Hola a todas, capítulo extra largo. Estoy contenta, porque aquí comienzan
a pasar cosas. Ya me dirán qué les parece.
Abrazos a mis nuevas lectoras y todo mi agradecimiento a las antiguas.
Cariños
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Capítulo 5
So hold me close better hang on tight
Buckle up, baby, it's a bumpy ride
We're two kids hitching down the road of life
Our world, our fight.
If we stand side by side (all night)
There's a chance we'll get by (and it's alright)
And I'll know that you'll be live
In my heart till the day that I die.
Buckle up, baby, it's a bumpy ride
We're two kids hitching down the road of life
Our world, our fight.
If we stand side by side (all night)
There's a chance we'll get by (and it's alright)
And I'll know that you'll be live
In my heart till the day that I die.
Born to be my Baby /
Bon Jovi
Cuando Draco terminó la curación, silenciosamente se levantó
y se dirigió al armario ubicado entre sus dos libreros. Lo abrió y eligió de
entre cientos de botellas y viales de todos los tamaños y colores un frasco de
color verde y otro de color lila. Ambos estaban marcados con etiquetas blancas
escritas a mano.
-Tú has fabricado todas esas pociones? – Preguntó Hermione
asombrada.
-Sí, es una especie de hobbie, me gusta fabricar y
coleccionar todo tipo de pociones, e incluso inventar las mías – Dijo Draco encogiéndose
de hombros mientras caminaba hacia la cama.
-Pensándolo bien, no me extraña, en el colegio eras
excelente en pociones, era lejos tu mejor asignatura – Dijo ella gratamente
sorprendida.
-La única en la que podía competir contigo – Dijo él
frunciendo el ceño.
-Yo no competía Draco, de verdad que no, si yo hubiera
sabido… - Dijo ella suavemente.
-No! – Exclamó él – Si hubieras sabido me habrías quitado la
única posibilidad de obtener honor en triunfos legítimos.
-Comprendo – Suspiró Hermione. Comprendía y lo respetaba por
eso.
-Necesito que bebas cinco gotas de esta poción vigorizante,
que te va a ayudar a recuperar la movilidad de tus músculos más rápido, y esta
– Dijo mostrándole la botellita de color lila y dejando ambas en la mesa de
velador – La inventé yo, y te va a ayudar a
dormir, te quita la ansiedad y el nerviosismo, de ese modo no tendrás
pesadillas y descansarás mejor.
-Cómo sabes que tendré pesadillas? – Preguntó ella
entrecerrando los ojos.
-Porque viste a tus amigos morir, fuiste torturada y
estuviste al borde de la muerte – Dijo él – Sería raro que pudieras dormir sin
ayuda.
-Y tú…? – Preguntó ella mirando al rededor – Dónde vas a
dormir?
-En el sillón – Respondió él encogiéndose de hombros ante la
obviedad de la pregunta.
Hermione se esforzó por mirar en dirección a la chimenea y
estudió el sillón, comprendiendo que claramente Draco no podría dormir en un
sillón de dos cuerpos, ya que era demasiado alto.
-No Draco, Déjame el sillón a mí, tú vas a estar demasiado
incómodo, en cambio yo soy más pequeña… - Trató de razonar.
-De ninguna manera! – Exclamó él – Te quedas en la cama
hasta que te recuperes – Dijo en tono definitivo.
-Pero si me das esas pociones voy a dormir bien sin importar
donde – Insistió ella.
-El asunto no está abierto a discusión Granger – Dijo él en
un tono que no admitía réplica.
-Draco tú también estás cansado… – Dijo ella suavemente.
-Estoy bien – Dijo él, firmemente mientras su rostro
reflejaba todo lo contrario. Ya no tan pulcro y perfecto, Draco estaba ojeroso,
un poco despeinado y lucía una sombra rubia en su rostro, un par de tonos más
oscura que su cabello. No es que no se siguiera viendo delicioso, pero se notaba
que estaba rendido.
-Qué dices si… - Dudó Hermione – Yo soy pequeña y no me
puedo mover, si quieres puedes dormir al otro lado de la cama, sobra bastante
espacio…
-Dormir juntos? – Preguntó él muy serio y enfocando todo el
peso de su mirada en ella.
-No, no “dormir juntos” – Dijo Hermione rodando los ojos - Sólo dormir juntos. Si tú no te mueves
demasiado ni nos tocaríamos – Aclaró ella.
-Estás segura de que te sentirías cómoda con eso? – Preguntó
él, dudoso.
-Bueno, no es un escenario ideal, pero me sentiré mucho
mejor si compartimos que si te obligo a dormir todo encorvado. No descansarías
y de verdad te ves como si necesitaras unas buenas horas de sueño – Razonó
ella. Honestamente después de todo lo sucedido, que Malfoy yaciera a su lado
unas horas no sonaba tan terrible. Ambos lo necesitaban y más allá de la
timidez, su cerebro pragmático le indicaba que no era tiempo de niñerías.
-Estoy bien! – Exclamó él otra vez, simplemente por ser
terco.
-No, no lo estás! – Rebatió ella casi gritando de
frustración – Deja de ser un asno y ven a acostarte antes de que te duermas de
pié!
-Granger no puedo creer que seas un Auror en medio de una
guerra y le entregues tu confianza a tu enemigo así de fácil! – Exclamó Draco
frustrado paseándose nuevamente – Es que no te preocupa tu seguridad para nada?
-En primer lugar, tú nunca has sido mi enemigo – Dijo ella
más calmada – No realmente. Claro, no fuiste mi persona favorita en el colegio,
pero tú tenías más problemas conmigo que yo contigo… Yo ni siquiera sabía que
estuviéramos compitiendo por las notas y lo único que realmente nos puso en
lados opuestos fue tu intento de asesinato a Dumbledore, y ahora ya sé que eso
no fue por iniciativa propia… No Draco, no temo que me vayas a hacer daño
mientras duermo, no después de ver todo el esfuerzo que has puesto en
repararme.
-Y m creíste así tan fácil? Pude haber estado mintiendo todo
el tiempo – La retó sólo por desafiarla.
-Draco, hay cosas en las que no me puedes haber mentido –
Dijo ella – Evidentemente has vivido con muggles, has leído su historia y
literatura contemporánea, y has estado expuesto a nuevas ideas. Aún si me
estuvieras mintiendo con respecto a tus intenciones, al menos sé que lo que
hagas de aquí en adelante no va a ser guiado por los prejuicios y la ignorancia
- Malfoy la miró inmóvil como una estatua, sin siquiera pestañear, como
decidiendo si esta chica frente a él era de verdad o un espejismo – Ahora ven y
acuéstate, si quieres bebe algunas gotas de poción para dormir, así los dos
sabremos que no me vas a estrangular en mis sueños.
Draco suspiró. La idea era jodidamente tentadora, lo que la
hacía peligrosa. Dormir… Realmente deseaba dormir… Y hacerlo con Granger a su
lado era especialmente seductor. Debía mantener la distancia, lo sabía, pero la
promesa del descanso, pero sobre todo del calor humano… El calor de ella…
-Bien – Dijo al fin – Tú duermes bajo las sábanas y yo sobre
la colcha…
-Te va a dar frío – Rebatió Hermione, que sabía que estaba
en una racha ganadora – Duerme bajo las sábanas y pongamos una almohada entre
nosotros – Dijo divertida. Sonaba como si Malfoy estuviera protegiendo su
virtud.
-Ok, lo que sea – Dijo él tratando de sonar indiferente –
Pero antes, aún te quedan un par de cortes en el pecho- Quieres que te los cure
o prefieres hacerlo cuando te puedas mover?
-Cuánto tiempo va a pasar hasta que me pueda mover? –
Preguntó ella. No quería mostrarle los pechos, menos en una posición de vulnerabilidad
tan grande, pero era totalmente ilógico mantener heridas abiertas y sangrantes
que se podían infectar en cualquier momento sólo para proteger su modestia.
-No lo sé realmente, no es una ciencia exacta, calculo unas
veinte horas hasta que tengas movilidad en tus extremidades, pero al menos un
par de días antes de que tengas la coordinación necesaria para mover la varita
y hacer hechizos. Sobre caminar… No creo que lo logres antes de una semana –
Dijo él haciendo una mueca. Sabía perfectamente lo que se vendría.
-No! – Exclamó Hermione. Nunca pensó que el asunto fuera tan
serio, en el mundo mágico todos los remedios eran bastante inmediatos.
Dependería todo ese tiempo de la buena voluntad de Malfoy? Cómo comería? Cómo
se ducharía? Cómo haría sus necesidades?
-Lo siento Granger, hago lo que puedo – Dijo él sacando algo
de ropa de la cómoda y aprovechando de esconder su rosto. No quería demostrar
lástima o empatía. No quería demostrar lo mucho que lo cabreaba ver a Granger
sufriendo – Bueno, te curo o no?
-Sí –Suspiró Hermione – Es estúpido sangrar por días si
puedo evitarlo, además mientras antes las trate más posibilidad de ahorrarme
las cicatrices, no?
-Exacto – Dio él forzando su rostro a su típica máscara de
indiferencia, a pesar de que sentía algo parecido a mariposas en el estómago de
pura anticipación, lo que era completamente ridículo. Él era un hombre
experimentado, ver un par de senos más o menos debería ser intrascendente…
Debería, pero no lo era.
-No te vas a burlar de mí? – Preguntó ella levantando una
ceja.
-Burlarme de qué? Tienes tres pezones o algo así? – Preguntó
sarcástico.
-Grrrrrr! Eres un idiota! – Exclamó Hermione nuevamente
cabreada – Bien! Termina con esto!
-Muy bien – Dijo él dejando la ropa a los pies de la cama –
Ya tienes el sostén desabrochado, te voy a girar.
-Ok – Dijo ella, y sintió las manos de él en sus brazos y su
cintura rodándola en la cama.
Hermione no quiso ni mirar su pecho y mantuvo la mirada fija
en el rostro de Malfoy, que una vez que la tuvo de espaldas removió con mucho
cuidado el sostén, deslizando los tirantes por sus brazos y finalmente
removiendo las copas. Mucha de la sangre estaba seca y la tela estaba tiesa y
se había pegado a algunas heridas, por lo que el proceso fue más bien doloroso.
Ella mordió el interior de su boca pero no dijo nada ni quitó su mirada de él.
Draco siguió manteniendo la fachada de seriedad e
indiferencia hasta que descubrió por completo la piel de Hermione… Todo estaba
cubierto de sangre, y pudo apreciar tres cortes menores, pero había dos más
bien profundos. Uno atravesaba la cara inferior del pecho izquierdo en un corte
de unos siete centímetros de largo y unos dos o tres de profundidad, y en algún
lugar de su mente que aún pensaba racionalmente, agradeció que un corte así de
profundo hubiera recaído en el único lugar del cuerpo de Hermione donde había
esencialmente grasa. En cualquier otro lugar podría haber sido muy serio.
Pero fue el otro corte el que lo hizo hervir de rabia. Hasta
ese instante había sido capaz de controlar su temperamento enfocándose en otras
cosas más inmediatas, pero ahora que la tenía prácticamente a salvo, ver el
salvajismo de lo que le habían hecho a Granger lo hizo querer salir de la casa
a destruir algo… O a alguien.
El tajo que lo enfureció atravesaba medio a medio el pecho
derecho, cortando justo sobre el pezón.
Cerró los ojos tratando de concentrarse en ella y en
curarla, respiró profundo y apretó la mandíbula.
Malditos hijos de puta!
Abrió los ojos y se enfocó en la tarea que tenía por
delante. Tomó el paño, lo remojó en la poción y comenzó a limpiar centímetro a
centímetro, revelando la tersa piel que se escondía tras los coágulos de
sangre. Cerró las heridas menores y para cuando llegó a las mayores su mente
estaba más serena. No es que se le hubiera pasado la rabia, era simplemente que
todas sus energías estaban enfocadas en que el ataque a Granger no tuviera
secuelas, físicas al menos.
Realizó el encantamiento para el último corte y vio
atentamente como la piel se cerró, y tal como había hecho con todas las heridas
hasta entonces, pasó el dedo delicadamente por la superficie de la piel para
comprobar que no hubieran quedado imperfecciones.
Y en ese momento escuchó a Hermione aspirar violentamente.
Se giró a mirarla asustado, pensando que le había hecho daño, pero ella lo
miraba con esos enormes ojos suyos muy abiertos. Se miraron durante un par de
incómodos segundos y él volvió a la curación. Sólo que lo que su mente había
clasificado como simple piel y heridas eran ahora los pechos de Hermione, y lo
que él estaba haciendo al buscar cicatrices era excepcionalmente similar a una
caricia muy íntima.
Quitó la mano de su pecho como si la piel de ella lo quemara,
pero le costó un poco más remover la vista.
Granger estaba por fin sana y limpia, y si bien su
contextura era delgada y atlética, sus pechos eran llenos en la medida justa.
No eran grandes, eso se habría visto ridículo en una chica de la contextura de
Hermione, pero estaban perfectamente formados y coronados por unos pequeños
pezones rosados…
Se volvió a mirarla alarmado, sin saber cuánto rato había
estado mirándola embobado. Ella estaba roja como un tomate, pero no bajó la
vista.
-Scourgify! – Dijo
Draco apuntando su varita hacia las bragas de Hermione, cubiertas de sangre - Scourgify! – Repitió apuntando a su
cabello. Hizo lo mismo apuntando al cuerpo de Hermione y finalmente a las
sábanas. Cuando todo estuvo tan limpio como era posible, estiró la mano hacia
la ropa que había depositado a los pies de la cama y tomó una camiseta deportiva
muggle de color verde con detalles en blanco.
-Juegas soccer? – Preguntó Hermione sin poder creer lo que
veían sus ojos.
-No seas ridícula Granger! – Resopló Malfoy – Te voy a
levantar – Dijo ayudándola a sentarse y vistiéndola con la camiseta como si
fuera una muñeca de trapo – Pero me gusta salir a correr y cuando vivía entre
Muggles debía comprarme ropa deportiva de muggles, no es que pudiera entrenar
usando mi equipo de quidditch, verdad?
-Mentiroso, te gusta el soccer! – Se rió ella notando que
sus rostros estaban a pocos centímetros de distancia mientras él pasaba uno de
sus brazos por la manga de la camiseta.
-No sé de qué demonios hablas – Dijo él frunciendo el ceño y
resistiendo la tentación de girar la cabeza sólo un poco y hundir su rostro
entre los desordenados risos que caían hasta la mitad de la espalda de
Hermione.
-Como quieras – Dijo ella mientras él la retornaba a su
posición de espaldas, la cubría con la frazada y la colcha y le quitaba el
cabello de la cara, que ella inútilmente trataba de soplar fuera de su rostro.
Draco se dirigió a la cocina y sacó una cuchara de un cajón.
-Ahora te voy a dar las gotas – Dijo él.
-No hasta que te hayas acostado – Dijo ella de inmediato – O
de lo contrario te vas a ir a dormir al sillón, lo sé. Nos acostamos juntos y
bebemos las gotas juntos.
-Eres un dolor en el trasero, lo sabías Granger? – Preguntó
él por costumbre, pero obedientemente tomó su ropa de los pies de la cama y se
fue al baño. Estuvo ahí unos minutos y regresó usando un pantalón de pijama
negro y una simple camiseta blanca. Olía a menta y a algún jabón con esencia
cítrica, y Hermione trató de contener la sonrisa que luchaba por escapar. Los
magos se bañaban, por supuesto, pero usaban mayormente agua caliente y
encantamientos de limpieza, los que eran muy efectivos. Pero Draco había
adquirido hábitos muggle tan característicos como lavarse los dientes con
dentífrico o usar jabones con perfume.
No podía decir nada, era simplemente adorable todo lo que
había avanzado por sí solo, y no lo quería molestar recordándole lo lejos que
se encontraba del cretino que fue… Porque por alguna razón aún se escudaba tras
ese cretino.
En fin, Malfoy se acercó a la cama, midió las gotas para
dormir en la cuchara y se la acercó a Hermione.
-Nah ah, tú primero – Dijo ella cerrando firmemente sus
labios.
-Sabes que no estás en posición para negociar, verdad? –
Dijo él reprimiendo la diversión que le proveía esta pequeña bruja.
Hermione rodó los ojos.
-Te puedo tapar la nariz y tendrás que abrir la boca… -
Siguió él
Ella entrecerró los ojos.
-Bien, como quieras – Dijo Draco suspirando, dejando bien
claro que ella era un tremendo fastidio, pero la verdad es que estaba
agradecido de tener una excusa para beber la poción y dormir sin pesadillas,
con ella en la cama. Nada de esto había sido su idea!
Bebió las gotas.
Se apresuró a ponerse de pié para buscar otra cuchara antes
de quedarse dormido.
-Adónde vas? – Preguntó ella en cuanto lo vio moverse.
-Otra cuchara – Dijo él.
-No seas ridículo, qué es lo peor que me podrías contagiar?
– Dijo ella – Dale, apúrate!
Draco sirvió ambas pociones en la cuchara y ayudó a Hermione
a levantar un poco la cabeza para no derramarlas. Luego le dio la vuelta a la
cama para subirse del otro lado, levantó las sábanas y se metió entre ellas.
Suspiró.
Mierda! Este sí que había sido un día largo, y se sentía más
muerto que vivo…
El algodón de sus sábanas se sentía bien, el peso del
cobertor se sentía bien, el calor y el aroma de Granger… Mierda, se sentían
bien!
Barrera… Tenía que poner la barrera entre ellos… Ahora.
-Draco… - Dijo Hermione con un ronroneo adormilado.
-Mmmmmh? – Es todo lo que pudo contestar.
-Me puedes girar? Yo duermo en posición fetal… – Dijo ella
con los ojos cerrados, casi inconsciente.
Draco ni se molestó en responder. Tomó la cintura de Granger
y la giró dándole la espalda a él… Y antes de que pudiera poner la “barrera”,
ni retirar las manos, ya estaba completamente dormido.
oooOooo
Draco durmió lo que pareció ser un año. Su consciencia fue
retornando poco a poco haciendo inventario de aquello que le era familiar y
aquello que no.
Estaba en su casa.
Estaba en su cama.
Aún era de noche… Cuánto tiempo había dormido? Horas? Días?
Su cuerpo se sentía descansado y relajado como nunca antes,
pero había algo más…
Alguien más…
En sus brazos.
Draco estaba totalmente amoldado al cuerpo de Hermione, de
pies a cabeza. La estaba abrazando firmemente y su rostro descansaba sobre el
cabello de la chica desparramado en la almohada.
Y la guinda de la torta, una saludable erección descansaba
contra las jodidas bragas rosa con lunares.
Mierda! Qué había hecho?
Ella dormía y él no se movió para no despertarla.
Tardó unos segundos en reconstruir los últimos
acontecimientos, y le costó creer que todo lo sucedido había ocurrido en el
lapso de horas y no días.
Cuánto tiempo llevaba él pensando en Granger? Cuánto tiempo llevaba
imaginando qué se sentiría tenerla de su lado? En hablar con ella sin rencor?
Era muy poca la gente que Draco respetaba, y desde el principio, aún a su
pesar, ella había sido un miembro de ese selecto grupo.
Claro que habría muerto antes de confesarlo en ese entonces,
después de todo ella era una “asquerosa sangre sucia”.
Aspiró tratando de grabar en su mente la esencia exacta del
perfume de su cabello y el aroma de su cuerpo tibio. Era un aroma dulce y
reconfortante, no como el de las otras mujeres que habían pasado por su cama.
Las otras olían a perfume y sexo mesclado con licor y hasta cigarrillos, un
asco a la mañana siguiente.
Pero Hermione? Dulce, limpia… Lo que no significaba que su
erección fuera a desaparecer en el futuro próximo, sino todo lo contrario.
Se regaló un minuto más para disfrutar de las sensaciones
sabiendo que la misma cantidad de gotas de poción para dormir afectarían a
ambos de maneras muy distintas considerando el puro peso de ambos. El pequeño
cuerpo de Hermione se demoraría más tiempo en metabolizar su poción, y eso estaba
bien. Ella necesitaba el descanso y se aburriría estando despierta y sin poder
moverse.
Por fin se levantó y cubrió bien el cuerpo de la chica.
Hacía frío y probablemente sus defensas estarían bajas. No quería que se
resfriara.
Luego se acercó a su cómoda y sacó ropa para el día. Pantalones
grises, cinturón negro, una camiseta de mangas largas y un sweater de hilo
color borgoña. Sabía que ese color le sentaba bien en contraste con su palidez,
pero se dijo que su elección no tenía nada que ver con la bruja que dormía en
su cama.
Una vez en el baño bien pudo haberse limpiado con un
hechizo, pero no había hechizo para solucionar el problema que lo aquejaba. Si
no se encargaba de su erección en ese momento estaría medio doblado el resto
del día.
Abrió la llave de la ducha con el agua más caliente que pudo
resistir y entró sintiendo como cada uno de sus músculos se relajaba poco a
poco.
Cuando ya hubo lavado su cabello y estuvo relativamente
limpio, comenzó con la verdadera razón tras la ducha. Pero esta no fue como
otras veces, no debió conjurar montones de imágenes de mujeres sin rostro, ni
estimularse demasiado. Su cuerpo estaba listo y la imagen era una sola que se
repetía en distintas formas.
Ella. Ella. Ella…
Se vino tan fuerte que debió morderse la lengua para no
gritar, y se afirmó del muro porque las rodillas le fallaron por un momento.
Mierda! Si se venía así pensando en
ella entonces cómo sería…
No, no iría por ese camino.
No con Granger.
No.
Una vez que se sintió más seguro en sus dos piernas salió de
la ducha, se secó y se vistió. Salió del baño y al ver que Hermione dormía
decidió preparar el desayuno, ya que se moría de hambre e imaginó que ella
también en cuanto despertara.
Sus habilidades en la cocina eran sorprendentemente buenas,
ya que una vez que comprendió que seguir una receta era igual que preparar una
poción, descubrió que podía preparar de todo, desde codornices rellenas a tarta
de manzana.
Miró entre los ingredientes de los que disponía y comenzó
por encender la cocina a leña para preparar pan y jugo de frutas, mesclando
métodos mágicos y muggle sin darse ni cuenta, ya que como aprendió solo,
inventó su propio sistema. Una vez que el pan estuvo en el horno y el jugo
listo en un jarro, puso a hervir agua para el té y miró en su pequeño
refrigerador qué tenía para acompañar el pan. La verdad es que viviendo solo y
con las preocupaciones que acarreaba en estos días, abastecer la alacena era lo
último en su mente, pero logró dar con mantequilla y un poco de mermelada de
ciruelas.
Tendría que bastar por el momento, ya conseguiría
provisiones cuando todo se normalizara un poco, no es como si pudiera
desaparecer dejando a Hermione una nota, a menos que la pegara en el techo.
Media hora después ya había comenzado a amanecer, el pan
estaba listo y una adormilada Hermione miraba asombrada a Malfoy moviéndose con
desenvoltura por la cocina. Estaba recién bañado y vestía a la perfección, como
siempre, pero no se había afeitado, lo que le daba cierto encanto masculino a
su rostro demasiado perfecto. Lo convertía de “hermoso” a “guapo”.
Un hombre que supiera cocinar, el sueño de toda bruja…
La sociedad mágica era bastante conservadora en muchos
aspectos, y los chicos se mudaban de la casa de sus padres a la que compartiría
con su esposa. Nadie veía la necesidad de separar a las familias en una
sociedad tan pequeña, y a menos que se mudaran por motivos de trabajo, los
magos vivían con su mami hasta pasados los veinticinco años, durante los cuales
no aprendían ni a lavar un plato, bien lo sabía ella en su experiencia con
Ronald. La Señora Wesley hacía absolutamente todo en esa casa y sólo se esperaba
ayuda de parte de Ginny, quien detestaba la injusticia de la situación, pero se
sometía a regañadientes.
Con Víctor? Simplemente digamos que los Krum eran
increíblemente ricos desde antes de que su hijo fuera el jugador de quidditch
mejor pagado de la historia, por lo que en ese hogar nadie de la familia debió ni
siquiera enjuagar un vaso jamás.
Víctor aún vivía oficialmente con sus padres, aunque tenía
un gran departamento en Sofía, la capital de Bulgaria, para cuando los
entrenamientos se prolongaban o para cuando Hermione estaba de visita.
Por eso era tan excepcional ver a alguien con la educación
de Draco lavar los utensilios utilizados como un muggle, mojándose las manos.
Tal vez no sabe los
encantamientos, pensó sorprendida,
nadie se los habrá enseñado.
Probó sus músculos y descubrió que podía mover las manos,
pero aún no los brazos. Podía mover los dedos de sus pies pero no girar los
tobillos. Mierda! Era un tortura! Y sospechó que pronto necesitaría hacer pis.
-Hola, buenos días – Lo saludó con voz rasposa por la falta
de uso, sobresaltándolo.
-Granger! – Exclamó – Cómo te sientes?
-Estoy viva – Afirmó casi para convencerse a sí misma – Y me
duele todo, pero supongo que eso es bueno. Si me duele quiere decir que no hay
daño en el sistema nervioso.
-Es una buena forma de verlo – Dijo él secándose las manos –
Hambre?
-Mucha – Dijo ella.
-Bueno, entonces vamos a prepararte – Dijo él acercándose.
Demonios! Malfoy parecía listo para desfilar en una pasarela
y ella era una muñeca desgreñada usando una camiseta demasiado grande. Qué
injusta era la vida.
Draco se acercó a ella, la destapó hasta la cintura, la tomó
de las axilas y la arrastró hasta sentarla. Luego le puso almohadones a los
costados para que no se ladeara. Afortunadamente ella era capaz de sostener su
propia cabeza.
Durante todo el proceso ninguno de los dos dijo nada, pero
ambos respiraron profundamente, sumergiéndose secretamente en la esencia del
otro.
Después Draco fue a la cocina, armó una bandeja y se acercó
a la cama poniendo la bandeja sobre el velador.
-Qué quieres primero? Jugo? – Preguntó él.
-Come tú antes de que se enfríe el pan, después me das algo
a mí – Dijo ella casi haciendo pucheros. El pan olía delicioso, y se moría de
sed, pero su orgullo la molestaba, no quería ser totalmente dependiente, menos
de Malfoy. No por las razones de antes, sino porque no quería que él la
considerara débil por no ser capaz ni siquiera de quitarse los risos
desordenados que caían por su frente.
-No seas densa Granger, está bien, yo decido – Dijo él –
Jugo.
Y poniendo una pajita de vidrio al vaso se lo acercó a la
boca.
-Y esta pajita? Por qué? Para qué las usas? – Preguntó ella
extrañada.
-Las uso en la preparación de pociones, son bastante útiles
y no dejan residuos químicos como lo hacen los metales u orgánicos como lo hace
la madera – Respondió él mientras ella
bebía sedienta, conteniéndose apenas para no parecer una cerdita – Más? –
Preguntó cuando ella paró para respirar.
-Oh sí, después, estaba excelente! – Suspiró ella, y él le
limpió los labios con una servilleta – Gracias.
-No es nada – Dijo él bebiendo de su propio vaso – No tengo
mucho que ofrecerte, mantequilla o mermelada?
-Que no tienes mucho qué ofrecerme? Draco, hiciste pan!
Nadie jamás había hecho pan para mí, y estoy segura de que está delicioso
aunque no le pongas nada – Dijo ella honestamente.
-Mantequilla o mermelada Granger, no es tan difícil, si no
eliges tú elijo yo – Dijo él evitando sentimentalismos a toda costa.
-Mantequilla – Dijo ella salivando de anticipación. Desde
cuando que no comía? El día de la batalla no había alcanzado… Qué día era hoy?
Agh… Preguntas desagradables después. Por ahora disfrutaría del desayuno.
-Abre – Dijo él poniendo frente a su boca una rebanada de
pan caliente con un montón de mantequilla derretida.
-Pan con mantequilla, Malfoy, no mantequilla con pan –
Sonrió ella al ver que la mantequilla le chorreaba la punta de los dedos. Sería
de mala educación lamerlos? Mmmmmh…
-Abre Granger, si no quieres que te apriete la nariz – Dijo
él limpiándose la mano con una servilleta.
-Esa amenaza ya está volviéndose añeja… – Dijo ella dando un
buen mordisco al pan – Oooooh Malfoy!
Oooooh está increíble – Dijo con la boca llena, olvidando todos sus buenos
modales y cerrando los ojos para disfrutar más del sabor y el calor de la
comida. Draco mantuvo su mano en el lugar por si ella quería dar otra mordida,
y la miró fascinado mientras ella hacía esos pequeños ruiditos de placer.
En cuanto tragó, Hermione abrió los ojos y dijo
-Más!
Draco obedeció con una sonrisa satisfecha.
Y así, lentamente, ambos terminaron de comer. Luego Draco
llevó la bandeja a la cocina y la dejó para encargarse de ella después.
-Entonces? – Dijo a Hermione – Necesitas algo?
-Ducharme y lavarme los dientes – Dijo ella – Pero como eso
no va a suceder, si me pudieras ayudar con otro Scourgify sería genial…
- Scourgify! –
Dijo él dejándola fresca como una lechuga – Qué más?
-Mi cabello… Seguro que parece un nido de pájaros, verdad? –
Dijo ella bajando un poco la vista y mirándolo a través de sus pestañas.
-Algo así… - Dijo él con una sonrisa torcida. La verdad es
que sí, su cabello apuntaba en todas direcciones, pero así le gustaba a él,
porque así era ella.
-Podrías… Arreglarlo? – Preguntó ella.
-Arreglarlo? Cómo? – Preguntó él.
-Un sencillo hechizo, el *Opem Capillos. Simplemente apuntas tu varita a mi cabello y tuerces
la muñeca un poco hacia la derecha cuando pronuncies la primera sílaba de la
segunda palabra – Señaló ella.
-No te voy a dejar calva? – Preguntó inseguro. No le gustaba
probar hechizos en la cabeza de su bruja. Una cosa eran las pociones, que eran
algo que él manejaba al revés y al derecho y algo muy distinto era…
Un momento. Había llamado a Granger “su bruja”? Que mierda
estaba mal con él? Granger no era su bruja y nunca lo sería.
De cualquier modo, suya o no, no quería dejarla calva o
dañar su hermoso y rebelde cabello.
-No, no pasa nada – Sonrió ella al ver su preocupación – Si
no lo haces bien lo peor que va a pasar es que no va a ser efectivo. De lo
contrario necesitaré que me lo amarres, porque me está volviendo loca el no
poder quitármelo de la cara.
-Está bien… - Dijo Draco practicando el movimiento de muñeca
- Opem Capillos! – Dijo, y de
inmediato la desgreñada cabellera de Hermione se convirtió en una corona de
risos y ondas que enmarcaban su rostro.
-Resultó? – Preguntó ella.
-Sí, resultó – Dijo él sorprendido.
-Gracias Malf… - Dijo Hermione, pero fue interrumpida por un
golpeteo en la ventana – Quién? Draco? Qué? – Preguntó Hermione aterrada. La
habían descubierto? Venían a apresarla?
-Shhhh, cálmate Granger, es sólo el correo – Dijo Draco
acercándose a la ventana de la cocina para dejar entrar a un pájaro un poco más
grande que una paloma, con la cabeza negra, el pecho blanco y las alas azules. Hermione
nunca había visto un pájaro semejante servir de correo, pero sabía que era posible
entrenar a distintas aves. Sirius lo había hecho con Harry, sólo que ella no lo
había visto con sus propios ojos.
-Creí… Recuerdo que tenías un enorme Búho Águila en el
colegio – Dijo confundida mientras él desenrollaba el mensaje de la pata del
ave.
-Eso lo sabías tú y todos los demás. No me podía arriesgar a
conservarlo, habría sido sencillo seguirlo y descubrirme, así es que lo dejé en
libertad. Ahora tengo a Antares, una urraca blackbilled, que es más pequeña que
un búho y al ser un ave común pasa desapercibida. No es como si la necesitara
para que acarreara paquetes, sólo pequeños mensajes.
-“Antares” como la estrella Alpha de Scorpio? – Preguntó ella
con una sonrisa olvidando por un segundo el mensaje. Que nombre más apropiado para la mascota de un Slytherin.
Él asintió y comenzó a leer el mensaje. Era corto, ya que a
los cinco segundos apuntó al trozo de papel con su varita y lo destruyó.
-Qué fue eso? Qué sucede? – Preguntó ella asustada otra vez.
Él frunció el ceño preocupado, sin saber exactamente cómo plantear lo que debía
decir.
-El que yo te encontrara en el bosque no fue casualidad –
Dijo él apoyándose en la pared frente a ella – Fui porque me enviaron… A
protegerte.
-A protegerme? A mí? Específicamente a mí? – Preguntó ella
asombrada.
-Sólo a ti – Asintió él – Y no fue la primera vez, es sólo
la primera vez que me vi obligado a revelarme – Dijo evaluando las reacciones
de ella.
-Cuándo…? – Preguntó pero entonces comenzaron a aparecer
imágenes en su mente. Imágenes de escapadas milagrosas y golpes de suerte que
le habían salvado la vida más de una vez. Habría sido Draco todo este tiempo
ayudándola tras bambalinas? – Oh…! Desde cuándo?
-Desde hace tiempo – Dijo él vagamente.
-Si querías protegerme por qué no te acercaste a mí? Por qué
no te uniste a La Orden? – Preguntó ella.
-No me acerqué a ti porque iba contra mis instrucciones. No
se debía saber que contabas con protección adicional… Y con respecto a unirme a
la Orden, por favor Granger, como si quisiera someterme al escrutinio de un
montón de mojigatos que nunca van a dejar de desconfiar de mí y esta maldita
marca – Dijo revelando su antebrazo. Contra su pálida piel el contraste de la
marca tenebrosa era horrible. Y alrededor de la marca, su piel estaba rosada y
en algunas partes algo rugosa.
-Oh Merlín! – Exclamó ella – Draco, yo hubiera dado fe por ti
– Dijo ella – La gente confía en mí, confiarían en mi criterio…
-Tal vez mientras estuvieran frente a ti, pero créeme que sé
que no soy bien recibido en ninguna parte.
-Eso va a cambiar – Afirmó Hermione – Tiene que cambiar!
Él se encogió de hombros sin querer discutir cosas sin
sentido.
-Draco… Esas cicatrices alrededor de tu marca… - Susurró
ella temerosa – Acaso trataste…? Intentaste…?
-Dilo Granger! - Dijo él furioso. Odiaba que ella dejara frases
incompletas. De ella no esperaba menos que completa honestidad – Dilo!
-Trataste de quitarte la marca? – Preguntó ella en una sola
exhalación.
-Sí – Respondió él fríamente – Y no hay medios mágicos ni
Muggle que la remuevan. Me he arrancado la piel de la muñeca literalmente a
jirones, pero cuando mi piel se regenera, se regenera con la marca intacta, aún
cuando mi piel alrededor quede con cicatrices.
-Mierda! – Masculló ella sintiendo que le ardían los ojos.
-Olvídalo, no hay nada qué hacer, no es como si me hubieran
dado la opción de aceptarla – Dijo él – Bueno, quieres oír el resto o no?
-Sí, claro – Asintió ella nuevamente enfocada en la historia.
-Esta vez el aviso de la emboscada me llegó demasiado tarde,
y sólo alcancé a llegar al final, al otro lado del pueblo de donde te
encontrabas. Como no podía permitir que me reconocieran debí dar un rodeo por
el bosque y fue entonces que vi tu hechizo “Fiendfyre”,
supe donde estabas y eché a correr en esa dirección, pero para cuando llegué todo
estaba en llamas y tú te habías ido, así es que debí seguir tu rastro de sangre
hasta encontrarte.
-Cómo… Cómo supiste que el “Fiendfyre” era mío? – Preguntó ella intrigada.
-Porque eres la única persona que conozco capaz de conjurar
uno – Respondió él – El fuego es tu elemento.
-Te puedo preguntar algunas cosas más? – Preguntó ella
sintiendo que todo le daba vueltas.
-Puedes preguntar, y yo puedo negarme a responder – Dijo él.
-Quién te mandó a protegerme? – Preguntó.
-Paso – Dijo él.
-Cuál es tu tarea en todo esto? – Preguntó Hermione.
-Ya te lo dije, protegerte a ti – Dijo él.
-Nada más?
-No – Dijo él
-Pero porqué a mí? – Preguntó ella.
-Porque tú eres la clave de todo Granger, es que no lo
sabes? Eres la guardiana de todos los secretos de La Orden, la estratega y la
líder natural. Tú eres la clave, sin ti todo se desmorona – Dijo él mirándola
intensamente, evaluando sus reacciones.
-Te equivocas! - Dijo ella incrédula – Los Aurores más
antiguos como Ojo Loco Moody y Kingsley
Shacklebolt son quienes crean estrategias, y Rufus Scrimgeour es el líder,
el Ministro… - Corrigió ella – Y la clave siempre ha sido Harry, eso lo sabes.
-Los Aurores viejos o jóvenes no dan un paso sin
consultarte, Scrimgeour es una fachada, un líder en el papel, porque todas las decisiones
ministeriales pasan por ti, y no me vengas con el-niño-que-se-niega-a-morir-Potter,
que él se ha pasado más de la mitad de la guerra escondido junto a Wesley,
menudo par de guerreros – Dijo con desprecio.
-Harry no está escondido… - Dijo ella débilmente. Débilmente
porque en cierta forma concordaba con Malfoy. Harry y Ron no estaban en el frente,
y sin importar lo crucial de la tarea que realizaban, lo cierto es que no
habían logrado nada mientras ella era la que había sacado la cara por el trío
dorado de Gryffindor.
-Oh, es cierto, está en una “misión” – Dijo él sarcástico marcando
comillas con sus manos – Una misión que mantiene su trasero sano y salvo
mientras a ti durante estos años te han encarcelado, interrogado, torturado y
herido en batallas una y otra vez.
-Por qué haces esto? – Preguntó ella con un hilo de voz.
-Ya te lo dije, eres la clave… - Respondió él.
-No Draco, esa es la razón por la que quien sea que te da
órdenes cree que soy digna de protección especial, pero no la razón por la que
tú, un agente neutral, arriesgaría el pellejo – Dijo ella.
Se produjo un largo silencio durante el cual Hermione creyó
que Draco no respondería.
-Hay tres personas en el mundo por las cuales arriesgaría el
pellejo… Una por lealtad, otra por egoísmo y la otra por respeto – Dijo él – La
primera es mi madre, la segunda claro, soy yo… Y la tercera Granger, eres tú.
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*Opem Capillos: Encantamiento
inventado por mí.
Espero les haya gustado, como
siempre espero ansiosa sus comentarios, y den una vuelta por mi Facebook, donde
encontrarán nuevas fotos de esta historia.
Abrazos.
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