sábado, 31 de mayo de 2014

Muertos o Algo Mejor 6



Siendo pasadas las 4:00 am del sábado terminé este capítulo, tal como había prometido. Espero les guste, es un poquito diferente, pero necesario para el desarrollo de la relación de los personajes.
Ustedes dirán… (En serio, díganme qué les parece!)
Abrazotes.
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Capítulo 6
Te robaré el corazón
no tengo nada más que hacer
a veces pienso tantas cosas raras
que me alucino de tipo cruel.
Me vuelvo loco por vos
Y me enceguezco casi sin querer
es muchas sobredosis de idiotez
que ya no puedo controlar.
Me vuelvo loco por vos / Vilma Palma e Vampiros


-Quiero tirarme en paracaídas – Dijo Bella sentada en la Isla de la cocina, balanceando las piernas como una niña pequeña. Yo lo anoté en la lista de "cosas que hacer como humana antes de volverme una loca homicida" (Sus palabras, no las mías).
-No hay problema, tendrás que asistir a un par de lecciones y después elegimos dónde quieres lanzarte y un día nublado para que yo no brille – Respondí.
-Mmmmmmh… Quiero ir a una tienda de mascotas y acariciar cachorritos… Seguro que cuando sea vampira me van a temer… - Razonó - Puedo tener una mascota? Nunca he tenido una mascota – Me dijo poniéndome ojitos adorables. Yo ya estaba aprendiendo, así es que miré directamente a mi libreta, ignorándola.
-No sé si Aro lo permitirá, nunca nadie ha tenido una mascota – Le dije – Pero eso probablemente es porque a nadie le han interesado… En qué estás pensando?
-Peces Koi – Respondió ella de inmediato - Viven hasta 250 años, son una buena mascota para un vampiro. Yo creo que una tortuga de Galápagos también, esas viven como 150 años, pero están en peligro de extinción y son muy grandotas… aunque podría montarme en ellas! Eso sería entretenido… - Dijo mirando al techo y golpeándose el mentón con el dedo índice, como considerando la idea seriamente.
-No Bella, no tortugas. Eso es riesgoso, complicado de ejecutar y puede llamar la atención de humanos. No queremos ser asociados con el tráfico de animales exóticos sólo para que tú puedas montar una tortuga que probablemente te va a aburrir en una semana – Le dije cruzando los brazos, endureciendo mi postura para que viera que hablaba en serio. No me convencería de traficar tortugas gigantes!
-Pero… - Balbuceó con un puchero.
-En cambio los Koi me parecen casi una buena idea… - Continué - No necesitan demasiados cuidados y viven más o menos el tiempo que vas a estar con nosotros, así es que cuando te vayas (si decides hacerlo) no vas a tener que preocuparte de qué va a suceder con tus mascotas.
-De verdad crees que puedo tener Kois? – Preguntó saltando de la mesa y aterrizando justo frente a mí. Hizo una mueca y se abrazó el costado.
-Bella por dios, ten cuidado! – Le dije sujetándola por los hombros – Aún no estás bien del golpe de ayer, prometiste que no harías locuras! – Exclamé preocupado – Una más y te voy a enguinchar, no importa lo que hayas leído en internet. Te enguincho y te amarro a la cama hasta que se te hayan borrado los moretones – Amenacé.
-Ok, ok, no pasa nada – Dijo esforzando la voz a través de los dientes apretados.
-Así veo, estás perfecta – Dije lleno de ironía y sin soltarla. Bajé mis manos a su cintura y la levanté en un solo movimiento para volver a sentarla en el mesón – Mejor? – Pregunté.
-Ajá – Dijo ella pero sin enderezarse. Yo me dirigí sin decir más al freezer y saqué una bolsa de medio kilo de maíz y de un cajón una toalla de cocina. Envolví el maíz en la toalla y me acerqué a Bella.
-Ponte derecha – Le dije en voz baja. Bella obedeció lentamente – Súbete la camiseta – Le dije con una voz que no admitía réplica.
-No creo que… - Trató de detenerme.
-Súbete la camiseta Isabella – Le dije – Somos amigos en todo lo que quieras, pero tu seguridad me la tomo en serio.
-Sí, claro… soy tu trabajo… - Dijo ella desganada y se levantó la camiseta, derrotada.
Yo le iba a preguntar a qué se refería cuando vi su costado. Yo había imaginado moretones azulados, pero Bella le había bajado el perfil. Casi toda la piel de su lado izquierdo estaba manchada de morado oscuro y fucsia. Era como si hubiera tenido un maldito derrame!
-Bella! – Exclamé – Mierda! Mierda, Bella! Debimos ir al hospital, mira cómo estás!
-No es nada… - Dijo ella tratando de bajar su camiseta. Yo no se lo permití y cubrí su piel amoratada con la compresa fría.
-Maldita sea! Pensé que podía confiar en ti! Soy un imbécil! – Me paseé de un lado al otro – Nos vamos al hospital, ahora – Dije girándome hacia ella.
-Los otros se van a enterar… - Murmuró ella.
-Me importa una mierda lo que piensen los demás! Estás con dolor, no puedes respirar bien y tienes moretones tan grandes que temo que se pueda soltar un coágulo… Imbécil, imbécil! - Me maldije mientras buscaba las llaves de mi auto en mi bolsillo. Sí, afortunadamente las tenía conmigo. Rápidamente ordené la cocina para dejarla como la encontramos y tomé a Bella entre mis brazos, apoyando su lado derecho contra mi cuerpo.
-Félix… - Murmuró ella. Yo no respondí. Estaba furioso con ella. Estaba furioso conmigo.
Bella suspiró y apoyó su cabeza en mi hombro.
Corrí por los pasillos y bajé hasta el estacionamiento subterráneo. Al ser un miembro de elite de La Guardia, tenía un buen lugar para aparcar, así es que no demoramos nada en llegar a mi auto, un Ferrari 612 GTO Concept negro. Amaba mi auto.
Pero en ese momento lo odié.
Porque al ser una auto de velocidad, era extremadamente bajo y para poder subir a Bella en el asiento del pasajero ella se debió agachar bastante, arrancándole un gemido de dolor que trató de acallar rápidamente.
-Bella, si te duele quéjate, maldita sea! – Le dije subiendo al lado del conductor después de haber ajustado su cinturón de seguridad.
Encendí el motor.
-No… ya estás lo suficientemente enojado – Susurró con la voz quebrada. Me tenía miedo?
Me giré hacia ella y estaba pegada a la puerta, lo más lejos posible de mí, abrazándose a sí misma.
-Bella – Dije suspirando, tratando de calmarme – No me tengas miedo… Jamás te haría daño – Le dije con voz suave.
-Lo sé – Me dijo – No te tengo miedo… pero no me gusta que estés enojado conmigo, yo no quise mentirte, solamente quería evitar… esto.
-Mierda! – Dije y apoyé la cabeza en el volante, sintiéndome derrotado – Bella si me enojo es porque me preocupo por ti…
-Porque es tu trabajo – Interrumpió ella tan despacio que creí imaginármelo. Pero su rostro mirando hacia el frente, desolado, me dijo que lo escuché de verdad.
-No Isabella, si fueras simplemente mi trabajo trataría de mantenerte encerrada en el castillo con un cuaderno y una caja de lápices de colores mientras yo me encargo de mis labores habituales. Pero me importas, y por eso quiero que vivas intensamente tus últimos días como humana, por eso he estado dispuesto a seguirte en todos tus caprichos, por eso voy a interceder para que los maestros nos dejen construir un estanque para tus peces en el jardín y por eso voy a instalar la antena para que Las Reinas vean HBO y voy a contratar una conexión de wifi para que puedan ver en Netflix lo que se les antoje.
Porque me importas Isabella – Dije tomando su rostro entre mis manos y girándolo hacia mí. Sus ojos brillaban con lágrimas no derramadas –Porque me importas necesito que me ayudes! Yo no he sido humano desde hace cientos de años, y no he tenido contacto con ninguno en un contexto social que no incluya mi alimentación. Necesito que me guíes, que me ayudes a protegerte de las pequeñas cosas, que me digas si estás enferma o te duele algo. Yo me encargo de las grandes cosas, yo voy a luchar por ti… si tú me ayudas – Susurré.
Bella se mordía el labio inferior en un esfuerzo por no llorar, pero me regaló una pequeña sonrisa y tomó la palma de una de mis manos y la besó.
-Gracias… lo siento Félix… supongo que he estado resintiendo que soy sólo una obligación para ti, no alguien que te importe de verdad. Pero tienes razón, has ido mucho más allá del deber conmigo, y yo simplemente no lo vi. Ahora vamos antes de que alguien nos vea – Dijo mirando a nuestro alrededor.
-No hay nadie o lo habría escuchado – Le dije. Aún sentía el calor de sus labios en la mano que besó.
Ignoré mis deseos de pasar mis propios labios sobre su beso y aceleré.

oooOooo

Ir al hospital fue una experiencia completamente nueva para mí, y en su mayor parte, desagradable.
-Si quieres te quedas en el auto – Ofreció Bella – Me das tu tarjeta de crédito para pagar y listo.
-De ninguna manera. En primer lugar, quiero hablar con el doctor, en segundo, quiero escuchar con mis propios oídos el diagnóstico, y en tercer lugar tu no hablas italiano – Le dije saliendo del auto y tomándola en mis brazos para ayudarla a ponerse de pié.
Afortunadamente ya estaba casi oscuro por lo que no tuve problemas para atravesar el estacionamiento, caminando lentamente con Bella de mi brazo.
A medida que nos acercamos al edificio una multitud de olores comenzó a asaltarme. Sangre, excrementos, orina, carne en descomposición, alcohol, desinfectante, cloro, lágrimas, sudor, flemas… Por dios! Casi tomo la oferta de Bella y me regreso al auto. Era asqueroso.
Yo había pensado que lo más difícil sería controlar mi sed, a pesar de que me había alimentado ese mismo día, pero los demás olores eran tan potentes que cubrían el de la sangre eliminando mi sed.
Obviamente al llegar a la recepción todo se intensificó, ya que varias personas esperaban por su turno. Había una pareja que había sobrevivido un accidente automovilístico y sangraban de varias heridas, un hombre que aparentemente era ayudante de chef en un restaurante y se había quemado gravemente la mano con aceite caliente, había un niño pequeño con una fiebre muy alta, una anciana que tosía horriblemente, supongo que sufría de tuberculosis, y un niño de unos 10 años que se había caído de su patineta haciendo peligrosas acrobacias y aparentaba tener un par de huesos rotos.
Nos acercamos al mesón principal y me dirigí en italiano a la recepcionista.
-Cuál es su emergencia? – Preguntó.
-Mi novia tiene una lesión en las costillas, creemos que se puede haber fracturado una o dos – Respondí.
-Cuándo fue el accidente? – Dijo mientras escribía a toda velocidad en el teclado de su computador.
-Ayer por la noche – Respondí.
-Y cómo te ocurrió querida? – Preguntó directamente a Bella.
- Mi dispiace, non parlo italiano – Respondió Bella sorprendiéndome.
-Se cayó por las escaleras – Le dije rápidamente.
-No me diga… - Dijo la mujer frunciendo el entrecejo y estudiándome detenidamente.
-Si le digo – Respondí. No entendía cuál era su problema.
-Cuál es el nombre de la paciente? – Preguntó
-Isabella Cigno – Dije pensando que Swan en italiano era apropiado.
-Edad? – Preguntó mirándola a ella. Bella evitó su mirada cubriendo su rostro con su largo cabello.
-18, casi 19 – Respondí, y seguí respondiendo un extenso cuestionario de datos personales de Bella, con una sección dedicada a las preexistencias, enfermedades, operaciones y huesos rotos.
Bella tenía una larga lista de accidentes que habían dejado sus cicatrices en su cuerpo, e incluso varias fracturas.
Para cuando terminamos la mujer me miraba con franca hostilidad.
-Esperen ahí – Dijo apuntando a la sala de espera.
Tomé a Bella de la mano y la llevé a un sillón, sentándola y rodeándola con mi brazo, anclándome a ella. Ese maldito olor me volvería loco! Pero Bella… ella olía tan bien…
Hundí mi rostro en su cabello, y ella pareció entender lo que hacía, porque se inclinó hacia mí.
Y entonces lo escuché…
-… Te digo que deberíamos llamar a la policía de inmediato, no tengo dudas de que abusa de ella… y es enorme! No sé cómo no la ha matado… pobre niña, la hubieras visto, parecía un pajarito al lado de él – Era la voz de la recepcionista.
-Y cuál fue la excusa? – Preguntó una voz masculina.
-Que se cayó por la escalera… Te imaginas algo más cliché? Y claro, todo es muy conveniente, como ella no habla italiano… - Dijo indignada.
-Americana? – Preguntó la otra voz.
-Americana – Confirmó la recepcionista.
-Está bien, yo me voy a hacer cargo. No llamaremos a la policía aún, pero avisa a los guardias de seguridad que estén atentos – Se escuchó movimiento y luego pasos por el pasillo.
-Isabella Cigno? – Llamó la recepcionista unos minutos después.
Me puse de pié y ayudé a Bella a levantarse. La abracé por la cintura y susurré en su oído
-Creen que soy tu novio y te golpeo.
-Que qué? – Preguntó Bella un poco muy alto, llamando la atención de todos, en particular de la recepcionista.
-Ten cuidado con lo que dices. Dije soy tu novio y que anoche te caíste por la escalera – Le dije rápidamente.
-Me caí por la escalera? No se te ocurrió algo más cliché? – Preguntó lo mismo que la recepcionista.
-Lo siento, es lo que he visto en la tele… - Me encogí de hombros.
-Maldición, ahora soy una mujer golpeada, con razón me miraba con tanta simpatía – Dijo Bella caminando enojada y decidida hacia el mesón.
-El box de atención número 5 querida – Dijo la recepcionista.
-Cinque… Cinco! Grazie – Dijo Bella y pasó a su box.
La recepcionista mirándome a mí dijo – Ella puede entrar sola.
-Sí, pero va a entrar conmigo – Respondí y pasé de largo hacia los box de atención.
Bella estaba de pié junto a una alta camilla y yo automáticamente me acerqué y la tomé de la cintura para sentarla en ella. Nos miramos sin decir nada y ella comenzó a balancear las piernas. Pronto entró el doctor, un hombre de unos 40 años alto y fibroso.
-Isabella? – Preguntó.
-Sí – Dijo Bella con una pequeña sonrisa.
-Y usted es? –Preguntó en un inglés con un marcado acento.
-Félix, mi novio – Dijo Bella sonrojándose. Mierda! No era momento para sonrojos!
-Mmmmmh… Bien, que te trae por aquí Isabella? – Preguntó el doctor acercándose a ella y cubriendo su visión de mí.
-Creo… creo que puedo tener fisuradas un par de costillas – Dijo y se mordió el labio.
-Y cómo sucedió eso? – Preguntó el doctor. Bella levantó la vista buscando mis ojos, pero el doctor se movió y me cubrió nuevamente.
-Me… me caí por la escalera… anoche… - Dijo ella.
-Me podrías dar más detalles? – Dijo el doctor calmadamente. Mierda! Bella no sabe mentir, y ahora ni siquiera teníamos una mentira preparada de antemano.
-Eh… Me levanté en la noche a darle de comer a mis peces Koi, porque se me había olvidado hacerlo antes y ellos se pone de mal humor cuando están hambrientos, y andaba descalza, y la luz de emergencia del jardín estaba quemada, y no se veía nada y las escaleras de piedra que llevan al jardín estaban húmedas, y me resbalé y caí con el canto de un escalón en las costillas del lado izquierdo – Dijo ella sin respirar. Yo no pude menos que sonreír… alimentar a sus peces Koi de noche? Peces malhumorados? Demonios, sólo en honor a esta ridícula mentira le regalaría todos los Koi que quisiera!
-Ya veo… puedo ver la lesión? – Preguntó el doctor con voz neutra, sin delatar su escepticismo.
-Si… -Dijo Bella levantándose la camiseta. Yo ya había visto la lesión, pero no dejó de afectarme el verla herida por mi culpa. Su blanca piel manchada de azul y púrpura…
-Ejem… -Se aclaró la garganta el doctor, como si estuviera incómodo – Te voy a tocar, y tú me vas a decir dónde te duele en escala de 1 al 10…
Y comenzaron los exámenes. La palparon, la auscultaron, la hicieron moverse y toser, y le tomaron radiografías. Después de 3 horas en el hospital, apareció nuevamente el doctor en el box número 5.
-Ok, Isabella, como sospechaba tienes 3 costillas fisuradas y un hematoma perióstico bastante extenso, acompañado de hematomas subcutáneos, que son mucho menos serios. Afortunadamente no hay daño en el pulmón, por lo tanto no hay acumulación de líquido.
-Disculpe… - Dijo Bella – Que es "hematoma perióstico"?
-Los hematomas se clasifican según su profundidad y gravedad – Explicó él, todo profesionalismo y seriedad - Los subcutáneos llegan justo bajo la piel, los intramusculares se ubican dentro del músculo y los periósticos afectan a los capilares que rodean el hueso. Es el más serio y doloroso.
-Cuál es el tratamiento? - Pregunté.
-Reposo, esa zona lamentablemente no se puede enyesar. Debe aplicar hielo y si le duele mucho, tomar ibuprofeno – Respondió el médico en tono cortante.
-Y los coágulos? – Insistí.
-Le recetaría un anticoagulante, pero como va a estar tomando ibuprofeno y eso de por sí diluye la sangre, no es necesario, y sería hasta peligroso. Si tuviera un accidente tomando los 2 medicamentos se podía desangrar rápidamente – Respondió el doctor – Ahora me gustaría hablar unos minutos a solas con ella si no le importa – Me dijo el doctor abriendo la cortina del box para que saliera. Yo me fui sin decir palabra, de todos modos escucharía todo desde la sala de espera. Bella me hizo una débil seña con la mano antes de que el doctor volviera a cerrar la cortina.
Mientras esperaba, me dirigí al mesón de pago y saldé nuestra deuda.
-Bien Isabella… Por fin a solas – Dijo él sonando bastante más relajado ahora que no estaba yo – Quiero que sepas que cuentas con el derecho a la confidencialidad, lo que me digas no lo voy a volver a repetir, pero es importante que seas honesta.
-Ok… - Dijo Bella, despacio.
-Realmente no te caíste por una escalera, verdad? – Preguntó él, sin rodeos.
-A qué se refiere? – Preguntó ella a la defensiva, haciéndola más sospechosa aún.
-Isabella, tu lesión no se condice con tu historia! Si te hubieras golpeado con el canto de un peldaño tu costado se vería completamente diferente… - Dijo él como explicándole a un niño.
-Yo… Mmmmmh… Necesito irme… - Dijo ella y la escuché saltar de la camilla – Humpf! – Se quejó.
-Isabella sabemos que él te lo hizo – Dijo el médico comprendiendo que Bella se le escapaba.
-Gracias por todo… -Dijo Bella con voz ahogada, probablemente por el dolor provocado por el salto desde la camilla - Lo siento… adiós.
-Isabella, te podemos ayudar, no tienes que afrontar esto sola… - Dijo él.
-Me tengo que ir, gracias por su ayuda y su preocupación – Dijo Bella y apareció en la sala de espera caminando cuán rápido podía.
-Isabella! – Corrió él tras ella.
-Pagaste? – Me preguntó Bella sin aminorar la velocidad. Yo asentí y estiré mi mano hacia ella. Ella la apretó y miró hacia atrás - Addio, grazie di tutto! – Dónde demonios aprendió a hablar italiano?
-Addio ragazza, Dio vi protegga – Gritó la recepcionista mientras salíamos por las puertas de Urgencias.
Al salir nos dio el viento en la cara y fue un enorme alivio el escapar del olor del hospital.
Ayudé a Bella a subir al auto y al girarme vi que en la puerta de Urgencias estaba el doctor acompañado de 2 guardias de seguridad. Nos vio partir con el rostro contraído por la rabia y frustración, y yo lo entendí. Él estaba haciendo su trabajo y sólo intentaba proteger a Bella de mí… Igual que yo.
Sólo que yo no estaba teniendo éxito en mi tarea.

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Qué tal la odisea en el hospital?
Pobre Félix, el novio maltratador… deberían haber pensado antes en su coartada!
Regálenme sus comentarios y yo les regalaré más capítulos ;)


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