martes, 19 de mayo de 2015

Sangre Sucia 4

Hola a todos! Nuevo capítulo, y vamos de a poco conociendo nuevos detalles de la vida de nuestros personajes.
Gracias a todos quienes me han regalado sus comentarios, me sirven montones para mejorar a la hora de moldear esta historia.
Alguien me comentó que los personajes no estaban actuando acorde a como se los describe en los libros, a lo que respondo: Naturalmente no! Este es un fic Draco-Hermione, por definición los personajes son diferentes, y además, en mi universo han pasado varios años duros para ambos. Draco se vio obligado a salir de su mundo privilegiado para conocer y vivir en el mundo muggle y esconderse de los magos de ambos lados, y Hermione por su parte, se vio obligada a hacer cosas terribles que de alguna manera la han endurecido y aislado aún más.
Ambos han debido aprender duras lecciones de humildad y ese es su punto de encuentro. Al menos así lo veo yo.
Sigan contándome qué les parece.
Cariños.
A.

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Capítulo 4
I've been roaming around
Always looking down at all I see
Painted faces, fill the places I can’t reach
You know that I could use somebody
You know that I could use somebody
Someone like you, And all you know, And how you speak
Countless lovers under cover of the street
You know that I could use somebody
You know that I could use somebody
Someone like you
Use Somebody / Kings of Leon

-Qué poción es la que estás usando para limpiar mis heridas? – Preguntó Hermione cambiando de tema, curiosa y ansiosa de torcer el curso de sus pensamientos.
-Es algo que estoy probando por primera vez, pero estaba seguro de que iba a resultar – Dijo él animándose ante el cambio de tópico y olvidando su tono burlón - Es una mescla de esencia de díctamo para curar heridas sangrantes y esencia de murtlap para calmar y cerrar las heridas – Dijo sin esconder su satisfacción ante los resultados.
-Cómo sabías que resultaría precisamente con esos ingredientes? Hay montones de esencias cicatrizantes… Estas podrían haber sido contraindicadas con la maldición de los Carrow… - Preguntó ella.
-Como te dije, no creo que exista maldición de tortura que no se haya probado en mí. Aprendí a curarme muy pronto con la ayuda de Daisy, mi elfo doméstico. Los amigos de mi padre me necesitaban sano y fuerte rápido para la siguiente sesión de castigo – Dijo él sin revelar nada con la inflexión de su voz.  
Montones de preguntas se agolparon queriendo salir, y abrió la boca para soltarlas varias veces, pero la verdad era que no, la verdad era que no quería saber.

oooOooo
Un rato después…
-Cuando quieras, Malfoy – Dijo Hermione con falsa dulzura, descansando sobre su estómago. Draco le había dado a beber un vial de poción re-abastecedora de sangre que la había hecho sentirse mucho mejor a pesar del dolor que no cedía, y la había rodado, pero aún no empezaba a trabajar, lo que la tenía nerviosa. Qué demonios estaba haciendo? Qué demonios esperaba?
-Mmmmmmh – Fue toda la respuesta que obtuvo.
-Qué miras tanto? – Preguntó ella mordiéndose la lengua enseguida ante la obviedad que había preguntado, y esperando que el cretino no contestara alguna barbaridad.
-Clasifico los cortes por gravedad y determino cuales heridas debo cerrar primero – Respondió él muy tranquilo y profesional.
-Oh… Bien – Dijo ella. No era la respuesta que se esperaba, aunque era una perfectamente decente… Y eso tal vez la decepcionó un poco, por alguna razón.
-…Además me estaba recuperando de la sorpresa… – Agregó él con ese tono de voz que ella sabía que traería una frase que la haría querer convertirlo en hurón, esta vez para siempre.
-No pretenderás que caiga y te pregunte qué sorpresa – Dijo ella tratando de sonar firme y de reprimir una sonrisa ante el desafío implícito – Porque no lo haré.
-Oh no, no es necesario, te lo voy a decir de todos modos – Dijo él ignorando el tono de voz de Hermione. Maldito sea! Tal vez si ella blandiera su varita la tomaría más en serio... Pero ella no era capaz de estirar el brazo para ejecutar en encantamiento Accio y llamarla de donde fuera que Malfoy la había escondido.
-Bueno, adelante, estoy esperando… - Suspiró ella resignada.
-Estaba pensando en que de entre todas las posibilidades nunca imaginé que éste precisamente sería tu tipo de ropa interior… - Dijo casualmente, pero ella podía escuchar la sonrisa socarrona en su voz.
-Tú no tienes por qué imaginarme en ningún tipo de ropa interior, Malfoy! – Exclamó ella, furiosa al no poder voltearse y cubrirse.
-Tienes razón, es más divertido imaginarte si ella, pero tengo que decirlo, me sorprendiste Granger – Dijo en un tono casi acusatorio.
-Qué hay de sorprendente en unas simples bragas de algodón? – Preguntó ella muy a su pesar, pero necesitaba saber en qué dirección iba la mente de Malfoy.
-Oh vamos Granger, estas no son “simples bragas de algodón”… Tenías una cita? – Demandó saber, como si tuviera derecho a exigirle explicaciones.
-De qué demonios hablas? Me consta que son de algodón porque soy alérgica a ciertas fibras. Y por qué tendría una cita usando estas bragas? Por qué es siquiera relevante? – Preguntó confundida.
-Porque tu ropa interior… Está hecha para ser vista – Respondió él sin inflexión, y estirando la mano dio un movimiento experto de muñeca y le desabrochó el sostén.
-De dónde salió este súbito interés? Llevas horas viéndome en paños menores y ahora te llaman la atención? – Preguntó Hermione tratando de rodarse para al menos verlo a la cara. Era frustrante pelear a ciegas.
-Por delante había mucha sangre, no se distinguía nada. Además estaba ocupado salvándote la vida. Pero ahora que sé que no te vas a desangrar, puedo tomarme mi tiempo... Y estoy seguro de que esas bragas son para lucirlas… A quién? – Preguntó.
-Maldita sea Malfoy! Deja de mirar mis bragas! Y de qué estás hablando? Mi ropa interior es sencilla y de algodón. La meto al lavarropas muggle junto a mis jeans sin problemas. Creo que estás equivocado si crees ver seda, terciopelo, encaje o satín. Esa es ropa interior de citas!
-Tú eres demasiado inteligente como para necesitar recurrir a elementos tan burdos y comunes – Dijo él comenzando la tortuosa tarea de limpiar sus heridas, comenzando por el cuello – No me imagino que te limites a lo obvio.
-No sé de qué hablas – Dijo enrojeciendo, y agradeció que él no le estuviera mirando a la cara. Estaba enormemente incómoda con el tópico en general, especialmente porque honestamente no sabía qué tenían de especial sus bragas más allá de ser relativamente pequeñas… Pero ni siquiera eran un hilo dental, sino más bien una mescla de bikini y tanga.
-Hablo de esto – Dijo él tocando con la punta de los dedos los pequeños volantes que adornaban el contorno de sus caderas – Hablo del color rosa pálido, hablo de los pequeños puntos negros, hablo de ese moño al frente… Contéstame Lolita, a quién ibas a seducir? – Preguntó con voz más baja. Íntima.
-“Lolita”? – Preguntó ella sorprendida por varias razones. En primer lugar, porque Draco conociera la referencia. Realmente había leído a Vladimir Nabokov? En serio? Y aunque lo hubiera leído… El que asociara la inocente ropa interior de Hermione con elementos de seducción decía mucho más acerca de él que de ella - Leíste “Lolita”?  - Preguntó tratando de girar el cuello y casi dislocándoselo en el proceso.
-Por supuesto, está en la lista del “New York Times” de las cien mejores novelas del Siglo XX,  e incluso comparé esa lista con la selección de “The Guardian”, en la que también figuraba entre las primeras veinte, así es que tenía que leerla… - Dijo él como si nada. Como si no hubiera mérito en que un hijo de mortífagos leyera semejante selección y variedad de literatura muggle - Tuve más de dos años de encierro para leer la lista completa y mucho más.
-Vaya… Si te gustó tanto el libro a lo mejor te gustarían las películas – Comentó ella calladamente.
-Películas? Hay más de una? – Se interesó él.
-Sí, se hizo una primera versión en los años sesenta… el sesenta y dos, creo… De Stanley Kubrick, un importante director muggle…Y luego otra más reciente del año noventa y siete – Respondió Hermione.
-Y tú viste las dos? – Preguntó él.
-Sí… Las vi después de leer el libro y debí hacerlo a escondidas porque “Lolita” no era literatura o una temática apropiada para una chica de mi edad… - Confesó ella sonrojándose levemente. Draco sonrió ante su candidez, pero Hermione afortunadamente no pudo verlo.
-Cuál te gustó más? – Preguntó él.
-Supongo que la mayoría concuerda en que la versión original es mejor, sobre todo por su dirección, pero a mí personalmente me gusta la más reciente… Me gustan los actores y me angustia más, me produce claustrofobia, y eso es lo que esa historia debe transmitir – Explicó Hermione.
-Yo nunca he ido al cine – Dijo Draco muy despacio, como si fuera una admisión vergonzosa – He visto un poco de televisión mientras me cambiaba de un motel a otro al principio, pero dejé de hacerlo porque nunca entendía de qué demonios estaban hablando… Se supone que el cine es una experiencia completamente distinta, verdad? Con una historia que tiene un principio, un desarrollo y un final?
-Oh sí! Draco, es maravilloso! – Dijo Hermione, quien amaba el cine, sobre todo las versiones cinematográficas de sus libros favoritos, pero nunca tenía tiempo o con quién ir - Te sumerges completamente en la historia sin distracciones de ningún tipo y comes naranjas confitadas bañadas en chocolate!
-Agh! Por qué comería eso? Suena asqueroso – Dijo él haciendo una mueca que desagrado.
-Son mi golosina favorita – Dijo ella suavemente – No son muy populares, pero a mí me gustan…
-Y es obligación comer de esas cosas? – Insistió él.
-No! – Rió Hermione – Puedes comer o beber lo que quieras, o nada en absoluto si no tienes ganas, lo importante es la película…
-Tal vez un día lo intente – Afirmó él.
-Deberías… - Dijo ella.
-Y tú deberías ir conmigo – Afirmó él.
-Ugh? Como… Ir al cine como…? – No quería decir la palabra cita. Estaba Malfoy pidiéndole una cita? No quería asumir ideas que se pudieran convertir en futuras fuentes de humillación.
-Como que tú sabes dónde ir, como pagar, cómo comprar tus asquerosas golosinas y cómo tratar con los muggle. Además probablemente tendrías que explicarme un montón de cosas que no entiendo – Dijo él contento de que su conversación la tuviera lo suficientemente distraída como para no notar que ya estaba descendiendo desde su cintura a sus caderas.
Maldita fuera Granger y su cuerpo firme y sus delicadas curvas! Maldita su tersa piel olivácea que él con tanto esfuerzo trataba de salvar! Y por sobre todo maldito fuera su enorme cerebro y esa mixtura enloquecedora entre niña y mujer!
No podía permitirse perder el control.
El control es lo que lo había mantenido vivo hasta entonces…
Maldita sea!
-Bueno… Tal vez… No veo por qué no – Dijo Hermione pensando que sería una forma inofensiva de comenzar a devolverle la mano a Malfoy y ofrecerle de paso algo de la compañía que tanto parecía necesitar – Tal vez las películas más nuevas y futuristas serían muy difíciles de explicar, pero quizás… A lo mejor podríamos ver algún día qué hay en cartelera en los cines que proyectan películas más antiguas, clásicas, y elegimos alguna basada en una novela y antes de ir puedes leer el libro. De ese modo no partirías tan perdido…
-Me gustaría eso – Dijo él con voz baja, curando un tajo que mancillaba uno de los hoyuelos de su espalda, justo arriba de la línea de sus bragas. Jodidas bragas.
Malditas, jodidas bragas!
-Bien… - Dijo Hermione más relajada.
-Pero no respondiste mi pregunta! – Recordó Draco de pronto.
-De qué hablas? – Preguntó ella confundida.
-Tus bragas… Ibas a seducir a alguien con estas bragas - Acusó él – A quién? Respóndeme!
-No sé qué quieres que te diga! No son para nadie, las compré porque me gustaron, no para tratar de seducir a alguien… No sabía que pudieran ser atractivas… - Admitió – No las llevaría en una cita, son demasiado…
-Inocentes – Dijo Draco terminando la frase sonando como si tuviera la mandíbula apretada y limpiando con más fuerza de la necesaria la siguiente herida.
-No es la palabra que habría escogido pero Ok – Concedió ella - Digamos que son “inocentes”. Inocente no es sexi…
-Mierda Granger, de verdad no sabes nada… - Dijo él sin dejar de trabajar.
-No… Tal vez no – Admitió ella. Era cierto que a veces era incómodo desempeñarse en lo cotidiano, pues su mente estaba siempre en asuntos más trascendentales, nunca en lo mundano. Las relaciones interpersonales superficiales no eran un problema, ya que ella era amable por naturaleza, pero cualquier relación más profunda era siempre un desastre porque la gente generalmente se sentía incómoda con su superioridad intelectual (se sentían estúpidos a su lado). Sólo Harry y Ron habían penetrado su coraza y aunque la querían y la aceptaban, rara vez la entendían.
Era por eso que Hermione volvía a Viktor cada cierto tiempo. Él la amaba genuinamente, y aunque él sabía perfectamente que jamás llegaría a comprender la complejidad de la mujer que era Hermione Granger, estaba siempre dispuesto reordenar su agenda y a pasar tiempo con ella, esperando cada vez que esa fuera la ocasión en la que al fin la lograra atrapar.
Hermione suspiró. Tenía veintiún, casi veintidós años y dos únicos amantes… Viktor y Ron.
Y Ron, con quien alcanzó a salir apenas tres meses durante los cuales ambos perdieron sus virginidades, casi no contaba. La relación duró hasta que los dos coincidieron en que se conocían demasiado como amigos y que eran más hermanos que novios.
Con Ron habían sido dos niños descubriéndose, ambos tan excitados con la idea de tener sexo que la seducción nunca fue parte de la ecuación.
Y con Viktor tal vez era peor, porque por alguna razón que ella no alcanzaba a dilucidar, él estaba enamorado, embobado y siempre listo desde que ella tenía catorce años y él visitó Hogwarts con motivo del “Torneo de los Tres Magos”.
Ufff! No, en la práctica no sabía mucho de sexo o seducción, simplemente porque nunca había seducido ni se había dejado seducir.
Y sí, claro que había salido con otros. Muchos otros.
Hermione tenía montones de obligaciones sociales a las que debía asistir y rara vez llevaba al mismo acompañante a más de dos eventos, pero nunca llegaba con ellos a más que algunos besos… Esos hombres simplemente no le interesaban lo suficiente, y en su mente consideraba que no valía la pena el esfuerzo. Si estuviera dispuesta a aceptar a alguien en su vida, ese sería Viktor, quien se lo había ganado a fuerza de esperar. Él la quería, lo había hecho por años, y eso era bastante.
Lo era…! No?
Su mente viajó al futuro y se imaginó como la señora Krum,  y oh Merlín! Casi quiso azotarse la cabeza contra la pared para matarse algunos miles de neuronas y así no morir de aburrimiento.
Viktor sería un buen esposo, por supuesto. Además nunca discutirían (básicamente porque él no hablaba y ella ganaba todas las disputas), y… Y… Y tendrían un montón de hijos grandes y estúpidos volando en sus escobas alrededor de la casa.
Oh Mierda! Cómo era capaz de pensar una cosa así?
Era una mala, horrible persona!
Víctor no se lo merecía, y sus pobres y estúpidos bebés tampoco! Mierda! Lo estaba habiendo de nuevo… Ahora no podía dejar de pensar en la mala idea que sería casarse con Viktor. Él merecía algo mejor que lo que ella le podía ofrecer. Algo muchísimo mejor. Había literalmente miles de brujas que darían lo que fuera por una oportunidad con él… Que lo harían feliz…
Pero ella lo había retenido… Le daba trozos de sí como migajas de una comida que él nunca probaría por completo, como una limosna. Hermione jamás estaría dispuesta a darle todo de sí. Lo hacía inconscientemente, jamás querría causarle daño, pero resultaba igualmente egoísta.
No! Ya no más.
Mentalmente se despidió de Viktor. Ya no volvería a él nunca más. Estaba mal usarlo, porque para él su relación era algo más importante. Para él significaba algo especial, un proyecto…
Suspiró.
Maldito fuera Malfoy por hacerla pensar con sólo un par de palabras! Llevaba años manteniendo una situación que le acomodaba porque no había querido examinarla de cerca, pero él con unas pocas palabras la hacía replantearse partes que hasta entonces habían sido esenciales en su vida.
Extrañaría a Viktor, y a su cuerpo grande y a sus brazos protectores. Extrañaría sus tímidas declaraciones de amor, siempre susurradas en su oído, siempre en búlgaro, nunca esperando respuesta. Y extrañaría que a pesar de los años, él siempre la siguiera llamando “Herrrmiope”.
 Hermione era ajena muchas veces a lo que ocurría a su alrededor, demasiado concentrada en sus voces internas, pero una vez que notaba las cosas no las podía ignorar.
Suspiró otra vez. Haría lo correcto, aunque eso significara renunciar al último trocito de verdadero contacto humano que conservaba.
Sin sus padres, sin sus mejores amigos y sin su amante…
Estaría sola.
-Por qué suspiras? – Preguntó Malfoy, frustrado con sus silencios – Parece que estuvieras hiperventilando!
-No entenderías – Dijo ella – Y es un tema aburrido…
-Eso lo decido yo – Dijo él. Había avanzado rápido por los hombros porque éstos presentaban heridas más grandes pero en menor cantidad, y ya iba en los omóplatos.
-Pensaba en lo que dijiste… Que no sé nada… Y es verdad. Sólo sé de libros y de planificación y de estrategia y de batallas, pero no se vivir – Dijo ella notando que poco a poco se habían ido relajando los músculos de su cuello.
Draco se detuvo como shockeado ante la cándida confesión.
-Qué te hace decir eso? – Preguntó él obligándose a retomar las curaciones, y a pretender que no estaba muerto de curiosidad.
-Has sentido alguna vez que ves la vida pasar como si estuvieras detrás de una vitrina? Puedes verlo todo, incluso a veces los demás te ven a ti, pero nunca estás adentro, nunca perteneces… - Dijo ella sacándose del pecho una idea que nunca antes se había atrevido a expresar en voz alta.
-Sí – Dijo él simplemente. Él entendía. Él se sentía igual la mayor parte del tiempo durante los últimos años.
-Siento que funciono en otra frecuencia – Continuó ella – Y que nunca logro sintonizarla con la del resto de la gente… - Trató de explicar.
-Es porque efectivamente funcionas en otra frecuencia Granger. Eres distinta, y lo sabes – Afirmó él, constatando un hecho.
-Pero es que no quiero ser distinta! – Exclamó Hermione – No quiero estar sola! Y me voy a quedar sola porque no tengo el corazón de casarme con un hombre al que sé que no puedo hacer feliz!
Ah mierda! Gracias a Circe que estaba boca abajo y Malfoy no le podía ver el rostro. De dónde había salido el valor de decir semejante cosa? Oh por los pantalones de Merlín!
-De nuevo estás pensando al revés Granger – Dijo Draco sin inmutarse por sus confesiones. No se burló. No se aprovechó de su debilidad. Qué estaba sucediendo?
-A qué te refieres? – Preguntó ella con un hilo de voz, mortificada.
-A que tienes que buscar a alguien que te haga feliz a ti, no es tu labor sacrificar tus sueños y tu felicidad por la de otro, no a menos que estés realmente enamorada y el sacrificio valga la pena… – Dijo él – Me imagino que estamos hablando de Krum, no?
-Cómo demonios sabes algo así? – Preguntó ella nuevamente asustada. La estaba espiando?
-Salen juntos en la prensa cada cierto tiempo – Respondió él encogiéndose de hombros – No es difícil unir los puntos.
Ella no respondió y pasó un buen rato de silencio hasta que se atrevió a hablar de nuevo.
-Draco… Cuánto tiempo llevamos hablando? – Preguntó.
-No lo sé, varias horas – Respondió él -  No me gusta usar relojes si puedo evitarlo. Cuando vives solo te hacen demasiado consciente del paso del tiempo.
-Nunca había hablado tanto rato y sobre tantas cosas con alguien – Confesó Hermione.
-Tampoco yo – Dijo él asombrado de que a pesar de que todo apuntaba hacia un desastre, hasta las discusiones habían sido estimulantes – De hecho no había tenido una conversación que durara más de diez minutos en… No lo sé, seis años?
-Debes estar agotado – Comentó ella.
-Estoy un poco cansado – Admitió – Pero es porque he dormido poco últimamente.
Qué hará todo el día? Se preguntó Hermione testeando la movilidad de su cuello y girando la cabeza de a poco para poder ver la casa de Malfoy.
Era un solo espacio abierto con una gran chimenea, una cocina con un pequeño comedor incorporado, y un gran mesón con todo tipo de instrumentos para preparar pociones. Calderos, mecheros, viales… Todo ordenado y listo para ser usado.
Había una pequeña escalera de caracol, una puerta de entrada y una puerta interior que ella asumió sería el baño… Circe! Mataría por una ducha!
En la pared frente a ella había un gran mueble que cubría todo el muro y que era dos tercios librero y un tercio armario. Increíblemente alcanzó a distinguir literatura muggle entre los libros a la izquierda del armario. A la derecha en cambio, había sólo volúmenes mágicos.
Cerca de la cama había una cómoda donde Hermione asumió que Draco guardaba su ropa, y por último estaba el velador en el que descansaba la fuente con la poción sanadora y la cama doble en la que yacía.
Todo el espacio estaba pintado de blanco y tenía las vigas y molduras a la vista en madera oscura.
Todas las cortinas y la colcha de la cama eran de color verde oscuro. Verde Slytherin.
No había cuadros, retratos o fotografías a la vista.
Era un lugar pequeño, pero ordenado y funcional, y Hermione se sintió mucho más cómoda sabiendo cómo era el espacio donde se encontraba. No fue ninguna sorpresa que fueran precisamente los libros los que la reconfortaron. Años de refugiarse en la biblioteca le habían dejado esa sensación… Qué palabra había usado Malfoy? Oh sí… Santuario.
-Me gusta tu casa… - Dijo ella cerrando los ojos con un suspiro. Estaba cansada, pero le costaba pensar en dormir. Draco ya estaba terminando con sus caderas y no quería pensar en lo vergonzoso que sería que le curara y manoseara el trasero.
-Curiosamente, a mí también – Dijo él pasando el dedo sobre su columna para comprobar qué tan bien había cerrado una herida especialmente complicada. Hermione sintió el impulso de estremecerse pero afortunadamente esos músculos aún no respondían. Sería terriblemente humillante que él la sintiera temblar cada vez que la tocaba… – Tengo dinero para comprar algo mucho más grande, pero he descubierto que no necesito grandes espacios, lo que es raro, ya que crecí en La Mansión Malfoy, que tiene más pisos que miembros de la familia, catorce hectáreas de jardines y quinientas veintiséis hectáreas de parques…
-Catorce hectáreas de jardines? – Chilló Hermione impactada. Lo que Malfoy decía no lo computaba su cerebro. O sea, sí, sabía que era rico, pero de verdad era tan asquerosamente rico? Con razón era un mocoso pedante en el colegio, Hogwarts debe haberle parecido simplón en contraste con su hogar… – Tienes idea de lo que es eso? Es más terreno del que ocupa una pequeña granja agrícola! Y ustedes tienen ese terreno cubierto de jardines, fuentes y flores? Y qué significa que tengan quinientas veintiséis hectáreas de parques? A qué te refieres cuando dices “parques”?
-Cálmate Granger! Cuál demonios es tu problema? – Preguntó él frunciendo el ceño, genuinamente intrigado. Apoyó su mano en la parte sana de la espalda de ella, y se agachó para quedar a nivel con el rostro de Hermione.
-A qué te refieres con parques? – Preguntó ella – No lo usan en siembras o ganado?
-Trabajar los parques?  - Rió él, genuinamente divertido – Mi familia no necesita trabajar desde hace muchas generaciones y sería un signo de la decadencia de nuestro poder si nos viéramos obligados a hacer algo tan vulgar como cercar y plantar o criar animales... Todas las lomas, praderas, lagunas y bosques se usan de forma estrictamente recreativa… Mantenemos la naturaleza relativamente controlada y ornamental, y se usa o al menos se usaba para cabalgar, o salir de cacería o de picnic, o a volar, o lo que fuera…
-Quién cuidaba de todo eso? – Preguntó ella. Él rodó los ojos y negó con la cabeza.
-Ya lo sabes y ya estás enojada, para qué quieres que responda y lo confirme? – Preguntó él.
-Dime… - Insistió ella.
-Los elfos domésticos, por supuesto, no esperarás que un Malfoy hiciera trabajo manual, no? – Dijo él acercando bastante su rostro para mirarla fijamente a los ojos. Y nuevamente su cercanía la inquietó. Quiso bajar la mirada pero se obligó a resistir el impulso. Por qué sus ojos tenían que ser tan… Intensos? A ratos expresaban montones y otras veces eran un muro de concreto que no permitía dar ni un vistazo en su interior.
Ahora simplemente estaban divertidos y le decían a gritos que se estaba burlando de ella, esperando ansioso a que comenzara una tirada sobre los derechos de los elfos y demás creaturas mágicas.
-Oh… - Dijo ella reprimiéndose con todas sus fuerzas.
-“Oh”? Eso es todo? “Oh”? – La pinchó.
-Imagino que a los elfos… Les debe gustar trabajar al aire libre de vez en cuando… - Dijo Hermione lentamente. No estallaría, si lo hacía Malfoy ganaría. La estaba provocando a propósito.
-Oh sí, les encanta, sobre todo en invierno, tú sabes, cuando llueve…? - Siguió pinchándola.
-Deja de ser un cretino Malfoy! – Gritó ella sin resistirse más – Ya vas a ver cuando yo logre cambiar la legislación de tenencia y propiedad de creaturas mágicas! Las multas por si solas van a hacer que tu padre deba empezar a arar los campos y tu madre a criar cerdos!
Él soltó una carcajada, satisfecho, y volvió al trabajo.
Hermione se maldijo por picar la carnada tan fácilmente. Estaba claro que él la estaba provocando desde el principio, y ella caía redondita en su juego, cada vez.
Pero todo el asunto de los pobres elfos trabajando bajo la lluvia sirvió como distracción y ni siquiera se percató cuando Malfoy comenzó a trabajar delicadamente en sus nalgas, esforzándose al máximo por no llamar su atención. Y funcionó, porque había sólo cinco cortes que reparar en total, y luego pudo descender a los muslos.
Nuevamente trabajar en sus largas y bien dibujadas piernas.
Granger había cambiado desde el colegio, de eso no había duda. De ser una niña flacuchenta y despeinada había evolucionado a ser una bonita adolescente hasta convertirse en la mujer que veía hoy.
Su delgadez se había transformado en delicadas curvas y valles, y su entrenamiento como auror había tonificado sus músculos. Su cabello había sido manejado de alguna manera, no alisándolo como hacían muchas brujas, sino más bien permitiendo a sus risos y ondas se mantuvieran pero con cierto sentido de orden. Él sabía que bajo la sangre y la suciedad su cabello era sano y brillante, y que su rostro sin necesidad de maquillaje ni artificio conservaba la inocencia y frescura juvenil. Sus ojos castaños eran enormes y expresivos y sus pestañas eran largas, oscuras y levemente curvadas en la punta. Su pequeña nariz estaba salpicada de pecas un par de tonos más oscuros que su piel bronceada y sus labios eran llenos e invitantes.
Granger lo hacía sentirse miserable.
Ella era todo lo que él no. Eran tan distintos física como emocionalmente, y él no merecía disfrutar tanto de su compañía como lo estaba haciendo. No merecía pasar un buen rato mientras ella se desangraba, no merecía picarla y disfrutar de los exabruptos de la pequeña bruja que como ella misma admitía, sabía de todo menos de vivir.
Sumergido en sus pensamientos continuó trabajando en silencio hasta terminar con sus piernas, odiando cada herida, cada corte, especialmente aquellos que evidentemente eran los más dolorosos… Los que habían cortado la planta de sus pies.
Cómo mierda había corrido tantos kilómetros por el bosque con heridas semejantes? Y cómo lo había hecho tan rápido? Él, más de veinte centímetros más alto y completamente sano, había tenido problemas atrapándola.
Maldita Granger.
No sabía si lo desesperaba más cuando estaba recibiendo palizas por culpa de su inusual inteligencia y trataba de odiarla y no podía, o ahora que la admiraba y respetaba, demostrándole en contraste qué tan miserable y patético era él en realidad.
Granger tenía algo que lo molestaba en niveles muy profundos, pero le costaba apuntar qué era exactamente. Al menos no a simple vista.
Es que fuera hermosa? No. Vale decir, ciertamente lo era, pero la de ella era una belleza pura y transparente, nada llamativo o pre-fabricado.
Draco se sabía atractivo y había estado con su cuota de mujeres reconocidamente bellas, tanto brujas como muggle. Eran mujeres expertas en los artificios de la moda, el maquillaje y la seducción, y ninguna le había producido esta… Inquietud. Esta… Necesidad de protegerla. Esta… Ternura?
Incluso había compartido con algunas mujeres bastante inteligentes, tal vez no tanto como Granger, pero lo suficiente como para poder afirmar que ésta tampoco era la cualidad más significativa para él.
No, lo que lo atraía era justamente lo que lo alejaba. Es que ella era esencialmente buena y decente. Ella se movía guiada por su corazón y sus principios, ella quería salvar al mundo.
En cambio él?
A él no le importaba el mundo.
Si dependiera de él podría explotar mañana.
Él se conformaba con sobrevivir.
Él sólo quería salvarla a ella.
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En mi Facebook encontrarán un álbum de fotos de este fic. Las imágenes les ayudarán a pintar una idea más clara de la historia.
Ustedes dirán.
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