Hola a todos, a continuación veremos cómo Bella se reinserta en lo que
deberá ser su vida cotidiana.
Ojalá les guste y no se lo tomen demasiado en serio.
Cariños.
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Capítulo 20
Do you come
Together ever with him?
Is he dark enough?
Enough to see your light?
Do you brush your teeth before you kiss?
Do you miss my smell?
And is he bold enough to take you on?
Do you feel like you belong?
And does he drive you wild?
Or just mildly free?
What about me?
What about me?
Together ever with him?
Is he dark enough?
Enough to see your light?
Do you brush your teeth before you kiss?
Do you miss my smell?
And is he bold enough to take you on?
Do you feel like you belong?
And does he drive you wild?
Or just mildly free?
What about me?
What about me?
Accidental
Babies / Damien Rice
BELLA POV
Desperté abrazada a Félix como un monito, aferrándome a él
con mis cuatro extremidades… Era maravilloso saber que estábamos juntos y en la
misma página, era maravilloso simplemente estar a su lado.
Por un instante pensé que lo había perdonado demasiado
rápido, no quería sentar un mal precedente que indicara que me podía pisotear y
yo lo aguantaría todo, pero esta era nuestra primera pelea y ambos aún nos
estábamos acomodando el uno al otro.
Se la había llevado barata, pero sólo por ésta vez… Sin
importar cuanto lo quiero, ni qué tan sexi, guapo, y enorme es… Ni lo bien que
nos entendemos… Mierda! Ojalá se porte bien, que no lo quiero perder…
-Hola preciosa – Me dijo besando mi coronilla. Yo estaba
enredada en él con mi cabeza en su pecho, así es que no sé cómo se dio cuenta
de que había despertado… Tal vez un cambio en mi respiración? – En qué piensa
tanto esa cabecita fucsia? – Yo lo apreté fuerte como saludo y restregué mi
mejilla su pecho, empapándome de su olor.
-En ti… Pensaba en ti – Dije muy bajito. No era necesario
subir el volumen.
-Puedo saber en qué específicamente? – Preguntó apoyando su
mentón contra mi cabeza.
-En que quiero que estemos bien, en que me gustas mucho en
muchos sentidos y en que no me gustaría tener que mandarte al demonio –
Respondí lo más honestamente posible.
-Yo odiaría que me mandaras al demonio – Dijo él acariciando
mi espalda de arriba hacia abajo, recordándome que no traía ropa interior –
Cuando te den ganas de hacerlo, respira profundo y conversémoslo durante 10
minutos. Si después de eso aún te quieres largar… yo te cargaré las maletas.
-Me parece justo. Y si tú me quieres mandar al demonio a mí,
qué? – Pregunté.
-Lo mismo, pero no es necesario que cargues mi equipaje –
Respondió.
-Qué hora es? – Pregunté. Con esas gruesas cortinas cerradas
era imposible adivinar.
-Las 8:30am – Me dijo.
-Por qué no me despertaste antes? Estoy atrasada! - Dije
sentándome con esfuerzo. Él me ayudó a ponerme de pié.
-Porque estabas descansando y lo necesitabas – Respondió
sentado en la cama y observándome correr como un pollo sin cabeza.
-Demetri me va a estar esperando a las 9! – Le dije,
encontrando el enorme neceser y poniéndolo arriba de la cama. Lo abrí y podría
haber besado a Gianna en ese momento… Había varias tenidas preparadas,
incluyendo ropa interior y dos pares de zapatos. Ella debe haberse imaginado
que no desarmaría mis maletas hasta estar establecida, y armó el neceser como
bolso de viaje.
Esta Gianna, siempre ejecutiva, siempre preparada.
Escarbé un poco y estudié si usar pantalones capri u otro
vestido. La ventaja de los vestidos es que no me apretaban la herida, y además
imaginé que a Las Reinas les gustaría verme vestida como una señorita, sólo para
variar.
-Tu guardia Demetri
es inmortal, no le va a hacer daño esperarte – Gruñó. Me preocupó Félix y su
creciente hostilidad hacia Demetri… Por mi culpa se estaban separando dos
mejores amigos.
-Félix… te quiero, por favor no te pongas celoso de lo que desee
Demetri... Él no está haciendo nada malo, y nada va a pasar entre nosotros,
porque yo te quiero a ti… - Le dije mirándolo atentamente para ver si lo
aplacaba.
-Eso no significa que me tenga que gustar esta situación –
Respondió.
-Es por poco tiempo, dentro de nada todos van a saber que
estamos juntos – Dije con una sonrisa. Sería maravilloso poder andar con la
frente en alto, sin mentiras.
-Quiero que todos sepan que eres mía, que no te pueden tocar,
que no te pueden mirar – Me dijo con una intensidad desacostumbrada.
-Espero que estés hablando en sentido figurado y no
involucionando hasta convertirte en un cavernícola – Respondí con un guiño – Y
ahora necesito que te vayas al otro lado de este piso por que debo ir al baño.
-Tú sabes que cuando estabas en el hospital… - Me dijo
sonriendo.
-Lalalalalalalalala… No quiero saber, no quiero saber – Dije
tapándome los oídos y por alguna absurda razón, cerré los ojos bien apretados –
Lalalalalalalalala.
-Bella no es necesario que… - Dijo él.
-Paruresis, paruresis! – Exclamé.
-Cinco minutos – Concedió él.
-Vale – Dije abrazada a mi ropa y zapatos. Félix salió de su
habitación y yo me dirigí al baño.
Hice mis necesidades y me di una rápida ducha lavándome el
cabello, me depilé las zonas críticas y por último me lavé los dientes.
Al parecer Gianna me compró sólo vestidos estilo “vintage”.
Eran muy bonitos, aunque jamás se me hubiera ocurrido comprarlos para mí. El
que usaría ese día era blanco, estampado con flores calipso y violeta y tallos
verdes, y tenía el corte clásico de los vestidos de los años ´50s, como los que
se veían en la serie “I love Lucy”, con una falda amplia, una cintura estrecha
y pabilos muy delgados, que me obligaron a elegir un sostén strapless o
simplemente no usar.
Gianna no había incluido un sostén strapless así es que
decidí no usar, pero no importaba porque mis pechos eran relativamente
pequeños, pero firmes y no estaban caídos, y además el vestido tenía forro y no
se traslucía. Me vestí, me encremé y me puse desodorante, y salí del baño en
medio de una nube de vapor, con el pelo a medio secar y descalza, porque no me
pude agachar para abrocharme las zapatillas Vans que pretendía usar.
Félix me esperaba sentado sobre la cama vestido sólo con
unos jeans negros desgastados… Sin camiseta. Delicioso…
Él abrió los brazos y sonrió al verme, y yo me dirigí
derechita hacia él.
Me abrazó y se agachó para descansar su mejilla en mi
clavícula, aspirando despacio y muy profundo.
-Te quiero – Exhaló.
-Te quiero – Le dije enredando mis dedos en su espeso
cabello.
-En todos mis años de vida he visto modas ir y venir, y
nunca me ha interesado la ropa a excepción de mis camisetas, que tienen un
valor sentimental… - Me dijo con sus manos firmes en mi cintura, acariciándome
con los pulgares – Pero no recuerdo haber visto a nadie a quien le sienten mejor
esos vestidos de los años ´50s que te has puesto[i]…
Es como si los hubieran creado para favorecer tus mejores rasgos.
-Ya… No te burles de mí – Le dije sabiendo que probablemente
estaba colorada.
-Te lo digo totalmente en serio, si no lo fuera me habría
quedado callado, pero es verdad, te ves preciosa – Dijo depositando un suave
beso en la base de mi cuello.
-Por qué no te has terminado de vestir? – Le pregunté para
cambiar de tema.
-Porque no me has elegido la camiseta del día… Me gusta que
me vistas – Me dijo sin despegar los labios de mi piel.
-Ah, tienes suerte, eso lo estaba pensando en la ducha… Hoy
te toca la de Bon Jovi vestido de Superhéroe… Es tan bizarra! – Le dije.
-Me imaginé que te gustaría esa… – Respondió y se puso de
pié. Caminó hacia la cómoda dándome una maravillosa vista de su trasero modelado
en esos jeans, abrió el segundo cajón y se calzó la camiseta. Perfecto…
-Y a ti qué te falta? – Me preguntó estudiándome.
-Me puedes poner las zapatillas? – Sacudí frente a él las
zapatillas de lona bicolor: Lila y violeta – No me puedo agachar.
-Por supuesto, siéntate – Me empujó suavemente a la cama y
me calzó una y luego la otra – No es que no me fascine tu estilo, pero me
imaginaría que vestidos como estos van con otro tipo de zapatos, no? – Me
preguntó lleno de incertidumbre, como con miedo a ofenderme.
-Sí, supongo que van mejor con sandalias de tacón o algo
así, pero aunque Gianna incluyó un par en el neceser, la verdad es que me
siento mucho más cómoda y estable sobre mis dos pies usando zapatillas urbanas
– Dije haciéndome un moño alto y enrollando mi cabello sobre sí mismo para
evitar peinarlo. Ya estábamos bastante atrasados.
-Tienes razón en privilegiar la comodidad, y además te ves
increíble con tu estilo tal como es – Me dijo besando mi frente y tomándome de
la mano para ponerme de pié.
-Ah! Lo último… - Le dije mordiendo mis labios sin poder
evitarlo… Me regañaría.
-Bella…? – Preguntó.
-Se me mojó el parche y hay que cambiarlo… - Le dije mirando
hacia el suelo.
-Isabella tienes que empezar a tomarte este asunto en serio,
estuviste al borde de la muerte, una infección es lo último que necesitas!
Recuéstate – Me dijo apuntando a la cama recién hecha mientras él buscaba el
botiquín.
Me levantó el vestido y suspiró.
-No me lo haces fácil, verdad? – Preguntó dándome una mirada
general antes de comenzar la curación. No creo que se refiriera a nada
relacionado con mi herida – Vamos a probar estos apósitos transparentes, se supone
que son buenos para prevenir infecciones, y son impermeables.
-Si son tan buenos por qué no los usaste antes? – Pregunté.
-No me daban confianza, parecen parches para piscinas o
bicicletas… Pero como insistes en mojar los apósitos tradicionales, vamos a
probar estos – Dijo poniéndome un trozo de plástico flexible y transparente
como el celofán. Se veía mi herida perfectamente y era bastante asqueroso.
-Se ve feo – Le dije con el ceño fruncido.
-No importa, yo soy el único que lo va a ver y si estos
apósitos funcionan me va a ser más fácil evaluar cómo vas sin destapar la
herida todo el tiempo – Me dijo bajando la falda de mi vestido y poniéndome de
pié.
-Vale, vale, qué vas a hacer hoy? – Pregunté enredando mis
dedos en los suyos.
-Nada que no pueda delegar o aplazar. Quiero que estemos
juntos – Dijo – Ayer te extrañé.
-Acuérdate de Demetri… - Le dije bajito, con ganas de que
mejor no escuchara.
-Hijo de perra…! – Exclamó.
-Es tu amigo – Respondí – Quiero ir a ver a Las Reinas para
llevarles sus regalos y porque las extraño a ellas y a su Guardia, porque las
veo menos… Me ayudarías con… Mmmmmh… - o supe cómo decirlo.
-Te voy a ayudar con lo que quieras – Afirmó – Qué
necesitas?
-Te acuerdas de las cosas que dije que quería antes de
morirme? Que tú me ibas a ayudar?
-Por supuesto…
-No sé si eso sigue igual… Si pedirte un préstamo a ti o un
adelanto a Demetri – Dije balanceando el peso de mi cuerpo de una pierna hacia
la otra.
-No más eso de pedir adelantos a Demetri – Dijo él con esa
voz profunda y modulación lenta que tiene a veces cuando está muy cabreado pero
no quiere que me dé cuenta – Eres mi novia y vas a acudir a mí como habíamos
acordado. Cuando puedas y quieras en el futuro me devuelves la plata, lo que
más tenemos es tiempo… Pero no quiero que sigas creando más lazos de
dependencia con un hijo de puta que está claramente enamorado de ti.
-No está enamorado, es sólo que somos personas afines – Le
dije – Demetri y yo nos entendemos…
-Si lo que pretendes al decir eso es tranquilizarme, no lo
estás logrando – Me dijo con la mandíbula apretada.
-Félix…
-Isabella…
-Quieres que te cuente lo que necesito? – Le dije
desesperadamente cambiando de tema.
-Siempre – Suspiró.
-Pensé que puedes ir conmigo y Demetri a la torre, y
mientras yo visito a Las Reinas, tú haces los arreglos para comprar mis
pececitos y ver qué necesitamos para la laguna… Y también necesitamos instalar
los HBOs… - Le dije.
-A ver, sobre los peces, no hay problema, y sobre los HBOs y
los teléfonos que le compraste a Las Reinas, te lo debe reembolsar Gianna, es
parte de los gastos operacionales del castillo, no tu responsabilidad,
especialmente cuando no estás generando ingresos.
-Pero… - Traté de argumentar. Aunque lo que decía hacía
sentido… - Pero yo quería que los teléfonos fueran mi regalo – Le dije.
-Son tu regalo de todas formas, a nadie le importa de dónde
sale el dinero, es el gesto el que interesa. Aquí todos estamos forrados en
billetes, pero nadie nunca se interesó en lo que podían necesitar las Reinas –
Me dijo – Sólo tú, eso es lo que vale.
-Ellas necesitan otras cosas – Le dije – Las puedo comprar?
Quién lo tiene que aprobar? – Me entusiasmé.
-Para tu buena suerte, la que aprueba los movimientos
menores de la tarjeta de crédito es Gianna, así es que virtualmente puedes
hacer lo que quieras – Me dijo.
-Qué es considerado “menor” y “mayor”? – Pregunté.
-Menor es lo cotidiano, las cuentas generales, reemplazo de
equipamiento, viajes de negocios, ese tipo de cosas. Compras grandes son un
Ferrari de 150.000 dólares… Eso lo aprueba Aro o alguno de los Maestros – Dijo
encogiéndose de hombros.
-Perfecto! – Exclamé. Tomé las dos bolsas de papel con los
celulares de Las Reinas y metí el mío en la tercera bolsa porque no tenía dónde
más llevarlo. Necesitaba un bolso.
Félix se atravesó al pecho la correa del tradicional bolso de
lona donde cargaba su laptop, y cuando estuvo listo estiré las manos hacia su
cuello para que me cargara.
-Puedes caminar, flojita… No te estarás aprovechando un
poco?– Me preguntó.
-Estamos apurados, Demetri hace rato que me debe estar
esperando – Le dije insistiendo con mis brazos en el aire como una niña
pequeña. Félix negó con la cabeza pero me tomó en sus brazos y echó a correr.
En un santiamén estábamos en la cocina.
Demetri me esperaba apoyado en la isla central, luciendo
debidamente cabreado.
-Te tengo que comprar un reloj de pulsera, Chica Zombi? Aún
no descubres que el celular tiene reloj y
alarma? - Sus palabras eran mordaces
pero cuando las dijo no me miraba a mí. Sus ojos estaban fijos en quién hasta
hacía poco llamaba su hermano.
-No le hables así – Gruñó Félix amenazante, dejándome en el
suelo.
-No pasa nada, Demetri tiene razón – Dije poniendo mi mano
sobre el brazo de Félix y mirando a Demetri tratando de decirle “no lo
provoques”– Fue mi culpa, me quedé dormida y luego cuando estaba en la ducha
arruiné el parche de mi herida y Félix se tomó el tiempo de regañarme,
recordarme que puedo morir de septicemia y hacerme de nuevo la curación… Debí
haberte avisado, fue desconsiderado de mi parte, nunca más… - Solté de sopetón.
-Está bien, tranquila, tampoco fue tanto tiempo – Dijo
Demetri sonriendo un poco e incorporándose – Qué vas a desayunar?
-Sabes dónde están las cosas? – Pregunté sorprendida.
-Algunas – Respondió – Algunas veces vi comer a Gianna, pero
supongo que lo que come ella no es lo mismo que comes tú.
-Noooop – Dije sonriendo, ya relajada – Ella en la mañana
come cereales llenos de fibra que saben y se sienten como aserrín prensado. Yo
quiero café con leche y un croisant con crema pastelera de los que compramos
ayer, y jugo de naranja… - Comencé a detallar.
-Isabella… - Dijo Félix en tono de advertencia – Quieres
otro bloqueo intestinal?
-No me va a pasar nada – Dije quitándole importancia -
Además yo creo que el bloqueo me vino por culpa del “helado de chicle rosa”,
porque traía verdaderos trocitos de chicle y yo en lugar de escupirlos cuando ya
no tenían color o sabor “rosa”, me los tragué – Expliqué. Félix volvió a negar
con la cabeza.
-Eso es todo? – Preguntó Demetri sacando la leche, el jugo y
un croisant del refrigerador.
-Y un pan tostado con mermelada de fresa – Dije acercándome
a la panera.
Trabajamos en mi desayuno en silencio, y Félix estaba mudo,
y se negaba a participar.
Yo estaba muy incómoda entre esos dos hombres, uno abiertamente
hostil y el otro regodeándose en ignorarlo, así en cuanto metí mi leche al
microondas, tomé mi teléfono y llamé a Gianna.
-Hola? – Saludó Gianna.
-Hola! Soy Bella, estás muy ocupada?
-No mucho, puedo hablar, pero debo quedarme plantada en
Recepción todo el día – Dijo sonando fastidiada.
-Te puedo ir a ver en un rato? Necesito tu asesoría
profesional – Dije.
-Oh, me muero de curiosidad! – Respondió.
-Bueno, cuando te desocupes podemos juntarnos un rato,
tenemos mucho que discutir…
-Como por ejemplo? – Preguntó ella claramente buceando por
información sobre mi relación con Félix.
-Como si vamos a mantener estos colores de cabello, mi
cabello fucsia se está destiñendo! Cada vez que me lo lavo parece la escena
final de Carry, cuando le vacían la sangre de cerdo en la cabeza… Tú quieres
teñirte las mechas lila con tintura permanente o esperar que desaparezcan? He
ahí el dilema… - Dije tratando de desviar su atención.
-Mmmmmmh… Lo pensaré. Cómo están tus uñas? – Preguntó.
-Mmmmmmh – Dije mirándome las manos – Bien, aunque en
algunas partes el esmalte está un poquito saltado en las puntas, porque ayer
estuve en el campo, pero las calaveras se distinguen perfectamente.
-Inaceptable! – Exclamó – Ven en cuanto puedas y nos programaremos
para reparar tus manos y conversar más tarde.
-Tú sabes que no me tienes que hacer las manos… Me encanta
cómo quedan, pero no es necesario que lo hagas todo el tiempo.
-Me relaja – Respondió – Nos vemos, te tengo que cortar! – Y
colgó.
Tomé desayuno y Félix se sentó a mi derecha y Demetri se
quedó de pié apoyado en un mueble despensa, a mi izquierda. Entre ellos había
una evidente rivalidad y yo la traté de sobrellevar hablando a Demetri de
nuestros planes para el día, mientras bajo la mesa enredé mi tobillo en la pierna
de Félix.
-Qué quieres hacer entonces Demetri? – Le pregunté – Yo voy
a estar un buen rato con Las Reinas y Félix va a estar en la salita de la
entrada de La Torre. Si quieres hacer otra cosa o si tienes trabajo que hacer, no
hay problema… No sé, no te sientas obligado a aguantar horas y horas de
aburrimiento por mi culpa, porque con Las Reinas voy a estar protegida.
-Voy a ir a buscar mi laptop, tengo que trabajar y voy a
aprovechar de revisar mis otras inversiones – Dijo – Y arreglarlo todo para que
mañana comiences a trabajar – Félix se puso rígido.
-Tan pronto? – Pregunté mientras lavaba la loza.
-Bueno, considerando que no es mucho el tiempo que te queda
como humana y por lo tanto habilitada para lo que te necesito, cuanto antes
empieces, mejor – Dijo Demetri a lo bruto, como es él.
-Vale, voy en la mañana o en la tarde? – Pregunté rogando
que fuera en la tarde, odio madrugar.
-En la mañana – Sonrió al verme hacer un puchero – En la
tarde las labores son más lentas, porque en Italia muchos duermen siesta
después de almorzar.
-Qué tan temprano? – Pregunté.
-8:30am allá – Dijo con una sonrisa maléfica.
-Te odio – Le dije sin muchas ganas.
-No, no lo haces – Dijo sin inmutarse.
-Cómo voy a llegar al sitio? Me vas a prestar tu auto? –
Pregunté súbitamente interesada.
-Ni en tus sueños, Chica Zombi, ni en esos sueños tan raros
que tienes. En primer lugar mi auto no fue creado para ser usado en caminos de
tierra, lo de ayer fue una excepción; y en segundo lugar, no tienes documentos
de identidad ni una licencia de conducir, y basándome en tus habilidades motoras
en general, no me consta que jamás la hayas obtenido – Dijo con esa sonrisa que
usa para cabrearme.
-Bastardo! – Exclamé – Soy una excelente conductora, nunca
me pusieron una multa.
-En primer lugar – Volvió a enumerar porque sabía que me
cabreaba - Sólo llevas cuánto? Dos años manejando? Ese no es tiempo de prueba
suficiente para demostrar nada… Y en segundo lugar, tu padre es el Jefe de
Policía en ese pueblo donde vivías. Te podrían haber pillado robando
supermercados y gasolineras todas las semanas y no te habría pasado nada… Bella…
Bella… Lo siento! – Dijo acercándose y arrodillándose a mi lado cuando se me
humedecieron los ojos ante su mención de mi padre. Me las había arreglado para
no pensar en nadie de mi antigua vida, y entre mi nueva relación con Félix, mi
hospitalización, mis nuevos amigos y Victoria me había resultado… Excepto que
en ese momento la mención de Charlie por alguna razón me trajo un millón de
emociones encontradas. La más fuerte era “Quiero a mi papá!”.
-Está bien – Susurré bajando el rostro para que no me viera
si alguna de las lágrimas que trataba furiosamente de retener se escapaba.
Félix apoyó su mano en la parte baja de mi espalda, moviéndola en círculos.
Demetri tomó mis manos en las suyas – En serio, está bien, he hablado de
Charlie otras veces, sólo que ahora… No sé, lo dimensioné… La magnitud de lo
que sucederá. Que nunca lo volveré a ver – Dije en un susurro.
-Chica Zombi, nonononono, ponte contenta otra vez – Dijo
Demetri, que siempre se angustiaba cuando yo lloraba. No le importaba si estaba
gruñona, avergonzada, furiosa, hormonal o lo que fuera, pero no triste, nunca
triste - Tengo mi otro auto para que lo
uses tu, y estoy seguro de que te va a gustar, porque tú eres así, rara…
-Tú no tienes otro auto – Afirmó Félix muy seguro, hablando
por primera vez.
-Y en qué pensaste que la enviaría a trabajar? Caminando?
Haciendo dedo? Es el mismo auto que uso para ir al campo desde que lo compré en
1953… -Respondió Demetri sin mirarlo – Que tú no estuvieras enterado es otra
cosa. No es muy elegante, pero tiene su encanto… Aunque si prefieres puedo
arrendar algo más moderno – Me ofreció.
-1953? - Pregunté levantando la mirada a Demetri – Mi papá
me regaló una vieja camioneta Chevrolet del ´53 como regalo de bienvenida
cuando llegué a Forks! – Dije apretando las manos de Demetri como si fuera un
signo de que todo estaría bien. Miré a Félix para compartir mi alegría, pero él
estaba mirando fijamente a Demetri, como evaluándolo.
-Qué auto es? – Preguntó Félix – Y dónde lo has tenido
escondido todo este tiempo?
-Es un Land Rover Serie I, Station Wagon – Respondió Demetri
– Y si no lo he tenido en el Castillo es porque quería evitarme todas las
preguntas que vendrían junto al por qué me lo compré en primer lugar. Todo este
asunto es privado, sólo mío, y ahora Bella está involucrada, pero ahí acaba.
Nadie más se va a meter en el único trozo de vida privada que he podido
construir – Dijo poniéndose de pié desafiante.
-Por qué Bella? Le vas a hacer daño! Por qué la tienes que
contaminar con todo esto? – Preguntó Félix, exasperado.
-Por si no lo recuerdas, ella
me eligió a mí – Afirmó Demetri cabreando a Félix como no lo había visto antes.
Y yo estaba literalmente en medio de la discusión.
-Porque estaba enojada conmigo, no porque le importes un comino.
Déjala en paz! Te lo dije el primer día y te lo repito ahora, ella no es para
ti – Dijo Félix comenzando a cabrearme a mí. Yo lo quería, era mi novio, pero
yo no era su posesión. Y Demetri no hacía más que antagonizarlo, sabiendo
exactamente qué botones apretar! Par de idiotas.
-CÁLLENSE LOS DOS! -
Grité furiosa – Félix, no puedo creer que le hayas dicho eso a tu mejor amigo –
Demetri sonrió satisfecho – Y tú, jefe,
no necesitas provocarlo todo el tiempo, verdad? Yo no soy una cosa, y aunque
ustedes hayan nacido en una época en que las mujeres eran tratadas como
propiedad, les informo que eso ya se acabó. Espero de verdad que aprendan a ser
amigos otra vez… Porque no quiero que me pongan en la posición de tener que
elegir, no es justo. No quiero estar al medio! Y me voy a ver a Gianna, ustedes
hagan lo que quieran, mátense si les apetece, pero no toquen el refrigerador.
Y con eso, tomé mis bolsas y me largué caminando como una
tromba hacia recepción. No escuché pasos detrás de mí.
Gianna estaba sentada en una silla de cuero, hablando con un
set de “manos libres” y escribiendo furiosamente en el teclado. Al verme sonrió
y me señaló una de las sillas frente a su escritorio.
-Bella! – Dijo cuando terminó la llamada. Se dio la vuelta
al escritorio y me abrazó. Yo besé su mejilla y la abracé con fuerza.
-Algo te pasó – Me dijo en voz muy baja – Te ves rara…
-Grrrrrrr! Acabo de mandar al demonio a Félix y a Demetri.
No sé qué hacer con ellos, como comportarme, qué decir y qué no…
-Volviste con Félix? – Preguntó. Yo no le había dicho
exactamente que estábamos juntos, pero para alguien tan cercano a mí como ella,
saltaba a la vista.
-Sí… - Susurré muy bajito – Y ese es el problema, que mi
guardia ahora es Demetri, y Demetri no deja pasar oportunidad de cabrearlo…
-Bella, qué está pasando entre tú y Demetri? Al principio no
te gustaba para nada y ahora parecen los mejores amigos – Mijo ella mordiendo
su labio inferior.
-La cosa con Demetri es distinta, porque simplemente…
conectamos. Nos entendemos, él me lee y yo lo leo a él. Que no me escuche Félix
decir esto, pero es como si fuéramos almas gemelas, no románticamente, pero si
en afinidad. Nos sentimos cómodos el uno con el otro – Traté de explicar.
-Ha pasado algo con él? – Preguntó – Te juro que no me enojo
si pasó, si alguien sabe lo seductor que puede ser el bastardo, esa soy yo.
-No – Sonreí apretando su mano – Ya te dije, no es así entre
nosotros. Somos buenos amigos, pero además él dice que me necesita… Creo que
hace tiempo que Demetri no conectaba con alguien a un nivel no sexual o más
profundo, y se aferra a la relación que tenemos.
-He visto cómo te mira, desde el principio te desea, pero
ahora es más que eso… - Dijo ella – Hasta me ponía un poco celosa, porque a mí
nunca nadie me ha mirado así.
-Es una posibilidad… - Reconocí - Pero lamentablemente yo quiero
a Félix, y él está muerto de celos y queriendo matar a su mejor amigo, y te
juro que no hay razón! Mis sentimientos están claros para ambos... Es una
situación complicada, porque honestamente no me quiero separar de Demetri, pero
me estoy enamorando rápidamente de Félix…
-Oh Bella! Lo siento – Me dijo luciendo una sonrisa triste y
solidaria.
-Está bien, supongo que yo de alguna manera me lo busco. Mi
actitud, mi lenguaje corporal o alguna feromona que exudo… No lo sé, pero de
verdad, no es a propósito – Dije encogiéndome de hombros.
-Es porque eres preciosa y tienes una maravillosa
personalidad – Afirmó muy segura – Y a propósito, ese vestido te queda
increíble! Yo sabía que a ti te vendría perfecta la moda vintage… Los 50s y 60s
fueron hechos para ti – Dijo orgullosa de su elección – Pero en serio? Con
zapatillas Vans? – Preguntó mirando mis pies como quien mira una aberración,
como un gato apareándose con un cerdo o algo así de contrario a las normas de
la naturaleza.
-Es mi toque personal – Le dije sacándole la lengua – Además
no queremos que ruede por las escaleras cuando acabo de salir del hospital,
verdad?
-Supongo que no, pero si me dejaras comprarte unas sandalias
bajas… - Me rogó.
-Si quieres me compras zapatillas de ballet. Ese es mi
límite – Le dije.
-Veré qué es lo que encuentro – Me dijo – Bueno, cuéntame
para qué me necesitabas.
-Bueno, en primer lugar para agradecerte todo lo que hiciste
ayer. Félix dice que estás más cabreada con él que con Demetri – Sonreí.
-Demetri siempre ha sido un cabrón, nadie espera otra cosa
de él… excepto tú – Explicó – En cambio yo confié en Félix, y hasta te hablé
bien de él, por lo que su traición se siente en parte culpa mía.
-Gianna! Tú no puedes leer a las personas, no tenías
posibilidades de saber que Demetri no es tan bastardo o que Félix no es tan
correcto. Escalas de gris amiga… Todo está pintado en escalas de gris –
Suspiré. Sería mucho más fácil si los malos fueran sólo malos y los buenos
completamente buenos… Peeeero la vida no es así.
-Bueno, vamos al punto, que la máquina contestadora debe
estar que estalla – Dijo apuntando a un teléfono en el que parpadeaban un
montón de luces rojas.
-Oh, sí, lo siento… Voy a ir a La Torre de visita, y les
quiero entregar a Las Reinas unos celulares que les compré de regalo. Pero
Félix dice que me los pueden cargar a la tarjeta del castillo como gasto operacional,
y que eso lo apruebas tú – Le expliqué.
-Lo que quieran Las Reinas se aprueba de inmediato, no
importa lo que sea – Dijo Gianna parándose y abriendo un cajón de su escritorio
de adonde sacó una libreta, garabateando – Tienes las boletas de compra?
-Sí, en una de estas bolsas – Escarbé las bolsas de papel
hasta dar con el recibo – Pero ahí está incluido mi teléfono, eso hay que
descontarlo.
-No Bella, los equipos y planes telefónicos de toda La
Guardia están cubiertos como gastos operacionales. Cada uno lo toma o lo deja. Tú
eres parte de los Volturi, así es que por supuesto que incluiremos tu teléfono.
Veo que instalaron tarjetas de prepago… - Dijo frunciendo el ceño - Bueno,
cuando hayan contratado un plan me avisas para facturarlo.
-Gracias! Esto no me lo esperaba! Me ahorraste un montón de
dinero que no tenía! – Exclamé feliz.
-Es sólo lo que te corresponde, ningún favor especial –
Afirmó – Eso es todo?
-Una cosa más… Quiero instalar wifi y televisión satelital
en La Torre, comprar una tele decente y un laptop para cada Reina… Crees que es
mucho? O sea no es para mí, es para que ellas se sientan más cómodas e
integradas con el mundo exterior… - Dije necesitando justificarme.
-Me parece una excelente idea, y me extraña que nadie lo
haya pensado antes. Por supuesto que puedes hacer esos cambios, no es nada de
dinero y les va a abrir un mundo nuevo a Las Reinas. Toma esta tarjeta – Dijo
extendiéndome una tarjeta que decía “World Elite
MasterCard for Business” – Esta está asociada a una de las cuentas de uso
diario de los Volturi como organización, úsala para lo que quieras, pero tráeme
los comprobantes, que me exigen llevar una contabilidad ordenada.
-Gianna, estás segura de que me la puedes entregar así no
más? – Pregunté asustada. Esta era una de las tarjetas de negocios de una
cuenta de los Volturi… debía tener millones de dólares y quién sabe cuánto
cupo.
-Bella, sé que la vas a cuidar. Además no puedes escapar de
nosotros, no es como que vayas a estafarnos, y si se te pierde la cancelo y
ordeno otra. Relájate y anda a pasar un buen rato con Las Reinas. Nos vemos más
tarde – Me dijo metiendo la tarjeta millonaria en una de mis bolsas de papel,
me besó la mejilla y apretó un botón del teléfono, comenzando de inmediato a
trabajar.
Le hice una seña con la mano y me fui al ascensor, caminando
despacio porque estaba buscando en mi nuevo teléfono el número de Corin.
Y por eso no vi a Santiago que también estaba esperando el
ascensor.
-Humph! – Soné al perder el aire.
-Buenos días para ti también, mi pequeña rastafari, me
habría movido si hubiera imaginado que no me habías visto – Me saludó.
Lo abracé y besé su mejilla. Él había sido muy amable
conmigo en el hospital.
Parece que lo sorprendí por que se puso tieso por un
momento, y luego se relajó.
-Lo siento… - Dije avergonzada.
-No lo sientas, sólo me tomaste por sorpresa – Respondió
sonriente.
-Ah, eso es difícil, sorprender a un vampiro… - Sonreí yo
también. En ese momento sonó mi celular.
-Dónde estás? – Preguntó Demetri, como siempre sin saludar.
-Ascensor, a punto de subir a La Torre – Respondí.
-Sola?
-Nop, con Santiago – Respondí.
-Qué mierdas haces con Santiago? Espérame ahí, nos vemos en
un minuto – Y cortó.
-Siempre te trata así? – Preguntó Santiago un poco molesto.
-Oh no – Respondí – A veces está de mal genio…
Santiago sonrió, acarició mi mejilla y me dijo
-Me alegra que te estés recuperando, nos vas a hacer bien.
Yo simplemente me sonrojé otra vez.
Tomé mi teléfono y llamé a Corin.
-Aló – Contestó con voz seca, probablemente al no reconocer
mi número.
-Hola Corin, soy Bella, te llamaba para avisarte que estoy
frente al ascensor y voy a subir en cuanto me des el OK – Le dije.
-Bella, suenas mucho mejor! Sube, y para la próxima vez no
preguntes, que Las Reinas están siempre ansiosas por verte – Respondió sonando
más relajada.
-No hay problema si subo con guardaespaldas? – Pregunté.
-No, siempre que Demetri se quede en la salita exterior –
Dijo.
-Y Félix… – Agregué.
-Ya lo perdonaste? Así de fácil? Deberías hacerlo rogar
Bella, lo que hizo es muy feo y él es suficientemente viejo como para saberlo –
Me dijo cambiando su tono de voz.
-Métete en tus asuntos Corin – Dijo Félix detrás de mí,
haciéndome saltar.
-Le diré a Las Reinas que vienes subiendo, nos vemos – Me
dijo Corin y cortó.
-Ya se te pasó el mal humor? – Le pregunté.
-No, pero voy a tratar de simular cuando esté contigo – Me
dijo parándose a mi lado – Santiago – Lo saludó con un gesto de cabeza.
Santiago apenas reconoció su presencia, pero no fue nada de amigable.
-Tengo buenas noticias… - Anuncié.
-Y no me esperas para darlas, Chica Zombi? – Preguntó
Demetri apareciendo de la nada con un maltratado bolso de cuero café cruzado en
el pecho. Me hizo preguntarme qué aventuras había enfrentado con ese bolso para
que quedara en ese estado.
Eso es lo que tenía Demetri, me di cuenta… Así como mi Félix
era un adorable nerd en casi todos los aspectos de su vida, Demetri era cool
sin siquiera proponérselo.
-Miren lo que tengoooooo! – Dije sacando la tarjeta World
Elite MasterCard for Business y agitándola en sus narices.
-Cartereaste a alguien? – Preguntó Demetri con un dejo de
admiración.
-Quién te está prestando dinero ahora? – Gruñó Félix.
-No y nadie – Respondí y subí al ascensor que Santiago tenía
esperando para nosotros. Quedamos bastante apretados porque el espacio donde se
construyó el ascensor era demasiado angosto al no ser originalmente pensado
para eso.
Yo quedé con Demetri a un lado, Félix al otro y Santiago
justo al frente. Todos me tocaban, y me pusieron nerviosa. Afortunadamente
Santiago bajó en el piso 13.
-Bueno, de adónde sacaste la tarjeta? – Preguntó Félix
pulsando el botón de STOP entre 2 pisos.
-De adónde va a ser? De Gianna. Fui a preguntarle por lo que
me recomendaste hacer ayer sobre la compra de los celulares de Las Reinas –
Dije y Demetri por primera vez se tensó y perdió el barniz de calma exterior
que lo cubre casi todo el tiempo. Sentí su cuerpo rígido contra el mío, casi
preparándose para atacar, y si Félix no estuviera ya bastante cabreado, le
habría dado un abrazo para contenerlo. Pero hacer eso sólo crearía más
problemas, así es que despacio giré mi mano del lado de Demetri y me aferré a
uno de sus dedos. Él cerró su mano abarcando la mía y se volvió a relajar un
poco, apoyándose en la pared del ascensor, con esa postura indolente que tan
bien le salía, pero sin soltar mi mano.
-Y? – Preguntó Félix – Qué dijo?
-Que me van a reembolsar – Dije mirando a Demetri– O sea te
van a reembolsar a ti, no sólo por los celulares de Las Reinas, sino también el
mío! Aparentemente cae dentro de la categoría de “Gastos Operacionales”.
-No necesito que me reembolses – Dijo Demetri frunciendo el
ceño, y apretando un poco mi mano. No era exactamente doloroso, pero sí
incómodo, y yo no podía decir nada sin que Félix se diera cuenta.
-Tú sabes que no quiero deber tanto dinero, ayer lo
hablamos… - Le dije.
-Entonces ya no necesitas trabajar para mí… - Concluyó - Mierda!
Voy a tener que negociar con Gianna! – Exclamó apretándome un poco más.
-Si voy a trabajar! – Dije rápidamente - Hicimos un trato,
además voy a necesitar dinero para otras cosas, y me gustaría comprarlas con lo
que he ganado – Dije y con mi otra mano traté de soltar su agarre.
-Bueno, y la tarjeta, para qué? – Preguntó Félix mientras yo
tironeaba los dedos de Demetri, que parecía no darse cuenta de lo que pasaba
con mi mano.
-Bueno, resulta que tampoco voy a necesitar plata para las
cosas que quería regalar a Las Reinas, ellas son un ítem aparte y lo que sea
para ellas, o ellas encarguen, se compra, sin importar el costo – Le dije. Demetri
finalmente se dio cuenta de la excesiva fuerza que estaba usando y aflojó
bastante su agarre. Casi suspiré de alivio y dolor al estirar mis dedos que
recobraban la circulación.
-Bella a mí no me importa prestarte lo que necesites, ya lo
habíamos acordado – Dijo Félix.
-Lo sé, pero entiéndeme, quiero tratar de ser lo más
independiente que la situación me permita – Le expliqué - Ya te debo un montón
por la ropa de marca y lo demás, y además, si estás dispuesto, me gustaría que
me prestaras para comprar mis pececitos… - Le dije rogándole con la mirada que
comprendiera.
-Peces? Esos valen como 3 euros cada uno. No es una gran
inversión – Dijo Demetri aún sujetando mi mano, pero muy suavemente, como cerciorándose
de que yo estaba ahí.
-No los que tengo pensados – Le contesté – Le dije a Aro que
quiero una mascota y me autorizó, pero yo quiero una mascota de verdad, no un
miserable pez que me va a durar a lo más un par de años. Nop, si voy a ser
vampira, voy a tener mascotas de vampira.
-Okay… - Dijo Demetri.
-Peces koi! – Anuncié - Son bonitos y grandotes, como del
porte de mi antebrazo, y viven como 250 años!
-Miren a la Chica Zombi… No sé por qué me sorprende que se
te ocurran tan buenas ideas…- Dijo con algo que sonaba como orgullo en su voz –
Y sólo por saber… Dónde vas a instalar a tus peces? Necesitas un estanque
grande…
-Esa es la parte interesante – Dijo Félix pellizcando mi
mejilla, juguetón.
-Interesante? – Preguntó Demetri.
-Vamos a cavar un hoyo en el jardín y les vamos a construir
una laguna – Dije rápidamente.
-Y le dijiste eso al Maestro Aro? Él aprobó? – Preguntó
Demetri súbitamente serio.
-Tú escuchaste la conversación – Dijo Félix – Estábamos en
el Salón del Trono.
-Pero el Maestro… Isabella… Lo engañaste! – Me miró pasmado.
-No exactamente… Le pedí permiso para tener una mascota, me
lo dio. Dije que eran un par de pececitos, él estuvo bien con eso, e incluso
dijo que puedo tener más de dos… Lo que es muy bueno, porque necesito 28 – Dije
mordiéndome los labios. No sabía a cuál de los dos mirar, ya que los dos me
miraban como si súbitamente me hubiera salido otro par de cabezas y una cola –
Y dónde pretenden que meta 28 kois si no es en una laguna? No hay estanque que
aguante.
Demetri lanzó una carcajada – Isabella, estás chiflada –
Dijo cuando fue capaz de hablar… Y se volvió a reír.
-Bella tú no me dijiste nada sobre esa cantidad, por qué
necesitas precisamente 28? Por qué no comienzas con unos 5? – Trató de negociar
Félix mientras Demetri se desternillaba de risa.
-Porque considerándome a mí seríamos 28 miembros de los
Volturi, contando a La Guardia y La Realeza. No es justo que sólo yo tenga una
mascota, así es que quiero que cada uno de los miembros nombre a uno de los
peces y lo considere suyo, aunque yo me voy a hacer cargo de ellos, por
supuesto – Expliqué.
-Bella – Dijo Félix atrayéndome a él y besando mi coronilla,
presionando mi rostro contra su pecho – Bendito el día en el que Cullen decidió
suicidarse y traerte a nuestras vidas.
-Es un lindo gesto, Chica Zombi, la mayoría lo va a
apreciar. Pero qué pasa con los que no? – Preguntó Demetri.
-Más mascotas para mí – Respondí – Subamos de una vez, deben
estar preocupadas de que el elevador se atascó.
oooOooo
-Por qué demonios se demoraron tanto? – Preguntó Corin – Sus
Majestades estaban preocupadas!
-Hola Corin – Sonreí abrazándola e ignorando sus reclamos.
-Hola Bella, es bueno verte – Dijo abrazándome de vuelta.
Luego saludó a los muchachos, y mucho más fríamente a Félix. Me dio pena,
porque el enojo que todos sentían hacia él iba más allá de mí, tenía que ver
con lo que el grupo percibía como una deslealtad hacia los Volturi: El estar
dispuesto a enfrentarse y luchar contra sus compañeros para defender al
atacante de uno de ellos.
Supongo que con el pasar de los días Félix recuperaría la
confianza de sus colegas.
-Isabella! – Apareció Dora en la salita de recepción. Se fue
derecho hacia mí y me abrazó.
-Hola Dora, cómo estás? – Le dije dándole un abrazo
apretado.
-Bien, bien, y tú? Cómo te sientes? Se te ve muchísimo mejor
– Me dijo alejándose un poco.
-Isabella, querida, ese vestido te sienta maravillosamente –
Dijo Sulpicia con una sonrisa – Pero son esos los zapatos adecuados? – Preguntó
sin reproches en su voz, sólo pura curiosidad.
-Oh no, yo soy una aberración andante contra la moda, Gianna
quería que usara zapatos de tacón, pero así me gusta andar a mí y me siento
cómoda, así es que con eso basta – Expliqué abrazando a Sulpicia.
Me acerqué a Félix y le pedí que investigara cómo y dónde
conseguir mis mascotas y miré a Demetri modulando “pórtate bien”. Él sonrió con
esa sonrisa de chico malo que te hace preguntarte qué está planeando, pero
asintió. Les hice una seña de despedida y me fui a la sala principal, donde Las
Reinas pasaban la mayor parte de sus días, saludando a las Guardias que me
encontraba en el camino.
Todas fueron muy amables.
Una vez que estuvimos instaladas y a solas, les dije
-Dora, Sulpicia, les traigo regalos – Dije estirándolas
manos con una bolsa de papel para cada una y reservándome mi “bolso”.
-Oh querida, no tenías por qué… - Dijo Sulpicia sacando la
caja de su nuevo IPhone.
-Qué es exactamente? – Preguntó Dora leyendo las
instrucciones – Sé que Caius tiene uno parecido, pero jamás lo usa cuando está
conmigo.
-Es el mejor teléfono del mundo! - Les dije – Los equipos
que tienen ustedes llevan muchos años obsoletos, esta es la última generación,
y la gracia es que ustedes lo pueden personalizar instalando las aplicaciones
que quieran.
-Suena maravilloso, pero no será muy complicado para nosotras?
–Preguntó Sulpicia abriendo la caja – Mira Athenodora, mira Corin, que hermoso
tono de verde tiene el mío! – Exclamó feliz. Corin sonrió.
-El mío es celeste! Oh Isabella, muchas gracias! – Dijo Dora
apretando suavemente mi mano.
-Yo también me compré uno – Les dije sacando el mío de la
bolsa – Así es que pensé que podemos aprender a usarlos juntas. Hay dinero
cargado en los teléfonos como para comprar las aplicaciones que quieran, ya les
voy a mostrar cómo se hace.
Y si quieren personalizar sus teléfonos aún más, se pueden
comprar carcasas de miles de colores y diseños distintos, y pueden tener una
para cada día de la semana si quieren! – Les dije feliz de que les gustara mi
regalo.
-Isabella, mi teléfono está listo para hacer llamadas? –
Preguntó Sulpicia con una enorme sonrisa – Cómo marcas si no tiene botones?
-Sip, mira, aprietas aquí para desbloquear, aquí para que
aparezca el teclado y marcas el número y aprietas este botón de abajo – Le
dije. Dora miró atenta y repitió el proceso en su propio teléfono.
-Aló? Aro? – Preguntó Sulpicia.
-Tranquilo, no me han secuestrado, qué exagerado eres! Te
estoy llamando desde mi nuevo teléfono, me lo regaló Isabella, es un… - Me miró
sin saber cómo explicarse.
-IPhone 5 c – Respondí.
-Ya escuchaste – Dijo - Sí, quería que registraras este
número, porque el ladrillo que me tenías usando hasta ahora se va a la basura
en este instante!
-No, yo tampoco sabía que necesitaba uno, si no sabía que
existían! – Dijo exasperada.
-Por supuesto que Athenodora recibió uno, sólo que de
distinto color – Respondió.
-Athenodora te escuchó Caius! – Exclamó exasperada - Sí te
va a llamar de inmediato para que graves su número. Ok… Ok… Está bien… En tu
nombre… Yo también te amo, nos vemos más tarde – Dijo y colgó.
-Agh! – Exclamó Dora – Amo a mi marido, pero es
insoportablemente antipático.
-Qué pasó? – Pregunté temiendo haber cometido un error de
protocolo – Se enojó por mi regalo?
-No querida, no por tu regalo, sino porque ahora tengo un
nuevo número que tendrá que ingresar en su agenda telefónica y borrar el
anterior – Dijo encogiéndose de hombros.
-Pero si le va a tomar como 5 segundos! Se va a demorar más
en reclamar que no quiere hacerlo que en cambiar el número! – Exclamé
incrédula.
-Lo sé, lo sé, pero lo amo y es un amante maravilloso, así
es que vale la pena aguantarlo – Dijo con una sonrisa picarona.
-Si quieres te enseño a mandarle un mensaje de texto para
que no tengas que hablar con él – Ofrecí.
-Mensaje de texto? – Preguntaron al unísono Las Reinas.
-Son pequeños mensajes que escribes desde tu celular, a los
que puedes adjuntar una foto o video, y que la otra persona recibe en forma
instantánea – Resumí.
-Foto? Y de adónde sacaría fotos que enviar? Cómo meto fotos
en mi teléfono? – Preguntó Sulpicia.
-Los teléfonos tienen una cámara de fotos y video
incorporada, es ese circulito negro en la parte de atrás… Saca fotos bastante
nítidas… Es ideal para capturar imágenes espontáneas a un nivel de principiante
- Expliqué.
Y así pasamos varias horas, explorando nuestros teléfonos
desde lo más básico hasta las aplicaciones de internet como Skype, Whatsapp,
Twitter, Facebook, Correo electrónico, etc.
Incluso le pedí a Félix y Demetri que les recomendaran
algunos juegos para instalar en sus celulares, ya que yo ya les había instalado
Pac Man y Bejeweled Blitz, que es lo que me gusta jugar a mí. Félix les instaló
su favorito, Angry Birds, que por alguna razón fascinó a las Reinas.
La pantalla táctil no era ante sus ojos menos que un
milagro.
En cambio Demetri, con su retorcido sentido del humor, tomó
mi teléfono de mis manos sin pedir permiso e instaló un juego, que todos
asumimos que era para mostrárselo a Las Reinas… Pero cuando me devolvió el
celular, lanzándomelo desde el otro extremo de la habitación, el juego
instalado resultó ser “Zombie Fish Tank”
(*Acuario Zombi), que obviamente se trata de peces zombis buscando venganza. Al
verlo no pude parar de reír, ya que en algún momento, mientras aún estaba en el
hospital, le había comentado a Demetri que las únicas mascotas que me duraban
un poco eran las virtuales, porque les activaba la alarma para que me recordaran
alimentarlas.
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Ahí tienen, a
Bella haciendo malabares con sus hombres para tener a todo el mundo contento.
Espero que les
haya gustado y me regalen sus comentarios.
Besos.
A.
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