"…Que en sus brazos me sienta una niña pequeña,
sonría, me mienta y se trague mis penas…
…Alguien que cuide de mí
Que quiera matarme,
y se mate por mí…"
Alguien que cuide de mí /Christina y los Subterráneos
Capítulo 2El día que conocí a Jazz yo tenía 3 años y él 5. Ocurrió en abril, un sábado por la tarde. Charlie estaba en casa viendo algún partido de Fútbol Americano en ESPN con Billy y Harry. Yo había salido al jardín a preparar un elegante té con el juego de loza que había recibido para navidad. Era un precioso set de plástico blanco pintado con delicadas flores de color azul y en mi joven mente lo había catalogado como mi posesión más preciada y una pertenencia para ser compartida sólo con las personas más especiales. En este caso el invitado de honor era Mike, un enorme conejo de peluche que había pertenecido a mi madre y que era en ese entonces mi mejor amigo.
Charlie me había instalado una pequeña mesa de fierro con 2 sillas en el jardín para la ocasión, y yo tomé gran cuidado en poner la mesa con un mantel de lino bordado que tomé prestado de la casa. No pensé que a Charlie le molestara, total no lo usábamos nunca y estaba al fondo de un cajón en la cocina (más adelante supe que el dichoso mantel fue bordado por la bisabuela Swan y que estaba totalmente fuera de los límites para mí). Luego dispuse los platos y rellené el azucarero y el lechero, dispuse un platito con galletas y luego de múltiples paseos entre la cocina y el jardín pude ver el resultado de mis esfuerzos. Todo lucía perfecto excepto… las flores. Mi set incluía un minúsculo florero y en el jardín de Charlie no había ninguna… Charlie era demasiado práctico como para ocuparse de esos detalles, y yo no pude evitar pensar que si yo tuviera una mamá ella habría plantado flores en nuestro jardín.
Nuevamente entré a la casa para comprobar que Charlie y sus amigos estaban ocupados con su partido, y al confirmarlo corrí hacia la puerta trasera del jardín, que daba directamente al bosque, y salí de mi universo conocido para entrar a un espacio enorme e inexplorado. A lo lejos a mano izquierda pude ver algunas flores silvestres, y me apresuré en esa dirección dispuesta a recoger un ramo y regresar a casa antes de que Charlie me descubriera.
Sin darme cuenta me fui internando en el bosque más profundamente de lo que había planeado en un principio, aunque aún podía ver el jardín de mi casa a la distancia. De pronto escuché un leve gemido y mi curiosidad le ganó a mi precaución. A los 3 años no tenía aún malas experiencias que me enseñaran a no internarme en el bosque en busca de ruidos desconocidos, y Charlie nunca me había leído "La caperucita Roja" ni otras obras de los hermanos Grimm, diseñadas para aterrar a niños demasiado aventureros.
Sólo alcancé a dar un par de pasos antes de identificar, encogida detrás de un árbol, la pequeña figura de un niño llorando. El niño se veía un poco mayor que yo, y su ropa estaba sucia con tierra y su cabello rubio estaba cubierto de ramitas y tierra… Viviría en el bosque? Por qué lloraba?
Lentamente me acerqué a su lado, y aunque él me escuchó venir no levantó la mirada. Yo entonces me senté a su lado y deposité en sus rodillas el ramito de flores silvestres que había recogido. El niño ni lo tomó ni lo rechazó, pero sus sollozos disminuyeron en intensidad hasta que se asentaron en una serie de profundos suspiros. Tomé eso como un signo positivo y comencé a hablarle
-Hola, mi nombre es Isabella Marie Swan, pero me gusta que me digan Bella –Dije automáticamente en forma de presentación –Vivo con mi papá en esa casa blanca ahí –Apunté –Tengo estos años –Le mostré mi mano con 3 dedos estirados, aún batallaba un poco con los números –Y no tengo mamá… -Dije. Por alguna razón ya a los tres años me parecía que no tener mamá era un hecho que me definía y por lo tanto era digno de incluirlo en mi presentación. El niño entonces levantó su rostro de sus brazos y me miró por primera vez.
Su cara estaba surcada de lágrimas y su nariz y ojos estaban rojos e irritados, pero al encontrar sus ojos con los míos esbozó una débil sonrisa.
-Jasper… Me llamo Jasper Withlock –Dijo limpiándose los ojos y la nariz con la manga de su camiseta.
-Vives en el bosque? –Pregunté. Él simplemente negó con la cabeza.
-Por qué lloras? –Pregunté sin aguantar más mi curiosidad.
-Mi papá se murió –Respondió mientras nuevas lágrimas corrían por sus mejillas. Yo carecía completamente de experiencia con otros niños, y menos con niños llorando, pero instintivamente tomé su mano entre las mías y la apreté.
-Mi mamá también se murió, pero mi papá dice que ella ahora está en el cielo y me cuida desde ahí… seguro también tu papá ahora te cuida desde el cielo… -Le dije a modo de consuelo.
-Y tu papá como lo sabe? –Respondió dudando.
-Mi papá es el jefe de la policía y lo sabe todo –Le aseguré con toda sinceridad.
-De verdad crees que mi papá me está mirando desde el cielo? –Preguntó esperanzado.
-Estoy segura –Afirmé –Tengo que volver a casa, voy a tomar el té… -Le dije dándome cuenta de que Charlie me podría salir a buscar en cualquier momento -quieres venir conmigo? –Dije sin soltar su mano.
-Está bien… -Respondió –Gracias Bella.
-De nada Jasper… -Dije. Luego de una pausa, agregué –Jasper… esto significa que ahora eres mi amigo?
-Si Bella, ahora somos amigos…
Horas después Charlie nos encontró en el jardín, donde Jazz y yo nos encontrábamos sentados en mi columpio, balanceándonos suavemente. Ambos tomados de la mano y nuestras cabezas juntas. En una tarde nos hicimos los mejores amigos y compartimos todos nuestros secretos.
-Cómo han estado las cosas en el pueblo? –Le pregunté a Jazz mientras literalmente atacaba mi omelette. Él por supuesto tenía razón… Verdaderamente estaba hambrienta!
-Tú sabes cariño, en Forks nada cambia –Respondió con una sonrisa satisfecha al verme engullir –Harry ha tenido algunos problemas al corazón y Sue está preocupada de hacerlo comer saludablemente, pero tú lo conoces, no es capaz de renunciar al pescado frito, la cerveza ni a los cigarrillos…
-Pobre Sue! –Exclamé entre bocados -Jazz… y como están las cosas en el establo? –Pregunté. Jazz era el veterinario y encargado de los establos de la policía montada, labor que simplemente lo apasionaba.
-Oh cariño, es excelente! -Dijo entusiasmándose inmediatamente –Deberías ir conmigo, aún tenemos algunos de los caballos que tu conociste. Además he conseguido algunos fondos extra para renovar las pesebreras y el picadero techado… Y compré un nuevo potro, para mí, no para los establos. Tienes que verlo, es increíble!
-Me encantaría! –Dije sinceramente –Así es que ahora te vas a dedicar a criador?
-Tú sabes que es lo que siempre he deseado, y ahora que me lo puedo permitir… -Dijo orgulloso, pero su tono súbitamente cambió y dijo más bajo -No lo sé, a lo mejor piensas que no he evolucionado, aferrándome a un sueño que tengo desde que éramos niños, pero al menos parte del sueño se puede convertir en realidad y lo quiero intentar…
-Jazz, no sabes cuánto me alegro de que pudieras comenzar a cumplirlo!… -Y era verdad, yo sinceramente quería ver a Jazz ser feliz… No quise ahondar en la otra parte del sueño, la que él no mencionó… – Y definitivamente quiero conocer a tu potro… como se llama?
-Swan –Respondió simplemente. Nuevamente se formó un nudo en mi garganta y mi apetito desapareció por completo. Sólo Jazz haría algo así… Honrar a Charlie de la única manera que estaba en sus manos… -Come cariño –Dijo seriamente –Lo del embudo no era una broma y no tengo miedo de usarlo.
-No tengo hambre Jazz… Ya comí lo suficiente… -Dije empujando mi plato a medio terminar. Jazz frunció el ceño pero dejó pasar mi súbita falta de apetito.
-Cómo están las cosas en San Francisco? –Dijo él cambiando de tema -Aún sigues con Edwin? –Preguntó tratando de fingir indiferencia.
-Edward –Aclaré. Jazz sabía perfectamente el nombre de mi novio pero sencillamente se negaba a pronunciarlo –Las cosas en San Francisco están bien, a fin de año puedo postular a un ascenso y podría convertirme en editora… -Dije enfocándome en responder contándole sobre mi carrera. Actualmente era asistente de uno de los editores sénior de una importante casa editorial, pero se rumoreaba que pronto se abriría una vacante y mi jefe me aseguraba que yo tenía méritos suficientes para postular.
-Como se llame… sigues con él? –Insistió.
-Jazz… -Suspiré. Realmente no me sentía capaz de tener esta conversación.
-Qué? –Dijo fingiendo inocencia y enfocándose en su comida.
-Sí, sigo con Edward.
-Y por qué no está aquí contigo? Debería estar a tu lado en tus momentos difíciles. Tu padre está muriendo, maldita sea! –Dijo perdiendo su fachada de calma y golpeando la mesa con su puño.
-Yo le pedí que no viniera! –Exclamé, inmediatamente sintiendo que debía defender a Edward.
-Y por qué harías algo así? –Me preguntó desafiante, levantando una ceja.
-Por ti Jazz –Exploté -porque tú estás decidido a hacer mi vida más complicada de lo necesario, porque no puedes admitir que lo nuestro se acabó, porque lo harías sentir incómodo y porque no puedo tenerlo en Forks junto a mí porque todo este maldito pueblo está teñido de ti y tus recuerdos! –Grité admitiendo mi debilidad.
-Admítelo de una vez cariño, tu aún sientes algo por mí –Me desafió tomando mi rostro entre sus manos y mirándome a los ojos.
-Demonios Jazz, no me hagas esto, no ahora… no con todo lo que está sucediendo con Charlie… no puedo… no…-Y ahí estaba nuevamente, sollozando como una magdalena. Jazz tomó mi mano y me guió hacia la mecedora junto al fuego, se sentó y me sentó sobre su regazo. Encogida sobre él lloré por horas. Lloré por nuestra infancia, lloré por todas nuestras primeras veces y lloré por Charlie. Lloré y lloré sin pronunciar palabra mientras Jazz nos mecía y acariciaba mi pelo. Cada cierto tiempo él murmuraba contra mi cabello –Lo siento cariño –Pero la mayor parte del tiempo nos mantuvimos en silencio. Cuando mis lágrimas se hubieron agotado me quedé dormida, exhausta y arrullada por la respiración y el olor de Jazz, asociados con los mejores momentos de mi vida, y lo último que alcancé a pensar es que así es como olía mi hogar.
Más tarde, entre sueños sentí a Jazz tomarme en sus brazos y subir las escaleras llevándome a mi habitación. Una vez ahí que me metió en la cama, me cubrió y besó mi frente diciendo –Dulces sueños cariño –Luego sentí que la puerta de mi habitación se cerraba y volví a dormirme.
Pero lo que siguió no fueron dulces sueños. Las emociones del día me pasaron la cuenta y sufrí mis viejas pesadillas, esas que había comenzado a experimentar desde hacía varios años. Esas que comenzaron el día que dejé Forks. Esas que comenzaron cuando dejé de dormir con Jasper a mi lado para protegerme.
Mis gritos lo deben haber alertado, porque de pronto sentí sus fuertes brazos envolverme en la oscuridad, sentí su peso hundir la cama junto a mí y se lo sentí recostándose y posicionándome sobre su pecho. En esa posición todos mis miedos fueron rápidamente olvidados y pude volver a dormir, esta vez y por primera vez en años, sin más pesadillas durante todo el resto de la noche.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
No olvides comentar!!!