lunes, 20 de junio de 2011

Regreso a Casa 22


Capítulo 22
Descansa ven y duérmete,
tanta furia para que
Canta que yo tocare
hasta que te haga volver
La idiota en mi mayor / Christina Rosenvinge
BPOV
Jazz me abrazó mientras yo lloraba desconsolada. Esta semana había sido una mierda de comienzo a fin, desde mi encuentro con Alice en el supermercado hasta el último incidente... la destrucción de todas mis cosas personales.
Y no es que me importara realmente mi ropa, mi champú o mis lociones, todo era fácilmente reemplazable, pero el hecho de que alguien hubiera entrado en nuestra casa específicamente para causarme daño… era algo que me costaba asumir. Qué había hecho yo que mereciera una represalia como esta?
Los celos los podía entender… Demonios! Yo misma soy celosa y posesiva con Jazz hasta la locura, pero nunca llegaría a los niveles de los ataques que recibí esa semana.
No podía creer que Alice estuviera detrás de todo esto… aunque todo apuntara hacia ella, simplemente no quería creer que mi ex mejor amiga estuviera tan loca… aunque yo sabía cuánto le habría gustado destruir mi guardarropa, que siempre consideró una aberración… y por otro lado 5 años internada en un psiquiátrico te certifican de loca, verdad?
Félix nos ayudó a asegurar la puerta de la cocina provisoriamente y al poco rato se fue a su casa. Jazz y yo nos quedamos solos.
Metimos toda mi ropa en bolsas de basura y las saqué al jardín. Luego los dos nos tiramos en nuestro colchón sin desvestirnos y nos tapamos con una manta. Él me abrazó y me arrulló hasta que me quedé dormida. A pesar de todo lo que estaba sucediendo, nada me quitaría el confort de los brazos de Jazz rodeando mi cuerpo, su aroma invadiendo mis sentidos y su coraje dándome fuerzas para continuar.
A la mañana siguiente me sentí un poco mejor, me levanté temprano y me duché y me dirigí a l cocina a preparar el desayuno. Jazz apareció en la cocina cuando ya tenía casi todo listo y una sola mirada a su rostro me reveló que así como yo había amanecido mejor y de buen ánimo, él había amanecido muchísimo peor.
Jazz se había tomado los eventos de la semana con bastante calma y hasta sentido del humor, sacándome muchas veces de quicio, pero ayudándome a no desesperarme con el acoso que estaba sufriendo. Pero aparentemente lo ocurrido con mi ropa había sido la gota que rebalsó el vaso para él.
Jasper rara vez se enoja, su carácter es generalmente callado y apacible, pero cuando pierde la calma… Uf!
-Buenos días! Como dormiste? –Saludé mientras volteaba el tocino en el sartén.
-Mal –Gruñó.
-Mmmmmh… yo dormí estupendamente! Vas a tomar café o sólo tu jugo de pomelo?
-Café.
-Quieres hablar de lo que te está molestando?
-No
-Jazz…
-Dije que no! –Me gritó
-Bien! –Grité de vuelta. Nos quedamos en silencio un rato mientras yo terminaba con el tocino. Ya no quería comer nada, la ansiedad de lo ocurrido nuevamente nublando mis pensamientos y formando un nudo en mi estómago.
Jasper rodó su silla hacia el refrigerador y sacó su jugo de pomelo, pero su movimiento fue muy brusco, su mano chocó con la puerta del refrigerador y el jugo cayó al suelo derramándose.
-MIERDA! –Gritó dando un portazo con la puerta del refrigerador.
-Jasper Whitlock! Deja de comportarte como un cavernícola –Lo empujé -Te recuerdo que fue mi ropa la que destruyeron ayer, que la pila de mierda tenía mi nombre y que las cartas anónimas estaban dirigidas a mí. Si alguien tiene derecho a estar de mal humor soy yo. No te desquites conmigo! Yo no tengo la culpa de lo que está sucediendo… -Dije tirando un paño al piso para secar el desastre del jugo de pomelo. Para qué lo estaba sacando del refrigerador si dijo que quería beber era café?
-Y cómo mierda quieres que me sienta? Preso en esta silla de ruedas no hay una puta cosa que pueda hacer para defenderte! Tú crees que disfruto verte indefensa cuando no sabemos quién está tras de ti? Bella tú eres todo… -Dijo con la voz quebrada de emoción -Tú eres lo único que me importa, lo único sin lo que no puedo vivir… cariño no te puedo perder… no ahora que por fin eres mía…
-Jazz… no me vas a perder… -Dije tomando su rostro entre mis manos -Los dos estamos estresados con la situación, pero no podemos dejar que nos afecte de esta manera. Si terminamos peleando entre nosotros, quien sea que está haciendo esto gana…
-Lo siento, pero…
-Te entiendo Jazz… -Lo interrumpí -Sé que te gustaría poder venir a mi rescate cada vez que tengo un problema, pero ahora lo que necesitamos es mantenernos unidos y trabajar con Félix para descubrir quién está detrás de esta locura… Puede ser? –Dije arrodillándome frente a él.
-Sí –Murmuró bajito sin mirarme a los ojos.
-Cómo dijiste? No te escuché –Dije inclinándome hacia él hasta que nuestros rostros quedaron a solo centímetros de distancia.
-Sí cariño, tienes razón… lo siento… No debería desquitarme contigo…
-Te perdono a cambio de un beso… pero tiene que ser un buen beso… -Dije cerrando mis ojos. Él tomó mi rostro entre sus manos y lo inclinó en el ángulo adecuado. Sus labios cálidos y suaves encontraron los míos. Sabía a menta y a él. Su lengua recorrió mis labios y entró en mi boca acariciando mi lengua, haciéndome olvidar todos nuestros problemas. Me perdí en las sensaciones y gemí cuando una de sus manos recorrió ms pechos por sobre mi camiseta. El desayuno tendría que esperar.
Hicimos el amor desesperados por reafirmarnos, y ambos liberamos un poco de la tensión que llenaba la casa haciéndola un espacio opresivo. No podía esperar a largarnos de Forks para siempre.
Al menos nos habíamos reconciliado rápidamente, lo peor que podría pasar es que se generaran problemas entre nosotros gracias a quién quiera que fuera la persona detrás de todo esto.
Esa tarde debimos ir a Por Ángeles de nuevo a comprar algo de ropa para mí. Compré ropa interior y pantalones de yoga y camisetas, ya más adelante reemplazaría el resto. Le avisamos a Félix que saldríamos del pueblo para que se quedara atento a nuestra casa.
Al llegar a casa abrí el buzón y me encontré con 8 sobres dirigidos a mí. Más insultos escritos con letras de diarios y revistas. Ya no me afectaban…
Pasaron los días y seguí recibiendo cartas diariamente, pero no más sorpresas en la casa. Nos estábamos comenzando a relajar.
…oOo…
La semana siguiente finalmente llegó y se fue. Jazz dejó su condenada silla de ruedas y la cambió por muletas. Decidimos celebrar invitando a Peter y Char a cenar. Yo arreglé el comedor para poder usarlo para comer en lugar de como bodega y Peter me ayudó a subir mi colchón a mi dormitorio. Por fin dormiríamos en una cama de verdad.
Mientras cenábamos discutimos los últimos acontecimientos y Char opinó que probablemente ya había pasado lo peor. Peter por otro lado mantuvo su ceño fruncido y de abstuvo de opinar.
De pronto se escuchó un ruido en el segundo piso de un vidrio al quebrarse y un golpe. Peter me detuvo de ir a investigar. Jazz trató de acompañarlo, pero con sus muletas no resultó factible. Peter tomó el atizador de la chimenea y se dirigió al segundo piso, prendiendo las luces una a una. Al llegar a mi dormitorio gritó
-Fue un ladrillo!
-Ladrillo? –Repetí yo brillantemente.
-Ladrillo –Confirmó –Con una nota –Dijo extendiendo lo que traía en su mano. Sobre la tapa de una caja de zapatos había depositado un ladrillo que tenía amarrada una nota dirigida a mí. Más insultos.
-Ahí se nos fue nuestra primera noche en una cama de verdad… -Fue lo único que pude pensar.
-Llamamos a Félix? Vamos a mirar al jardín? –Preguntó Peter.
-Para qué? –Gritó Jazz paseándose de un lado al otro –El imbécil no hace nada… y quien quiera que haya sido ya se largó 3 segundos después de tirar el ladrillo…
-Y que alternativa nos queda? Hay que reportarlo! –Dijo Char.
-Estoy de acuerdo… tenemos que reportarlo, todo es evidencia para cuando descubramos al culpable –Dije yo.
-Mierda! Mierdaaaaa! –Gritó Jazz. Con su muleta golpeó una mesa y la pata de una silla. Estaba rápidamente perdiendo el control. Yo lo tomé de la mano y lo guié hacia el sofá. Él se sentó con la cara entre las manos, respirando agitado, temblando de rabia. Peter y Char se fueron a la cocina para darnos un poco de privacidad. Probablemente nunca habían visto a Jasper perder el control de sus emociones de esta forma.
-Quédate conmigo Jazz… no te enfurezcas, quédate conmigo –Dije acariciando su cabello. Sus largos risos dorados caían hasta el cuello de su camiseta. Sería una pena que se los cortara, pensé. Me encantaba enredar mis dedos en su nuca –Te amo Jazz, te amo y eso no cambia… eso no lo pueden tocar… shhhhhhh… quédate conmigo… -Lo consolé como cuando éramos niños y él regresaba de casa de su madre.
Poco a poco su respiración se calmó y él recuperó el control. Llamamos a Félix. Como siempre no había nada que hacer.
Peter y Char nos ofrecieron quedarnos en su casa, pero no tenía sentido. Su casa era pequeña y no dejaríamos que el acoso al que nos veíamos sometidos nos correteara de nuestro hogar.
…oOo…
La frustración estaba afectando a Jazz. Entre su limitada capacidad de movimiento y el exceso de tiempo libre (ya que aún no volvía a trabajar), se estaba obsesionando cada vez más con la situación. Yo misma estaba preocupada, pero asumí que no podíamos perder la calma los dos al mismo tiempo. Fueron días difíciles. Jazz estaba irritable y permanentemente a punto de explotar. Comenzamos a discutir más y más. Las peleas eran pasajeras y las reconciliaciones apasionadas, pero al cabo de otra semana durante la cual recibí 37 cartas y 3 ratas muertas junto a la puerta de la casa, la situación era insostenible. Si no pasaba algo pronto Jazz iría a casa de Alice con la escopeta de Charlie y la obligaría a confesar. O nos terminaríamos matando entre nosotros.
…oOo…
En el intertanto habíamos contactado a un corredor de propiedades de Santa Fe, Texas. Éste nos había presentado varias alternativas de ranchos en los alrededores y a mí me gustó la idea de tener cerca un parque nacional y mar. Habíamos coordinado una visita para 2 semanas después, cuando Jazz finalmente dejaría su bota plástica. Probablemente todavía necesitaría las muletas, pero ya para entonces podría moverse más libremente para inspeccionar las propiedades.
Rose entretanto había mandado empacar y me había despachado todas las cosas de mi apartamento en San Francisco, por lo que todos mis asuntos pendientes en esa ciudad estaban finiquitados.
…oOo…
El día de mi cumpleaños desperté y Jazz no estaba en la cama junto a mí. Eso era raro… Jazz NUNCA se levantaba temprano.
Me levanté y me dirigí al baño donde me duché y luego me vestí con mi usual ropa deportiva. Ojalá Jazz hubiera olvidado la fecha. Odiaba mis cumpleaños y la atención que generaban. Especialmente ahora que Charlie no estaba con nosotros…
Me dirigí a la cocina y Jazz no estaba en la casa… Donde podría haber salido tan temprano? No es que pudiera conducir con su pierna convaleciente. Me empecé a preocupar. Subí a mi dormitorio a buscar mi celular y lo llamé, pero no me respondió.
Pasaron los minutos, media hora, una hora… Estaba sentada en mi cama al borde de las lágrimas cuando escuché la puerta de entrada abrirse y corrí para ver a Jazz entrar a la casa como si no pasara nada.
-Dónde estabas? –Dije empujándolo con las dos manos –Me estaba muriendo de la preocupación! Y por qué demonios no contestas el teléfono?
-Tranquila cariño, salí con Peter.
-Y por qué no me avisaste?
-Por que estabas durmiendo y no te quería preocupar… Dame un beso y no te enojes más conmigo.
-No –Dije cruzando mis brazos.
-No?
-No. Estoy furiosa contigo.
-Awww! Tu sabes que no es así. No puedes estar furiosa conmigo.
-Pues lo estoy!
-Dame un beso y te cuento un secreto –Dijo usando su sonrisa sexi. Condenada sonrisa-derrite-enojos.
-Secreto? –Pregunté interesada a pesar de mí. No quería interesarme en nada que él tuviera que decir.
-Sip, pero tiene que ser un buen beso.
-Más te vale que sea un buen secreto –Dije acercándome a él. Tenía razón, no podía estar enojada con él por mucho rato… al menos no por salir sin avisarme.
Él se reclinó en la puerta y apoyó las muletas en la pared. Yo me puse de puntillas para besarlo y él se aprovechó tomándome de la cintura y presionándome contra su cuerpo. Hacía tanto que no nos besábamos así, con él de pié, alto y fuerte rodeándome con sus brazos. Y agarrándome el trasero. Y los pechos. Y presionando su erección contra mí… Maldición…
-Tu turno –Le dije casi sin aliento entre besos.
-Mmmmmmh… -Dijo besándome el cuello.
-Jazz! El secreto!
-Oh! Si… hay algo para ti en el bosque… -Dejó de besarme pero no soltó mi cintura.
-Algo? Algo como qué? Donde?
-En el lugar donde me encontraste cuando nos conocimos… Hay algo para ti.
-Jaaaazz!
-Anda cariño… Y no quiero oir quejas -Dijo soltando mi cintura y dándome una palmada en el trasero. Odiaba cuando hacía eso. Jasper me estaba provocando y disfrutándolo.
Fruncí el ceño y me puse las botas de goma que guardaba en el lavadero. El bosque estaría mojado con la lluvia del día anterior. No me molesté con una chaqueta, no pensaba estar afuera mucho rato.
Jazz se quedó en la cocina y me miró por la ventana sonriendo satisfecho mientras yo caminaba hacia el bosque confundida. Qué demonios había escondido en el bosque?
Cuando llegué al punto donde había visto a Jazz por primera vez me encontré una gran caja con una enorme cinta en la tapa. Cuando me acerqué a tomarla, la caja se movió. Yo salté hacia atrás asustada. Qué demonios? Me acerqué con más cuidado y la caja se volvió a sacudir. Esta vez me lo esperaba. Cuando estuve frente a la caja extendí las manos y removí la tapa. Dentro de la caja había… Un cachorrito!

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