sábado, 5 de julio de 2014

Muertos o Algo Mejor 21


Hola a todos, me demoré en publicar porque:
1)      Este capítulo es enooorme de largo (36 páginas de Word!)
2)      Los temas tratados fueron difíciles de abordar.
3)      He tenido que trabajar bastante, así es que estoy escribiendo principalmente de noche.
Espero que disfruten este capítulo, que se divide entre Félix y Demetri definiendo su relación con Bella. Que disfruten!
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Capítulo 21
You're so nice and you're so smart
You're such a good friend I hafta break your heart
Tell you that I love you then I'll tear your world apart
Just pretend I didn't tear your world apart
So nice, so smart / Kimya Dawson

-Mañana sin falta! – Repetí haciendo señas a Las Reinas desde el ascensor.
-Tenemos mucho qué hacer – Me recordó Sulpicia.
-Y tienes mucho que enseñarnos! – Agregó Dora.
-Lo vamos a hacer todo, pero no en una sola tarde, miren que la última vez que intenté abarcar demasiado terminé con peritonitis. Jueguen con sus celulares mientras tanto, llenen la agenda telefónica y personalícenlos lo más posible. Eso lo saben hacer, verdad? – Ambas asintieron. Les lancé un beso a Las Reinas y un guiño a Corín, que me devolvió una luminosa sonrisa, y Félix soltó las puertas del ascensor, encerrándonos a los tres nuevamente en ese espacio ultra confinado.

-Eso estuvo bien – Comenté de inmediato para llenar el silencio.
-Te adoran – Dijo Félix.
-Oh, a mí me gustan  un montón, son muy chistosas – Sonreí.
-No creo que nadie jamás las haya descrito como “chistosas” – Me dijo Demetri con esa voz que te indica que está sonriendo aunque no lo mires a la cara.
-Ahora adónde, principessa? – Preguntó Félix.
-Principessa? – Pregunté mirándolo extrañada. Se burlaba de mí?
-No creo que pase mucho tiempo antes de que te coronen – Me dijo – Las Reinas te adoptarían como propia si no fueras ya mayor de edad.
-No te burles, tú sabes que yo soy el último escalón en la escala jerárquica/social de los Volturi – Dije encogiéndome de hombros. La verdad es que me daba lo mismo que así fuera.
-Equivocada – Dijo Demetri – Esa sería Gianna.
-Demetri! No seas bruto! Gianna es mi amiga! – Le dije dándole un manotazo que lo hizo soltar una carcajada y desordenar mi cabello como si fuera una niña, sólo para enfurecerme.
-Lo siento Bella, pero es cierto, sea tu amiga o no, ella está al final. Ni siquiera encuentra quien la quiera convertir – Dijo Félix.
-Y después vienen otros miembros menores de La Guardia sin habilidades especiales, como Aftón, que es admitido sólo porque sin él Chelsea renuncia… - Dijo Demetri.
-O Santiago, que es un buen luchador, pero sin nada extra que lo respalde, como la fuerza y habilidad extraordinarias que poseo yo, que no son un don exactamente, pero sí un plus – Dijo Félix describiendo hechos, no presumiendo.
-Yo soy el mejor rastreador del mundo, así es que mi puesto está asegurado porque soy irremplazable – Dijo Demetri encogiéndose de hombros.
-Y si todo se da como Aro espera, tú serás uno de los escudos más poderosos en existencia. Eso sí que es valioso, porque nos puedes proteger a todos. Sólo por eso estarías alto en la pirámide, pero además eres la favorita de Las Reinas, y Aro declaró el otro día frente a todos que aunque no resultes tener ningún don, eres valiosa porque haces felices a Las Esposas.
-No me gustan los favoritismos, yo no soy amiga de Las Reinas para escalar en la pirámide, yo quiero pasar tiempo con ellas porque me gustan. Además como tu bien sabes – Dije mirando a Félix – Pienso convertir a Gianna a la primera oportunidad que se me presente.
-Estás loca? No puedes hacer eso! – Dijo Demetri tomando mi brazo y girándome hacia él. Estaba bastante cabreado… Y en serio.
-Puedo y lo voy a hacer. Gianna va a ser mía, mi pupila, y vamos a ser neófitas juntas, le guste a quién le guste – Dije empujándolo.
-Tener que aguantar a Gianna por siempre? Esas miradas y esos comentarios solapados de mujer despechada… Por la eternidad? – Se preguntó Demetri.
-Es sólo tu culpa, si no la sabes mantener en los pantalones – Le dije apuntando su entrepierna – Nunca debiste haberte involucrado con ella sabiendo qué es lo que ella quería de ti… Además eres guapo – Le dije pellizcando su mejilla – Estoy segura de que aún quedan mujeres en Volterra o sus alrededores con las que aún no te acuestas, o que estaban muy borrachas la primera vez y ya ni se acuerdan.
-Antes de que conviertas a Gianna me la como – Amenazó Demetri, no estoy segura de qué tan en serio.
-Hazlo – Le dije apretando los dientes y sacando pecho, conjurando toda la rabia que me produjo su afirmación en una sola mirada – Hazlo, mata a mi mejor amiga y te juro que nunca jamás te vuelvo a dirigir la palabra. Se muere Gianna y te mueres tú para mí – Le dije totalmente en serio y respirando agitadamente.
-Tranquila Bella – Dijo Félix acercándome a él por la cintura – Voy a abrir la puerta – Dijo. Yo no me había fijado que él estaba reteniendo las puertas cerradas por quién sabe cuánto rato hasta que termináramos con nuestra polémica conversación.
Demetri sólo me miró shockeado, como si no pudiera creer lo que había sucedido. Era la primera vez que peleábamos, o al menos que uno de nosotros se enojaba de verdad.
Yo saqué mi teléfono de la bolsa y marqué el número 3 del discado automático. Gianna.
-Bella? – Preguntó.
-Hola, tienes tiempo ahora? – Le pregunté, aun tratando de contener mi temperamento.
-Sí, estoy en mi habitación… Pasa algo? Suenas rara otra vez… Félix y Demetri se están portando como idiotas de nuevo? – Eso me hizo sonreír un poco.
-Tienes el 50% de la respuesta correcta. Quieres adivinar el resto? – Le ofrecí caminando por los pasillos rumbo a la habitación de Gianna, seguida por Félix y Demetri.
-A ver… La opción 1: Ahora estoy más enojada con Félix porque fue un tremendo idiota más recientemente; pero la opción 2 es tentadora… Demetri tiene un laaaargo historial de comportamiento idiótico, cabrón y bastardo. En esta ocasión voy a ir con las estadísticas y apuesto por la opción número 2 – Afirmó muy segura.
-Ding, ding, ding! Tenemos una ganadora! – La felicité sonriendo un poco más. Félix resopló pero se mantuvo en silencio – Oye puedo ir a verte un rato? – Pregunté.
-Claro, te estaba esperando. Hasta preparé unos sándwiches y tengo cerveza light… - Me tentó.
-Eres la mejor, voy a estar ahí como en 2 minutos, ya voy llegando. Un beso – Me despedí y le corté.
Al llegar a la puerta de Gianna, antes de tocar la puerta me dirigí a Félix.
-Necesito la curación de la noche, verdad?
-Sí, necesitamos ver cómo funcionan los nuevos apósitos, porque si la herida no respira… - Dijo.
-Se pudre, se necrosa, me da septicemia y muero – Resumí – Me vienes a buscar en un rato? Puedes? – Félix se acercó y besó mi mejilla.
-No te alteres, no vale la pena. Nada le va a pasar a Gianna – Me dijo.
-Y tú… - Me dirigí a Demetri con el ceño fruncido- Si tienes tiempo me gustaría que hablemos un momento antes de irme a dormir… Siempre que quieras, claro, no me gustaría alterar tu rutina de hacer lo que se te da la regalada gana! – Demetri me miró como si no me conociera, como tratando de descifrarme.
-Estaré en mi habitación toda la noche. Tú la llevas? – Preguntó a Félix con la voz plana, sin emoción, y Félix se limitó a asentir.
Me di media vuelta y toqué la puerta, con uno a cada lado. Gianna hizo su mejor esfuerzo por ignorarlos y yo la imité. Una vez cerrada la puerta nos metimos en nuestro propio mundo.
Le conté a Gianna todo sobre la tarde con Las Reinas y cómo habían disfrutado de sus regalos, pero no quise hablar sobre mi discusión con Demetri. Cómo decirle que su ex… lo que haya sido prefería matarla a tener que encontrársela en los pasillos por siempre? No, simplemente no podía hablar de lo que me tenía tan molesta, por lo que fingí que eran sólo tonterías y que estaba todo bien.
De acuerdo a lo prometido, Gianna y yo comimos sándwiches (los de ella de pan integral, los míos de pan blanco) y bebimos cerveza light. Luego nos sentamos en el suelo sobre enormes cojines de colores y ella rehízo mi manicure mientras hablábamos. Esta vez pintó mis uñas de diferentes colores pastel y pintó las puntas de cada uña con otro color, como si chorrearan pintura. Me encantó.   
Finalmente se comenzó a hacer tarde, así es que llamé a Félix para que me fuera a buscar. Se demoró como un minuto.
Besé a Gianna, le agradecí por la comida y las uñas y me fui  de la mano de Félix hacia su habitación.
No hablamos en el pasillo, y tampoco nos topamos a nadie. Caminamos a paso humano, no me cargó, así es que nos demoramos un rato, pero ninguno de los dos parecía tener prisa.
Finalmente llegamos a su habitación y como siempre, no estaba con llave. Entré silenciosa y me senté en un sillón junto a la chimenea. Él se acercó, me tomó suavemente en sus brazos y se sentó en mi lugar, conmigo acunada contra su pecho.
-Has tenido un día de lo más acontecido – Me dijo besando mi frente.
-Bueno y malo… Más bueno, creo… Pero lo malo me da tanta rabia! – Dije pensando en todo lo dicho y hecho ese día.
-Yo formé parte de lo malo… - Fue una afirmación, no una pregunta.
-Sí, fuiste parte de lo malo, pero sólo porque espero más de ti. Tú tienes que saber lo que siento por ti, y cada vez que Demetri logra sacarte de quicio por los celos, es en parte un voto de desconfianza hacia mí. Yo te dije cómo me siento con él… Incluso a riesgo de herirte he sido lo más honesta posible, quiero estar contigo, quiero ser tuya, pero no podemos construir nada duradero si vas a atrapar todos los anzuelos que te lance Demetri o cualquier otro.
Si lo que me dijeron sobre la pirámide social es cierto y yo resulto ser especial, puede que pronto se me empiece a acercar gente por distintos motivos... Necesito saber ahora en quién puedo confiar. Y necesito saber que tú confías en mí – Le dije escondiendo mi rostro entre sus fuertes hombros y su cuello.
-A veces se me olvida lo joven que eres… No puedo creer que sólo tengas 18 años… - Me dijo.
-Casi 19 – Lo corregí.
-Por supuesto, casi 19 – Sonrió. Simplemente lo supe – Tienes un alma antigua, pero aún eres una niña – Dijo bajando su rostro hasta que estuvo a mi altura y me besó suavemente - Eres sabia e inocente. Eres tan, tan fuerte… Y a veces tan frágil que parece que un suspiro puede romperte… Eres tantas cosas, Isabella, tantas cosas maravillosas, que temo que te des cuenta de que yo no soy suficiente. Es por eso que no quiero que otros hombres se acerquen a ti… No quiero que tengas la posibilidad de comparar – Me dijo muy bajito.
-Félix yo te quiero tal cual, no te pido que cambies nada, me gustas así… Tan fuerte y grandote para protegerme, pero tan delicado cuando me tocas – Le dije al oído – Me gustan las cosas que a ambos nos gustan y me gusta lo que nos diferencia porque podemos aprender el uno del otro… -Dije besándolo suave, pero largamente – Te quiero. No porque no haya nadie más, sino porque te encontré. Porque eres tú…
-Isabella – Suspiró pasando la nariz por mi cuello – Te amo… Te amo y no puedo esperar para comenzar nuestra eternidad – Dijo acariciando mi brazo con una mano y el interior de mi muslo con la otra.
El fuego de la chimenea había calentado mi piel hasta hacerla sentir afiebrada, y su piel ya no estaba tan fría. Pero a pesar de que no había una diferencia tan marcada entre nuestras temperaturas, me estremecí.
-Félix…
-Déjame tocarte Isabella… Amo tu expresión cuando te corres, amo el olor de tu excitación, quiero probarte, quiero tu sabor en mi lengua… Sé un poco más mía… Déjame hundir mi rostro entre tus piernas – Me dijo mientras con la punta de sus dedos rozaba mi monte de Venus.
Apreté los puños afirmándome de sus hombros, jadeante, y de a poco y sin tomar una decisión consciente, me encontré entreabriendo un poco las piernas, facilitándole el acceso.
Pero él no fue más allá. Sólo la yema de sus dedos tocando apenas mi ropa interior.
-Félix… - Dije, pero quería decir “No juegues conmigo y deshazte de mis bragas y cógeme con los dedos, la lengua o como quieras…”.
-Dímelo… Pídemelo… Dilo conmigo… “Cógeme con la lengua”… - Susurró en mi oído.
-Félix… Por favor… No puedo, me da vergüenza… - Dije jadeante.
-Dilo – Susurró la orden. Dios! Me encendía cuando se ponía mandón…
 No sé cómo logré hacer que esas palabras sucias salieran de mi boca. Pero lo hicieron - Co… Cógeme con la lengua… Por favor… - Dije sin olvidar mis modales.
Félix se puso de pie y me cargó hasta la cama, donde me sentó, se arrodilló frente a mí y me quitó una zapatilla, dándome un beso reverente en el empeine. Luego repitió el proceso con el otro pié.
Yo no podía dejar de mirarlo, hipnotizada por sus sensuales movimientos. Félix podía a veces ser inseguro, pero donde nunca dudaba era en la cama.
Me puso de pié y muy despacio bajó el cierre del vestido, dejándolo caer al suelo. Quedé sólo en mis bragas, las que él delineó con su dedo índice para luego enganchar sus costados y bajarlas muy, muy despacio.
Y quedé completamente desnuda y vulnerable frente a él… Que seguía perfecto y completamente vestido.
Pero esta vez la curiosidad y la excitación le ganaron a la vergüenza… Después de todo él no se había mostrado decepcionado las otras veces que me había visto desnuda… Y había dicho que me cogería… Con la lengua! No pude imaginar un acto más íntimo, sonaba sucio… Tabú… Y lo deseaba.
Félix me besó dulcemente, acariciando mi cuerpo sin apuro, concentrándose en mi trasero y mis pechos. Mis manos en cambio estaban enfocadas en sacarle su camiseta, y pronto él se dio cuenta de lo que intentaba y se la quitó, dejando mis manos libres para abrir sus jeans botón a botón. Una vez desabrochados, sacando valor de no sé adónde, metí mi mano en sus bóxers y se los quité.
Y frente a mí quedó mi muy desnudo, e impresionantemente hermoso, grande y alto, novio.
Con una erección proporcional al resto de su cuerpo que podía ver bien por primera vez, y me hacía pensar que me partiría por la mitad.
Y aun sabiendo que era demasiado pequeña para él, me calentó. Sí, tal cual, me calentó el imaginarlo llenándome con esa cosa.
Mientras yo lo estudiaba a él, él me estudiaba a mí, y se acercó, acarició mi mejilla y  me guió de la mano hasta el centro de la cama.
Él se acostó a mi lado y se acercó hasta que su cuerpo estaba completamente en contacto con el mío, y me besó mientras sus manos me acariciaban, pero siempre dejándome insatisfecha, siempre haciéndome desear más.
Traté de usar mis manos para atraerlo a mí, pero él se negaba a moverse, y seguía tocándome lo suficiente para encenderme pero no para satisfacerme. Envalentonada y ardiendo por dentro, rodeé sus caderas con mis muslos, buscando fricción. Fue peor, porque la punta de su erección quedó a un par de centímetros de mi centro, y las ansias, el deseo, y el instinto, todo me impulsaba a empalarme en él. Un movimiento de cadera bastaría… Dolería como el infierno, pero me quitaría estas terribles ansias de ser poseída.
Estaba a punto de intentarlo cuando su mano se metió entre nuestros cuerpos, cubriendo mi sexo completamente.
-Félix…! – Gemí en descontento.
-Shhhhhhh… Paso a paso – Dijo besando mi cuello mientras los dedos de la mano que tocaba mi sexo comenzaron a moverse, y oh! Nunca experimenté algo mejor… La preparación y la espera me hacían hipersensible y más húmeda que nunca… Cuando rodeó mi clítoris creí morir y gemí contra su piel, tratando de ahogarlo, pero sin conseguirlo del todo.
Y de pronto se detuvo.
Qué demonios?
Ya no estaba a mi lado… Se estaba ubicando entre mis piernas, abriéndome para él, depositando besos desparramados por mi estómago, bajando, bajando, hasta besarme ahí. Ahí!
Creí que moría de placer y que me iría derecho al infierno porque nadie que hace esto puede ir al cielo, verdad? Seguro que no, la gente decente no goza como yo lo hacía, porque si lo hicieran las calles estarían desiertas, nadie trabajaría, nadie haría más que lamer, chupar, morder y penetrar a su pareja una y otra vez hasta caer desfallecidos, luego despertar y volver a empezar…     
Y entonces la lengua de Félix dio un largo lametazo que me recorrió entera. Un lametazo recogiendo mi humedad, como si yo fuera un helado, y por los sonidos de aprobación que hizo, lo que fuera que estaba probando era de todo su gusto.
-Te gusta lo que te hago, Isabella? – Me preguntó sin separar sus labios de mí.
-Sí, sí, me gusta… Me gusta… No pares, por favor – Jadeé debatiéndome en qué era lo que yo tenía que hacer en esta situación. Abría más las piernas? Acariciaba su cabello? Me aferraba a las sábanas? Todo se sentía incómodo y forzado, hasta que mi cuerpo fue el que decidió por mí, y sin tener conciencia de lo que estaba haciendo, comencé a rotar las caderas rítmicamente, buscando alivio, más rápido, más fuerte.
-No Isabella, el ritmo lo marco yo – Me regañó inmovilizando mi cadera ubicando una mano en mi bajo vientre.
Estaba  punto de quejarme, desesperada, cuando sentí que algo me penetraba. Una, dos, tres veces, rápido, rápido, rápido… Era su lengua… Mierda, de verdad lo estaba haciendo, me estaba cogiendo con la lengua…
Cubrí mi rostro con un cojín y apoyé mis pies en la cama, completamente abierta, completamente desinhibida y expuesta.
Y él siguió torturándome… Me penetraba cinco veces y luego masajeaba a mi clítoris 3 veces, y vuelta a empezar.
Mis músculos estaban tensos, especialmente los del estómago, y mi orgasmo estaba ahí, tan cerca que lo podía tocar… Pero no.
-Félix, por favor… Por favor déjame acabar… Esto es… Demasiado – Rogué desesperada. Y debo haber sonado convincente, porque Félix hizo un par de cosas simultáneamente: Me penetró con dos dedos, curvándolos hacia mi estómago; y tomó mi clítoris en sus labios y chupó… Y mi cuerpo explotó en el mejor orgasmo que haya tenido o que esperara obtener jamás.
Y él siguió lamiendo muy suavemente hasta que mis temblores amainaron, probablemente sabiendo que estaría hipersensible.
Cuando terminó, yo ya estaba recuperando mi aliento. Él escaló mi cuerpo hasta que su cabeza quedó en su lugar favorito, entre mis pechos, y ahí se quedó, abrazado a mí, con una beatífica sonrisa en el rostro. Yo acaricié su cabello hundiendo mis dedos en él, y disfrutamos unos minutos de paz.
-Félix… - Le dije muy despacito.
-Mmmmh? – Respondió.
-Quiero aprender… - Le dije.
-Mmmmmmmh?
-Lo que me hiciste a mí… Quiero aprender a hacértelo a ti – Aclaré.
-No tienes que hacer nada – Me dijo besando mi pezón.
-Eso lo sé, pero quiero aprender, y quién más me va a enseñar? – Pregunté, picándolo.
-No juegues conmigo Isabella – Gruño mirándome a los ojos – Nadie te va a enseñar nada.
-Entonces me vas a enseñar a mamártela? Así se dice? – Pregunté con el ceño fruncido.
-Eres un caso Isabella Swan… - Dijo muerto de risa, besando mi mejilla y olvidando el mal humor - Pequeña manipuladora, haces lo que quieres conmigo y ni siquiera sabes cómo se llama una mamada.
-Bueno, cómo se dice? – Insistí.
-Se dice de un montón de maneras, pero dejémoslo en mamada… Lo creas o no, no quiero pervertir tu mente más de lo necesario – Dijo besando la punta de mi nariz.
-Demasiado tarde, ya te vi desnudo, y me lamiste ahí – Dije apuntando por si le quedaba alguna duda de adónde me refería.
-Y te hice otras cosas también – Dijo con un dejo de… Orgullo?
-Vale, entonces enséñame a chuparte la… La qué? Cómo se le dice? – Le pregunté.
Él se volvió a partir de risa.
-No puedo creer que no sepas como llamar al pene! – Exclamó.
-Sé que tiene varios nombres, sólo no sé cuál se usa… Y no te rías, porque hasta hace poco mi mejor amiga era la hija del Pastor Protestante del pueblo y mi ex novio es Edward-virgen-por-siempre-Cullen. Creo que si él me hubiera escuchado decir que quiero aprender a mamársela, o me habría encerrado en un convento para reformarme, o habría hecho combustión espontánea… No tuve adónde aprender estas cosas…
-Va a ser mi placer y mi honor enseñarte lo que quieras aprender – Me dijo él aun riéndose un poco. Pero no me molestó, no se estaba riendo de mí… O al menos no creo que lo hiciera burlándose.
-Vale, acuéstate y me vas diciendo si lo estoy haciendo bien o mal… - Le dije empujándolo - Y más te vale la pena decirme la verdad, porque estas son las mamadas que vas a estar recibiendo por el resto de tu vida – Le dije – Así es que si aprendo mal, peor para ti, porque estarás bien jodido.
-Sí principessa – Dijo él con una enorme sonrisa, recostándose al medio de la inmensa cama. Yo me senté a horcajadas sobre su pecho y comencé a besarlo, dando dulces y lánguidos besos a su boca, que sabía a mí. Despacio fui descendiendo, besando detrás del lóbulo de sus orejas (una zona erógena de él), continuando con toda la extensión de su cuello y sus anchos hombros, bajé a su pecho y lamí sus pezones planos, descendiendo, descendiendo hasta llegar a sus abdominales.  Esas alturas estaba casi sentada en su sexo, y a pesar de haber acabado con lo que se sintió como una avalancha de placer hacía poco, mi cuerpo estaba despertando a su recién descubierta sexualidad, y enfrentémoslo, Félix era hermoso, sexualmente sabía perfectamente lo que hacía, y estaba dispuesto a dejarme jugar.
Y ya había llegado a la parte indiscutiblemente más sexi en el cuerpo de un hombre… la V que se formaba desde sus caderas hasta su sexo.
A esas alturas su pene estorbaba, así es que lo empuñe con una caricia haciéndolo a un lado mientras me dedicaba a lo que de verdad quería hacer… Lamer, mordisquear y chupar la V sin dejar un centímetro de piel sin atender.
Félix apreció mis esfuerzos gimiendo muy bajito, pero acelerando un montón su respiración, especialmente cuando la V me llevó a la base de su pene. Bueno, parecía un lugar tan bueno como cualquier otro para empezar, y sacando la lengua bien húmeda lo lamí desde la base a la cabeza, donde deposité un casto beso.
-Te gusta así? – Le pregunté con su pene cerca de mi boca como si fuera un micrófono. Me reí internamente, comprendiendo al fin por qué a este acto le decían “conferencia de prensa”.
-Perfecta… Puedes… Lamer la punta? – Jadeó. Yo hice lo que me indicó, lamiendo en círculos mojados y terminando por iniciativa propia con la punta entera en mi boca, dándole un chupetón y liberándolo. Miré su rostro a través de mis pestañas y los músculos de todo su cuerpo se veían en tensión, especialmente los tendones de su cuello, ya que su cabeza estaba echada hacia atrás.
-Te gusta así? – Pregunté en un susurro, sintiéndome poderosa y adulta. Tenía a este hombre aunque fuera por un momento, completamente a mi merced. Yo daba y yo quitaba.
Lo lamí de nuevo.
-Tu boca… Tan caliente… Nunca creí que fuera así… - Dijo como concentrándose, con los ojos bien apretados.
Decidí aventurarme un poco más y traté de meterme un poco más de él en la boca. No era fácil al ser tan grueso, pero llegué hasta lo más profundo que pude sin que me dieran arcadas (eso no sería sexi), lo acaricié con mi lengua y lo fui soltando de a poco. Él gimió otra vez.
La siguiente vez lo empuñé desde la base, más segura, y comencé a masturbarlo mientras abarcaba lo que más podía con la boca. Pronto encontré un ritmo que me acomodó y él parecía demasiado perdido como para opinar, así es que básicamente hice lo que quise, desde lamerlo, besarlo y chuparlo hasta pasar muy suavemente mis dientes en toda su extensión, sólo para comprobar qué tan sensible era.
No le hice daño, por supuesto, era simplemente una caricia un poco tosca, pero parece que fue demasiado intensa para él, y me rogó que por favor no más de eso, que no podría controlarse las ganas de tomar mi cabello y guiar mis movimientos, lo que era imposible con una humana, ya que terminaría literalmente atravesando mi cráneo con su pene (Je, je)… Así es que seguí con lo que parecía tener mejores resultados hasta que su agitada respiración se aceleró aún más.
-Bella… Bella… Ugh!... Voy a acabar… - Me advirtió.
-Esa es la idea – Le dije volviendo a metérmelo en la boca y chupando más fuerte.
-No en tu cara… No… Agh… No sigas… - Dijo de manera entrecortada.
-No tontín, no en mi cara – Le dije pasando mi lengua por la punta – En mi boca… Todo lo que tengas va en mi boca…
-No… No… No… Aaaaaagh! – Dijo y acabó, y por lo visto, bien fuerte.
Chorros de semen fueron disparados a mi boca y la verdad no me cuestioné qué tan asqueroso o poco apropiado para una señorita era lo que estaba haciendo, sino que tragué, tragué y tragué, y no parecía terminar nunca!
Una vez que la última convulsión terminó de sacudir su cuerpo, Félix se estiró, me tomó por las axilas y me recostó tan larga era sobre él. Luego estiró un brazo y nos cubrió con la mitad del cobertor, envolviéndonos completamente.
Yo me acomodé un poco y él me rodeó con sus brazos manteniendo todo el tiempo sus ojos cerrados.
-Te amo – Susurró – Me haces feliz y te amo.
-Y yo a ti – Dije besando su corazón.
Creo que me quedé dormida un rato, o quedé en ese estado de relajación y contento tan profundo que se pierde la noción del tiempo… No fue mucho rato, pero al abrir los ojos sabía que tenía que irme. Aún tenía que ir a hablar con Demetri.  
-Qué haces? – Me preguntó Félix cuando comencé a moverme.
-Me tengo que ir… No te molesta que use tu ducha otra vez, verdad? – Pregunté incorporándome.
-No te vayas… Duerme conmigo, principessa … - Me pidió.
-Esta noche no – Le dije acariciando su mejilla. De pronto me sentía tremendamente cómoda con mi desnudez. Tal vez porque Félix había visto, tocado, olido y lamido todo de mí y aun así seguía deseándome – Ahora tengo que ir a pelear con Demetri y ver si aún tengo un trabajo para mañana. Además aún no conozco mi dormitorio ni he desempacado.
-No necesitas irte, no necesitas hablar con ese cabrón, no necesitas trabajar ni buscarte otra habitación. Ven a vivir conmigo! – Me pidió tomando mi rostro entre sus manos.
-No falta mucho para que sea así, pero por mientras tengo que hacer todo eso. No te gusta, pero lo entiendes, verdad? – Dije abrazándolo. Así desnudos lo sentía aún más grande e imponente. Curiosamente era la ropa, en especial sus ñoñas camisetas las que lo hacían parecer cercano, o al menos no tan amenazador. Pero desnudo mostraba lo que era… Una enorme máquina de matar.
Y no me dio miedo.
Y no me dio asco.
Porque yo lo amaba.
-Bella, por favor…  - Me dijo abrazándome de vuelta por sobre mis brazos e inmovilizándome.
-Félix  ya, suéltame y nos duchamos juntos – Le ofrecí con mi mejilla en su pecho.
-Yo no me pienso duchar – Me dijo, desafiante.
-Pero… Apestas a mí… Me vine en tu cara! – Susurré.
-Exacto – Dijo él.
-Y cómo lo vas a explicar? Yo no sé distinguir olores, pero apostaría a que no hueles simplemente a mujer… hueles a esta mujer.
Félix suspiró y besó mi coronilla.
-Va a llegar el día en que no nos vamos a esconder más – Afirmó.
-Más pronto de lo que crees – Confirmé.
-Vamos a la ducha – Dijo soltándome – Yo huelo a ti, pero créeme que tú hueles a mí.
Nos duchamos enjabonándonos mutuamente y nos lavamos los dientes. Así removimos los aromas incriminatorios. Luego Félix se volvió a poner sus boxers y yo me vestí por completo, con su ayuda. El parche de mi herida estaba en perfectas condiciones.
Félix abrió la ventana para ventilar y nos fuimos caminando a la habitación de Demetri. Cuando llegamos al pasillo indicado detuve a Félix tomando su mano.
-Cuál es la habitación de Demetri? – Pregunté.
-La tercera a la izquierda – Respondió.
-Déjame aquí, no quiero que haya más fricción entre ustedes. Tú eres el que la pasa peor, porque caes en todos sus juegos para sacarte de quicio. No le hagas caso, asume que Demetri te está provocando, y gana el que conserva la calma – Le dije.
-Odio que estés con él – Me dijo mirando a la tercera puerta a la izquierda como si lo hubiera ofendido personalmente. 
-No “estoy con él”, pero me importa, y quiero arreglar nuestras diferencias... Ahora vete, nos vemos mañana – Le dije, y modulé “te amo”.
-Nos vemos, llámame mañana cuando te desocupes – Respondió resignado, moduló “te amo”, y se fue dejándome sola en el pasillo.
Súbitamente ya no me sentía tan confiada.
Súbitamente tenía miedo de lo que ocurriría.
Porque estaba cabreada con Demetri, sí, pero lo que me daba miedo era lo verdaderamente importante que era él para mí.
No era cosa de mandarlo al infierno y cortar lazos. En algún momento del corto pero intenso tiempo que llevaba en Volterra le había abierto mi alma, y arrancarlo de mi vida sería arrancar un trozo de mí. Cómo pudo pasar eso?
Enderecé la espalda y caminé hacia su puerta, asumiendo que discutiríamos lo que hubiera que discutir en mi habitación, porque de acuerdo a lo que había escuchado, nadie había entrado en su habitación jamás. Entendí inmediatamente que era otro de sus santuarios, y que no quería que la presencia de otros lo contaminara.
Toc, toc, toc.
-Pasa – Me dijo desde adentro.
-No puedo – Respondí – Nadie entra en tu habitación, es otro de tus lugares privados.
-Mierda Isabella! Cuándo te he tratado como a los demás? Desde cuándo existe algo que yo no comparta contigo? Entra de una maldita vez! – Exclamó. Había algo raro en su voz y su tono… Más ronco y pastoso.
Lentamente abrí la puerta y entré, cerrando la puerta tras de mí.
Y me quedé paralizada.
Esta habitación no se parecía en nada a las demás que había visto en el castillo. Estaba amoblada de forma simple, elegante y masculina con muebles que logré identificar como del estilo Bauhaus, conjugando blancos, negros y maderas oscuras.
Hacia el otro lado había un enorme biombo que separaba los espacios de lo que asumo que sería su dormitorio. Aún se llama “dormitorio” si nadie duerme ahí?
Estaba tan concentrada en la decoración que no lo distinguí a primera vista, tan quieto estaba… De pié junto a la chimenea, con una botella de whiskey a medio beber en la mano y otras dos en el suelo a su lado.
Estaba borracho como una cuba… Lucía espantoso, su ropa arrugada, su cabello desordenado y su expresión de confianza en sí mismo y picardía completamente ausentes… En su lugar era una postal de angustia y desesperanza. Y apestaba a alcohol.
-Miren quién se digna a aparecer… - Dijo levantando ambos brazos, una de sus manos aun balanceando la botella de whiskey – Si no es la Chica Zombi en persona…
-Demetri… Qué pasó? – Pregunté y caminé en su dirección alzando mi mano cuando estuve frente a él. Él retrocedió y mi mano acarició el aire.
-Vete de aquí Isabella… Tú no quieres estar aquí y yo no te necesito… Yo no necesito a nadie – Dijo desafiante y borracho.
-Demetri… Demetri por favor, soy yo, mírame, soy Bella, y me importas muchísimo – Le dije y nuevamente traté de tocarlo. Esta vez me lo permitió, pero no me lo hizo fácil, ya que no se agachó. Yo tuve que ponerme de puntillas.
-Sé quién eres Isabella, y no te molestes en seguir mintiendo. Sé que soy una obligación para ti. Sé que al principio me odiabas y después simplemente me tolerabas. Sé que yo soy tu venganza y reivindicación por lo que te hizo Félix… Y lo acepto todo porque por alguna jodida razón necesito estar a tu lado… Pero eso no significa que no tenga orgullo, o que no me duela. Eso quieres escuchar? Me dueles Chica Zombi, me dueles y te odio y te amo y me dueles! – Dijo con voz desgarradora, dando un largo trago a su botella. Sus ojos reflejaban su incertidumbre y desesperación.
Y yo quería romper a llorar. Me ardían los ojos, pero el que necesitaba apoyo y consuelo era él. Así es que me aguanté.
-Demetri – Dije hablando lo más bajo posible. No necesitaba curiosos escuchando esta conversación – Quiero que hablemos tú y yo… puede ser? – Pregunté.
Él me estudió atentamente por un par de minutos y luego asintió, pero siguió en silencio. Yo estaba incómoda quedándome quieta bajo su escrutinio así es que dije caminé hacia el biombo, mirándolo a ver si me detenía. No lo hizo.
Y encontré la cama más increíble que he visto en mi vida… Era una cama mecedora tamaño King, junto a una silla mecedora a su lado. Eran obviamente un juego y dentro de mi limitado conocimiento de diseño lo identifiqué como algo al menos inspirado en el estilo Bauhaus que predominaba en esa habitación.
-Wow… no es para nada como me lo imaginé… - Comenté mirando a mi alrededor.
-Y cómo te habías imaginado mi dormitorio Chica Zombi? Y por favor, no te ahorres detalles – Dijo con un sorpresivo cambio de humor, volviéndose otra vez pícaro y seductor.
-Eso… No es lo que quise decir y lo sabes – Le dije sonrojándome hasta la raíz del pelo.
-Qué es lo que quisiste decir? Qué es lo que quieres? Por qué estás aquí? Qué más Isabella? Qué más te puedo dar? Qué más me puedes quitar? – Dijo subiendo cada vez más el volumen de su voz, luciendo cada vez más angustiado.
-Demetri… -Dije volviendo a su lado, tomando su mano y arrastrándolo al sofá más grande, uno de cuero negro. Al llegar me saqué los zapatos y me senté en un extremo, apoyando la mitad de mi espalda en el apoyabrazos - Era mucho más cómodo de lo que parecía.
Demetri se quedó de pié frente a mí como esperando instrucciones. En su borrachera pasaba de una emoción a otra muy violentamente, y debía calmarlo. Es verdad, podría llamar a alguien para que me viniera a ayudar a controlarlo, pero no quería que nadie lo viera en ese estado. Él no me lo perdonaría jamás.
Le hice un gesto palmeando mi regazo. Confusión marcó su rostro.
-Ven Demetri, apoya tu cabeza en mí y vamos a conversar – Le dije.
-No… - Dijo negando muy fuerte y rápido con la cabeza y parece que la mescla del brusco movimiento y todo el alcohol lo mareó un poco.
-Ven conmigo… - Le rogué estirando mis manos hacia él.
Demetri dudó un momento y se dejó caer como un saco de papas en el otro extremo del sofá.
Yo suspiré, me puse de pié y me agaché con algo de dificultad para sacarle los zapatos. Él se dejó hacer mirando atentamente mis movimientos.
Una vez que dejé sus zapatos ordenados junto a los míos me volví a sentar en mi lugar y le dije
-Demetri ven aquí, no te pongas difícil, ven…
-Sigues jugando conmigo – Dijo como regañándome – No tienes conciencia – Y por fin apoyó su cabeza en mi regazo.
Yo acaricié su cabello y él suspiró, cerró los ojos  y se acomodó para quedar de costado y abrazar mis piernas a la altura de las rodillas. Yo me sobresalté un poco pero seguí acariciándolo suavemente, como si estuviera haciendo dormir a un niño.
Me encontré arrullándolo suavemente, con las mismas nanas que me cantaban mi mamá y mi nonna, y cuando se me acabó el repertorio comencé otra vez. Una y otra vez.
Y durante un largo rato, probablemente horas, Demetri simplemente descansó en mis piernas, aferrándose a mí como siempre que dudaba de mí.
-Demetri… - Comencé cuando me pareció que ya estaba sereno. Habría pensado que estaba dormido si eso hubiera sido posible, pero no, no dormía, y me demostró que me escuchaba apretando un poco mis piernas.
-Demetri, tú no dimensionas lo importante que eres para mí… No sé cómo ni por qué, pero siento una parte de mí atada a ti desde que hablamos en el hospital, y ese sentimiento no ha hecho más que crecer. Yo entiendo que te sientes de alguna forma traicionado cuando amenacé con declararte muerto para mí si matas a Gianna, pero hasta tú entiendes que esa es una brutalidad.
Yo creo que la verdadera razón de tu enojo es que piensas que para mí sería así de fácil sacarte de mi vida y no lo es…! Pero eso no significa que podamos ser una pareja… - Le dije y él se trató de levantar, pero lo mantuve donde estaba. Obviamente si él realmente hubiera querido hacerlo, se habría alejado de mí, pero aún parecía dispuesto a escuchar – Por favor, escúchame…
-No necesito tu caridad – Dijo con la voz ronca y muy baja.
-El cariño inmenso que siento por ti no es caridad, es amor! Yo te quiero, y te necesito como tú me necesitas a mí… - Dije enredando mis dedos en su cabello.
-Y qué rol juega tu noviecito en todo esto Isabella? Crees que estoy dispuesto a compartirte? Para él los días pares, para mí los impares? Nos repartimos las fechas especiales? Él la Navidad y yo el Año Nuevo? Mierda Isabella, mierda! – Gritó cubriéndose el rostro con un brazo.
-Demetri, entiende, te aferras a mí porque crees que te voy a dejar. Conectamos y crees que no puede durar, por eso nos quieres atar… Pero no te das cuenta de que la manera más rápida de echarlo todo a perder entre nosotros sería tratar de ser una pareja! – Traté de explicarle.
-Eso no lo sabes! No lo hemos intentado – Argumentó.
-Yo… Yo quiero a Félix… Quiero estar con él… - Afirmé suavemente - Pero crees que no me he imaginado en lo que seríamos tú y yo juntos? – Admití.
-Sería espectacular, Isabella… Tú y yo nos entendemos como nadie… -Dijo entusiasmándose de nuevo.
-Tal como estamos ahora, cuando los plazos son finitos, tal vez… – Interrumpí – Si ambos fuéramos humanos probablemente te diría que lo intentemos… Pero no quiero, no puedo enfrentar una eternidad odiándonos porque no funcionó nuestra relación.
Tú y yo nos queremos de verdad, tenemos códigos, confianza, lealtad e intimidad… Lo único que no tenemos es una relación física, y esa es una barrera que creo que no debemos cruzar…
-Isabella por favor, tú misma admites que somos compatibles, tú y yo somos perfectos… - Me dijo rogándome con la mirada.
-Demetri, tú y yo somos mucho más que compatibles, tú y yo somos lo mismo. Por eso estamos tan cómodos el uno con el otro, porque esencialmente soy una versión femenina de ti… De ese Demetri que escondes, ese que es bueno y dulce, el que sólo a mí me permitiste conocer… El que no es externamente un bastardo egoísta… Esa soy yo – Dije acariciando su rostro – Yo soy la persona que eras antes de que la vida te golpeara tan duro…
-Sigues confirmándome que deberíamos estar juntos… - Dijo con la voz muy suave, volviendo a su posición original en mi regazo.
-Eso es lo que no entiendes, métetelo en esa cabeza dura! Nosotros estamos juntos! Lo único que no incluimos al mix es la relación física, el resto está ahí. Yo estoy ahí. Yo te quiero y te necesito, y daría todo por ti… - Dije doblada en dos para abrazar su hombro mientras él abrazaba mis piernas.
-Yo te deseo… y sé que tú me deseas a mí. Estoy seguro de que somos compatibles físicamente… Isabella… Isabella déjame demostrarte el placer que te puedo entregar – Dijo mirándome a los ojos y acercándose poco a poco. Yo me enderecé hasta apoyar la espalda en el respaldo.
-No – Le dije cuando sus labios casi tocaban los míos. Él se detuvo pero no se retiró. Se quedó ahí, a milímetros de mi boca, ambos respirando el aliento del otro.
-Isabella… dame la oportunidad – Dijo susurrando, y rosando apenas sus labios con los míos – Déjame quererte… Sólo quiero hacerte feliz.
-Y yo quiero que seas feliz – Le dije abrazándolo con toda mi fuerza para hablarle al oído – Y si creyera que existe una posibilidad real de que lo nuestro resultara te juro que lo dejaría todo por ti… Pero sé que no duraríamos nada, y después qué? Encontrarnos en los pasillos incómodos y rencorosos como tú y Gianna? Arriesgarías perderme por siempre a cambio de un mes o dos juntos? Vale la pena? No te niego que es tentador si pensamos sólo en el aquí y ahora, pero yo te quiero en mi vida por siempre – Le dije tomando su rostro entre mis manos para mirarlo a los ojos y evaluar su reacción.
-Deja de mentir! Deja de darme excusas! Si no me quieres dímelo! Si quieres estar con Félix dímelo! Pero sé honesta Isabella, sé honesta! – Gritó alejándose de mí.
-Estoy siendo honesta, idiota! – Le grité – Si fueras desechable en mi vida no me complicaría tanto, pero te quiero… te quiero y es algo que no tiene que ver con Félix, porque si Félix no existiera tampoco podríamos estar juntos. Esto se trata de ti y de mí y de qué queremos para el futuro.
-Yo te quiero a ti! – Gritó.
-Dime qué va a pasar cuando la emoción y la adrenalina de ser pareja se acabe. Dime qué va a pasar cuando ya conozcas mi cuerpo, cuando ya no sea un misterio, cuando descubras que no sé nada! No soy una mujer de mundo, soy una virgen de casi 19 años, Dem… Cuánto tiempo crees que puedo retener tu atención? Y luego empezarás a coquetear con otras mujeres… Y no me digas que no va a pasar porque es parte de ti, está entretejido en tu ADN. Dime qué pasará cuando las bromas suban de tono y nos enojemos. Quién va a ceder? Dime qué pasa cuando esa relación estalle y se acabe y nos sigamos viendo día a día por siempre, ya no más pareja, ya no más amigos…
-Isabella… - Rogó.
-Demetri – Lo interrumpí - Yo de verdad creo que este es tu intento de atarme a ti. Yo creo que estás confundiendo tus sentimientos… A mí me pasó algo así con Jake, mi necesidad de atarlo, de no alejarlo con mis negativas, me impulsó a hacer cualquier cosa para no perderlo. Si Alice no hubiera aparecido yo estaría atrapada en una relación con alguien a quien quiero con todo mi corazón, pero no amo…
-Entonces eso es todo? – Preguntó con tono seco y cortante.
-No, no es todo. Tu espacio en mi vida es primordial, y no hay nadie más que lo pueda llenar. Tenga o no un novio, y sin importar la gente que pasa por mi vida, tu espacio está aquí – Dije con la mano en mi corazón – y aún si no lo quieres, nadie lo va a llenar, porque es tuyo y va a estar esperando por ti.
-Isabella… Yo nunca sentí… - Dijo sentándose y apoyando los codos en sus rodillas y su cabeza en sus manos.
-Lo sé… Lo sé… Y no tienes punto de referencia. Pero si confías una pizca en mí, confía en esto… Algo, no sé qué es, nos une. No hay otra relación en mi vida en la que tenga la certeza de que se mantendrá inalterable, excepto ésta. El amor que se siente por una pareja o un amigo es variable y condicionado a un montón de factores, pero lo que me pasa contigo es que aun sabiendo quién y cómo eres, sabiendo que siempre vas a ser una espina en mi costado, e incluso sabiendo que siempre me voy a tener que ocupar y preocupar por tu causa, también sé que no van a cambiar mis sentimientos hacia ti. Sacarte de mi vida es tan absurdo como decidir que ya no quiero a una de mis piernas, o que me aburrí de mi mano. 
Dime que entiendes, dime que no estoy loca, porque nos conocemos hace tan poco pero me importas tanto… - Le dije acariciando su cabello.
-Me hablas en serio? – Preguntó.
-Obvio que hablo en serio, tú crees que ando por la vida regalando un discurso como ese así como así? – Le dije abrazando su costado, poniendo mi cabeza en su hombro.
-Lo que dijiste es verdad – Dijo después de un rato en silencio. Se apoyó en el respaldo del sillón y me atrajo hacia él, apoyando mi cabeza en su pecho.
-Qué parte? – Pregunté reacomodándome.
-No tengo marco de referencia. Nadie me había importado antes excepto tal vez mi padre, y no recuerdo muy bien el sentimiento, sólo los hechos concretos… No sé cómo manejar lo que me provocas porque me aterra perderte. Tú me pides que seamos amigos, pero eso no significa nada para mí, porque ninguno de mis amigos me ha importado ni remotamente tanto como me importas tú… Pero no existe algo como el “matrimonio de amigos”, no existe un compromiso o un ritual que selle nuestra relación. Tienes razón, quiero amarrarte a mí, no para poseerte, sino para atraparte. Necesito algo que echarte en cara cuando me dejes… Poder decirte “Pero tú lo prometiste”, “Pero aquí está tu firma”, “Aquí dice que tú también me necesitas…” – Dijo con la voz ronca y quebrada.
-Demetri, mañana vamos a ir a pescar, y que se joda el trabajo – Le dije improvisando, pero entusiasmándome a medida que desarrollaba la idea – Vamos a ir a los cerezos a hacer un picnic y vamos a gravar nuestro compromiso hacia el otro... Como los votos de los matrimonios, pero distintos, especiales. Luego nos vamos a pescar… Vamos a guardar esos videos en un lugar seguro y si alguno de los dos quiere largarse, tendremos esa evidencia de nuestra relación para echárnosla en cara.  Aunque francamente, nuestra relación es demasiado codependiente, no creo que sean necesarios.
-De verdad quieres comprometerte a algo conmigo? – Musitó – Todos piensan que soy un cabrón, hasta tú…
-De verdad me voy a comprometer contigo, y sí, a veces te comportas como un cabrón, pero no lo eres. Y al final puede que me enojes, puede que me frustre, pero te quiero de forma incondicional, y eso me frustra más que cualquier otra cosa… Pero Dem, lo de Gianna va a ocurrir, te guste o no. Simplemente aprende a ignorarla, no creo que ella sea la única del castillo con la que te has acostado. Simplemente tienes que aprender a descargar tus pasiones en otro lugar.
Pero a mi amiga no la vas a dañar. Pueden pelear e insultarse todo lo que quieras, sé sarcástico, hazle honor a tu reputación de bastardo, búrlate, has lo que quieras… Pero si matas a Gianna, a la única persona que vas a dañar sería a mí… Y yo no te he hecho nada para que me castigues de esa manera – Le dije aun descansando contra él, que se había tranquilizado y escuchaba atentamente.
-Te dije que te amo… - Murmuró como sorprendido.
-Lo sé. Yo también a ti... sólo que no un amor romántico. Como le dije a Gianna, creo que tú eres mi alma gemela. Mi alma reconoce a la tuya… - Le dije.
-Le dijiste eso? – Preguntó.
-Sip – Afirmé.
-Por última vez… Por qué no podemos estar juntos? – Preguntó.
-Porque no vamos a arriesgar perdernos, perder lo que tenemos… - Respondí.
-Isabella… No te gusto? Físicamente, quiero decir… - Preguntó incierto.
-Dem… Eres honestamente uno de los hombres más hermosos que conozco, eso seguro que lo oyes todo el tiempo – Le dije enderezándome para mirarlo - Pero sabes lo más atractivo de ti? Es que eres cool… La forma en que te vistes, la forma en que te mueves, tu sonrisa es interesante y misteriosa. No creo que lo ensayes frente al espejo antes de partir al bar, así es que asumo que es una cualidad innata. Sólo por eso, aún si no fueras hermoso, serías guapo – Terminé con una sonrisa apretando una de sus manos.
-Lo voy a decir una última vez y ya no más… Al menos no hoy… Aquí va: Te amo Isabella. No sé si son las palabras adecuadas, pero es la única forma que tengo para explicar lo que me pasa contigo.
-Y yo te amo a ti… Con todo mi corazón – Le dije aliviada al ver que estaba aceptando la situación más calmadamente.
-No con todo, le diste un pedazo grande a Félix – Dijo frunciendo el ceño.
-Ah bueno, es verdad, pero tú tienes parte de mi corazón y de mi alma… Tú tienes algo de los dos, y si me dejas, imagínate el tremendo hueco que dejarías en mí. Quedaría medio vacía.
-Me puedo quedar contigo esta noche? – Preguntó – Me voy a comportar, lo juro, igual que en el hospital… Es sólo que no quiero quedarme sólo y borracho. No hoy.
-Pero con una condición – Le dije.
-Nómbrala – Respondió.
-Puedo dormir en tu cama increíble, maravillosa, espectacular? – Pregunté.
-Puedes – Respondió encogiendo los hombros – Sería bueno que se estrenara…
-Nadie ha dormido en ella? – Pregunté.
-La mayoría de estos muebles los compré cuando eran modernos y vanguardistas, no antigüedades, por lo tanto la cama la compré nueva. Como muy bien adivinaste nadie entra en mi habitación, eso sólo te deja a ti para estrenarla… – Me dijo – Anda a ponerte pijama o lo que sea que uses para dormir mientras yo le pongo sábanas a la cama.
-Vale, cual es mi habitación? – Le pregunté.
-La que está justo al frente – Me indicó.
-Voy y vuelvo – Dije, le di un abrazo tan apretado como pude y me fui a mi habitación… Esa que ni siquiera conocía.
Era bastante parecida a las demás, con la misma decoración de pesados muebles medievales, e hice una nota mental de redecorar cuando ya me hubiera integrado a La Guardia… Aunque tal vez entonces compartiría habitación con Félix? Sería adelantarme demasiado a los hechos el asumir que viviríamos juntos tan pronto? Naaaaah, él también querría compartir su espacio cuanto antes, sino cómo tendríamos todo el sexo que pretendíamos tener?
Las maletas de Gianna no se veían por ninguna parte, pero al abrir el closet vi que toda la ropa estaba ordenada. Esa Gianna es tan eficiente que da miedo!
Escarbé entre los cajones hasta dar con la lencería y los pijamas. Eran todos de raso o satín o al menos tenían aplicaciones de esos materiales, y encaje… mucho encaje. Había ropa de dormir de varios colores y modelos, pero todos tenían algo en común… Eran mucho más sexi que mis habituales pantalones deportivos y camisetas gigantes.
Al final me decidí por una camisola blanca de algodón que por frente se veía bastante modesta y sencilla, pero que tenía un elegante bordado de malla en la espalda. Con todo, no era nada reveladora, y así, sólo con mi camisón y descalza, crucé a la habitación de Demetri.
Toc, toc, toc.
-Pasa Chica Zombi – Dijo sin abrirme. Sonreí al oír mi sobrenombre. Estábamos en buenos términos otra vez.
-Que mal anfitrión eres, al menos te podrías molestar en abrirme la puerta, no? – Bromeé.
Demetri se quedó de pié abrazado a una almohada y no se movió.
-Dem? – Le pregunté cerrando la puerta y mirándolo atentamente.
-Eres pérfida, lo haces a propósito para joder mi cabeza – Me acusó lanzándome un almohadazo.
-Uh? – Pregunté.
-Qué pasó con las camisetas gigantes? – Preguntó.
-Las devolví, no eran mías. Gianna me compró la ropa para dormir, casi pura lencería sexi, este camisón es lo más discreto que encontré. Y no me vengas con cosas raras, que este me llega a la rodilla y no muestra nada! – Le dije lanzándole el cojín de vuelta.
-Métete a la cama y deja de torturarme. Vas a dormir de inmediato o quieres ver una película? – Preguntó.
-Puedo ver una película desde la cama? – Pregunté.
-Sí.
-Netflix?
-Sí.
-Últimamente me he dedicado a ver puras películas malas… Te parece una buena para variar? – Pregunté.
-Buena como qué? Buena como “El Padrino”? Buena como “Pulp Fiction”? Buena como “Terminator”? Buena como la trilogía de Batmans de Christopher Nolan? Buena como “Watchmen”? Buena como el documental “Bowling for Columbine”? Buena como “Dead Note”? Buena como “El Resplandor”, “El Exorcista” o “Tiburón”? – Preguntó mientras yo me encaramaba en la cama mecedora dando un gritito de emoción cuando se balanceó.
-Dem, todas son películas excelentes, pero no me vas a negar que tus gustos alegres, lo que se dice alegres, no son… Sabes cual me gustó en su momento? “Matrix”, porque nunca se había visto algo parecido, visualmente era increíble, los juegos de cámara eran como magia… Totalmente rupturistas para la época… Uf! Pero claro, a los Wachowski´s les quedó gustando la plata, la convirtieron en una franquicia y todo se fue al demonio… Oye Dem… Si vemos una como “7 Pecados Capitales” o “El Silencio de los Inocentes”, te da hambre? – Pregunté respirando por fin.
-Eres una ridícula y te debería echar a patadas o al menos mandarte al sillón por faltar el respeto a tus mayores. En respuesta a tu insensible pregunta, no, no me da hambre ver psicópatas en acción, yo mato por necesidad, no por placer. Y con respecto a ti… Pensar en comerte es como pensar en comerme mi propio pié. Así de apetitoso y así de imposible.
-Vale, vale, lo siento… Y qué hay de “Alien”? Esas son varias, podemos ver un maratón…
-Nop, sólo la primera es buena, después la trama se degenera hasta culminar con la falta de respeto hacia el espectador que fue “Alien Resurrection”.
-Agh! No me estoy haciendo más joven ni hermosa, sabes? Qué hay de “Match Point”? – Sugerí.
-No la he visto – Dijo frunciendo el entrecejo.
-Aaaaah, ahí hay algo para cada uno… A Jonathan Rhys Meyers que es guapo e irlandés para mí, a Scarlett Johansson que es sexi y preciosa para ti, a Woody Allen encargándose de que la película no apeste, y un resultado bastante aceptable.
-Ok Chica Zombi, voy a confiar en ti, pero la próxima la elijo yo - Aceptó y comenzó a buscar la película en el menú de Netflix, la inició y apagó la luz superior… Y ahí se quedó parado.
-No sabes dónde sentarte verdad? – Pregunté sonriendo. Él negó con la cabeza – Ven conmigo – Dije palmeando el lado derecho de la cama – Yo me quedo bajo las sábanas y tú por sobre la colcha, te parece?
-Pero te puedo tocar? – Preguntó sentándose junto a mí.
-Qué quieres tocar? – Pregunté.
-Sólo tu mano… Quiero sostener tu mano – Susurró. Otra vez se aferraba cuando no estaba seguro de mí. Yo me puse en posición fetal, apoyé mi cabeza en una mano y le entregué la otra, con la que empezó a jugar de inmediato.
-Dem…
-Sí?
-Creo que me voy a quedar dormida… - Le dije con los ojos ya cerrados.
-Lo sé – Respondió.
-Dem…
-Sí?
-Mañana es nuestro compromiso… Eso es serio y especial… Ya no vamos a poder escapar… Aún lo quieres hacer? – Pregunté.      
-Lo necesito – Dijo apretando un poco mi mano – Sea lo que sea que somos, necesito atarte a mí… Especialmente sabiendo que estás con Félix…
-No te enojes con Félix, él me quiere… - Le pedí.
-Todo el mundo te quiere, eres jodidamente adorable! Yo te amo! – Dijo más alto.
-Dem dijiste que ibas a dejar de repetir eso al menos por ahora. Tratemos de dejar que el tiempo nos ayude a esclarecer nuestros sentimientos. Yo creo que está claro que nos sentimos de igual manera el uno por el otro, la diferencia entre tú y yo es que yo tengo varios lazos afectivos aparte de ti, en cambio tu centras toda tu atención en mí… - Dije y bostecé - Dem te estás perdiendo la película, y de verdad es buena… - Agregué.
-Tú de verdad no la vas a ver? – Preguntó.
-Tengo una pizca de sueño… - Dije ya sin poder abrir más los ojos. Y lentamente me deslicé a la inconsciencia.
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Oh sí, creo que hay bastante qué opinar, y soy toooda oídos.
Abrazos y hasta la próxima!










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