lunes, 20 de junio de 2011

Regreso a Casa 1


Capítulo 1
Bella POV
Manejé por horas sin detenerme, sin pensar en el camino frente a mí, sin parar a comer, sólo deteniéndome una vez en el viaje de 15 horas desde San Francisco para recargar combustible e ir al baño. Desde que recibí la llamada de Jasper no pude enfocarme en nada más: Necesitaba regresar a casa. Necesitaba llegar a mi hogar y lidiar por fin con los fantasmas de mi pasado.
Después de algunas horas de viaje el paisaje comenzó a cambiar, la lluvia se hizo más persistente, el bosque más tupido y las tonalidades de un verde más profundo. A medida que me fui acercando a casa, kilómetro a kilómetro me vi invadida de recuerdos dulces y amargos, de mis sueños de juventud, de mi corazón roto al alejarme, de las horas de risas y complicidad, de las terribles peleas.
La entrada del pueblo con su cartel de bienvenida me devolvió a la realidad. Detuve el auto y aspiré profundamente tratando de calmar mi pulso desbocado, me repetí una y otra vez como un mantra que soy una adulta, una mujer segura de mi misma, soy exitosa en mi trabajo, tengo un novio que me ama y soy feliz.
Por alguna razón a pesar de que todo esto era relativamente cierto, me sonó extraño y contraproducente tener que reafirmarme de esta manera. Si efectivamente soy todo eso… ¿por qué me encuentro estacionada a la entrada del pueblo teniendo un ataque de pánico ante la mera idea de volver a casa… de volver a verlo a él?
Un par de minutos más tarde, logré regular mi respiración, y mirándome en el espejo retrovisor traté de componer un poco mi apariencia deslavada. Murmurando "tu puedes!", encendí el motor del auto y me dirigí a mi hogar de la infancia. Las familiares calles de Forks se veían vacías a esta hora de la tarde, ya era hora de cenar, y además la lluvia y el viento no invitaban a dejar el calor del hogar. Todo lucía tal como lo dejé 4 años atrás. No sé lo que había esperado, pero me sorprendió… realmente pensaba que el pueblo cambiaría por mi ausencia? Que tal como yo luchaba por reinventarme el pueblo sufriría cambios similares para adaptarse a la nueva Bella? Sonreí ante mis pensamientos, mi mente ciertamente era parcial y egocentrista, y de alguna manera imaginaba al mundo exterior reflejando a mi yo interior.
Al doblar en la esquina de nuestra calle, pude ver la casa de mi padre a lo lejos y adiviné la casa de Jazz, aunque no se veía desde el camino. Un nudo se formó en mi garganta, obligándome a tragar compulsivamente para evitar las lágrimas. La casa se veía tan solitaria… casi abandonada. Una oleada de culpa me abrumó al pensar en que yo debería haber estado aquí, haciéndome cargo de mi padre en lugar de escudarme en mis nuevas obligaciones para no enfrentar mi pasado. Oh Charlie, lo siento tanto!
Al llegar frente a la casa me estacioné en mi lugar habitual, me bajé del auto y me estiré, tratando de recuperar la movilidad de mis articulaciones luego de 8 horas ininterrumpidas tras el volante. Realicé algunos ejercicios de respiración que me enseñó Laurent, mi profesor de Pilates y rodeé el auto para sacar mi pequeño bolso de viaje, conteniendo apenas lo esencial.
Con mi bolso en la mano me dirigí a la puerta, pero dudé… sería capaz de cruzar el umbral? Oleadas de recuerdos me volvían a abrumar y las lágrimas comenzaron a rodar libremente por mis mejillas. Estuve a punto de darme media vuelta y dirigirme a un hotel, incluso manejar hasta Port Ángeles, pero antes de tener tiempo de actuar ante mis instintos de fuga, un par de fuertes brazos me rodearon por la espalda y una voz masculina me dijo "Bienvenida a casa cariño".
Giré mi cuerpo para enfrentarlo. No esperaba volver a verlo tan pronto, pero debí adivinarlo, él me conocía mejor que nadie y sabría cómo reaccionaría yo ante su llamada.
-Hola Jazz…-dije limpiándome las lágrimas con la manga de mi sweater y tratando de esbozar una sonrisa.
-Hola Cariño, es bueno verte- dijo abrazándome fuerte a su pecho. Mi estómago se contrajo ante mi antiguo sobrenombre. Desde que yo tenía 8 años Jazz había comenzado a llamarme así, y el sobrenombre se había mantenido hasta el día que nos separamos, el día que me fui a la universidad jurando no regresar jamás.
Desde muy pequeños coincidimos en nuestro amor por el cine en blanco y negro y las películas antiguas, y Jazz adquirió una extraña obsesión con Clark Gable, lo que dio paso a que comenzara a llamarme "cariño", tal como Clark llamaba a sus coprotagonistas, en un intento de copiar los galanteos de su héroe. A tanto llegó su fanatismo, que solía citarme frases enteras de "Lo que el viento se llevó" (su película favorita, ya que combinaba su obsesión por la guerra civil norteamericana con Clark en toda su gloria), y cuando se molestaba conmigo simplemente me cortaba diciendo "Francamente cariño, me importa un bledo", tal como Rhett Butler le había dicho a Scarlett al abandonarla. Después de que él emitía esa frase quedaba poco por discutir.
-Cómo… cómo está?-Mi voz tembló al final.
-Estable… llegas a tiempo para despedirte… Lo siento cariño…- Dijo tomando mi mano y abriendo la puerta de entrada con su propia llave. Me dirigió al living y me sentó en mi lugar habitual junto a la chimenea, evidenciando estar mucho más confortable en este entorno que yo misma. Una vez que me acomodé sacándome los zapatos y abrazando mis rodillas, él avivó el fuego y se dirigió a la cocina a encender el hervidor eléctrico.
-A lo mejor deberías descansar antes de verlo. Vengo del hospital y acaban de sedarlo, no creo que esté en condiciones de verte hasta mañana. Generalmente las mañanas son sus horas más lúcidas- Me explicó mientras miraba atentamente mi rostro reflejando su preocupación en el suyo. Por primera vez desde que llegué pude estudiar su rostro, el mismo que en algún momento me fue más familiar que el mío.
Seguía siendo tan guapo como siempre, un poco más alto, ahora llegaría a 1.90 mt., su rostro un poco más delgado y maduro, masculino, pero aún armonioso y conservando su brillo angelical. Su cabello estaba un poco más largo y le caía en ondas sobre los ojos y le rozaba el cuello de la camisa. El tono de su cabello se veía un poco más oscuro que en nuestra adolescencia, menos blanqueado por el sol se había asentado en el color de la miel derretida con sólo algunos reflejos más claros. Sus ojos eran tal como los recordaba, de un azul oscuro que a veces parecía casi negro, profundos y expresivos, y en este momento expresaban compasión.
Su complexión general era delgada y atlética, pero cuando me había abrazado había sentido sus duros músculos tensarse, y adiviné que Jazz seguía usando el ejercicio físico para lidiar con sus frustraciones. Bien por él, pensé. Eso es mucho más saludable que mi tendencia a hornear dulces, generalmente muffins, cada vez que sentía que comenzaba a perder el control… me pregunté si Charlie aún conservaría mis implementos de cocina, e inmediatamente me avergoncé por dudarlo. Charlie jamás se desharía de mis cosas. Me prometí poner mi neurosis a buen uso y preparar los muffins favoritos de Charlie para sorprenderlo en mi primera visita. Maracuyá y chocolate blanco… tendría que ir a la tienda a ver si encontraba una lata de pulpa de maracuyá…
El agua hirvió y Jazz se levantó sin decir palabra dirigiéndose a la cocina. Regresó un par de minutos después y depositó en mis manos un mug de chai latte preparado tal y como me gusta, endulzado con una cucharada de miel. Sonreí agradeciéndole el gesto y me pregunté si habría comprado el té y la miel especialmente para mí, ya que estos no eran artículos que se encontraran normalmente en la cocina de Charlie… por supuesto, me respondí. Jazz siempre sabe lo que necesito.
-Preparé tu cama con sábanas limpias y dejé un par de toallas para ti en el baño. Si quieres puedes subir a darte una ducha mientras yo preparo algo rápido para la cena.-Ofreció.
-Gracias, pero no tengo hambre-respondí. Ansiaba ducharme y deslizarme en mi cama y no volver a saber del mundo hasta que fuera el momento de partir al hospital.
-Cariño, te estoy dando la opción de la ducha, no de la cena. Vas a comer aunque tenga que sentarme sobre ti y forzar la comida con un embudo-amenazó seriamente como si realmente tuviera el embudo listo para mí –Te vas a duchar o prefieres que conversemos ahora?-Ofreció.
-Me voy a duchar!- respondí inmediatamente, y dando un largo sorbo a mi té me puse de pié y corrí hacia el segundo piso. Al llegar a la escalera pude escuchar un par de suaves carcajadas.
Mi cuarto seguía tal como lo dejé a los 18 años, las paredes cubiertas de fotografías de Jazz y yo en distintas etapas de nuestras vidas. Yo sentada en un columpio a los 5 años y Jazz empujándome; Jazz y yo a lomos de un caballo en los establos de la policía; Jazz y yo sentados (o debo decir "desparramados"? sobre el sofá, probablemente viendo una película. Nuestras piernas enredadas y nuestros rostros mirando probablemente hacia la pantalla del televisor; Jazz y yo en mi primera lección de manejo… cómo convenció Jazz a Charlie de que él era el indicado para enseñarme?; Jazz, Charlie y yo el día de su graduación del colegio; Jazz, Charlie y yo en mi propia graduación… Todos los momentos importantes de mi vida estaban inevitablemente relacionados a Jasper, y mirando las fotografías noté por primera vez cómo solíamos relacionarnos, siempre en contacto físico, siempre buscando el confort de estar cerca del otro.
Recordé los primeros días después de dejar Forks… como me costó volver a dormir sola… Cómo nunca más fui capaz de desarrollar ese nivel de intimidad con nadie… hasta Edward… Debería llamarlo, pero sencillamente no tenía ganas e lidiar con él en este momento. Me dirigí a la ducha.
Valía la pena sorprenderme de que hubiera envases nuevos de mi champú, bálsamo y body wash listos para ser usados en la ducha? Maldita sea Jasper! Estaba haciendo las cosas más difíciles a propósito, y yo lo último que quería era enfrentarlo.
Una vez que me saqué de encima el polvo de la carretera me sentí más humana y ya en mi habitación me puse mis pantalones de Pilates y una camiseta de manga larga. Me puse un par de calcetas gruesas de lana, cepillé mi cabello para que se secara un poco más ordenado y bajé a la cocina.
Jazz se encontraba concentrado cocinando, y yo no me pude resistir la tentación de citar a Scarlett.
-"Aunque tenga que matar, engañar o robar, a Dios pongo por testigo de que jamás volveré a pasar hambre" –Dije poniendo una mano en mi frente y usando mi peor acento sureño.
-Cariño! –Sonrió -Lo recuerdas! –Dijo entusiasmado.
-Difícilmente podría olvidarlo Jazz… -Dije en tono condescendiente -Me obligaste a ver la dichosa película un millón de veces!
-Y confiesa que te encantó cada vez… -Respondió mirándome a los ojos y usando su voz ronca, la que yo sabía que pretendía (y conseguía) ser seductora.
-Gracias por los productos del baño…-Dije cambiando de tema –En el apuro por empacar dejé los míos en casa…
-Esta es tu casa –Aclaró frunciendo el ceño.
-Jazz… no… no ahora… no hoy… por favor…-Rogué, incapaz de seguir la conversación sabiendo hacia dónde se dirigía.
-Está bien cariño, lo dejaremos sólo por hoy… qué quieres en tu omelette?

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