martes, 1 de julio de 2014

Muertos o Algo Mejor 20


Hola a todos, a continuación veremos cómo Bella se reinserta en lo que deberá ser su vida cotidiana.
Ojalá les guste y no se lo tomen demasiado en serio.
Cariños.
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Capítulo 20
Do you come
Together ever with him?
Is he dark enough?
Enough to see your light?
Do you brush your teeth before you kiss?
Do you miss my smell?
And is he bold enough to take you on?
Do you feel like you belong?
And does he drive you wild?
Or just mildly free?
What about me?
What about me?
Accidental Babies / Damien Rice

BELLA POV
Desperté abrazada a Félix como un monito, aferrándome a él con mis cuatro extremidades… Era maravilloso saber que estábamos juntos y en la misma página, era maravilloso simplemente estar a su lado.
Por un instante pensé que lo había perdonado demasiado rápido, no quería sentar un mal precedente que indicara que me podía pisotear y yo lo aguantaría todo, pero esta era nuestra primera pelea y ambos aún nos estábamos acomodando el uno al otro.
Se la había llevado barata, pero sólo por ésta vez… Sin importar cuanto lo quiero, ni qué tan sexi, guapo, y enorme es… Ni lo bien que nos entendemos… Mierda! Ojalá se porte bien, que no lo quiero perder…

-Hola preciosa – Me dijo besando mi coronilla. Yo estaba enredada en él con mi cabeza en su pecho, así es que no sé cómo se dio cuenta de que había despertado… Tal vez un cambio en mi respiración? – En qué piensa tanto esa cabecita fucsia? – Yo lo apreté fuerte como saludo y restregué mi mejilla su pecho, empapándome de su olor.
-En ti… Pensaba en ti – Dije muy bajito. No era necesario subir el volumen.
-Puedo saber en qué específicamente? – Preguntó apoyando su mentón contra mi cabeza.
-En que quiero que estemos bien, en que me gustas mucho en muchos sentidos y en que no me gustaría tener que mandarte al demonio – Respondí lo más honestamente posible.
-Yo odiaría que me mandaras al demonio – Dijo él acariciando mi espalda de arriba hacia abajo, recordándome que no traía ropa interior – Cuando te den ganas de hacerlo, respira profundo y conversémoslo durante 10 minutos. Si después de eso aún te quieres largar… yo te cargaré las maletas.
-Me parece justo. Y si tú me quieres mandar al demonio a mí, qué? – Pregunté.
-Lo mismo, pero no es necesario que cargues mi equipaje – Respondió.
-Qué hora es? – Pregunté. Con esas gruesas cortinas cerradas era imposible adivinar.
-Las 8:30am – Me dijo.
-Por qué no me despertaste antes? Estoy atrasada! - Dije sentándome con esfuerzo. Él me ayudó a ponerme de pié.
-Porque estabas descansando y lo necesitabas – Respondió sentado en la cama y observándome correr como un pollo sin cabeza.
-Demetri me va a estar esperando a las 9! – Le dije, encontrando el enorme neceser y poniéndolo arriba de la cama. Lo abrí y podría haber besado a Gianna en ese momento… Había varias tenidas preparadas, incluyendo ropa interior y dos pares de zapatos. Ella debe haberse imaginado que no desarmaría mis maletas hasta estar establecida, y armó el neceser como bolso de viaje.
Esta Gianna, siempre ejecutiva, siempre preparada.
Escarbé un poco y estudié si usar pantalones capri u otro vestido. La ventaja de los vestidos es que no me apretaban la herida, y además imaginé que a Las Reinas les gustaría verme vestida como una señorita, sólo para variar.
-Tu guardia Demetri es inmortal, no le va a hacer daño esperarte – Gruñó. Me preocupó Félix y su creciente hostilidad hacia Demetri… Por mi culpa se estaban separando dos mejores amigos.
-Félix… te quiero, por favor no te pongas celoso de lo que desee Demetri... Él no está haciendo nada malo, y nada va a pasar entre nosotros, porque yo te quiero a ti… - Le dije mirándolo atentamente para ver si lo aplacaba.
-Eso no significa que me tenga que gustar esta situación – Respondió.
-Es por poco tiempo, dentro de nada todos van a saber que estamos juntos – Dije con una sonrisa. Sería maravilloso poder andar con la frente en alto, sin mentiras.
-Quiero que todos sepan que eres mía, que no te pueden tocar, que no te pueden mirar – Me dijo con una intensidad desacostumbrada.
-Espero que estés hablando en sentido figurado y no involucionando hasta convertirte en un cavernícola – Respondí con un guiño – Y ahora necesito que te vayas al otro lado de este piso por que debo ir al baño.
-Tú sabes que cuando estabas en el hospital… - Me dijo sonriendo.
-Lalalalalalalalala… No quiero saber, no quiero saber – Dije tapándome los oídos y por alguna absurda razón, cerré los ojos bien apretados – Lalalalalalalalala.
-Bella no es necesario que… - Dijo él.
-Paruresis, paruresis! – Exclamé.
-Cinco minutos – Concedió él.
-Vale – Dije abrazada a mi ropa y zapatos. Félix salió de su habitación y yo me dirigí al baño.
Hice mis necesidades y me di una rápida ducha lavándome el cabello, me depilé las zonas críticas y por último me lavé los dientes.
Al parecer Gianna me compró sólo vestidos estilo “vintage”. Eran muy bonitos, aunque jamás se me hubiera ocurrido comprarlos para mí. El que usaría ese día era blanco, estampado con flores calipso y violeta y tallos verdes, y tenía el corte clásico de los vestidos de los años ´50s, como los que se veían en la serie “I love Lucy”, con una falda amplia, una cintura estrecha y pabilos muy delgados, que me obligaron a elegir un sostén strapless o simplemente no usar.
Gianna no había incluido un sostén strapless así es que decidí no usar, pero no importaba porque mis pechos eran relativamente pequeños, pero firmes y no estaban caídos, y además el vestido tenía forro y no se traslucía. Me vestí, me encremé y me puse desodorante, y salí del baño en medio de una nube de vapor, con el pelo a medio secar y descalza, porque no me pude agachar para abrocharme las zapatillas Vans que pretendía usar.
Félix me esperaba sentado sobre la cama vestido sólo con unos jeans negros desgastados… Sin camiseta. Delicioso…
Él abrió los brazos y sonrió al verme, y yo me dirigí derechita hacia él.
Me abrazó y se agachó para descansar su mejilla en mi clavícula, aspirando despacio y muy profundo.
-Te quiero – Exhaló.
-Te quiero – Le dije enredando mis dedos en su espeso cabello.
-En todos mis años de vida he visto modas ir y venir, y nunca me ha interesado la ropa a excepción de mis camisetas, que tienen un valor sentimental… - Me dijo con sus manos firmes en mi cintura, acariciándome con los pulgares – Pero no recuerdo haber visto a nadie a quien le sienten mejor esos vestidos de los años ´50s que te has puesto[i]… Es como si los hubieran creado para favorecer tus mejores rasgos.
-Ya… No te burles de mí – Le dije sabiendo que probablemente estaba colorada.
-Te lo digo totalmente en serio, si no lo fuera me habría quedado callado, pero es verdad, te ves preciosa – Dijo depositando un suave beso en la base de mi cuello.
-Por qué no te has terminado de vestir? – Le pregunté para cambiar de tema.
-Porque no me has elegido la camiseta del día… Me gusta que me vistas – Me dijo sin despegar los labios de mi piel.
-Ah, tienes suerte, eso lo estaba pensando en la ducha… Hoy te toca la de Bon Jovi vestido de Superhéroe… Es tan bizarra! – Le dije.
-Me imaginé que te gustaría esa… – Respondió y se puso de pié. Caminó hacia la cómoda dándome una maravillosa vista de su trasero modelado en esos jeans, abrió el segundo cajón y se calzó la camiseta. Perfecto…
-Y a ti qué te falta? – Me preguntó estudiándome.
-Me puedes poner las zapatillas? – Sacudí frente a él las zapatillas de lona bicolor: Lila y violeta – No me puedo agachar.
-Por supuesto, siéntate – Me empujó suavemente a la cama y me calzó una y luego la otra – No es que no me fascine tu estilo, pero me imaginaría que vestidos como estos van con otro tipo de zapatos, no? – Me preguntó lleno de incertidumbre, como con miedo a ofenderme.
-Sí, supongo que van mejor con sandalias de tacón o algo así, pero aunque Gianna incluyó un par en el neceser, la verdad es que me siento mucho más cómoda y estable sobre mis dos pies usando zapatillas urbanas – Dije haciéndome un moño alto y enrollando mi cabello sobre sí mismo para evitar peinarlo. Ya estábamos bastante atrasados.
-Tienes razón en privilegiar la comodidad, y además te ves increíble con tu estilo tal como es – Me dijo besando mi frente y tomándome de la mano para ponerme de pié.
-Ah! Lo último… - Le dije mordiendo mis labios sin poder evitarlo… Me regañaría.
-Bella…? – Preguntó.
-Se me mojó el parche y hay que cambiarlo… - Le dije mirando hacia el suelo.
-Isabella tienes que empezar a tomarte este asunto en serio, estuviste al borde de la muerte, una infección es lo último que necesitas! Recuéstate – Me dijo apuntando a la cama recién hecha mientras él buscaba el botiquín.
Me levantó el vestido y suspiró.
-No me lo haces fácil, verdad? – Preguntó dándome una mirada general antes de comenzar la curación. No creo que se refiriera a nada relacionado con mi herida – Vamos a probar estos apósitos transparentes, se supone que son buenos para prevenir infecciones, y son impermeables.
-Si son tan buenos por qué no los usaste antes? – Pregunté.
-No me daban confianza, parecen parches para piscinas o bicicletas… Pero como insistes en mojar los apósitos tradicionales, vamos a probar estos – Dijo poniéndome un trozo de plástico flexible y transparente como el celofán. Se veía mi herida perfectamente y era bastante asqueroso.
-Se ve feo – Le dije con el ceño fruncido.
-No importa, yo soy el único que lo va a ver y si estos apósitos funcionan me va a ser más fácil evaluar cómo vas sin destapar la herida todo el tiempo – Me dijo bajando la falda de mi vestido y poniéndome de pié.
-Vale, vale, qué vas a hacer hoy? – Pregunté enredando mis dedos en los suyos.
-Nada que no pueda delegar o aplazar. Quiero que estemos juntos – Dijo – Ayer te extrañé.
-Acuérdate de Demetri… - Le dije bajito, con ganas de que mejor no escuchara.
-Hijo de perra…! – Exclamó.
-Es tu amigo – Respondí – Quiero ir a ver a Las Reinas para llevarles sus regalos y porque las extraño a ellas y a su Guardia, porque las veo menos… Me ayudarías con… Mmmmmh… - o supe cómo decirlo.
-Te voy a ayudar con lo que quieras – Afirmó – Qué necesitas?
-Te acuerdas de las cosas que dije que quería antes de morirme? Que tú me ibas a ayudar?
-Por supuesto…
-No sé si eso sigue igual… Si pedirte un préstamo a ti o un adelanto a Demetri – Dije balanceando el peso de mi cuerpo de una pierna hacia la otra.
-No más eso de pedir adelantos a Demetri – Dijo él con esa voz profunda y modulación lenta que tiene a veces cuando está muy cabreado pero no quiere que me dé cuenta – Eres mi novia y vas a acudir a mí como habíamos acordado. Cuando puedas y quieras en el futuro me devuelves la plata, lo que más tenemos es tiempo… Pero no quiero que sigas creando más lazos de dependencia con un hijo de puta que está claramente enamorado de ti.
-No está enamorado, es sólo que somos personas afines – Le dije – Demetri y yo nos entendemos…
-Si lo que pretendes al decir eso es tranquilizarme, no lo estás logrando – Me dijo con la mandíbula apretada.
-Félix…
-Isabella…
-Quieres que te cuente lo que necesito? – Le dije desesperadamente cambiando de tema.
-Siempre – Suspiró.
-Pensé que puedes ir conmigo y Demetri a la torre, y mientras yo visito a Las Reinas, tú haces los arreglos para comprar mis pececitos y ver qué necesitamos para la laguna… Y también necesitamos instalar los HBOs… - Le dije.
-A ver, sobre los peces, no hay problema, y sobre los HBOs y los teléfonos que le compraste a Las Reinas, te lo debe reembolsar Gianna, es parte de los gastos operacionales del castillo, no tu responsabilidad, especialmente cuando no estás generando ingresos.
-Pero… - Traté de argumentar. Aunque lo que decía hacía sentido… - Pero yo quería que los teléfonos fueran mi regalo – Le dije.
-Son tu regalo de todas formas, a nadie le importa de dónde sale el dinero, es el gesto el que interesa. Aquí todos estamos forrados en billetes, pero nadie nunca se interesó en lo que podían necesitar las Reinas – Me dijo – Sólo tú, eso es lo que vale.
-Ellas necesitan otras cosas – Le dije – Las puedo comprar? Quién lo tiene que aprobar? – Me entusiasmé.
-Para tu buena suerte, la que aprueba los movimientos menores de la tarjeta de crédito es Gianna, así es que virtualmente puedes hacer lo que quieras – Me dijo.
-Qué es considerado “menor” y “mayor”? – Pregunté.
-Menor es lo cotidiano, las cuentas generales, reemplazo de equipamiento, viajes de negocios, ese tipo de cosas. Compras grandes son un Ferrari de 150.000 dólares… Eso lo aprueba Aro o alguno de los Maestros – Dijo encogiéndose de hombros.
-Perfecto! – Exclamé. Tomé las dos bolsas de papel con los celulares de Las Reinas y metí el mío en la tercera bolsa porque no tenía dónde más llevarlo. Necesitaba un bolso.
Félix se atravesó al pecho la correa del tradicional bolso de lona donde cargaba su laptop, y cuando estuvo listo estiré las manos hacia su cuello para que me cargara.
-Puedes caminar, flojita… No te estarás aprovechando un poco?– Me preguntó.
-Estamos apurados, Demetri hace rato que me debe estar esperando – Le dije insistiendo con mis brazos en el aire como una niña pequeña. Félix negó con la cabeza pero me tomó en sus brazos y echó a correr.
En un santiamén estábamos en la cocina.
Demetri me esperaba apoyado en la isla central, luciendo debidamente cabreado.
-Te tengo que comprar un reloj de pulsera, Chica Zombi? Aún no descubres que el celular tiene reloj y alarma?  - Sus palabras eran mordaces pero cuando las dijo no me miraba a mí. Sus ojos estaban fijos en quién hasta hacía poco llamaba su hermano.
-No le hables así – Gruñó Félix amenazante, dejándome en el suelo.
-No pasa nada, Demetri tiene razón – Dije poniendo mi mano sobre el brazo de Félix y mirando a Demetri tratando de decirle “no lo provoques”– Fue mi culpa, me quedé dormida y luego cuando estaba en la ducha arruiné el parche de mi herida y Félix se tomó el tiempo de regañarme, recordarme que puedo morir de septicemia y hacerme de nuevo la curación… Debí haberte avisado, fue desconsiderado de mi parte, nunca más… - Solté de sopetón.
-Está bien, tranquila, tampoco fue tanto tiempo – Dijo Demetri sonriendo un poco e incorporándose – Qué vas a desayunar?
-Sabes dónde están las cosas? – Pregunté sorprendida.
-Algunas – Respondió – Algunas veces vi comer a Gianna, pero supongo que lo que come ella no es lo mismo que comes tú.
-Noooop – Dije sonriendo, ya relajada – Ella en la mañana come cereales llenos de fibra que saben y se sienten como aserrín prensado. Yo quiero café con leche y un croisant con crema pastelera de los que compramos ayer, y jugo de naranja… - Comencé a detallar.
-Isabella… - Dijo Félix en tono de advertencia – Quieres otro bloqueo intestinal?
-No me va a pasar nada – Dije quitándole importancia - Además yo creo que el bloqueo me vino por culpa del “helado de chicle rosa”, porque traía verdaderos trocitos de chicle y yo en lugar de escupirlos cuando ya no tenían color o sabor “rosa”, me los tragué – Expliqué. Félix volvió a negar con la cabeza.
-Eso es todo? – Preguntó Demetri sacando la leche, el jugo y un croisant del refrigerador.
-Y un pan tostado con mermelada de fresa – Dije acercándome a la panera.
Trabajamos en mi desayuno en silencio, y Félix estaba mudo, y se negaba a participar.
Yo estaba muy incómoda entre esos dos hombres, uno abiertamente hostil y el otro regodeándose en ignorarlo, así en cuanto metí mi leche al microondas, tomé mi teléfono y llamé a Gianna.
-Hola? – Saludó Gianna.
-Hola! Soy Bella, estás muy ocupada?
-No mucho, puedo hablar, pero debo quedarme plantada en Recepción todo el día – Dijo sonando fastidiada.
-Te puedo ir a ver en un rato? Necesito tu asesoría profesional – Dije.
-Oh, me muero de curiosidad! – Respondió.
-Bueno, cuando te desocupes podemos juntarnos un rato, tenemos mucho que discutir…
-Como por ejemplo? – Preguntó ella claramente buceando por información sobre mi relación con Félix.
-Como si vamos a mantener estos colores de cabello, mi cabello fucsia se está destiñendo! Cada vez que me lo lavo parece la escena final de Carry, cuando le vacían la sangre de cerdo en la cabeza… Tú quieres teñirte las mechas lila con tintura permanente o esperar que desaparezcan? He ahí el dilema… - Dije tratando de desviar su atención. 
-Mmmmmmh… Lo pensaré. Cómo están tus uñas? – Preguntó.
-Mmmmmmh – Dije mirándome las manos – Bien, aunque en algunas partes el esmalte está un poquito saltado en las puntas, porque ayer estuve en el campo, pero las calaveras se distinguen perfectamente.
-Inaceptable! – Exclamó – Ven en cuanto puedas y nos programaremos para reparar tus manos y conversar más tarde.
-Tú sabes que no me tienes que hacer las manos… Me encanta cómo quedan, pero no es necesario que lo hagas todo el tiempo.
-Me relaja – Respondió – Nos vemos, te tengo que cortar! – Y colgó.
Tomé desayuno y Félix se sentó a mi derecha y Demetri se quedó de pié apoyado en un mueble despensa, a mi izquierda. Entre ellos había una evidente rivalidad y yo la traté de sobrellevar hablando a Demetri de nuestros planes para el día, mientras bajo la mesa enredé mi tobillo en la pierna de Félix.
-Qué quieres hacer entonces Demetri? – Le pregunté – Yo voy a estar un buen rato con Las Reinas y Félix va a estar en la salita de la entrada de La Torre. Si quieres hacer otra cosa o si tienes trabajo que hacer, no hay problema… No sé, no te sientas obligado a aguantar horas y horas de aburrimiento por mi culpa, porque con Las Reinas voy a estar protegida.
-Voy a ir a buscar mi laptop, tengo que trabajar y voy a aprovechar de revisar mis otras inversiones – Dijo – Y arreglarlo todo para que mañana comiences a trabajar – Félix se puso rígido.
-Tan pronto? – Pregunté mientras lavaba la loza.
-Bueno, considerando que no es mucho el tiempo que te queda como humana y por lo tanto habilitada para lo que te necesito, cuanto antes empieces, mejor – Dijo Demetri a lo bruto, como es él.
-Vale, voy en la mañana o en la tarde? – Pregunté rogando que fuera en la tarde, odio madrugar.
-En la mañana – Sonrió al verme hacer un puchero – En la tarde las labores son más lentas, porque en Italia muchos duermen siesta después de almorzar.
-Qué tan temprano? – Pregunté.
-8:30am allá – Dijo con una sonrisa maléfica.
-Te odio – Le dije sin muchas ganas.
-No, no lo haces – Dijo sin inmutarse.
-Cómo voy a llegar al sitio? Me vas a prestar tu auto? – Pregunté súbitamente interesada.
-Ni en tus sueños, Chica Zombi, ni en esos sueños tan raros que tienes. En primer lugar mi auto no fue creado para ser usado en caminos de tierra, lo de ayer fue una excepción; y en segundo lugar, no tienes documentos de identidad ni una licencia de conducir, y basándome en tus habilidades motoras en general, no me consta que jamás la hayas obtenido – Dijo con esa sonrisa que usa para cabrearme.
-Bastardo! – Exclamé – Soy una excelente conductora, nunca me pusieron una multa.
-En primer lugar – Volvió a enumerar porque sabía que me cabreaba - Sólo llevas cuánto? Dos años manejando? Ese no es tiempo de prueba suficiente para demostrar nada… Y en segundo lugar, tu padre es el Jefe de Policía en ese pueblo donde vivías. Te podrían haber pillado robando supermercados y gasolineras todas las semanas y no te habría pasado nada… Bella… Bella… Lo siento! – Dijo acercándose y arrodillándose a mi lado cuando se me humedecieron los ojos ante su mención de mi padre. Me las había arreglado para no pensar en nadie de mi antigua vida, y entre mi nueva relación con Félix, mi hospitalización, mis nuevos amigos y Victoria me había resultado… Excepto que en ese momento la mención de Charlie por alguna razón me trajo un millón de emociones encontradas. La más fuerte era “Quiero a mi papá!”.
-Está bien – Susurré bajando el rostro para que no me viera si alguna de las lágrimas que trataba furiosamente de retener se escapaba. Félix apoyó su mano en la parte baja de mi espalda, moviéndola en círculos. Demetri tomó mis manos en las suyas – En serio, está bien, he hablado de Charlie otras veces, sólo que ahora… No sé, lo dimensioné… La magnitud de lo que sucederá. Que nunca lo volveré a ver – Dije en un susurro.
-Chica Zombi, nonononono, ponte contenta otra vez – Dijo Demetri, que siempre se angustiaba cuando yo lloraba. No le importaba si estaba gruñona, avergonzada, furiosa, hormonal o lo que fuera, pero no triste, nunca triste -  Tengo mi otro auto para que lo uses tu, y estoy seguro de que te va a gustar, porque tú eres así, rara…
-Tú no tienes otro auto – Afirmó Félix muy seguro, hablando por primera vez.
-Y en qué pensaste que la enviaría a trabajar? Caminando? Haciendo dedo? Es el mismo auto que uso para ir al campo desde que lo compré en 1953… -Respondió Demetri sin mirarlo – Que tú no estuvieras enterado es otra cosa. No es muy elegante, pero tiene su encanto… Aunque si prefieres puedo arrendar algo más moderno – Me ofreció.
-1953? - Pregunté levantando la mirada a Demetri – Mi papá me regaló una vieja camioneta Chevrolet del ´53 como regalo de bienvenida cuando llegué a Forks! – Dije apretando las manos de Demetri como si fuera un signo de que todo estaría bien. Miré a Félix para compartir mi alegría, pero él estaba mirando fijamente a Demetri, como evaluándolo.
-Qué auto es? – Preguntó Félix – Y dónde lo has tenido escondido todo este tiempo?
-Es un Land Rover Serie I, Station Wagon – Respondió Demetri – Y si no lo he tenido en el Castillo es porque quería evitarme todas las preguntas que vendrían junto al por qué me lo compré en primer lugar. Todo este asunto es privado, sólo mío, y ahora Bella está involucrada, pero ahí acaba. Nadie más se va a meter en el único trozo de vida privada que he podido construir – Dijo poniéndose de pié desafiante.
-Por qué Bella? Le vas a hacer daño! Por qué la tienes que contaminar con todo esto? – Preguntó Félix, exasperado.
-Por si no lo recuerdas, ella me eligió a mí – Afirmó Demetri cabreando a Félix como no lo había visto antes. Y yo estaba literalmente en medio de la discusión.
-Porque estaba enojada conmigo, no porque le importes un comino. Déjala en paz! Te lo dije el primer día y te lo repito ahora, ella no es para ti – Dijo Félix comenzando a cabrearme a mí. Yo lo quería, era mi novio, pero yo no era su posesión. Y Demetri no hacía más que antagonizarlo, sabiendo exactamente qué botones apretar! Par de idiotas.
-CÁLLENSE LOS DOS!  - Grité furiosa – Félix, no puedo creer que le hayas dicho eso a tu mejor amigo – Demetri sonrió satisfecho – Y tú, jefe, no necesitas provocarlo todo el tiempo, verdad? Yo no soy una cosa, y aunque ustedes hayan nacido en una época en que las mujeres eran tratadas como propiedad, les informo que eso ya se acabó. Espero de verdad que aprendan a ser amigos otra vez… Porque no quiero que me pongan en la posición de tener que elegir, no es justo. No quiero estar al medio! Y me voy a ver a Gianna, ustedes hagan lo que quieran, mátense si les apetece, pero no toquen el refrigerador.
Y con eso, tomé mis bolsas y me largué caminando como una tromba hacia recepción. No escuché pasos detrás de mí.
Gianna estaba sentada en una silla de cuero, hablando con un set de “manos libres” y escribiendo furiosamente en el teclado. Al verme sonrió y me señaló una de las sillas frente a su escritorio.
-Bella! – Dijo cuando terminó la llamada. Se dio la vuelta al escritorio y me abrazó. Yo besé su mejilla y la abracé con fuerza.
-Algo te pasó – Me dijo en voz muy baja – Te ves rara…
-Grrrrrrr! Acabo de mandar al demonio a Félix y a Demetri. No sé qué hacer con ellos, como comportarme, qué decir y qué no…
-Volviste con Félix? – Preguntó. Yo no le había dicho exactamente que estábamos juntos, pero para alguien tan cercano a mí como ella, saltaba a la vista.
-Sí… - Susurré muy bajito – Y ese es el problema, que mi guardia ahora es Demetri, y Demetri no deja pasar oportunidad de cabrearlo…
-Bella, qué está pasando entre tú y Demetri? Al principio no te gustaba para nada y ahora parecen los mejores amigos – Mijo ella mordiendo su labio inferior.
-La cosa con Demetri es distinta, porque simplemente… conectamos. Nos entendemos, él me lee y yo lo leo a él. Que no me escuche Félix decir esto, pero es como si fuéramos almas gemelas, no románticamente, pero si en afinidad. Nos sentimos cómodos el uno con el otro – Traté de explicar.
-Ha pasado algo con él? – Preguntó – Te juro que no me enojo si pasó, si alguien sabe lo seductor que puede ser el bastardo, esa soy yo.
-No – Sonreí apretando su mano – Ya te dije, no es así entre nosotros. Somos buenos amigos, pero además él dice que me necesita… Creo que hace tiempo que Demetri no conectaba con alguien a un nivel no sexual o más profundo, y se aferra a la relación que tenemos.
-He visto cómo te mira, desde el principio te desea, pero ahora es más que eso… - Dijo ella – Hasta me ponía un poco celosa, porque a mí nunca nadie me ha mirado así.
-Es una posibilidad… - Reconocí - Pero lamentablemente yo quiero a Félix, y él está muerto de celos y queriendo matar a su mejor amigo, y te juro que no hay razón! Mis sentimientos están claros para ambos... Es una situación complicada, porque honestamente no me quiero separar de Demetri, pero me estoy enamorando rápidamente de Félix…
-Oh Bella! Lo siento – Me dijo luciendo una sonrisa triste y solidaria.
-Está bien, supongo que yo de alguna manera me lo busco. Mi actitud, mi lenguaje corporal o alguna feromona que exudo… No lo sé, pero de verdad, no es a propósito – Dije encogiéndome de hombros.
-Es porque eres preciosa y tienes una maravillosa personalidad – Afirmó muy segura – Y a propósito, ese vestido te queda increíble! Yo sabía que a ti te vendría perfecta la moda vintage… Los 50s y 60s fueron hechos para ti – Dijo orgullosa de su elección – Pero en serio? Con zapatillas Vans? – Preguntó mirando mis pies como quien mira una aberración, como un gato apareándose con un cerdo o algo así de contrario a las normas de la naturaleza. 
-Es mi toque personal – Le dije sacándole la lengua – Además no queremos que ruede por las escaleras cuando acabo de salir del hospital, verdad?
-Supongo que no, pero si me dejaras comprarte unas sandalias bajas… - Me rogó.
-Si quieres me compras zapatillas de ballet. Ese es mi límite – Le dije.
-Veré qué es lo que encuentro – Me dijo – Bueno, cuéntame para qué me necesitabas.
-Bueno, en primer lugar para agradecerte todo lo que hiciste ayer. Félix dice que estás más cabreada con él que con Demetri – Sonreí.
-Demetri siempre ha sido un cabrón, nadie espera otra cosa de él… excepto tú – Explicó – En cambio yo confié en Félix, y hasta te hablé bien de él, por lo que su traición se siente en parte culpa mía.
-Gianna! Tú no puedes leer a las personas, no tenías posibilidades de saber que Demetri no es tan bastardo o que Félix no es tan correcto. Escalas de gris amiga… Todo está pintado en escalas de gris – Suspiré. Sería mucho más fácil si los malos fueran sólo malos y los buenos completamente buenos… Peeeero la vida no es así.
-Bueno, vamos al punto, que la máquina contestadora debe estar que estalla – Dijo apuntando a un teléfono en el que parpadeaban un montón de luces rojas.
-Oh, sí, lo siento… Voy a ir a La Torre de visita, y les quiero entregar a Las Reinas unos celulares que les compré de regalo. Pero Félix dice que me los pueden cargar a la tarjeta del castillo como gasto operacional, y que eso lo apruebas tú – Le expliqué.
-Lo que quieran Las Reinas se aprueba de inmediato, no importa lo que sea – Dijo Gianna parándose y abriendo un cajón de su escritorio de adonde sacó una libreta, garabateando – Tienes las boletas de compra?
-Sí, en una de estas bolsas – Escarbé las bolsas de papel hasta dar con el recibo – Pero ahí está incluido mi teléfono, eso hay que descontarlo.
-No Bella, los equipos y planes telefónicos de toda La Guardia están cubiertos como gastos operacionales. Cada uno lo toma o lo deja. Tú eres parte de los Volturi, así es que por supuesto que incluiremos tu teléfono. Veo que instalaron tarjetas de prepago… - Dijo frunciendo el ceño - Bueno, cuando hayan contratado un plan me avisas para facturarlo.
-Gracias! Esto no me lo esperaba! Me ahorraste un montón de dinero que no tenía! – Exclamé feliz.
-Es sólo lo que te corresponde, ningún favor especial – Afirmó – Eso es todo?
-Una cosa más… Quiero instalar wifi y televisión satelital en La Torre, comprar una tele decente y un laptop para cada Reina… Crees que es mucho? O sea no es para mí, es para que ellas se sientan más cómodas e integradas con el mundo exterior… - Dije necesitando justificarme.
-Me parece una excelente idea, y me extraña que nadie lo haya pensado antes. Por supuesto que puedes hacer esos cambios, no es nada de dinero y les va a abrir un mundo nuevo a Las Reinas. Toma esta tarjeta – Dijo extendiéndome una tarjeta que decía “World Elite MasterCard for Business” – Esta está asociada a una de las cuentas de uso diario de los Volturi como organización, úsala para lo que quieras, pero tráeme los comprobantes, que me exigen llevar una contabilidad ordenada.
-Gianna, estás segura de que me la puedes entregar así no más? – Pregunté asustada. Esta era una de las tarjetas de negocios de una cuenta de los Volturi… debía tener millones de dólares y quién sabe cuánto cupo.
-Bella, sé que la vas a cuidar. Además no puedes escapar de nosotros, no es como que vayas a estafarnos, y si se te pierde la cancelo y ordeno otra. Relájate y anda a pasar un buen rato con Las Reinas. Nos vemos más tarde – Me dijo metiendo la tarjeta millonaria en una de mis bolsas de papel, me besó la mejilla y apretó un botón del teléfono, comenzando de inmediato a trabajar.
Le hice una seña con la mano y me fui al ascensor, caminando despacio porque estaba buscando en mi nuevo teléfono el número de Corin.
Y por eso no vi a Santiago que también estaba esperando el ascensor.
-Humph! – Soné al perder el aire.
-Buenos días para ti también, mi pequeña rastafari, me habría movido si hubiera imaginado que no me habías visto – Me saludó.
Lo abracé y besé su mejilla. Él había sido muy amable conmigo en el hospital.
Parece que lo sorprendí por que se puso tieso por un momento, y luego se relajó.
-Lo siento… - Dije avergonzada.
-No lo sientas, sólo me tomaste por sorpresa – Respondió sonriente.
-Ah, eso es difícil, sorprender a un vampiro… - Sonreí yo también. En ese momento sonó mi celular.
-Dónde estás? – Preguntó Demetri, como siempre sin saludar.
-Ascensor, a punto de subir a La Torre – Respondí.
-Sola?
-Nop, con Santiago – Respondí.
-Qué mierdas haces con Santiago? Espérame ahí, nos vemos en un minuto – Y cortó.
-Siempre te trata así? – Preguntó Santiago un poco molesto.
-Oh no – Respondí – A veces está de mal genio…
Santiago sonrió, acarició mi mejilla y me dijo
-Me alegra que te estés recuperando, nos vas a hacer bien.
Yo simplemente me sonrojé otra vez.
Tomé mi teléfono y llamé a Corin.
-Aló – Contestó con voz seca, probablemente al no reconocer mi número.
-Hola Corin, soy Bella, te llamaba para avisarte que estoy frente al ascensor y voy a subir en cuanto me des el OK – Le dije.
-Bella, suenas mucho mejor! Sube, y para la próxima vez no preguntes, que Las Reinas están siempre ansiosas por verte – Respondió sonando más relajada.
-No hay problema si subo con guardaespaldas? – Pregunté.
-No, siempre que Demetri se quede en la salita exterior – Dijo.
-Y Félix… – Agregué.
-Ya lo perdonaste? Así de fácil? Deberías hacerlo rogar Bella, lo que hizo es muy feo y él es suficientemente viejo como para saberlo – Me dijo cambiando su tono de voz.
-Métete en tus asuntos Corin – Dijo Félix detrás de mí, haciéndome saltar.
-Le diré a Las Reinas que vienes subiendo, nos vemos – Me dijo Corin y cortó.
-Ya se te pasó el mal humor? – Le pregunté.
-No, pero voy a tratar de simular cuando esté contigo – Me dijo parándose a mi lado – Santiago – Lo saludó con un gesto de cabeza. Santiago apenas reconoció su presencia, pero no fue nada de amigable.
-Tengo buenas noticias… - Anuncié.
-Y no me esperas para darlas, Chica Zombi? – Preguntó Demetri apareciendo de la nada con un maltratado bolso de cuero café cruzado en el pecho. Me hizo preguntarme qué aventuras había enfrentado con ese bolso para que quedara en ese estado.
Eso es lo que tenía Demetri, me di cuenta… Así como mi Félix era un adorable nerd en casi todos los aspectos de su vida, Demetri era cool sin siquiera proponérselo.
-Miren lo que tengoooooo! – Dije sacando la tarjeta World Elite MasterCard for Business y agitándola en sus narices.
-Cartereaste a alguien? – Preguntó Demetri con un dejo de admiración.
-Quién te está prestando dinero ahora? – Gruñó Félix.
-No y nadie – Respondí y subí al ascensor que Santiago tenía esperando para nosotros. Quedamos bastante apretados porque el espacio donde se construyó el ascensor era demasiado angosto al no ser originalmente pensado para eso.
Yo quedé con Demetri a un lado, Félix al otro y Santiago justo al frente. Todos me tocaban, y me pusieron nerviosa. Afortunadamente Santiago bajó en el piso 13.
-Bueno, de adónde sacaste la tarjeta? – Preguntó Félix pulsando el botón de STOP entre 2 pisos.
-De adónde va a ser? De Gianna. Fui a preguntarle por lo que me recomendaste hacer ayer sobre la compra de los celulares de Las Reinas – Dije y Demetri por primera vez se tensó y perdió el barniz de calma exterior que lo cubre casi todo el tiempo. Sentí su cuerpo rígido contra el mío, casi preparándose para atacar, y si Félix no estuviera ya bastante cabreado, le habría dado un abrazo para contenerlo. Pero hacer eso sólo crearía más problemas, así es que despacio giré mi mano del lado de Demetri y me aferré a uno de sus dedos. Él cerró su mano abarcando la mía y se volvió a relajar un poco, apoyándose en la pared del ascensor, con esa postura indolente que tan bien le salía, pero sin soltar mi mano.
-Y? – Preguntó Félix – Qué dijo?
-Que me van a reembolsar – Dije mirando a Demetri– O sea te van a reembolsar a ti, no sólo por los celulares de Las Reinas, sino también el mío! Aparentemente cae dentro de la categoría de “Gastos Operacionales”.
-No necesito que me reembolses – Dijo Demetri frunciendo el ceño, y apretando un poco mi mano. No era exactamente doloroso, pero sí incómodo, y yo no podía decir nada sin que Félix se diera cuenta.
-Tú sabes que no quiero deber tanto dinero, ayer lo hablamos… - Le dije.
-Entonces ya no necesitas trabajar para mí… - Concluyó - Mierda! Voy a tener que negociar con Gianna! – Exclamó apretándome un poco más.
-Si voy a trabajar! – Dije rápidamente - Hicimos un trato, además voy a necesitar dinero para otras cosas, y me gustaría comprarlas con lo que he ganado – Dije y con mi otra mano traté de soltar su agarre.
-Bueno, y la tarjeta, para qué? – Preguntó Félix mientras yo tironeaba los dedos de Demetri, que parecía no darse cuenta de lo que pasaba con mi mano.
-Bueno, resulta que tampoco voy a necesitar plata para las cosas que quería regalar a Las Reinas, ellas son un ítem aparte y lo que sea para ellas, o ellas encarguen, se compra, sin importar el costo – Le dije. Demetri finalmente se dio cuenta de la excesiva fuerza que estaba usando y aflojó bastante su agarre. Casi suspiré de alivio y dolor al estirar mis dedos que recobraban la circulación.
-Bella a mí no me importa prestarte lo que necesites, ya lo habíamos acordado – Dijo Félix.
-Lo sé, pero entiéndeme, quiero tratar de ser lo más independiente que la situación me permita – Le expliqué - Ya te debo un montón por la ropa de marca y lo demás, y además, si estás dispuesto, me gustaría que me prestaras para comprar mis pececitos… - Le dije rogándole con la mirada que comprendiera.
-Peces? Esos valen como 3 euros cada uno. No es una gran inversión – Dijo Demetri aún sujetando mi mano, pero muy suavemente, como cerciorándose de que yo estaba ahí.
-No los que tengo pensados – Le contesté – Le dije a Aro que quiero una mascota y me autorizó, pero yo quiero una mascota de verdad, no un miserable pez que me va a durar a lo más un par de años. Nop, si voy a ser vampira, voy a tener mascotas de vampira.
-Okay… - Dijo Demetri.
-Peces koi! – Anuncié - Son bonitos y grandotes, como del porte de mi antebrazo, y viven como 250 años!
-Miren a la Chica Zombi… No sé por qué me sorprende que se te ocurran tan buenas ideas…- Dijo con algo que sonaba como orgullo en su voz – Y sólo por saber… Dónde vas a instalar a tus peces? Necesitas un estanque grande…
-Esa es la parte interesante – Dijo Félix pellizcando mi mejilla, juguetón.
-Interesante? – Preguntó Demetri.
-Vamos a cavar un hoyo en el jardín y les vamos a construir una laguna – Dije rápidamente.
-Y le dijiste eso al Maestro Aro? Él aprobó? – Preguntó Demetri súbitamente serio.
-Tú escuchaste la conversación – Dijo Félix – Estábamos en el Salón del Trono.
-Pero el Maestro… Isabella… Lo engañaste! – Me miró pasmado.
-No exactamente… Le pedí permiso para tener una mascota, me lo dio. Dije que eran un par de pececitos, él estuvo bien con eso, e incluso dijo que puedo tener más de dos… Lo que es muy bueno, porque necesito 28 – Dije mordiéndome los labios. No sabía a cuál de los dos mirar, ya que los dos me miraban como si súbitamente me hubiera salido otro par de cabezas y una cola – Y dónde pretenden que meta 28 kois si no es en una laguna? No hay estanque que aguante.
Demetri lanzó una carcajada – Isabella, estás chiflada – Dijo cuando fue capaz de hablar… Y se volvió a reír.
-Bella tú no me dijiste nada sobre esa cantidad, por qué necesitas precisamente 28? Por qué no comienzas con unos 5? – Trató de negociar Félix mientras Demetri se desternillaba de risa.
-Porque considerándome a mí seríamos 28 miembros de los Volturi, contando a La Guardia y La Realeza. No es justo que sólo yo tenga una mascota, así es que quiero que cada uno de los miembros nombre a uno de los peces y lo considere suyo, aunque yo me voy a hacer cargo de ellos, por supuesto – Expliqué.
-Bella – Dijo Félix atrayéndome a él y besando mi coronilla, presionando mi rostro contra su pecho – Bendito el día en el que Cullen decidió suicidarse y traerte a nuestras vidas.
-Es un lindo gesto, Chica Zombi, la mayoría lo va a apreciar. Pero qué pasa con los que no? – Preguntó Demetri.
-Más mascotas para mí – Respondí – Subamos de una vez, deben estar preocupadas de que el elevador se atascó.
oooOooo
-Por qué demonios se demoraron tanto? – Preguntó Corin – Sus Majestades estaban preocupadas!
-Hola Corin – Sonreí abrazándola e ignorando sus reclamos.
-Hola Bella, es bueno verte – Dijo abrazándome de vuelta. Luego saludó a los muchachos, y mucho más fríamente a Félix. Me dio pena, porque el enojo que todos sentían hacia él iba más allá de mí, tenía que ver con lo que el grupo percibía como una deslealtad hacia los Volturi: El estar dispuesto a enfrentarse y luchar contra sus compañeros para defender al atacante de uno de ellos.
Supongo que con el pasar de los días Félix recuperaría la confianza de sus colegas.
-Isabella! – Apareció Dora en la salita de recepción. Se fue derecho hacia mí y me abrazó.
-Hola Dora, cómo estás? – Le dije dándole un abrazo apretado.
-Bien, bien, y tú? Cómo te sientes? Se te ve muchísimo mejor – Me dijo alejándose un poco.
-Isabella, querida, ese vestido te sienta maravillosamente – Dijo Sulpicia con una sonrisa – Pero son esos los zapatos adecuados? – Preguntó sin reproches en su voz, sólo pura curiosidad.
-Oh no, yo soy una aberración andante contra la moda, Gianna quería que usara zapatos de tacón, pero así me gusta andar a mí y me siento cómoda, así es que con eso basta – Expliqué abrazando a Sulpicia.
Me acerqué a Félix y le pedí que investigara cómo y dónde conseguir mis mascotas y miré a Demetri modulando “pórtate bien”. Él sonrió con esa sonrisa de chico malo que te hace preguntarte qué está planeando, pero asintió. Les hice una seña de despedida y me fui a la sala principal, donde Las Reinas pasaban la mayor parte de sus días, saludando a las Guardias que me encontraba en el camino.
Todas fueron muy amables.
Una vez que estuvimos instaladas y a solas, les dije
-Dora, Sulpicia, les traigo regalos – Dije estirándolas manos con una bolsa de papel para cada una y reservándome mi “bolso”.
-Oh querida, no tenías por qué… - Dijo Sulpicia sacando la caja de su nuevo IPhone.
-Qué es exactamente? – Preguntó Dora leyendo las instrucciones – Sé que Caius tiene uno parecido, pero jamás lo usa cuando está conmigo.
-Es el mejor teléfono del mundo! - Les dije – Los equipos que tienen ustedes llevan muchos años obsoletos, esta es la última generación, y la gracia es que ustedes lo pueden personalizar instalando las aplicaciones que quieran.
-Suena maravilloso, pero no será muy complicado para nosotras? –Preguntó Sulpicia abriendo la caja – Mira Athenodora, mira Corin, que hermoso tono de verde tiene el mío! – Exclamó feliz. Corin sonrió.
-El mío es celeste! Oh Isabella, muchas gracias! – Dijo Dora apretando suavemente mi mano.   
-Yo también me compré uno – Les dije sacando el mío de la bolsa – Así es que pensé que podemos aprender a usarlos juntas. Hay dinero cargado en los teléfonos como para comprar las aplicaciones que quieran, ya les voy a mostrar cómo se hace.
Y si quieren personalizar sus teléfonos aún más, se pueden comprar carcasas de miles de colores y diseños distintos, y pueden tener una para cada día de la semana si quieren! – Les dije feliz de que les gustara mi regalo.
-Isabella, mi teléfono está listo para hacer llamadas? – Preguntó Sulpicia con una enorme sonrisa – Cómo marcas si no tiene botones?
-Sip, mira, aprietas aquí para desbloquear, aquí para que aparezca el teclado y marcas el número y aprietas este botón de abajo – Le dije. Dora miró atenta y repitió el proceso en su propio teléfono.
-Aló? Aro? – Preguntó Sulpicia.
-Tranquilo, no me han secuestrado, qué exagerado eres! Te estoy llamando desde mi nuevo teléfono, me lo regaló Isabella, es un… - Me miró sin saber cómo explicarse.
-IPhone 5 c – Respondí.
-Ya escuchaste – Dijo - Sí, quería que registraras este número, porque el ladrillo que me tenías usando hasta ahora se va a la basura en este instante!
-No, yo tampoco sabía que necesitaba uno, si no sabía que existían! – Dijo exasperada.
-Por supuesto que Athenodora recibió uno, sólo que de distinto color – Respondió.
-Athenodora te escuchó Caius! – Exclamó exasperada - Sí te va a llamar de inmediato para que graves su número. Ok… Ok… Está bien… En tu nombre… Yo también te amo, nos vemos más tarde – Dijo y colgó.
-Agh! – Exclamó Dora – Amo a mi marido, pero es insoportablemente antipático.
-Qué pasó? – Pregunté temiendo haber cometido un error de protocolo – Se enojó por mi regalo?
-No querida, no por tu regalo, sino porque ahora tengo un nuevo número que tendrá que ingresar en su agenda telefónica y borrar el anterior – Dijo encogiéndose de hombros.
-Pero si le va a tomar como 5 segundos! Se va a demorar más en reclamar que no quiere hacerlo que en cambiar el número! – Exclamé incrédula.
-Lo sé, lo sé, pero lo amo y es un amante maravilloso, así es que vale la pena aguantarlo – Dijo con una sonrisa picarona.
-Si quieres te enseño a mandarle un mensaje de texto para que no tengas que hablar con él – Ofrecí.
-Mensaje de texto? – Preguntaron al unísono Las Reinas.
-Son pequeños mensajes que escribes desde tu celular, a los que puedes adjuntar una foto o video, y que la otra persona recibe en forma instantánea – Resumí.
-Foto? Y de adónde sacaría fotos que enviar? Cómo meto fotos en mi teléfono? – Preguntó Sulpicia.
-Los teléfonos tienen una cámara de fotos y video incorporada, es ese circulito negro en la parte de atrás… Saca fotos bastante nítidas… Es ideal para capturar imágenes espontáneas a un nivel de principiante - Expliqué.
Y así pasamos varias horas, explorando nuestros teléfonos desde lo más básico hasta las aplicaciones de internet como Skype, Whatsapp, Twitter, Facebook, Correo electrónico, etc.
Incluso le pedí a Félix y Demetri que les recomendaran algunos juegos para instalar en sus celulares, ya que yo ya les había instalado Pac Man y Bejeweled Blitz, que es lo que me gusta jugar a mí. Félix les instaló su favorito, Angry Birds, que por alguna razón fascinó a las Reinas.
La pantalla táctil no era ante sus ojos menos que un milagro.
En cambio Demetri, con su retorcido sentido del humor, tomó mi teléfono de mis manos sin pedir permiso e instaló un juego, que todos asumimos que era para mostrárselo a Las Reinas… Pero cuando me devolvió el celular, lanzándomelo desde el otro extremo de la habitación, el juego instalado resultó ser “Zombie Fish Tank” (*Acuario Zombi), que obviamente se trata de peces zombis buscando venganza. Al verlo no pude parar de reír, ya que en algún momento, mientras aún estaba en el hospital, le había comentado a Demetri que las únicas mascotas que me duraban un poco eran las virtuales, porque les activaba la alarma para que me recordaran alimentarlas.
Pero si él me regalaba peces zombi no había problema de que murieran… Ya estaban muertos!
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Ahí tienen, a Bella haciendo malabares con sus hombres para tener a todo el mundo contento.
Espero que les haya gustado y me regalen sus comentarios.
Besos.
A.



                                                

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