Hola a todos! Como dicen por ahí, a
pedido del público, aquí me tienen, intentando volver a escribir. Esta historia
es distinta, con una pareja que no he explorado aún, y está ambientada en
Volterra, donde trataré de explorar la dinámica de la vida en el castillo.
Este primer capítulo salió
horrorosamente largo, en rigor deberían ser 2, pero no supe donde cortarlo, por
lo que ya están avisados, pero esta no será la tónica, sólo la excepción.
Abrazos a todos quienes me recordaron
a mí y a mis historias y me escribieron palabras de aliento en mi largo período
de silencio. Es increíble que hace más de 2 años que dejé de escribir y mis
lectores aún están ahí, a la espera de una locura más, comentando en FF y Facebook.
Esta historia está ambientada en el
final de New Moon, y usé algunas frases del libro. Obviamente tanto esas frases
y los personajes pertenecen a S. Meyer y yo no gano nada salvo regalarles un
poco de entretención.
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CAPÍTULO 1
Y este idiota se piensa que puede llamarme
muñeca,
soy capaz de jugar al ping-pong con su cabeza hueca.
Quiero subirme a la noria a decir adiós
antes que estemos los dos
muertos o algo mejor,
muertos o algo mejor,
muertos o algo mejor.
soy capaz de jugar al ping-pong con su cabeza hueca.
Quiero subirme a la noria a decir adiós
antes que estemos los dos
muertos o algo mejor,
muertos o algo mejor,
muertos o algo mejor.
Muertos o algo mejor / Christina Rosenvinge
-Félix! Me llamó Jane sacándome de mis
ensoñaciones.
-Dime… - Respondí haciendo un esfuerzo
por prestarle toda mi atención, lo que era cada vez más difícil para mí. La
vida en la corte estaba literalmente atrofiando mi cerebro. Cientos de años de
rutina suelen cobrar un precio que puede ir desde el hastío hasta a la locura.
-El maestro Aro te necesita –Respondió
Jane exasperada. Ella no tenía paciencia para distracciones.
-Pasó algo? Algún problema? – Pregunté.
Generalmente yo era convocado para el manejo de crisis.
Aunque yo no tengo ningún poder
evidente, si poseo una fuerza inusual y habilidades de combate innatas. Si hay
una pelea, seguro que yo estaré involucrado de alguna forma.
-Eso le corresponde al maestro
comunicártelo – Dijo la pequeña bruja –
Has lo que se te ordena y no me hagas perder el tiempo.
-Algún día Jane – Murmuré mientras
caminaba hacia el Salón del Trono – Algún día…
-Algún día qué? – Demandó ella.
-Algún día se te va a caer esa estaca
que llevas enterrada en al culo y nos vas a hacer la vida más agradable a todos
en el castillo! – Exclamé exasperado.
-Cómo te atreves a hablarme así? –
Chilló atónita.
-Me atrevo porque no eres más que una mocosa malcriada.
Sin tu don para infligir dolor eres más inútil que una humana y los maestros te
tienen prohibido atacarnos, así es que deja de darte aires de grandeza y déjame
hacer mi trabajo en paz! – Exclamé deteniéndome frente a la puerta del Salón
del Trono.
Al estirar la mano para golpear, se
abrió la puerta y me encontré de frente con un vampiro que se veía más muerto
que vivo, con los ojos negros de inanición y los rasgos de su rostro
desfigurados de dolor, aunque físicamente se veía íntegro.
Él se alejó sin verme… Probablemente
sin ver nada ni a nadie.
Yo lo vi desaparecer por el pasillo y
volví a enfocarme en mi tarea y entré al Salón del Trono donde se encontraban
los maestros hablando entre ellos en susurros.
-Félix! – Me saludó Aro con su
efervescencia habitual – Tantos días sin verte! – Dijo con cara de reproche,
medio en serio, medio en broma.
-Me encontraba en el sector del Asía
Pacífico, maestro, en Laos y Camboya específicamente. Fue una misión de
reconocimiento de una disputa entre clanes de vampiros locales encargada por el
maestro Caius - Le recordé.
-Oh! Claro, claro… hablaremos de ese
asunto más tarde, por ahora te tengo una nueva misión más urgente… Viste al
vampiro que acaba de salir? – Preguntó.
-Si maestro, se veía bastante mal –
Comenté.
-Así es, lo cual es una lástima, tratándose
de un joven tan dotado – Dijo Aro encogiéndose de hombros – Su nombre es
Edward… Edward Cullen – Dijo analizando mi reacción atentamente, como buscando
signos de reconocimiento
-Cullen… Como Carlisle Cullen? -
Pregunté intrigado.
-Precisamente! – Exclamó Aro
nuevamente entusiasmado.
-Vegetarianos que viven entre el norte
de Estados Unidos y Canadá… - Murmuré para mí.
-Muy bien! –Exclamó Aro,
condescendiente, como si yo fuera un niño recitando su lección. Era una actitud
tremendamente irritante, pero al cabo de un par de cientos de años te
acostumbras.
-Y qué buscaba aquí? – Pregunté
tratando de sonar indiferente. En Volterra cualquier signo de debilidad es muy
mal visto, incluida la curiosidad.
-Oh! Esa es la parte interesante,
Edward vino a pedir nuestra ayuda para acabar con su vida – Dijo moviendo su
cabeza de un lado para el otro como diciendo “lástima”.
-Un suicida – Murmuré. Los vampiros
suicidas no eran comunes pero existían. Y cuando acudían a los Volturi por
ayuda era yo el asignado a esa tarea. Una tarea que detesto, porque en esas
muertes no hay honor. Yo soy un guardia, un soldado, no un verdugo.
Al menos cuando ejercía mi deber me
aseguraba de hacerlo lo más rápido e indoloro posible.
-Entonces? Para cuando es la
ejecución? – Pregunté resignado.
-Oh no! – Exclamó Aro horrorizado –No
sin causa Félix, Edward es hijo de un viejo amigo…
-Puedo preguntar por los motivos de su
deseo de acabar con su vida? Cuando me lo crucé no sólo parecía deprimido,
parecía estar en dolor físico.
-Mmmmmh, supongo que no tiene sentido
guardar el secreto… Edward está enamorado de una humana… - Respondió Aro
mirándome atentamente a los ojos.
-Que qué? – Pregunté saliéndome de
todo protocolo al interrumpir a mi maestro.
-Como iba diciendo – Continuó Aro
ignorando mi falta – Edward se enamoró de una humana y dicha humana acaba de
morir, aparentemente cometió suicidio luego de que Edward la abandonara.
Él afirma que no puede ni desea vivir
sin ella…
-Comprendo – Dije – Entonces si no
debo matarlo puedo preguntar para qué fui llamado? – Claramente no era para
comentar la triste historia de Edward Cullen.
-Como te dije, su solicitud le fue
negada, pero su resolución es fuerte, por lo que planea ganarse una condena a
muerte.
-No puede ser tan estúpido! – Exclamé
incrédulo.
-Pero lo es – Dijo Aro en voz baja –
Pretende darse a conocer a los humanos en la plaza principal durante el
festival de San Marcos, exactamente al medio día.
-Eso puede ser muy peligroso para
nosotros, durante el festival la plaza estará repleta de humanos, no podremos
silenciarlos a todos! – Gruñí ante la complicación que nos estaba significando
el dichoso Edward.
-Aquí es donde entras tú – Dijo Aro –
Tú y Demetri van a ubicar a Edward y a
detenerlo justo cuando su falta sea inminente. Entonces yo le ofreceré una
nueva oportunidad de unirse a nosotros. Si la rechaza tú ejecutarás su condena,
que no incluirá una muerte rápida, ya que eso es lo que él en definitiva está
buscando – Explicó, dejándome claro por qué es nuestro líder. Puede ser
excéntrico y a veces un poco desagradable, pero es un estratega nato, sabe lo
que quiere y cómo conseguirlo.
-Como ordene maestro – Dije con una
reverencia.
-Anda Félix, Demetri te está
esperando. Vigilen a Edward manteniendo sus distancias y sin llamar la
atención. En su estado mental actual es posible que ni siquiera se dé cuenta de
que lo siguen.
-Comprendido maestro – Dije – Me puedo
retirar?
-Adelante – Me dijo Aro haciendo un
gesto con la mano para indicar que me retirara.
Afuera del Salón del Trono me estaba
esperando Demetri, con una sonrisa irónica en el rostro.
-Así es que hoy cazamos vegetarianos –
Comentó.
-Ni me lo digas – Resoplé – Ese
muchacho es un maldito idiota y solo por eso merece morir.
Caminamos por entre los pasillos del
castillo y fácilmente encontramos a Edward apoyado en una pared cerca de la
puerta que da a la plaza. Era la pura imagen de la derrota, resignado y
patético.
No dio signos de reconocer nuestra
presencia.
Y así pasaron las horas…
Demetri y yo jugamos “angry birds” y
otros juegos igualmente estúpidos con nuestros celulares, luego nos
entretuvimos viendo videos graciosos en YouTube y noticias freak en páginas de
dudosa credibilidad, que luego reenviamos al resto de la guardia.
Al menos no nos aburrimos.
Y durante todo ese tiempo Edward no se
movió.
Finalmente sonó la primera campanada
marcando el mediodía y Edward pareció revivir.
Se acercó paso a paso a la puerta,
casi dolorosamente lento, y comenzó a desabrocharse la camisa.
Demetri y yo estábamos listos para
actuar y atraparlo in fraganti cuando una joven de cabello castaño chocó contra
él a toda la velocidad que sus piernas humanas le permitían.
-Edward no! – Gritó ella abrazándolo y
empujándolo hacia la penumbra.
Él se dejó hacer totalmente absorto en
la joven, y Demetri y yo observamos fascinados la escena que se desarrollaba
ante nuestros ojos, demasiado intrigados para intervenir.
- No puedo creerme lo rápidos que han
sido. No he sentido absolutamente nada, son realmente buenos – Dijo hundiendo
su rostro en el cabello de la joven, que trataba de recuperar el aliento luego
de lo que asumo fue una larga carrera atravesando todo el festival - «Muerte,
que has sorbido la miel de sus labios, no tienes poder sobre su belleza»
—Murmuró y reconocí el verso que declamaba Romeo en la tumba. Bastardo cursi.
El reloj hizo retumbar su última campanada — Hueles exactamente igual que
siempre — continuó — Así que quizás esto sea el infierno. Y no me importa. Me
parece bien.
-No estoy muerta — Interrumpió ella - Y tampoco
tú! Por favor, Edward, tenemos que movernos… No pueden estar muy lejos! – Dijo
mirando hacia todos lados. Pero sus ojos humanos no eran capaces de
distinguirnos entre las sombras. Se retorció contra los brazos de Edward y él
frunció el ceño, confuso.
-Qué estás diciendo? —preguntó educadamente.
-No estamos muertos, al menos no todavía! Pero
tenemos que salir de aquí antes de que los Vulturis... – Así es que esta era la
noviecita humana, supuestamente suicidada.
La comprensión chispeó en el rostro de Edward
mientras ella hablaba, y de pronto,
antes de que ella pudiera terminar la frase, la
arrastró hacia las sombras. La hizo girar con facilidad para que ella
quedara con la espalda pegada a la pared
de ladrillo y con la suya frente ella, de modo que él quedó de cara al
callejón. Extendió los brazos con la finalidad de protegerla, por fin cayendo
en cuenta del verdadero peligro en el que se encontraban.
Decidimos que ese sería un buen momento para
acercarnos, y guardando nuestros celulares en nuestros bolsillos nos hicimos
visibles saliendo de entre las sombras.
-Saludos, caballeros – Nos saludó Edward
aparentemente calmado y amable, pero sólo en la superficie - No creo que vaya a
requerir hoy sus servicios. Apreciaría muchísimo, sin embargo, que enviaran mi
más sentido agradecimiento a sus maestros.
-¿Podríamos mantener esta conversación en un
lugar más apropiado? - Susurré exasperado, de manera suave y amenazadora.
-Dudo de que eso sea necesario - Repuso Edward, ahora
con mayor dureza - Conozco tus instrucciones, Félix. No he quebrantado ninguna
regla.
-Félix simplemente pretende señalar la proximidad
del sol – Dijo Demetri en tono burlón - Busquemos una protección mejor.
- Indica el camino y yo te sigo —dijo Edward con
sequedad - Bella, ¿por qué no vuelves a la plaza y disfrutas del festival?
-No, trae a la chica – Dije mientras analizaba a
la joven por primera vez. Era bonita incluso para ser humana, y la blusa que
usaba estaba empapada, probablemente había atravesado la plaza corriendo por
sobre la fuente. La delgada tela no dejaba mucho a la imaginación, y claramente
el que yo notara este detalle cabreó a Edward.
-Me parece que no - La pretensión de civilización
había desaparecido, la voz de Edward era ahora tajante y helada. Cambió su
equilibrio de forma casi inadvertida, el idiota se preparaba para luchar.
-No! - Articuló ella sin hacer ningún sonido.
-Shhh - Susurró él, sin tomar en cuenta que ella
se encontraba aterrada ante lo desconocido.
-Félix… – Me dijo Demetri - Aquí no - Se volvió a
Edward - A Aro le gustaría volver a hablar contigo, eso es todo, si al fin y al
cabo has decidido no forzar la mano.
-Así es - Asintió Edward - pero la chica se va.
-Me temo que eso no es posible – Dijo Demetri - Tenemos
reglas que obedecer.
-Entonces, me temo que no voy a poder
aceptar la invitación de Aro, Demetri – Dijo Edward desafiante, tal vez
tratando de mostrarse rudo ante su noviecita.
-Esto está pero que muy bien –Dije adelantándome
a la posibilidad de una pelea.
-Disgustarás a Aro - Suspiró Demetri fingiendo
ser conciliador. Jugaba a ser algo así como el “policía bueno”.
-Estoy seguro de que sobrevivirá a la decepción -
Replicó Edward en tono irónico.
Demetri y yo nos acercamos a la boca del callejón
y nos abrimos hacia los lados a fin de
poder atacar a Edward desde dos frentes. Nuestra intención era obligarlo a
introducirse aún más en el callejón y evitar una escena.
Edward no se movió un centímetro. Estaba
condenándose para proteger a la chica, sin darse cuenta de que nadie pretendía
hacerle ningún daño a ella.
De pronto escuchamos ligeros pasos acercándose y
todos nos giramos.
-Mejor si nos comportamos correctamente, ¿no? - Sugirió
una voz femenina - Hay señoras presentes.
Una diminuta vampira apareció en la puerta que
daba a la plaza y se deslizó al lado de Edward, manteniendo una postura
despreocupada.
Pero no nos engañó con su apariencia inofensiva.
Su despreocupación nacía en la confianza de que no podríamos hacerle daño, y
eso nos hizo subir nuestra guardia.
-No estamos solos - Dijo ella.
Demetri miró sobre su hombro. A unos pocos metros
de allí, en la misma plaza, nos observaba un montón de humanos vestidos de
rojo.
Demetri sacudió la cabeza.
-Por favor, Edward, sé razonable - Le conmino.
-Muy bien – Dijo Edward - Ahora nos marcharemos
tranquilamente, pero sin que nadie se haga el listo.
Demetri suspiró con frustración. Mi paciencia se
estaba acabando y si eso ocurría no sería bonito para nadie.
-Al menos, discutamos esto en un sitio más
privado – Dijo Demetri. Los dientes de Edward se cerraron de forma audible.
-No – Dijo desafiante.
Sonreí. Por fin había acabado con mi paciencia.
-Ya es suficiente – Dijo la voz de Jane. Mierda!
Se acabó la diversión.
-Jane - Suspiró resignado Edward al reconocerla.
La vampira Cullen se cruzó de brazos y mantuvo una expresión
impasible.
-Síganme - Dijo Jane, con su voz monocorde e infantil. Nos dio
la espalda
y se movió silenciosamente hacia la oscuridad.
Sonriendo les hice un gesto para que pasaran
primero y Demetri y yo tomamos a retaguardia.
Edward pasó el brazo por la cintura de la chica y
la empujó para que fuera a su lado. Ella levantó la cabeza hacia él en
múltiples ocasiones pero él se limitó a negar con la cabeza, no le daría
respuestas. Me estaba cabreando, esta joven merecía al menos saber qué demonios
estaba pasando.
-Bien, Alice - Dijo Edward en tono de
conversación conforme andábamos - Supongo que no debería sorprenderme verte
aquí.
-Ha sido error mío - Contestó Alice en el mismo
tono - Era mi responsabilidad haberlo hecho bien.
- ¿Qué ocurrió? – Inquirió educadamente, como si
apenas le interesara.
-Es una larga historia - Los ojos de Alice se
deslizaron sobre Bella y se dirigieron hacia otro lado - En pocas palabras,
ella saltó de un acantilado, pero no pretendía suicidarse. Parece que
últimamente a Bella le van los deportes de riesgo.
Miré a la humana divertido, tratando de calzar su
pequeño cuerpo con la práctica de deportes de alto riesgo, y ella al notarlo enrojeció
violentamente.
-Mmmh – Dijo Edward con un tono desaprobador. Su
anterior tono despreocupado había desaparecido por completo.
Nos desplazamos por los oscuros pasillos en
silencio, sólo disturbados por los irregulares latidos del corazón de Bella,
que parecía agitarse o ralentizarse de acuerdo a sus pensamientos.
Mientras más descendíamos más se hizo
evidente que la afectaba el frío, sobre todo al tener la blusa mojada. Se veían
claramente sus pezones, pequeños y duros. Edward gruñó amenazador, demasiado
bajo para que Bella lo pudiera escuchar, y yo me limité a sonreír sarcástico.
No había nada que él pudiera hacer al respecto.
Al llegar finalmente al ascensor nos
relajamos y nos quitamos las capuchas, lo que tensó a Edward pero extrañamente pareció
picar la curiosidad de Bella, que levantó los ojos para estudiar primero a
Demetri, que le hizo un gesto de saludo con la cabeza que ella respondió, luego
observó a Jane, que le devolvió la mirada furiosa de que esta mortal se atreviera
a mirarla a los ojos, y finalmente me miró a mí, teniendo que inclinar la
cabeza bastante hacia atrás, ya que soy bastante alto… Debo rodear 1.95mt.
Cuando nuestras miradas se encontraron
esperaba ver miedo, disgusto o desprecio, considerando que mis ojos, como los
de todos los vampiros que llevamos una dieta “normal” son de color rojo
carmesí.
Pero en lugar de eso ella simplemente
miró curiosa, estudiándome cuidadosamente, sin miedo, sin nada que delatara su
incomodidad. Yo le sonreí y le guiñé un ojo, y sólo entonces ella reaccionó,
enrojeciendo violentamente, haciéndome soltar una profunda carcajada. Ella no
estaba afectada por las creaturas más letales del planeta, pero se inhibía
completamente ante un poco de atención masculina o un simple coqueteo.
Llegamos al piso del Salón del Trono y
caminamos por el pasillo que nos dirigía a Recepción, donde nos esperaba Gianna
con su habitual impasividad. Nos saludó educadamente como si no hubiera nada
fuera de lo habitual, ante lo cual Bella pareció sorprendida. Nuevamente debí
sonreír ante las cosas que la perturbaban cuando se encontraba literalmente a
las puertas de la muerte.
-Adelante, los maestros los están
esperando – Dijo Gianna.
-Gracias amore – Dijo Demetri guiñándole
un ojo. Él tenía una relación amorosa informal con ella, y Gianna soñaba con transformarla
en algo más concreto.
Jane golpeó la puerta.
-Adelante Jane! – Exclamó Aro –Qué nos
traes por ahí? - Dijo estirando el cuello al ver a la humana.
-Esta es Bella – Dijo Edward
aferrándola a él tan fuerte que un gemido de dolor escapó de ella, lo que hizo
que Edward aflojara un poco su agarre y Demetri y yo soltáramos gruñidos de
advertencia.
-Isabella! Estás viva! – Exclamó Aro –
Que glorioso giro de los acontecimientos! – Dijo con movimientos llenos de
teatralidad, lo que hacía que sus palabras sonaran falsas aunque no lo fueran.
-Así es – Dijo Edward con dientes
apretados – Por lo tanto ya no voy a necesitar de vuestros servicios.
-Oh, eso está por verse – Dijo Aro
casualmente – Isabella – Dijo dirigiéndose directamente a la joven e ignorando
a Edward – Puedo tomar tu mano?
Bella miró a Edward con el rostro
lleno de confusión, y él suspirando le dijo – Aro puede leer tu mente a través
del tacto.
-Está bien – Dijo estirando la mano
hacia Aro y obligando a Edward a soltarla – No tengo nada que esconder.
Cuando Aro tomó su mano se mantuvo
tranquila, sin ni siquiera acelerar los latidos de su corazón. Verdaderamente
no estaba asustada! Decidí tratar de averiguar si su coraje era prueba de valía
o de locura.
-Perfecto! – Exclamó Aro y cerró los
ojos para concentrar su poder. Pasaron un par de minutos y finalmente abrió los
ojos y exclamó – Maravilloso!
-Que es tan maravilloso? - Preguntó
Caius para variar de mal humor. A él no le gustaban los espectáculos teatrales
de Aro y quería acabar con este asunto lo más pronto posible.
-No veo absolutamente nada! –
Respondió – Ella es la única persona, humana o vampiro que ha sido capaz de
repeler mi don – Dijo a punto de dar volteretas de felicidad. Era bastante
gracioso por que le quitaba dignidad a la situación, pero sé mejor que reírme
en voz alta de alguno de mis maestros.
-Y crees que esa capacidad de protegerse
se limita sólo a poderes telepáticos? – Preguntó Caius súbitamente interesado.
-Hagamos la prueba… Jane? – Dijo Aro
haciendo un ligero movimiento de cabeza.
-Nooooo! – Gritó Edward tratando de
soltarse de mi agarre, lo que era virtualmente imposible dada mi fuerza y
experiencia reduciendo prisioneros.
Jane enfocó su fría mirada en Bella,
con una sonrisa beatífica… Pasaron un par de minutos… Y nada ocurrió.
-Jajajajaja! – Rió Aro – Puede repeler
a Jane! Esto es increíble!
-Verdaderamente es notable – Murmuró
Caius – Alec?
Alec se acercó para tener una buena
visión de Bella y enfocó su poder en ella. Nuevamente Bella no reaccionó
excepto para reacomodar su peso de una pierna a la otra y morder su labio
inferior, mientras Edward seguía diciendo “No, no, no, no, no!”
Aro sonrió cómplice a Caius y a Marcus
que por una vez se veía interesado en algo.
-Nooooooo! –Gritó Edward.
-Lo justo es justo, y tú rompiste la
ley – Razonó Aro calmadamente.
-Ella no tiene nada que ver! – Dijo
Edward casi en un sollozo.
-Eso lo debiste haber pensado antes –
Respondió Aro, más severo.
-Qué es lo que me estoy perdiendo? –
Preguntó Bella, cruzada de brazos y entrecerrando los ojos, comenzando a
cabrearse. Yo cada vez encontraba más cómica la situación.
-Me imagino que tú conoces nuestra ley – Dijo
Aro como una afirmación, no una pregunta.
-A grandes rasgos – Respondió ella
mirándolo a los ojos – No darse a conocer a los humanos.
-Correcto – Asintió Aro – Y si un
humano descubre nuestra identidad vampírica este humano debe morir o ser
transformado. Edward ha roto la ley. Se dio a conocer, te involucró en nuestro
mundo y luego te abandonó arriesgando a la raza completa.
Él tenía 2 opciones aceptables y no
tomó ninguna, optando por huir… Y es por eso que debe ser castigado.
-Qué significa eso? – Preguntó Bella
manteniendo su postura pero en voz más baja.
-Significa que Edward está sentenciado
a muerte – Respondió calmadamente Aro. Toda la Guardia y los maestros sabían
que esta era una farsa, pero cada uno interpretó su papel a la perfección.
Edward se debatió nuevamente en mis brazos y Alice en los de Demetri, en ambos
casos sin resultados.
-Pero… Pero… No! – Tartamudeó Bella –
No pueden…
-A menos que… - Dijo Aro como si
recién se le viniera ocurriendo la idea.
-Noooo! – Rugió Edward. Debí
contenerlo con más fuerza para que no se abalanzara sobre Aro.
-Cállate de una vez, Edward! – Gritó
Bella exasperada, provocando risas por todo el Salón – Decías? – Dijo mirando a
Aro.
-A menos que estés dispuesta a
enmendar el error – Dijo Aro calmadamente.
-O sea…? – Preguntó Bella con más
confianza, enderezando la espalda, desafiante.
-Que te convertirás en vampiro, y si
resultas ser tan talentosa como creo que serás, servirás 200 años en la
Guardia. Esto es un trabajo remunerado por supuesto, no un período de
esclavitud.
-Y eso significaría la libertad de Edward y el
resto de los Cullen? – Preguntó Bella sin alterarse ante sus opciones.
-Sí – Respondió Aro sencillamente.
-Y si no acepto?
-Entonces ejecutamos a Edward en el
acto y el resto de los Cullen serán llamados a enfrentar un juicio por su
participación en este asunto.
-Y yo? – Preguntó Bella con voz apenas
audible.
-Tú regresarías a tu hogar. Hasta
ahora no nos has dado motivos para dudar de tu discreción. Por supuesto, si eso cambia la Guardia te encontrará y
morirás en el acto, los Volturi no damos segundas oportunidades.
-Está bien – Bella suspiró – Me quedo,
me convertiré – Dijo con más convicción.
-No Bella, no puedes! No lo permitiré!
– Rugió Edward nuevamente tratando de liberarse de mi agarre. Estúpido de su
parte, ya que si seguía así sólo conseguiría descoyuntarse una articulación.
-Esta es MI decisión, Edward – Dijo
Bella sin siquiera mirarlo – Tú tomaste la tuya y me abandonaste en el bosque
sin importar qué sería de mí. Ahora yo tomo mi decisión… Voy a cambiar mi vida.
-No quieres decir “Acabar” con tu
vida? – Escupió Edward. Yo lo zarandeé un poco, ya estaba cansado de su
actitud.
-Quiero decir exactamente lo que dije
– Dijo ella modulando lentamente y mirándolo a los ojos – No tengo nada a lo
que regresar a Forks, mis padres se las pueden arreglar perfectamente sin mí, y
no puedo dar a Jacob lo que él desea.
-Pero tú… yo… tú viniste por mí… -
Dijo Edward en voz baja.
-Yo vine porque Alice me lo pidió,
porque no podía permitir que la culpa te llevara a tomar decisiones extremas.
Pero eso no significa que voy a ignorar los últimos meses, tu abandono, las cosas
horribles que me dijiste ni todo mi sufrimiento.
Si realmente estuviéramos destinados a
estar justos no me habrías abandonado en
primer lugar, me habrías convertido y nos habríamos ahorrado todos estos
problemas – Dijo ella sonando extremadamente razonable.
-Perfecto! – Exclamó Aro antes de que
Edward pudiera responder – Entonces todo está decidido. Isabella se quedará con
nosotros a partir de este momento.
-Aro no puedes hacer esto! - Gritó
Edward – Tómame a mí! Yo serviré en lugar de Bella – Rogó desesperado.
-Lo siento – Dijo Aro sin sentirlo
para nada – Pero la decisión está tomada, no es así Isabella?
-Así es – Dijo ella mirando
alternadamente entre Alice y Edward – Adiós – Dijo dándoles la espalda.
-Adiós Bella – Dijo susurrando Alice,
que no había emitido palabra desde que entramos a la Sala del Trono.
-Alice… - Suspiró Bella como
pensándolo dos veces y se giró y se lanzó a los brazos de la pequeña vampira –
Nos vemos…
-Eso puedes apostarlo! – Exclamó Alice
tratando de mostrar entusiasmo a pesar de que sus ojos estaban brillantes de
lágrimas no derramadas.
-Adiós Edward.
-Bella… - Rogó él.
-Adiós Edward – Repitió y nuevamente
le dio la espalda
-Andando – Dijo Alec impaciente por
acabar el show. Mientras antes terminara antes comeríamos.
-Bella! – Gritó Edward. Bella lo
ignoró, pero pude ver su cuerpo tensarse y apretar los puños. Claramente hacía
un esfuerzo por mantenerse entera, por no llorar.
Una vez que los Cullen hubieron
abandonado la Sala del Trono, Aro se dirigió a mí.
-Félix, de ahora en adelante te vas a
encargar de la seguridad de Isabella, hasta que haya pasado su período de
neófita y no sea un peligro para sí misma.
-A sus órdenes maestro – Respondí
aturdido. Si hubiera sido con cualquier otra persona me habría sentido ofendido
de ser degradado de guerrero de elite a niñera y guardaespaldas de una humana,
pero francamente esta muchacha en particular me tenía intrigado, y por último
rompería la rutina que tenía a mis neuronas suicidándose de aburrimiento.
Isabella se giró hacia mí mirándome
fijamente, como evaluando mi reacción. Yo decidí molestarla y le regalé una
sonrisa y un guiño, ganándome por parte de ella un sonrojo monumental.
-Félix te mostrará tu habitación,
Isabella. Deberá estar cerca de la de Félix para que él se pueda asegurar de
que estás bien en todo momento.
-Si Aro, gracias – Le sonrió – Cuando
va a ser mi transformación?
-Bueno, como es una transformación
voluntaria te permitiremos elegir la fecha, siempre que no sea muy lejana,
recuerda que mientras permanezcas en el castillo como humana estás en peligro,
aunque moderado – Dijo Aro en un tono casi dulce. Se veía que le tenía simpatía
a esta chica y probablemente terminaría siendo su favorita al menos por un
tiempo.
-Muchas gracias – Dijo ella con una
sonrisa más ancha – La verdad es que estoy un poco cansada… puedo retirarme?
-Por supuesto querida. Félix, si eres
tan amable – Dijo Aro sin despegar los ojos de Bella.
-Por supuesto maestro – Dije y ofrecí
mi brazo a Isabella que lo tomó sin mirarme a los ojos – Tu nueva habitación
estará exactamente frente a la mía.
Ella no respondió pero sentí cómo se
aceleraba su corazón.
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Y? Lo aman? Lo odian? Le ven
posibilidades? Espero ansiosa los comentarios de CADA UNO de ustedes!
Nos leemos pronto…
Me encsnto , voy a seguir leyendo y gracias por escribir esta historia, besos
ResponderBorrarMe alegro de que te haya gustado! Cuéntame que te parece a medida que avanza...
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