lunes, 20 de junio de 2011

Regreso a Casa 4





Escribe un pasado nuevo
Y olvida el futuro ya
El cielo está en obras
Nadie nos va a salvar
Sólo existe este beso
Suave en la oscuridad
Que no dura tres minutos
Dura la eternidad.
Tu boca / Christina Rosenvinge
Capítulo 4
Cuando tenía 13 años tuve mi primer período. Afortunadamente me di cuenta en la ducha, por lo que no hubo evidencias que esconder de Charlie ni Jasper. Mordiéndome los labios de rabia y vergüenza (rabia de no tener mamá y vergüenza de tener que conseguir la información necesaria de una virtual extraña), me dirigí a la enfermería del colegio a hablar con la señora Cope y le hice todas las preguntas pertinentes con respecto a los cambios en mi cuerpo, mis ciclos y cómo comprar un corpiño. Opté por usar tampones por ser menos evidentes y me uní en un viaje a Port Ángeles con mi amiga Ángela y su mamá para comprar nueva ropa interior. Así, sola, di mis primeros pasos en la adolescencia.
Charlie por ese entonces ya había conseguido la custodia legal de Jazz y él vivía oficialmente con nosotros. Jazz a sus 15 años ya se había desarrollado, convirtiéndose en un adolescente alto y guapo, con una sonrisa capaz de derretir a cualquiera y con modales adquiridos directamente de la escuela en blanco y negro de Clark Gable. A pesar de que me constaba el interés que generaba entre las chicas en el colegio él se mantenía impasible, aparentemente enfocado exclusivamente en el atletismo y la equitación, dejando cualquier exceso de energía en la pista o los establos.
Y seguía durmiendo conmigo periódicamente, ignorante de los cambios que ocurrían con mi cuerpo…
Poco a poco mis sentimientos hacia Jasper habían evolucionado desde la adoración infantil hacia mi único amigo, siempre tranquilo, siempre seguro (excepto por un par de ocasiones en que lo había visto romperse gracias a su madre y sus abusos) hacia un enamoramiento relámpago que me tenía soñando despierta y con sonrojos permanentes.
Su trato hacia mí no era exactamente hermanable, ya que éramos excelentes amigos, nunca competíamos, compartíamos todo y no guardábamos secretos entre nosotros (a excepción de la súbita evolución de mis sentimientos hacia él). Y claro, los hermanos (al menos los que no pertenecen a una familia de faraones) no duermen juntos en la misma cama.
De día jamás mencionábamos nuestra necesidad de dormir juntos, y las cosas se mantenían totalmente platónicas, simplemente compartíamos el lecho y despertábamos con nuestras piernas enredadas. Al amanecer Jazz se regresaba a su cama y al desayunar ya todo había vuelto a la normalidad como si no nos hubiéramos visto desde la noche anterior.
Yo sentía la necesidad de algo más, sin poder identificar el anhelo que se concentraba en mi estómago y se extendía hasta mis rodillas. Me imaginaba que si llegaba a besarlo encontraría la clave para descifrar mi necesidad, pero eso era absolutamente imposible dado que nuestra relación sencillamente no parecía apuntar en esa dirección.
Veíamos películas viejas en el sofá con nuestras piernas entrelazadas, caminábamos por el bosque de la mano, dormíamos en la misma cama… pero era exactamente lo mismo que habíamos hecho desde que yo tenía 5 años!
Comencé a evitar nuestros momentos a solas, temiendo que mis sentimientos se hicieran evidentes y las cosas cambiaran entre nosotros. Jasper era la persona más importante de mi vida junto a Charlie, y no podía imaginar lo que sería de mí si lo perdiera por culpa de mis emociones desbocadas y definitivamente inapropiadas.
Jazz obviamente se dio cuenta de mi cambio de actitud, pero me dejó ser por un par de semanas observándome de lejos y dándome mi espacio (excepto por la noche, ninguno de los dos podía dormir separado del otro y nuestro sueño era sagrado). Esta situación se mantuvo hasta que un día después del colegio nos encontrábamos los dos en el sofá viendo un reality show de MTV, y Jazz no aguantó más y me enfrentó.
-Ya basta cariño, me vas a decir qué es lo que te pasa! Te ofendí de alguna manera? Por qué ya no me miras a los ojos? Por qué me evitas como si me estuvieras escondiendo algo? Qué cambió?
-Nada Jazz, déjame en paz! –Dije dándole la espalda.
-Isabella! –Gruñó. Maldita sea, Charlie y Jazz sólo me llamaban Isabella cuando me encontraba en problemas.
-Por qué no me puedes dejar tranquila Jazz? Por qué nunca puedo tener una pisca de privacidad? –Rogué.
-Porque algo te pasa y estás sufriendo! Y yo no lo voy a permitir! Déjame ayudarte!–Dijo Jazz cada vez más furioso.
-No depende de ti Jasper Whitlock! Tú no eres omnipotente, y no tienes la solución a todos mis problemas! –Dije mientras las lágrimas de rabia comenzaban a caer por mis mejillas. Jazz abrió la boca para responderme, pero en ese momento sonó el teléfono de la casa. Mirándome fijamente, tomó el auricular y contestó. Inmediatamente frunció el ceño, su rostro reflejando preocupación, y dijo "Voy para allá" y colgó.
-Quién era? –Pregunté
-Mi madre… Me voy cariño, pero que te quede claro, tu y yo no hemos terminado! –Y tomando su chaqueta abrió la puerta y desapareció.
Durante el resto de la tarde no volvimos a saber de Jasper. Yo le conté a Charlie sobre la llamada y él dijo que eso era algo que Jazz debía resolver. Charlie y yo cenamos solos y luego nos fuimos a acostar. Yo estaba tremendamente preocupada, pero no me atreví a llamar a casa de la señora Whitlock ni a compartir mis preocupaciones con Charlie.
A las 2 de la mañana seguía revolviéndome entre las sábanas, por lo que finalmente me levanté y salí de mi habitación con rumbo a la cocina, pero al pasar frente a la habitación de Jazz vi que la puerta se encontraba entreabierta, por lo que me dirigí hasta allí para encontrarlo hecho un ovillo en el suelo, sus hombros sacudiéndose violentamente en sollozos silencios.
-Jazz! Dije cayendo de rodillas al suelo junto a él –Cómo no lo escuché llegar? –Qué pasó? Estas bien? –Me agaché para rodearlo con mis brazos, pero al tocar su espalda se encogió de dolor.
-Jazz? –Susurré. Con la punta de mis dedos recorrí su rostro y levanté su mentón para que me mirara. Su rostro estaba surcado de lágrimas –Jazz… que pasó?
-Déjame solo cariño-Dijo con voz ronca, evitando mi mirada.
-No! Si no me quieres decir está bien, pero al menos ven conmigo a la cocina, te guardé tu cena –Dije extendiendo mi mano hacia él. Él suspiró resignado y tomó mi mano. Debe haber estado verdaderamente hambriento.
Bajamos la escalera en silencio y Jazz se sentó apoyando sus codos en el mesón de la cocina. Yo calenté su comida y la puse frente a él en silencio, decidiendo que lo dejaría comer antes de seguir interrogándolo.
-Jugo? –Ofrecí cuando vi que estaba por terminar. Él se limitó a asentir, y yo rodeé su cuerpo para sacar el jarro del refrigerador. Sólo al volverme hacia él vi su espalda y con un jadeo dejé caer el envase de jugo al suelo, el que afortunadamente estaba cerrado. La espalda de Jazz, cubierta con una camiseta blanca, estaba manchada de sangre…
Jazz al sentir el golpe del jarro contra el piso se giró a verme y no pudo evitar una mueca de dolor al mover los músculos de su torso.
-Jazz… -Mi voz temblaba… toda yo temblaba –Que te hicieron?
-Nada cariño, olvídalo. Vamos a dormir… -Dijo tomando mi mano. Tan típico de él, dejar de lado su dolor para enfocarse en el mío…
-Fue tu mamá? –Dije temblando de rabia. Maldita mujer! Por qué no lo podía dejar en paz?
-Si… estaba borracha, no sabía lo que hacía… -Dijo en voz baja mirando el piso… Justificándola…
-Déjame ver… -Le pedí limpiando mis lágrimas. Si él podía ser fuerte por mí yo lo sería por él.
-No cariño… Simplemente tomaré una ducha –Dijo quitándole importancia.
-Jazz… por favor, déjame cuidar de ti… -Rogué tomando su rostro entre mis manos. Dios! Lo amaba tanto! El finalmente asintió sacándose la camiseta con un poco de esfuerzo. Claramente le dolía mover sus brazos. La imagen que vieron mis ojos es el material del que están hechas mis pesadillas. Montones de líneas rojas atravesaban la delicada piel de su espalda. Algunas líneas aún sangraban… lo habían… lo habían azotado?
Sin ser capaz de decir nada giré su cuerpo, lo enfrenté rodeando su cuello con mis brazos y lo atraje hacia mí abrazándolo con todas mis fuerzas. Él respondió con la misma intensidad hundiendo su nariz en mi cuello y suspirando, como aliviando la carga del día.
Luego, en un arranque de valor nacido de mi necesidad de protegerlo y demostrarle que no estaba sólo, lentamente mis manos se movieron desde su cuello hacia su rostro cubriendo sus mejillas, y sin dejar de mirarlo a los ojos, lo besé en los labios.
Probablemente no fue un gran beso técnicamente hablando, fue simplemente algo más que el roce de nuestros labios, pero puse en ese beso todo mi amor por él, todos mis sentimientos recién descubiertos, toda mi aceptación, toda mi pena y toda mi rabia. Me sumergí en mi amor y necesidad, guiándome sólo por el instinto… Y él respondió, entreabriendo su boca y explorando mis labios lentamente con su lengua, derritiéndome y calentándome, elevándome y anclándome a él.
Al separar nuestros labios ambos teníamos respiraciones agitadas y sonrisas plasmadas en nuestros rostros. Ninguno de los dos dijo nada. Él se sentó en su silla y yo preparé un tazón de té de hierbas mientras corría al baño en busca del botiquín. Una vez de vuelta en la cocina, unté un algodón en el té caliente y comencé a limpiar su espalda lentamente, despejando la sangre seca y las pelusas de su camiseta de las heridas abiertas. El té era un secreto indio, recomendación de Billy Black para mis constantes rasmillones en las rodillas, y funcionó de maravillas.
Una vez limpio procedí a desinfectarlo y luego le puse pomada cicatrizante a cada llaga. Ya finalizada la curación, subimos de la mano a su habitación para buscar una camiseta limpia y luego a la mía para dormir juntos. Esa fue la primera noche que dormimos abrazados, y fue así como dormimos hasta el día que nos separamos.
…oOo…
Al llegar al hospital Jazz caminó a mi lado y yo me aferré a su brazo, necesitando de todo su apoyo. Siempre había sido así… siempre uno dependiendo del otro. No podía enfrentarme a la muerte de Charlie sin él.
Mientras caminábamos por los pasillos Jasper me guiaba, este camino era el mismo que él recorría a diario. Cuantas veces más deberíamos recorrerlo? Cuanto más duraría Charlie? Qué sucedería una vez que Charlie ya no estuviera con nosotros? Qué sería de Jazz? Qué sería de mí? Ninguno de los 2 tenía más familia… De pronto una voz femenina interrumpió mis pensamientos.
-Jasper Whitlock! –Ambos nos giramos para encontrarnos con una pequeña enfermera de pelo negro y piel bronceada que inmediatamente se colgó del cuello de Jazz como un maldito mono!
Afortunadamente (para mí), Jasper se encogió ante el contacto. Gracias a su madre abusiva Jazz no permitía que cualquiera lo tocara y yo podía aún leer claramente su lenguaje corporal, por lo que pude asumir que su relación con la chica era sólo de conocidos.
-María! –Sonrió incómodo –Bella, te presento a María, ella estaba en la secundaria conmigo y trabaja en el hospital… – Maldita sea suéltale el cuello! Gritaba yo en mi interior, pero forcé una sonrisa, yo también había aprendido mis modales del cine en blanco y negro.
-Encantada de conocerte María. Así es que ustedes son amigos? –Quise saber, irracionalmente celosa. Sólo por que no fueran amantes ahora no quería decir que no lo serían en el futuro… y por la renuencia de María en dejarlo ir, se veía que si dependiera de ella se irían juntos al closet de la limpieza inmediatamente a comenzar a remediar la situación.
-Los mejores amigos –Respondió ella con una sonrisa llena de significado. Arpía mentirosa! Pero no por saber que ella mentía dejó de molestarme, ella quería lo que era míoMÍO? Mierda Bella en que estás pensando? Edward, Edward, Edward…
-Bueno, los dejo entonces para que conversen, yo debo ir a ver a mi padre –Dije volviéndome a Jasper y extendiendo mi mano para que me entregara la bandeja de los muffins.
-Cariño yo voy contigo –Dijo Jazz sabiamente. Ese hombre sabía lo que le convenía. Dios, Dios, Dios! Que me sucede y por qué demonios estoy actuando de forma tan irracional? Al menos no había hecho aún nada de lo que debiera arrepentirme, pero estaba a punto…
-Vamos entonces, Charlie nos espera. Ha sido un placer María –Dije con una sonrisa radiante y falsa, falsa, falsa.
-Adiós Jasper! –Respondió ella ignorándome. Claramente ella no aprendió sus modales con Clark.
Una vez que llegamos a la habitación de Charlie, Jazz me enfrentó diciendo
-Yo voy a entrar primero para que tú puedas escuchar… cuando estés lista puedes entrar, está bien?
-Está bien… Gracias –Respondí y él asintió. Luego, sin golpear, entró en la habitación.
-Buenos días Charlie! Ya te dieron tu baño de esponja? Y no me niegues que lo disfrutas, que ya he visto como mirabas a la enfermera! Cuál era su nombre? Sue?–Dijo Jazz con humor en su voz.
-Más respeto muchacho, que aún puedo patearte el trasero –Respondió la voz de mi padre seguida de una carcajada de Jasper. Un poco cansada, un poco ronca, pero la voz de Charlie era tal y como la recordaba! Que estaba haciendo yo en el pasillo? Lentamente empujé la puerta entrando en la habitación.
-Mira Charlie, quién te vino a visitar! –Exclamó Jazz al verme. Charlie giró su cabeza hacia mí y una enorme sonrisa iluminó su rostro demacrado y envejecido. Oh Charlie! Parecía tener 1000 años, delgado, calvo y maltratado por la enfermedad… pero tan feliz de verme!
-Papá! –Exclamé arrojándome en sus brazos. Todos mis miedos, todas las culpas, todo quedó en segundo lugar. Por fin estaba en los brazos de mi padre, el hombre que me crió, el que acogió a Jazz, el que entregó su vida a la policía… y el que hoy moría de cáncer.

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