Ok, un A/N ultracorto… Mil gracias a cada una por sus
palabras y hermosos mensajes. Significan un montón para mí.
Y aquí les dejo este capítulo, ya me dirán qué les
parece.
Ah! Y escuchen la canción de este capítulo, es
maravillosa!
Cariños…
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Capítulo
19
Well, you
have suffered enough
And warred with yourself
It's time that you won
Take this
sinking boat and point it home
We've still got time
Raise your hopeful voice, you have a choice
You've made it now
Falling Slowly / Glen Hansard y Markéta Irglová
FÉLIX POV
Estuve con Victoria un buen rato, columpiándola, caminando
por el jardín, hablando, riendo y recordando.
Pero poco a poco me fui dando cuenta de que ella había
cambiado mucho desde que estuvimos juntos... Ahora estaba mucho más dura, más
cínica, fría y calculadora.
La vida la había tratado mal.
De a pedazos me fue revelando detalles de su vida desde que
nos habíamos despedido… Al parecer el famoso James, a quién ella había jurado
vengar, no era ningún angelito, y tenían una relación bastante enfermiza que
pasaba de lo pasivo-agresivo a lo llanamente violento. Se involucraban con
otras personas para luego restregárselo en la cara al otro, se provocaban
mutuamente, tenían discusiones épicas que a veces llegaban hasta la agresión
física y luego tenían reconciliaciones llenas de promesas, sexo fantástico y
"nuncamases". Disfrutaban entonces de períodos de "luna de
miel" en los que todo era maravilloso y luego el ciclo volvía a comenzar.
Por lo que pude deducir, Victoria no estaba tan enamorada
como obsesionada con James, aunque claro, eso no se lo dije. Sin él ella no
tenía nada en la vida, ya que su relación enferma ocupaba todo su tiempo, por
lo que decidió cambiar una obsesión por otra, la venganza.
Me asustaba… Yo le tenía cariño a Victoria, habíamos tenido
una bonita relación, aunque no muy profunda, al ser planteada desde el
principio como circunstancial y pasajera. Pero mientras más hablaba con ella
más me daba cuenta de que Vic ya no era la mujer que conocí. Su obsesión y el
deseo de retribución, sumado al hecho de que no tenía nada que perder la
convertían en un riesgo inconmensurable. Victoria sencillamente no era estable.
Era tan probable que tomara la decisión de olvidarlo todo y comenzar una nueva
vida como que se atara un chaleco bomba y abrazara a Bella en mitad del Salón
del Trono.
Y sin importar el cariño que aún le tenía en honor al tiempo
que compartimos, no volvería a bacilar a la hora de proteger a Isabella. Le
había dado a Victoria el beneficio de la duda y ella me había dejado clara su
posición.
Luego de algunas horas juntos, quedamos de volver a vernos
antes de que se fuera de Volterra. Ella no tenía realmente adonde ir, por lo
que no estaba apurada en partir.
En cualquier otra circunstancia la habría invitado a pasar
una temporada en el castillo, pero Vic no sólo era un riesgo latente para
Bella, sino que Aro estaba cabreado con ella y no la querría como huésped.
Así es que acompañé a Victoria a la plaza, la abracé y
quedamos en que ella me llamaría para juntarnos de nuevo.
Y ahora venía lo realmente complicado.
Isabella
Que se había desecho de mí sin pedir ni aceptar una
explicación y había acudido precisamente a quién me cabrearía más.
Demetri. Mi hermano.
No podía negar que Demetri sería quién, después de mí, la
protegería mejor. Pero no por eso tenía que gustarme la idea de que de ahora en
adelante estuvieran juntos las 24 horas del día.
Caminé frente a la Recepción, donde se encontraban Heidi,
Renata, Corin y Gianna hablando en voz muy baja, con las cabezas unidas. Al
verme llegar se enderezaron y me lanzaron miradas hostiles y desaprobadoras.
La que me llamó la atención fue Gianna. Ella jamás se habría
atrevido a mirarme así un par de semanas atrás… Y ahora se veía realmente
furiosa.
Pero como no me dijeron nada, no veía cómo podía empezar a
defenderme. Además no le debía ninguna explicación a esa tropa de arpías.
A la única que le debía algo era a Bella, y ella también
tenía una o dos cosas que esclarecer.
Pasé caminando a paso normal frente al escritorio sin mirar
a las cuatro urracas, y en cuanto les di la espalda escuché sus murmullos…
"Bastardo…", "Increíble…", "Cómo tiene cara…",
"Traidor…".
No me digné a reconocer que las podía escuchar, simplemente
las ignoré y seguí adelante.
Me dirigí a la habitación de Bella. Me imaginé que si estaba
cabreada conmigo no querría usar mi cuarto, y estaba en lo correcto. Al
acercarme a nuestra ala afiné el oído esperando escuchar su corazón y su
respiración. Pero no había ningún ruido… Bella no estaba ahí.
Entré a su habitación esperando encontrar alguna pista, pero
no había nada. El rastro de su aroma no era reciente, Bella se había ido hacía
varias horas.
Crucé a mi habitación desesperanzado. Dónde podría estar?
Dónde buscarla? Odiaba la idea de tener que buscarla en la habitación de
Demetri, pero lamentablemente sería mi próxima parada.
Pero al entrar en mi habitación lo primero que vi frente a
mí, en el suelo junto a la ventana, fue mi camiseta de U2, la que Isabella
llevaba puesta esa mañana. Me la había ido a devolver… Era como la confirmación
de nuestro distanciamiento.
Me agaché y la recogí, llevándomela a la nariz
inmediatamente con los ojos cerrados. Era como volver a tenerla junto a mí…
Pero no.
Abrí los ojos y dejé caer mi mano empuñando la camiseta, y
mi mirada se clavó en el exterior… Específicamente en el jardín...
Específicamente en la zona donde estuve consolando a Victoria. Cómo se habrá
visto esa escena desde esta ventana? Sería posible que Bella nos hubiera visto
cuando entró a devolver mi camiseta? No, eso sería demasiada coincidencia,
demasiada mala suerte… Pero… Pero Bella no me parecía el tipo de persona que
dejaría mi camiseta (una camiseta que ella prácticamente veneraba) tirada en el
suelo.
Mierda! Mierda! Mierda! Todos en La Corte me odiaban por lo
que creían que había hecho, y Bella probablemente había visto una escena
completamente fuera de contexto y asumido lo peor.
Tiré la camiseta a mi cama y corrí a la habitación de
Demetri. No había nadie. Y gracias al cielo tampoco había rastros de Bella.
Tragándome el orgullo bajé al piso principal y comencé a
preguntar a quienes me crucé en el pasillo si habían visto a Bella. Todos
actuaron fríamente, y la respuesta generalizada fue un NO, sin detalles.
Hasta que le pregunté a Aftón.
-Aftón, estoy buscando a Bella, la has visto?
-Sí – Dijo él con una mirada dura, desafiante, llena de
reproches.
-Dónde? Necesito encontrarla – Le dije sin reprimir mi
ansiedad.
-Se fue – Dijo y me dio la espalda siguiendo su camino.
-Cómo que se fue? Se fue adonde? – Pregunté
-No lo sé – Respondió sin volverse. Él no hablaba con nadie
excepto su esposa… Y últimamente, Bella.
-Aftón por favor, podrías dejar de ser tan críptico por 5
segundos y decirme qué es lo que viste? – Le rogué.
-Lo que vi… - Respondió respirando profundo y mirándome por
sobre el hombro - Lo que vi fue a Demetri corriendo hacia el subterráneo con
Isabella sollozando en sus brazos – Espetó.
-Mierda! Cuándo fue esto? – Pregunté.
-No sé, tal vez unos 20 minutos después de la audiencia de
tu amiguita – Respondió lleno de desprecio.
-Gracias – Murmuré descorazonado y me despedí con un gesto
que él no respondió. Lo más probable era que Bella nos hubiera visto en el
jardín y se hubiera imaginado lo peor…
Regresé a la habitación de Bella.
No quería entrar en la mía.
Todo me recordaba a ella. Todas mis cosas guardaban su
presencia. Ella había usado mi ropa; hojeado o leído mis libros; jugado con mis
consolas; visto ridículas películas en mi tele, que tanto le gustaba; había
dormido en mi cama y hasta mi laptop guardaba el recuerdo del día que jugamos Lifeless con
mis amigos nerds.
Mi estado del ánimo cambiaba por minutos, pasando de la
tristeza por perderla, a la rabia porque no me dejó explicarme, a la
preocupación de no saber dónde ni cómo estaría. Al menos sus cosas estaban
todavía en su lugar. Eso significaba que volvería. Al menos se quedaría cerca
de mí.
Me senté en su cama, saqué mi celular y empecé a jugar, tal
como el día que lo conocí… Angry Birds.
Jugué varias horas, y después me recosté de espaldas
completamente estirado sobre la colcha y miré al techo, hasta que escuché que
se acercaba alguien por el pasillo, y esa persona tenía un corazón que latía.
Pero no era Bella, ya que los pasos eran de alguien que
calzaba tacones… Entonces era Gianna.
Gianna entró a la habitación arrastrando una enorme maleta
con una mano y un neceser en la otra. Prendió la luz y dio un grito al verme.
Probablemente no esperaba encontrarme ahí.
-Félix! Qué haces aquí? – Preguntó.
-Espero a Bella – Respondí.
-Bella no quiere verte – Afirmó ella con una determinación
que no le conocía mientras abría la maleta y sacaba otra más pequeña de
adentro, y luego una tercera aún más pequeña, como si fueran parte de una
matryoshka.
-Eso me lo tiene que decir Bella – Le dije con la voz baja,
esa que sabía que le daba miedo – Y tú qué haces aquí?
-Qué es lo que parece? – Preguntó sin demostrar miedo. O su
lealtad hacia Bella era a toda prueba o el ser aceptada por algunas vampiras le
hacía sentirse más segura de su posición en el castillo. Probablemente las dos.
-Responde – Gruñí.
-Empaco – Dijo ella abriendo el closet y comenzando a llenar
las maletas de manera rápida y eficiente.
-Dónde se va? – Insistí. Mi esperanza de que Bella se
mantuviera cerca aunque hubiéramos peleado, se esfumaba con cada brazada de
ropa que caía en las maletas.
-No sé – Respondió sin mirarme – Por lo que entiendo aún no
tiene dónde quedarse… Puede quedarse conmigo unos días si quiere, pero eso lo
tiene que decidir ella.
Y nos quedamos en silencio. Un silencio cada vez más hostil.
-Por qué no dices de una vez lo que estás pensando? – Le pregunté
mientras cerraba los cierres de las maletas con movimientos bruscos y a
tirones.
-Y qué importa lo que yo pienso? – Prácticamente me ladró.
-Sólo dime – Dije sonando condescendiente incluso para mis
oídos.
-Lo arruinaste todo – Me dijo furiosa, mirándome a los ojos
por primera vez – Le hiciste daño, ella no se lo merecía. Ya la han herido
bastante en el pasado, y ella confiaba en ti. Hasta yo confiaba en ti y le dije
que eres un buen tipo, que podía creer en ti. Y nos decepcionaste a las dos!
-No sabes de lo que estás hablando – Le dije – Ni siquiera
estabas ahí cuando sucedió todo.
-No, yo no estaba ahí, pero estaban todos los demás. La
humillaste frente a toda La Corte; elegiste defender a tu ex cuando ella iba a
atacar a Bella; pusiste en segundo lugar a tu carga… Es verdad que no sé mucho,
pero tengo entendido que eso te hace un maaaal guardaespaldas – Dijo volviendo
a su tarea, pero casi temblando de rabia - Me equivoco? Me contaron mentiras?
-No tengo por qué darte explicaciones – Respondí sintiéndome
acorralado.
-No, no tienes… Y admítelo, no puedes, porque no importan
las razones que te impulsaron, el resultado es el mismo… Igual la heriste. La
heriste tanto que se fue llorando. La heriste tanto que se muda sin saber
adónde va a llegar. La heriste y te odio por eso. Bella es la única persona que
genuinamente se ha preocupado por mí, es la única amiga que he tenido, y si, a
veces es un poco rara, pero siempre es bienintencionada y amable con todos. No
se lo merecía… – Dijo y terminó de ordenar el equipaje junto a la puerta –
Adiós.
-Gianna… - Traté de decir algo pero realmente no pude. Ella
estaba en "modo protector" y en realidad tenía razón en todo lo que
había dicho.
Dio lo mismo, Gianna no miró atrás y se largó.
Volví a sentarme en la cama y me incliné apoyando mi cabeza
con mis manos. Me quedé ahí, congelado, como un computador en estado de
suspensión, sin moverme, sin respirar, simplemente esperando que pasara algo.
Hasta que rato después regresó Gianna. Entró, me vio y
retrocedió.
-Oh… Sigues aquí – Dijo y se paró en el pasillo junto a la
puerta.
-Sí, estoy aquí – Le dije y me puse de pié y caminé hasta
ubicarme en el pasillo frente a ella. Me apoyé en la pared y crucé los brazos.
Gianna me dio una mirada de exasperación y resopló.
Yo la miré de vuelta, supongo que reflejando mi estado de
ánimo.
Pasados unos minutos de miradas odiosas de un lado hacia el
otro, se escucharon pasos de dos personas en el pasillo.
Y un corazón.
Bella.
En cuanto apareció por la esquina y nos vio, frunció el
ceño.
Usaba un vestido de verano celeste pálido con puntos
blancos, un cárdigan y unas Converse azules. Su cabello estaba desordenado como
si hubiera estado expuesto al viento, y sus mejillas parecían un poco quemadas
por el sol.
Era maravillosa.
Y como la adolescente de 18 años que era, tomó la actitud
más inmadura posible y me ignoró.
Pasó a mi lado sin mirarme y saludó a Gianna con un abrazo.
Tuvieron una conversación intrascendente sobre las ridículas maletas de
diseñador de Gianna, que en cualquier otro momento me habría divertido.
Mientras ellas hablaban Demetri y yo cruzamos miradas y él se encogió de
hombros. Al menos no había condena en sus ojos, sino más bien incertidumbre.
Finalmente se repartieron el equipaje y comenzaron a salir
de la habitación. Primero Demetri, luego Gianna y finalmente Bella.
Cuando pasó a mi lado me moví por primera vez y le tomé el
brazo.
-No te vas a ninguna parte, tenemos que hablar – Gruñí.
Ella me miró con los ojos enormes, como si yo hubiera sido
una estatua que de pronto cobraba vida. Tenía rastros de haber llorado hacía
poco, sus párpados aún un poco hinchados y los ojos levemente enrojecidos.
-No – Susurró.
-No? – Pregunté desconcertado. De todas las respuestas
posibles no me esperaba esa.
-No – Repitió cuadrando los hombros. Los otros dos se
detuvieron y observaron atentos, listos para intervenir.
-Tenemos que hablar – Dije marcando cada palabra.
-No hay nada que decir. Te debo un montón de dinero, tenemos
que sacar la cuenta de cuánto para ver cuándo te podré pagar. La ropa, mi
comida, mi apéndice… creo que eso sería, porque las costillas deberían correr
por tu cuenta – Dijo. Demetri frunció el entrecejo.
-No vamos a hablar de dinero Isabella – Dije respirando
profundo para no perder la paciencia. Sabía que ella me estaba aguijoneando,
probando mis límites.
-Hay tres grandes temas de los que podríamos hablar. Nuestra
relación comercial, o sea lo que me has prestado; nuestra relación profesional,
la que ya no existe; y nuestra relación personal, que destruiste – Me dijo
tratando de mantener la voz pareja. Pero podía sentir su emoción… Se estaba
quebrando.
-No me obligues a hablar contigo con una audiencia porque lo
voy a hacer – Amenacé.
Ella mordió su boca, considerando hasta dónde estaba
dispuesta a ceder y hasta dónde quería proteger su intimidad.
-Demetri, Gianna, por favor, se pueden llevar mi equipaje? –
Preguntó mirándolos - Yo te llamo cuando esté lista para que nos juntemos,
vale? – Le dijo a Demetri.
Por lo visto ahora Bella tenía celular.
Y se lo compró Demetri.
-Estás segura? – Preguntó Gianna. Demetri se limitó a
mirarla intensamente y finalmente asintió.
-Si amiga, no te preocupes – Respondió Bella.
-Sí me preocupo – Dijo Gianna mirándome fijamente.
-Anda – Dijo Bella besando su mejilla. Gianna frunció el
ceño pero se giró y se fue sin decir más. Demetri la siguió unos pasos más
atrás. Era claro que sólo se soportaban mutuamente por Bella.
Bella los vio desaparecer y se giró para entrar en su
habitación. Se acercó a la chimenea, que se encontraba apagada, y se sentó en
un sofá acurrucada sobre sus piernas. Como siempre, haciéndose una bolita
cuando se siente vulnerable.
Yo no quería sentarme, tenía demasiada energía nerviosa,
pero sé que soy demasiado grande y si ella se siente vulnerable, tener a una
masa de músculos de casi dos metros paseándose como león enjaulado frente a
ella, no ayudaría.
Me senté en un sillón en forma perpendicular a ella.
Bella no me miró. Tampoco se movió ni emitió sonido.
-Bella… Lo que pasó hoy… No debió haber pasado. Lo siento –
Dije ahogándome en mis palabras, que no alcanzaban a expresar la profundidad de
mis sentimientos.
-Qué es lo que no debió haber pasado? Qué es lo que sientes?
– Preguntó ella sin mirarme.
-Mi reacción con Victoria… Fue instintiva… - Comencé a
explicar.
-Ese es el problema, que la reacción que te nace es
protegerla a ella cuando ella es una amenaza para mí. Fue un shock enterarme de
que Victoria fue tu… lo que sea? Sí. Y no, no me gusta la idea de imaginarte
con ella tampoco, pero eso es parte de tu pasado. No me incumbe. Eso
probablemente ocurrió antes de que yo naciera y como ella debe haber miles.
Racionalmente lo entiendo. Eres más viejo que el hilo negro y no eres un monje,
vale. Pero de ahí a lo que pasó en el Salón del Trono? Eres la única persona
que DEBÍA protegerme, y en cambio fuiste el único que puso su cuerpo frente a
Victoria para que no la hirieran a ella mientras pedía literalmente a gritos mi
cabeza! Mira… Yo no sé qué soy para ti, pero un novio no hace eso. Un
guardaespaldas tampoco. Soy menos que esas dos cosas? O es ella tan importante?
Sabes? No importa… Mejor que haya pasado esto ahora antes de que estuviéramos
más involucrados. Te voy a devolver tu plata y va a ser como si nunca hubiera
pasado nada – Dijo comenzando a ponerse de pié. Se notaba claramente que estaba
a punto de llorar.
-Isabella siéntate! – Le ordené sin una pisca de gentileza.
Ella se dejó caer en el sofá tratando de controlar su respiración.
-Habla – Susurró.
-Isabella, lo siento. Lo siento… te quiero y lo siento –
Eran los dos únicos conceptos que importaban.
Ella suspiró y dos lágrimas rodaron silenciosas por sus
mejillas.
Me acerqué a ella y me arrodillé en el suelo a su lado. Con
los dedos limpié sus lágrimas y ella se encogió un poco ante el contacto. Eso
me dolió.
-Bella, te quiero… te quiero… te quiero… -Repetí y tomé sus
manos y besé sus palmas. Su cuerpo se sacudió en sollozos silenciosos pero no
dijo nada – Con Victoria estuve por un tiempo breve hace más de 100 años y
nunca más. Nos despedimos en buenos términos, la considero una amiga, y cuando
vi que la atacarían me puse frente a ella, pero no solo para protegerla, sino
para contenerla, para impedir que se acercara a ti. Tú estabas bien
resguardada, todos estaban en posición de ataque y Alec tenía la niebla en sus
manos, a punto para anular a tu atacante. Yo sólo traté de impedir un desastre
mayor, y todo se malentendió.
Después de que me llevé a Victoria la arrastré al jardín y
traté de calmarla. Ella no está bien, perdió el rumbo y se aferra a la idea de
venganza. Traté de razonar con ella pero no está estable. No se puede acercar a
ti…
-O sea que no se ha acabado… - Dijo ella con un hilo de voz.
-Oficialmente, sí, porque es lo que decretaron los Maestros,
pero Victoria no tiene nada que perder, no le tiene miedo a la muerte. Creo que
es posible que trate de llegar a ti – Expliqué.
-Los vi en el jardín… - Dijo ella encogiendo aún más las
rodillas.
-Me lo imaginé cuando encontré mi camiseta junto a la
ventana – Respondí.
-Me dolió… - Susurró.
-Lo sé, lo siento. Trataba de consolarla, de convencerla de
seguir adelante – Dije poniendo sus palmas en mis mejillas y acariciándolas con
mi rostro.
-Entonces? – Preguntó ella despacito, moviendo despacio sus
pulgares contra mis mejillas. Un gran avance.
-Entonces me perdonas por mi error de juicio, jamás pretendí
demostrar lealtad a Victoria por sobre la que siento por ti o los Volturi. Di
una mala señal y es unánime, todo el mundo está cabreado conmigo, creo que
hasta Aftón quiere patear mi trasero. Quizás hasta lo intente… Y si lo intenta
lo voy a dejar ganar – Le dije, y en serio.
-Aftón te habló? – Preguntó sorprendida – Pensé que sólo nos
hablaba a Chelsea y a mí… - Dijo pensativa. Yo me aproveché del momento tomándola
de la cintura y sentándola sobre mis piernas, en la alfombra. Ella lanzó un
gritito de sorpresa, pero se afirmó de mis hombros y ahí dejó las manos. Bien.
-Sí, pero básicamente para decirme que soy un cretino, no
fue muy elocuente. Tú sabes que nunca lo es – Dije disfrutando de la cercanía…
A lo mejor si podíamos arreglar las cosas.
-Conmigo si lo es – Dijo sonriendo un poco – Me ha contado
muchas cosas, ha tenido una vida interesante.
-Te contó sobre su pasado? – Pregunté por un momento
distraído por la noticia.
-Oh sí, conversamos montones mientras me enseña trucos de
magia. Ya puedo sacar monedas de su oreja… Siempre que no sean monedas muy
grandes – Me explicó.
-Bella, necesito saber que estamos bien – Le dije
enrielándonos en el tema central.
-Lo que pasó me dolió un montón – Dijo bajando la mirada –
No te hablo de la rabia, o los celos, o la humillación, que también sentí. Pero
lo que más me dio fue una pena enorme, porque confiaba ciegamente en ti. En tan
poquito tiempo confiaba en que no serías capaz de hacerme daño o decepcionarme.
Y me equivoqué…
-Pero yo te quiero a ti – Le dije sonando desesperado.
-Dime una cosa… Cómo te sentirías si mañana aparece Edward
aquí, dispuesto a matarte, y yo interpongo mi cuerpo entre ustedes arriesgando
mi vida y defendiéndolo a él frente a todo el mundo? No te haría dudar de mi
compromiso hacia ti? – Dijo mirándome a los ojos.
-Comprendo – Dije, porque así era – Sería humillante y me
haría cuestionar de tus sentimientos hacia mí.
-Eso es todo lo que te pido… Que me entiendas. Victoria fue
importante para ti, no me gusta, pero así fue… Así es – Se corrigió – Sólo
quisiera que lo de esta mañana hubiera ocurrido de otra manera.
-No va a volver a pasar – Le aseguré - No voy a volver tomar
decisiones estúpidas, porque no hay decisiones que tomar… Siempre vas a ganar
tú… Si aún quieres estar conmigo… - Le dije sin soltar su cintura. Nunca antes
la había visto con un vestido, y se veía tan… adorable, como una muñequita.
-Yo te quiero – Dijo mirándome a los ojos, como asegurándose
de que yo comprendía lo que me estaba diciendo; era la primera vez que me lo
decía... Antes lo había insinuado, pero ahora lo estaba diciendo en voz alta,
con todas sus letras. Tomó mi cara con sus dos manos y se reacomodó para quedar
a horcajadas sobre mí – Te quiero – Dijo y besó mi mejilla – Te quiero – Y beso
mi frente – Te quiero –Y besó mi mentón – Te quiero – Y besó la punta de mi
nariz – Te quiero – Y besó la otra mejilla – Te quiero un montón… No me rompas
– Susurró y besó suavemente mis labios.
Al principio no me moví por miedo a que el hechizo se
rompiera, pero pronto no pude aguantar más y la abracé a mí tan fuerte como me
atreví sin dañarla. Una mano acarició su espalda y la otra acarició sus muslos
desde detrás de su rodilla hasta su trasero, de arriba hacia abajo, una y otra
vez.
-Dímelo de nuevo – Le rogué.
-Te quiero – Jadeó ella.
-Otra vez – Dije sin despegar mis labios de su piel.
-Te quiero – Dijo chupando el lóbulo de mi oreja y bañándola
con su cálido aliento.
-Dime que eres mía – Dije necesitando la reafirmación.
-Tuya – Susurró, y nuestras lenguas volvieron a encontrarse.
-No volvamos a pelearnos… - Le dije aferrándome a ella,
hundiendo la nariz en su cuello – Pensé que te perdía, te deshiciste de mí sin
siquiera pedir una explicación.
-No me pareció necesaria, por lo que vi todo estaba claro,
te reencontraste con tu ex y me dejaste para protegerla a ella. Nada más qué
decir – Dijo ella tirándome el pelo de la nuca. No sé si lo hizo a propósito, y
por supuesto que no me hizo daño, pero estaba claro que consciente o
inconscientemente me estaba castigando.
-Dejemos todo esto atrás, puede ser? Los dos cometimos
errores, yo al lanzarme frente a Victoria sin pensar en cómo se vería desde
afuera… Y tú – Dije besando la punta de su nariz – Asumiste sin darme la
oportunidad de explicar nada, y ahora estás encadenada a Demetri. Fuiste
impulsiva al querer castigarme.
-Acepto todo lo que dijiste, excepto en lo de estar encadenada
a Demetri. Él me ofreció renunciar a ser mi guardaespaldas si eso es lo que
quiero… Dice que quiere el cargo pero no si lo obtiene sólo para que yo me
pueda desquitar.
-Entonces eres mi carga otra vez? – Pregunté aliviado.
Maldito cabrón ese Demetri, sabe perfectamente cómo jugar con la mente de
Bella, pero ya pensaría luego en qué hacer, ahora tenía a Bella en mis brazos y
en eso me iba a concentrar.
-No, le respondí que aunque tú y yo arregláramos nuestras
diferencias él no era desechable. Yo no trato así a la gente... Demetri ha
estado a mi lado en todo momento en que lo he necesitado, conmigo ha sido
honesto y se ha portado muy bien – Dijo ella con voz un poco más firme. Ella
sabía que yo tenía problemas con su relación con ese bastardo.
-Bella Demetri quiere… - Comencé a decir. Afortunadamente
ella me interrumpió porque probablemente yo habría dicho algo bastante feo.
-…Quiere estar conmigo, lo sé, me lo ha dicho. Dice que
necesita estar a mi alrededor, y a mí me gusta estar a su lado, él conmigo es
muy diferente a como se muestra frente a los demás – Me dijo acariciando mi
mejilla con el dorso de su pequeña mano, como para suavizar el impacto de sus
palabras.
-Apuesto a que sí, te estará mostrando su mejor cara. Bella
por favor, si no vas a volver a ser mi carga al menos prométeme que vas a tener
cuidado. Sé que Demetri no te va a forzar a nada, pero sí es muy bueno
manipulando mujeres, tiene siglos de experiencia – Dije lo más diplomáticamente
que pude.
-Creo que es bueno que no seas mi guardaespaldas, si estamos
juntos las 24 horas del día te vas a aburrir de mí… - Dijo dándome besitos en
el cuello.
-Imposible – Dije echando la cabeza hacia atrás y dándole
más superficie que acariciar.
-No si queremos que esta relación dure… - Dijo lamiendo y
chupando.
-Va a durar… Odié estar sin ti hoy – Dije con ambas manos
agarrando su trasero, por debajo del vestido.
-Tienes que odiar estar sin mí todos los
días – Dijo besando mi boca, hambrienta.
-Mmmmmmh – Es todo lo que pude decir, ya bastaba de charla.
Sus manos se deslizaron desde mi nuca, por mi cuello,
hombros y pecho, hasta llegar a mi estómago, arañándolo por sobre la camiseta.
Subió acariciándome hasta los hombros y volvió a bajar. Esta vez le dio un
tirón a la camiseta.
-Fuera… - Dijo entre besos – Fuera.
No cuestioné, actué. Mi camiseta voló por los aires y ni me
fijé dónde aterrizó.
-Eres tan… - Dijo pasando sus manos por mi piel,
delicadamente, como si trazara un mapa tridimensional de mi cuerpo – Grande… -
Jadeó.
-Y tú tan pequeña – Dije besando desde su cuello hasta la
parte expuesta de su pecho – Te deseo tanto Isabella…
Ella se arrancó el cárdigan exponiendo una delgada solera
sin mangas. Preciosa. Provocadora. Y había estado vestida así durante todo el
día. Con el bastardo.
-Ayúdame – Me susurró guiando mi mano hacia el cierre en su
espalda.
Estuve a punto de preguntar "Estás segura?", pero
eso habría sido cuestionar su juicio. Además ella podía detenernos cuando
quisiera, simplemente diciendo "Basta".
Despacio bajé el cierre, disfrutando cada centímetro que
descubría. Una vez que el vestido estuvo abierto enganché los tirantes a mis
dedos y los deslicé por sus hombros lento, acariciándola con el resto de mi
mano.
La parte superior del vestido arremolinó en su cintura
exponiendo su sostén de encaje blanco. Era un ángel. Un ángel que jadeaba, se
mordía la boca y me miraba como si yo fuera un gran envase de esos helados
hechos de desperdicios nucleares que tanto le gustan… Lista para devorarme.
Subí las manos por su espalda para desabrochar el corpiño,
pero me detuve. Era demasiado sexi como para desaprovecharlo.
-No lo vas a sacar? – Preguntó en un susurro.
-No es necesario – Dije bajando por su cuello y marcando el
descenso con mi lengua hasta llegar a su pecho izquierdo, dejando un beso en el
camino, sobre su corazón. El delgado encaje era completamente transparente,
pero la textura rugosa era un estímulo extra al rosar su piel.
Bella enarcó su espalda de modo que su estómago quedó contra
mi pecho y su pecho quedó libre para que yo jugara… Y eso es exactamente lo que
hice.
Bella se retorció, me acarició y me arañó, me besó donde
alcanzaba sin romper nuestro contacto, y los dos nos estábamos comenzando a
desesperar.
El aroma de la excitación de Bella inundaba la habitación y
mi erección estaba como para tallar vidrios.
El punto de quiebre fue cuando ella simplemente se dejó caer
sobre mí, e instintivamente restregó su sexo contra el mío, buscando alivio y
de paso enloqueciéndome. Su humedad había traspasado sus casi inexistentes
bragas y podía sentir el calor abrazador que se concentraba entre sus piernas.
Yo jamás había estado con una humana (no siendo vampiro),
por lo que no tenía punto de referencia para las sensaciones aumentadas que me
afectaban estando con ella.
Bella decidió que le gustaba lo que estaba sintiendo y rotó
sus caderas otra vez, restregando su pecho contra mi torso y besando mi pecho y
clavícula. Un pequeño gemido escapó de sus labios, y yo no atiné a más que a
tomar su trasero con una mano y su cadera con la otra y guiar sus movimientos.
Aaaaaah… Mierda, era el paraíso, sentía todo aumentado, todo
con ella era más.
Seguimos frotándonos el uno contra el otro como un par de
adolescentes (Vale, supongo que ella lo era), pero eso no podía durar. Ambos
necesitábamos más, y ese cambio de paso ocurrió cuando Bella sin previo aviso
metió su mano entre sus piernas y me palpó, apretando, acariciando, tal vez
calculando mi tamaño, no importaba. Mi cabeza cayó hacia atrás desfallecida, apoyándose
en el sillón, y cerré los ojos, dejándola hacer.
Que jugara, explorara o midiera. Lo que sea mientras
siguiera tocándome.
Cuando me hubo recorrido por completo se detuvo y acercó sus
labios a mi oído.
Pensé que me diría que estaba asustada, o que yo era muy
grande y no le cabría, o que quería esperar a que nos conociéramos mejor o a
que la hubiera transformado… Pero no. Ella nunca hace lo que espero.
-Me vas a llenar por completo – Dijo metiendo su lengua en
mi oído – Tú eres tan grande, y yo tan pequeña, y voy a estar llena de ti…
-Mierda Isabella no me digas esas cosas – Dije forzándome a
pensar en cosas desagradables para no eyacular sin siquiera desabrochar mis
pantalones.
-No quieres estar en mí? – Preguntó besándome el cuello y
bajando, hasta que se volvió a sentar en mí – Mmmmmmh… -Gimió apoyando su
frente en mi pecho.
-Tú sabes que quiero – Respondí jadeante, a pesar de no
necesitar oxígeno.
-Tócame – Me pidió mientras con sus manos comenzaba a desabrochar
los botones de mis jeans.
Siempre me sorprendía cómo Bella pasaba de la timidez a la
osadía. En un momento se estaba sonrojando por nada y en otro me estaba
metiendo la mano en los pantalones para acariciar… Aaaagh!... Eso se sentía
espectacular… Una mano en mi sexo, la otra en mi cuello, acercándome para besar
su boca.
Nos besamos varios minutos mientras ella me acariciaba en el
breve espacio disponible dentro de mis jeans, ya que seguía con los pantalones
puestos. No alcanzaba a ser una masturbación, pero de todas formas era
delicioso.
Mis manos se mantuvieron en su trasero, acariciándola con
movimientos circulares, hasta que ella tomó una de mis manos y la llevó hacia
el frente de su cuerpo y entre sus piernas.
-Tócame… - Dijo una vez más.
Y es exactamente lo que hice, pasando mis dedos primero
sobre el encaje de sus bragas y luego las hice a un lado, para tocar su sexo
mojado. Mis dedos se deslizaron sin problemas y cuando llegué a tocar su
clítoris ella gimió y se aferró a mí con fuerza, metiendo la mano que tenía en
mis pantalones aún más adentro, creando el espacio suficiente para liberarme.
Y entonces sí que nos estábamos masturbando mutuamente,
torpemente al principio, pero agarrando confianza en lo que hacíamos a medida
que nos acercábamos más y más a nuestro clímax.
Su mano comenzó a trabajar más rápido y yo pude sentir cómo
se mojaba más y sus músculos temblaban de anticipación… Y entonces la penetré
con dos dedos… una, dos, tres, cuatro veces, mientras mi pulgar seguía
estimulando su clítoris.
La sentí contraer sus músculos interiores y me dejé ir.
Cubrí su boca con la mía para tapar nuestros gemidos, y una vez que no quedaron
más que nuestras respiraciones agitadas y nuestros músculos lánguidos, la
abracé con todo mi cuerpo.
Tomé un cojín del sillón y lo tiré al suelo, y luego nos
giré y recosté a Bella sobre la alfombra con la cabeza sobre el cojín. Yo me
recosté a su lado apoyando mi cabeza en mi mano.
Era un desastre, había semen por todos lados, estábamos a
medio vestir, en especial yo, que me veía ridículo porque aún tenía los
genitales expuestos, la habitación apestaba a sexo y lucíamos deslavados,
agotados y radiantes.
Bella cerró los ojos y suspiró satisfecha. Luego estiró la
mano sin abrir los ojos y acarició suavemente mi mejilla. Yo giré mi rostro
para besar su palma y ella dejó su mano ahí, sobre mi boca. "Te
quiero", modulé contra su piel. "Yo más", moduló ella con una
leve sonrisa en los labios, que era la única pista que delataba que no estaba
durmiendo.
Con la mano que no afirmaba mi cabeza acaricié su estómago.
Era tan delicada, su piel casi transparente… y bajo el ombligo a la derecha, el
parche de la herida de su operación.
-Bella tenemos que hacerte la curación – Susurré como para
no disturbar la calma. Lentamente moví mi mano desde su estómago para guardar
mi sexo en su lugar. Era indigno estar así de expuesto sin una erección que lo
justificara.
-No, no hay que hacerla hasta mañana – Respondió sin moverse
ni abrir los ojos.
-Eso sería si te hubieras quedado en cama, pero como
anduviste dando vueltas quién sabe adónde… - Dije tratando de no sonar tan
curioso como estaba. Fallé miserablemente.
-Las Viñas – Dijo ella – No caminé mucho, pescamos y yo
dormí una siesta. Bueno, Demetri pescó 5 peces, a mí me picaron 2 veces pero los
perdí al recoger.
-Qué Viñas? – Pregunté. Pescar? Desde cuándo Demetri sabía
lo que era una caña de pescar?
-Las de Demetri, donde trabajo – Dijo bostezando. Se estiró
y abrió los ojos – De verdad me vas a curar?
-A ver… mucha información… Demetri tiene viñedos? Cómo es
que tú trabajas ahí? Y por supuesto que te voy a curar. Pero
primero te voy a bañar – Le dije aturdido, esperando haber escuchado mal.
-Demetri tiene viñedos desde hace una pila de años, pero
nadie sabe porque nunca le había dicho ni llevado a nadie. Su terreno es
atravesado por un río y ahí fuimos a pescar – Explicó con toda calma estirando
la mano para que la ayudara a sentarse, y se acomodó el vestido sobre los
hombros. Mi atención estaba en otra parte… Porqué Demetri le había mostrado a
Bella algo que no le mostró nunca a gente que ha conocido durante siglos? Se me
ocurría una sola explicación: Ese bastardo hijo de la gran puta se enamoró.
-Y bueno, hoy le tuve que pedir plata prestada para comprar
un celular… - Comenzó a explicar el siguiente punto mientras yo la ponía de
pié.
-Pensé que habíamos acordado en que yo te da… prestaría lo
que necesitaras – Dije corrigiéndome a tiempo. A ella no le gustaba la idea de
que yo le diera dinero.
-Eso fue antes de verte haciéndole arrumacos a esa perra
sicótica que pedía mi cabeza ni 5 minutos antes – Respondió ella dándome la
espalda y levantando su cabello para que abrochara su vestido.
-Bella, no es así… – Comencé a defenderme.
-Ya no importa, lo dejamos atrás – Dijo ella tajante – La
cosa es estaba tan dolida contigo que sobre mi cadáver volvería a pedirte un
favor, mucho menos un centavo, pero la plata la necesitaba igual, así es que le
pregunté a Demetri si me prestaría la plata.
-Cuánto te dio? – Pregunté temiendo la respuesta pero
dispuesto a saldar la deuda de inmediato.
-Nada, me dijo que no me prestaría ni un peso porque sabía
lo incómoda que haría sentir deberle dinero a todo el mundo… - Relató.
-Yo no soy todo el mundo – Dije calzándome mi camiseta.
-Nop, en ese momento eras una rata traidora y asquerosa –
Respondió encogiendo los hombros – Bueno, entonces fue que me ofreció trabajo,
en la Viña.
-Qué puedes hacer tú en un viñedo? Vas a ser temporera?
Tomas vino siquiera? – Pregunté, ignorando el comentario de la "rata
traidora y asquerosa".
-No, pero en este momento están remodelando la planta
embotelladora y la sala de ventas, y Demetri necesita a alguien que vaya todos
los días un rato a ver cómo avanzan y reportar si algo se ve sospechoso.
Originalmente Demetri había pensado en encargar este trabajo a Gianna, pero
como ellos ahora están peleados, me lo ofreció a mí – Dijo Bella, tan crédula,
tan inocente… Demetri sería muy capaz de comprarse un jodido viñedo si eso
significaba tener una posición ficticia que ofrecer y aumentar sus
posibilidades con Bella.
-Ya veo – Dije por decir algo y porque lo que dijera sería
tomado a mal. Bella creía en Demetri, y mientras no tuviera pruebas concretas
de que él mentía más me valía quedarme callado.
Abrí las ventanas de par en par para ventilar.
Bella se calzó el cárdigan, y ordenó el sillón y la
alfombra.
Tomé en neceser de Bella y nos dirigimos a mi dormitorio.
-Todos tus artículos de tocador están aquí – Le dije al
abrir la puerta – Gianna está hecha una fiera conmigo, mucho más que con
Demetri, pero aun así no se atrevió a entrar a mi habitación sin ser invitada.
Inteligente de su parte, si la hubiera descubierto sacando tus cosas de aquí
hay una buena posibilidad de que la hubiera almorzado.
-Félix! Gianna simplemente es una amiga fiel y solidaria… No
puedes almorzar a mis amigos! – Me regañó.
-Cada persona que conoces se convierte en tu amigo, eso
reduce bastante mi menú – Respondí tomando su cintura y acercándola a mí.
Ella me abrazó y se acurrucó en mi pecho.
-Estoy segura de que lo vas a poder manejar – Dijo estirando
el cuello y ofreciéndome su boca. La acepté con entusiasmo. Nos besamos larga,
apasionadamente, hasta que fuimos interrumpidos por un molesto timbre
telefónico. Provenía de una de las tres bolsas de papel con el logo de la
compañía telefónica 3. Bella sacó un teléfono de color rosa pálido metalizado y
contestó.
-Buona notte, Bella parla – Cambia (*Buenas noches, habla
Bella – Cambio)
-Demetri. Dónde estás? – Preguntó él sin ni saludar.
-En la habitación de Félix, me tiene que hacer las
curaciones de la operación – Respondió ella. La podría haber besado por hacerle
saber que estaba sola conmigo y que pronto la estaría tocando cerca de lugares
que él sólo soñaba explorar.
-Se abrió la herida? – Preguntó - Se te salen las tripas?
-No creo, aún no la revisamos, pero hay que tener cuidado,
acuérdate de que debería estar en reposo absoluto.
-Lo había olvidado… Bueno, al menos no te llevé a escalar –
Dijo él – Te voy a buscar? – Preguntó.
Bella me miró preguntándome con la mirada qué decir.
-Si quieres te puedes quedar aquí – Le dije tratando de
sonar despreocupado – No es que me estés quitando la cama.
-Mmmmmh… Si, mejor, no tengo ganas de llegar a ordenar mi
nueva habitación – Dijo ella como considerándolo.
-Necesitas que te lleve algo? – Preguntó Demetri sin
evidenciar sus sentimientos.
-Gianna no sacó mis artículos de tocador de esta habitación,
y yo tengo conmigo un neceser lleno con no sé qué, y supongo que Félix me
prestará una camiseta para dormir – Respondió.
-Entonces ya lo perdonaste… Bueno, eso fue rápido – Dijo en
un tono más amargo – Supongo que vuelve a ser tu guardián?
-Demetrio! Qué hablamos esta tarde? Tú no eres desechable.
Soy tu carga y tú eres mi jefe, ese es el trato a menos que te hayas
arrepentido… - Lo regañó Bella. Demetrio?
-Chica Zombi no eres justa – Suspiró suavizando el tono –
Mañana entonces?
-Dónde vas a estar por la mañana? – Preguntó ella.
-Contigo – Respondió él como si fuera obvio.
-Vale, te parece si nos vemos en la cocina a las 9:00am? Ahí
decidimos qué vamos a hacer, está bien? – Preguntó ella en un tono sedante,
claramente capaz de apaciguarlo.
-Descansa, y cuidado con lo que dices en tus sueños – Dijo y
cortó la comunicación.
-Adiós – Respondió ella a la nada.
-Por qué debes tener cuidado de lo que dices en tus sueños?
– Pregunté. Odiaba que tuvieran códigos privados.
-Uh… Cuando me quedé dormida esta tarde parece que hablé
bastante en mis sueños. Cuando desperté Demetri estaba a mi lado mirándome
raro. A mí me dio vergüenza y no quise saber qué fue lo que dije – Dijo ella
enrojeciendo. Cómo podía sonrojarse por eso después de lo que acabábamos de
hacer?
-Demetrio? – Seguí interrogándola, sabiendo que estaba mal
comportarme como un miembro de la (no muy santa) Inquisición.
-Es como debió llamarse… Su padre era el único que lo
llamaba así – Respondió ella.
-Demetri te habló de su pasado? – Le pregunté. Esto estaba
cada vez peor. Hasta donde yo sabía, NADIE excepto Aro conocía la historia
humana de Demetri, y eso porque la leyó de su mano, no porque Demetri quisiera
compartirla. Por qué se abría a Bella de esta manera? Por qué había elegido
precisamente a la mujer que amo? Por qué me encontraba a veces odiando a mi
mejor amigo?
-Sip… La verdad es que no debería hablar de eso, él dijo que
nunca se lo había contado a nadie, ni había llevado a nadie a pescar o a los
cerezos… - Dijo Bella y abrió los ojos como platos y se cubrió la boca con las
dos manos.
-Cerezos? – Pregunté pensando en qué podría significar… Un
lugar? Una tienda? Un árbol? Una finca? Una casa?
-No te puedo decir porque no es mi historia, pero te juro
que no es nada malo – Dijo con los ojos bien abiertos, dibujando en el aire una
cruz sobre su corazón.
Mierda, tuve que sonreír.
-Te quiero, rarita – Dije besando su frente.
-Y yo a ti, nerd-virgen-con-novia-inflable – Respondió con
una sonrisa.
-Vamos a la ducha – Le dije dándole una palmada en el
trasero.
-Nos vamos a duchar juntos? – Preguntó entusiasmada.
-No… Aún no, por varias razones… Pero pronto – Prometí.
-Me gustaría enjabonarte la espalda – Dijo entrando al baño,
mirándome sobre su hombro – Tú has visto más de mí que yo de ti – Dijo y con un
pié empujó una zapatilla en el talón, lanzándola en un rincón.
-Pronto – Dije alcanzando el cierre de su vestido y
deslizándolo con facilidad por su espalda. Su vestido cayó al suelo y ella
quedó cubierta sólo con esa exquisita lencería que justificaba plenamente que
hoy no hubiera cenado a Gianna – Gírate – Dije con la voz más baja y ronca,
casi un gruñido.
Bella obedeció inmediatamente y quedó frente a mí esta mujer
que me encandilaba. Tal vez no era la más hermosa, tal vez no era perfecta,
pero era exactamente lo que deseaba, incluidas las cicatrices y hasta las
pequeñas desproporciones humanas que el vampirismo probablemente corregiría.
-Lamento tener que quitarte esto – Dije rodeándola con mis
brazos para desabrochar su brasier – Es interesante cómo a veces la insinuación
de desnudez es tanto o más poderosa que un cuerpo completamente descubierto.
-Estás diciendo que prefieres taparme a verme en bolas?
Debería estar ofendida? – Preguntó, y pude ver que afortunadamente no se sentía
realmente insultada.
-No, simplemente digo que me estoy haciendo adicto a la
lencería. Nunca antes me llamó la atención, pero en ti es… Inspiradora – Dije y
descubrí sus pechos.
-Inspiradora… Sabes lo que me inspira a mí? – Preguntó.
-Dime… - Susurré.
-Cuando tu piel desnuda se roza con la mía. Quítate la
camiseta… Prometo portarme bien – Dijo con un brillo travieso en los ojos.
-Me la iba a quitar de todas maneras para que no la mojes
cuando me salpiques – Respondí – Pero no va a haber mucho roce, no en la ducha
– Dije y me quité la camiseta.
-Félix… Eres… Más que guapo, eres imponente… Eras así como
humano? Tan grandote? Tan musculoso? – Preguntó estudiándome mientras se
abrazaba el estómago, juntando inconscientemente sus pechos de una manera muy
tentadora.
-No es que yo haya usado el sistema métrico en esa época,
así es que no tengo una equivalencia… Pero ahora mido 1.95mt, en ese entonces
era un poco más bajo, aunque no sé cuánto, porque nunca me medí. De todas
maneras era con mucho la persona más alta que conocí como humano. Y siempre
tuve un desarrollo muscular privilegiado, pero con el cambio crecí en estatura
y musculatura. Me sentía un fenómeno, aún entre vampiros era un gigante… La
gente antes era más baja… - Dije deslizando sus bragas por sus piernas. Quedé
de rodillas frente a ella y le di un casto beso a su pubis. Ella se estremeció
pero siguió la conversación. Me puse de pié y abrí la llave del agua caliente.
-S… Sí, lo vi en un documental… Tenía que ver con l… Las
deficiencias de distintas vitaminas y minerales en la alimentación – Respiró
profundo con los ojos cerrados - Y ciertas enfermedades que afectan el
crecimiento.
-Exactamente – Dije besándola en la punta de la nariz –
Amárrate el pelo, no quiero perder tiempo esta noche secándolo.
Bella se anudó el pelo en un moño alto y entró a la ducha,
dejándose hacer. Usé una esponja empapada en su body wash para lavar cada
centímetro de su cuerpo salvo la zona parchada, su rostro y su sexo.
La zona de la operación no se debía mojar. Su rostro lo
lavaba sólo con agua. Y su sexo lo lavé con mis propias manos, para tortura de
ambos.
Al terminar de lavarla y enjuagarla, la sequé bien y
envuelta en una toalla la cargué hasta el cajón de las camisetas.
-Me imagino que ahora que salí de la categoría de "rata
traidora asquerosa" vas a aceptar una de mis camisetas para dormir – Le
dije olisqueando su cuello.
-Sip, ahora sí. Abre el tercer cajón, ese aún no lo he
revisado… - Me dijo apuntándolo.
Fuimos mirando y descartando camisetas, porque "no
representaban el humor adecuado", porque esta no era una noche rockera, ni
confederada, ni grunge, ni disco, ni pop, ni de baladas, ni de soul o de folk…
Era imposible! Hasta que apareció una camiseta que nunca pensé que le
interesaría, y se aferró a ella.
-Damien Rice? – Pregunté extrañado – No pensé que te
gustaría, es más romántico y sufrido que los pateatraseros que te suelen
gustar…
-Es cierto, suelen gustarme las leyendas del rock, peeeero Damien
Rice no es sólo un baladista, él escribe letras excelentes, toca un montón de
instrumentos, es guapo pero un poquito nerd (lo que lo hace adorable) y más
encima es irlandés – Dijo mientras yo la depositaba cuidadosamente de pié en la
bajada de cama.
-Y qué con que sea irlandés? – Pregunté y ella me entregó
una camiseta que había elegido para mí.
-Aaaaaamo a los irlandeses y a todo lo irlandés! Glen
Hansard también es irlandés, por eso tu camiseta – Apuntó a la que me había
entregado, que yo había comprado hacía años en Londres, en la tienda oficial de
"Once" (el musical escrito por Glen Hansard que ganó el Oscar a Mejor
Canción Original) - Y creo que si él se apareciera aquí y ahora, tendrías que
amarrarme a la pata de la cama para que no me fugara con él… Sus canciones son…
Uf! Son demasiado – Dijo perfectamente seria – Claro que también me fugaría con
Aidan Turner, Colin Farrell, y sobre todo con Jonathan Rhys Meyers. Por él creo
que roería la cuerda con los dientes…
-Ya veo – Atiné a decirle desde el closet mientras me
quitaba mis jeans manchados con mi semilla y me calzaba pantalones deportivos
limpios y la dichosa camiseta – Y puedo saber por qué esta fascinación con los
irlandeses? – Pregunté como siempre sin saber qué tan enserio me estaba hablando.
-Desde pequeña me ha gustado Irlanda, desde que alguna vez
vi fotos de un paisaje que mostraba una casa de piedra con techo de paja,
colinas verdes, ovejas pastando, las nubes que anunciaban tormenta, y el mar.
Lo vi en un libro, no sé cuál… Tal vez era la revista National Geographic… No
lo sé… Pero para mí que vivía en el desierto, era como el escenario de los
cuentos, era donde vivía la princesa Buttercup con Westley , el gigante, e
Íñigo Montoya – Al ver mi cara de desconcierto agregó – De "La Princesa
Prometida"! Es una película fantástica, tienes que verla, está en Netflix…
- Dijo señalando mi laptop - Bueno, por qué amo a Irlanda… Porque es un lugar
lleno de castillos, pubs tradicionales, praderas de color verde esmeralda con
suaves ondulaciones, una rica mitología, montones de supersticiones, una
sufrida y larga historia… Y ese acento! Es maravilloso, no importa que no se
les entiende ni la mitad de lo que dicen, me gusta igual. Sueño con ir algún
día… Irías conmigo? – Preguntó llena de entusiasmo y expectativas.
-Levanta – Le dije y ella levantó los brazos. Le calcé la
camiseta del jodido irlandés que me había gustado hasta hacía sólo media hora –
La pregunta, bambina, no es si yo te acompañaría, sino si te dejaría ir sola.
Si cualquiera y todos los hombres irlandeses te gustan,
entonces no hay fuerza en la Tierra que me aleje de tu lado.
-Siiiiiiiii! – Aplaudió – Vamos a Irlanda, el mejor lugar
del mundo! – Casi se pone a saltar. La atraje a mí y la inmovilicé.
-Si te da gangrena y mueres no vas a ninguna parte.
Recuéstate para cambiar tu vendaje – Le ordené. Ella hizo lo que le pedí y se
quedó completamente inmóvil, y una vez abierto el botiquín levanté su camiseta
para encontrarme con que había olvidado ponerle ropa interior. Mierda.
Traté de enfocarme en mi trabajo y en la cháchara de Bella
acerca de todas las cosas que haríamos en Irlanda, incluyendo visitar la Planta
Embotelladora de la cervecería Guinness, disparar con una escopeta a discos de
cerámica lanzados por un cañón desde el jardín de un castillo, buscar tréboles
de 4 hojas, hospedarnos en antiquísimas hosterías embrujadas, caminar de la
mano por los antiguos caminos de tierra bordeados por pequeños muros de
piedras, e ir a un concierto íntimo (y por supuesto que ficticio) en el que tocaría
Damien Rice, Lisa Hannigan, Glen Hansard y Markéta Irglová, quién es checa, no
irlandesa, pero Bella se lo perdonaría por ser tan cool y talentosa. En su
fantasía Glen y Markéta no estaban peleados y eran 10 años más jóvenes. Para el
caso podrían llegar a cantar montando unicornios, todo era un hermoso sueño.
Para cuando terminó de contarme sobre las camisetas
increíbles que compraríamos en su concierto épico, yo ya había terminado de
curarla y la había abrigado con los cobertores.
-Pareciera que hace tanto tiempo que no estamos aquí, los
dos solos… - Suspiró con la cabeza sobre mi pecho. Deslizó la mano por debajo
de la camiseta de "Once" y comenzó a dibujar círculos y corazones con
sus dedos... A veces deletreaba alguna palabra que yo debía adivinar... Yo sólo
la mantuve firme y segura en mis brazos, hasta mucho después de que dejó de
garabatear en mi estómago porque se quedó dormida.
Me quedé mirando al techo toda la noche, sintiéndome más
fuerte y más vulnerable que nunca antes.
&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&
Aaaaaaaw! Ven que las cosas mejoran? Tienen que pelear
para poder reconciliarse!
Abrazos y nos leemos pronto
A.
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