Sé que me harás llorar
Eres un niño con boca de caimán
Sé que me harás llorar
Y aunque me duela volveré a por más
Eres un niño con boca de caimán
Sé que me harás llorar
Y aunque me duela volveré a por más
Somos dos perros
Sin casa y sin collar
Estas historias acaban mal
Sin casa y sin collar
Estas historias acaban mal
Sé que me harás llorar / Christina Rosenvinge
Capítulo 5A los 14 años entré a la secundaria y vi cumplirse uno de mis deseos más preciados, por primera vez tuve una amiga: Alice.
Alice era una niña preciosa, bajita y delgada, con cabello corto y negro, piel tan blanca como la mía y brillantes ojos verdes. Al ser tan pequeña y al no haberse desarrollado aún, se veía mucho más joven de lo que era, ganándose las burlas de los chicos y chicas populares.
Eso la hacía un poco tímida, y esa timidez fue una de las razones por las que congeniamos al principio, ambas sintiéndonos un poco fuera de lugar. Yo estaba fascinada con ella, al no haber tenido casi ninguna influencia femenina en mi niñez la necesitaba desesperadamente en la adolescencia, y Alice parecía saber todo lo necesario sobre ropa, chicos, trucos de belleza, cantantes y artistas de moda y todo lo demás que yo parecía haber ignorado los últimos 14 años de mi existencia, más preocupada cuidar de Charlie y Jazz que de mí misma.
Ella parecía medianamente interesada en mí, adoptándome como su proyecto personal, pero su interés aumentó enormemente la primera vez que fue a mi casa después del colegio. Estábamos ambas en mi dormitorio, yo probándome una falda que Alice me había traído y ella acostada en mi cama hojeando la nueva edición de Teen Vogue.
De pronto y sin aviso se abrió la puerta de mi dormitorio y Jazz entró diciendo
-Dónde estás cariño? Desde cuando llegas sin saludarme? –Deteniéndose de pronto al ver a Alice en mi cama. Yo nunca antes había invitado a nadie a casa excepto por Jazz, por lo que era comprensible su sorpresa. Además Jazz y yo manteníamos por ese entonces una relación oculta, temiendo las repercusiones si se enteraba Charlie de que él y yo estábamos juntos y los comentarios en el colegio, mal que mal Jazz y yo vivíamos bajo el mismo techo.
Por esas razones y para los ojos del mundo Jazz y yo éramos sólo amigos, y tratando de aparentar normalidad nos fuimos volviendo cada vez más consientes el uno del otro justamente para evitarnos en público, lo que supongo que a la larga nos hacía aún más evidentes para cualquiera que quisiera prestar atención.
Al ver a Jasper, la reacción de Alice fue cómica y molesta. Sus ojos se abrieron y sus mejillas se sonrojaron, e inmediatamente se acomodó en la cama para saludarlo batiendo sus pestañas.
-Jazz te presento a Alice Brandon, somos compañeras en el colegio. Alice él es Jasper Whitlock y vive con nosotros y va en penúltimo año –Lo introduje.
-Hola… -Dijo Jazz enrojeciendo y tendiéndole la mano. Ella la tomó inmediatamente entre las suyas con una sonrisa.
-Hola Jasper, ya te había visto en la pista de atletismo… Eres corredor?
-Eeeh… si… Bella puedo hablar contigo un momento? –Dijo enfocándose en mí y mi falda nueva.
-Si… Claro! Alice si me disculpas un minuto? –Dije sin realmente esperar su respuesta y lo seguí a su habitación.
-Nos vemos Jaspeeer! –Exclamó Alice. Qué demonios?
-Bueno Jazz, ahora que estamos solos… de que querías hablar conmigo? –Pregunté con una sonrisa inocente mientras él cerraba la puerta. Tenía una idea bastante clara de lo que podría ser, pero quería tentarlo.
-Creo que tú lo sabes cariño, mi intención era reclamar mi beso de bienvenida, pero al verte con esa falda se me están ocurriendo otras ideas… -Dijo besándome contra la puerta. A pesar de que llevábamos casi un año besándonos a escondidas aún no habíamos pasado a mayores, y yo podía sentir la sangre pulsando rápido en mis venas, la adrenalina de lo prohibido y las sensaciones en mi vientre en lugar de aplacarse se habían incrementado con el tiempo, mi cuerpo cada vez pidiendo más.
Los labios de Jazz eran suaves y llenos, su lengua tibia y húmeda y su olor era familiar y exótico al mismo tiempo. Familiar porque siempre era él, mi Jazz, y exótico por que se estaba transformando lentamente en un hombre y exudaba feromonas!
Nos besamos hambrientamente por unos minutos, hasta que ambos jadeamos emergiendo por oxígeno, pero la presencia de Alice nos hizo detenernos antes de lo que hubiéramos querido. Gruñendo me dejó ir bajo la promesa de que retomaríamos en cuanto Alice se fuera a su casa.
Esa noche cuando Jazz se deslizó en mi cama le pregunté
-Que te pareció mi amiga Alice? –Necesitaba saber si él estaría interesado en ella tanto como ella en él. Nunca antes había sentido la punzada de los celos, pero desde que había regresado a mi habitación Alice no dejó de acosarme con preguntas acerca de Jazz y me mataba no poder admitir que Jazz era mío.
-Alice… Simpática supongo… no lo sé, casi no hablé con ella… -Respondió más interesado en besar mi cuello.
-Le gustaste Jazz… ella parece creer que ustedes están predestinados a estar juntos… -Dije frunciendo el ceño. Ella realmente lo dijo! "Él será el padre de mis hijos".
-Bueno que lástima por ella –Dijo mordiendo mi oreja y deslizando su mano en mi estómago. Mmmh… estábamos empujando los límites esa noche… -Porque sucede que si yo estoy predestinado a estar con alguien es contigo cariño – Deslizó su lengua por mi garganta y yo ahogué un gemido –Tu eres mía, yo soy tuyo…
-De verdad? –Pregunté sonriendo.
-Tú me encontraste en el bosque y he sido tuyo desde entonces. Nunca lo dudes. Y tú eres mía para siempre… -Dijo murmurando para luego reclamar mis labios mientras su mano dibujaba círculos alrededor de mi ombligo –Además, Alice parece un chico –Se burló.
…oOo…
La visita a Charlie fue maravillosa durante las primeras ¾ partes, y la última fue un desastre. A pesar del dolor inicial que sentí al ver su deterioro... Él nunca me reprochó el haberlo abandonado durante estos 4 años y estaba feliz al ver que había preparado sus muffins favoritos. Conversamos del pasado, nos contamos anécdotas y le conté sobre mi trabajo. Eventualmente me preguntó-Bueno Bells, y aún sigues con Edwin? –Yo le dirigí una mirada asesina a Jasper, quién se veía concentrado mirando un partido de baseball en el televisor, pero sonrió levemente al escuchar a Charlie.
-Edward papá! –Lo corregí irritada.
-Ok, Ok, como sea… -Grrrrrrr! Estos dos eran realmente exasperantes, verdaderamente podrían haber sido padre e hijo.
-Sí, seguimos juntos.
-Y es serio? –Preguntó interesado. Jasper se volvió para escuchar mi respuesta.
-Si… hemos hablado de formalizar… -Dije odiando tener que pronunciar las palabras frente a Jazz. Jasper se levantó de su silla y salió de la habitación sin decir palabra.
-Oh mierda! Por qué tenías que hacerme esas preguntas frente a Jazz? –Exclamé poniendo mi rostro con mis manos.
-Si eres seria con respecto a tu relación, Jasper tendrá que aprender a vivir con eso… Aunque debo confesar que no me tiene contento la idea de que hayan hablado de matrimonio y el muchacho ni siquiera se haya tomado la molestia de venir a conocerme, y mucho menos pedirme tu mano… no es como si pudiera esperarlo mucho tiempo más o acomodarme a su horario! Me estoy muriendo maldita sea! Me merezco saber si mi hija quedará en buenas manos!
-Papá no hables así… y Edward quería venir, pero con su residencia está muy ocupado y… -Suspiré. La verdad es que Charlie tenía razón, yo me había preguntado lo mismo hacía pocas horas… -Cambiemos de tema, Ok? No arruinemos la mañana con temas desagradables –Le dije mientras procedía a contarle sobre la posibilidad de que me dieran un ascenso.
Al poco rato Charlie comenzó a mostrar signos de cansancio y yo me retiré prometiéndole visitarlo al día siguiente. Afuera de la habitación me esperaba Jasper, de pié, apoyado contra la pared y de brazos cruzados, su rostro en blanco. Esa aparente calma gritaba un solo mensaje: Furioso.
-Charlie está cansado, volveré mañana –Le dije como si no hubiera notado nada.
-Por qué dices esas cosas Isabella? Sabes que me pones frenético! –Me dijo entre dientes, mirándome fijamente a los ojos.
-Jazz… no quiero hablar de esto, no es el momento…
-No quiero que vuelvas a mencionar a ese idiota mientras estés aquí Isabella. Tu eres mía y es hora de que te empieces a dar cuenta... Para cuando termine contigo no vas a ser capaz ni de recordar su nombre… –Dijo acercándose a mí, amenazante.
-Jazz ya te lo dije, este no es el momento! –Dije en voz baja y retrocediendo un paso. Demonios!
-Y cuando mierda va a ser el momento? Cuando te hayas casado con ese imbécil? Hasta cuando pretendes evitarme? Hasta cuándo quieres fingir que no hay nada entre nosotros? Hasta cuando pretendes postergar nuestra conversación? Me lo debes Isabella, y ya me cansé de esperar! –Dijo casi gritando. Genial! Escándalo en el pasillo del hospital.
-Escúchame bien Jasper Whitlock, por que no te lo voy a volver a repetir. NO VA A HABER TAL CONVERSACIÓN! Ya sé todo lo que necesitaba saber… Tú ya no opinas sobre mi vida. Tú nos arruinaste. Tú me alejaste. Y no te he perdonado! Estaba dispuesta a tratar de ser civilizada, a tratar de que volviéramos a ser amigos, pero NUNCA MÁS VOY A VOLVER A CONFIAR EN TI! –Dicho lo cual me di media vuelta y me fui, dejándolo paralizado y con el rostro contraído de rabia.
Al subirme a mi auto yo temblaba de rabia y las lágrimas nublaban mi visión. Quién demonios se creía Jasper? Maldito sea, rata traidora. Todas sus promesas, todas mis ilusiones… Mierda! Hice partir el auto y me dirigí a casa. Pasé a comprar un bocadillo para almorzar, me lo comí rápidamente en la cocina y subí a encerrarme en mi habitación. No me quería encontrar a Jazz cuando regresara (aunque como lo abandoné en el hospital le tomarían unos 45 minutos caminar de vuelta).
En mi rabia y frustración me quedé dormida, y desperté un par de horas después sintiéndome muchísimo mejor. Discutir con Jazz me agotaba, pero nunca he tenido la energía para aferrarme a los enojos… soy mejor ignorando las cosas malas hasta que revientan…
Decidí llamar a Edward y me envió directamente a buzón de voz… No me extrañó, él siempre estaba ocupado y ya me llamaría de vuelta cuando tuviera tiempo.
Al salir de mi habitación pasé al baño a lavarme la cara y ordenar un poco mi cabello y bajé a la cocina a prepararme un té. Jasper se encontraba en el mesón comiendo un plato de cereales con leche, y me miró atentamente, evaluándome hasta que finalmente sonrió.
-Veo que despertaste de mejor ánimo cariño. Me alegro, no discutamos más, te tengo una invitación! –Dijo con una sonrisa irresistible.
-Invitación? Adonde? –Pregunté dudando… yo tampoco quería pelear más, ya que estábamos condenados a seguir conviviendo en la misma casa por varios días más, pero tampoco quería estar mucho rato a solas con Jazz, y menos ahora que las cosas estaban empezando a aflorar.
-Los establos. Quiero que conozcas a Swan! –Dijo con los ojos brillándole de excitación, tal como cuando éramos niños. La equinoterapia social fue una de las mejores ideas que ha tenido Charlie para tratar de dar confianza en sí mismo a Jazz durante los peores momentos con su madre. Como resultado ambos recibimos clases de equitación en la brigada de la policía montada de Forks. Jazz lo hizo mejor de estas clases, y yo apenas logré no caerme de un caballo al trote, pero eran buenas memorias y me encantaría conocer al potro que Jazz había comprado para comenzar sus propios establos.
-Está bien… ya te había dicho que me gustaría mucho conocer a Swan. En cuanto rato más?
-Termino mis cereales y nos vamos! Y esta vez te advierto que vamos en mi moto, no me voy a volver a arriesgar a que te enojes conmigo y me dejes regresar a pié. Una caminata al día es más que suficiente.
-Ok –Concedí –La moto será.
Jazz tenía su moto en el garaje de la casa, el que Charlie usaba para guardar de todo menos su auto. Era su santuario de artículos de pesca y chatarra, por lo que me di cuenta de la evolución de la relación entre ambos; el que Charlie le hubiera permitido guardar en su preciado garaje una "infernal máquina de la muerte" decía más que mil palabras.
Jazz me entregó mi casco (el que me compró junto con su moto al cumplir los 18 años) y partimos. Disfruté más de lo que me gustaría admitir la sensación de nuestros cuerpos unidos, mis manos rodeando su estómago, nuestras piernas tocándose.
El viaje fue corto, y pronto nos encontramos en los establos de la policía. Era una unidad pequeña, sólo 10 caballos correspondientes a los equipos de rescate más otros 5 que se usaban en competencias ecuestres y desfiles. Y por supuesto, Swan.
A la derecha de las pesebreras se encontraba el picadero abierto, con todos los obstáculos recién pintados; al frente de éste se encontraba el picadero techado (que se veía en mejor estado que nunca, Jazz debe haber conseguido una buena cantidad de donaciones para lograr ese milagro) y al fondo se veían las praderas de entrenamiento.
La pesebrera de Swan estaba junto a la oficina del administrador (Jazz) y al asomarme a mirar al interior me sorprendí al encontrarme con un animal maravilloso. Obviamente no esperaba menos de Jazz, seguro sabría elegir un buen espécimen, pero Swan era… Igual el caballo de Barbie.
De una alzada superior al metro setenta a la cruz, su pelaje era del color del té con leche y su crin y cola eran rubias como el cabello de Jazz cuando era niño. Sus músculos demostraban que estaba bien ejercitado y en óptima forma física, y su rostro era simétrico. Sus orejas apuntaron hacia adelante en atención, y cuando extendí la mano hacia él, Swan dio un paso hacia mí frotando su morro contra mis dedos.
-Jazz es maravilloso! –Exclamé feliz.
-Lo es cariño… esto es maravilloso –Dijo posicionando su cuerpo detrás del mío, presionándome contra la puerta de la pesebrera de Swan. Sus brazos me rodearon y su boca se posicionó en mi cuello –Esta podría ser nuestra vida cariño… Tu y yo juntos, tendríamos una granja… yo criando caballos, tú podrías escribir tu propia novela en vez de tratar de publicar lo que otros escriben… seríamos felices… seríamos una familia… -Dijo enfatizando cada frase con un beso en mi cuello, subiendo hasta mi rostro hasta besar las comisuras de mis labios. Luego subió su mano derecha hacia mi rostro mientras la izquierda me presionaba firmemente contra su cuerpo y acariciaba mi obligo con su pulgar. Luego, tomó mi mentón entre sus dedos y me posicionó para encontrar su boca con la mía. Pude haber resistido. Pude haber luchado o haber hecho cantidad de maniobras para liberarme, no en vano soy hija de un policía, pero… no quise resistirme.
Aunque la posición no era ideal con él a mi espalda, la cercanía de nuestros cuerpos era irreal, nuestras bocas se fundieron en un ritmo lento y ardiente, perfectamente coreografiado, nuestras lenguas enroscándose, nuestros labios mordisqueando, nuestras respiraciones agitadas. No en vano teníamos años de práctica… Él olía deliciosamente, sentía su sabor en la punta de mi lengua… mis rodillas flaquearon y mis manos buscaron apoyo y se aferraron a sus muslos. La mano que sujetaba mi rostro se movió hacia mi pecho y comenzó a explorar por sobre mi camiseta. Oh Dios! Si no nos detenemos ahora me va a coger aquí, en las pesebreras, y yo… y yo lo voy a disfrutar!
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