Capítulo 6
Soy yo yéndome otra vez,
soy yo, lo hago sin querer.
Soy yo yéndome otra vez,
soy yo, lo hago sin querer,
lo hago sin querer.
Lo siento.
soy yo, lo hago sin querer.
Soy yo yéndome otra vez,
soy yo, lo hago sin querer,
lo hago sin querer.
Lo siento.
Estoy tan cansada como tú,
pienso en no sentir, desaparecer.
pienso en no sentir, desaparecer.
Lo siento / Christina Rosenvinge
Una mañana hace casi un año me desperté con una extraña sensación de que algo andaba mal… me retorcí entre las sábanas y me decidí a abrir un ojo y a asomar mi cabeza por debajo del cobertor. Al ver mi despertador salté de la cama gritando "mierda, mierda, mierda…". Me había quedado dormida.Era de esperarse que algo así me pasara en mi primera semana en mi nuevo trabajo en la editorial. Demonios! Corrí al baño para una ducha express y me vestí con una blusa ajustada y una falda plegada corta. Como hacía calor no me puse medias y me calcé un par de sandalias de taco altísimo, tratando de dar con el look de mis colegas. El mundo laboral no me permitía seguir usando mis jeans y zapatillas Converse…
Tomé una barra energética de la cocina y corrí hacia el ascensor devorándola y marcando la llamada frenética. El ascensor llegó, me bajó al primer piso y salí corriendo nuevamente, con la mala suerte de que me resbalé en el piso de mármol de la recepción, me torcí el tobillo, se rompió el taco de mi sandalia, traté de compensar mi peso torciendo mis rodillas y terminé en el piso golpeándome el codo y emitiendo un grito de dolor.
-Mierda! –Exclamé. Un simple inventario me reveló un agudo dolor en mi tobillo y rodilla derechos y en mi codo izquierdo.
-Estás bien? –Me preguntó una voz masculina. Levanté mis ojos para encontrarme el rostro de un hombre guapísimo agachado a mi lado.
-No… mi tobillo, mi rodilla… -Dije tratando de levantarme. Dios qué vergüenza! No solo me había caído rompiendo mis zapatos nuevos, además lo había hecho frente al tipo más atractivo que había visto en mucho, mucho tiempo. Alto, cabello broncíneo y profundos ojos verdes, rasgos clásicos y largas pestañas negras. Estaba vestido con ropa deportiva carísima y tenía una funda con una raqueta de tenis en la mano.
-Me dejas examinar tu pierna? –Me preguntó arrodillándose junto a mí. Yo lo miré sorprendida, no me había parecido tan atrevido a simple vista, pero claro, las apariencias engañan.
-Soy médico –Aclaró al ver mi mirada de desconfianza.
-Oh… gracias, lo siento… si por favor –Dije incoherente. Él tomó mi pié suavemente y desabrochó mi sandalia sin llegar a hacerme daño, pero al tocar mi tobillo no pude reprimir un gemido de dolor. Luego subió su mano hasta mi rodilla acariciando levemente mi pierna. Era realmente una caricia o simplemente un examen médico?
-Puedes flectar la rodilla para mí? –Preguntó mirándome a los ojos. Guapooooo!
-Auch! –Dios eso me dolió!
-Mmmmmh… me gustaría ordenar unas radiografías para descartar una fractura en el tobillo. Me parece que en el interior de la rodilla tienes un esguince pero tenemos que descartar un desgarro. Puedo examinar tu codo? –Dijo con el rostro serio, en modo profesional.
-Claro –Dije torciendo mi torso para darle acceso a mi brazo.
-Mmmmmh… Vamos a necesitar una radiografía del codo, se ve bastante hinchado y por lo que veo no lo puedes mover.
-Fantástico! –Exclamé irónica. Ahora tendría que pedir una licencia médica para tratar 3 lesiones! Y no podía manejar, tendría que pedir un taxi para llegar al hospital.
-Tienes a alguien que te pueda llevar al hospital? Tu novio, alguna amiga? –Preguntó. Estaba averiguando si soy soltera?
-No… voy a llamar a un taxi… no tengo novio –Realmente acabo de decir eso? Estaba coqueteando con el médico guapísimo? Eso no era algo que yo hiciera normalmente, desde la gran debacle con Jazz prácticamente me había convertido en un ser asexuado, pero la forma en que él me miraba… me gustó.
-No es necesario, yo te puedo llevar –Ofreció.
-No… no te preocupes, no te quiero molestar, seguro tienes cosas que hacer y además ni te conozco…
-Bueno, en primer lugar no es molestia, en segundo hoy es mi día libre y en tercero mi nombre es Edward Cullen y vivo en este edificio en el 6° piso. Encantado de conocerte –Dijo tendiéndome su mano.
-Bella Swan, 8° piso, encantada –Dije estrechando su mano.
-Ok, me imagino que no puedes caminar. Puedes aferrarte a mi cuello? –Dijo poniéndose de pié y agachándose frente a mí.
-Sí, gracias –Dije rodeándolo con mis brazos. Por supuesto, el médico guapo era fuerte y atlético y encima olía bien. Maldije al cielo por la injusta forma en que repartía virtudes, este tipo parecía excepcionalmente afortunado. Me cargó sin problemas hasta el estacionamiento subterráneo y me subió en un Audi plateado de dos asientos que luego me enteré era un modelo TTS Coupé. Y encima era rico!
Edward me llevó al hospital y se encargó de que me atendieran de inmediato y de modo preferencial, me acompañó en todo momento y tomó mi mano durante las partes dolorosas, luego me invitó a almorzar comida chatarra en un Drive In ya que no me podía bajar del auto sin ser cargada y por último me llevó a casa. Antes de irse me invitó a una cita, y pasado un mes ya éramos novios.
…oOo…
Yo comencé a perder la cabeza, dejándome llevar por las deliciosas sensaciones que me producían las caricias de Jazz, su boca, su sabor, su olor envolviéndome, combinados con mi propia necesidad… Su mano se deslizó por dentro de mi camiseta, subiendo lenta e inexorablemente hacia mis pechos, y entonces… entonces sonó mi celular.Durante los primeros 2 rings no fui capaz de procesar el sonido, pero luego lentamente fue asentándose en mi mente lo que estaba ocurriendo y la realidad fue un balde de agua fría parcialmente bienvenido. Solté los muslos de Jasper para sacar el teléfono de mi bolsillo y separé mi boca de la de él para contestar.
Reluctante, Jasper se separó de mi cuerpo dándome espacio y yo apreté el botón de contestar sin ver quién me llamaba
-Aló –Dije sonando aún un poco agitada.
-Bella amor! Cómo está tu padre? Lo siento por no responderte antes, estaba en la ducha preparándome para partir al hospital –Dijo la última persona que esperaba escuchar en ese momento.
-E… Edward! Hola –Dije mirando de reojo a Jazz. Él frunció el ceño y se cruzó de brazos, pero ni se alejó ni hizo ademán de querer darme ni pisca de privacidad. Maldito sea y maldita sea yo por caer en su juego! –Charlie está estable, lo pude ver y hablé con él un buen rato. Me mencionó que le habría gustado conocerte…
-Oh… si, bien, a mí también me gustaría conocerlo, pero tú sabes cómo son las cosas amor… -Dijo sin comprometerse a nada. Al menos no me mentía…
-Sí, lo sé… -Dije. Y lo sabía.
-Bien, te dejo entonces, te amo, hablamos luego.
-Ok… adiós –Dije. No podía decirle que lo amaba frente a Jazz, no luego de lo que habíamos hecho… y no luego de lo que casi habíamos hecho. No importó, Edward cortó la comunicación, siempre apurado.
Despacio guardé el teléfono de vuelta en mi bolsillo. Me giré y enfrenté a Jasper.
-Qué quería el cretino? –Preguntó.
-Jazz, por favor! –Rogué, siempre lista para evitar las conversaciones difíciles.
-Por favor qué? Tú me quieres a mí, y ese imbécil no está a tu lado ni para acompañarte en la agonía de tu padre. Qué es tan difícil de entender, cariño?
-Jazz, ya lo hablamos… lo que ocurrió no se va a volver a repetir. Fue un error y lo lamento, me dejé llevar…
-Te dejaste llevar por lo que sientes –Aclaró.
-Jasper basta! Mi vida está en San Francisco y soy feliz allá. Cuando Charlie… cuando todo esto se acabe me voy a volver a ir y no pienso regresar más. Por favor no hagas las cosas más difíciles.
-Entonces dímelo…. Dime que no sientes nada por mí. Dime que yo me imaginé todo, que no me deseas, que no me amas –Me dijo desafiante, pero sus ojos reflejaban algo más… desesperación?
-Jasper dejemos esto por favor. Ya no más… -Dije al borde de las lágrimas.
-Cariño –Dijo él con voz suave –No llores. Por favor no llores. Me voy a comportar, te lo prometo, voy a ser bueno, pero no estés triste.
-Gracias… lo siento.
-Ven, vamos a sacar a Swan a pastar –Dijo cambiando su tono de voz a algo más ligero, y abriendo la pesebrera de Swan lo guió hacia las praderas conmigo siguiéndolos unos pasos atrás.
Una vez en la pradera me senté en el pasto sobre mi chaqueta para no mojarme y Jazz se dedicó a peinar a Swan, removiendo suciedad y desenredando su crin con movimientos expertos mientras Sawn pastaba tranquilo, acostumbrado a las manipulaciones de Jasper. Verlos juntos era una imagen que no se me olvidaría fácilmente, ambos jóvenes, en el peak de su vida, rubios y fuertes. Jazz había elegido bien, Swan claramente era su complemento.
Mientras los observaba, pensaba… en lo ocurrido, en mi traición a Edward. Había sido sólo un beso, pero no había sido sólo eso. Si no hubiéramos sido interrumpidos habríamos terminado… Dios, los músculos de mi estómago se contrajeron de solo pensar en lo que habríamos terminado haciendo.
Traté de pensar en Edward, el hombre perfecto en teoría. Guapísimo, médico, trabajador, educado y proveniente de una familia tradicional y bien constituida. Dinero antiguo. Va a la iglesia los domingos y abraza los valores tradicionales. Me ama y se quiere casar conmigo. Estable, confiable, no fuma ni bebe… Qué pasa conmigo? Voy a tirar por la borda la vida que me costó años construir por abrazar mis instintos? Qué bien me han hecho mis hormonas hasta ahora? Charlie es lo único que me ata a este pueblo y una vez que él ya no esté yo me iré para nunca volver. La única forma en que puedo lidiar con Jasper es no lidiando con él. Amputándolo de mi vida. De lo contrario me volveré a sumergir en él como si no hubiera nada más en el mundo, y no puedo volver a ser esa mujer. Jazz nubla mi mente y debo pensar racionalmente. Jazz equivale a peligro.
Al cabo de un par de horas en las que disfruté del sol y de la vista (la vista de los músculos de Jazz flectándose para limpiar a Swan), comenzó a bajar la temperatura y decidimos regresar a casa. Me puse mi chaqueta húmeda y Jazz se dirigió al baño para lavarse y quitarse en lo posible la suciedad adquirida en su tarea de atender a Swan.
Al subirnos a la moto el calor del cuerpo de Jasper fue bienvenido, mi chaqueta húmeda me tenía casi tiritando y el viaje en moto y el viento me congelaron. Me abracé a él con fuerza y pude oler su esencia mesclada con el familiar olor a cuero y caballo, un olor masculino asociado siempre a él. Maldición, todo en Jazz me producía cosas.
Una vez en casa él se dirigió al baño para tomar una ducha y yo a la cocina a preparar la cena. Decidí preparar una lasaña de salmón ahumado y espinacas, mi especialidad y uno de los favoritos de Jasper. En el refrigerador de Charlie siempre había cantidades de pescado congelado, y encontré un par de frascos de conserva de salmón ahumado casero. Billy seguía ahumando al parecer.
Cuando escuché que Jazz terminaba con su ducha puse la lasaña en el horno y me dirigí a mi cuarto a recoger una muda de ropa para ducharme yo también. El baño nuevamente olía a Jazz pero me esforcé en no enfocarme en eso si no en ducharme rápido para salir luego de ahí. Una vez lista y vestida arreglé mi cabello en un moño desordenado y casual y me dirigí a la cocina a ver la evolución de la lasaña. Jazz me esperaba sentado en el mesón con 2 copas de vino blanco frente a él.
-Moscato? –Ofreció.
-Por supuesto –Respondí. Ese era el único vino que me gustaba y aunque era un poco dulce, sentí que complementaría la cena perfectamente. Me senté frente a él en el mesón, ambos bebiendo en silencio y perdidos en nuestros propios pensamientos hasta que la lasaña comenzó a oler lista, por lo que abrí el horno y la saqué, dejándola sobre una superficie de corcho.
-Lasaña de salmón ahumado? Cariño me estás malacostumbrando –Dijo sonriendo –Croissants de chocolate de desayuno, lasaña para la cena… afortunadamente me abandonaste en el hospital en el almuerzo y me forzaste a caminar, que de lo contrario terminaría obeso antes del próximo fin de semana.
-Si no te gusta siempre puedes comer ensalada –Le dije sonriendo.
-No me estoy quejando cariño, tú sabes bien cuáles son mis favoritos.
-Y tú los míos… -Murmuré sorbiendo el vino.
Cominos principalmente en silencio, intercambiando algunos comentarios pero sin llegar a entablar conversación. Ambos disfrutábamos de nuestra mutua compañía pero creo que los dos estábamos asustados de decir algo que generara más peleas. Por ahora bastaba con estar juntos y en paz.
Luego de cenar pasamos al living con nuestras copas y la botella de vino y Jazz puso el DVD de Casablanca, otro de nuestros favoritos. Nos acomodamos juntos en el sofá y Jazz nos cubrió con una manta. Yo me apoyé en uno de los brazos del sofá descansando mis pies sobre el regazo de Jazz y él los tomó entre sus manos calentándolos como habíamos hecho desde siempre. Me quedé dormida antes de llegar a la mitad de la película, y al volver a despertar el televisor estaba apagado y la habitación se encontraba en silencio, sólo interrumpido por 2 respiraciones y el suave roce de las manos de Jasper acariciando mis pies. Al abrir los ojos él me miraba fijamente, y yo me sonrojé sin saber bien por qué. Solos los dos sin distracciones generábamos tanta intensidad, tanta tensión… Cuanto rato habría estado él simplemente observándome? Ninguno de los dos habló, pero no hacía falta, mil mensajes pasaron entre nosotros, cosas que no podían ser dichas en voz alta.
Súbitamente otro ring nos interrumpió. Esta vez el celular de Jasper. Él contestó frunciendo el ceño, respondió con monosílabos y cortó. Luego tomó mi mano entre las suyas y me dijo
-Levántate Cariño, Charlie empeoró. Debemos ir al hospital.
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