qué se supone que debemos mirar? – Preguntó Tonks, en un tono menos agresivo.
-Todos los esfuerzos que Draco ha hecho por literalmente, arrancarse esa marca de la piel. Se ha arrancado la piel a jirones, la ha quemado y hasta ha tratado de tatuarse algo encima, pero cada vez que su brazo cicatriza, la marca vuelve a aparecer – Dijo Hermione.
-Entonces para qué te la hiciste en primer lugar? – Preguntó Ginny, decidida a odiar a Malfoy pasara lo que pasara.
-Tú crees que alguien me preguntó mi opinión?  - Preguntó Draco, su sonrisa burlona y amarga en los labios de un hombre de mediana edad.
-Mataste a Dumbledore – Dijo Ginny.
-No, no lo hizo – Dijo Hermione.
-Ayudó a Snape a hacerlo – Insistió Ginny, con lágrimas en los ojos.
-No, no lo hizo – Dijo Hermione, mirándola fijamente.
-Y tú cómo sabes Mione? Por qué le crees a este traidor asesino? – Gritó Ginny perdiendo la calma y dejando que al fin las lágrimas que venía conteniendo se desbordaran. La rabia y la impotencia eran demasiado para ella, su mejor amiga defendiendo a esa alimaña, mientras que su hermano…
-Lo sé porque precisamente por no hacer lo que Voldemort le ordenó es que su familia y él fueron castigados – Dijo Hermione con la voz baja pero casi temblorosa de rabia Si Ginny no se calmaba y dejaba de atacar a Draco la abofetearía – Castigados – Recalcó.
-Por eso te descastaron? – Preguntó Tonks.
-Así es. Oficialmente tu y yo ya no somos parientes – Respondió Draco alzando su mano para tomar la de Hermione que descansaba en su hombro.
-Y sobre por qué le creo… - Dijo al fin Hermione – Le creo porque lo amo.
Ginny no pudo más, y salió corriendo con un portazo, furiosa y sintiéndose profundamente traicionada. En alguna parte de su mente ella aún tenía la esperanza de que Ron y Hermione volverían a estar juntos, y así su mejor amiga sería su hermana de verdad, pero la tortura sufrida por su hermano en conjunto con la noticia de que Mione quería estar con esa rata inmunda de Malfoy… Era como si su amiga se hubiera pasado al bando enemigo.
Hermione suspiró. No era así como esperaba que se dieran las cosas. Sabía que la noticia no sería celebrada, pero una minúscula parte de ella esperaba que sus amigos comprendieran y se alegraran de que ella había encontrado este pequeño nicho de felicidad.
Era una idea absurda. Era pedir demasiado.
-Estás bien para caminar? – Susurró al oído de Draco. Él asintió sin dejar de mirar a la puerta por la que desapareció Ginny. Estaba furioso. No por lo que le pudiera decir esa pequeña cabeza de zanahoria a él, sino por el daño que le pudiera hacer a Hermione.
-Bueno, nosotros nos vamos – Dijo Hermione plasmando una sonrisa forzada en su rostro – Vinimos aquí sólo porque necesitábamos la chimenea y porque estaban a punto de atraparnos, pero no se va a volver a repetir – Tomó la mano de Draco, quien se puso de pie – Voy a estar en contacto con los gemelos para planificar el rescate de los prisioneros y con Luna por lo del refugio de creaturas mágicas. Lo siento por la molestia – Dijo cuadrando los hombros y dirigiéndose a la puerta de salida.
-Hermione, no tienes que irte así…! – Exclamó Tonks dando un paso hacia ella.
-Es exactamente como tengo que irme cuando el hombre que amo no es bien recibido. Me he entregado en cuerpo y alma a la causa, he hecho cosas horribles, he sacrificado mis mejores años, he sido amenazada, vejada, torturada y me han tratado de matar más veces de las que puedo contar, mientras todos mis amigos lograban construir algo de normalidad en sus vidas. Y lo hacía contenta. No me importaba la responsabilidad ni el peligro, porque sabía que era por el bien mayor. No me importaba tomar los turnos que nadie quería o pasar más noches en el cuartel de La Orden que en mi propia casa. Pero ahora que si existe algo en mi vida que genuinamente me hace feliz, no lo voy a abandonar. Si en algo respetan mi inteligencia sabrán que no voy a confiar en cualquiera, no voy a arriesgar la vida de mis compañeros, ni voy a dejar que las emociones nublen mis decisiones. Sé lo que estoy haciendo, sé mejor que nadie quien es Draco Malfoy, y quiero estar con él.
-Hermione por favor! Lo que dices solo confirma que él te está manipulando! – Dijo Molly uniendo las manos en un gesto de súplica.
-Molly, donde estaba Arthur la noche de navidad pasada? – Preguntó Hermione fríamente.
-En casa, con la familia – Respondió ella encogiendo los hombros.
-Remus, donde estaba Tonks para el cumpleaños de Teddy? – Preguntó Hermione.
-En casa, celebrando – Dijo él, sabiendo a lo que iba Hermione.
-Y dónde estaba yo? Quién quiere adivinar? – Preguntó Hermione, cada vez más cabreada, soltando todo lo que nunca se atrevió a decir.
-Yo! Yo! – Dijo Draco levantando su mano libre.
Hermione sonrió – Draco?
-Estabas cumpliendo el turno de todos los demás para permitir que tuvieran una vida normal! – Dijo Malfoy.
-No voy a abandonar la causa, pero voy a dejar de ser una mártir – Dijo la bruja – Nunca he pedido nada, pero ahora lo exijo: Respeto. Draco no es un Mortífago, por lo tanto les pido que dejen de tratarlo como a uno.
-Tampoco es parte de La Orden – Dijo Molly calladamente.
-No, no lo es – Dijo Hermione simplemente.
-Ni pretendo serlo – Aclaró Draco.
-Hay muchos simpatizantes de La Orden emparejados con personas no activas en la causa – Dijo Hermione.
-Pero si no se afilia con La Orden cómo sabemos que no nos va a traicionar? – Preguntó Tonks.
-No me importa la causa – Dijo Draco, desafiante – No me importa quien gane porque ambos lados me detestan por igual e igualmente estaré jodido… - Lupin abrió la boca para hablar, pero Draco continuó – Lo que me importa es Granger. La quiero a salvo y la quiero contenta. Si ella necesita ayuda para entrar a una prisión, voy a ser yo quien le abra la puerta y la guíe. Si hay una batalla, voy a pelear a su lado. Y si al final del día ella decide que está harta de todos ustedes, tropa de malagradecidos, tengan por seguro que la voy a seguir hasta el fin del mundo. Yo no tengo moral ni escrúpulos en lo que a ella respecta. No soy una buena persona… Pero nunca le voy a hacer daño a Hermione, por lo que pueden estar tranquilos, no voy a levantar un dedo en contra de ninguno de ustedes.  
El pecho de Hermione se apretó de emoción. No era un discurso romántico o poético, pero era Draco y su devoción. Era él y su amor. Era él exponiendo sus sentimientos a gente que lo detesta, sólo para apoyarla a ella.
El efecto de la poción mutijugos se estaba agotando, y el cabello de Draco comenzaba a aclararse hasta llegar a su color natural. Hermione lo vio transformarse y volver al cuerpo que amaba, y se dio cuenta de que a ella le estaba pasando lo mismo.
Ambos se miraron durante la metamorfosis, hasta que esta acabó, y quedaron sonriéndose el uno frente al otro.
-Hola – Dijo ella muy bajito, sonrojándose sin razón alguna.
-Hola Granger – Dijo él con voz ronca – Que bueno verte, pensé que iba a tener que dormir con la abuelita…
-Draco! – Le dio un codazo y soltó una involuntaria carcajada. Entonces se dio cuenta de que todos los miraban sorprendidos, así es que con un escueto “Estaré en contacto” salieron de la casa.
Caminaron hasta el patio, tocaron el traslador y aterrizaron en medio del bosque.
-Y ahora? – Preguntó Draco pasando un brazo sobre los hombros de la chica y besándole la coronilla.
Ella se encogió de hombros. Una vez pasada la adrenalina del enfrentamiento, comenzaba a sentir la depresión. Hermione odiaba no cumplir con las expectativas de los demás, y odiaba haberles echado en cara sus sacrificios a sus amigos más queridos… Aunque también le dolía que ellos mismos no hubieran visto cómo habían abusado de su buena disposición.
Y por otro lado no podía sino defender a Draco.
-Granger, aterriza, ahora qué? – Insistió él dándole un golpe con la cadera y soplando sonoramente en su cuello.
-No lo sé… - Dijo ella – Dices que mi casa no es segura?
-No – Dijo él – Pero la mía lo es. Vivamos en concubinato – Dijo moviendo las cejas lascivamente.
Hermione no pudo evitar resoplar por la nariz en una especie de carcajada.
-Ok… Concubinato… Necesito mis cosas, ropa, cosas de aseo… Mi gato! Oh, demonios! Lo tiene George Weasley, él lo fue a buscar cuando desaparecí, y lo conserva porque Teddy es alérgico a Crookshanks… Tal vez si le explico mi situación se lo pueda quedar por un tiempo…
-Recupera tu jodido gato, Granger – Dijo Draco encogiendo lo hombros, como quitándole importancia – Mi casa es tu casa, a mí no me molesta, en el bosque puede correr y cazar a su antojo, y tú no vas a estar contenta sin esa bola de pelos.
-De verdad? – Preguntó ella con los ojos inundados de lágrimas. Por alguna razón, de todas las cosas vividas ese día, el gesto más romántico para ella había sido esa invitación: “Sé mi concubina y trae a tu gato”
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Espero les haya gustado.
Cariños.







  




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