viernes, 15 de mayo de 2015

Sangre Sucia 3

Capítulo nuevo, sí, así de pronto. Uf! Es que necesito sacarme estas conversaciones de la mente cuando aún están frescas... Suena raro, pero es así.
Cuéntenme cómo vamos y les digo bienvenidas! a todas mis nuevas lectoras y muchas gracias por seguir acompañándome! a las antiguas.
Que disfruten!
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-Estás llorando? Te hice daño? – Preguntó ansioso. Granger no había llorado en todo el proceso. Ni la tortura, ni la pérdida, ni la vulnerabilidad, ni el dolor de la curación, o el miedo a lo desconocido la habían quebrantado, y lo que veía ahora lo desconcertó – Tengo una poción para el dolor – Ofreció. Ella negó con la cabeza – Vamos Granger, no me salgas con idioteces de chica ahora, dime qué rompí y cómo arreglarlo…
-No me hiciste daño – Dijo ella con la voz quebrada – Me diste esperanza…

Capítulo 3
Admire me, admire my home
Admire my son, he's my clone
Yeah, yeah, yeah, yeah
This land is mine, this land is free
I'll do what I want but irresponsibly
It's evolution, baby
I'm a thief, I'm a liar
There's my church, I sing in the choir:
(hallelujah, hallelujah)
Do the Evolution / Pearl Jam
HERMIONE
-No te di nada Granger! – Se puso él de pié, incómodo. Ella lo siguió con la mirada y lo vio pasarse las manos por la cabeza varias veces, en un gesto de exasperación que la tranquilizó porque al menos eso si le era familiar. Ese gesto lo había visto repetirse por años cada vez que las cosas no salían como él quería.

-Si lo que me dijiste es verdad, entonces si lo hiciste – Susurró ella sin confiar demasiado en su voz – Me diste algo mucho mejor que salvarme la vida o ahorrarme las cicatrices.
-Por qué te empeñas en ver lo bueno en las personas? Es que no tienes memoria? Orgullo? Es que no recuerdas como te traté por años? Lo que te dije no una sino cientos de veces? Lo que hice? Lo que estaba dispuesto a hacer?– Gesticuló enojado, ya no con sí mismo, sino con ella – No soy una buena persona Granger, no te empeñes en creer algo distinto!
Hermione lo miró atentamente por un par de minutos, tomando nota de cada detalle y gesto, desde la postura de sus piernas hasta la expresión de su rostro. Claramente estaba tenso y perturbado, pero ella no supo decir por qué. Qué le importaba a él lo que ella quisiera creer?
-Tengo muchos defectos Malfoy – Dijo con voz firme y lentamente, para que él pudiera absorber el significado de cada una de sus palabras – Pero lo que no soy es estúpida. Hay muchas cosas que no me has dicho aún y ya vamos a llegar a eso, por lo pronto me basta con escucharte decir que llegaste por ti mismo, y en un par de años, a conclusiones que a la humanidad en su conjunto le tomó milenios.
-Deja de darme crédito! Estaba encerrado y aburrido, en algo me tenía que entretener! – Le dijo cruzando los brazos defensivamente.
-Podrías haberte comprado un televisor o leer "Play Boy" o "Mecánica Popular"… Pero elegiste conocer a tu enemigo. Elegiste ir en contra de todo lo que te inculcaron durante toda tu vida y por primera vez pensaste por ti mismo – Concluyó ella sonriente. No se sentía tan bien desde hacía meses… Muchos meses.
-Maldita sea Granger! Deja de pensar como una Gryffindor por un momento y para de tratar de convertirme en un maldito héroe! Recuerda lo que era! Recuerda lo que objetivamente sabes de mí! Recuerda por qué razón me diste un puñetazo esa vez…! – Insistió él – Nunca he sido amable o bien educado contigo, y nunca me va a importar nada más que mi propio beneficio. No voy a arriesgar mi pellejo por nadie. No soy como tú!
-No me importa! – Dijo ella sabiendo que lo que él decía sobre su egoísmo no era cierto. Él le salvó la vida, la acogió en su casa y la estaba curando, todo a riesgo de ser descubierto albergando a una fugitiva, pero sabía que no era el momento de enrostrárselo – Lo que tú no entiendes Malfoy, es que no me importa que sigas siendo un idiota y no me importa si me sigues odiando, sólo quiero que me odies por las razones correctas! – Dijo ella rodando los ojos, exasperada de no poder gesticular, aunque ya estaba recuperando algo de movilidad en el cuello.
-Qué? Cuales razones correctas? De qué demonios estás hablando? – Preguntó él atrapándola nuevamente con su mirada. Odiaba que hiciera eso! La hacía sentirse vulnerable y… Como una chica.
-No quiero que me odies por principio! Quiero que me odies por mí, por las cosas irritantes e insoportables que yo hago para hacer tu vida miserable. Es el prejuicio el que duele y molesta Malfoy, el asumir que por mi ascendencia mi vida carece de valor… Me frustra porque no existe argumento contra eso… - Explicó ella nuevamente emocionada, con voz rasposa pero tratando de no llorar, ya que las lágrimas parecían alterarlo aún más.
-Nunca te he odiado – Masculló Draco mirando al suelo y recargando su espalda contra la pared, como si las fuerzas lo hubieran abandonado.
-Oh, vamos Malfoy! Pensé que por fin comenzábamos a hablar en serio! – Dijo Hermione comenzando a cabrearse otra vez – Hiciste mi vida imposible a cada oportunidad!
-No porque te odiara – Repitió él.
-Explícate – Demandó ella sonando más segura de lo que se sentía.
Él sólo la miró estudiándola, impasible como una escultura.
Otra de las preguntas que él se negaba a contestar…
Bien, Draco no sabía con quién se enfrentaba si pensaba que se saldría con la suya cerrando la boca y jugando a la estatua cada vez que no le gustaba la dirección de la conversación. Hermione era lista y llegaría a su objetivo eventualmente. Otra vez cambió de tema.
-Malfoy… Y… Ya no te da miedo contaminarte con mi sangre sucia? – Preguntó titubeante fijando sus ojos en las manos de Malfoy, que estaban cubiertas de sangre desde la primera falange hasta los antebrazos. Sólo la punta de los dedos y sus palmas estaban limpios gracias a la poción y el paño.
Mirándolo bien, era como si tuviera una impresión del cuerpo de ella sobre él, desde el pecho hasta las rodillas, probablemente de cuando ella se desmayó y él la sujetó. Y luego la debe haber cargado, porque si hubiera ejecutado el hechizo "Wingardum Leviosa" no tendría tan empapada su camisa.
Draco se puso rígido otra vez y la miró tan enojado que por primera vez ella creyó que la asesinaría. Había algo más en su expresión… Estaba ofendido? Por qué? Él mismo había dicho que ella no debía esperar nada bueno de él!
-Te he dado alguna muestra de que me repugnes, Granger? – Preguntó él acercándose a la cama desplegándose cuan alto y ancho era, y resultaba intimidante. Lanzó el paño en la fuente con más fuerza de la necesaria, salpicando su contenido y se volvió a alejar de ella dándole la espalda, como si no soportara verla.
-No… No! – Rectificó ella de inmediato, arrepentida de haber pulsado demasiado sus botones. Malfoy nunca fue conocido por su paciencia.
-Dime algo Granger… Eres la misma persona ahora que cuando estabas en el colegio? Tu visión del mundo, tus valores, no han cambiado para nada? – Preguntó él aun dándole la espalda.
-No, no soy la misma – Murmuró ella a contrapelo y muy a su pesar. No lo era. En los primeros años de la guerra trató con fuerza de conservar su inocencia y frescura, pero ahora… Ahora la cosas eran diferentes. Ella era diferente. Había visto demasiado, había hecho demasiadas cosas de las que no se sentía orgullosa, había matado, robado y mentido en nombre de La Orden, y no se arrepentía, pero todo aquello había dejado su huella indeleble en ella. En su alma.
A veces sentía que no siempre su compás moral indicaba en la dirección correcta, y que no estaba actuando de manera muy diferente a los mortífagos, pero su única certeza era que donde fuera que Voldemort se dirigiera, ella iría justo en la dirección contraria.
Sintió pena por la niña que fue, por la inocencia desgarrada demasiado pronto por las feas realidades de la guerra… E inmediatamente se regañó a sí misma. Ella no se podía quejar. Al menos estaba viva. Al menos sus padres estaban vivos. Sin recordarla y en una locación desconocida hasta para ella, pero vivos.
Malfoy debe haber visto la tristeza en sus ojos porque suavizó un poco su rostro y dejó de pasearse como león enjaulado.
Se miraron un momento y la comprensión brilló entre ambos.
Tregua.
Malfoy suspiró y retomó su lugar en la silla, realizó un rápido hechizo para limpiar el desastre que había hecho al lanzar el paño a la fuente, y comenzó a limpiar otro corte en el estómago de Hermione.
Ella trató de ignorar la incomodidad que le generaba la intimidad del gesto, la que había evitado con las conversaciones mantenidas, y cerró los ojos tratando de dormir o al menos fingir hacerlo.
No aguantó mucho, cerrar los ojos sólo enfocaba más sus otros sentidos, así es que los abrió de nuevo y miró a Draco trabajar.
No se veía asqueado.
De hecho estaba profundamente concentrado en que estos cortes, realizados en la piel más delicada y cercana a órganos vitales, quedaran perfectamente sellados. No sólo salvaba su vida, salvaba su integridad física… Su belleza…
Pero para qué molestarse?
Obviamente lo primero que había hecho había sido atender su rostro y el resto de su cabeza, porque los sentía perfectamente sanos, y uno podría asumir que eso era suficiente… Un rostro que no quedaría deforme al cortar la hemorragia que la mataba lentamente.
Entonces… Cuántas horas llevaba trabajando en ella?
Se veía pálido y cansado, pero él siempre estaba pálido, y quién sabe qué hacía en su vida diaria cuando no estaba reparando a Hermione… Quizás estaba cansado desde antes.
-Eres un buen sanador – Le comentó – Tal vez… Tal vez cuando acabe la guerra podría ser esta tu profesión…
-Cuando acabe la guerra! – Bufó él, incrédulo.
-Qué? – Preguntó ella – En algún momento tiene que terminar, verdad?
-Claro, cuando estemos todos muertos – Respondió él sin inmutarse.
-Si en verdad crees eso para que luchar contra lo inevitable? Por qué no continuar con el lado vencedor y subirse al carro de la victoria? – Lo desafió – Seguramente podrías lograr que te aceptaran de vuelta… Incluso ahora, yo soy una buena ofrenda… - Dijo y se quiso morder la lengua por plantar ideas en su mente.
-Porque están equivocados! – Exclamó él exasperado, levantando la vista otra vez – Mierda Granger! Hasta cuándo insistes? Quieres que lo deletree? La sangre no importa! Sólo importa la habilidad mágica y ésta se presenta en magos pura sangre y en muggles. Eres "La Bruja Más Brillante de tu Generación" – Dijo él refiriéndose al estúpido título que le había asignado la prensa. Ella lo odiaba, pues creaba atención indeseada y elevaba las expectativas que tenían de ella – Cómo es que no lo sabes!
-Claro que lo sé Malfoy! Siempre lo he sabido. Mis padres, ambos padres, son muggle. Soy más sangre sucia que cualquiera, en mi familia jamás hubo un mago, pero eso nunca me detuvo de practicar mi magia. Pero tú… Tú me odiabas por mi linaje! Mi certificado de nacimiento te era repugnante – Exclamó volviendo a la conversación anterior.
-No te odiaba por tu linaje – Masculló Malfoy cubriendo sus ojos con los talones de sus manos. Hermione no supo si lo hizo para descansar la vista o para evitar su mirada.
-Claro que sí! – Insistió – No perdías ocasión de recordármelo.
-En Hogwarts había cientos de alumnos hijos de muggle. No te pareció raro que me concentrara sólo en ti? – Preguntó él volviendo al trabajo, con tono cansado. Estaba limpiando sus costillas, justo bajo la copa de su sostén, y ella trató con todas sus fuerzas de ignorar este hecho.
-Pensé que por ser amiga de Harry… - Dijo ella.
-Ok, admito que eso no ayudó, Potter es un imbécil y no hablemos de Wesley, pero mi problema contigo… - Dudó un momento sobre si debía continuar y finalmente se decidió – Mi problema eran las expectativas puestas en mí. Mi sangre es cien por ciento pura, desciendo de las dos familias más ricas y respetadas de la sociedad mágica y era el único heredero de las fortunas combinadas de mis padres. Te haces una idea de lo que se esperaba de mí?
Ella asintió. Nunca lo pensó, de hecho asumió que todo eso eran ventajas, no cargas, pero a lo mejor sus privilegios resultaban ser una molestia, tal como el título de "La Bruja Más Brillante…"
-Mi problema – Continuó él – Es que desde que aprendí a hablar se me enseñó la jerarquía del mundo mágico y mi puesto en la sociedad. Pero tú, mi supuesta inferior, a pesar de ser una chica, vergonzosamente impura y ni siquiera saber de la existencia de la magia hasta entonces, desde el primer día obtuviste calificaciones superiores a las mías. No importaba cuánto me esforzara, siempre estaba segundo frente a una sangre sucia… Cómo crees que se lo tomaba mi padre?
-Oh! – Dijo ella comprendiendo – Te castigaron por mi culpa? – Preguntó sintiendo pena y rabia por lo que hubiera sufrido Malfoy. Era de extrañarse que la odiara o al menos la resintiera? Supuso que no. Su caso personal era tan distinto… Sus padres muggle simplemente querían que fuera feliz haciendo lo que eligiera, y su ranking de notas era sólo una anécdota.
-Castigos? – Preguntó él incrédulo – Como a los muggle? No – Dijo con una sonrisa amarga en los labios – Los magos son más persuasivos que eso, especialmente las familias de un linaje como el mío, que conservan las tradiciones.
-Te golpeaban? – Preguntó ella horrorizada sin notar que él le estaba limpiando el pecho, justo sobre el corazón.
-Algo así – Dijo él encogiendo los hombros vagamente.
-Dime Draco! -Exclamó Hermione y con tremendo esfuerzo aferró sus dedos a la camisa de Malfoy, que estaba apoyada contra su mano al inclinarse para limpiar sus heridas.
Era raro llamarlo por su nombre… extrañamente íntimo. No era la primera vez que lo hacía durante este bizarro día, pero fue la primera vez que sonó honesto. Personal.
-Existen… Hechizos que hacen el trabajo - Masculló soltando su agarre de la camisa dedo por dedo. Ella se resistió, no quería que se le escapara, pero obviamente no era rival para él.
-Tu padre ni siquiera se tomaba la molestia de golpearte por sí mismo? – Preguntó ella incrédula, odiando a Lucius Malfoy más que nunca.
-Un castigo mágico deja su marca – Dijo él y siguió trabajando.
Silencio.
-Marca… -Susurró Hermione cuando la palabra hizo "click" en su cerebro – Draco, déjame ver! – Demandó.
-Olvídalo Granger, si me quieres desnudo en la cama al menos invítame un trago – Bromeó él débilmente.
-Esas son MIS marcas Malfoy – Dijo ella firmemente agarrándolo de nuevo – Las tienes por MI CULPA… Mierda! – Se recriminó – Si al menos me hubieras dicho…
-Decirte qué? Que necesitaba que te estupidizaras un poco para evitar que mi padre me golpeara hasta hacerme perder el sentido? – Se burló él amargamente.
-Yo… - Dijo Hermione con las lágrimas contenidas quemándole los ojos – No, supongo que nunca lo hubieras hecho.
-Habría preferido morir de una paliza que pedirte algo así – Afirmó lentamente, enfatizando la palabra "morir" - Pero no importa, no es que mi padre hubiera matado a su único heredero… - Dijo fingiendo indiferencia, pero esta vez Hermione pudo ver a través de la fachada.
-Pero ahora me lo estás diciendo… - Dijo ella suavemente, como para no alejarlo.
-Ahora es distinto – Dijo él – Ahora me importa una mierda lo que diga mi padre, sé que no tengo que tratarte distinto por ser mujer y ya no eres diferente en mi mente por ser de origen muggle. Eres lo que eres porque te lo has ganado y eso lo puedo respetar. Yo debí aprender y empezar de cero, y aunque no parezca mucho, me gusta este lugar. Porque es mío.
-Esa es una forma muy moderna de pensar – Comentó ella – Los magos de familias como la tuya no se caracterizan por ser progresistas.
-Yo no tengo familia y todos mis antiguos amigos me dieron la espalda cuando traté de contactarlos – Aclaró él – Así es que puedo pensar lo que quiera, no tengo que probarle nada a nadie.
-Y sigues viviendo como muggle? – Preguntó ella.
-Me muevo entre los dos mundos – Dijo él vagamente – Pero de vez en cuando me gusta ir a lugares concurridos, como una plaza o un muelle, sólo para mezclarme entre la gente.
-Draco – Dijo ella esforzándose al máximo y aguantando el dolor para alcanzar una de las manos de Malfoy, que descansaban en el colchón mientras él se las estudiaba como si pudiera ver su futuro en ellas. Él se tensó ante su toque, pero no se alejó ni retiró su mano – Draco, necesito… Necesito ver… Necesito saber… Lo que te sucedió por mi culpa…
-No fue tu culpa! – Exclamó él exasperado – No es tu culpa que seas un fenómeno que prefiere pasar su tiempo en la biblioteca a cualquier otra forma de entretenimiento!
-Draco… - Insistió ella apretando un poco.
-Mierda Granger! – Exclamó poniéndose de pié y soltando el débil agarre – No me vas a dejar en paz, verdad? Eres como esos perros muggle que muerden un hueso y traban la mandíbula y no lo sueltan!
Por un minuto Hermione pensó que se largaría dejándola sola e inmovilizada, pero no, sólo se paseó un par de veces en el reducido espacio, que se reducía aún más con su presencia, y se desabrochó la camisa blanca que estaba absolutamente insalvable. Ni la Sra. Wesley podría con esas manchas.
Bajo la camisa había una camiseta sin mangas.
Mierda. Jodido Malfoy. Había crecido, y no sólo verticalmente.
La verdad siempre fue relativamente alto, así es que eso no fue una sorpresa.
Y siempre fue guapo, era simplemente su genética y absolutamente predecible.
Pero ese cuerpo? Eso era nuevo.
Él ignoró su escrutinio y se quitó la camiseta, quedando desnudo de la cintura hacia arriba.
Piel pálida e impoluta.
Hombros anchos.
Vello dorado salpicando sus antebrazos y su pecho, marcando un sendero hacia el sur.
Músculos marcados, pero no grotescos. Obviamente practicaba algún tipo de ejercicio, tal vez trotaba o algo así, pero lo que lo definía no eran las pesas, era la falta de grasa corporal.
Sea como fuera, Hermione se sorprendió mirando a Malfoy con hambre. Quería estirar el brazo y tocar, a ver si se sentía como se lo imaginaba. Tal vez era bueno que estuviera paralizada. Había pasado mucho desde la última vez que tuvo sexo y esa necesidad se estaba manifestando de las formas más inapropiadas.
Y entonces cayó en cuenta… Marcas de castigos? Dónde? Su piel era absolutamente perfecta! Eran marcas invisibles? Iba a abrir la boca para decir algo pero él se le adelantó.
-No digas que no te lo advertí, Granger – Dijo él girándose lentamente hasta darle la espalda. Hermione ahogó un grito de horror pero soltó un sollozo.
La espalda de Malfoy estaba surcada de cicatrices superpuestas. Unas eran anchas y otras tan delgadas que era difícil imaginar qué las había producido… Claramente habían sido hechas en distintas sesiones y con distintos instrumentos.
Decenas de cicatrices…
Tal vez cientos…?
Cuántas de estas cicatrices tenían su nombre?
-Draco yo… - Susurró ella de forma casi inaudible.
-Si te atreves a decir que lo sientes voy a probar alguna de las nuevas maldiciones en ti – Dijo él violentamente, volviéndose y calzándose sólo la camiseta.
-Pero no entiendo! Cómo es que nadie hizo nada? Eras un crío! – Exclamó ella.
-Es el modo de las antiguas familias. De qué otra forma disciplinarían a un niño? Quitándole su Xbox? – Preguntó él.
-Cualquier cosa menos esa barbarie! – Exclamó ella – Nadie dijo nada? Tus compañeros…?
-Yo era un Slytherin, casi todos los de esa casa eran pura sangre, miembros o relacionados con los sagrados veintiocho… - Dijo él, pero ella no pareció comprender – Todos mis amigos tenían la espalda igual o peor que yo – Aclaró él rodando los ojos.
-Y las chicas? – Preguntó Hermione aterrada.
-Hay otros castigos, a ellas jamás se las marca. Perderían valor al perder su belleza y no lograrían un matrimonio ventajoso… - Dijo él como si no fuera la gran cosa.
-Cómo puedes decir algo así? – Preguntó ella furiosa – Eso es… Es… Primitivo!
-Calma Granger! Demonios, no respires así o me vas a hacer tocar lugares que he tratado de evitar – Dijo él trabajando cerca de sus pechos.
Era verdad, Hermione respiraba como si hubiera corrido una maratón y casi echaba espuma por la boca.
-Cómo puedes defender todo esto? – Preguntó ella en tono acusatorio.
-No lo estoy defendiendo, te estoy diciendo cómo funciona! Tienes que saber que todos los matrimonios sangre pura son arreglados, no? No? – Repitió al ver la cara de espanto de ella - Es una transacción comercial, y si la chica tiene marcas o defectos, baja su valor. La idea es producir herederos perfectos – Dijo él – No me mires así! Yo no inventé el concepto!
-Tú también estabas comprometido? – Preguntó Hermione, por alguna razón temiendo la respuesta.
Él asintió sin dejar de trabajar.
-Quien? – Preguntó incómoda.
-Una de las Greengrass – Respondió él encogiéndose de hombros.
-"Una de las Greengrass"? – Repitió Hermione – Cualquiera? Como si fueran intercambiables?
-Los matrimonios entre los Sagrados Veintiocho no tienen nada que ver con el amor. El acuerdo se realizó antes de que ninguna de ellas naciera, y cuando llegara el momento se suponía que decidiríamos cual sería la más adecuada para el rol… - Explicó él pacientemente.
-Rol? – Repitió Hermione. Esto era demasiado para ella.
-Rol de la Señora de la Mansión Malfoy – Dijo él – Esas chicas pasan su vida educándose para encajar en el rol. Ser buenas anfitrionas, administrar a los elfos domésticos y la contabilidad de la casa, y en general encargarse de la agenda social. Y claro, producir al menos un heredero… - Agregó.
-Estás diciendo todo esto para molestarme! – Lo acusó – Ni tú puedes ser tan frío! Además recuerdo que en sexto eras novio de Pansy Parkinson… - Dijo frunciendo el ceño, no de celos, sino preguntándose honestamente no entendía quién podría querer algo con ella. La chica era tonta, odiosa y en general, una perra. "Y ni siquiera era tan bonita", agregó en su mente.
-Nunca fuimos novios – Sonrió Draco divertido – Quién querría ser novio de Parkinson? Soy un Slytherin y hasta yo la encuentro retorcida! – Puso cara de horror - Era sólo algo casual.
-Eso mismo me estaba preguntando – Dijo Hermione, aliviada de que al menos no estuviera cegado a la realidad de la persona horrible que era esa chica – Que hay de las Greengrass? Simplemente te observaban corretear por ahí con Pansy sin decir nada al respecto?
-Qué podían decir? No es como si yo pudiera salir con una de ellas aunque quisiera, porque no se había decidido con cual me casaría y no podía salir con una hermana para terminar casándome con la otra, y en el intertanto yo no pretendía hacer un voto de castidad – Dijo él con una sonrisa desafiante, sabiendo que la estaba picando cada vez más con sus comentarios.
-Agh! Eres un cerdo! – Se quejó ella y ya que no le podía hacer un desprecio volvió la mirada hacia otro lado.
-Juzgas lo que no conoces, Granger – Dijo él - Yo no estoy emitiendo juicios, no digo que las cosas fueran buenas o malas, te estoy contando cómo ocurrieron porque tú me lo preguntaste. En todo caso y para tu tranquilidad, ninguna de las Greengrass tenía un aprecio particular hacia mí. Era un asunto de resignación, y de asumir las responsabilidades que conlleva tu nombre - Terminó cansado. No estaba acostumbrado hablar tanto y menos a justificarse ante nadie, y este día lo había drenado emocionalmente.
-"Con un gran poder viene una gran responsabilidad" – Citó Hermione con una media sonrisa más triste que las lágrimas que quería derramar.
-Exacto! – Dijo él aliviado de que al fin comprendiera – Es una cita?
-Sí – Respondió ella – Pero no creo que conozcas al que la inventó – Dijo Hermione pensando en las famosas últimas palabras del tío de Peter Parker (Spiderman) antes de morir.
-Si te ayuda a entender, le estoy agradecido – Dijo Draco.
-Y qué hay de las marcas de los chicos? – Preguntó de pronto Hermione, recordando - Es que esas no cuentan? No quedan "dañados" o algo?
-Nah, las marcas de los chicos son borradas cuando alcanzan la mayoría de edad. A partir de ese momento también se acaban los castigos corporales – Dijo él trabajando en su clavícula, lo que lo hacía respirar muy cerca de su pecho… Y luego estaba su rostro, o más bien sus ojos… Esos jodidos ojos de ese color imposible… Metal líquido… Mercurio? Color sólido, sin matices, sin manchas...
Hermione se ordenó mirar hacia otro lado.
No había mucho que mirar, porque el cuerpo de él tapaba todo lo demás.
Y no olvidemos por un segundo su respiración contra su piel.
Maldito sea! Quería seguir enojada, pero el muy cretino hasta olía bien! A lluvia fresca y hierba y hombre.
-Pero tú aún conservas tus marcas! – Argumentó ella obligándose a prestar atención a lo importante.
-Mi padre renegó de mí antes de mi emancipación y nunca realizó el encantamiento para revertir las marcas – Explicó él – Como sé que nunca las va a borrar por su cuenta, sólo me queda esperar a que muera.
-Oh Por Merlín! – Exclamó ella impactada por lo que oía – No sabía que existieran tales cosas…
-Porque eres una muggle – Dijo Draco fríamente – Ah, no me des esa mirada ofendida, que lo que digo es cierto y no pretendo que sea un insulto de ningún tipo. No te criaste en nuestro mundo y ni siquiera ahora que eres una bruja hecha y derecha, y una de las más famosas del mundo mágico, debo agregar, eres capaz ni de vestirte como una de nosotros.
-Mi túnica fue hechizada! – Se defendió ella.
-Pero bajo la túnica había ropa muggle – Afirmó él.
-Estaba en mi casa en mi día libre cuando recibí la alerta, no tuve tiempo de cambiarme!
-Si realmente pertenecieras a este mundo serías siempre una bruja, no necesitarías días libres para descansar de lo que eres – Dijo él frunciendo el ceño – Y ahora que lo pienso, a mí ya no me molesta tu identidad, pero sí me molesta que ahora seas tú quien no lo acepte.
Hermione pensó un momento en los argumentos de Malfoy, y comprendió que en cierta forma tenía razón. Y eso la cabreó porque odiaba que el bastardo estuviera en lo correcto.
Toda su vida giraba en torno a la magia, pero su hogar era un santuario en el que nadie salvo Harry y Ron estaban invitados.
Un pequeño apartamento en un barrio muggle cerca de un parque, que estaba decorado en forma sencilla y definitivamente no mágica. Nada de fotos que bailan o retratos que cotillean entre sí.
En la cocina había artículos tradicionales y electrodomésticos, y en el living un televisor grande en el que podía grabar sus series favoritas.
-Me equivoco? –Preguntó Malfoy cuando ella se demoró demasiado en responder.
-No exactamente… – Admitió ella reticente – Pero no es porque aún no me adapte a lo que soy o me aferre a mi pasado muggle…
-No dije eso, yo sólo dije que tú vives entre dos mundos y que de la misma forma que tú no entiendes nuestras costumbres "barbáricas" nosotros no entendemos las tuyas. Si se supiera públicamente, nadie entendería que una bruja tan poderosa como tú se rebaje a vivir la mitad de su vida renunciando voluntariamente a su poder.
-No estoy descansando de ser una bruja! – Exclamó ella al fin – Es un descanso de la locura, de la guerra y de las muertes. En el mundo muggle puedo pretender por unas horas que nada de eso existe!
-Los muggles también tienen guerras – Afirmó él.
-Sí, pero no son MIS guerras! No necesito involucrarme, las puedo ignorar! – Explicó - Cuando estoy en mi casa puedo simplemente recostarme en el sillón con mi gato y ver una tonta película romántica en la que al final todos son felices y descansar y soñar con algo mejor…
De inmediato se tensó al darse cuenta de todas las intimidades que había escupido. La consideraría muy patética al enterarse de que su vida era virtualmente la de una solterona sin vida social?
Él la miró unos segundos más sin demostrar lo que pensaba y luego siguió trabajando en sus hombros, tarea difícil porque su largo cabello estaba empapado en sangre seca que se le había pegado a la piel, y separar cada mechón de sus heridas era una pequeña agonía que ella resistió sin comentario.
Varios minutos después él dijo una sola palabra.
-Entiendo.
-Ugh? – Preguntó ella. Ya casi había olvidado que él no le había respondido.
-Tus razones para querer separar los mundos. No reniegas de tu magia, sólo creas un santuario – Explicó.
Hermione abrió los ojos sorprendida por la intuición de este hombre que no conocía.
Este hombre que cada vez más, quería conocer.
Simplemente asintió.
-Ya – Dijo él.
-Ya qué? – Preguntó ella.
-Estás casi completamente parchada de frente, ahora te voy a rodar para que quedes boca abajo – Dijo él como si nada.
-Casi? – Preguntó ella.
-Casi, me faltó ese trozo – Dijo apuntando a su sostén – Si quieres lo parcho ahora, pero pensé que querrías conservar el misterio entre nosotros – Dijo con una sonrisa burlona.
-Gracias, prefiero esperar a hacerlo yo misma – Dijo ella tratando de sonar digna, y no como una adolescente avergonzada – De hecho, creo que voy a tomar la labor de aquí en adelante.
-No hay problema – Dijo él mucho más complaciente de lo que ella había esperado. Malfoy se mantuvo en su silla, apoyó los codos en las rodillas y su mentón en sus manos, atento a cada movimiento de Hermione, que a duras penas logró sacudir un brazo y mover sus dedos.
Él no se rió, pero tampoco dejó de observarla pelear con su orgullo.
Durante cinco minutos completos Hermione luchó para demostrar su independencia, y él no emitió sonido.
Finalmente ella, con la respiración agitada y la frente perlada de sudor, dijo
-Ok…
-Ok qué? – Preguntó él disfrutando de la situación más de lo que era caballeroso… Pero quién demonios acusaría jamás a Malfoy de ser un caballero?
-Puedes seguir curándome… - Masculló ella.
-No estás siendo muy amable Granger, y yo que esperaba ansioso ver cómo lo harías para curarte entre los omóplatos… - Se burló él pero con la expresión muy seria.
-No te pases Malfoy – Dijo ella entre dientes – Que no voy a estar paralizada para siempre…
-No osaría hacer algo semejante! – Dijo él levantando las manos con una expresión inocente que se arruinaba por la sonrisa ladeada que tanto la cabreaba.
-Espero que puedas ser un adulto al respecto – Dijo ella muy seriamente. Odiaba con toda el alma la idea de exponer su trasero a Malfoy durante lo que imaginó serían horas de curaciones. Ok, su trasero no estaría completamente desnudo, pero la pequeña tanga de algodón que usaba en ese momento no dejaba mucho a la imaginación.
"Piensa que estás en la playa" Se dijo.
Sólo que en la playa nunca había tenido a un hombre tocándola por horas o limpiando cuidadosamente su piel.
Menos un hombre como éste…
Qué era distinto?
Draco era guapo, pero ella ya había salido antes con chicos guapos.
Draco tenía buen cuerpo, pero ella había salido intermitentemente con Viktor Krum, un deportista profesional... Uno que aún se mantenía en su puesto como el mejor jugador de Quidditch del mundo, (no es que para ella hiciera ninguna diferencia si Viktor era buen, regular o mal jugador). Para ella su título como jugador era tan molesto como el de ella de "La Bruja Más …Blablabla" y no significaba nada más que extra acoso por parte de la prensa.
No, no era el encanto físico de Draco lo que hacía sonar alarmas en su cabeza. Su cuerpo era innegablemente tentador pero ella era fuerte. Mente sobre la materia…
No, el problema era otro.
El asunto era que Draco era inteligente, sarcástico y tenía un desarrollado sentido de la ironía.
Pero peor que cualquier otra cosa…
Draco la provocaba.
Draco la obligaba a pensar.
Y Draco entendía.
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Y ahí tienen, ustedes dirán qué les parece mi visión de la política y costumbres de los pura sangre. Bien? Mal? Recuerden que este es mi primer fic en el mundo Potter, y sus comentarios me ayudan a mejorar.
Abrazos!


1 comentario:

  1. hola!!! me a encantado esta historia, espero sigas publicando, mil gracias por compartirla y por tu trabajo, besos y un gran abrazo.....

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